CONSUMO

OLGA RUIZ LEGIDO,

presidenta de Facua

"El futuro de la movilidad no puede descansar en la sustitución sin más del vehículo de combustión por el eléctrico"

Movilidad sostenible y vehículos eléctricos

¿Es el vehículo eléctrico la solución para conseguir una movilidad más sostenible?
Para responder esta pregunta desde una óptica consumista y comprometida con los objetivos de desarrollo sostenible, es preciso contextualizar esta opción de movilidad y analizar las implicaciones que tiene, hoy por hoy, el coche eléctrico.

El transporte es responsable de una cuarta parte de las emisiones de CO2 en la Unión Europea (UE) que, mayoritariamente, provienen del transporte por carretera, según un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA): coches, furgonetas, camiones y autobuses producen más del 70% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero.

Reducir los efectos adversos del transporte es uno de los principales objetivos políticos de la UE. Según determina la EEA, las líneas fundamentales de actuación consisten en desplazar el transporte hacia modalidades menos contaminantes y más eficientes; hacer uso de tecnologías avanzadas de transporte; implementar combustibles e infraestructuras más sostenibles, y garantizar que los precios del transporte reflejen plenamente los efectos adversos en el medio ambiente y en la salud. La descarbonización del transporte centra una de las líneas estratégicas de las políticas europeas.

Entre los objetivos de desarrollo sostenible y de lucha contra el cambio climático de la UE se sitúa el de alcanzar la neutralidad climática. Para ello, el reto fijado es una disminución del 90% de las emisiones de gases invernadero generadas por el transporte para 2050, respecto de los niveles de 1990.

Así lo estableció la Comisión Europea en el Pacto Verde Europeo en diciembre de 2019, donde recogió el compromiso de una Europa climáticamente neutra para 2050, compromiso político que devino en obligación legal tras aprobarse la Ley Europea del Clima en 2021.

Para la consecución de los objetivos de sostenibilidad y neutralidad climática aprobados por la Comisión y el Parlamento Europeo, el desarrollo de modelos de transportes sostenibles es crucial, pero, además, debe ir de la mano de otros atributos que permitan garantizar la movilidad como un derecho de todos y todas. En este sentido, la movilidad debe ser sostenible pero también segura, asequible y accesible para el conjunto de la población.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y sus objetivos de desarrollo sostenible expresamente reconoce el derecho de todas las personas a tener acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles.

En España, la Ley 7/2021, de 20 de mayo, de cambio climático y transición energética, recoge esos objetivos y la implantación de formas de desplazamientos alternativas y más sostenibles, entre las cuales hace una apuesta por el vehículo eléctrico, pero también prioriza la necesaria reducción del transporte individual en beneficio de los sistemas colectivos y de otros modos no motorizados de transporte (pie y bicicleta), desarrollando aquellos que hagan compatibles crecimiento económico, cohesión social, seguridad vial y defensa del medio ambiente.

En este contexto político y legislativo se está desarrollando una intensa campaña de promoción del coche eléctrico. Se habla de objetivos a medio y largo plazo de sustitución del parque de coches de combustión por coches eléctricos. Sin embargo, debemos preguntarnos si en el vehículo eléctrico está la solución para una movilidad sostenible y si esta estrategia de gobiernos e industria ayuda realmente a un cambio de modelo que atienda las necesidades de todos y también del planeta.

El vehículo eléctrico se presenta como la alternativa más limpia, pero es preciso tener en consideración determinados condicionantes que se dan en la actualidad: no solo deben ser tenidas en cuenta las emisiones de CO2 que produce un coche durante su uso; también las que se causan durante su producción y en la gestión de sus desechos tras su vida útil. La producción y eliminación de un coche eléctrico tiene un impacto medioambiental significativo y mayor que un vehículo de combustión. Las baterías y motores suponen, hoy por hoy, un importante problema medioambiental al necesitar recursos escasos y materiales contaminantes en su fabricación.

El origen de la energía eléctrica necesaria para su utilización también es un factor determinante en la reducción de las emisiones de CO2, debiendo ir vinculado a un crecimiento exponencial de su origen renovable. El coche eléctrico es más limpio a medida que la proporción de electricidad proveniente de fuentes renovables aumente y se avance en baterías más sostenibles.

Las poco desarrolladas infraestructuras de recargas en España y el precio de venta y mantenimiento del vehículo eléctrico también representan claras desventajas que impiden que pueda ser una alternativa accesible y asequible para la mayoría de la población y marca claras diferencias sociales.

De otra parte, debe tenerse en consideración el impacto del vehículo privado en las ciudades (ya sea combustión o eléctrico) y los problemas que genera en cuanto a desplazamientos y ocupación del espacio público y cómo condiciona el propio modelo urbanístico.

El futuro de la movilidad no puede descansar en la sustitución sin más del vehículo de combustión por el eléctrico. Un cambio hacia una movilidad sostenible no representa solo un cambio de tecnología; ha de tener en consideración la necesidad de decrecimiento. Necesitamos también menos coches.

El coche eléctrico es una pieza en la movilidad sostenible pero no debe ser la única, ni ha de ser el objetivo central de la misma. Es preciso revertir el patrón de crecimiento continuo de vehículos privados e impulsar fórmulas colectivas y otras alternativas para los desplazamientos.