CONSUMO

¿NECESITAMOS TANTA ROPA?

La producción de ropa se ha duplicado en la última década, con una estimación de 100.000 millones de prendas fabricadas al añoLa producción de ropa se ha duplicado en la última década, con una estimación de 100.000 millones de prendas fabricadas al año.
Acumular ropa en nuestros armarios se ha convertido en un grave problema para el medio ambiente. Si, además, esa ropa que infrautilizamos no cumple con los estándares mínimos de calidad, o termina en la basura, el problema se agrava. La moda de usar y tirar (fast fashion) es ya una gran amenaza para el planeta y tanto productores como consumidores debemos empezar a tomar medidas urgentes.
MARIÁN LEZAÚN

Las imágenes de montañas de ropa pudriéndose al sol en el desierto de Atacama (Chile) o en los enormes vertederos de países africanos, como Ghana, son solo la punta visible de un problema mucho más profundo: la sobreproducción de ropa y la calidad de la misma. Organizaciones internacionales, instituciones multilaterales y gobiernos llevan tiempo pidiendo un mayor control sobre ciertas prácticas de la industria textil, pero también sobre el consumo desmesurado de ropa. Y es que, si hace apenas una década el comercio online era el gran desafío para la industria de la moda, la sostenibilidad, el reciclaje y el compromiso con el entorno natural y social son hoy los grandes retos de un negocio que solo en España representa el 2,8% del total del PIB y supone más del 4,3% del empleo, según datos del Centro de información Textil y de la Confección (Cityc).

Responsabilidad social

La moda es un sector que crea riqueza, que genera empleo, que sitúa a España en los puestos de cabeza del mapa del comercio internacional, pero que tiene que mejorar en muchos aspectos porque la sombra del desperdicio, la contaminación y la responsabilidad social ensombrecen el mercado. Por eso, la Unión Europea lanzó el año pasado una nueva estrategia para la industria textil y su distribución, que implica tanto a los productores como a los consumidores, cuyo objetivo principal es sanear un sector estratégico. Dicha estrategia incluye desde un nuevo reglamento sobre el diseño de los productos hasta la necesidad de crear nuevos etiquetados que incluyan información más clara sobre las prendas o la puesta en marcha de controles para evitar el llamado blanqueo ecológico de las marcas. También se necesitan, según expertos europeos, planes más ambiciosos para abordar la exportación de residuos o el impacto de los microplásticos.

 


FABRICAR ROPA EXIGE UN CONSUMO DE GRANDES CANTIDADES DE AGUA, DE PRODUCTOS QUÍMICOS Y DE ENERGÍA


 

Se trata de atajar un problema que nos afecta a todos. La producción de ropa se ha duplicado en la última década, con una estimación de 100.000 millones de prendas fabricadas al año, mientras el tiempo medio de uso de cada prenda se reduce hasta un 40%. En algunos casos, ese uso se limita a una ocasión o incluso a ninguna. La culpa es de la denominada fast fashion que desde hace un tiempo tira del sector. Una moda barata, de consumo rápido y que se adapta a las tendencias del mercado sin reparar en el enorme impacto ambiental que supone. Porque fabricar ropa exige un consumo de grandes cantidades de agua, de productos químicos y de energía. Es por eso que las organizaciones medioambientales reclaman un mayor compromiso de todos los agentes implicados en el sector, formado por grandes conglomerados empresariales y miles de pequeñas firmas, para cumplir con las medidas necesarias. Se trata de adoptar los principios de la economía circular al modelo de producción de textiles. Es decir, utilizar materias primas y recursos más sostenibles, al tiempo que se reduce el consumo de agua, de energía y se crean sistemas de reutilización y reciclaje de esos productos. “También necesitamos que las grandes plataformas de comercio online mejoren la gestión de las devoluciones y colecciones pasadas que pueden acabar en vertederos sin cumplir con los requisitos de la circularidad”, explica Ojeda. Para paliar ese problema, muchas empresas de distribución permiten ya a sus colaboradores recuperar los productos no vendidos y donarlos a plataformas que se encarguen de darles una segunda vida, pero son iniciativas que tienen que ir unidas a una mayor calidad de los productos. “Si esos productos no son duraderos el problema continúa”, advierte.

Reducción de la huella ambiental

De momento, son las firmas más pequeñas las que abanderan la reducción de la huella ambiental y las que están liderando los proyectos más comprometidos. Cada vez hay más firmas que acreditan el uso de materias primas de calidad, de origen sostenible o negocios basados en la recuperación, la donación o un uso más amplio de las prendas de vestir. También las grandes marcas están lanzando campañas de impacto en las que prometen tejidos sostenibles, productos fabricados con materiales reutilizados o el reciclado de las prendas. Muchas, incluso se han aliado con otras empresas para dar salida a sus productos caducados. Es el caso de Inditex que apoya la red de tiendas de segunda mano creadas por Cáritas (Moda-re) para la ropa donada o que ha instalado contenedores en sus tiendas para reciclar la ropa usada. También H&M y otras marcas recogen ropa usada en sus establecimientos. “El problema es cuando ese reciclado se premia con bonos para seguir comprando más ropa, el problema sigue ahí”, explica Ojeda. Por eso, esta experta apuesta por cambiar el modelo. “Necesitamos acabar con esa producción excesiva de ropa, con la temporalidad de las colecciones, con la mala calidad de muchas prendas”, reconoce. “Mucha de la ropa que entra en las cadenas de reciclado no se puede recuperar porque sus fibras no tienen la calidad suficiente para volver a fabricar nuevos tejidos con ellas”, lamenta.

 


LA SOSTENIBILIDAD, EL RECICLAJE Y EL COMPROMISO SON LOS GRANDES RETOS DE UN NEGOCIO QUE SOLO EN ESPAÑA REPRESENTA EL 2,8% DEL TOTAL DEL PIB


 

Para los expertos, la innovación y los principios de la economía circular deberían extenderse a todo el sector. “Todas las marcas de moda deberían incorporar la circularidad e invertir más en innovación. Veo un futuro donde la moda será 100% biodegradable, porque ya hay países, como Alemania, Portugal o Dinamarca, que están dando pasos en ese sentido”, explica Nuria Neira, experta en consultoría de marketing y retail para marcas emergentes de moda y belleza. Neira, que acaba de publicar La nueva era de la moda, reconoce que “la sostenibilidad demostrada es aquella que se pueda verificar en las diferentes fases de la cadena de valor de una firma de moda, desde la selección de tejidos hasta la comercialización. En este proceso nos encontramos con aspectos medioambientales, económicos y sociales. No es suficiente que un tejido sea orgánico si los trabajadores que confeccionan esa prenda, los proveedores o incluso los propios fundadores de la marca no tienen un salario digno”, apunta.

Moda que contamina

Según un estudio de la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA), el sector de la moda ocupa el cuarto puesto por consumo de agua y el uso de materias primas en la Unión Europea. El calzado, la ropa y los textiles provocan, después de los alimentos, la segunda mayor presión sobre el uso de la tierra, y también una gran cantidad de contaminación química y del agua. Se estima que la ropa es responsable de la producción de 8 millones de kilos de plásticos y del vertido del 35% de los mismos a los mares y océanos en forma de microfibras. Algunas fibras textiles como la licra pueden tardar hasta 200 años en degradarse, según diversos estudios. El informe de la EAA también muestra que la producción de moda para el mercado europeo causa además enormes cantidades de emisiones contaminantes.

¿Qué puede hacer el consumidor?

Como consumidores responsables hay muchas medidas que podemos tomar para amortiguar el impacto de la fast fashion en nuestro planeta. La primera pasa por no comprar más ropa de la que vayamos a usar: solo hay que pensar en toda aquella que ya tenemos en el armario y hace tiempo que no utilizamos. No se trata de dejar de consumir sino de hacer un uso más consciente de los productos. “Hay que concienciar y divulgar. La moda no solo sirve para vestirnos, es una forma de expresión, es una manera de vivir. La moda es bienestar, no solo hay que preocuparse por alimentarse sano, también por vestir sano. Imparto clases a las nuevas generaciones y afirmo que son los que mejor entienden estos parámetros”, explica Nuria Neira, experta en marcas emergentes de moda y belleza. En la misma línea, Celia Ojeda, de Greenpeace, reconoce que la llamada Generación Z (los nacidos a finales de la década de los noventa) lideran este cambio mediante el consumo de moda sostenible, vegana y creando negocios que permiten un uso más amplio de la ropa y los complementos. Los expertos recomiendan también recurrir a la donación, el reciclaje, el arreglo de prendas y las tiendas de segunda mano. Cualquier cosa es mejor que ver esos montones de ropa en los vertederos de medio mundo, señalan desde Greenpeace. Por eso, los consumidores debemos apostar también por aquella moda de mayor calidad, que no utilice materiales contaminantes y que, a la larga, mejore su uso y su recuperación también.

Por si las dudas

Unión Europea: La UE lanzó hace un año la Estrategia sobre Textiles con la intención de impulsar la sostenibilidad en el sector, implicando a todos los eslabones de la cadena, desde la producción textil al consumidor.

Las marcas más sostenibles: Desde esta web que promueve la sostenibilidad en todos los sectores de la economía española, se pueden consultar más de cincuenta marcas de ropa sostenible y cuál es su estrategia

Moda España: La patronal de empresas de moda recoge en su web todas las novedades que afectan al sector de la moda en España.