Los suplementos y complementos alimenticios son uno de los grandes negocios de nuestro tiempo. Con la promesa de un cuerpo perfecto y una vida casi eterna, los estantes de farmacias, gimnasios, supermercados y herbolarios se llenan de píldoras, polvos, ampollas, batidos y cremas para solucionar todos nuestros males. Un enorme menú compuesto por vitaminas y minerales, pero también por un sinfín de productos elaborados con más de 400 sustancias desconocidas por el consumidor de a pie. Los expertos advierten de las consecuencias de un consumo sin control y, sobre todo, de su ineficacia en la mayoría de los casos.

Posibles efectos adversos. “No debemos consumir estos suplementos si nuestra dieta es muy completa, equilibrada, variada y sin ningún factor que haga pensar que podamos estar tomando poca cantidad de determinados nutrientes”, explica Laura Arranz, farmacéutica, nutricionista y autora del blog dietalogica.com. “Es decir, debemos consumir estos aportes con un objetivo claro. Por ejemplo, si eres una persona con alergia a las nueces y no te gusta el pescado azul, será adecuado que tomes un complemento alimenticio a base de omega-3 pues tu dieta es pobre en estos nutrientes”, apunta. Hay muchas situaciones en las que el buen uso de estos compuestos puede mejorar nuestra salud y bienestar, pero su uso sin sentido debe evitarse, también por cuestiones económicas ya que se trata de productos que no son nada baratos. No obstante, los expertos señalan que una dieta equilibrada y deporte son suficientes para estar sanos en circunstancias normales. “Si bien es cierto que, en la práctica, esta situación no se produce ni para todos los nutrientes ni para todos los grupos de población, por lo que estos productos están indicados en situaciones de mayor desgaste o en las que aumentan los requerimientos como una convalecencia, un embarazo, periodos de lactancia, etc.”, explica Jaume Pey, director de la Asociación para el Autocuidado de la Salud (Anefp).

Suplemento o complemento. Pero ¿es lo mismo un suplemento que un complemento? “Son exactamente lo mismo, la diferencia es solo una cuestión de terminología coloquial o legal”, explica Laura Arranz. Ambos términos hacen referencia al mismo tipo de productos: concentrados de vitaminas, minerales, ácidos grasos, aminoácidos u otros ingredientes, que se pueden tomar para complementar o suplementar (si existe alguna carencia) la dieta. “El término ‘suplemento nutricional’ se utiliza coloquialmente o como traducción literal del inglés food supplement pero nuestra normativa a nivel nacional da como nombre válido para estos productos el de ‘complemento alimenticio’, así que ésta última es la denominación más correcta. Cuando se traspuso la directiva europea sobre food supplements en España se prefirió la traducción ‘complemento alimenticio’ pues encajaba mejor con la idea de que el producto sirve para complementar la dieta normal, es decir, ayudar a que tomemos todos los nutrientes que necesitamos. Otro motivo de esta traducción fue el hecho de que la palabra suplemento daba más a entender añadir algo ‘extra’ a la dieta y no tanto complementarla.”

Fácil acceso. Los suplementos y complementos alimenticios se pueden encontrar en cualquier superficie comercial, en farmacias y parafarmacias, en gimnasios, tiendas de deporte y hasta en puestos callejeros. En España, tres reales decretos regulan estos productos, en cumplimiento de una directiva europea de 2002. En el último de ellos, de 2018, se fijan las cantidades máximas diarias que se pueden consumir de las 53 principales sustancias utilizadas en la fabricación de complementos alimenticios. Hay que tener en cuenta que no se consideran medicamentos, sino alimentos y están sometidos a menos controles y pruebas que los productos farmacéuticos.

Por Marián Lezaun

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