AL ENCUENTRO
CARAVACA DE LA CRUZ
A LOMOS DE CABALLOS
JESÚS ORTÍZ
- Mail: [email protected]
- Twitter: @JesOrtizAl
Hay varias cosas en las que Caravaca es referencia internacional; para especialistas en cada materia, es cierto, pero que nos transportan miles de años atrás en circunstancias sorprendentes. Salvo que usted, lector, sea arqueólogo o geólogo, quizás no haya oído mencionar la Capa Negra o la Cueva Negra. Pues acompáñenos, que empezamos por el meteorito que, según vienen defendiendo varios investigadores, acabó con la existencia de la mayoría de los dinosaurios.
La Capa Negra, para empezar, es más bien de color verde muy oscuro. Puede parecer insignificante, porque se trata de una lámina de pocos centímetros de espesor y no muy larga integrada en una capa de arcilla, pero su importancia radica en que contiene una gran cantidad de iridio, metal que llegó a la Tierra formando parte de un meteorito de proporciones gigantescas, el cual colisionó con nuestro planeta a finales del Cretácico (hace unos 70 millones de años). El de los dinosaurios, vaya. Pero el barranco del Gredero, donde está esta rareza mineral, es también un libro abierto para el estudio de nuestra evolución: las paredes de margas y areniscas muestran los límites entre varias etapas geológicas y restos fósiles de los seres que las vivieron. Hay una ruta de senderismo que permite pasear el barranco hasta su desembocadura en río Argos. No es fácil de ver la Capa Negra, pero si lo es caer en la tentación de llevarse algún ‘recuerdo’ de la zona. No lo haga, por favor. Estará sustrayendo historia del planeta a una de las zonas geológicas más completas del mundo.
La otra Negra, la cueva, tampoco se queda atrás en cuanto a importancia internacional. Se han descubierto en ella los vestigios de una hoguera de hace cerca de un millón de años, que son los más antiguos de Europa. Añada a esto restos de huesos humanos y de animales que pudieron ser alimento de los homínidos, un hacha bifaz de caliza… Hasta hace poco, porque en el verano de 2022 se reanudaron las excavaciones, suspendidas durante la pandemia, y estas siguen dando sus frutos, con numerosos restos de animales ya extintos o impensables hoy en la Península Ibérica, de utensilios paleolíticos de sílex, caliza y cuarcita o de muestras de que la oquedad fue compartida entre nuestros antepasados y los de las hienas. La entrada está en la pared de un promontorio bordeado por el río Quípar, cerca de unos afloramientos del Mioceno Superior. La Cueva Negra no es visitable, por estar sujeta a prospección arqueológica, pero sí sus alrededores y otras oquedades cercanas, que proporcionan una grata ruta de senderismo.
EL IRIDIO DE LA CAPA NEGRA LLEGÓ A LA TIERRA FORMANDO PARTE DE UN METEORITO DE PROPORCIONES GIGANTESCAS: EL DE LOS
DINOSAURIOS
La vida en Caravaca, sin salir de la prehistoria, nos sitúa entre poblados de la cultura argárica, gentes de la edad del bronce que se asentaron en el sudeste de la Península Ibérica, entre el 2300 a.C. y el 1500 a.C., y ocuparon el territorio caravaqueño, aunque solo se pueden ver algunos restos en La Placica, a orillas del Quípar. A los íberos también les gustó la zona, sobre todo la que circunda a la Ermita de la Encarnación, y allí hicieron su hogar varios grupos de ellos desde el siglo VI a. C. Han llegado hasta nosotros muchos vestigios encontrados en su entorno, tales como figuras de caballos, de guerreros o de una mezcla de ambos, como es el caso del excepcional Centauro de los Royos, que hoy se conserva en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid).
Los romanos desalojaron a los íberos, o se fusionaron con ellos, y construyeron en los mismos lugares. La ya citada Ermita de la Encarnación es un ejemplo de cultura sobre cultura: templo íbero sobre el cual se erige otro romano, y encima de este construyen una pequeña iglesia cristiana que, a su vez, es base del actual santuario. El lugar de culto romano, los lugares, mejor, porque se han identificado dos templos en la Encarnación, dan muestra de que la Caravaca romana debió tener alta ocupación y explotación agrícola. El Museo Arqueológico Municipal, situado en lo que fue una iglesia construida donde estuvo la primitiva parroquia del Salvador, es todo un estupendo centro de interpretación de lo que fue la vida prehistórica y antigua cruceña.
EL MUSEO ARQUEOLÓGICO MUNICIPAL DEL SALVADOR ES TODO UN ESTUPENDO CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LO QUE FUE LA VIDA PREHISTÓRICA Y ANTIGUA CRUCEÑA
La Edad Media convierte a Caravaca en asentamiento de los musulmanes llegados a la Península tras las huellas de Tarik, con toda seguridad a partir del Pacto de Tudmir (Teodomiro, noble visigodo propietario de lo que hoy son las provincias de Alicante y Murcia) suscrito entre este y el rey de la Taifa de Valencia, Abd al-Aziz (año 713), por el que el visigodo cedía al descendiente de Almanzor la autoridad en la zona a cambio de paz y respeto para vidas, posesiones y religión de sus habitantes; pagando tributo, eso sí. Y esto llegó de esta manera hasta el 1243 con otro tratado, el de Alcaraz, entre Fernando III de Castilla y el rey murciano de entonces, Aben Hudiel, en el que se cambiaron las tornas, pero con idénticas condiciones. Fue en este punto en el que la fortaleza caravaqueña dejó de ser musulmana para convertirse en cristiana.
En ambos periodos tenemos una zona fronteriza y todo lo que eso conlleva de escaramuzas, saqueos, rapiña… Pero mientras los 530 años de vida del primer acuerdo fueron, digámoslo así, «pasables», el segundo no llegó a los 21, porque en 1264 tuvo lugar una sublevación mudéjar que, una vez sofocada, fue el argumento para dejar el tratado de Alcaraz en papel mojado. Al poco de conseguir pacificar el lugar, ya en tiempos de Alfonso X –que había dirigido, como infante, el ejército que sofocó la revuelta–, se encomienda a la Orden del Temple la villa y su fortaleza. Y en ella permanecen los templarios, salvo un pequeño lapso de cinco años, hasta su disolución, en 1312. Luego unos años de vacío y, en 1344, fue la Orden de Santiago la encargada de destacarse ahí.
UN RELATO ADJUDICA A LOS TEMPLARIOS, CUANDO TOMARON POSESIÓN DE LA ENCOMIENDA, EL TRASLADO DEL RELICARIO DE LA «VERA CRUZ» DESDE JERUSALÉN
La Cruz de Caravaca, hablar de ella, mejor, nos devuelve a los años de la Orden del Temple en Caravaca… o quizás a un poco antes. Porque hay varios relatos que intentan justificar la existencia de la reliquia de la Vera Cruz. Si hablamos de los más populares, el más antiguo, es el del sacerdote cristiano Chirino, instado a decir misa por un gobernador musulmán para «ver qué era eso»; la falta de una cruz para oficiar el acto litúrgico y la aparición repentina de dos ángeles que pusieron la cruz en el improvisado altar son la esencia de la tradición. Otro relato adjudica a los templarios, cuando tomaron posesión de la Encomienda, el traslado del relicario desde Jerusalén. La forma de cruz patriarcal del estuche contenedor, símbolo de la orden monástica militar, añade un punto de credibilidad a esta historia.
Hay otra tradición cruceña que es difícil de situar cronológicamente, porque hace protagonistas a los templarios y a su Vera Cruz, aunque el relato parece ser anterior a la llegada de la Orden a Caravaca. Claro que esto, tratándose de algo que se sitúa entre la leyenda y la tradición, es lo de menos. Hablamos, en fin, de los Caballos del Vino. Sitiado el castillo por los musulmanes, el agua de los aljibes escasea o se pudre –conviven las dos versiones– y un grupo de valientes consigue burlar el cerco con sus caballos para llegarse a unos pozos e intentar llenar los odres con el preciado líquido. Pero los sitiadores habían envenenado los manantiales y, en vez de volver de vacío, los expedicionarios decidieron llenar los pellejos con vino. Cargados los caballos, solo quedaba llegar corriendo con ellos, y a su ritmo de galope, cuesta arriba y hasta la fortaleza para evitar un destino fatal a manos de los enemigos. Y lo lograron, para regocijo de los que se encontraban intramuros.
La Cruz de Caravaca interviene como mediación para el milagro subsiguiente, con una pequeña divergencia entre las dos versiones: en un caso, el toque con el relicario transforma el vino en agua sanadora y, en el otro, se vierte un poco del vino bendito en los aljibes, de forma que el agua putrefacta se hace potable; y es de imaginar que, si se acepta esta versión, el resto del vino pudo servir para festejar la gesta de los caballeros… O caballistas, como hoy los conocemos. Porque la celebración ha llegado hasta nuestros días, año tras año, desde la mismísima Edad Media.
LOS CABALLOS DEL VINO
1 AL 3 DE MAYO DE 2023
La tradición de los Caballos del Vino está documentada desde el siglo XVII, aunque todos los estudiosos coinciden en que es más que probable que se viniese celebrando desde mucho tiempo antes. El acto central de la fiesta consiste en emular a los soldados que consiguieron saltase el cerco musulmán al castillo, en el siglo XIII, corriendo, cuesta arriba, con sus caballos cargados con odres de vino a falta de agua. Dicho así, parece fácil, pero entremos en detalles.
La carrera tiene lugar en la misma Cuesta del Castillo por la que, según la leyenda, subieron los soldados templarios a velocidad de galope equino corriendo al lado de sus monturas. Hablamos de una pendiente bastante pronunciada de ochenta metros de longitud. Cada caballo, primorosamente engalanado, va con cuatro caballistas corriendo a su lado y agarrados a él: los dos de adelante, refrenando el galope; los de atrás, azuzando al cuadrúpedo. Porque solo se clasifican los grupos que consiguen hacer el recorrido sin que ninguno de sus miembros se suelte del caballo (por eso el control de la velocidad de los anteriores), pero en el menor tiempo posible (de ahí la estimulación de los posteriores).
El tiempo de subida está en torno a los 8 segundos. El récord, hasta ahora, en los 7 segundos y 713 milésimas logrados por la peña Artesano en 2016. Por comparar la velocidad alcanzada por los caballistas, piénsese que el hombre más rápido del mundo, Usain Bolt, hizo los 100 metros lisos en 9 segundos y 58 centésimas. Hagamos hincapié en la palabra «lisos». Si fuese proporcional, Bolt correría en llano a la misma velocidad que los de la peña Artesano cuesta arriba –ayudados por el caballo, de acuerdo; pero subiendo y con el público llenando la pista–.
En torno a esta tradición hay otros concursos: el de caballo a pelo y el de enjaezamiento. El primero valora la estampa y el porte de los animales y el segundo su enjaezamiento: van literalmente vestidos con piezas bordadas con seda, pedrería y canutillo de oro y plata, elaboradas a medida para cada caballo y son auténticas obras de arte.
CARGADOS LOS CABALLOS CON EL VINO, SOLO QUEDABA LLEGAR CORRIENDO CON ELLOS, Y A SU RITMO DE GALOPE, CUESTA ARRIBA Y HASTA LA FORTALEZA
Hay multitud de actividades y celebraciones durante los tres días, de las que pueden obtener información en el recuadro. Pero si se trata de sintetizar qué son los Caballos del Vino, quédense con estas palabras de José Francisco García, alcalde cruceño, cuando en 2020 la fiesta fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad: «los Caballos del Vino son leyenda e historia, rivalidad y comunión, compromiso y fiesta, pasión y folklore, tradición y futuro, arte y épica, fuerza y belleza dentro de una celebración que aglutina tantas disciplinas y oficios y con tanta dedicación que es capaz de sincronizar los corazones de un pueblo unido».
INFORMACIÓN
Oficina de Turismo
C/ De las Monjas, 17
Tel.: 968 702 424
[email protected]
www.turismocaravaca.com
ALOJAMIENTO
Círculo Artístico 1911. Hotel Boutique.
C/ Mayor, 5
Tel.: 968 702 422
[email protected]
https://www.circuloartistico1911.com
El Molino del Río Argos. Hospedería rural
Camino Viejo de Archivel, Km. 8’6.
Benablón (Caravaca de la Cruz).
Tel.: 968 433 381
[email protected]
http://www.molinodelrio.com
RESTAURANTES Y TAPEO
Portón de la Compañía
C/ Mayor, 38
Tel.: 618 660 323
Felymar Gastroteca
Plaza de Abastos. Interior Plaza Massima
Tel.: 666 065 697
Delicias del Horno
C/ Mayor, 9
Tel.: 868 175 166
Para no perderse
Ensayo histórico sobre el acontecimiento religioso de la Vera Cruz de Caravaca y su Santuario.
Gregorio Sánchez Romero.
Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar (Murcia, Spain): A late Early Pleistocene hominin site with an “Acheulo-Levalloiso-Mousteroid” Palaeolithic assemblage.
M.J. Walker y otros autores. Quaternary International, Volume 294 (2013).
VER
El paraje de Las Fuentes del Marqués.
Turismo de Caravaca de la Cruz. Web informativa.
VER
INFORMACIÓN
Bando Caballos del Vino
C/ de las Monjas – Casa de la Cruz
Tel.: 669 081 842
[email protected]
https://caballosdelvino.org/
(Nota: la carrera de los Caballos del Vino puede verse en directo, vía YouTube, en la web).
Casa Museo de los Caballos del Vino
C/ Gregorio Javier, 21
Tel.: 868 185 096
[email protected]
http://museocaballosdelvino.com