El coronavirus ha cambiado nuestras vidas en muchos aspectos. Después de varios meses de crisis humana, social y económica, toca hacer balance de las consecuencias que ha dejado esta pandemia. Ya nada será igual, no solo para las miles de personas que han perdido a sus seres queridos, sus trabajos o la salud, sino para todos los que vivimos con la incertidumbre de un posible contagio o un rebrote que nos vuelva a confinar sin previo aviso. Si hace apenas unos meses salir de compras, tomar el aperitivo o visitar a la familia eran actos cotidianos, parece que ahora todo necesita una mayor planificación y la toma de precauciones sanitarias.

El consumo, el gran perjudicado. Uno de los grandes afectados por el virus ha sido el consumo, que ha vivido su propia revolución. Una vez superada la histeria inicial que nos llevó a llenar las despensas de productos no perecederos, de material deportivo, de herramientas de bricolaje o de diferentes entretenimientos (productos electrónicos, juguetes, etc.) durante los primeros días del confinamiento, llegó la calma. Tanta, que ha provocado las mayores caídas en los niveles de consumo desde que existen datos, hasta un 49%, según un estudio de BBVA Research. Mayores incluso que las que nos dejó la crisis económica y financiera hace diez años.

El canal online se queda. Mientras el comercio tradicional fue uno de los grandes perjudicados durante el estado de alarma debido al cierre precipitado de la mayoría de establecimientos, los negocios online han disparado su actividad y han crecido por encima del 50%, según datos de UNO, la patronal de las empresas de logística en España. “Pese a que el consumidor es el mismo que hace tres meses, ahora sabe que tiene más opciones y que puede comprar casi cualquier cosa en internet”, dice Franc Carreras, profesor de marketing digital de la escuela de negocios Esade.

A partir de ahora, el negocio tradicional y el online van a estar mucho más relacionados. De hecho, los pequeños comercios buscan nuevas estrategias para poder seguir vendiendo y satisfacer esta demanda que ya es multicanal. Desde UNO aseguran que, aunque el crecimiento de estos meses permitirá asentar la venta telemática, en el caso de la alimentación, por ejemplo, no será un crecimiento estructural porque muchos consumidores españoles prefieren ver el género en el establecimiento. La consultora Cap Gemini espera que la penetración de este canal representará el 37% de las ventas totales, frente al 25% anterior a la crisis.

Más ahorro ante la incertidumbre. En tiempos de incertidumbre muchas de nuestras decisiones de compra quedan aplazadas y el ahorro se convierte en una máxima. Durante estos meses, muchas familias españolas han tenido que tirar de sus ahorros para poder hacer frente a los ERTE (Expedientes de Regulación de Empleo Temporal), el desempleo o las excedencias laborales. Así, no es de extrañar que el 40% de los hogares españoles redujera su nivel de consumo durante los meses más duros de la pandemia, como muestra la encuesta europea elaborada por el banco ING

¿Cómo compramos? Los expertos coinciden en que ahora compramos mejor. Es decir, la compra por impulso ha perdido espacio y, desde la ropa a la alimentación, todo está más planificado. De hecho, grandes cadenas de distribución de moda han registrado beneficios negativos por primera vez en su historia, porque esas compras a pie de calle ya no son lo que eran. Sin embargo, el comercio será más cercano y los clientes van a primar la proximidad. Eso señala un estudio de Aecocc (la asociación de fabricantes y distribuidores) que asegura que el 63% de los consumidores van a dar mayor importancia a este valor. También han cambiado los métodos de pago. Según un estudio de Mastercard, durante el confinamiento, los pagos contactless se convirtieron en el método preferido para el 66% de los españoles.

Por Marián Lezaun