ESFERA CULTURAL

Isamay Benavente,

directora artística del Teatro de la Zarzuela

Licenciada en Derecho por la Universidad de Sevilla, Isabel María (Isamay) Benavente llega al frente del Teatro de la Zarzuela de Madrid, precedida de un fructífero rodaje en el Villamarta de Jerez con hitos como el Centro Lírico del Sur o el Festival de Jerez, centrado en baile flamenco y danza española. En la actualidad es presidenta de la Asociación de Teatros y Temporadas Líricas de España, Ópera XXI.
JUAN ANTONIO LLORENTE

“En las crisis, o te mueres o aprendes”

Que los artistas, en especial los cantantes, cierren sus agendas con tanta antelación, hace que desembarque asumiendo compromisos de su predecesor.

Me parece lo normal. Pasa en todos los teatros europeos. Antes de nombrar al nuevo director, el que se despide deja en marcha lo inmediato, porque si no…

¿Hasta cuándo tiene acuerdos cerrados?

Daniel (Bianco) lo expuso en la presentación de su última temporada. Aparte de la presente, deja un encargo de composición sobre Las Trece Rosas, y un compromiso con Christof Loy para una producción de El gato montés en 2026.

 


«EN ZARZUELA, TENER UNA MENTALIDAD MÁS
COMPRENSIVA Y APERTURISTA, NOS VA A AYUDAR»


 

Encomiendas que respetará.

¡Si son un regalo! Que Loy haga un Gato montés, cuadra a la perfección en mi proyecto de internacionalizar la zarzuela.

A veces las apuestas por grandes nombres naufragan, como la de Graham Vick con ese título.

Siempre puede pasar con los repertorios que vienen de una tradición y arrastran una manera de hacer. Es sorprendente la similitud de lo que pasa entre el flamenco, que tanto he hecho, y la zarzuela. Toda una generación de artistas, críticos y entendidos del flamenco, piensan que hay cosas que se están haciendo y no se debería, porque no corresponden. Otros dicen que, tratándose de un género vivo, respetando determinados parámetros, se tiene todo el derecho a experimentar, innovar… En resumen, a evolucionar. En zarzuela, tener una mentalidad más comprensiva y aperturista, nos va a ayudar. Con el tiempo nos iremos acostumbrando a que propuestas muy tradicionales, coexistan con miradas de alguien de afuera, que no ha convivido con el género. Más interesante aún si se trata de grandes creadores como el citado Graham Vick, Christof Loy o el propio Giancarlo del Monaco, que no vienen de nuestra tradición. Si queremos que la zarzuela sea universal y se haga en todos los sitios, tenemos que abrirnos a que nos miren igual que nosotros a los españoles que dirigen La Flauta mágica o La Bohème. De aplicar el mismo criterio, sólo podrían hacerlo los austriacos o los italianos.

Primera mujer que se pone al frente del Teatro en 167 años de vida.

Tal vez no, si se considera que, durante la Guerra Civil, María Teresa León, la mujer de Alberti, estuvo en el teatro con su compañía. Pero como directora oficial, soy la primera.

La gestión va dejando de ser masculina. La cuarta parte de las candidaturas que aspiraban a su puesto eran de mujeres. ¿Cuál es el perfil de un gestor?

El perfil de un gestor para un teatro de lírica en general, no sólo de zarzuela, tiene que ser muy diverso. Necesita una mirada amplia frente a un equipo humano muy diferente, donde no tiene nada que ver el departamento de comunicación, con el técnico, el administrativo o el económico. Además, pensando que trabajamos con artistas, una actitud sensible y abierta, con muchas dotes diplomáticas. Y claro, es fundamental una visión precisa de hacia dónde tiene que ir la casa que dirige.

¿Cuántos años se anotó en el Villamarta?

Casi veintiséis. Me autodenomino directora de la crisis. Entré como directora de producción artística, y me nombraron directora gerente a la vez que se cayó Lehman Brothers. Llegué con muchas ideas y de repente vi que no podía poner en marcha casi ninguna, para centrarme en la relación con los patrocinadores que se me iban; en ver cómo rescatábamos la taquilla; en el público, que estaba asustado… Fue un gran reto, pero en las crisis, o te mueres o aprendes. Y aprendí muchísimo, porque en el Villamarta vivimos muchas (risas).

Quien le antecedió en el puesto madrileño apostaba en su candidatura por la captación de público joven. ¿Qué aportaba la suya?

Había dos cosas. En primer lugar, mantener y respetar el proyecto de Daniel, que me parece muy exitoso en muchas cosas, una de ellas el proyecto Zarza. En ese punto digo que el mío es continuista, porque creo en la continuidad de los proyectos culturales. Quien llega a un puesto y se carga todo, empezando por la imagen corporativa, me produce desconfianza. La otra parte de mi apuesta es difundir la zarzuela. Al venir de la periferia, soy consciente de que, aparte de hacerla aquí, que es su templo, tenemos la responsabilidad de llevarla más allá de las paredes de este teatro. No sólo producciones grandes, como hemos hecho en Sevilla, Valencia, Oviedo…, sino contar con otro tipo de montajes que puedan llegar a todos los puntos de España y la zarzuela esté más presente en sus programaciones.

Por experiencia sabe que no es lo mismo un festival que una temporada a la hora de programar.

Absolutamente. Me molesta que ahora se le llame festival a todo. Un festival es algo muy determinado: un ciclo con una periodicidad -anual, bianual, etc.- y unas fechas estables. Y, sobre todo, un proyecto que atraiga gente no habitual al teatro. Público de fuera. Si va destinado al tuyo, no es sino una temporada; una programación estable o un ciclo dentro de la misma. El festival es otra película, otra historia. Si me pidieran programar un festival aquí, diría que, en mi opinión, no se puede hacer.

¿Lo más apasionante para un programador?

¿Hablamos de este momento? Con tantos retos por delante, tantas cosas por acometer, no sabría priorizar. Así que contar con cinco años para poderlas materializar me ilusiona muchísimo. Es apasionante poner en marcha un proyecto. En ese punto, retomo la idea de tener claro hacia dónde queremos ir. Además, me toca -o creo que me va a tocar- una etapa ilusionante si, como parece, pudiera ver reconocida en ese tiempo la zarzuela como Patrimonio Inmaterial. ¡Difundir un género tan maravilloso! ¡Tener la responsabilidad de atender a este patrimonio! Muchas veces llego a casa y me digo: ¡Frena, frena! ¡Vayamos paso a paso, que estamos empezando!

Todo no consistirá en generar. También le llegarán ofertas sorpresivas.

Desde mi llegada empecé a recibir a mucha gente. Al principio todo el mundo quiere conocerte para saber qué vas a hacer y qué posibilidades de trabajo tienen aquí. Vine con la idea de hacer encargos musicales, de obras, y ¡me he dedicado a recibir a tantos compositores! Algunos con mucho nombre; con premios nacionales incluso. Y lo que más me ha sorprendido: con obras bajo el brazo ya escritas, que no han realizado. Propuestas algunas muy interesantes, que ni se me habrían ocurrido. Un par de ellas me parecen muy abordables y me gustaría hacerlas. Quiero ver con José Miguel Pérez Sierra, cuando se incorpore como director musical, qué somos capaces de incluir en estos cinco años. También te sorprende que alguien como Loy, que piensas que te va a pedir hacer algo muy moderno, de repente me llame para decir “no, porque, si bien últimamente se hacía así, la tradición anterior…”. Me ha pillado tan de sorpresa que he pensado: “O sea, él está velando por el pasado, empapándose en cómo se hacían las cosas. Está enloquecido con la zarzuela. Enamorado. Quiere hacer algún título allí donde va”. El otro día en no sé qué teatro empezó a vender nuestra producción de Las Golondrinas. La acababa de ver y estaba fascinado. Sin pretenderlo, se ha convertido en un grandísimo embajador del género.

 


«QUIEN LLEGA A UN PUESTO Y SE CARGA TODO, EMPEZANDO POR LA IMAGEN CORPORATIVA, ME PRODUCE DESCONFIANZA»


 

¿Insistirá en recuperaciones?

A ver cómo abordamos este tema, que estoy cuestionándome. No sé si con lo que quiero hacer tendré la posibilidad de incluir un título del repertorio cada año, porque tengo como objetivo seguir con la recuperación. He tenido largas conversaciones con Emilio Casares, que ha insistido muchísimo en que no puedo olvidarme de eso, porque queda mucho por hacer todavía. Me gustaría hacer cosas del repertorio olvidado escenificadas, y eso implica otro esfuerzo para el teatro. Porque sólo en concierto me parece que no funcionan tanto; que no se quedan tanto en el imaginario. Así que combinaremos ambas cosas.

¿Dónde encontrarla?

Al pie del cañón en todos sus trabajos, a esta gaditana de La Línea la encontraremos abonada a su teatro, defendiendo la programación día a día.

Desde el despacho, planificando con y sobre artistas, o en el vestíbulo, intentando captar la valoración de los asistentes a sus propuestas.