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CONVENIO EL PRADO-FUNDACIÓN NOTARIADO

CLAVES DE LA OBRA

Autor: Velázquez, Diego Rodríguez de Silva y
Fecha de creación: 1650
Material: Óleo sobre lienzo
Ubicación: Expuesto en la sala 15
Medidas: 50,5 x 47 cm.

De barbero a banquero: Ferdinando Brandani
La escasez de obras de Velázquez en manos particulares, y los precios tan altos que alcanzan en el mercado internacional, hicieron que durante décadas las posibilidades de crecimiento de esta parte de la colección del Prado se limitaran a los poquísimos cuadros que quedaban dentro de nuestras fronteras.
JAVIER PORTÚS

Jefe de Conservación del Área de Pintura Española

Sin embargo, a principios de este siglo ocurrió el milagro: una serie de circunstancias personales provocaron que una de las familias más prestigiosas del comercio del arte se desprendiera del retrato más importante de Velázquez que quedaba en manos privadas, y lo ofreciera a uno de los museos norteamericanos con mayar capacidad de compra. Esta institución rechazó su adquisición, y la obra fue ofrecida al Museo del Prado.

El pintor en Roma

En 2003, cuando se materializó la compra, el contexto económico y político facilitó el desembolso de veintitrés millones de euros por esta pintura. No solo se trataba de aprovechar una de las pocas oportunidades que ofrece el mercado de enriquecer en general la colección de Velázquez, sino que, de una manera más concreta, la incorporación de esta obra vino a llenar una de las lagunas más importantes de la misma. Con sus cerca de cincuenta obras, el Museo del Prado podía exponer hasta entonces piezas representativas de todas las etapas de la trayectoria vital y artística del pintor, pero había una excepción: el segundo viaje que realizó a Italia, entre 1649 y 1651, y en el que consiguió triunfar en la corte papal. Este cuadro ha permitido desde su compra que esta etapa también esté representada en el Prado, con una obra de gran calidad, que demuestra hasta qué punto en Roma el pintor desarrolló un concepto de retrato diferente al que practicó en la corte española.


ESTA OBRA DEMUESTRA HASTA QUÉ PUNTO EN ROMA EL PINTOR DESARROLLÓ UN CONCEPTO DE RETRATO DIFERENTE AL QUE PRACTICÓ EN LA CORTE ESPAÑOLA


El cuadro llegó al museo con su título tradicional, El barbero del Papa, pues a través de fuentes antiguas se sabía que entre los personajes que Velázquez había retratado en Roma figuraba ese servidor del pontífice, y a la mayor parte de los historiadores les pareció plausible la identificación entre los rasgos y la indumentaria del retratado y su supuesto oficio. Sin embargo, la publicidad que envolvió la compra de la obra, y la visibilidad que ofreció a esta su exposición en un museo público, estimularon nuevas investigaciones sobre la personalidad del modelo. En 2011, dos historiadoras italianas, Marta Rossetti y Francesca Curti, desvelaron el misterio, cuando advirtieron la similitud de sus rasgos con los que aparecen en un retrato de Ferdinando Brandani, de quien las mismas fuentes antiguas también afirmaban que había posado para Velázquez.

Brandani procedía de una familia portuguesa dedicada al comercio y a la banca, y en la época en la que lo retrató Velázquez era Prefecto de las Componendas de la Dataría Apostólica, un cargo con importantes responsabilidades económicas. En la década de 1960 el historiador del arte José López-Rey escribió que el retratado transmitía una impresión poco fiable; y prueba tanto de su intuición como de la perspicacia de Velázquez a la hora de transmitir los rasgos psicológicos de su modelo, es que apenas un año después de acabado este retrato, Brandani fue condenado a galeras por participar en la expedición de bulas falsas.