ENTRE MAGNITUDES

MENOS "NINIS" Y MÁS "SISIS"

Conseguir un empleo de calidad (bien remunerado y ‘de lo tuyo’) es un anhelo generalizado entre los jóvenes españoles. Sin embargo, la alta tasa de abandono escolar, la estrechez del mercado laboral, la elevada ratio de desempleo, la precariedad y falta de oportunidades y, por supuesto, los vaivenes de los diferentes ciclos económicos, pandemias aparte, conforman una desafiante carrera de obstáculos de difícil manejo para la mayoría de ellos.
FERNANDO GEIJO

En medio de este contexto, las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que desde el fin de la crisis sanitaria el número de personas que estudian y trabajan en España ha superado al de su contraparte, los denominados ninis. Sin embargo, las causas de este particular ‘sorpasso’ no evidencian una mejoría, al menos significativa, de las expectativas laborales de los jóvenes en el actual entorno de incertidumbre al que se enfrenta la economía mundial.

Un reciente informe extraído de los datos obtenidos de la Encuesta de Población Activa (EPA) indica que en España hay un 19% menos de ninis que hace un año.

Es decir, un total de 805.400 jóvenes de entre 16 y 29 años que ni estudian ni trabajan, frente a 959.200 ‘sisis’ que compaginan formación y empleo, según las últimas cifras aportadas por esta institución dependiente del INE relativas al segundo trimestre de 2022. Estas magnitudes suponen bajar, por segunda vez en diez años, del millón de ninis, al descender en 184.600 jóvenes con respecto al año anterior, tras alcanzar los 1,54 millones en 2010, escalar hasta 1,65 millones en 2012 y situarse en 982.900 personas antes de la llegada de la pandemia.

¿Espejismo o realidad?

Entre las causas de este desplome en el número de ninis, tras cuatro trimestres de descensos consecutivos, podrían encontrarse los balsámicos efectos de la reciente reforma laboral, al facilitar la incorporación de los jóvenes al mercado laboral. Sin embargo, algunos expertos consideran que no es oro todo lo que reluce y que, tras estas caídas en su número, encuadradas por cierto en una tendencia mundial generalizada, podría hallarse un indicador de precariedad al entender que muchos jóvenes acceden al mercado laboral más por necesidad que por su voluntad propia, dado que ante la imposibilidad de obtener el necesario apoyo familiar financiero deben costearse por sí mismos los estudios con empleos, en su mayoría, precarios y a tiempo parcial.

Y es que el retrato robot del nini español no solo se corresponde con el que habita en el imaginario colectivo de la sociedad (bajo nivel de instrucción y de ingreso familiar y/o de origen inmigrante) sino que, en muchos casos también, se trata de jóvenes pertenecientes al estamento social acomodado, cuyas familias pueden permitirse prolongar su mantenimiento, frente a los integrantes de las clases más populares que deben, sí o sí, ‘buscarse la vida’ desde temprana edad.


UN RECIENTE INFORME EXTRAÍDO DE LOS DATOS OBTENIDOS DE LA ENCUESTA DE POBLACIÓN ACTIVA (EPA) INDICA QUE EN ESPAÑA HAY UN 19% MENOS DE NINIS QUE HACE UN AÑO


El término nini se corresponde en inglés con el acrónimo NEET, cuyo significado es not in education, employment or training, lo que nos aporta una nueva pieza al puzle de este fenómeno para permitirnos contemplar la fotografía de este heterogéneo grupo de personas que lo integran.

Por consiguiente, no debemos perder de vista el factor educativo en su ecuación puesto que este colectivo tampoco recibe formación, un aspecto fundamental para evitar su desconexión definitiva del mercado laboral.

No en vano, si los jóvenes permanecen económicamente inactivos durante un período de tiempo es precisamente porque están centrados en sus estudios y, por tanto, invirtiendo en su futuro mejorando su empleabilidad. Por el contrario, los ninis estarían ahondando en su exclusión profesional, con riesgo incluso en algunos casos de caer en la marginación social, al mantenerse alejados de las aulas.

Y llegó la pandemia

A lo largo de 2020 la evolución del mercado de trabajo se vio cercenada por el cese de actividad decretado como consecuencia de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. En 2021 el anhelado rebote resultó ser más débil de lo esperado y no tomó impulso hasta su relanzamiento definitivo a comienzos de 2022. A lo largo de este tiempo, los jóvenes fueron el colectivo más afectado desde el punto de vista laboral. A esto hay que añadir el agravante del fracaso escolar que, aunque con tendencia a la baja, en la actualidad aún afecta en España al 13,3% de los jóvenes de entre 18 y 24 años, tres puntos por encima de la media europea, según los datos de la EPA.


LA EDUCACIÓN SE ERIGE COMO UNO DE LOS ASPECTOS CLAVE PARA TRATAR DE ROMPER EL CÍRCULO VICIOSO QUE RODEA A LOS NINIS


Los jóvenes españoles siguen sufriendo una alta tasa de desempleo, con una media del 28,52% para los menores de 25 años, según los últimos datos del INE. Sin embargo, el acceso al mundo laboral es complicado, aun teniendo formación, ya que, además, deben contar en muchas ocasiones con experiencia previa para acceder a determinados puestos. Un cóctel de difícil combinación, al menos, en los inicios de la carrera laboral.
Ante este panorama, muchos jóvenes procrastinan muy a su pesar el inicio de la misma y, por ende, ponen en peligro no solo sus futuras pensiones sino el mantenimiento de las actuales. De hecho y a pesar de su descenso, los aún más de 800.000 ninis contabilizados en España ni se forman ni tampoco cotizan, utilizando una acepción más amplia de este término un tanto peyorativo.

A grandes males

La educación se erige como uno de los aspectos clave para tratar de romper el círculo vicioso que rodea a los ninis. En este sentido, los jóvenes de hasta 29 años con nivel educativo bajo ya incorporados al mercado de trabajo suponían dos de cada diez activos de esa franja de edad en el primer trimestre de 2022, mientras que los formados son más de la mitad de los ocupados.

En la actualidad, el descenso del abandono de las aulas se debe más a la necesidad de formación por exigencias del mercado laboral, puesto que ahora el listón mínimo para acceder a casi cualquier puesto de trabajo se sitúa en la educación secundaria obligatoria.

En este sentido, el reciente estudio publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): Education at a Glance 2022, indica que el 28% de la población española de 25 a 34 años sólo había alcanzado la ESO como techo formativo, un porcentaje que dobla la media de los países que integran este organismo, pero cinco puntos inferior al obtenido una década atrás.

 


EL FRACASO ESCOLAR AÚN AFECTA EN ESPAÑA AL 13,3% DE LOS JÓVENES DE ENTRE 18 Y 24 AÑOS, TRES PUNTOS POR ENCIMA DE LA MEDIA EUROPEA


 

Parece indudable que para las personas sin trabajo ni formación el futuro es mucho más incierto. Al calor de esta reflexión han surgido en España iniciativas como las Escuelas de Segunda Oportunidad (E2O). Fundadas en 1995 como una iniciativa de la Comisión Europea, su objetivo es dar una respuesta educativa a los jóvenes sin empleo de entre 15 y 29 años. En nuestro país existen ya 43 de estos centros repartidos entre nueve comunidades autónomas. Otra alternativa sería enfocar los estudios en cubrir las necesidades reales que demanda el mercado laboral, apostando, como en Suecia o Alemania, por la Formación Profesional Dual, sin olvidar alternativas como las bonificaciones salariales, que tan bien han funcionado en comunidades como el País Vasco.

Algunos economistas abogan por otorgar más facilidades o incentivos a las empresas para facilitar la contratación de personas sin experiencia, ya que las series estadísticas demuestran que en nuestro país cuanto mejor va la economía menos se estudia, por lo que entiende que habría que añadir al acrónimo nini una ‘n’ más, al objeto de indicar que muchos de ellos ni estudian, ni trabajan ni lo buscan.

Mujer, pobre y con escasa formación

Del informe presentado por la OIT se extraen varias conclusiones:

  • La tasa mundial de ninis creció un 1,5% en 2020 con respecto a 2019 debido a la pandemia sanitaria.
  • Los países desarrollados tienen un porcentaje de ninis más bajo y una brecha de género menor para este indicador.
  • Los varones de países de ingresos bajos y medios tienen 1,4 veces más probabilidades de pertenecer a este colectivo.
  • Las mujeres con renta media-alta tienen el doble de opciones de caer en esta situación que las de ingresos altos.
  • El norte, centro y sur de Europa registra la tasa de ninis más baja del mundo, 11,4%, frente al 51,4% de los países árabes, la más alta.
  • La diferencia de género entre los ninis apunta a un mayor hándicap para las mujeres, debido a barreras adicionales a las laborales relativas al entorno familiar y formativo.
  • En todas las subregiones en que se ha dividido el planeta, la tasa de mujeres nini siempre es superior a la de los varones, doblando y triplicando incluso esta ratio en algunas zonas como Asia meridional y los países árabes.
  • La pandemia ha provocado un importante deterioro de la calidad de la educación por el cierre de las escuelas que afectó a 1.600 millones de alumnos en todo el mundo.

El pertinaz desempleo

El paro entre menores de 25 años cayó en España en 2021 en 119.900 personas, aunque aún se sitúa en el 30,7%, tres puntos más que el año anterior, según datos de la EPA. Por segmentos de edad, se registraron 119.100 desempleados entre los de 16 y 19 años, 12.000 menos que en el ejercicio previo, mientras que el número de jóvenes inscritos en el paro de entre 20 y 24 años alcanzó los 333.400, 107.900 menos que en 2020.

Ojo al dato

Encuesta de Población Activa (EPA), segundo trimestre de 2022. Instituto Nacional de Estadística (INE).

Informe sobre las tendencias mundiales del empleo juvenil, 2022. Resumen ejecutivo. Organización Internacional del Trabajo (OIT). Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Estudio ‘Desmontando a ni-ni. Un estereotipo juvenil en tiempos de crisis’. Instituto de la Juventud (Injuve). Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.

Las Escuelas de Segunda Oportunidad (E2O) tienen como fin dar una respuesta educativa a los jóvenes sin empleo de entre 15 y 29 años.