LA @

PILAR CERNUDA,

periodista

 

"Ya se han montado negocios que ofrecen reseñas y opiniones positivas a quienes necesitan promover y vender su producto"

Opina, que algo queda

SÍ. ANTES DE DAR AL CLICK LEO las opiniones sobre los productos que voy a comprar online y sobre los que no tengo más referencia que la de mi propio criterio: que me han entrado por los ojos en cuanto he visto la imagen, me gustan y me parecen exactamente lo que buscaba. Como millones de personas que intentamos que no nos den gato por liebre, busco en Google las reseñas de un restaurante que no conozco, pero al que quiero ir a comer o cenar, y por supuesto analizo detalladamente las reseñas de los clientes de un hotel antes de hacer mi reserva. Aunque siendo consciente de que pueden estar inducidas o manipuladas.

Todo el mundo sabe que en las páginas web de hoteles se publican las fotos más bonitas, los buffets exquisitos, los cuartos de baño que solo corresponden a las habitaciones más caras, y las vistas al mar o a una plaza que solo disfrutan los clientes vip. En cuanto a los apartamentos, con frecuencia la realidad no se corresponde con lo que aparece en el reportaje fotográfico, así que se comprende que los que han salido «escaldados» en varias ocasiones, pinchen en el apartado de opiniones para no sufrir una nueva decepción. Quien dice apartamento o restaurante puede añadir que es importante informarse sobre cualquier producto cotidiano que pretende comprar, desde una aspiradora a unas deportivas, un limpiador revolucionario o un secador de pelo. Porque hoy la vida nos ha convertido en personas que no disponemos de mucho tiempo que perder y preferimos que nos manden todo a casa sin necesidad de ir de tienda en tienda por mucho que se agrupen en centros comerciales.

A todos nos han pedido que opinemos sobre el hotel en el que hemos pasado unos días; si el restaurante en el que hemos cenado ha estado a la altura de lo que esperábamos de él; si se lo recomendaríamos a un amigo que se apuntara a un gimnasio, o si el trato recibido por el servicio telefónico al cliente de un banco ha sido correcto y ha resuelto nuestro problema. Cuando contestamos esas encuestas intentamos hacerlo de buena fe, con una buena calificación si efectivamente nuestro interlocutor ha cumplido con su trabajo; pero también, por miedo a perjudicarle, les damos más estrellas de las que merece, pero no las cinco que él cree merecer.

Los avispados que viven enganchados a internet y a las redes sociales, que son multitud y que han creado ingeniosas empresas online para resolver problemas que nunca se nos había ocurrido que se podían resolver -incluso que nunca se nos había ocurrido que fueran un problema- no han tardado en buscar las vueltas al asunto de las opiniones para crear un negocio. Tanto, que cada vez son más numerosos los añadidos de «opinión verificada» que aparecen cuando buscas las reseñas de un restaurante, hotel, libro, barniz, bicicleta o juguete, que de todo ello hay abundancia en internet.

Se agradece, porque sin tener una inteligencia superior a la normal, no es difícil adivinar que en ese capítulo de opiniones se detectan algunas, o muchas, que están absolutamente inducidas. Por empresas rivales o por amigos, pero también porque ya se han montado negocios que ofrecen reseñas y opiniones positivas a quienes necesitan promover y vender su producto. Previo pago del importe de las buenas reseñas, por supuesto. Como ofrecen también reseñas negativas con las que hundir a la competencia. Por eso es importante que al mismo tiempo que hay negociantes de escasa ética que se están ganando un dinerito con reseñas y opiniones falsas, también haya crecido el mercado de quienes verifican que las reseñas pertenecen a personas de verdad, no bots, y que además han podido comprobar que han visitado el hotel o restaurante sobre el que opinan, han leído el libro y comprado el juguete, el barniz, o la bicicleta.

La Inteligencia Artificial está a la vuelta de la esquina, si no la tenemos ya aquí, y nos va a cambiar la vida. Las consecuencias serán importantes, para mal, en el mundo laboral, pero también pondrán a nuestro alcance lo que parecía inalcanzable, aunque estaremos pendientes de algoritmos en lugar de confiar en el criterio y la sabiduría de semejantes, que en muchos casos no podrán competir con las disposiciones y el criterio que imponen esos algoritmos.

Da escalofrío esa inteligencia artificial que, como su nombre indica, deja infinidad de decisiones en manos de máquinas diseñadas y programadas por expertos que se supone que no solo son profesionales de categoría, sino que su moral y ética es incuestionable. Pero… ¿Quién lo garantiza?

Por mucho que los grandes técnicos, ingenieros e informáticos intenten vendernos un futuro idílico en el que aparatos de todas las especies harán el trabajo más duro y nos facilitarán la vida, los ejemplos de que es mejor un mundo de hombres y mujeres de carne y hueso, con sensatez, moral y sensibilidad además de conocimiento, siempre será preferible a un artefacto programado para hacer lo que quiera su creador. Que puede ser un desalmado.

Como ocurre con los que utilizan algo tan simple como una reseña o un comentario en redes para hundir o lanzar a las alturas un producto.

Ya puestos, cuando quieran dedicamos un capítulo a los influencers, donde hay mucha tela que cortar. No es oro todo lo que reluce.