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Internet está lleno de anuncios de empresas y de entidades financieras que ofrecen dinero de manera inmediata, sin preguntas, sin avales y sin apenas documentación. Un mercado que crece a la sombra de la banca tradicional. Se trata de una vía directa al crédito muy peligrosa porque permite endeudarse de manera rápida y, a veces, sin control. En estos casos, el consumidor se compromete a devolver el dinero en un plazo limitado, generalmente pequeño, y los intereses se aplican sobre el total del importe. La cantidad mínima solicitada en el caso de los préstamos personales ronda los 1.000 euros y puede llegar hasta los 50.000 euros. En el sector online, el máximo suele ser de 5.000 euros, según las ofertas analizadas.

El interés medio de los préstamos al consumo se sitúa actualmente en el 8,4%, según datos del BCE (Banco Central Europeo), casi tres puntos por encima de la media europea. En términos generales, los expertos señalan un repunte del crédito al consumo de las familias frente al descenso del préstamo hipotecario, lo que podría provocar una nueva burbuja, como ya ha advertido el Banco de España.

Aumenta el canal online. Así, el informe sobre el mercado de préstamos que elabora cada año Asnef (Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito), señala que del 72% de la financiación solicitada en entidades bancarias en 2018, el 12% se hizo por canales online, frente al 60% en el punto de venta, con una caída del 7% en el canal tradicional. Del 28% restante que correspondía a tarjetas o pequeños préstamos al consumo, el 1% se hizo en oficina bancaria y el 11% a través de internet, un 4% más que el año anterior en este canal. Una situación que abre la puerta a nuevos operadores que, muchas veces, aprovechan la situación de desesperación de los consumidores.

Cómo diferenciar a un buen prestamista de uno malo. Si ha decidido recurrir a un préstamo online, existen ciertas recomendaciones para tener en cuenta. La primera, una entidad solvente nunca le va a solicitar avales por pequeñas cantidades de dinero. Además, el prestamista estará registrado en algún tipo de organismo de control. El tipo de interés que ofrece debe de estar en línea con el resto del mercado y el contrato debe estar redactado en un lenguaje correcto y comprensible para el usuario.

“No es lo mismo la financiación que ofrecen los bancos, que están regulados y supervisados de forma estricta, que la que proporcionan otros prestamistas, bajo una regulación más laxa o sin regulación alguna”, advierte José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de Banca (AEB). Patricia Suárez, presidenta de Asufin, recomienda buscar al posible prestamista en los comparadores en internet, ya que los prestamistas fraudulentos nunca se anuncian. “También debemos desconfiar si recibimos un email cuyo remitente es, supuestamente, una entidad bancaria o de crédito que nos ofrece financiación a cambio de darle nuestros datos bancarios.” Una entidad regulada nunca lo haría.

Antes de firmar. El primer paso antes de firmar un contrato de préstamo es establecer la cantidad que se necesita de la manera más ajustada posible y siendo realista a la hora de la devolución. Sólo así, evitaremos cargas añadidas. Después es necesario comparar los diferentes productos que existen en el mercado. Existen multitud de comparadores online que pueden ayudarnos a decidir. Es muy importante conocer también cuáles son los intereses de demora contemplados por el prestamista (en caso de que nos retrasemos en el pago) y establecer la cuota que se está dispuesto a pagar y el plazo de devolución. Hay que tener en cuenta que cuanto menor es la cuota que se paga, más intereses se pagarán al final. Por eso es importante consultar con la entidad el cuadro de amortización de cada entidad y comparar más de uno. Si se arrepiente de haber firmado el préstamo, dispone de 14 días naturales para revocarlo. En caso de no cumplir con los pagos, se puede renegociar con la entidad alguna prórroga.

Tarjetas, en el punto de mira. Otra alternativa de financiación para estos perfiles son las tarjetas de crédito revolving, que se encuentran en el punto de mira de las asociaciones de consumidores después de que el Tribunal Supremo haya declarado como usura el 27% de interés de una tarjeta comercializada por Wizink Bank. Las tarjetas revolving, a diferencia de las tarjetas de crédito normales, permiten financiar mayores cantidades (hasta 6.000 euros) y solo autorizan el pago aplazado. Esta nueva sentencia abre la vía a la reclamación para todos aquellos consumidores que tengan tasas similares en sus contratos.

Por Marián Lezaun

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