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Las últimas cifras sobre comercio electrónico en España aseguran el ansiado despegue del sector. Según un informe publicado por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el comercio electrónico se disparó un 23,4% en el segundo trimestre de 2017, mientras que la facturación total del año superó los 25.000 millones de euros.

Pese a estos datos, los expertos se muestran cautelosos porque existen determinados hábitos de compra muy característicos de nuestra sociedad: el asesoramiento personalizado del vendedor, la necesidad de ver y tocar la calidad de las prendas y productos, la desconfianza a los sistemas de pago o, simplemente, la costumbre de acudir al establecimiento.

Los cuartos en Europa. “El comercio electrónico ha llegado tarde a los hogares españoles. Somos el cuarto mercado en penetración del comercio electrónico en Europa, muy por detrás de Gran Bretaña, Alemania, y Francia y justo por delante de Italia”, explica Nacho Somalo, emprendedor y autor del libro Marketing digital que funciona.

¿Qué compramos los españoles en internet? Principalmente ropa, zapatos, entradas y hacemos reservas hoteleras. De hecho, son las agencias de viajes y los operadores turísticos los que acaparan la mayor parte del “pastel”, con un 14,4% de la facturación total. Le siguen el transporte aéreo, con el 11,9% y las prendas de vestir, con el 5,4%. Menor calado tiene la compra de alimentos frescos, ya que según la consultora Nielsen, apenas un 13% de los consumidores adquiere este tipo de productos en la Red o los servicios financieros por la complejidad que suponen.

No obstante, la apuesta es fuerte y firme. Las grandes cadenas de distribución están invirtiendo enormes cantidades de dinero en potenciar sus plataformas online. Día, Carrefour, y Mercadona se encuentran en pleno proceso de mejora de sus servicios con el desarrollo de nuevos sistemas mucho más eficientes. Y empresas como Zara y Mango han anunciado sus novedades en este sentido.

Pero no todo lo que se nos ocurra se puede comprar por internet. No se puede comprar tabaco o productos farmacéuticos que no estén autorizados en España, aunque en ocasiones se pueda acceder a ellos con facilidad. El consumidor debe saber que está incumpliendo la ley y que puede incurrir en un delito. Lo mismo ocurre con determinados productos financieros que no cuentan con la protección suficiente.

Por Marián Lezaun

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