¿Es sostenible nuestro estado del bienestar?

EN PLENO DEBATE

¿ES SOSTENIBLE NUESTRO ESTADO DEL BIENESTAR?

Seis de cada diez euros están destinados al gasto social. Por partidas, destaca la dependencia.

La pandemia de 2020, la elevada inflación originada por los altos precios de los productos energéticos y por la falta de suministros tras el confinamiento, la subida de los tipos de interés, la invasión de Ucrania por Rusia en 2021 y la consiguiente guerra han puesto fin a la etapa de prosperidad y bienestar de los últimos años, una vez superada la crisis de 2008. Si entonces gobiernos e instituciones internacionales defendieron las políticas de austeridad, en la actual situación la mayoría, entre ellos el gobierno español, han aplicado medidas sociales para proteger a los ciudadanos a costa de disparar la deuda pública.

MARTA RUIZ-CASTILLO

A 31 de diciembre, los gastos sociales habían elevado la deuda pública hasta el 115,6% del PIB, según datos del Banco de España. Aunque una parte importante de las medidas se financian con fondos europeos, España registró unos valores máximos de deuda (125,7%) en el primer trimestre de 2021 con un incremento de 27,5 puntos respecto a antes de la pandemia. Así lo refleja el Observatorio de Deuda de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) en su página web, donde se añade que en los siguientes meses se encadenaron cinco trimestres consecutivos de reducción «que acumulan un total de 9,6 puntos». Aun así, «en términos nominales, la deuda pública ha continuado creciendo, sumando 64.210 millones en los ocho primeros meses de 2022, hasta un nuevo máximo histórico de 1.491 billones».

Gastos asociados a la pandemia

El mayor incremento se ha producido en la Administración Central y los Fondos de la Seguridad Social, asumiendo el 93,5% del aumento de deuda de los dos últimos años y medio, al financiar la mayor parte de los gastos asociados a la pandemia. En cuanto a las previsiones para 2023, la AIReF estima una reducción de la ratio de deuda de 6,9 puntos del PIB respecto a 2021. «La reducción vendrá sustentada principalmente por el crecimiento del PIB nominal (15,3 puntos), donde el deflactor tendrá una contribución muy notable (8,8). El déficit público seguirá contribuyendo de manera significativa al incremento de la deuda». En este contexto, la AIReF considera factible la proyección de deuda incluida en el plan presupuestario para 2023. A largo plazo, la entidad prevé un escenario en el que «un alto nivel de endeudamiento, junto a unos tipos de financiación más elevados exigirán un ajuste estructural sostenido para mantener la estabilización de la ratio de deuda y la contención de la carga financiera». En este sentido, subraya la necesidad de reducir «el déficit primario de 0,16 puntos del PIB anuales para mantener estabilizada la ratio de deuda más allá del año 2026, lo que equivaldría aproximadamente a 2.500 millones de euros, según la proyección del PIB para 2026».

 


A 31 DE DICIEMBRE, LOS GASTOS SOCIALES HABÍAN ELEVADO LA DEUDA PÚBLICA HASTA EL 115,6% DEL PIB, SEGÚN DATOS DEL BANCO DE ESPAÑA


 

Estas correcciones a la baja están, en parte, directamente relacionadas con los más de 100.000 millones de euros que España ha recibido de la Unión Europea desde 2021 entre préstamos blandos y trasferencias dirigidos a lograr un crecimiento de la economía en el marco del Plan de Recuperación de Transformación y Resiliencia.

Las previsiones de otoño de 2022 de la Comisión Europea indican que el saldo público estructural arrojará en 2023 un superávit del 1,4% del PIB. Por consiguiente, la situación prevista para la zona euro parece «razonablemente satisfactoria». En 2023, la deuda pública superaría el 100% del PIB en seis Estados miembros de la eurozona (Grecia, Italia, Portugal, España, Francia y Bélgica); se situaría entre el 60% y el 100% en otros seis Estados miembros y por debajo del 60% en los ocho restantes.

Presupuestos sociales

El Gobierno ha apostado por «blindar» el Estado del bienestar en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2023. Unas cuentas públicas con «la mayor partida de gastos sociales de la historia», aseguró la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en octubre cuando se presentó el proyecto. El Congreso de los Diputados aprobó los PGE de 2023 el 24 de noviembre.

«Seis de cada diez euros están destinados al gasto social, con un total de 266.719 millones, 274.445 millones si se incluyen los fondos europeos, también la mayor cifra nunca registrada para estas partidas», explicó Montero. Por partidas, destacan la dependencia, un pilar del Estado del Bienestar, con 3.522 millones, «un 150% más que al inicio de la legislatura». El presupuesto de Sanidad aumenta un 6,7% con 1.258 millones más, mientras que las políticas de vivienda reciben 3.472 millones de euros. La partida para pensiones se incrementa y la revalorización anual se realizará conforme al IPC interanual. Montero destacó que «por primera vez en 13 años se realizará una aportación al fondo de reserva de la Seguridad Social con 2.957 millones de euros procedentes del Mecanismo de Equidad Intergeneracional». Esta aportación se hace «sin incrementar el déficit de este subsector», siendo posible «gracias a la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), a la mejor composición del empleo y su estabilidad, fruto de la reforma laboral, y a la buena gestión de la propia Seguridad Social». En educación, la inversión se incrementa un 62% respecto a las cuentas de 2018, mientras que la partida para becas se eleva un 68%, lo que suponen 900 millones más.

Si se descuentan los fondos europeos, el techo de gasto nacional se sitúa en 173.065 millones, un 1,9% más, «lo que también supone un hito». Ante el encarecimiento de los precios de la energía, los presupuestos de 2023 recogen un incremento del 65% del bono social térmico, que alcanza los 259 millones.

Previsiones de crecimiento

El Gobierno prevé, además, que la economía española crezca más de lo previsto en 2022 y se mantenga en niveles superiores a la media de la zona euro gracias a la modernización del tejido productivo y la creación de empleo de calidad. Esto será posible, en parte, por los 30.000 millones de euros que España recibirá en 2023 del Plan de Recuperación y el programa REACT-EU.

Estos fondos tienen como principal destino (72%) políticas para impulsar el cambio de modelo productivo con inversiones en investigación, industria, energía o infraestructuras.

 


EL GOBIERNO HA APOSTADO POR «BLINDAR» EL ESTADO DEL BIENESTAR EN LOS PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO (PGE) PARA 2023


 

El Proyecto de Presupuestos para 2023 prevé un crecimiento del PIB real del 2,1%. Para Funcas se trata de una «previsión optimista si se atiende al rango de estimaciones recientemente ofrecidas por las principales instituciones nacionales e internacionales de referencia: 1,5% de AIReF, 1,4% del Banco de España, 1,2% de FMI, 1% de BBVA-Research o 0,7% de Funcas». El Gobierno estima un incremento de ingresos totales entre 2022 y 2023 que se situará entre 35.000 y 36.000 millones de euros. Por el lado del gasto, el crecimiento oscilará, aproximadamente, entre 23.700 y 24.500 millones de euros, con un crecimiento próximo al 4%. Funcas subraya que «el grueso de las ganancias recaudatorias, resultantes de medidas que entrarán en vigor en 2023 con nuevos gravámenes, será de carácter temporal, en lugar de ser resultado de una reforma fiscal, tal como fue acordado previamente con Bruselas para el primer trimestre de 2023». La conclusión de la entidad es que «en el presupuesto de 2023 se observa una preocupante disfunción entre incrementos de recaudación en el corto plazo, con un elevado componente coyuntural debido a la inflación y a las medidas temporales aprobadas, frente al crecimiento de gastos de naturaleza estructural». Esta situación es, en su opinión, «un foco añadido de presión al deterioro del déficit estructural al que se enfrenta la economía española desde 2018». Para resolver esta disfunción, Funcas plantea «afrontar las políticas de gastos e ingresos públicos con una visión menos cortoplacista, con criterios tanto de equidad como de eficiencia».

¿Políticas sociales o deuda pública?

Esta es una de las preguntas a las que quiere dar respuesta el Informe sobre el futuro de la protección social y el Estado del bienestar de la Unión Europea, elaborado por el Grupo de Alto Nivel y presentado el 7 de febrero en Bruselas. El documento mantiene que «el Estado del bienestar es una inversión a largo plazo, fuerte y rentable» y «su debilitamiento podría provocar conflictos sociales, llevar a la marginación de grupos importantes dentro de nuestras sociedades y afectar a la competitividad y el crecimiento». Para los autores está claro que el crecimiento económico y un Estado del bienestar fuerte «van siempre de la mano» y, por tanto, «no podemos hablar de reforma del Estado del bienestar sin reformar y reforzar nuestras industrias».

«Dejando a un lado los años excepcionales, alrededor del 70% de todos los ingresos públicos de la UE se destinan al gasto del Estado del bienestar, incluso dejando fuera el gasto en educación, que es un elemento importante de la inversión social», subraya el informe.

En cuanto a la deuda pública, los expertos recuerdan que en la UE los límites máximos de deuda pública y déficit anual fijados por el Tratado de Maastricht siguen siendo limitaciones importantes. «Según los Tratados de la UE, los Estados miembros de la zona euro deben reducir sus déficits públicos estructurales al 0,5% del PIB siempre que la deuda pública sea superior al 60% del PIB y al 1% del PIB cuando la deuda sea inferior a este porcentaje».

En el informe, los autores mantienen que «la sostenibilidad financiera del Estado del bienestar depende en gran medida del número de personas empleadas y de su productividad, así como de la obtención de ingresos de todas las fuentes de financiación posibles», pero puntualizan que lo contrario también es cierto: «Las políticas sociales pueden ayudar a maximizar el mercado laboral y la productividad». Respecto a los ingresos necesarios para financiar el Estado del bienestar, «la buena noticia es que, dada la estabilidad observada en el pasado, podemos confiar en que al menos un tercio del PIB futuro seguirá destinándose a ayudas sociales, en gran parte con cargo a los impuestos sobre la renta y las cotizaciones a la seguridad social». En el lado negativo, la estabilidad del gasto social en una época de necesidades crecientes obliga a buscar nuevas fuentes de financiación. «En nuestra opinión, la financiación de las futuras prestaciones sociales debería depender menos de los impuestos sobre las rentas del trabajo y proceder en mayor medida de los impuestos sobre el capital, el patrimonio, las sucesiones, el consumo y las emisiones de carbono, basándose en el principio de que los más desfavorecidos no deberían soportar la carga más pesada». Para ello, concluye el informe, es necesario que los impuestos sean más progresivos y que se amplíen las bases impositivas y contributivas. También debe haber un fuerte impulso político para contener la evasión y la elusión fiscales, eliminar la competencia fiscal perniciosa y el dumping social.

La partida para pensiones se incrementa y la revalorización anual se realizará conforme al IPC interanual.

OTROS ENFOQUES

THE CONVERSATION: ¿Ha llegado el fin de la abundancia y del Estado de bienestar? El artículo se pregunta, ante el debilitamiento de las instituciones en Europa causado por el endeudamiento, hasta qué punto son sostenibles las políticas sociales.

CINCO DÍAS: El artículo recoge las opiniones de varios expertos sobre cómo afrontar las deudas y el déficit público.

BUSINESS INSIDER: En 7 retos para la economía española en 2023, la autora desglosa las «amenazas económicas» que afronta el Gobierno este año para mantener, entre otras, sus políticas sociales y reducir la elevada deuda pública.

«15 años de escalada de la deuda pública», por Ignacio Ezquiaga

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IGNACIO EZQUIAGA,
doctor en Ciencias Económicas y Empresariales. Docente y colaborador de Funcas y AFI

 

 

"¿Es sostenible este nivel de deuda pública? No, es necesario que descienda, en España y en la UE.”

15 años de escalada de la deuda pública

En Europa llevamos 15 años de déficits públicos recurrentes, resultado de un periodo de crisis bancarias, saneamiento y desapalancamiento de empresas y familias, deflación, pandemia y, ahora, guerra. Los gobiernos han asumido un papel más significativo que nunca en las economías, no solo regulando el funcionamiento de los mercados sino también en la provisión de servicios, la protección y el desarrollo de nuevas infraestructuras e innovación. Han sido los salvadores en situaciones extremas y han mantenido una actividad que en las sucesivas crisis se desmoronaba. No es extraño que ello haya despertado el debate sobre la sostenibilidad y coste del endeudamiento público.

El caso español no es diferente. La ratio de la deuda pública sobre el PIB era del 35,8% en 2007. Este mínimo histórico se había alcanzado gracias al fuerte crecimiento de los ingresos fiscales de los felices 2000, el periodo en que se gestó la peor burbuja de la deuda privada. Siete años después de explotar esta burbuja, la ratio había subido hasta el 105,1%. Parecía un máximo difícil de superar, pero en 2020 la ratio daba un nuevo salto hasta el 120,4%, a consecuencia de la pandemia. En 2022, gracias al fuerte incremento de ingresos fiscales provocado por la inflación –despertada por la guerra en Ucrania- y a pasar de las medidas para paliar el impacto en hogares y transporte de los precios energéticos, ha vuelto a descender, para situarse en el 116%. Por tanto, del 36% al 116%, 80 puntos de incremento en 15 años.

En la Eurozona la ratio de la deuda se elevaba en 2022 al 94,2%. En Alemania era del 67% ese mismo año, en contraste con el 113% de Francia o el 150% de Italia. la ratio de la deuda está en máximos históricos en toda la UE, aunque el coste medio de la deuda viva está en mínimos, gracias a los bajos o negativos niveles de tipos de interés de la política monetaria. Además, las compras masivas de deuda de los bancos centrales han mantenido bajos también los tipos de interés a largo plazo. En la zona euro, el coste medio del saldo de deuda es del 1,3% en los últimos años, con una vida media de ocho años. En el caso de España el coste medio es algo mayor, debido a las primas de riesgo, del 2,1%, con una vida media similar.

¿Es sostenible este nivel de deuda pública? No, es necesario que descienda, en España y en la UE. El concepto de sostenibilidad financiera tiene que ver con la capacidad de los gobiernos de conseguir financiación en los mercados a un coste razonable. Estos consideran la deuda pública sostenible cuando la ratio de la deuda sobre PIB es capaz de ajustarse discrecionalmente, al alza o a la baja, según el momento del ciclo macro. No existe un nivel estático de ratio ideal. Son dos los factores de cuya evolución combinada se derivan los ascensos o descensos de la ratio de la deuda: si el saldo primario –es decir, el saldo no financiero ex intereses de la deuda- es negativo (déficit primario), la ratio sube; y si el interés real de la deuda es inferior al crecimiento real del PIB, la ratio baja.

La escalada de la ratio de la deuda en los últimos 14 años se ha debido a un saldo primario negativo recurrente y muy pronunciado. Y seguimos con un saldo negativo también en 2023. Para estabilizar y reducir la ratio de la deuda es imprescindible la generación de superávits primarios suficientes y prolongados, actuando sobre los ingresos o haciéndolo sobre los gastos. Otros países, como Alemania o Francia, han girado hacia saldos positivos pasado lo peor de la pandemia. Los tipos de interés reales negativos de la deuda han tenido un temporal y limitado efecto balsámico. Y recordemos que en España sufrimos la desventaja de la prima de riesgo, que supone 0,8 puntos porcentuales más de coste medio en la deuda viva. Es pues necesaria la generación de superávits primarios que reconduzcan la ratio de la deuda, pero ello choca con resistencias estructurales y políticas. Por eso precisa de un entorno a escala europea que lo favorezca.

El escrutinio de los mercados es un elemento clave en una unión monetaria sin unión fiscal, en la que las finanzas públicas no tienen, por definición, consecuencias cambiarias, y el peligro de moral hazard (irresponsabilidad) es alto. No obstante, episodios como el sufrido por la Eurozona en 2011-2012 –la crisis soberana y del euro del whatever it takes de Draghi- demuestran que ese escrutinio también puede generar ruido y volatilidad. La aplicación entonces de las rígidas reglas fiscales de la UE –límites estáticos a la ratio sobre PIB del déficit y la deuda— se considera ahora que fue contraproducente. Las reglas fiscales se suspendieron con la pandemia y ahora van a ser revisadas para introducir un esquema alternativo individualizado, con un plan país por país de retorno a la sostenibilidad en plazos realistas y fáciles de comunicar a los mercados. Además, aunque una unión fiscal está lejos del horizonte europeo, los programas de gasto “federal”, fuera de los presupuestos nacionales y financiados con deuda pública de la UE -como Next Generation EU-, serán un instrumento cada vez más utilizado, lo que reducirá la presión sobre la deuda de cada país.

Nuevo paradigma de la economía mundial

EN PLENO DEBATE

NUEVO PARADIGMA DE LA ECONOMÍA MUNDIAL

La subida de los tipos de interés y, en consecuencia, el encarecimiento del precio del dinero, ha marcado 2022,

El año 2022 ha sido el de las grandes incertidumbres económicas; el fin de un ciclo de bonanza y de los indicadores positivos previos a la pandemia. La inflación causada por la pandemia con la consiguiente falta de suministros, y la guerra en Ucrania, han disparado los precios de la energía, con el gas y electricidad a la cabeza, y del petróleo y sus derivados. También la cesta de la compra se ha encarecido de forma alarmante mientras los salarios, o no han subido o lo han hecho muy por debajo del IPC. Los expertos hablan ya de una recesión en 2023 o, en el mejor de los casos, de una desaceleración de la economía global.  
MARTA RUIZ-CASTILLO

«La desaceleración mundial será de base amplia, y la proyección para 2023 es inferior a la mitad de la expansión del 6% registrada el año pasado. Se estima que los países que representan aproximadamente un tercio de la economía mundial registrarán durante dos trimestres consecutivos una contracción del Producto Interior Bruto (PIB) real este año o el próximo», advierte el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe Perspectivas de la Economía Mundial, publicado a finales de octubre. La conclusión a la que llega el FMI en su análisis de previsiones para 2023 no es muy alentadora. «Las perspectivas están plagadas de incertidumbre. Según nuestros cálculos, existe un 25% de probabilidad de que el crecimiento mundial se sitúe por debajo del 2% el año que viene, y una probabilidad de entre el 10% y el 15% de que quede por debajo de 1%».

Subir los tipos

La subida de los tipos de interés y, en consecuencia, el encarecimiento del precio del dinero, ha marcado 2022. Como explicó Christopher J. Waller, gobernador de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED, por sus siglas en inglés), ante el resto de los miembros de la entidad el 16 de noviembre, «la Reserva Federal endurece la política monetaria para reducir la inflación, principalmente elevando los tipos de interés a corto plazo, lo que tiene el efecto de impulsar los tipos en toda la economía. Los mayores costes de endeudamiento reducen el gasto y la inversión de los hogares y las empresas».

 


LA INVASIÓN RUSA HA PROVOCADO UN AUMENTO DE LOS PRECIOS DE LA ENERGÍA QUE NO SE PRODUCÍA DESDE LOS AÑOS 70


 

En marzo de 2022, la autoridad monetaria de EE.UU. subió los tipos de interés en 25 puntos básicos, hasta el 0,25%-0,50%; fue la primera subida desde 2018. El objetivo principal era bajar la inflación del 7,9% en febrero hasta el 2%. Ya entonces la FED anunció más subidas continuadas y así lo hizo a finales de julio con una subida de 75 puntos básicos, y en septiembre volvió a subir otros 0,75 puntos. En diciembre, nueva subida de 0,5 puntos hasta el rango del 4,25%-4,5%. La previsión del Banco Central de EE.UU. es seguir aumentando las tasas en 2023 aunque a un ritmo menor que en 2022, informó el presidente, Jerome Powell, el 14 de diciembre.

También el Banco Central Europeo (BCE) subió en julio los tipos de interés medio punto porcentual en la zona euro por primera vez en 11 años. «La inflación sigue siendo indeseablemente alta y se espera que se mantenga por encima de nuestro objetivo durante algún tiempo. Los últimos datos señalan una ralentización del crecimiento para el segundo semestre del 22 y más allá. Al mismo tiempo, esta desaceleración está siendo amortiguada por una serie de factores de apoyo. El Consejo de Gobierno ha decidido hoy subir los tipos de interés oficiales del BCE y ha aprobado el Instrumento de Protección de la Transmisión», anunció entonces la presidenta, Christine Lagarde. El BCE subió de nuevo los tipos en septiembre hasta un 1,25 y por tercera vez en octubre 75 puntos básicos, situándolos en el 2%, máximos desde 2009 y el 15 de diciembre medio punto hasta el 2,5.

Reformas estructurales

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en su informe Perspectivas económicas de la OCDE publicado en noviembre sobre cómo afrontar la crisis, admite que «la economía mundial se enfrenta a importantes desafíos» entre los que destaca la elevada inflación, que se ha extendido por todos los países y «todos los productos», y la guerra en Ucrania, que «incrementa los riesgos de endeudamiento en los países de bajos ingresos y la inseguridad alimentaria». La invasión rusa ha provocado un aumento de los precios de la energía que no se producía desde los años 70 y ese aumento «lastra con fuerza la economía mundial».

Factores como la subida de los tipos de interés, el menor crecimiento de los ingresos de los hogares y el descenso de la confianza, además del citado aumento de los precios de la energía, tienen como consecuencia, según la OCDE, un debilitamiento del crecimiento económico mundial. «Estados Unidos y Europa están experimentando una brusca desaceleración y se prevé que, en 2023, las principales economías de mercado emergentes de Asia representen cerca de tres cuartas partes del crecimiento del PIB mundial». El organismo prevé que la inflación siga siendo elevada en 2023, aunque cree que «debería moderarse».

En este contexto, la OCDE propone varias medidas que deberían adoptar los gobiernos. Por un lado, reformas estructurales para reducir los precios e impulsar los ingresos que tengan un efecto amplio y directo en los hogares y que reduzcan la presión de los precios. Así, plantea que se adopten políticas «como el aumento de las ayudas para guarderías y la inversión en competencias, que podrían ayudar a las mujeres y a los jóvenes a reincorporarse al trabajo, impulsar los ingresos de los hogares, el crecimiento económico y la inclusión». También defiende mantener las fronteras internacionales abiertas al comercio para mejorar el acceso a los alimentos y otros bienes a precios más bajos «impulsando el motor comercial del crecimiento».

La OCDE propone, además, invertir en seguridad energética. «Para evitar la escasez de energía y un mayor encarecimiento de la misma, es necesario reducir su uso y diversificar el suministro de forma inmediata, al tiempo que se aceleran las inversiones en tecnologías limpias y en eficiencia energética. Esta combinación de políticas mejoraría tanto la seguridad energética como las posibilidades de cumplir los objetivos climáticos».

 


LA OCDE PROPONE EL AUMENTO DE LAS AYUDAS PARA GUARDERÍAS Y LA INVERSIÓN EN COMPETENCIAS


 

Políticas fiscales

Para la OCDE es fundamental un «mayor apoyo a la política fiscal». En este sentido subraya que las medidas que se adopten para reducir el precio de la energía deben «tener un carácter temporal y estar enfocadas en preservar los incentivos para reducir el consumo de energía». Estas medidas de apoyo, añade, deberían evitar los «persistentes estímulos a la demanda», teniendo en cuenta el contexto de una inflación elevada.

“Lo que hace que la situación que enfrentamos hoy sea especialmente desafiante es que no solo enfrentamos una secuencia de eventos nefastos: la pandemia, la crisis energética, la injustificable invasión de Ucrania por parte de Rusia y la alta inflación, sino que, como resultado, el entorno alrededor de nosotros también está cambiando». Estas palabras de la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, realizadas en una intervención pública realizada en noviembre, resumen perfectamente el contexto actual de un nuevo paradigma de la economía global.

Efectos de la inflación

España lideraba cierta moderación de la inflación con bajadas desde agosto, momento en el que comenzaron a adoptarse medidas para bajar o limitar los precios energéticos, siendo entonces la alimentación la principal fuente inflacionaria.

España fue el país de la eurozona con menor inflación en noviembre, con un incremento de los precios del 6,6%, seguido de Francia, con una inflación en el mismo mes del 7,1%, según datos facilitados por Eurostat. Por el contrario, los países con una inflación más alta fueron Países Bajos (11,2%), Alemania (11,3%), Italia (12,5%) y Eslovaquia (15,1%). Además de los precios de la energía, destacaron las alzas de los precios de los alimentos procesados, el alcohol y el tabaco, con un incremento del 13,6% en noviembre, mientras que el encarecimiento de los alimentos no elaborados pasó del 15,5% en octubre al 13,8% en noviembre.

El caso de España se explica por las diferentes medidas adoptadas por el Gobierno para limitar los precios de la energía. En noviembre también adoptó acciones para hacer frente al aumento de la subida del Euribor y «facilitar el pago de la hipoteca ante el aumento de los tipos de interés».

El 27 de diciembre, el Consejo de Ministros dio luz verde a un nuevo paquete de medidas «para paliar la inflación y proteger a los colectivos más vulnerables» que incluía la rebaja del IVA del 4 al 0% en los alimentos de primera necesidad, una ayuda de 200 euros para las familias con rentas de hasta 27.000 euros y prolongar la rebaja de los impuestos de electricidad y gas.

Semestre Europeo de 2023
Los 27 acordaron el 22 de noviembre la puesta en marcha del ciclo de coordinación de políticas económicas del Semestre Europeo de 2023 para reducir la inflación y garantizar el suministro de energía, además de actuar contra el alza de la deuda y el incremento de los costes de endeudamiento y la escasez de suministros. La UE «ayudará a los Estados miembros a alcanzar estos objetivos mediante la fijación de prioridades y la aportación de orientaciones políticas claras y bien coordinadas para el año que viene», informó la Comisión Europea. Promover la sostenibilidad medioambiental, la productividad, la equidad y la estabilidad macroeconómica con vistas a fomentar la sostenibilidad competitiva, son las cuatro prioridades del Semestre Europeo a través de diferentes acciones. Entre estas destaca el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, con un presupuesto de 723.800 millones de euros en subvenciones y préstamos, «que sigue facilitando un flujo constante de inversiones en las empresas, las infraestructuras y las competencias europeas, además de sostener un ambicioso programa de reformas hasta 2026». Otro de los pilares del Semestre Europeo es REPowerEU, el plan de la UE para «ir suprimiendo con rapidez la dependencia de la UE de los combustibles fósiles rusos», que movilizará recursos adicionales para aumentar la resiliencia de los sistemas energéticos de la UE y ayudará a prevenir la pobreza energética mediante inversiones y reformas específicas. Desde su inicio en 2011, el Semestre Europeo se ha convertido en un foro consolidado para debatir los retos presupuestarios, económicos y de empleo de los países de la UE con un calendario anual común, y «sigue desempeñando este papel en la fase de recuperación y en el progreso de la transición ecológica y digital».

OTROS ENFOQUES

ETHIC: Entrevista de Pablo Blázquez a Carlos Torres Vila, preside del BBVA desde el año 2019 y uno de los habituales del Foro de Davos, que analiza algunos de los retos económicos más urgentes del presente y defiende que la guerra de Ucrania acelera la hoja de ruta de la descarbonización.

REAL INSTITUTO ELCANO: Federico Steinberg analiza la situación económica global en un profundo artículo titulado Nubarrones en el horizonte para la economía mundial en 2023.

WORLD ECONOMIC FORUM: Stefan Ellerbeck analiza la situación económica global a través de un grupo de expertos que consideran que «el mundo se encuentra en un punto de gran peligro económico».

«Causas de la inflación», por David Cano

EN PLENO DEBATE

DAVID CANO MARTÍNEZ,
socio de Analistas Financieros Internacionales

Twitter: @david_cano_m

"La moderación de la inflación se va a producir a un ritmo lento y serán necesarios entre 18 y 24 meses para regresar a la cota del 2,0%”

Causas de la inflación

Tras dos décadas relegada del centro de atención, la inflación ha recuperado el foco. El fuerte aumento de la tasa de crecimiento de los precios de los bienes y servicios que consumimos está siendo lo que más condiciona la actividad económica. Y también lo que más debate suscita respecto a sus causas, a las medidas para atajarla y a las perspectivas para su evolución. Vamos a tratar de dar respuesta a estos aspectos, que están interrelacionados. Porque para poder realizar una previsión sobre la tasa de inflación en 2023 y 2024 (lo que, a su vez, condicionará los tipos de interés), es imprescindible atender a las razones de su último repunte. Cabía esperar un aumento de los precios como consecuencia de la recuperación económica posterior a la COVID (desde la segunda mitad de 2020 hasta finales de 2021), pero no tan intenso. Porque tampoco se anticipaba una recuperación tan fuerte de la actividad económica, que fue rápida por el temprano descubrimiento de una vacuna eficaz y la consecución de la inmunidad de rebaño.

He aquí uno de los tres principales motores de la inflación de los últimos meses: la presión desde el lado de la demanda. Los otros dos son los factores de oferta y la elevada liquidez de los bancos centrales. Existe un intenso debate entre los economistas sobre la capacidad explicativa de la enorme base monetaria creada por los bancos centrales entre marzo de 2020 y junio de 2022 (del orden del 20% del PIB; 4 billones de EUR en el Área euro) que no hizo más que incrementar el importe creado desde la crisis financiera de 2008. En total, un 50% del PIB. Aunque existe una relación entre la cantidad de dinero y el crecimiento de los precios, el vínculo causal no tiene una importancia cuantitativa destacada. Eso es algo que está más que demostrado ya desde la década de los noventa del siglo pasado, cuando el monetarismo fue relegado de la primera línea de análisis de los bancos centrales.

Analicemos los factores de oferta que son, en mi opinión, los más relevantes para explicar el repunte de la inflación del último año. Y dentro de estos, nos referimos a dos: por un lado, el encarecimiento de las materias primas y, por el otro, a los “cuellos de botella”. En lo que respecta al alza del precio de las materias primas, ha sido generalizado e intenso entre los mínimos de primavera de 2020 (en plena pandemia el barril de petróleo llegó a tener un precio negativo) y los máximos de principios del pasado junio. Las cotizaciones (que aumentaron del orden del 300%) experimentaron un empuje adicional con el inicio de la guerra en Ucrania. Pero hoy, cuando la corrección desde los máximos es del orden del 15%, podemos considerar que este factor no solo ya no es inflacionista, sino que va a ser el principal director de la moderación de la tasa de inflación en los próximos 12 meses.

Y similar conclusión podemos extraer del otro gran “causante”: los cuellos de botella, esto es, las distorsiones en las cadenas de producción y transporte globales. Tras los máximos de finales de 2021 , la moderación está siendo muy importante, gracias en gran medida a la normalización de la disponibilidad de barcos y a la recomposición de inventarios.

En conclusión, un análisis de las razones de la inflación de los últimos 18 meses permite afirmar que los máximos han podido quedar ya atrás gracias al cambio de signo de los factores vinculados a la oferta, pero también a la menor presión desde el lado de la demanda (menor crecimiento del PIB mundial) y al reducido impacto de la abundante liquidez inyectada por los bancos centrales.

Ahora bien, la moderación de la inflación se va a producir a un ritmo lento y serán necesarios entre 18 y 24 meses para regresar a la cota del 2,0% objetivo de los bancos centrales. Pero mucho antes, tan pronto como en el próximo trimestre, éstos podrían haber dejado ya de subir los tipos de interés, ante la consecución del punto de inflexión en la inflación y haber situado los tipos en una cota en línea con la media histórica.

Es obvio que este escenario tiene uno alternativo de riesgo, que es una mayor persistencia de la inflación en altas tasas debido a potenciales efectos de segunda ronda, así como los pasos atrás que se están produciendo en la globalización. La constatación de algunos de los efectos negativos de la misma (como los cuellos de botella) está favoreciendo una relocalización de los factores productivos en las economías desarrolladas, lo que sin duda puede generar ciertas presiones al alza en los costes de producción y, con ello, en los precios de venta finales de los productos y servicios que consumimos. Si en las dos últimas décadas hemos vivido con una tasa de inflación baja gracias a los efectos de la globalización, la desglobalización de los próximos años provocará una inflación más alta. Pero será en línea con el objetivo de los bancos centrales (2,0%) gracias a la capacidad de estos, vía política monetaria, para mantenerla bajo control.

El frío invierno europeo

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EL FRIO INVIERNO EUROPEO

La llegada del invierno este año viene acompañada por una grave crisis energética a la que la Unión Europea busca dar salida con medidas urgentes y excepcionales. Acabar con la dependencia energética rusa se ha convertido en uno de los caballos de batalla de los 27, sobre todo desde que Vladimir Putin invadió Ucrania en febrero de 2022. Adoptar medidas para frenar el incremento del precio del gas y la electricidad es el otro gran reto al que se enfrenta Europa en estos momentos. 

MARTA RUIZ-CASTILLO,

A esto se suman sucesos como los ocurridos a finales de septiembre en los gasoductos rusos 1 y 2 del Nord Stream, que han provocado fugas en las aguas internacionales del mar Báltico y que, según la UE, han sido «ataques deliberados». Estos gasoductos conectan directamente Rusia con Alemania. «Son tiempos difíciles, y no acabarán pronto», ha admitido la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Layen. «Pero estoy profundamente convencida de que, con nuestra unidad, nuestra determinación y nuestra solidaridad, prevaleceremos».

Medidas excepcionales

Ante esta situación, los ministros de Energía de la UE, reunidos con carácter extraordinario el 30 de septiembre, llegaron a un acuerdo político sobre la propuesta de Reglamento presentada días antes por la Comisión para hacer frente a los altos precios de la energía. Los ministros acordaron una reducción global voluntaria del 10% del consumo bruto de electricidad y una reducción obligatoria del 5% del consumo de electricidad en las horas punta. También acordaron limitar los ingresos del mercado a 180 euros/MWh para los generadores de electricidad, incluidos los intermediarios, que utilizan las llamadas «tecnologías inframarginales» para producir electricidad, como las renovables, la nuclear y el lignito. Estos operadores, indicaron los ministros, «han logrado ganancias financieras inesperadamente grandes en los últimos meses, sin que aumenten sus costos operativos. Esto se debe al papel del carbón y el gas como fuentes marginales de fijación de precios que actualmente inflan el precio final de la electricidad». La idea de poner un tope al precio del gas del mercado mayorista está pensada para preservar la rentabilidad de los operadores y evitar entorpecer las inversiones en energías renovables, algo que ya se aplica en España y Portugal desde junio en el marco de la llamada «exención ibérica».

Respecto a la propuesta de la Comisión de «recaudar los ingresos obtenidos de excedentes de la producción de electricidad y una contribución solidaria de los beneficios excedentes del sector de los combustibles fósiles, que se utilizará para aliviar el impacto de los altos precios en los clientes finales y aumentar la protección a los clientes minoristas de electricidad», los ministros acordaron utilizar las medidas necesarias, en función de las circunstancias nacionales, «para recaudar y redirigir los ingresos excedentes hacia el apoyo y la protección de los consumidores, clientes finales de electricidad».


ANTES DE QUE PUTIN INVADIERA UCRANIA, LA CRISIS ENERGÉTICA YA HABÍA DADO SUS PRIMERAS SEÑALES


Contribución solidaria

También acordaron establecer una tasa de solidaridad para el sector de los combustibles fósiles. Se trataría de una contribución solidaria con carácter temporal y obligatorio a aplicar sobre las ganancias de las empresas en los sectores del petróleo crudo, el gas natural, el carbón y las refinerías a aquellas que se sitúen por encima del 20% del incremento de la media anual, teniendo en cuenta como referencia el año fiscal de 2018. Los Estados miembros también podrán establecer temporalmente un precio para el suministro de electricidad para las pequeñas y medianas empresas y ayudarlas así a contrarrestar los altos precios de la energía, y de forma excepcional y temporalmente, podrán fijar un precio por el suministro de electricidad que esté por debajo del costo. «El acuerdo alcanzado hoy supondrá un alivio para los ciudadanos y para las empresas europeas. Los Estados miembros allanarán la curva de demanda de electricidad durante las horas pico, lo que tendrá un efecto positivo directo en los precios y redistribuirán los beneficios excedentes del sector energético entre aquellos que tienen dificultades para pagar sus facturas», dijo Jozef Síkela, ministro checo de Industria y Comercio tras la reunión.

Las medidas aprobadas tienen carácter temporal y extraordinario. Los objetivos de reducción del consumo de energía se aplicarán hasta el 31 de marzo de 2023. El límite máximo obligatorio de los ingresos del mercado se aplicará hasta el 30 de junio de 2023.


LOS MINISTROS DE ENERGÍA DE LA UE HAN ACORDADO UNA REDUCCIÓN DEL CONSUMO DE GAS Y LIMITAR LOS INGRESOS DE LOS GENERADORES DE ELECTRICIDAD


La crisis, paso a paso.

Antes de que Putin invadiera Ucrania, la crisis energética ya había dado sus primeras señales con un aumento paulatino de los precios de los productos energéticos, destacando los de la electricidad y el gas. Desde septiembre de 2021 el precio de la energía es un tema recurrente en las reuniones de los jefes de estado y de gobierno de la UE y del Consejo Europeo. Así se refleja, por ejemplo, en la reunión informal del Consejo de Energía y Transporte del 22 de septiembre, cuando algunos Estados miembros expresaron su preocupación por el aumento de los precios de la energía y pidieron a la Comisión que investigara las causas de la importante subida de precios del gas y la electricidad. La comisaria de Energía, Kadri Simson, se comprometió a ofrecer una «caja de herramientas» energética con posibles medidas para la UE. Un par de semanas después, en el Consejo de Medio Ambiente celebrado el 6 de octubre, los ministros subrayaron la necesidad de emprender una acción urgente para proteger a los hogares vulnerables, y pidieron un enfoque coordinado de la UE.

El 24 de febrero de 2022 Rusia invade Ucrania. El Consejo Europeo celebró una reunión extraordinaria para abordar la situación y cuatro días después, los ministros de Energía de la UE presentaron sus puntos de vista sobre la situación y el estado de los suministros, existencias y flujos de energía en sus respectivos países. Pese a que, según dijeron, la UE no corría un riesgo inmediato de desabastecimiento de gas, incluso en el caso de una interrupción del suministro por parte de Rusia, sí plantearon la necesidad de adoptar medidas de contingencia, incluida la seguridad del suministro, la gestión optimizada de existencias y una mejor coordinación entre los socios para limitar el impacto de los precios de la energía en los hogares y las industrias.

En la reunión informal celebrada los días 11 y 12 de marzo de este año, los líderes europeos acordaron eliminar gradualmente la dependencia de la UE de los combustibles fósiles rusos e instaron a la Comisión a proponer un plan REPowerEU y pidieron otro para garantizar la seguridad del suministro y unos precios de la energía asequibles.

El 2 de mayo, los ministros de Energía abordaron el problema del suministro de gas tras la suspensión por parte de Gazprom, la empresa rusa de gas, a algunos Estados de la UE. En este encuentro analizaron el nivel de preparación de la UE en caso de una crisis de suministro y posibles medidas de emergencia y solidaridad. Ese mes, el 19, el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo alcanzaron un acuerdo provisional sobre nuevas normas para el almacenamiento de gas a través de un reglamento cuyo objetivo es garantizar que las capacidades de almacenamiento en la UE se llenen antes de la llegada del invierno y puedan compartirse entre los países miembros «en un espíritu de solidaridad». Los legisladores aprobaron que el almacenamiento subterráneo de gas en el territorio de la UE debe llenarse al menos al 80% de su capacidad antes del invierno de 2022-2023 y al 90% antes de los siguientes períodos invernales.

Los 27 alcanzaron en la reunión del Consejo Europeo celebrado el 20 de octubre en Bruselas un «importantísimo acuerdo» en materia energética para poner en marcha las medidas propuestas por la Comisión, informó el presidente del Consejo, Charles Michel. «Hemos acordado actuar juntos, como europeos, para conseguir tres objetivos: precios más bajos, garantizar la seguridad del suministro y seguir trabajando para reducir la demanda».

A grandes males…

Teniendo en cuenta las diferentes combinaciones energéticas, condiciones y circunstancias de los Estados miembros, los líderes europeos han revisado en los últimos meses el progreso en la eliminación gradual de las importaciones rusas de gas, petróleo y carbón. Además, han pedido al Consejo diversificar más las fuentes y rutas de suministro energético, acelerar el despliegue de las energías renovables, seguir mejorando la eficiencia energética, y la interconexión de las redes europeas de gas y electricidad mediante la inversión en infraestructura. Todo ello encaminado a evitar o reducir al máximo el impacto sobre los ciudadanos.

Postura española

España, si bien parte de una mejor posición que otros países de la UE porque no depende tanto del gas ruso y cuenta con un tercio de la capacidad de regasificación del conjunto de la UE, ha fijado también un objetivo de reducción de consumo de gas del 7%. El 1 de agosto, el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto-ley de medidas de ahorro, eficiencia energética y reducción de la dependencia energética del gas natural. Incluye diversas actuaciones, como fomentar el uso del transporte público reduciendo total o parcialmente el coste de los títulos de trenes, autobuses o metro durante los meses de septiembre a diciembre para «contribuir a disminuir nuestra dependencia energética y nuestra huella de carbono». El decreto-ley establece un «Plan de choque de ahorro y gestión energética en climatización para reducir rápidamente el consumo de energía en edificios administrativos, comerciales y de pública concurrencia, así como facilitar el cumplimiento de los compromisos europeos derivados del conflicto en Ucrania». El documento impulsa también la electrificación de la economía y promueve la sustitución de gas natural por gases renovables. Según el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, entre agosto y septiembre estas medidas habían permitido «reducir el consumo energético en más de un 4,6%». En el Consejo de Ministros del 20 de septiembre, el Gobierno aprobó otro Real Decreto-ley con nuevas medidas de ámbito energético, como «la rebaja del IVA desde el 21% hasta el 5% en los suministros del gas natural, pellets, briquetas y leña, con un ahorro para los consumidores de unos 210 millones de euros».

España, según el Gobierno, está desempeñando un «papel de vanguardia» en la propuesta de la Comisión Europea de desarrollar un banco para el hidrógeno movilizando 3.000 millones de euros y mantiene su compromiso de realizar una «transición energética justa y razonable», ya que es uno de los países más expuestos a las consecuencias de la emergencia climática. El Ejecutivo cuenta también con una ‘Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo’ para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, con un ahorro potencial superior a los 330.000 millones de euros.

Se establecerá una tasa de solidaridad para el sector de los combustibles fósiles.

OTROS ENFOQUES

EL PAÍS: Informa sobre las medidas adoptadas por los distintos países europeos para combatir la crisis energética.

EXPANSIÓN: En su blog, el director general de Renta 4, Jesús Sánchez-Quiñones, denuncia la falta de previsión de la UE en relación con la crisis energética.

ETHIC: Raquel C. Pico aborda la importancia de la electrificación como medida de transformación hacia un consumo energético sostenible.

“Prueba de fuego”, por Chema Doménech

EN PLENO DEBATE

CHEMA DOMÉNECH,
Periodista

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La mayoría de expertos y organismos del sector coinciden en que el futuro energético en Europa y el mundo pasa sí o sí por las renovables”

Prueba de fuego

Un pequeño empresario de la construcción se lamentaba recientemente en un foro de jóvenes ejecutivos del sector de tener instalada en la empresa maquinaria pesada modificada por el fabricante para cumplir con una estricta normativa anticontaminación que, si bien suma en el aspecto medioambiental, también resta en el de productividad. Su queja no era tanto por este motivo como por el hecho de tener la seguridad a través del proveedor de que dicha normativa sólo afecta a las máquinas destinadas al mercado europeo, mientras que las que se comercializan en países como Japón o EE.UU. lo hacen libres de esas modificaciones, es decir, más contaminantes, pero con una mayor capacidad de producción y un menor riesgo de complicaciones y averías. “En Europa pretendemos salvar el mundo mientras los países más contaminantes miran cómo nos hundimos”, vino a decir.

Ampliando el foco al que se reducen las vicisitudes de este pequeño empresario, es cierto que Europa lidera la acción en materia de lucha contra el cambio climático y es la que de forma más enérgica ha defendido en los últimos años la necesidad de una transición ecológica hacia una economía verde y descarbonizada. El Acuerdo de París de 2015, que establece el marco de acciones que deben abordar los Gobiernos para limitar el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados en comparación con niveles preindustriales, sigue marcando las decisiones que a nivel regulatorio está tomando la Unión Europea en materia de economía y clima y que se materializan en grandes hitos como el Pacto Verde Europeo presentado a finales de 2019 y que constituye una hoja de ruta para alcanzar la neutralidad climática en 2050. Como continuación a ello, en junio de 2021 el Parlamento Europeo dio luz verde a la Ley del Clima de la UE, que transforma en obligación el compromiso político del Pacto Verde. En materia energética, el desarrollo de este marco normativo lleva implícita la superación paulatina de las energías fósiles como el carbón, el petróleo o el gas para dar primacía a energías renovables como la fotovoltaica, la eólica o los biocarburantes, y de esa forma revertir la tendencia de décadas de crecer más a base de contaminar más.

Todo ello con el telón de fondo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, establecida por Naciones Unidas en septiembre de 2015, con la que los líderes mundiales se comprometieron a alcanzar una serie de metas globales para hacer frente a los grandes desafíos de la humanidad. Pero entonces llegó febrero de 2022, Putin decidió consumar sus planes de invasión de Ucrania y el marco geopolítico y económico varió radicalmente.

Como advierte Forética en su informe ODS y Visión 2050, recientemente publicado, 2022 está siendo una auténtica “prueba de fuego” para los ODS. “El aumento de la inflación, los problemas energéticos, la crisis de recursos y los problemas derivados de la geopolítica están complicando el avance global en la consecución” de la Agenda 2030, asegura el informe de esta organización referente en sostenibilidad. Y uno de los puntos críticos de esta prueba de fuego reside, precisamente, en la energía.

La mayoría de expertos y organismos del sector coinciden en que el futuro energético en Europa y el mundo pasa sí o sí por las renovables y hay incluso quienes sostienen que, por sus condiciones climáticas, países como España o Grecia están llamados a convertirse en los próximos años respecto de la energía solar fotovoltaica o eólica en lo que hoy son los de Oriente Medio respecto del petróleo. Sin embargo, la realidad muestra que los combustibles fósiles aún representan más del 80% del consumo de energía en el mundo, prácticamente el mismo porcentaje que hace tres lustros. Una situación que la guerra no ha hecho más que agravar puesto que, en respuesta a la crisis energética y al encarecimiento del gas por los cortes de suministro de Rusia hacia Europa, hay países que han vuelto a quemar carbón y a poner la mirada en la energía nuclear. Por cierto, que la nuclear y el gas son desde el pasado mes de julio consideradas por Europa energías verdes, al ser incluidas en la taxonomía de inversiones sostenibles, lo que no deja de provocar controversia.

¿Supone la crisis de la energía un frenazo radical para los planes de transición verde? Está claro que la economía no se puede permitir una escasez de energía y que, hoy por hoy, la transición hacia una energía sostenible está sin hacer. Un parque fotovoltaico puede construirse en unos meses, pero su puesta en marcha efectiva hasta que esa energía limpia se vuelque a la red, puede demorarse años por cuestiones administrativas. Es ahí donde, según los expertos, está el mayor obstáculo para lograr esa transición y el mayor reto que enfrentan los Gobiernos. Por ello, la consecuencia de esta crisis no debería ser otra que la aceleración de esa transición. Europa ya tenía una estrategia de descarbonización y crecimiento verde, que muchos países intensificaron tras la pandemia con los fondos de recuperación. Ante una crisis energética de la magnitud de la actual, no quedaría otra solución que seguir pisando el acelerador apostando por las renovables para dar la razón a esas voces que afirman que no hay otro futuro posible. Y con una implicación a nivel mundial, para no tener que dársela a quienes creen que Europa está decidida a salvar el planeta a costa de hundirse ella misma.

Rusia, un mercado sin inversores extranjeros

EN PLENO DEBATE

RUSIA, UN MERCADO SIN INVERSORES EXTRANJEROS

La prohibición del Tesoro de EE.UU. de vender y comprar activos ha afectado directamente a los inversores estadounidenses.

Estados Unidos dio en junio una nueva vuelta de tuerca a las sanciones acordadas hasta entonces por parte de la comunidad internacional como medida de presión para que el gobierno ruso de Vladimir Putin ponga fin a la guerra en Ucrania. El Departamento del Tesoro de la Administración Biden prohibió a primeros de mes a los inversores estadounidenses comprar bonos rusos en el mercado secundario.

MARTA RUIZ-CASTILLO,

 

Antes de estas sanciones ya se habían adoptado otras que, en el caso de las estrictamente financieras, incluyen la congelación por parte de la Unión Europea de los activos de Putin y otros políticos y oligarcas rusos, o el bloqueo de las reservas internacionales de divisas del Banco Central Ruso, acordado por la UE, EE.UU., Reino Unido, Canadá, Japón, Australia y Suiza.

Un jugador menos

La prohibición del Tesoro de EE.UU. de vender y comprar activos rusos en el mercado secundario, aparte de tratar de aislar cada vez más a Putin, ha afectado directamente a los inversores estadounidenses, que ven la medida como «un mal necesario» ya que ahora tener bonos o activos rusos está muy mal visto. Al mismo tiempo, lo que se ha prohibido es que los inversores extranjeros sean oportunistas. Por tanto, «todo el que tiene intereses en Rusia tiene que estar dispuesto a perder esos activos». Así lo explica Marta Campello, socia y gestora de fondos en Abante, en una entrevista con ESCRITURA PÚBLICA.

Para comprender mejor los efectos de las sanciones del Tesoro de EE.UU. es importante saber que los inversores, en general, suelen tener en cuenta, aparte de la fluctuación de los precios, otros factores adicionales como puede ser la dificultad de vender bonos en un momento determinado y, en el caso de los mercados emergentes, como es el ruso, este es un factor esencial. Por eso, el mercado ruso «nunca ha tenido una liquidez importantísima» para los inversores estadounidenses y antes de la invasión «los bonos rusos ya estaban bastante tocados», señala Campello.

Las sanciones «han tenido, sobre todo, un impacto significativo en la liquidez de los activos rusos, incluso en la deuda del gobierno de Putin que, normalmente es lo más líquido que hay». Para entenderlo bien, Campello los explica con un ejemplo: «Si eres un inversor americano, tú tienes papel pero no puedes comprar, es decir, no puedes hacer nuevas compras pero sí puedes vender parte de lo que tienes. Tú pones ese papel en el mercado. No te lo puede comprar otro americano, aunque le parezca una buena inversión, pero si te lo compra un inversor no americano, lo puedes vender». No cabe hablar, por tanto, de que haya desaparecido la liquidez, sino que el inversor americano con bonos rusos está a expensas de los llamados ‘oportunistas’ no americanos que se lanzan a comprar a un precio muy inferior porque saben que los inversores o entidades de EE.UU. quieren deshacerse de esos activos como sea. En el caso de inversores que tienen paquetes pequeños, no tienen problemas para venderlos. «Parte de los inversores americanos están aprovechando esta situación para deshacerse de sus activos de bonos rusos», asegura Marta Campello. Dicho esto, también es verdad que el inversor americano que tiene muchos fondos de pensiones o muchísimos fondos de inversión, que normalmente sí es comprador de ese mercado, «ese sí que se ha secado, porque con las medidas del Tesoro han quitado un jugador».

 


EL INVERSOR AMERICANO CON BONOS RUSOS ESTÁ A EXPENSAS DE LOS LLAMADOS ‘OPORTUNISTAS’ NO AMERICANOS QUE DECIDAN COMPRAR A UN PRECIO MUY INFERIOR


 

Rusia y la deuda

Según la red de expertos en los mercados emergentes consultados por Abante, las autoridades rusas han castigado a los inversores extranjeros. En los vencimientos anteriores había una especie de fondo de emergencia para pagar los intereses de la deuda para que Rusia no entrara técnicamente en default (suspensión de pagos), como acabó ocurriendo a finales de junio. El martes 24 de mayo, la Oficina de Asuntos Extranjeros de Rusia anunció que no iba a extender las provisiones. «Eso se refería al vencimiento del día 25 de mayo. Como resultado, no se ha producido ningún pago de cupón, es decir, que los inversores ni siquiera pueden cobrar los cupones porque tampoco te dejan cobrar los de los bonos. Esto, básicamente, ha forzado a que el pago de intereses del 24 de mayo y del 25 de junio, al no poderse producir, obligara al Gobierno ruso a caer en default con fecha 26 de junio, después de un periodo de gracia de 30 días», nos cuenta Marta Campello.

Se supone que Rusia está técnicamente en default y si a esto le sumamos las sanciones del departamento del Tesoro de EE.UU. para que los inversores no puedan comprar, lo que ha ocurrido es que se ha «empobrecido muchísimo la liquidez del mercado porque retira un jugador importante que, por un lado, está forzado a vender pero no puede comprar.

Las sanciones financieras del Tesoro de EE.UU. perjudican a los que tenían bonos rusos, pero «es lo que hay», añade Campillo. «¿Qué pueden estar perdiendo los americanos? «Puede ser mucho dinero, pero porcentualmente, respecto al global del resto de las inversiones, esto no es muy significativo. De media tampoco es que la gente estuviera invirtiendo el 100% de sus activos en Rusia», añade la socia de Abante.

 


LA UNIÓN EUROPEA, HASTA AHORA HA SEGUIDO LAS DIRECTRICES DE LAS SANCIONES APROBADAS POR ESTADOS UNIDOS


 

La comunidad internacional, en general, lo que está diciendo es: “Vamos a perjudicar todo lo que podamos a Rusia’. En este sentido se enmarcan las sanciones aplicadas desde el inicio de la guerra por parte de la Unión Europea, EE.UU. y otros países. En todo caso, lo cierto es que la capacidad de maniobra de los inversores americanos con bonos rusos es poca porque están maniatados para poder comprar tras la decisión del departamento del Tesoro.

La posición de la UE

En cuanto a la Unión Europea, hasta ahora ha seguido las directrices de las sanciones aprobadas por Estados Unidos con medidas también muy concretas como la congelación de los activos de Putin y otros políticos y oligarcas rusos en los países miembros, o el bloqueo de las reservas internacionales de divisas del Banco Central Ruso.

«La posición de la Unión Europea y de Estados Unidos en este conflicto, por mucho que seamos socios en la OTAN, no tiene nada que ver», puntualiza Marta Campello. «Estados Unidos no tiene un problema de energía; de hecho, es exportador neto de gas y petróleo. Estamos comprando mucho más gas a EE.UU. que antes de la guerra y el país lo está vendiendo muy bien…y más que nos va a vender el próximo invierno». En opinión de esta asesora financiera, «el hecho de que Estados Unidos no tenga un problema de desabastecimiento le permite actuar de una manera diferente al que sí lo tiene, en este caso la Unión Europea».

Se han congelado los activos de Putin y otros políticos y oligarcas rusos en la UE.
Sin capacidad de maniobra

Las acciones del mercado ruso no valen nada; han caído un 80% o un 90%. Además, el mercado está cerrado para los inversores extranjeros. “Los rusos sí pueden comprar y vender acciones, pero los extranjeros no pueden vender sus posiciones», explica Marta Campello, socia y gestora de fondos en Abante. ¿Qué ha pasado con muchos fondos? Muchos de Europa del Este han cerrado, los han liquidado. «La realidad es que los inversores tienen que asumir que lo han perdido todo. Ya se verá si algún día lo recuperan, pero a día de hoy todo el mundo valora los activos rusos a cero. Alguien que quiere plantear una cartera no tiene a Rusia como un activo invertible. Y lo mismo les ha pasado a los de los bonos», cuenta Campello.

Mercado secundario

Este mercado es el que verdaderamente provee de liquidez. Para que haya mercado secundario tiene que haber mercado primario que es de donde salen las nuevas emisiones.

¿Por qué se necesita un mercado secundario? Porque, de lo contrario, no habría liquidez salvo que cada inversor se dedicara a buscar personalmente compradores. Si el mercado primario es el que posibilita que se creen nuevas emisiones, el secundario es el que permite que esas emisiones puedan cambiar de manos. Está integrado en una plataforma electrónica conectada en todo el mundo a través de la cual los inversores ven en tiempo real el precio de las acciones y bonos de los que cotizan. Con la decisión del Tesoro de EE.UU. los inversores americanos no pueden comprar títulos rusos, pero si los pueden vender, si consiguen que alguien se los compre.

OTROS ENFOQUES

FINANZAS Y DESARROLLO (FMI): Nicholas Mulder explica en su artículo El arma de las sanciones cómo estas «tienen hoy en día efectos económicos mundiales de un tamaño nunca visto».

EL CONFIDENCIAL: Daniel Iriarte se pregunta hasta qué punto las sanciones están afectando a Rusia y da respuesta a esta y otras preguntas relacionadas con las medidas restrictivas adoptadas por la comunidad internacional contra Rusia.

UNIVISIÓN NOTICIAS: El artículo incluye opiniones de expertos que apuntan a la necesidad de que Occidente intensifique las acciones contra Putin para asegurarse que las sanciones económicas surten efecto.

«¡Es la guerra!», Casimiro García- Abadillo

EN PLENO DEBATE

CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO,
director de «El Independiente»

"Lo que está claro es que la Europa que nació tras la caída del Muro de Berlín ha dejado de existir””

¡ES LA GUERRA!

La cumbre de la OTAN de Madrid ha sido un éxito… para los intereses de Estados Unidos. Joe Biden ha logrado todos sus objetivos. Ha revitalizado una organización que estaba de capa caída, ha puesto en la diana a la Rusia de Putin y, esto es lo más importante, ha convertido a China en un enemigo potencial para Occidente.
America is back!, rezaban las crónicas de los optimistas vocacionales. Sí, América ha vuelto como líder indiscutible de occidente. Y, además, ha convencido a sus aliados para que, a partir de ahora, pongan más dinero en la cuenta del rearme.

Eso no hubiera sido posible sin la torpeza y brutalidad de Putin al atacar Ucrania sin declaración previa, con engaños, y sin que su país vecino hubiera hecho nada para provocar una invasión que viola los acuerdos a los que la propia Rusia se había comprometido cuando se quedó con el arsenal nuclear ucraniano tras la descomposición de la URSS.

Putin no ha estado bien asesorado y está demostrando ser más bravucón que inteligente. Leyó mal los acontecimientos. Se quedó con la península de Crimea en 2014 y, como no pasó nada, pensó que todo el monte era orégano. La desastrosa retirada de las tropas aliadas de Afganistán el pasado verano fue como una iluminación para el Kremlin. Putin creyó que había llegado la hora de recuperar el imperio perdido, dando por hecho que ni Europa ni Estados Unidos harían nada para impedirlo.

Pero se pasó de la raya. Los países que antes estuvieron tras el Telón de Acero pusieron el grito en el cielo. Advirtieron a gritos de que, si no se hacía nada, la invasión de Ucrania iba a ser sólo el primer paso para que Rusia llegase hasta las mismas fronteras de Alemania.

Angela Merkel, la líder indiscutible de Europa durante dos décadas, había tratado a Putin como a un amigo, a cambio de recibir gas por un tubo. Esa confianza en contar con energía barata y de sobra fue lo que llevó a la canciller a tomar la decisión de prescindir de las centrales nucleares, para alborozo de verdes y socialdemócratas. Un inmenso borrón en la brillante hoja de servicios de Merkel. Ahora, en su país y en Europa se ve como un trágico error estratégico haber dejado en manos de Rusia el suministro de más del 60% de toda la demanda energética alemana.

Las opiniones públicas de los países europeos cambiaron ante la barbaridad de lo que estaba ocurriendo en Ucrania. La fuerza de las imágenes. El descarado abuso de poder de Putin, unido a la heroica resistencia del ejército de Ucrania, han convertido a Zelenski en el jefe que necesitaba su país en el momento más crítico de su historia. La invasión, desde luego, no está siendo el paseo militar que los generales rusos preveían.

Todas las piezas del tablero comenzaron a moverse. China se puso del lado de Rusia, aunque sólo fuera por debilitar a su gran enemigo, Estados Unidos. Era un movimiento lógico. Pero también la prueba que necesitaba la Casa Blanca para apretar el acelerador y convertirse otra vez en el centinela de occidente.

China y Estados Unidos llevan mucho tiempo en guerra. Silenciosa, económica, salpicada de ciberataques,… Xi Jinping ha convertido a su país no sólo en una potencia económica, sino en un gigante tecnológico, igualando por primera vez a EE.UU. en un terreno clave para determinar la supremacía mundial: la inteligencia artificial.

China ha movido sus peones en África y Latino América. Y quiere convertirse en referente mundial para los países que no están o no quieren estar bajo el paraguas de Estados Unidos.

¿Cómo va a terminar esto? En el escenario más benigno, Putin recobraría un cierto equilibrio, la guerra concluiría a finales de este año con un pacto con Ucrania, y los precios de la energía volverían a niveles asumibles. Ese panorama idílico, por desgracia, es el menos posible de todos a día de hoy. El gran miedo lo origina la posibilidad, cada vez más probable, de que Rusia corte el suministro de gas a Alemania a la llegada del invierno. Eso provocaría la recesión en el país más grande y poderoso de Europa que, en su caída, arrastraría a toda la UE.

¡Es la guerra! Y, como ocurre con todas las guerras, se sabe como comienzan, pero nunca se sabe cómo acabarán. Lo que está claro es que la Europa que nació tras la caída del Muro de Berlín ha dejado de existir. La globalización ha durado poco más de 30 años con más cosas buenas que malas en su balance, y ahora volvemos a los bloques, a una nueva Guerra Fría, pero con un invitado estelar: China.

¿Se pudo evitar? ¿Era posible otra solución que no fuera el rearme y enseñarle los dientes a Rusia? Son preguntas que no nos ayudan mucho a comprender lo que está ocurriendo.

Cuando al frente de un país poderoso, y Rusia lo es desde el punto de vista armamentístico, hay un desequilibrado, es difícil prever cuál será su comportamiento. Por desgracia, no es la primera vez que esto sucede a lo largo de la historia. Sólo nos queda confiar en que el miedo también lo atenace a él y a su camarilla. Que el pavor ante una aniquiladora Tercera Guerra Mundial haga que Putin retire sus tropas de Ucrania y volvamos a una situación previa a la invasión.

La OTAN y los nuevos desafíos de seguridad

EN PLENO DEBATE

LA OTAN Y LOS NUEVOS DESAFÍOS DE SEGURIDAD

La OTAN debe adoptar medidas concretas para hacer frente a desafíos como el terrorismo yihadista, la Rusia de Putin y China y su nueva agenda global.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se enfrenta en estos tiempos de incertidumbre política y económica mundial a importantes desafíos, con la crisis de Ucrania como principal protagonista y la ampliación de sus miembros, una vez se haga efectiva la entrada de pleno derecho de Finlandia y Suecia, movidos por la acción militar de Rusia tras la invasión de Ucrania el pasado febrero.

MARTA RUIZ-CASTILLO,

 

La Alianza Atlántica celebró los días 29 y 30 de junio en Madrid una cumbre «crucial» en la que participaron representantes de 40 países, incluidos los principales líderes mundiales, con unos ambiciosos objetivos dirigidos a dar respuesta a las nuevas amenazas de seguridad. Aparte de Rusia, considerada como «la más importante y directa amenaza para la seguridad de los Aliados y para la paz y la estabilidad» en la zona euroatlántica, según la declaración conjunta de los jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN hecha pública al término de la cumbre, el texto incluye por primera vez de forma explícita a China como una amenaza a tener en cuenta, además del ciberespacio, el terrorismo, el cambio climático o la «migración irregular y la trata de personas».

 


LA ALIANZA ATLÁNTICA CELEBRÓ A FINALES DE JUNIO EN MADRID UNA CUMBRE CRUCIAL CON UNOS AMBICIOSOS OBJETIVOS


 

Ampliación.

Con Rusia y la guerra en Ucrania como principal preocupación, los aliados escucharon al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien intervino por videoconferencia. «O proveen de armamento a Ucrania ahora, o verán una guerra retardada de Rusia contra ustedes», les advirtió.

¿Tiene motivos la OTAN para creer que Putin podría llegar a atacar a un país miembro de la Alianza y, en tal caso, tener que aplicar el artículo 5 del tratado fundacional que obliga a los países miembros a ayudar a uno de sus socios si es atacado? «Como me decía un diplomático, a nosotros nos preparan para que no creamos lo que nos dicen, pero a Putin hay que creerle lo que dice porque lo hace», comenta Beatriz Rodriguez-Salmones, ex portavoz de Defensa del Grupo Popular en el Congreso, que presidió durante cinco años la delegación española en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN. En su opinión, a Putin «se le dejó hacer, quedándose con Crimea en el año 2014 y ocho años después estamos en esta nueva invasión», añade en una conversación mantenida con ESCRITURA PÚBLICA. La OTAN no hizo nada entonces, subraya Rodríguez-Salmones, y ahora «estamos ayudando a Ucrania, sí, pero no es suficiente, y Putin podría ser más peligroso mientras la OTAN mantiene una postura de prudencia que, en mi opinión, es inconcebible».

La invasión de Ucrania ha tenido un efecto no deseado para Putin y Suecia y Finlandia han solicitado convertirse en miembros de pleno derecho de la OTAN. El gobierno sueco tomó esta decisión ante el avance beligerante de Putin tras la invasión de Ucrania en febrero. «No tenemos ningún motivo para creer que Rusia vaya a cambiar en un futuro previsible», dijo la primera ministra, Magdalena Andersson. También Finlandia ha puesto fin a décadas de no alineamiento militar al solicitar su ingreso en la Alianza. «Hoy es un día histórico. Nace una Finlandia protegida como parte de una región nórdica estable», dijo en mayo en rueda de prensa el presidente, Sauli Niinistö.

 


EL PRINCIPAL OBJETIVO DE LA CUMBRE FUE APROBAR UN NUEVO CONCEPTO ESTRATÉGICO PARA LOS PRÓXIMOS 10 AÑOS


 

Turquía.

El anuncio, en mayo, por parte del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenbergde, de aceptar a los dos países nórdicos en la Alianza y asegurar que el proceso sería «rápido», se encontró con el rechazo frontal del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, uno de los socios más importantes de la Alianza Atlántica por la situación estratégica del país. En palabras de Beatriz Rodríguez-Salmones, «ahora mismo es un país clave para la seguridad de occidente». La víspera del inicio de la cumbre de Madrid, el gobierno turco anunció su decisión de aceptar la entrada de Suecia y Finlandia. Erdogan rechazaba el ingreso en la OTAN de los dos países porque, según denunció, sus gobiernos mantienen vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), declarado organización terrorista por el gobierno de Ankara. Unas acusaciones negadas por suecos y finlandeses.

 


UNA VEZ APROBADA LA ENTRADA DE FINLANDIA Y SUECIA, LA OTAN PASARÁ A TENER 32 SOCIOS DE PLENO DERECHO


 

«Damos la bienvenida al memorando trilateral entre Turquía, Finlandia y Suecia», se felicitaron los jefes de Estado y de Gobierno tras el acuerdo alcanzado por los tres países. Según dicho acuerdo, los gobiernos de Finlandia y Suecia se comprometen a hacer cambios en sus respectivas legislaciones para perseguir las actividades del PKK. «La adhesión de estos dos países los hará más seguros, la OTAN será más fuerte y el área euroatlántico más seguro», aseguran los aliados.

Una vez aprobada la ampliación, la OTAN pasará de tener 30 socios de pleno derecho a 32, lo que deja más aislada aún la Rusia de Putin. La invasión de Ucrania, además, ha impulsado la unidad entre la OTAN y la Unión Europea, según los socios.

Concepto Estratégico 2022.

El principal objetivo de la cumbre en Madrid fue aprobar un nuevo Concepto Estratégico de la OTAN para los próximos 10 años. «Un documento clave dirigido a reafirmar los valores, el propósito y las tareas de la OTAN, que va a proporcionar una evaluación colectiva de los desafíos de seguridad a los que se enfrenta la Alianza y va a describir las tareas políticas y militares que llevará a cabo la OTAN para abordarlos», explica la propia organización.

El Concepto Estratégico es el resultado de consultas internas entre los aliados y el compromiso externo con socios, otras organizaciones internacionales, expertos, organizaciones juveniles, la sociedad civil y el sector privado. Desde el final de la Guerra Fría, el Concepto Estratégico se ha actualizado aproximadamente cada 10 años para tener en cuenta los cambios en el ámbito de la seguridad mundial y garantizar que la Alianza esté preparada para el futuro. La última vez que se revisó fue en Lisboa en 2010.

 


¿TIENE MOTIVOS LA OTAN PARA CREER QUE PUTIN PODRÍA LLEGAR A ATACAR A UN PAÍS MIEMBRO DE LA ALIANZA?


 

Para Miguel Fernández-Palacios, embajador representante permanente de España en el Consejo Atlántico, de la Cumbre de Madrid «saldrá una OTAN más política, más fuerte militarmente y más global. En definitiva, una OTAN plenamente capaz de formular una respuesta adecuada a las amenazas y retos que los aliados tenemos planteados a estas alturas del siglo XXI y que no son pocos». También Beatriz Rodríguez-Salmones considera que «esta OTAN no sirve» y la Cumbre de Madrid «debe ser una oportunidad para reformular algunas de sus estrategias».

El nuevo Concepto Estratégico aprobado «describe el entorno de seguridad al que se enfrenta la Alianza, reafirma nuestros valores» y establece «las tres tareas principales de disuasión y defensa de la OTAN, prevención y gestión de crisis, y seguridad cooperativa», recoge la declaración suscrita por los aliados.

La OTAN debe adoptar medidas concretas para hacer frente a desafíos como el terrorismo, la Rusia de Putin y «China y su nueva agenda global». Rusia y China son los principales focos de interés. Para la Administración Biden, China es el «único competidor potencialmente capaz de plantear un desafío sostenido en el tiempo a un orden internacional estable y abierto». El gigante asiático se ha convertido en los últimos años también en foco de interés estratégico para la UE, de ahí que sea uno de los principales desafíos de la OTAN a tener en cuenta en la próxima década.

La invasión de Ucrania ha impulsado la unidad entre la OTAN y la Unión Europea
Ciberespacio y cambio climático
La OTAN tiene también que prepararse para responder eficazmente a otras amenazas, como el ciberespacio y el cambio climático. El objetivo principal de la OTAN en defensa cibernética es proteger sus propias redes, operar en el ciberespacio, incluso a través de las operaciones y misiones de la Alianza, ayudar a los aliados a mejorar su resiliencia nacional y proporcionar una plataforma para la consulta política y la acción colectiva. «Reforzaremos significativamente nuestras defensas cibernéticas a través de una mayor cooperación civil-militar», se indica en la declaración de Madrid. En cuanto al cambio climático, la OTAN reconoce que es «un desafío de nuestro tiempo con un profundo impacto en la seguridad aliada», señalan los aliados en el documento de Madrid. «Es un multiplicador de amenazas». Desertificación, inundaciones, destrucción de hábitats provocados por el cambio climático producirán migraciones masivas, hambrunas, enfermedades y guerras, alerta la organización en el Informe OTAN 2030.
Tipificado como delito
El capítulo V del Código Penal sobre usurpación de funciones públicas e intrusismo, en su artículo 403.1 establece “multas de 12 a 24 meses a quienes ejerzan actos propios de una profesión sin poseer el correspondiente título académico expedido o reconocido en España de acuerdo con la legislación vigente». El texto añade: «Si la actividad profesional desarrollada exigiere un título oficial que acredite la capacitación necesaria y habilite legalmente para su ejercicio, y no se es-tuviere en posesión de dicho título, se impondrá la pena de multa de seis a doce meses». En el punto 2 se prevén también penas de prisión de seis meses a dos años en el caso de que «el culpable, además, se atribuyese públicamente la cualidad de profesional am-parada por el título referido» y si «ejerciere los actos a los que se refiere el apartado ante-rior en un local o establecimiento abierto al público en el que se anunciare la prestación de servicios propios de aquella profesión». El Código Penal, al tipificar esta figura lo ha-ce para proteger a los profesionales, pero también los intereses generales cuando el ejercicio de una actividad por parte de una persona sin cualificación reconocida puede ocasionar graves riesgos para la sociedad.

OTROS ENFOQUES

The New York Times: Roger Cohen, en su artículo La invasión rusa de Ucrania fortalece a la OTAN, considera que la amenaza para Europa del presidente ruso, Vladimir Putin, es real y duradera y, por tanto, «esta es una nueva Europa en la que ya no hay posiciones intermedias».

CNN: ¿Por qué Turquía está causando problemas para Finlandia y Suecia en sus procesos de ingreso a la OTAN?. Según sus autores, la crisis ha puesto de manifiesto «antiguos agravios turcos contra las naciones occidentales y los aliados de la OTAN» y, de paso, supone una oportunidad para que el gobierno de Erdogan use su posición en la alianza para obtener concesiones.

Revista de Estudios de Seguridad: Carmen Romero, vicesecretaria general para asuntos diplomáticos de la OTAN, analiza en el ensayo Agenda OTAN 2030 y Concepto Estratégico 2022 las claves del nuevo entorno estratégico al que se enfrenta la organización y cómo pretende responder a esos desafíos.

«Errores clamorosos, pero Putin sacará tajada», por Inocencio Arias

EN PLENO DEBATE

INOCENCIO F.ARIAS,

diplomático

 

"La OTAN, con «respiración asistida» hace un año según Macron, ha resucitado y le surgen novios”

Errores clamorosos, pero Putin sacará tajada

“Por qué Putin ya ha perdido esta guerra” titulaba en un artículo, pocos días después de la invasión de Ucrania, Yuval Noah Harari, el brillante y leído pensador israelí.

Pasados 111 días resulta que está sin perder y probablemente no la va a perder. No la va a ganar en los términos que ilusamente se planteó debido sobre todo a la tenaz resistencia ucraniana, heroica. El autócrata ruso pifió garrafalmente en su planteamiento y objetivos iniciales. Pensó que internacionalmente el momento era el adecuado, Estados Unidos estaba escaldado con la aventura de Afganistán, Europa, rehén del gas ruso, vacilaría y se dividiría inmediatamente. Se equivocó.

Por otra parte, alimentándose de sus propias fábulas, erró por completo sobre la conducta de los ucranianos. Creyó que el ejército ruso sería acogido como libertador, con palmas y olivos; en las zonas en que no fuera así una ofensiva relámpago obligaría a los ucranianos a capitular, se instalaría un gobierno títere y controlaría el país, paso previo a una anexión a Rusia. Pensaba que era la misión histórica de él, heredero de Pedro el Grande.

El cálculo resultó estúpido. Los ucranianos han ofrecido una feroz y, con frecuencia, eficaz resistencia, causando bajas materiales y humanas de importancia. Europa no se dividió, ¿momentáneamente?, y Estados Unidos acudió rápido a ayudar a Ucrania. Le viene aportando información sobre los movimientos rusos y ya ha enviado armas por valor de 2.400 millones de dólares.

Putin con su guerra que llama cínicamente, “operación militar especial”, ha pisoteado la carta de la ONU (artículo 2,4), la antigua constitución de la URSS que permitía la separación de sus miembros (Ucrania votó masivamente la independencia) y, sobre todo, por su cercanía, el Memorándum de Budapest de 1994. En ese acuerdo, Ucrania cedía su armamento nuclear a cambio de garantías de Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia de que respetarían su soberanía en sus fronteras del momento. Putin se ha hecho pipí en todo esto y como cortina de humo pregonó sandeces como que Ucrania tenía un gobierno nazi y Estados Unidos y la OTAN iban a rearmar nuclearmente a ese país.

Todo nace de la obsesión malsana de Putin de que Ucrania es un ente ficticio, una aberración que no debe existir.

La guerra ha mostrado varias cosas: a) el ejército ruso era menos eficaz y moderno de lo que se creía. b) Europa estaba infraarmada, sus stocks de armamento utilizables escuálidos, etc…c) La gran paradoja, Europa, que arma, con cierta timidez, a Ucrania, está financiando la guerra desencadenada por Rusia gracias a las compras que le hace de gas y petróleo. Y Europa no puede o no quiere renunciar a ese suministro.

Esta es una de las madres del cordero, la dependencia europea de Rusia en algo vital: la energía. Ciertos países, a la cabeza la Alemania de Merkel, patinaron anunciando el cierre de las centrales nucleares y firmando acuerdos amplios con Moscú, con construcción de gasoductos, etc… Ahora se pretende dar un paso atrás y renunciar al grifo ruso. Con discusiones y divisiones. Alemania ha sufrido varios embates de sus aliados por su actitud aparente ambivalente a pesar de que va aumentar espectacularmente su inversión militar (se han esfumado varios tabúes de la política exterior alemana) y Macron ha recibido rejonazos de polacos, bálticos y otros por sus constantes, e infructuosas, llamadas a Putin (“no recuerdo que nadie llamara a Hitler cuando invadió”, dice un polaco) y su afirmación de que hay que darle “una salida al líder ruso”. Hasta el periódico “Le Monde” encuentra cuestionable la postura de su presidente y se pregunta por qué no viaja a Ucrania.

Las larvadas divisiones europeas, que podrían crecer, alientan a Putin, pero esa no es la razón por la que no perderá la guerra. Las sanciones impuestas no le han hecho excesiva mella por el momento; puede resistirlas durante tiempo, y los ciudadanos rusos continúan siendo dóciles. Muchos de ellos apoyan la invasión y hay pocos que se pregunten, por ejemplo, por qué Rusia es excluida del mundial de futbol o eventos parecidos. En la Europa democrática, Brasil, Argentina… sería una afrenta que suscitaría muchas preguntas nocivas para el sistema.

Putin parece que alcanzó un pacto tácito con su gente: yo elevo el nivel de vida y ustedes no se meten en política. Ahora ha logrado convencer a la opinión, con un control absoluto de los medios de información, de que una vez más, el mundo quiere humillar a Rusia. Hay que defender la patria frente a Occidente. Y lo creen.

En consecuencia, la única forma de que recapacitara sería la de causarle ingentes bajas humanas, la llegada de miles de ataúdes de soldados. Esto haría pensar. Por eso libra ahora una guerra de desgaste con bombardeos masivos y relativas escaramuzas de sus tropas. Con esta conducta, y con objetivos más limitados, no puede perder; gasta en presupuesto militar 10 veces lo de Ucrania y tiene 4 veces más de soldados. La ayuda occidental a Ucrania es insuficiente para neutralizar esta guerra de atrición.

Y toda Europa le ha visto las orejas al lobo ruso (nuestro Sánchez menos, es cicatero en defensa). Alemania vota 100.000 millones de euros extra para defensa, la OTAN, con “respiración asistida” hace un año según Macron, ha resucitado y le surgen novios. Finlandia y Suecia alarmadas llaman insistentemente a la puerta tras un giro crucial de su opinión pública (Finlandia ya sufrió dentelladas de Rusia durante la II Guerra).

Son dos democracias ejemplares que no amenazan a nadie a pesar de las bravatas de Putin. Ahora no les basta el Tratado de la Unión Europea. El escudo de la OTAN es más fuerte y disuasorio. Turquía levantó en la cumbre objeciones considerables y egoístas a que puedan entrar, Erdogan chalanea muy bien, pero al final se avendrá sacando tajada y acabarán ingresando.