ALDEA GLOBAL

A CUESTAS CON LA INFLACIÓN

La inflación tiene en cuenta todos los bienes y servicios con que se comercia en un país o zona económica.

Desde hace algunos años, sobre todo después de que un virus de origen chino se hiciera con el control sanitario del mundo y un megalómano de origen ruso decidiese invadir un país vecino, una de las palabras más repetidas en medios informativos, conversaciones políticas y hasta en charlas de bar es «inflación». Y bueno, sí: es un problema. Por eso los bancos centrales buscan atajarlo controlando los tipos de interés y los gobiernos mirando con lupa sus cuentas. Algo que no afecta a todos por igual y, mucho menos, a países de distintas áreas geográficas, que en algunos casos la padecen muy en positivo y en otros muy en negativo.
MELCHOR DEL VALLE

Aunque no tengamos ni idea de economía, todos hemos experimentado que cuando nos dicen que sube la inflación, en la realidad cotidiana compramos menos cosas con la misma cantidad de dinero. Tiene que ver con el índice de precios al consumo, IPC, claro; pero no son lo mismo. El IPC recoge la variación de precios en una muestra representativa de bienes y servicios; la inflación tiene en cuenta todos los bienes y servicios con que se comercia en un país o zona económica.

Nuestros temores.

Una encuesta realizada por IPSOS en enero y febrero de 2023, en la que participaron 19.500 personas de 29 países, concluyó que la mayor preocupación de los entrevistados, un 43% de ellos, es, precisamente, la inflación. Once puntos porcentuales por debajo, 32%, están la pobreza y la desigualdad social; y relegan al crimen y la violencia (27%), al desempleo (27%) y a la corrupción financiera y política (25%) al tercer, cuarto y quinto lugar, respectivamente. Los acontecimientos y los varapalos al bolsillo de los consumidores en 2022 son, con toda probabilidad, los generadores de tal temor.

 


LOS COSTES ENERGÉTICOS SON LOS MAYORES CONTRIBUYENTES AL CRECIMIENTO DE ESA TEMIDA INFLACIÓN


 

Si miramos a nuestras economías personales, las facturas mes a mes nos dicen alto y claro que los costes energéticos son los mayores contribuyentes al crecimiento de esa temida inflación, en nuestras casas y en todo el mundo. Tensiones geopolíticas, por un lado, y reducciones en la producción, por otro, han hecho que se desbaratasen las previsiones de todos los agentes económicos internacionales. Unos cálculos en los que entran en juego aspectos como los tipos de interés que imponen los bancos centrales o la evolución de la economía, pero que tienen poco recorrido en cuanto hay un acontecimiento fuera de lo habitual.

Los más y los menos.

Como en casi todo, la inflación afecta de distinta manera a los diferentes países y las causas de esas diferencias, a mayores de las variaciones en el coste de productos y servicios, tienen su origen en decisiones políticas, no siempre de tipo bélico. La devaluación de la moneda o el intento de compensar una caída del producto interior bruto, PIB, mediante un incremento de impuestos son ejemplos de medidas políticas que pueden provocar inflación. Por eso, a la hora de comparar los datos de los diferentes países, es conveniente tener en cuenta sus diferentes realidades sociales y políticas, además de las económicas.

 


LUXEMBURGO (4,3%), ESPAÑA (6%) Y GRECIA (6,1%) ESTÁN A LA CABEZA DE LOS QUE MÁS HAN CONSEGUIDO CONTENER LA INFLACIÓN EN LA UE


 

Por otro lado, la gran mayoría de los Estados, por medio de sus sistemas oficiales de estadística, actualizan mensualmente (lo más habitual) sus datos, pero no todos, con lo que las comparaciones deben tener en cuenta la fecha en que se han tomado las cifras. En nuestro caso, hemos utilizado los porcentajes que ha obtenido la API Trading Economics, que solo recoge datos de fuentes oficiales, en los meses de enero y febrero de 2023, aunque en algún caso solo están disponibles los de diciembre de 2022. Según aquéllos, los países con mayor inflación son Líbano (190%), Venezuela (156%) y Argentina (102%). En el antepenúltimo puesto estaría Siria, pero sus últimos datos disponibles son de agosto de 2020 (139%) y no sería adecuada la comparación. En el otro lado de la tabla están Macao (0,77%), Baréin (0,8%) y China (1%).

Otros datos.

Un aspecto que puede resultar interesante, y revelador de cómo van intentando controlar las respectivas instituciones sus cifras de inflación, es conocer la variación entre el porcentaje inmediatamente anterior y el más actual. Así mirado, los que más han conseguido rebajar su índice son Zimbabue (-137,7%; de 230% a 92,3%), Sudán (-20,3%; de 86,6% a 63,3%) y Afganistán (-3,9%; de 9,1% a 5,2%). Donde se ha experimentado mayor incremento es en el Líbano (66%; de 124% a 190%), Sudán del Sur (16,9%; de 14,4% a 31,3%) y Egipto (6,1%; de 25,8% a 31,9%).

Entre las causas más importantes de los incrementos están las subidas de los alimentos, la vivienda o el transporte (Sudán del Sur, Egipto) o la devaluación de la moneda (el Líbano, Egipto). Las bajadas se deben a la intervención de los bancos centrales (Zimbabue) o a cierta estabilidad política intermitente (Sudán, Afganistán). En el periodo en que hemos tomado estos datos no se ha dado ninguna inflación negativa, pero sí en algunos momentos de los últimos años, como es el caso de Sudán del Sur, que en octubre de 2022 llegó a registrar un -12,73%. Este índice está relacionado con una importante caída de la economía a causa de la inestabilidad y la inseguridad.

Más de cerca.

Si miramos a nuestro entorno, la Unión Europea registra en febrero de 2023 una inflación media del 9,9%, 0,1 puntos menos que en el mes anterior. Luxemburgo (4,3%), España (6%) y Grecia (6,1%) están a la cabeza de los que más han conseguido contener la inflación; Hungría (25,4%), Letonia (20,3%) y Lituania (18,7%) son los que registran los índices más altos. Un poco más lejos, en el entorno europeo, tenemos a Liechtenstein y Suiza con índices envidiables (3,4%), aunque habrá que seguir muy de cerca la situación de los helvéticos tras la caída de uno de sus bancos comerciales de referencia. En el otro extremo, Turquía (55,18%) y Moldavia (25,9%). En el caso turco, que llegó a estar en un 85,51% en octubre de 2022, la contención de los precios parece haber sido la fórmula para los resultados y el optimismo, ya que quieren llegar cerca del 22% a final de 2023.

A mediados de marzo de 2023, la OCDE hacía públicas sus Perspectivas Económicas Provisionales con algún dato positivo: «Se prevé que la inflación general disminuya gradualmente durante 2023 en la mayoría de los países del G20: del 8,1% en 2022 al 5,9% en 2023 y al 4,5% en 2024. La razón de estas variaciones es una política monetaria más estricta, la disminución de los precios de la energía después de un invierno suave en Europa y la disminución de los precios mundiales de los alimentos. Sin embargo, la inflación subyacente sigue siendo persistente, sostenida por los fuertes aumentos de los precios de los servicios y las presiones de costes de los ajustes en los mercados laborales». Cabe recordar que la inflación subyacente no tiene en cuenta los productos frescos y ni la energía. El informe rebaja la tasa de inflación que prevé para España en 2023, del 4,8% al 4,2%, por debajo de la media de la Eurozona (6,2%).

«The economy, stupid!».

La frase, seguramente lo recuerdan, la utilizó Bill Clinton en 1992 durante la campaña electoral que le llevó a la presidencia, frente a George Bush padre. La idea era oponer «las cosas de comer» de los votantes a los «grandes logros» como el fin de la Guerra Fría o la del Golfo Pérsico. Eran tiempos, por cierto, en los que la inflación de EE.UU. estaba en torno al 1,5%; en febrero de 2023 está al 6%.

Estamos acostumbrados a ver y escuchar información sobre, por ejemplo, cómo los bancos centrales suben los tipos de interés como método para contener la inflación; pero si los ciudadanos estamos pagando un préstamo hipotecario a interés variable o necesitamos un préstamo al consumo, por ejemplo, el remedio macroeconómico va a perjudicar a nuestra microeconomía personal. Y esto sucede mientras los factores que contribuyen al incremento de los precios, a subir la inflación, por tanto, también nos afectan al bolsillo: pagamos más por los alimentos, la energía, la vivienda… Entonces luchamos por ganar más, recuperamos capacidad de consumo y esto hace que siga subiendo la inflación. Es un vertiginoso círculo vicioso que no todo el mundo es capaz de parar. Nos queda buscar a los que sí lo son; y a los demás, cabe recordarles que se dediquen a lo suyo, porque «es la economía…».

El peso de las distintas partidas

Una forma de comprender cómo nos afecta a cada uno el índice de inflación que publican los organismos estatales de estadística, el INE, en el caso de España, es saber el peso que las diferentes partidas tienen en el cálculo de los precios al consumo.

En España, las categorías más importantes son alimentos y bebidas no alcohólicas (23% del peso total); vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (14%); restaurantes y hoteles (13%); y transporte (13%). El índice también incluye ocio y cultura (6%), bienes y servicios varios (6%), ropa y calzado (6%), mobiliario y equipamiento y mantenimiento domésticos (6%), salud (4%), comunicaciones (4%), bebidas alcohólicas y tabaco (3%) y educación (2%).

El coste de la energía

Aunque el peso de la partida de energía sea menos importante que la cesta de la compra en el cálculo de la inflación, cuando petróleo y gas, básicamente, disparan sus precios, su influencia va más allá del puro cálculo porcentual, porque impacta en la producción y distribución de productos de primera necesidad, en el transporte y en multitud de servicios. Es la razón por la que los costes energéticos están siempre en el «ojo del huracán».

En la Cumbre de DAVOS de 2022, Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía, dijo que «el mundo se encuentra en medio de su primera crisis energética verdaderamente global. La respuesta no es combustibles fósiles adicionales, sino poner esfuerzos en la transición energética». En ese momento el índice de precios de la energía (petróleo, gas, carbón y propano) era de 306,67 y llegaría a 376,41 en agosto; quizás de ahí la preocupación de Birol. Dicho índice había escalado a esas cifras desde los 55,89 de marzo de 2020. En enero de 2023, el índice bajó un poco, hasta 223,27.

Para saber más

A Fragile Recovery.
OECD Economic Outlook, Interim Report March 2023.

Perspectivas de la Economía mundial. Actualización.
Fondo Monetario Internacional, enero de 2023.

Inflation Rate.
Trading Economics (actualización mensual).