ESFERA CULTURAL
LEER CUADROS

CONVENIO EL PRADO-FUNDACIÓN NOTARIADO
La mujer barbuda o Magdalena Ventura con su marido
BÉNÉDICTE SAVOY,
profesora de Historia del Arte en Technische Universität de Berlín
A través de los tiempos, y en una bella frontalidad, dos venerables personajes barbudos nos plantean cuestiones de plena actualidad: la virilidad, la maternidad, la fluidez de los géneros y los modelos de vida, la tolerancia respecto a la ambigüedad, o el paso del tiempo visible en nuestros cuerpos. Se ha escrito mucho sobre este lienzo últimamente, y a buen seguro no es más que el principio de un largo camino.
Sin embargo, el cuadro de Ribera encierra otra historia, también de actualidad pero menos conocida: la del desplazamiento forzoso de obras de arte en tiempos de guerra, ocupación y conquistas territoriales, así como su restitución. En este caso hablamos en concreto de la agresiva apropiación por parte de la Francia revolucionaria, y posteriormente napoleónica, del patrimonio cultural de las naciones europeas sometidas a sus ejércitos. El retrato de Magdalena Ventura, ‘seleccionado’ bajo el reinado de José I Bonaparte para ser mandado a París junto con otros centenares de pinturas pertenecientes a la aristocracia española, llegó efectivamente a la capital francesa a finales del año 1813, justo unas semanas antes de la primera caída de Napoleón y del restablecimiento de la monarquía francesa en la primavera de 1814. Apenas derrotado Napoleón, una serie de emisarios de todos los países europeos, incluida España, exigieron al recién restaurado monarca que retornase a sus legítimos propietarios las decenas de miles de obras que les habían sido confiscadas. Se concluyó entonces un acuerdo diplomático secreto: con objeto de preservar la integridad del Musée Napoléon, “el más importante museo del universo”, que pasaría a denominarse Musée Royal (el actual Musée du Louvre), París se comprometió a devolver obras, pero solo las que no estuvieran expuestas públicamente. Se iniciaron entonces las labores de embalaje, pero los comisionados europeos no tardaron en comprender que, en el museo parisino, ni el director, Dominique-Vivant Denon, ni sus empleados, ponían mucho interés en el cumplimiento del acuerdo y solo buscaban ganar tiempo.
EL LIENZO FUE RESTITUIDO A ESPAÑA TRAS EL PERÍODO DE LOS CIEN DÍAS Y LA SEGUNDA ABDICACIÓN DE NAPOLEÓN EN 1815
Las tensiones alcanzaron su punto álgido en el verano de 1814, cuando Denon, alegando causas de importante interés científico, decidió presentar en el Gran Salón del Louvre una exposición de obras inéditas. En su diario personal, un emisario prusiano anotaba, exasperado: “Constato con indignación la insolencia de los administradores del museo, que ahora se ponen a exponer cuadros que mantenían guardados en sus almacenes, ¡y entre otros cuadros expuestos desde hace tiempo! ¡Eso es mala fe!”. La exposición se inauguró el 25 de julio de 1814. Junto a los llamados pintores primitivos alemanes e italianos, se presentaron obras maestras de la escuela española, entre ellas el retrato de Magdalena Ventura. Un cronista de la época procedente de Alemania escribiría: “Parece ser que a los treinta años a esa mujer le creció una barba de hombre. Esa extraña circunstancia no le impidió encontrar un marido, con quien tuvo varios hijos. El pintor español la representa a sus cincuenta y dos años, amamantando a su bebé. Cuesta imaginar algo más impactante que ese pecho asomando bajo su larga barba negra”. El lienzo fue finalmente restituido a España, tras el período de los Cien Días y la segunda abdicación de Napoleón en 1815. Fue por aquel entonces cuando, a modo de guiño, Goya realizó, en su célebre cuaderno de bordes negros, un dibujo de un bebé en los brazos de una mujer barbuda, anotando a lápiz en la parte inferior las siguientes palabras: “Esta mujer fue retratada en Nápoles por Jose Ribera o el Españoleto, por los años de 1640”. Queda por ver dónde y cuándo vio el cuadro Goya… Magdalena Ventura sigue interpelándonos.