CONSUMO

“Aquellos ciudadanos medios que tienen la mínima posibilidad de invertir sus escasos ahorros han empezado a explorar opciones de inversión”
La capacidad de ahorro de las personas consumidoras
La incertidumbre económica que hoy estamos viviendo; motivada por diversos factores, como la inflación, las tasas de interés elevadas y una posible recesión y las distintas situaciones como guerras y pandemias; hace que las familias vean la necesidad de controlar el consumo y priorizar el ahorro, aunque en muchos casos sea muy complicado.
En el primer trimestre del año, la tasa de ahorro de los hogares españoles se situó por encima de la renta bruta disponible en el mismo periodo de 2023, según el Instituto Nacional de Estadística, lo que significa que los hogares gastaron menos de lo que ingresaron.
Según el Banco de España, el ahorro medio de los hogares españoles se sitúa en un 21,2% de sus ingresos disponibles, lejos de aquel 7% de la etapa de la pandemia. Si bien la inflación incide en el deterioro del poder adquisitivo de las familias, rebajando la posibilidad de ahorro, el aumento de los costes de los bienes y servicios hace que muchas familias destinen la mayoría de sus ingresos a cubrir las necesidades básicas, limitando cada vez más las cantidades dedicadas al ahorro de ese sector de la población.
La alimentación, la energía y la vivienda (tanto en alquiler como en los incrementos hipotecarios) han sido los sectores con mayores subidas económicas. En la alimentación, en la que hasta hace pocos años se priorizaba la calidad sobre el precio, hoy en día es el precio lo más importante a la hora de hacer la compra de alimentos. El consumidor medio, y sobre todo el más vulnerable, prioriza gastos y ahorra poco.
Las subidas de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo han incrementado el coste de las hipotecas y demás productos financieros, lo que ha generado subidas de cuotas, limitando aún más la capacidad de ahorro de los consumidores, aunque las previsiones para 2025 sean más halagüeñas.
El miedo a situaciones como el desempleo o la reducción de ingresos ha llevado al ciudadano medio a aumentar sus reservas de efectivo como una medida de seguridad. Otra de las situaciones que se detectan en el ámbito financiero de los consumidores es la tendencia, cada vez más generalizada, de reducir o liquidar deudas, que conlleva a una búsqueda de estabilidad financiera.
Aquellos ciudadanos medios que tienen la mínima posibilidad de invertir sus escasos ahorros han empezado a buscar o explorar opciones de inversión, como fondos a renta fija o bonos del Estado, buscando las posibilidades de menor riesgo en comparación con otros productos financieros.
Evidentemente el ciudadano no puede solo soportar la incertidumbre y pérdida de su poder adquisitivo, y deberían ser las Administraciones Públicas las que ayuden a llevar esa carga con medidas como la reducción de impuestos en los productos básicos, subvenciones al transporte público o revisiones salariales, incidiendo en los más vulnerables. Si bien estas ayudas le vienen muy bien al ciudadano para equilibrar su economía, no le permiten ningún tipo de ahorro pues tiene que utilizar estos recursos para sus gastos cotidianos.
Medidas como el control de la inflación a corto plazo y las tasas de tipos de interés más bajas, así como la creación de empleo, vendrían a aliviar la economía familiar de las personas consumidoras, que podrían recuperar una mayor capacidad de ahorro. Todo ello pasa por situaciones como la estabilidad laboral, el crecimiento económico y algunas medidas adicionales de apoyo público para aliviar la presión financiera de las familias, que se traduciría en una evolución positiva del ahorro que, a corto plazo, mejoraría la capacidad de gasto del ciudadano, incidiendo indudablemente en la mejora de la economía.