Alhama de Murcia. Entre termas y peleles

AL ENCUENTRO

Alhama de Murcia

Entre termas y peleles

JESÚS ORTÍZ
Castillo (s. XI) y murallas. Finca de naranjos en primer plano.
Puede estar seguro el lector de que la tranquilidad que hoy se respira en este recoleto rincón de la región murciana ya atrajo a todo el que recaló en Alhama de Murcia. Bueno: la tranquilidad, el fértil territorio del Valle del Guadalentín en que se encuentra, sus recursos defensivos en altura y un manantial de aguas salutíferas, que ya es atractivo en sí mismo. Restos arqueológicos, por tanto, para todos los gustos. No los encontrará el viajero, eso sí, de los peleles que protagonizan Los Mayos, paradigma de humor y de ironía. Para eso, y valga esto de invitación formal, hay que ir a Alhama el primer fin de semana de mayo.

En el municipio de Alhama de Murcia hablan alto y claro los espacios naturales. Para empezar, el Parque Regional de la Sierra de Espuña y la Sierra de Carrascoy, que tienen gran parte de su territorio en terrenos alhameños. Cita obligada también la Sierra de la Muela, que sirve de abrigo a la población; los Saladares del Guadalentín, humedales que son Lugar de Importancia Comunitaria y Zona de Especial Protección para las Aves, estupendo observatorio de estas, por lo tanto; y los singulares Barrancos de Gebas, para los que difícilmente se puede buscar un calificativo que no sea «paisaje extraterrestre».

El senderismo, los deportes al aire libre o el simple encuentro con distintos ámbitos naturales pueden ser un fin en sí mismos a la hora de proyectar una visita a estas tierras diseñadas por las corrientes fluviales. Para darse una idea, desde el propio centro de la población se pueden hacer varias rutas, como la del Cerro del Castillo, que parte de la Plaza Vieja, o la circular por la Sierra de La Muela, cuyo punto de inicio más habitual es el aparcamiento del cementerio municipal. En estos dos ejemplos, las vistas, una vez ganada cierta altura, son magníficas, aunque puede decirse que el sendero de La Muela se lleva la palma con dos miradores: el de su mismo nombre y el del Embalse de Algeciras.

 


DESDE EL PROPIO CENTRO DE LA POBLACIÓN SE PUEDEN HACER VARIAS RUTAS COMO LA DEL CERRO DEL CASTILLO O UNA CIRCULAR POR LA SIERRA DE LA MUELA


 

Claro que, si de lugares con panorámicas privilegiadas hablamos, todo alhameño que se precie dirá al viajero que no se puede ir sin haber estado en el Mirador de los Barrancos de Gebas. La carretera de montaña que llega hasta allí, y que se adentra ya en la Sierra de Espuña, se rodea de naranjos y limoneros en los primeros kilómetros para ir serpenteando distraídamente por pinares y cultivos en terraza. Entre el verde de los pinos, un poco más allá, emergen los primeros barrancos, como arrugas que se hubieran ido apoderando de una piel eterna. Al mirador se accede por un camino de tierra que sale de la pedanía de Gebas. A partir de ahí, con la vista perdida sobre siglos de erosión, solo queda el sonido del viento, de algún ave y del leve estremecimiento que impone el estar frente a un paisaje hermoso y extraño, que se vuelca en el azul lejano del Embalse de Algeciras.

Alhama, explican los etimólogos, viene del árabe al-hamma, cuyo significado es «el agua caliente». Aunque sea esta la denominación que ha llegado hasta nuestros días, es el legado romano, sin embargo, el que ha marcado la impronta de la población como lugar en el que aprovechar un manantial salutífero para aliviar diversos males o, simplemente, para relajarse con un buen baño. O sea, y que sepamos a ciencia cierta –porque en los alrededores hay restos de otras culturas anteriores–, nos hablan más de dos mil años de historia desde la profundidad de las instalaciones balnearias que nos legaron los tiempos de la Pax Romana. El pueblo musulmán, como ha hecho en otros muchos lugares de la Península Ibérica, se limitó a utilizar las instalaciones con algún mínimo acomodo adecuado a sus costumbres y cultura.

Lo que hoy es el Museo Arqueológico Los Baños permite al visitante moverse con comodidad por las distintas estancias que componían el complejo romano –también el musulmán, al fin y al cabo y dado que utilizaron los mismos espacios– observando sus diferentes utilidades. Es digna de mención la adaptación de los restos arqueológicos a espacio museístico, que incluso ha podido desarrollar zonas destinadas a exposiciones temporales. Una adaptación, por cierto, que partía de un punto complicado, porque en 1848 se construyó sobre el complejo romano el Gran Balneario Hotel, que gozó de prestigio, pero que se convirtió en hospital durante la Guerra Civil y fue demolido en 1972.

El castillo, de finales del siglo XI, es el que citó el geógrafo Al-Idrisi hacia 1150 cuando describió la ruta que llevaba desde Murcia hasta Almería, indicando que esta pasaba por Hisn al-Hamma (Castillo del Agua Caliente). Su cometido era dominar la vía de comunicación entre Levante y Andalucía y cuentan las crónicas que fue una plaza difícil de conquistar durante la dominación islámica e, incluso, tras la ocupación cristiana, ya mediado el sigo XIII. Su paso de manos aragonesas a castellanas, con alguna trifulca bélica de por medio, y la poca atención por parte de sus últimos propietarios, los sucesores del marquesado de Los Vélez, trajeron consigo el deterioro en que se encontraban sus restos cuando se inició su recuperación a finales del siglo XX.

 


TODO ALHAMEÑO QUE SE PRECIE DIRÁ AL VIAJERO QUE NO SE PUEDE IR SIN HABER ESTADO EN EL MIRADOR DE LOS BARRANCOS DE GEBAS


 

Previo al levantamiento del hisn, los pobladores islámicos construyeron la aldea fortificada de Las Paleras, objeto de actuación arqueológica desde 2006, que se sitúa a un lado de la zona ocupada por el castillo y en el propio cerro. Su edificación se llevó a cabo entre los siglos VIII y IX, unos doscientos años, por tanto, antes que la alcazaba, y se abandonó tras un violento incendio mediado el siglo X. Su singularidad estriba en que se trata de un lugar que no estuvo previamente ocupado, o al menos no se han encontrado evidencias de otros asentamientos, y tampoco se ocupó después. Algún cronista de la época identificó la aldea como la «fuente de Satán», quizás por su proximidad con la sima del Vapor, de 85 metros de profundidad, en cuyo interior hay más de 40 grados y cuya humeante presencia se observa cuando la temperatura exterior es baja.

Alhama de Murcia, por lo demás, es un sitio tranquilo, decíamos al principio, cuya vida transcurre en torno al Museo de los Baños, la vecina iglesia de San Lázaro, del siglo XVIII, pero construida sobre una antigua edificación cristiana, la Plaza Vieja y su centro cultural, establecido en un caserón del siglo XVIII, y la Avenida de la Constitución, donde reina el ayuntamiento y se deja ver el Jardín de los Mártires.

 


CON LA VISTA PERDIDA SOBRE SIGLOS DE EROSIÓN, ANTE LOS BARRANCOS SOLO QUEDA EL SONIDO DEL VIENTO, DE ALGÚN AVE Y DE UN LEVE ESTREMECIMIENTO


 

Para quien tenga interés por profundizar un poco más en la historia y la cultura del municipio, siempre sin perder de vista la exuberancia natural que rodea cualquier rincón, las distintas pedanías pueden ser puntos de referencia. En la Sierra de Espuña hay dos: El Berro y Gebas. La primera, con restos de asentamientos musulmanes de los siglos XII a XIV y con su peculiar Auto de los Reyes Magos –se celebra en enero, lógicamente–, que es un pequeño sainete en que participan todos los vecinos. La segunda, con diversas estructuras hidráulicas, algunas de ellas medievales, y un yacimiento de origen romano en el que se está empezando a actuar.

En la Sierra de Carrascoy está El Cañaico, con su yacimiento íbero de La Pita (s. IV a. de C.) y restos de elementos defensivos de los siglos XIII y XIV. En zona algo más llana, cerca de los Saladares, Las Cañadas, donde el yacimiento de Venta Aledo hace pensar en un importante asentamiento romano. Y casi en la orilla del Guadalentín, La Costera, que es la pedanía más extensa de Alhama y cuenta también con restos arqueológicos romanos y medievales.

Si los paseos por senderos y rutas, empapado el caminante de naturaleza y cultura, mandan un descanso para reponer fuerzas, está en un lugar que ha hecho de la industria chacinera su forma de vida y donde el arroz con conejo y las migas marcan la diferencia. Estas últimas tienen, incluso, su broma local… o eso parece. Preguntados varios alhameños por algún restaurante o mesón donde se hagan unas buenas migas, la respuesta es coincidente: «solo hacemos migas cuando llueve». Afortunadamente, en fin, se pueden acabar degustando sin necesidad de abrir el paraguas.

Patio particular en la Avda. de Cartagena.
Panorámica desde el Mirador de los Barrancos de Gebas.
La Plaza Vieja es el antiguo centro social, político y económico de Alhama desde el siglo XIV. En ella se encuentran el Centro Cultural (en casa del s. XVIII) y el inicio de la Ruta del Cerro del Castillo.
Acceso al Museo Arqueológico con San Lázaro al fondo.
Calle Larga con la casa blasonada de la Tercia (a la derecha).
Iglesia de San Lázaro (s. XVIII).
Sala central de los baños romanos (s. I, Museo Arqueológico).

PARA NO PERDERSE

Red de senderos de Alhama de Murcia. Ayuntamiento de Alhama de Murcia. Concejalías de Turismo y Medio Ambiente.
Alhama de Murcia: patrimonio cultural y natural. Ayuntamiento de Alhama de Murcia.
Los Mayos con los cinco sentidos. Ayuntamiento de Alhama de Murcia. Concejalía de Turismo.

INFORMACIÓN

Oficina de Turismo
Plaza Constitución, 10
Tel.: 968 633 512
[email protected]
https://ayuntamiento.alhamademurcia.es/
https://www.fiestadelosmayos.es/


ALOJAMIENTO

Hotel La Mariposa * (rural)
Carretera RM-515 (Gebas)
Tel.: 968 668 032
[email protected]
www.hotellamariposa.com

Hotel Julián *** (urbano)
Av. Ginés Campos 35/37
Tel.: 968 636 133
[email protected]

RESTAURANTES Y TAPEO

El Mirador de Gebas
Camino del Mirador de los Barrancos de Gebas
Tel.: 968 633 644
[email protected]
https://elmiradordegebas.com/

El Chaleco
Avenida de Cartagena 9
Tel.: 968 630 104
https://elchalecorestaurante.com

Casa El Lobo
Av. Cartagena, 54
Tel.: 968 639 596
https://www.restaurantecasaellobo.com

FIESTA DE LOS MAYOS

Del 1 al 5 de mayo de 2024

Ambiente en los Mayos. - FOTOS DE LA OFICINA DE TURISMO DE ALHAMA DE MURCIA -

La Fiesta de los Mayos no es una tradición de esas documentadas desde los albores de los tiempos, porque su referencia más antigua es de principios del siglo XX, pero está tan fuertemente arraigada que es la fiesta por excelencia de la localidad y desde 2018 de Interés Turístico Nacional.

Muy sintéticamente, como cuentan en la web de la fiesta, «consiste en la colocación, en la puerta de las casas, de peleles o monigotes vestidos con viejas ropas de la casa y la cara pintada con rasgos humanos. Los temas básicos que se tratan suelen ser tres: la recreación de antiguos oficios ya desaparecidos y que eran típicos de Alhama; la representación de escenas de la vida cotidiana, tratadas por lo general en clave de humor y, por último y las más celebradas, las escenas satíricas que con agudeza crítica ponen de manifiesto problemas o temas puntuales de actualidad».

No se trata, por tanto, de que en «la plantá» de los peleles –que tiene lugar durante la madrugada del sábado y hasta el mediodía– se ponga un solo muñeco, sino que cada «mayo» debe componer una escena. Y cada uno de los personajes lleva un cartel que es como su parte del diálogo que este establece con los demás o que lo identifica con quien representa, sobre todo en las composiciones más irónicas. Los vecinos que deseen participar en el concurso con sus Mayos pueden optar a tres categorías: el más ingenioso en su crítica, el más original o el más representativo de las costumbres y cultura locales.

El ambiente de fiesta se completa con los Corremayos, que son los vecinos y visitantes ataviados con una saya de rombos multicolor, similar a la vestimenta que usa el personaje del arlequín en la comedia italiana. Varias puntas de esos rombos están rematadas por cascabeles, con lo que el movimiento de cada Corremayos va acompañado del indefectible tintineo. Su desenfadado desfile por las calles de Alhama, acompañados de charangas, llega a congregar a varios miles de participantes. Por diversión, claro. Y porque siempre está al final la paella, gigantesca, que el ayuntamiento ofrece a los que se han vestido de rombos y cascabeles.

Actuación arqueológica.
Corremayos.
Fútbol femenino.

Baiona, punto de reencuentro

AL ENCUENTRO

La reproducción de la Pinta, visitable, es como un pequeño museo que muestra personajes y enseres de finales del siglo XV.

BAIONA

Punto de reencuentro

JESÚS ORTÍZ

Fotos: Jorge Alonso @Cocodrilodos

Los lugares en los que cualquier ser humano siente, cuando en ellos recala, que lo que le rodea es amigable, reconocible, que le brinda protección, son los que ponen en su boca el indefectible «¡estamos en casa!». Imagínese ahora el lector varios meses de navegación a vela, un viaje a lo desconocido, un final de etapa de lo más complicado y, por fin, el calor de un puerto y sus gentes. Martín Alonso Pinzón y la tripulación de la Pinta, en marzo de 1493, llegaron a Baiona con todo ese bagaje de sensaciones: los primeros testigos del encuentro de Europa con América habían llegado a casa.
Caballos salvajes en la Serra da Groba.

La primera impresión que el viajero puede tener de Baiona es que se trata de un bastión defensivo, de la típica villa marinera gallega o de ambas cosas a la vez. Y tendrá razón sea cual sea la respuesta elegida. Lo que quizás no imagine, salvo que su punto de encuentro con la localidad bayonesa sea Baíña, en la Serra da Groba, es que también puede definirse como tierra de caballos. Y así, casi sin despeinarnos, entre este párrafo y la entradilla, ya le hemos dado cuatro buenas razones para visitar este discreto extremo sur de las Rías Baixas: primer párrafo de la pieza informativa que dio cuenta al mundo de la existencia de América, lugar con encanto de tradiciones pesqueras, posición óptima para proteger la zona de incursiones piratas y naturaleza salvaje en la que campan a sus anchas los equinos, como hace unos cuatro milenios, que sepamos.

El Outeiro dos Lameiros, en la citada Baíña, nos permite comenzar a ver Baiona en un orden cronológico. Ahí, entre la treintena de rocas que exhiben sus petroglifos esquemáticos o simbólicos, una losa casi vertical muestra más de setenta figuras de caballos, que es como una foto prehistórica de lo que los ojos del viajero del siglo XXI pueden ver en la naturaleza circundante; porque los caballos, en efecto, corretean o pastan libres en las proximidades y por donde quiera que se mire como hace, al menos, cuatro mil años. Hay dos grabados de esta losa que llaman la atención de los estudiosos: una única figura humana sobre uno de los caballos y una imagen más grande ovalada –esa a la que el gracejo popular ha denominado «el rodaballo»–. Descartado que esta última sea prueba de una visita extraterrestre (procede aquí un emoticono con gesto bulón), cabe suponer que lo que probablemente quisieron representar los autores es un corro o cercado en el que se agrupa ocasionalmente a los caballos, como los que se utilizan en la actualidad cuando tiene lugar la tradición de la rapa das bestas en varias localidades gallegas. El jinete, según esta interpretación, sería el que conducía a la manada hacia el corro y muestra que ya se había domesticado al caballo durante la Edad de Bronce en tierras gallegas.

 


UNA LOSA CASI VERTICAL EN EL OUTEIRO DOS LAMEIROS MUESTRA MÁS DE SETENTA FIGURAS DE CABALLOS, UNA DE ELLAS CON UN JINETE


 

Se puede disfrutar en estos parajes de una estupenda y sencilla ruta senderista, que sube suavemente hasta unos trescientos metros de altura, donde los panoramas sobre el mar, la villa y las islas Cíes y Estelas son auténticos espectáculos. A medio camino entre la playa de Santa Marta, que es de donde parte la senda, y el alto, está la estación arqueológica de Outeiro dos Lameiros y la losa descrita, bien señalizadas y accesibles ambas. Los tres kilómetros recorridos hasta ese punto, siguiendo el camino fluvial del Río Baíña, ya merecen la pena. Otros tres más, pasando por escaparates de la naturaleza como el Encoro (embalse) de Baíña, y el paisaje regala todo tipo de estímulos multisensoriales. Hablamos de unos 12 kilómetros en total en una ruta circular.

El Monte Boi, o Monterreal, es como una pequeña península que se abre paso entre playas, las de la Ribeira y la Cuncheira, en la que la misión defensiva se convirtió en santo y seña de su identidad y dio razón de ser a Baiona o Erizana, como era conocida la localidad en tiempos de la ocupación romana. Aunque es complicado saber con cierta precisión cuándo se construyeron las primeras fortificaciones, porque los distintos pobladores destruían primero las defensas existentes y utilizaban luego los materiales para levantar una nueva muralla (lo de siempre, vaya), sí hay muestras de que antes de nuestra Era ya estaban presentes los primeros muros defensivos.

Fue a partir de una Carta Puebla de Alfonso IX de León, fechada en 1201, cuando el fortín empezó a cobrar mayor trascendencia, al ser considerada Baiona un puerto real y tener creciente importancia su desarrollo pesquero y comercial, lo que incentivó los intentos de rapiña. Desde mediados del siglo XX, en que el Estado español adquirió el hoy denominado Parador Conde de Gondomar, el recinto amurallado y el antiguo castillo se mantienen en buen estado de conservación y conviven con las reformas para uso hotelero. De las tres torres que dan fe de su historia, la más antigua de la que existen noticias, desde mediados del siglo X, es la del Príncipe, aunque fue reconstruida total o parcialmente por orden de Felipe II (s. XVI).

Baiona, en fin, ha vivido su Edad Media con numerosos sobresaltos (asaltos de portugueses e ingleses) y se vio en medio de alguna disputa, como la de Isabel de Castilla con Juana «la Beltraneja», al hacerse fuerte en el Monte Boi Pedro Madruga, partidario de Juana, pasando a cuchillo a los seguidores de Isabel. Desaparecido Madruga e inclinada la contienda a favor de Isabel, los Reyes Católicos viajan a Baiona, renombran la pequeña península como Monte Real y, lo que es importante, «sugieren» a los bayoneses que se trasladen al interior de la fortaleza, porque la villa «está poblada en lugar donde en los tiempos pasados que ovo guerras con gentes extranjeras recibieron mucho daño, é que agora e de aquí adelante cuando las semejantes guerras acaescieran la dicha Villa está en semejante peligro de aventura é porque para el remedio dello sería bien que la población de la dicha Villa se pasase é mudase a Monte de Buey que es junto con la dicha villa que agora Nos mandamos llamar Monte Real».

 


LOS REYES CATÓLICOS VIAJAN A BAIONA, RENOMBRAN LA PEQUEÑA PENÍNSULA COMO MONTE REAL Y «SUGIEREN» A LOS BAYONESES QUE SE TRASLADEN AL INTERIOR DE LA FORTALEZA


 

De nuevo, por tanto (ya había sucedido con anterioridad), queda Baiona pueblo como modesta y vulnerable ubicación de pescadores y marineros, contribuyendo a configurar el casco histórico que hoy conocemos. No se lo pierdan, tanto por su encanto de calles empedradas y soportales, donde a cada paso surge algún edificio laico o religioso digno de contemplar con calma, como por el ambiente de bares y restaurantes, lugares de vinos y tapeo que hacen del recorrido diurno una diversión y del nocturno todo un rito. Para que conste, este espacio urbano es Conjunto de Interés Histórico-Artístico desde 1993.

El Museo Casa De La Navegación es uno de esos sitios que sale poco en las guías a uso, pero que puede dar al visitante una idea básica de lo que es la historia de Baiona y su relación con la navegación atlántica. Ahí podemos saber, por ejemplo, alguna cosa más del marinero Diego Carmona y del grumete Vasco Gómez: los dos tripulantes bayoneses que consiguieron volver a España en la nao Victoria, formando parte de la primera expedición que dio la vuelta al mundo; o de Cristóbal García Sarmiento, piloto de la Pinta cuando la nave entró en el puerto que le había visto nacer. El museo está en el casco histórico, no es muy grande y se ve con comodidad. Conviene empezar por la planta baja, que está, como dice su folleto explicativo, «dedicada a la contextualización geográfica y al origen y evolución de la villa».

Impregnados de historia, y puesto que en Baiona se come muy bien (¡ay, ese arroz con bogavante…!), procede pasear lo más posible. Por el monte, como la ruta que indicamos para ir a la zona de los petroglifos, o por lugares más poblados. Ahí está el Paseo Marítimo, desde el que no se puede dejar de ver la reproducción de la Pinta, que permanece a resguardo desde 1993. La nave, visitable, es como un pequeño museo que muestra personajes y enseres. O la visita a la Virxe da Roca, obra del arquitecto Palacios: una escultura de 15 metros pensada inicialmente para ser faro; en la mano de la imagen hay una carabela que es un curioso mirador sobre el Atlántico (se puede subir por el interior de la estatua). El Monte Boi aporta, también, un par de paseos: el interior, que permite un recorrido por la edificación histórica (requiere ser cliente del parador o, al menos, ir a tomar algo al bar o al restaurante), y el exterior, que rodea la muralla con el mar siempre pegado al caminante.

Y, hablando de mar, ¿qué tal si hacemos un viaje a febrero-marzo de 1493?

POR SI LAS DUDAS

Monterreal de Baiona. Transformaciones de un monumento.
Beatriz López Otero. Coord. José Ramón Soraluce. Universidade da Coruña (2013).

Martín Alonso Pinzón dio la primera noticia del Descubrimiento.
M.ª Montserrat León Guerrero. Universidad de Valladolid (2014).

Petroglifos de Outeiro dos Lameiros.
Francisco Javier Torres Goberna. Blog personal (2012).

Castillo de Monterreal (s. XII a XVI). Hoy, parador Conde de Gondomar.
Calle del casco histórico bayonés.
Panorámica desde la Serra da Groba, con Baiona a sus pies. En escena, Monteferro (Nigrán) y las islas Estelas y Cíes.
Senda del río Baíña.
Ambiente en el casco histórico de Baiona.
Antigua Colegiata de Santa María (s. XIII).
Capilla de Santa LIberata (s. XVIII).

INFORMACIÓN

Turismo de Baiona
Lorenzo de la Carrera, s/n
Tel.: 986 385 050

ALOJAMIENTO

Parador de Baiona ****
Avda. Arquitecto Jesús Valverde, 3
Tel.: 986 355 000
[email protected]

RESTAURANTES Y TAPEO

Rocamar
Lugar Baredo, s/n
Tel.: 986 355 204
[email protected]

O Mosquito
Rua Elduayen, 3
Tel.: 986 355 036

La Boquería
Ventura Misa, 64
Tel.: 986 355 182

EXPERIENCIAS

Para «arribar» a Baiona en barco
NABIA NAVIERA
Ida y vuelta desde Vigo, Cangas y Moaña
Tel.: 986 320 048
[email protected]

XXVIII FESTA DA ARRIBADA

1 al 3 de marzo de 2024

Escena de La Arribada (foto cedida por el ayuntamiento de Baiona).

Hace 530 años, entre el 18 de febrero y el 1 de marzo, según la crónica o la investigación que el lector repase, Martín Alonso Pinzón consiguió llegar a duras penas al puerto de Baiona. Su nave, la Pinta, desarbolada y con vías de agua, logró alcanzar un puerto español días antes de que Colón llegase con la Niña a Lisboa. No hay dudas, sin embargo, de que Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, esos días en Barcelona, tuvieron la primera noticia del encuentro de la expedición española con el Nuevo Mundo merced a un correo enviado por Pinzón desde tierras gallegas.

Esto no es quitarle mérito a Don Cristóbal, como mantienen los amantes y defensores de A Festa da Arribada, que se viene celebrando desde 1996 para conmemorar esas fechas de 1493, sino dar la justa importancia al hecho de que la localidad pontevedresa y el marino protagonista de la buena nueva pusieron la letra capitular en el primer párrafo de los libros de Historia universal.

Los días de La Arribada, la Baiona del siglo XXI se transforma en algo muy parecido a lo que fue la Baiona de finales del siglo XV. El ambiente medieval impregna todo el casco histórico como en una explosión de alegría y celebración por haber conocido el descubrimiento de América: no solo actores y artesanos, sino también muchos bayoneses y visitantes salen a la calle con atuendo de la época, se imbuyen de la escenificación del relato que Martín Alonso Pinzón y los tripulantes de la Pinta hicieron de su descubrimiento y participan de la fiesta con espíritu creativo.

Para conocer el programa de actividades y espectáculos, conviene estar atento a la web del ayuntamiento de Baiona, donde también le dirán dónde se puede aparcar, cosa difícil si es que no ha llegado a puerto en carabela.

Monumento dedicado a Martín Alonso Pinzón (paseo marítimo, al pie de las murallas).

Vélez Blanco, amor de agua

AL ENCUENTRO

Castillo de Vélez Blanco (s. XVI).

VÉLEZ BLANCO AMOR DE AGUA

JESÚS ORTÍZ

Fotos: Ayuntamiento de Vélez Blanco y E. P.

El agua es seña de identidad de ese rincón en el parque natural de la Sierra de María-Los Vélez donde se cruzan los caminos entre el sur y el levante de la Península Ibérica. Manantiales, arroyos, ríos, barrancos… Agua, en fin, para el monte bajo y el alto, para los valles y los altiplanos, para unas huertas que se prometen generosas e invitan al asentamiento o a hacer un alto en el camino durante una buena temporada. Y donde enamorarse, cuenta la leyenda, mientras el líquido elemento se sabe cómplice canturreando en una fuente.

Si empezamos diciendo que la población de Vélez Blanco está presidida por un esbelto castillo, seguramente el lector que no la conozca pensará en una villa medieval. Y sí, también lo es. Pero la historia de este rincón de la provincia de Almería, muy próximo al límite con la Región de Murcia, ya empezó a escribirse en pleno Solutrense y en las paredes de los abrigos montañosos, principalmente los que miran al levante. La lista de yacimientos con pinturas rupestres y restos de distinta índole que se encuentran en el municipio es verdaderamente impresionante y varios de ellos forman parte del conjunto «Arte rupestre del arco mediterráneo de la península Ibérica», considerado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Así que conviene empezar este viaje calzando las botas de caminar por el monte.

El Indalo es la figura esquemática que se tiene por símbolo de Almería y que algún egetano del Neolítico pintó en un abrigo del monte Maimón, ese que preside la vega de Vélez Blanco cual imperturbable guardián. Son varios los refugios de dicho macizo que dan fe del paso por ahí de nuestros antepasados: Yedra, Los Letreros, Molinos, Panal, Hoyos, Las Covachas… algunos de ellos con varios espacios. El más conocido de estos abrigos es el de Los Letreros, donde está inmortalizado el Indalo o, mejor dicho, uno de los Indalos. Porque en el cercano refugio de Las Colmenas, situado en la vertiente sur del denominado Maimón Chico, está el que varios estudiosos definen como el Indalo con mayúscula, mientras que en Los Letreros sitúan «otro» Indalo y otras figuras, como la que llaman El Brujo.

 


VARIOS YACIMIENTOS EGETANOS FORMAN PARTE DEL CONJUNTO «ARTE RUPESTRE DEL ARCO MEDITERRÁNEO DE LA PENÍNSULA IBÉRICA» (PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD, UNESCO)


 

Hablamos, en fin, de importantísimas muestras de, principalmente, arte rupestre esquemático en la Península Ibérica. Si el viajero es entusiasta de esta parte de nuestra historia, tiene donde elegir en Vélez Blanco –aunque mejor es darse un tiempo para verlo todo–, porque además de los anteriormente citados, están el abrigo de Las Tejeras, en el cerro del mismo nombre, con pocas pinturas, pero interesantes; los abrigos del Estrecho de Santonge, con dos paneles de arte esquemático y uno de arte rupestre levantino, situados, además, en un entorno de enorme belleza paisajística; el abrigo de Gabar, en el cerro homónimo, donde las figuras onduladas o en zigzag comparten panel con alguna representación humana, un ciervo y otros animales; los abrigos de los Lavaderos de Tello, en un meandro del arroyo del Moral, que son cinco espacios en total, uno de ellos con figuras de arte levantino; y la cueva de Ambrosio, que se considera un punto de referencia para el estudio del Paleolítico Superior y donde además de las pinturas se encontraron abundantes muestras de material lítico solutrense.

La Morería de Vélez Blanco, y volamos al Medievo, es un barrio que destila autenticidad por los cuatro costados. «Pues vaya salto en la línea histórica: desde el Solutrense hasta el siglo XIII», pensará el lector; y con toda la razón. Pero es que, salvado el gran lapso histórico que suponen los asentamientos íberos, la llegada de los romanos a la zona, haciendo transitar por ahí cerca nada menos que la Vía Augusta, y el paso de los visigodos, puede decirse que la fundación de la localidad egetana se produce cuando los musulmanes construyen una alcazaba en el lugar que hoy ocupa el castillo y los pobladores de entonces edifican sus viviendas en torno a aquella. Para darse una idea del aspecto que tenía el entorno en tiempos medievales, piénsese que había una primera muralla que rodeaba el fortín y la mezquita –la actual iglesia de La Magdalena– y otra exterior que protegía a la población. Es decir: la Morería creció entre una y otra muralla.

 


LA MORERÍA ES UNA ESTRUCTURA URBANA ESCALONADA, COMO ABRAZANDO EL CASTILLO, EN UN PAISAJE DE FACHADAS BLANCAS Y ANGOSTAS CALLES EMPEDRADAS


 

Es una estructura urbana escalonada, como abrazando el castillo, en un paisaje de fachadas blancas y angostas calles empedradas, con el mismo trazado que tenía en el siglo XVI, cuando los descendientes de los musulmanes que llegaron a la península dejaron el lugar. Para que conste, no se trata de un entorno recreado artificialmente al estilo de un parque temático. Es eso: auténtico. Pasear por la Morería merece un tiempo; a cambio, regala más de una satisfacción multisensorial y muchas sonrisas.

El Castillo, que también se suele llamar «de los Fajardo», empezó a construirse en 1506 por mandato de Pedro Fajardo y Chacón, primer marqués de los Vélez. Es decir: unos 18 años más tarde de que la zona se considerase definitivamente en manos cristianas. Los arquitectos de Fajardo trabajaron sobre los restos de la primitiva alcazaba porque el emplazamiento era el único posible, pero porque fue también la excusa del noble para edificarlo. A la corona de Castilla, que en ese momento compartían Fernando el Católico –recién fallecida Isabel– y su hija Juana I, no le hacía gracia que los nobles construyesen castillos porque podían hacerse fuertes en ellos, así que Don Pedro dijo que él no quería construir nada, sino rehabilitar la fortificación andalusí para hacerse algo parecido a un chalecito. Y le creyeron… La primera parte de la construcción, –mitad castillo, mitad residencia– siguió los cánones góticos, pero Fajardo se fijó entonces en cómo venía la moda palaciega e hizo modificar la estructura hacia el estilo renacentista, con lo que su acabado fue casi más para disponer de una residencia de lujo que para levantar un austero edificio defensivo.

 


EL PATIO DE HONOR SE VENDIÓ A UN COLECCIONISTA ESTADOUNIDENSE, QUE LO RECONSTRUYÓ PIEDRA A PIEDRA Y QUE AHORA PUEDE VERSE EN EL METROPOLITAN MUSEUM OF ART DE NUEVA YORK


 

Destacaba su hermoso patio de honor, con galería de arcos superpuestos y ventanas platerescas, y la gran escalera de acceso. Todo ello en mármol blanco de Macael (sierra de Filabres); el mismo material utilizado, por ejemplo, para la archiconocida fuente del Patio de los Leones de la Alambra o el Palacio de Carlos V. El tiempo, los expolios y la menguante fortuna de sucesivos propietarios hicieron que casi todo esto fuese desapareciendo o vendido a un coleccionista estadounidense, que lo reconstruyó piedra a piedra y que ahora puede verse en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York. También hay en Ciudad de México y en París partes de lo que fue la espléndida residencia de los marqueses. Pero no todo está perdido: el castillo de Vélez Blanco sigue siendo impresionante y ofreciendo una visita, a veces teatralizada, a quienes visitan la villa. Desde sus terrazas se ve claramente el trazado medieval de la Morería y, más a lo lejos, el convento de San Luis, franciscano del siglo XVI, al otro lado del Barranco de la Fuente.

El agua, decíamos al principio, fue y es esencia de la historia egetana… y de alguna leyenda. Digamos, para empezar, que son varias las fuentes con las que los generosos manantiales de la zona se hacen presentes en las calles de Vélez Blanco a las que aún los vecinos van con sus cántaros y garrafas a proveerse de agua fresca, como la de los Cinco Caños, la de los Caños de Caravaca y la de los Caños de la Novia. La de los Cinco Caños fue mandada construir por el mismísimo Pedro Fajardo y está próxima al castillo. Además de los escudos nobiliarios de las familias Fajardo, Chacón y de la Cueva, destaca la inscripción en latín QVI GVSTAT HOS LATICES NON OBLIVISCITVR («quien bebe estas aguas no lo olvidará»); así que conviene llevar un vaso, llenarlo en uno de los caños, dar unos sorbos y ver qué pasa. Eso sí: téngase en cuenta que su caudal es el que más sufre los rigores de la sequía de entre todas las fuentes velezanas, así que mejor intentar la cata a principios de la primavera, cuando, por otro lado, el entorno es una belleza. Los Caños de Caravaca, del siglo XVIII, tienen la gracia de su ornamentación a base de azulejos con motivos de El Quijote; es lo que se puede denominar una típica fuente urbana.

 


AL ANOCHECER, VEÍAN APARECER LA FIGURA FANTASMAGÓRICA DE UNA MUJER VESTIDA DE BLANCO CON SU CÁNTARO EN LA CADERA, QUE LLENABA SU RECIPIENTE Y DESPARECÍA


 

Si desde la fuente de los Cinco Caños se sigue la pasarela que delimita el Barranco de la Canastera, a un lado aparecen los Caños de la Novia. La leyenda cuenta que, al anochecer, las gentes de Vélez Blanco veían aparecer la figura fantasmagórica de una mujer vestida de blanco con su cántaro en la cadera, que llegaba hasta el manantial, llenaba el recipiente de agua y desparecía. Cierta noche, un viajero, que no conocía la historia, se paró a descansar en el lugar. Apareció la joven y el viajero se quedó observándola; los pies de la chica rozaron entonces el agua y salió de una especie de sueño que la había llevado hasta allí día tras día. El viajero fue raudo a cubrirla con su capa y la abrazó, lo que hizo que la muchacha recuperase «la color» y se reintegrase definitivamente al reino de los vivos. Él quedó perdidamente enamorado de su belleza y hemos de suponer que a ella también le gustó el mozalbete, porque la leyenda acaba en un clásico «…y comieron perdices». En fin: otra agua que hay que probar, que seguramente va bien para el mal de soledades y hasta para el de amores.


Vélez Blanco aporta también al visitante una altísima dosis de naturaleza en estado puro. Digamos, para situar la imagen, que la población está a 1 100 metros de altitud y rodeada de cumbres que sobrepasan los 2 000 metros. Ya se imagina el lector que esto habla de ambiente fresco y tranquilo, de masas forestales, de valles y barrancos o de paisajes a vista de pájaro. Y de rutas de senderismo, como la de los miradores del Maimón Chico y del Peral, la de Sierra Larga, la de Las Muelas o la de la Ribera de los Molinos. Para los más animados hay también alguna zona de escalada, como las paredes del propio Maimón, muy cerca del abrigo de Los Letreros. Eso sí: es recomendable, para recuperar fuerzas, algunas de las peculiaridades gastronómica de la zona, como las migas de harina, los gurullos con conejo –los gurullos son unas bolitas o lengüetas hechas de pasta– o el choto a la pastoril.

 


NO FALTAN RUTAS DE SENDERISMO, COMO LA DE LOS MIRADORES DEL MAIMÓN CHICO Y DEL PERAL, LA DE SIERRA LARGA, LA DE LAS MUELAS O LA DE LA RIBERA DE LOS MOLINOS


 

Conocer las intrahistorias, además de un poco de historia, de los lugares que visitamos hacen que los paseos se degusten mejor. Por ejemplo, en este caso, la subida hasta el castillo. Cuando el viajero se tropiece con lo que queda de la iglesia de la Magdalena, podrá recordar que se construyó sobre restos de la antigua mezquita y que Pedro Fajardo ordenó que se levantase a la vez que el castillo, seguramente porque este gesto logró para sí y su familia suculentos diezmos (los impuestos que se pagaban a la iglesia). Quien pase por la iglesia de Santiago Apóstol (siglo VI), también iniciada por el primer marqués de los Vélez, tendrá en su mente que estuvo casi todo el siglo de obras porque Fajardo andaba a la gresca con el obispo de Almería por cuestiones económicas, también. Todo un culebrón, al que merece la pena echar un vistazo, las desavenencias entre el marqués y los poderes eclesiásticos, sobre todo con quien fuera obispo de Almería Diego Fernández de Villalán. Siempre hay, en fin, un retazo de vida, anterior y actual, en cada rincón.

Caños de Caravaca
Caños de la novia. El agua, esencia de la historia egetana... y de alguna leyenda.
Convento de San Luis (s. XVI).
Cueva de Ambrosio.
Abrigo de Los letreros.
Un belvedere del castillo.
Iglesia de Santiago Apostol (s. XVI).

INFORMACIÓN

Centro de visitantes Almacén del Trigo
Avenida Marqués de los Vélez, s/n
Tel.: 950 415 354
[email protected]
http://www.velezblanco.es/

ALOJAMIENTO
Casa de los Arcos ***
Calle San Francisco, 2
Tel.: 950 614 805
[email protected]
www.hotelcasadelosarcos.com/

RESTAURANTES Y TAPEO
El Molino Casa Porchas
Curtidores, s/n
Tel.: 950 415 070

Bar La Sociedad
Corredera, 12
Tel.: 950 415 027

Mesón Antonia
Al Qua Sid s/n
Tel.: 950 415 339

PARA NO PERDERSE

Arte rupestre en la comarca de los Vélez. Patrimonio mundial.
Julián Martínez García y Carmen Mellado Sáez (2010).
Instituto de Estudios Almerienses. Diputación Provincial de Almería.

Datos biográficos de Pedro Fajardo Chacón.
Diccionario biográfico de Almería. Instituto de Estudios Almerienses.

Decreto de declaración de Bien de Interés Cultural de la población de Vélez-Blanco.
Boletín Oficial de Estado Nº 98 (2002).

La notaria María del Pilar Baraza se dirige a su notaría egetana. Foto: EP

Notarios rurales

Vélez Blanco es el primer protagonista del programa Notarios Rurales que desarrolla el Consejo General del Notariado. Esta es la razón por la que, en esta ocasión, hemos querido ir Al Encuentro de la localidad egetana. Y si esta vez no hay referencias a un festival, una exposición o una actividad cultural de cualquier tipo, como es habitual en esta sección, procede significar que también cultura es participar de los valores sociales de la población en los que un fedatario público se integra. Merece la pena, querido lector, que eche un vistazo a nuestra sección La @, páginas 16 y 17 de este mismo número, donde podrá averiguar más del día a día de una notaría en un entorno rural.

Peñafiel. De vinos y vacceos

AL ENCUENTRO

PEÑAFIEL

DE VINOS Y VACCEOS

El germen de la denominación vinícola Ribera de Duero fue el nombre de una bodega peñafielense, la actual Protos, que así se llamaba desde su fundación el 1927. Pero la capacidad de las tierras en la confluencia del Duratón con el Duero para cultivar uva de calidad y elaborar buenos caldos venía de antiguo: los vacceos de Pintia, poblado cuyos restos arqueológicos muestran ocupación en la zona desde el s. IV a. C., ya practicaban el ritual del vino.
JESÚS ORTÍZ
Los aromas del vino (Museo del vino).

Viene bien, para empezar, un poco de contexto histórico. El cultivo de la vid entró muy probablemente en la Península Ibérica con los fenicios, lo que nos remonta hasta el siglo XI a. C. Unos quinientos años después de los africanos, una oleada de colonizadores griegos, los foceos, ponen marcha el puerto comercial de Ampurias y extienden la viticultura por el levante; y el cultivo de esta fue creciendo hacia el centro peninsular, al tiempo que en el mundo conocido empezaban a tener [merecida] fama los vinos de Hispania, que se potencia con la llegada de los romanos a partir del s. II a. C.

Los vacceos que llegaron a la Península podrían haber conocido ya los secretos de fermentar zumo de uva, como fermentaban manzana (sidra) o cereales (cerveza), aunque también es probable que se topasen aquí con el cultivo de la viña y los procesos de elaboración. Siendo, como eran, unos excelentes agricultores, disponían de tierras fértiles en lo que hoy es el municipio de Peñafiel –hablamos ya de los vacceos de Pintia– y buen suministro de agua para sus cereales, con los que comerciaban y tenían nutrida clientela entre los arévacos, principalmente, con lo que no les debió resultar complicado hacer crecer la vid en sus campos.

 


MÁS DE UNA SESENTENA DE LAS BODEGAS LOCALIZADAS EN PEÑAFIEL Y SU COMARCA SON VISITABLES Y, ALGUNAS, AUTÉNTICOS TEMPLOS GASTRONÓMICOS


 

El topónimo Pintia, por cierto, ha sido adjudicado hasta hace relativamente poco a lo que hoy es Valladolid, pero no se han encontrado evidencias arqueológicas o documentales de que lo corroboren, más allá de que en el Siglo de Oro se llamase «pincianos» a los vallisoletanos. Las excavaciones en la pedanía peñafielense de Padilla de Duero sugieren, sin embargo, que el importante núcleo de población ahí encontrado encaja con las descripciones de los geógrafos romanos y, sobre todo, bastante aproximadamente con las distancias referidas a otras poblaciones que sí están identificadas, como Rauda (Roa de Duero) o Cauca (Coca). Y, por si las dudas, conviene aclarar que el Peñafiel de hoy no está sobre lo que fue el asentamiento vacceo, el cual se sitúa muy cerca, justo donde en Duratón cede soberanía al Duero.

Peñafiel se desarrolla como consecuencia del avance de los asturleoneses hacia tierras de Al Ándalus, de modo que, a principios del s. X, la población empieza a mostrar su importancia como plaza fronteriza, valor que se acrecienta cuando el Conde de Castilla, Sancho García, derrota a Almanzor que, unos años antes, se había impuesto ahí a las tropas de Ramiro II. Ese es el momento en que el lugar es nombrado por el conde castellano «la peña más fiel», Penna Fidele, y de ahí el toponímico de este estratégico paraje, que domina, desde la altura del cerro del castillo, los valles del Duero, del Duratón y del arroyo Botijas.

La Edad Media castellana marca, por tanto, la historia peñafielense, en la que destacan personajes como Don Juan Manuel, el autor de El conde Lucanor, entre otras muchas obras de prosa medieval de ficción, que era señor de Peñafiel además de otros títulos cuya enumeración no nos cabría en este reportaje. Sus restos reposan en el Convento de San Pablo (s. XIII), en una capilla de estilo plateresco y muy citada al hablar del Renacimiento español. El convento, por cierto, de estilo gótico-mudéjar, es una de las visitas imprescindibles en Peñafiel, aunque solo sea para admirar su hermosa obra exterior.

El príncipe de Viana, Carlos (1421-1461), hijo de Juan II de Aragón y hermano de Fernando el Católico, nació en Peñafiel y es otro de sus personajes ilustres, aunque poco más que ver la luz hizo en su tierra y se puede decir de su relación con la ciudad castellana se limitó a eso, más preocupado durante toda su vida por su controvertida herencia como rey de Navarra. Otro notable fue Pedro Girón de Acuña Pacheco, que era belmonteño, a quien le correspondió la misión de reconstruir el castillo de Peñafiel, en el s. XV, y dejarlo como ahora lo vemos; inacabado, eso sí, y convertido en Museo del Vino. Pedro Girón, por cierto, además de Maestre de la Orden de Calatrava, entre otros títulos, fue notario mayor del reino de Castilla desde que le nombrase Juan II de Castilla a petición de su hijo, el futuro Enrique II.

El castillo es monumento nacional y de una factura esbelta que llama la atención. Tiene más de doscientos metros de largo y solo unos treinta de ancho, con la torre del homenaje prácticamente en el centro y con una altura equivalente al ancho de la fortificación. Antes de que interviniera Girón, tenemos constancia de su existencia desde el s. X. Después de pasar por ahí Almanzor, Sancho García, Alfonso El Batallador y Alvar Fáñez –primo hermano de El Cid–, el infante Don Juan Manuel, tan vinculado a Peñafiel, se encarga de reconstruir el castillo, que unos años antes había sido destruido por mandato de Juan II de Castilla para castigar una revuelta de Carlos, príncipe de Viana, que en sus cuarenta años de vida no dejó de discutir con su padre, Juan II de Aragón, y con todos sus vecinos peninsulares.

 


SIENDO LOS VACCEOS, COMO ERAN, UNOS EXCELENTES AGRICULTORES, DISPONÍAN DE TIERRAS FÉRTILES EN LO QUE HOY ES EL MUNICIPIO DE PEÑAFIEL


 

El vino es omnipresente en Peñafiel. Está el museo, por un lado, que ya solo por estar situado en el castillo merece una visita detallada, en la que el viajero puede encontrar historia, maquetas, aperos, técnicas de cultivo y vinificación, fichas para diferenciar las distintas uvas y sus características, tipos de cubas y de botellas, colección de vinos internacionales… y hasta un largo pupitre con muestras de aromas que pueden entregar los distintos caldos. Por otro lado, están las bodegas, auténticos templos de la gastronomía algunas de ellas. Más de una sesentena de las localizadas en Peñafiel y su comarca son, además, visitables. Las catas son, claro, uno de los atractivos culturales y turísticos del mundo del vino. El visitante dispondrá de infinidad de ofertas y solo tendrá que decidirse por las elaboraciones de un solo productor, que se saborean mejor en la propia bodega, o por las de varios, en cuyo caso tendrá que recurrir a un «territorio neutral».

 


LA «LA PEÑA MÁS FIEL» DE SANCHO GARCÍA, QUE ASÍ LLAMÓ A LUGAR TRAS VENCER A ALMANZOR, ES LA PENNA FIDELE QUE DA NOMBRE A LA POBLACIÓN


 

Entre cata y cata, y ya, si acaso, entre asado de lechazo y tosta de pan candeal, lo más recomendable son los paseos por Peñafiel y su entorno. Si de ver monumentos hablamos, ya citamos antes el Convento de San Pablo, cuya estructura es, sencillamente, hermosa. Muy cerca, la Iglesia Parroquial de San Miguel de Reoyo (s. XVI) y la de Santa María (s. XIV), que alberga el Museo de Arte Sacro. Al otro lado del río, el Convento de las Claras (s. XVII), que es un hotel en la actualidad y en cuyo claustro se ofrece servicio de cafetería. Todo esto sin olvidar, claro, la Plaza del Coso. Es de origen medieval y fue creada para albergar espectáculos populares (torneos, toros), quedándose hasta hoy con el uso taurino y el acto religioso anual de la bajada del ángel. Los balcones de las casas circundantes, donde predomina la madera, tienen como fin servir de palcos; de ahí muchos de los remates en arabescos y la singularidad del espacio.

Paseos, rutas si lo prefieren, que no pueden dejar de lado campos y orillas fluviales. Hasta hace bien poco, lo normal en Peñafiel eran los encierros de toros por campo abierto, cosa que se cambió por tramos urbanos, únicamente, desde los años 80. Pero hasta ese momento, los novillos se soltaban en el paraje de Pajares, a poco más de cinco kilómetros de la Plaza del Coso, y eran conducidos hasta ahí por caballistas y peatones. Buen paseo, pues, emular a pastores y corredores y hacer el recorrido por esos campos. Desde el año pasado, por cierto, un día antes del comienzo oficial de las fiestas de agosto, las de la Asunción y San Roque, se hace una especie de trashumancia en esa ruta con reses mansas, para que, a pie o a caballo, se recuerde el espíritu campestre de aquellos primitivos encierros, aunque mucho más sosegadamente.

 


PEDRO GIRÓN DE ACUÑA PACHECO FUE, ENTRE OTRAS COSAS, NOTARIO MAYOR DEL REINO DE CASTILLA Y PROMOTOR DE LA RECONSTRUCCIÓN DEL CASTILLO (S. XV)


 

Para los más acuáticos, el paseo definitivo es un recorrido por la ribera del Duratón hasta su desembocadura en el Duero, haciendo parte de uno de los tramos la Senda del Duero. Y con ello volvemos a la Pintia vaccea, puesto que es justo en esa desembocadura, en su entorno, donde se desarrolló la vida del pueblo celta.

Torre del Reloj (s. XI) rodeada de luceras de las bodegas.

INFORMACIÓN

Oficina de Turismo de Peñafiel
Plaza del Coso, 31
Tel.: 983 881 526
[email protected]
www.turismopenafiel.es

ALOJAMIENTO
Hotel Convento las Claras ****
Plaza de los Comuneros, 1
Tel.: 983 878 168
[email protected]
www.hotelconventolasclaras.com

RESTAURANTES Y TAPEO
Molino de Palacios
Avenida de la Constitución, 16
Tel.: 983 880 505
[email protected]
www.molinodepalacios.com

Ambivium
Camino de Carraovejas s/n
Tel.: 648 466 707
[email protected]
www.restauranteambivium.com

Casa la Abuela
Plaza Coso, 38
Tel.: 646 314 762

Caffé Torero by-Félix
Plaza España, 5
Tel.: 983 881 939

LOS VACCEOS DE PINTIA

Digamos, para empezar, que Pintia es una zona arqueológica que podemos definir, apurando mucho, como ciudad, pero que se compone de varios espacios diferenciados y separados entre sí. La romanización posterior y la ocupación visigoda fueron añadiendo elementos que complicaron un poco la identificación de los espacios vacceos y, por si fuera poco, la sistemática destrucción de restos para el aprovechamiento agrícola casi nos deja huérfanos de conocimientos de esta parte de nuestra historia. Lo bueno es que se siguen distinguiendo los trazados vacceos y que la necrópolis, al menos, sigue dando todos los años alegrías a los investigadores. El desarrollo económico y cultural durante los cuatro siglos previos al cambio de era es el origen de este importante yacimiento.

Empecemos, para explicar el territorio pintio, por Las Quintanas, que era la zona urbana propiamente dicha. Como explican en la web del Centro de Estudios Vacceos Federico Wattenberg, «quedaba delimitada entre el curso del río Duero y una línea defensiva artificial claramente observable en la fotografía aérea y recientemente detectada sobre el terreno, dotada de una compleja obra defensiva que incluye una muralla y un sistema de tres fosos consecutivos a lo largo de algo más de un kilómetro de perímetro». Al otro lado del río está Carralaceña, que era el barrio alfarero, separado de la población por el curso fluvial para evitar que un incendio en los hornos se propagase por Las Quintanas.

Las Ruedas, el lugar que más posibilidades de investigación está proporcionando actualmente, era la necrópolis. La hicieron los vacceos, pero la siguieron usando, tal cual, los romanos. «Este espacio sepulcral, de unas seis hectáreas de extensión, fue objeto de uso ordenado y continuado a lo largo de más de medio milenio, entre el final del siglo V a. C. y el inicio del II d. C.», explica la web antes citada. Los ritos funerarios eran de incineración y los restos del fallecido y de su ajuar (armas, adornos, pertenecías) se metían en una vasija de barro y se enterraban. El gran conocimiento de la sociedad vaccea que están aportando las más de trescientas tumbas recuperadas hasta el momento es motivo de elogio por la comunidad internacional de historiadores.

Pintia no es un sitio muy, digámoslo así, lucido a la hora de ser visitado, pero cuando el viajero escucha las explicaciones de los guías, resulta de lo más emocionante imaginar el poblado, la vida de los vacceos, su trabajo de agricultor o alfarero experto, sus avances tecnológicos, los juguetes con que entretenían a sus hijos… Concierte una visita guida, pase antes por la oficina de turismo de Peñafiel, que está en la Plaza del Coso, donde hay un centro de interpretación y déjese llevar. La experiencia es inolvidable y ayudará a los que se esfuerzan por recuperar la historia.

Necrópolis de Las Ruedas.

INFORMACIÓN

Centro de Estudios Vacceos
(Visitas guiadas)
Plaza Mayor, s/n
Padilla de Duero (Peñafiel)
Tel.: 983 881 240
www.pintiavaccea.es

PARA SABER MÁS

Los Vacceos: cultura y ritos funerarios de un pueblo prerromano del valle medio del Duero.
Carlos Sanz Mínguez.
Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León (1998).

Castillo de Peñafiel. Jesús de la Villa Polo y Daniel Sanz Platero (2019).

Fachada de la iglesia del convento de las Claras (s. XVII).
El Duratón bordeando el convento de Las Claras.

CONVIENE ACLARAR QUE EL PEÑAFIEL DE HOY NO ESTÁ SOBRE LO QUE FUE PINTIA, QUE SE SITÚA MUY CERCA, JUSTO DONDE EL DURATÓN CEDE SOBERANÍA AL DUERO


 

Convento de San Pablo (s. XIV).
Plaza del Coso.
Viña de Carraovejas.
Torre del homenaje (Castillo, s. XV).

Zarautz. Tradición vasca

AL ENCUENTRO

ZARAUTZ

TRADICIÓN VASCA

Panorámica desde Santa Bárbara.

Hay todo un universo de sensaciones para el viajero que recala en Zarautz, como las producidas por ese un mar, entre infinito y playero, enmarcado entre acantilados; o como el impacto emocional de rincones, costumbres y palacetes capaces de trasportarle, sin necesidad de máquinas del tiempo, a los veranos aristocráticos del siglo XIX; o como compartir la humildad colorida y alegre de auténticas supervivientes vegetales, que han encontrado en las dunas de Iñurritza un hogar en el que ser libres.
JESÚS ORTÍZ

Según nos cuentan en el Museo de Arte e Historia de Zarautz, el territorio que hoy ocupa la población ya estaba poblado hace unos setenta milenios, en pleno Paleolítico. Las sucesivas crecidas y retiradas marinas dieron lugar a un paisaje de dunas y marismas en el que se fueron asentando tribus celtas, probablemente várdulos, no sin antes haberse hecho dueña del lugar un tipo de jara, txara o zara en euskera, que probablemente ha dado nombre a la localidad.

 


BIEN ENTRADO EL SIGLO XIX, LA REALEZA Y LA ARISTOCRACIA, Y NO SOLO LAS ESPAÑOLAS, CONVIRTIERON A ZARAUTZ EN LUGAR DE REFERENCIA PARA VERANEAR


 

Las ballenas

Fueron, entre los siglos XIII y XVI, la principal fuente de ingresos de los zarauztarras, recurso muy común en los pueblos costeros cántabros. En esos tiempos se construyeron torres defensivas, necesarias en un núcleo sin murallas, como la Torre Luzea (s. XV), que aún se muestra espléndida y muy bien conservada en el centro de la villa. Pero la captura de los cetáceos fue decayendo poco a poco y dando paso a otras maneras de ganarse la vida (astilleros, textiles…), hasta que, bien entrado el siglo XIX, la realeza y la aristocracia, y no solo las españolas, convirtieron a Zarautz en lugar de referencia para veranear.

Curiosamente, ya en esos tiempos de visitantes ilustres, en 1878, se pescó la penúltima ballena en la zona con las artes tradicionales de chalupa y arpón. Y decimos «en la zona», y no en Zarautz, porque la proximidad geográfica de esta localidad con la de Guetaria, a tan solo tres kilómetros, llevó a que el avistamiento se hiciese a la vez desde ambos lugares, con lo que las respectivas tripulaciones de pescadores llegaron simultáneamente al sitio donde se encontraba el mamífero marino. Arponazos de unos y de otros, tiras, aflojas y conflicto final, juicio incluido, sobre quiénes eran los propietarios de la pieza cazada. Tardaron tanto en dilucidarlo, que la captura se pudrió, llevaron sus restos a San Sebastián y ahí se quedó su esqueleto, hoy expuesto en el Acuarium.

La nao Victoria

Esa que trajo de vuelta al guetariense Juan Sebastián el Cano tras completar la primera, e involuntaria, vuelta al mundo, pudo haber sido construida en Zarautz, según algunos manuscritos, aunque la historia oficial dice que fue en el astillero de Ondárroa (Vizcaya). Una convicción, esta última, que se basa en un acta notarial fechada en Sevilla en 1518, en la que el hijo del propietario de la embarcación y vecino de la localizad vizcaína dejaba constancia de que la nave les había sido requisada «para yr a descubrir a las Yndias del Mar Oçéano». Que pueda adjudicarse, en cualquier caso, la construcción de un buque con una capacidad de carga de más de cien toneladas al astillero zarauztarra, ya es buena muestra de la importancia que llegó a tener.

 


SE HIZO DUEÑA DEL LUGAR UN TIPO DE JARA, TXARA O ZARA EN EUSKERA, QUE PROBABLEMENTE HA DADO NOMBRE A LA LOCALIDAD


 

La relación de la villa con los grandes barcos queda patente hoy por hoy en los restos del Cargadero de Mollarri (s. XX), que están considerados patrimonio histórico industrial. Aunque hay un centro de interpretación donde se entiende bien la enorme importancia que tuvo el complejo, ya es toda una experiencia llegar hasta el lugar, acercarse a los acantilados e impregnarse del paisaje que lo rodea. Se trataba, por intentar resumirlo, de un sistema de vagonetas colgantes que, mediante un trazado de 11 kilómetros de cables, llevaba el mineral de hierro desde las minas de Asteasu hasta los buques cargueros franceses e ingleses, principalmente, que allí atracaban. El sendero hasta el cargadero, un paseo de lujo por la naturaleza… ¡y un buen ejercicio!, porque los más de cuatrocientos escalones de subida excavados en la ladera del Talaimendi dan para «quemar» varios toldotxos (pinchos de merluza típicos de Zarautz) bien regados con txakolí.

El veraneo aristocrático

fue la consecuencia de los consejos médicos que, siguiendo los preceptos del mismísimo Hipócrates, llevaron a la Reina Isabel II a bañarse en agua de mar en los meses en los que meterse en el Cantábrico es, digámoslo así, más agradable. Su residencia en Zarautz (1865 y 1866) era el señorial Palacio de Narros (s. XVI). La real decisión tiró de la aristocracia cortesana y pronto se construyeron grandes mansiones, algunas desaparecidas, en las que llegaban a alojarse hasta medio centenar de personas, entre propietarios e invitados, más todo un ejército de empleados que atendían sus necesidades diarias. Esto puede dar una idea del crecimiento, en época estival, que tuvo el sector servicios en el prehistórico erial de las txaras.

Al nombre de la reina Isabel II, han de unirse otros como Alfonso XIII y su segunda esposa la reina María Cristina; el ilustrado Juan María de Eguirre, Marques de Narros; o Balduino de Bélgica y su esposa la española Fabiola de Mora o la duquesa de Alba. En la primera quincena del siglo XX el auge era tal, que el propio Alfonso XIII inauguraba en 1916 el Real Club de Golf de Zarautz: el más antiguo de la Península Ibérica. Mar, cinematógrafo, golf, casino, buen pescado, buenas carnes… Hasta Marlene Dietrich y Jackie Kennedy se vieron seducidas por tal conjunto de encantos.

 


SEGÚN ALGUNOS MANUSCRITOS, LA NAO VICTORIA, ESA QUE TRAJO DE VUELTA A JUAN SEBASTIÁN EL CANO, PUDO HABER SIDO CONSTRUIDA EN ZARAUTZ


 

El surf

Es otro de los atractivos que se suma hoy a la oferta turística zarauztarra. «En la playa, la más larga de Gipuzkoa –explican desde el ayuntamiento–, se forman olas de fama mundial. La playa de Zarautz es, por tanto, un atractivo para surfistas de todo el mundo, y prueba de ello es que durante todo el año vemos en nuestras calles surfistas que llegan desde diferentes rincones del planeta». Tras el verano, tiene lugar un campeonato que antes estaba inscrito en el circuito internacional pero que, tras la pandemia, es de organización local, lo que no le resta ni un ápice de interés para los miles de practicantes y aficionados llegados hasta de las antípodas y que se dan cita en los 2,5 kilómetros de arenal.

Otras actividades más tranquilas, sin salir del núcleo de la población, son el paseo hasta la ladera del Talaimendi, que antes citamos, y la subida hasta el Torreón de Vista Alegre, en Santa Bárbara. El primero comienza bordeando la zona de dunas que abre paso al biotopo de Iñurritza por un camino de madera cubierto para que las pelotas de golf de limítrofe campo no impacten en los transeúntes o bañistas. El entorno es un paraíso para especies de flora que no sobreviven en otros lugares. Luego, tras cruzar por un pequeño puente el arroyo San Pelaio, a por los famosos cuatrocientos y pico escalones. La otra ruta, la de Santa Bárbara, se inicia en pleno casco urbano por una antigua calzada empedrada que forma parte del Camino de Santiago entre Zarautz y Guetaria por la costa. A las magníficas vistas de la villa, el camino une el paseo entre cepas de hondarribi zuri: la uva que da lugar al txacolí.

El casco histórico

Tiene el clásico encanto de los pueblos de pescadores que desarrollaron un especial señorío. Es toda una experiencia pasear por calles recoletas entre palacios, como el de Narros; casonas, como la Casa Portu (s. XVI) y la Casa Makatza (s. XV); y monumentos religiosos, como Santa María la Real (s. XVI) o los conventos de Santa Clara (s. XVII) y de los Padres Franciscanos (s. XVII), sin dejar en el olvido la singularidad de la ecléctica ermita de Santa Marina, tímidamente asomada a la calle entre edificios de viviendas, que fue construida en 1932, aunque se sospecha que había ahí otra del mismo nombre del siglo XVII.

Y ya que hemos hablado de pinxos y de txacolí, no dude el viajero que una buena forma de comprobar la excelencia gastronómica de este rincón del País Vasco es recorrer bares y tabernas catando esos pequeños bocados de alta cocina que caracterizan aquí el siempre atractivo «picoteo». Y si del joven vino blanco se trata, varias bodegas alrededor ofrecen visitas y catas. Nadie se puede ir de Zarautz, en suma, sin haber visitado una bodega de txacolí, sin haberse dado unas alegrías gastronómicas o sin comprobar que los pescadores siguen suministrando excelente producto a los restaurantes.

EUSKAL JAIAK (FIESTAS VASCAS)

DEL 1 AL 9 DE SEPTIEMBRE DE 2023

Participación popular en las Euskal Jaiak. Foto web Turismo de Zarautz.

Cuentan que el origen de las Euskal Jaiak fue un esfuerzo por prolongar el veraneo un poco más allá de finales de agosto, cuando el periodo vacacional clásico suele echar el cierre. Sea como sea y a qué o a quien haya que dar las gracias, las fiestas son hoy todo un estallido de folclore popular, como lo define la web Turismo de Zarautz.

Nos podemos fijar, como algo muy característico, en los certámenes de danza popular, de trikitilaris y de jóvenes bertsolaris. Para quien no conozca Euskadi, o no sea de este rincón de la Península Ibérica, podemos definir la trikitixa como un tipo de acordeón, llegado a tierras vascas en el siglo XIX, cuyos instrumentistas tocan normalmente acompañados de un pandereteroa (panderetero). De hecho, el trikiti es como se suele definir al tipo de música que genera el dúo y que ya es un clásico en las romerías.

 


VECINOS Y VISITANTES, TODOS ATAVIADOS CON TRAJES TÍPICOS, BAILANDO POR LAS CALLES AL RITMO QUE MARCAN LOS TXISTULARIS Y LOS TRIKITILARIS.


 

Para explicar lo que es un bertsolari, acudimos al Etxepare Euskal Institutua: «El bertsolarismo es el arte de inventar bertsos y es, a su vez, el movimiento social creado en torno al mismo. Un bertso no es un verso, el bertso es toda la estrofa». Y añade que, desde que iniciamos el siglo XXI, se considera el bertso un género retórico: «El objetivo no es improvisar textos de gran calidad literaria sino emocionar al público. Las y los bertsolaris, por tanto, son gestores de emociones».

La gran emoción para propios y extraños es, sin duda, el remate a toda una semana de actividades, diversión, fiestas y música por doquier: el 9 de septiembre, el Día Grande… Una jornada en que lo difícil, casi imposible, es ver a alguien que no esté ataviado con alguno de los trajes típicos de la zona y que no se arranque a bailar por las calles al ritmo que marcan los txistularis (intérpretes de la flauta llamada chistu y el tamboril), los trikitilaris y otros ejecutantes de instrumentos populares. Es toda una profunda inmersión en la cultura popular vasca.

Tradición playera.
Toldotxo.
Cargadero de Mollarri (s. XX).
Palacio Narros (s. XVI).
Zona de surf pegada al biotopo de Iñurritza.
Torre Lucea (s. XV).
Casa Portu (s. XVI), sede del Ayuntamiento.
Santa María la Real (s. XVI).
Musika Plaza.

Para no perderse

Museo de Arte e Historia de Zarautz


 

Evolución cronotipológica de las inhumaciones medievales en el Cantábrico Oriental: el caso de Santa María la Real de Zarautz (Gipuzkoa).
Alex Ibáñez Etxeberria y Alfredo Moraza Barea. Departamento de Arqueología Histórica Sociedad de Ciencias Aranzadi (2005).



Fotos antiguas de Zarautz: un paseo por el pasado.
Referencia: [email protected]

INFORMACIÓN

Oficina de Turismo de Zarautz
Kale Nagusia, 30
Tel.: 943 830 990
[email protected]
www.turismozarautz.eus


 

ALOJAMIENTO
Hotel Karlos Arguiñano ****
Mendilauta, 13
Tel.: 943 130 000
https://www.hotelka.com/es/hotel


 

RESTAURANTES Y TAPEO
Gure Txokoa
Gipuzkoa Kalea, 22
Tel.: 943 835 959
[email protected]
www.restauranteguretxokoa.es


 

Kandela Jatetxea
Torre Luzea, 2
Tel.: 943 834 959
[email protected]
http://restaurantekandela.com


 

Kirkilla
Santa Marina kalea, 12
Tel.: 943 131 982
[email protected]
www.kirkilla.com


 

Txiki Polit
Musika plaza
Tel.: 943 83 53 57
[email protected]
www.txikipolit.eus


 

Salegi Taberna
Plaza Barren, 3
Tel.: 943 133 272


 

Taberna Naparrak
Plaza Barren, 1
Tel.: 943 133 170

Bailando en las calles al ritmo de trikitilaris. Foto web Turismo de Zarautz.

Morella. Donde sientan bien los años

AL ENCUENTRO

MORELLA

DONDE SIENTAN BIEN LOS AÑOS

La vista a lo lejos, por cualquiera de los caminos que llevan a Morella, es de un recinto amurallado y bien fortificado, con sus casas salpicando la ladera de una empinada colina, cuya cumbre se funde con el castillo que otea todo lo que ocurre a su alrededor. Es una primera impresión que, indefectiblemente, queda grabada en el viajero: en su memoria y en su imaginación; porque la panorámica da, sin duda, para fantasear con batallas y asedios medievales o, en un plano más pacifista, con mercados, fiestas, romerías, procesiones… Y no es que se haya detenido el tiempo; es que la sientan muy bien los años.
JESÚS ORTÍZ

De alguna manera, se produce una relación osmótica entre el visitante y el ambiente morellano. Tras la primera y contundente imagen de la aproximación a las murallas, que va moldeando la imaginación del viajero, todo acaba formando parte de quien pasea por Morella, incapaz de sustraerse a los sucesivos impactos: el entorno urbano; las calles, callejas y pasajes; los edificios señoriales, los monumentales y los de arquitectura tradicional; las plazuelas, los pequeños comercios o la presencia volátil de los hornos de leña donde se da vida al pan de siempre o a los imprescindibles flaons.

Els Ports, o Los Puertos, es la comarca de interior castellonense en la que reina Morella y de la que casi podemos decir que es parte del Maestrazgo. Casi, porque nunca se incluyó entre los territorios que controlaron por ahí las órdenes militares del Temple, San Juan y Montesa (Maestrazgo viene de maestre, máxima autoridad de los monjes castrenses), pero está rodeada por el área geográfica que incluye aquella denominación y que se reparte por las provincias de Castellón, Lérida y Teruel. Hablamos, va en el nombre, de una zona montañosa en cuyas sierras el viento y las corrientes fluviales han ido formando cortados y «muelas», que muestran sus caras ocres y rojizas entre los verdes de la vegetación.

 


EL MISMÍSIMO CID CAMPEADOR ESTUVO CUATRO VECES AL PIE DE LAS MURALLAS MORELLANAS Y CUENTAN LAS CRÓNICAS QUE NUNCA LOGRÓ ENTRAR


 

Y en una de esas «muelas», precisamente, está Morella. Ya imagina el lector, por el paisaje que acabamos de describir, que la capacidad defensiva es una de las características que hicieron de la localidad objeto de deseo de los pobladores prehistóricos, para empezar, y de íberos, romanos, visigodos, musulmanes… El mismísimo Cid estuvo cuatro veces al pie de las murallas morellanas y cuentan las crónicas que nunca logró entrar. Ganó batallas en su entorno, según la Historia Roderici, pero Morella, que entonces pertenecía a la taifa de Lérida, se le resistió. Vaya a saber qué contó Rodrigo a su jefe en aquel momento, el rey de la taifa de Zaragoza, para explicar las dificultades de traspasar aquellas murallas.

 


EN LA CANTERA DE LA PARRETA DE MORELLA, DE DONDE SE EXTRAE ARCILLA ROJA, SE HAN ENCONTRADO RESTOS FÓSILES DE VARIAS ESPECIES DE DINOSAURIOS


 

Morella la Vella es una masía que está a unos seis kilómetros del centro urbano. En su entorno está la muestra de que los primeros pobladores de la Península ya tuvieron aprecio por la zona: un conjunto de pinturas rupestres, declaradas Patrimonio de la Humanidad (1998), que representan escenas de caza y que dan fe de que la cabra fue un animal importante por esos lares y en aquellas épocas. Hay varias cuevas con pinturas en la zona: la del Barranquet, la de Llepús o la Coveta de la Cornisa, a las que se deben añadir las galerías Alta y del Roure. Solo se pueden visitar algunas y, aviso para entusiastas, es necesario concertar una cita en la oficina de turismo morellana para verlas de cerca.

También debió ser la zona del gusto de los habitantes del Cretácico Inferior, porque en la cantera de la Parreta de Morella, de donde se extrae arcilla roja para hacer cerámica, se han encontrado restos fósiles de varias especies de dinosaurios y de algunos tipos de vertebrados no dinosaurianos, como pterosaurios y plesiosaurios, amén de peces, anfibios, tortugas, cocodrilos… Quienes saben de esto califican el registro fósil de la comarca de El Ports como «uno de los más abundantes y diversos de la Península Ibérica». El Museo de Dinosaurios de Morella ofrece una muestra más que interesante de lo que se va descubriendo en la cantera de arcilla.

La mola fue del gusto, en fin, de los sucesivos pobladores que vieron en ella un lugar ideal para instalarse. De íberos y romanos, se han localizado restos de edificaciones en el área del castillo. Poca cosa, lógicamente, porque cada uno que llegaba, sobre todo si era a «sangre y fuego», hacía obra nueva sobre los restos. De tiempos de visigodos, siglo VII, hay un yacimiento en la misma cantera donde se localizan los restos de los dinosaurios. Tuvo que ser importante el asentamiento, dicen los arqueólogos, porque uno de los edificios pudo haber tenido unos doce metros de altura, a lo que hay que añadir estructuras posteriormente añadidas de origen andalusí.

Puede decirse, pues, que Morella ha estado habitada sin interrupción desde hace unos cinco mil años, aunque lo que más huella ha dejado en su fisonomía es la Edad Media. A partir de la reconquista, sobre todo; aunque también la pertenencia de la ciudad a la taifa de Lérida, hablamos de la ocupación musulmana, por tanto, aportó lo que hoy es algún resto visible en lugares como la base de las murallas o de algunos muros del castillo. Pero, en fin, abundando en la idea de que el que llega nuevo remodela y redecora la casa, es el transcurrir de los tiempos a partir de la llegada de Jaime I, en enero de 1232, la que marca esa estética arrolladora de la ciudad de Morella.

El castillo, por omnipresente, ya es todo un tratado de historia. Según un texto publicado en La Gaceta de Madrid en 1931, con motivo de la declaración del monumento como bien de interés histórico-artístico, «cada piedra encierra historias, leyendas, alianzas y conflictos. Salones y Patio de Armas que han sido escenario de las batallas de El Cid Campeador, de contiendas como la Guerra de Sucesión, y eje de las guerras Carlistas. Estas piedras han sido testigo de los tiempos de Cátaros y Austrias». Imposible no asumir la descripción. Hoy se entra a esta fortaleza (s. XIII y sucesivos) por lo que fue el claustro del Convento de San Francisco (s. XIV) y en su interior se puede visitar el Palacio del Gobernador (s. XV), construido aprovechando una de las muchas cuevas en las paredes de la mola.

 


EN EL CASTILLO, «CADA PIEDRA ENCIERRA HISTORIAS, LEYENDAS, ALIANZAS Y CONFLICTOS; SALONES Y PATIO DE ARMAS QUE HAN SIDO ESCENARIO DE BATALLAS»


 

Las murallas tienen tanta historia encima como el castillo y su estado de conservación es sobresaliente. Hablamos de un cinturón de dos kilómetros y medio, con alturas de entre diez y quince metros, construidas entre los siglos XIV y XV, con dieciséis torres y siete puertas, entre las que destaca la de San Miguel (s. XV), que se puede considerar la entrada principal a la ciudad, entre otras cosas por sus dos imponentes torres de planta octogonal. Muy cerca de este acceso, en la base de la mola, está un acueducto construido en el s. XIV del que se conservan dos tramos y que da una fidedigna idea de cómo se hacía llegar el agua a un aljibe en la Plaça de la Font desde la fuente de Vinatxos, que Jaime I cedió a Morella pasado medio siglo de su entrada triunfal tras la reconquista.

La Iglesia de Santa María, entre los monumentos religiosos, tampoco se queda atrás en cuanto a importancia histórica y arquitectónica. De estilo gótico, y construida entre los siglos XIII y XVI, se abre al viajero por las impresionantes puertas de los Apóstoles y de las Vírgenes, ambas en la misma fachada, solamente igualadas en el grado de asombro del visitante por la escalera de caracol interior que sube al coro. Su protagonismo en la historia surge en pleno final del Cisma de Occidente. Cuando ya solo quedaban dos papas en discordia (llegaron a ser tres), se citaron en Morella Benedicto XIII (el Papa Luna), Fernando I de Aragón y fray Vicente Ferrer. No se puede decir que arreglasen del todo el conflicto, porque Benedicto «se mantuvo en sus trece» a pesar de ser rechazado desde ese momento, pero en los anales de la iglesia arciprestal quedó escrito que ante su altar se reunieron un rey, un papa y un santo.

Hay, por supuesto, más edificios reseñables civiles y religiosos, desde la propia sede del ayuntamiento, gótica del s. XV, y un puñado de casas solariegas que dan muestra de la importancia que tuvo Morella en la Edad Media, hasta la ermita de Santa Llúcia i Sant Llacer, con su intrahistoria de asesinatos, pero es imposible dejar de citar aquí otro tipo de monumento: la gastronomía morellana y los productos locales que la sustentan. A la cabeza de esos productos está la trufa. Durante los meses de enero a marzo, cuando se recolecta la tuber melanosporum, tienen lugar las jornadas de la trufa Morella-Els Ports, en las que los restaurantes morellanos hacen maravillas con este «oro negro». En paralelo, el Festival Gastro-Literario Morella negra como la trufa: vino, novela y hongo… ¿se puede pedir más? Bueno, sí: quizás empezar cada menú con algún queso «de servilleta» y finalizarlo con un flaó, santo y seña de la repostería local, bien relleno de requesón y almendras.

Acueducto (s.XIV)
Arquitectura popular morellana.
Panorámica de Morella.
Calle Blasco de Alagón.
Iglesia de Santa María (ss. XIII a XVI), con sus dos puertas: de los Apótoles, la mayor, y de las Vírgenes.
Puerta de San Miguel.
Puerta del Forcall.
Puerta del Rey.

INFORMACIÓN

Oficina de Turismo
Plaza San Miguel, s/n
Tel.: 964 173 032
[email protected]
www.morella.net/morellaturistica

ALOJAMIENTO


Hotel Cardenal Ram ***
Costera de la Suner, 1
Tel.: 964 160 046
[email protected]
https://hotelcardenalram.com/

RESTAURANTES Y TAPEO


Casa Roque
Cuesta San Juán ,1
Tel.: 964 160 336
[email protected]
www.casaroque.com

Vinatea
Blasco de Alagón, 17
Tel.: 964 160 744
[email protected]
www.restaurantevinatea.com

Casa Pere
Blasco de Alagón, 22
Tel.: 964 160 215

Bar Prats
Virgen del Pilar, 24
Tel.: 964 160 160

Bar Xuso
Julià Prats, 14
Tel.: 964 173 050

Para no perderse

Los dinosaurios de la Cantera del Mas de la Parreta, Morella (Formación Morella, Barremiense superior, Cretácico Inferior): Sistemática, análisis filogenético e implicaciones paleobiogeológicas.
José Miguel Gasulla Asensio. Memoria para optar al grado de Doctor por la Universidad Autónoma de Madrid (2015).


Morella Turística. Ayuntamiento de Morella

Se inicia la carrera (foto web Caballos de Vino).

INFORMACIÓN

Bando Caballos del Vino
C/ de las Monjas – Casa de la Cruz
Tel.: 669 081 842
[email protected]
https://caballosdelvino.org/
(Nota: la carrera de los Caballos del Vino puede verse en directo, vía YouTube, en la web).

Casa Museo de los Caballos del Vino
C/ Gregorio Javier, 21
Tel.: 868 185 096
[email protected]
http://museocaballosdelvino.com

Anunci del 55 Sexenni de Morella

AL ENCUENTRO

ANUNCI DEL 55 SEXENNI DE MORELLA

27 DE AGOSTO DE 2023

Anunci de 2017 (foto web Turismo de Morella).

Son tan importantes para los morellanos sus sexenni, que han convertido también en fiesta el anuncio de esta conmemoración, justo un año antes de celebrarse. Digamos, para empezar, que se llama Sexenni a una promesa popular hecha a la Virgen de Vallivana, en 1673, de realizar un novenario cada seis años, lo que se viene haciendo de forma ininterrumpida desde entonces (salvo en algunos periodos de guerra). Hoy es una fiesta de nueve días, a mediados de agosto, con un fuerte componente de costumbres tradicionales, donde agrupaciones que representan a los antiguos gremios (torneros, tejedores, labradores, transportistas…) desfilan con trajes y vestidos de lo más vistoso y ejecutan danzas que, en algún caso, provienen del propio origen de la celebración. Otro de sus puntos fuertes son los adornos artesanales con que los vecinos engalanan la ciudad. Un ingente trabajo para el que hace falta todo un año de preparación… Y así llegamos al anunci.

El pistoletazo de salida para empezar a preparar el Sexenni es el anuncio de que este va a llegar al cabo de un año. El pregón es, en teoría, la parte más significativa de la fiesta, porque es donde se da cuenta de lo que está por llegar, pero la presencia de los volantins (figuras humanas «asomadas» a la calle sobre una estructura que cuelga de los balcones) y los ninots, que cada barrio construye, son la evidencia de que el atractivo de la fiesta reside en la participación popular, que tiene su mayor expresión en «la batalla del confeti». Para darse una idea, y según lo cuenta la web municipal, la parte central del festejo «se iniciará con el desfile de disfraces donde, en 2017 [último Anunci], participaron 1.500 personas. A continuación, se inicia el de las carrozas, con más de 40, donde el confeti inunda las calles del municipio con más de 60 toneladas de papeles de colores».

Solo cabe añadir que mientras que el Sexenni es Fiesta de Interés Turístico Nacional, L’Anunci está declarada Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de España, Fiesta de Interés Turístico Nacional y Bien de Interés Cultural Inmaterial. Huelga decir que merece la pena participar, fundiéndose con los morellanos, en las dos.

Cartel de L'Anunci del 55 Sexenni.

Caravaca de la Cruz. A lomos de caballos.

AL ENCUENTRO

CARAVACA DE LA CRUZ

A LOMOS DE CABALLOS

Vista de Caravaca de la Cruz desde el castillo. En primer plano, la Iglesia del Salvador (s. XVI).
El 8 de abril de 2023 se cumple medio siglo del fallecimiento de Picasso, lo que es una oportunidad para recordarle, si nos permiten decirlo así, vivo, recorriendo ciudades, pueblos, calles, caminos o senderos de montaña. A usted, lector, le corresponde averiguar si los ambientes de Málaga, La Coruña, Barcelona, Madrid, Horta de San Juan y Gósol influyeron en la evolución artística del pintor o si, por el contrario -o además, que también- estas localidades conservan algo de la esencia picassiana.
JESÚS ORTÍZ

Hay varias cosas en las que Caravaca es referencia internacional; para especialistas en cada materia, es cierto, pero que nos transportan miles de años atrás en circunstancias sorprendentes. Salvo que usted, lector, sea arqueólogo o geólogo, quizás no haya oído mencionar la Capa Negra o la Cueva Negra. Pues acompáñenos, que empezamos por el meteorito que, según vienen defendiendo varios investigadores, acabó con la existencia de la mayoría de los dinosaurios.

La Capa Negra, para empezar, es más bien de color verde muy oscuro. Puede parecer insignificante, porque se trata de una lámina de pocos centímetros de espesor y no muy larga integrada en una capa de arcilla, pero su importancia radica en que contiene una gran cantidad de iridio, metal que llegó a la Tierra formando parte de un meteorito de proporciones gigantescas, el cual colisionó con nuestro planeta a finales del Cretácico (hace unos 70 millones de años). El de los dinosaurios, vaya. Pero el barranco del Gredero, donde está esta rareza mineral, es también un libro abierto para el estudio de nuestra evolución: las paredes de margas y areniscas muestran los límites entre varias etapas geológicas y restos fósiles de los seres que las vivieron. Hay una ruta de senderismo que permite pasear el barranco hasta su desembocadura en río Argos. No es fácil de ver la Capa Negra, pero si lo es caer en la tentación de llevarse algún ‘recuerdo’ de la zona. No lo haga, por favor. Estará sustrayendo historia del planeta a una de las zonas geológicas más completas del mundo.

La otra Negra, la cueva, tampoco se queda atrás en cuanto a importancia internacional. Se han descubierto en ella los vestigios de una hoguera de hace cerca de un millón de años, que son los más antiguos de Europa. Añada a esto restos de huesos humanos y de animales que pudieron ser alimento de los homínidos, un hacha bifaz de caliza… Hasta hace poco, porque en el verano de 2022 se reanudaron las excavaciones, suspendidas durante la pandemia, y estas siguen dando sus frutos, con numerosos restos de animales ya extintos o impensables hoy en la Península Ibérica, de utensilios paleolíticos de sílex, caliza y cuarcita o de muestras de que la oquedad fue compartida entre nuestros antepasados y los de las hienas. La entrada está en la pared de un promontorio bordeado por el río Quípar, cerca de unos afloramientos del Mioceno Superior. La Cueva Negra no es visitable, por estar sujeta a prospección arqueológica, pero sí sus alrededores y otras oquedades cercanas, que proporcionan una grata ruta de senderismo.

 


EL IRIDIO DE LA CAPA NEGRA LLEGÓ A LA TIERRA FORMANDO PARTE DE UN METEORITO DE PROPORCIONES GIGANTESCAS: EL DE LOS
DINOSAURIOS


 

La vida en Caravaca, sin salir de la prehistoria, nos sitúa entre poblados de la cultura argárica, gentes de la edad del bronce que se asentaron en el sudeste de la Península Ibérica, entre el 2300 a.C. y el 1500 a.C., y ocuparon el territorio caravaqueño, aunque solo se pueden ver algunos restos en La Placica, a orillas del Quípar. A los íberos también les gustó la zona, sobre todo la que circunda a la Ermita de la Encarnación, y allí hicieron su hogar varios grupos de ellos desde el siglo VI a. C. Han llegado hasta nosotros muchos vestigios encontrados en su entorno, tales como figuras de caballos, de guerreros o de una mezcla de ambos, como es el caso del excepcional Centauro de los Royos, que hoy se conserva en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid).

Los romanos desalojaron a los íberos, o se fusionaron con ellos, y construyeron en los mismos lugares. La ya citada Ermita de la Encarnación es un ejemplo de cultura sobre cultura: templo íbero sobre el cual se erige otro romano, y encima de este construyen una pequeña iglesia cristiana que, a su vez, es base del actual santuario. El lugar de culto romano, los lugares, mejor, porque se han identificado dos templos en la Encarnación, dan muestra de que la Caravaca romana debió tener alta ocupación y explotación agrícola. El Museo Arqueológico Municipal, situado en lo que fue una iglesia construida donde estuvo la primitiva parroquia del Salvador, es todo un estupendo centro de interpretación de lo que fue la vida prehistórica y antigua cruceña.

 


EL MUSEO ARQUEOLÓGICO MUNICIPAL DEL SALVADOR ES TODO UN ESTUPENDO CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LO QUE FUE LA VIDA PREHISTÓRICA Y ANTIGUA CRUCEÑA


 

La Edad Media convierte a Caravaca en asentamiento de los musulmanes llegados a la Península tras las huellas de Tarik, con toda seguridad a partir del Pacto de Tudmir (Teodomiro, noble visigodo propietario de lo que hoy son las provincias de Alicante y Murcia) suscrito entre este y el rey de la Taifa de Valencia, Abd al-Aziz (año 713), por el que el visigodo cedía al descendiente de Almanzor la autoridad en la zona a cambio de paz y respeto para vidas, posesiones y religión de sus habitantes; pagando tributo, eso sí. Y esto llegó de esta manera hasta el 1243 con otro tratado, el de Alcaraz, entre Fernando III de Castilla y el rey murciano de entonces, Aben Hudiel, en el que se cambiaron las tornas, pero con idénticas condiciones. Fue en este punto en el que la fortaleza caravaqueña dejó de ser musulmana para convertirse en cristiana.

En ambos periodos tenemos una zona fronteriza y todo lo que eso conlleva de escaramuzas, saqueos, rapiña… Pero mientras los 530 años de vida del primer acuerdo fueron, digámoslo así, «pasables», el segundo no llegó a los 21, porque en 1264 tuvo lugar una sublevación mudéjar que, una vez sofocada, fue el argumento para dejar el tratado de Alcaraz en papel mojado. Al poco de conseguir pacificar el lugar, ya en tiempos de Alfonso X –que había dirigido, como infante, el ejército que sofocó la revuelta–, se encomienda a la Orden del Temple la villa y su fortaleza. Y en ella permanecen los templarios, salvo un pequeño lapso de cinco años, hasta su disolución, en 1312. Luego unos años de vacío y, en 1344, fue la Orden de Santiago la encargada de destacarse ahí.

 


UN RELATO ADJUDICA A LOS TEMPLARIOS, CUANDO TOMARON POSESIÓN DE LA ENCOMIENDA, EL TRASLADO DEL RELICARIO DE LA «VERA CRUZ» DESDE JERUSALÉN


 

La Cruz de Caravaca, hablar de ella, mejor, nos devuelve a los años de la Orden del Temple en Caravaca… o quizás a un poco antes. Porque hay varios relatos que intentan justificar la existencia de la reliquia de la Vera Cruz. Si hablamos de los más populares, el más antiguo, es el del sacerdote cristiano Chirino, instado a decir misa por un gobernador musulmán para «ver qué era eso»; la falta de una cruz para oficiar el acto litúrgico y la aparición repentina de dos ángeles que pusieron la cruz en el improvisado altar son la esencia de la tradición. Otro relato adjudica a los templarios, cuando tomaron posesión de la Encomienda, el traslado del relicario desde Jerusalén. La forma de cruz patriarcal del estuche contenedor, símbolo de la orden monástica militar, añade un punto de credibilidad a esta historia.

Hay otra tradición cruceña que es difícil de situar cronológicamente, porque hace protagonistas a los templarios y a su Vera Cruz, aunque el relato parece ser anterior a la llegada de la Orden a Caravaca. Claro que esto, tratándose de algo que se sitúa entre la leyenda y la tradición, es lo de menos. Hablamos, en fin, de los Caballos del Vino. Sitiado el castillo por los musulmanes, el agua de los aljibes escasea o se pudre –conviven las dos versiones– y un grupo de valientes consigue burlar el cerco con sus caballos para llegarse a unos pozos e intentar llenar los odres con el preciado líquido. Pero los sitiadores habían envenenado los manantiales y, en vez de volver de vacío, los expedicionarios decidieron llenar los pellejos con vino. Cargados los caballos, solo quedaba llegar corriendo con ellos, y a su ritmo de galope, cuesta arriba y hasta la fortaleza para evitar un destino fatal a manos de los enemigos. Y lo lograron, para regocijo de los que se encontraban intramuros.

La Cruz de Caravaca interviene como mediación para el milagro subsiguiente, con una pequeña divergencia entre las dos versiones: en un caso, el toque con el relicario transforma el vino en agua sanadora y, en el otro, se vierte un poco del vino bendito en los aljibes, de forma que el agua putrefacta se hace potable; y es de imaginar que, si se acepta esta versión, el resto del vino pudo servir para festejar la gesta de los caballeros… O caballistas, como hoy los conocemos. Porque la celebración ha llegado hasta nuestros días, año tras año, desde la mismísima Edad Media.

LOS CABALLOS DEL VINO

1 AL 3 DE MAYO DE 2023

La tradición de los Caballos del Vino está documentada desde el siglo XVII, aunque todos los estudiosos coinciden en que es más que probable que se viniese celebrando desde mucho tiempo antes. El acto central de la fiesta consiste en emular a los soldados que consiguieron saltase el cerco musulmán al castillo, en el siglo XIII, corriendo, cuesta arriba, con sus caballos cargados con odres de vino a falta de agua. Dicho así, parece fácil, pero entremos en detalles.

La carrera tiene lugar en la misma Cuesta del Castillo por la que, según la leyenda, subieron los soldados templarios a velocidad de galope equino corriendo al lado de sus monturas. Hablamos de una pendiente bastante pronunciada de ochenta metros de longitud. Cada caballo, primorosamente engalanado, va con cuatro caballistas corriendo a su lado y agarrados a él: los dos de adelante, refrenando el galope; los de atrás, azuzando al cuadrúpedo. Porque solo se clasifican los grupos que consiguen hacer el recorrido sin que ninguno de sus miembros se suelte del caballo (por eso el control de la velocidad de los anteriores), pero en el menor tiempo posible (de ahí la estimulación de los posteriores).

El tiempo de subida está en torno a los 8 segundos. El récord, hasta ahora, en los 7 segundos y 713 milésimas logrados por la peña Artesano en 2016. Por comparar la velocidad alcanzada por los caballistas, piénsese que el hombre más rápido del mundo, Usain Bolt, hizo los 100 metros lisos en 9 segundos y 58 centésimas. Hagamos hincapié en la palabra «lisos». Si fuese proporcional, Bolt correría en llano a la misma velocidad que los de la peña Artesano cuesta arriba –ayudados por el caballo, de acuerdo; pero subiendo y con el público llenando la pista–.

En torno a esta tradición hay otros concursos: el de caballo a pelo y el de enjaezamiento. El primero valora la estampa y el porte de los animales y el segundo su enjaezamiento: van literalmente vestidos con piezas bordadas con seda, pedrería y canutillo de oro y plata, elaboradas a medida para cada caballo y son auténticas obras de arte.

 


CARGADOS LOS CABALLOS CON EL VINO, SOLO QUEDABA LLEGAR CORRIENDO CON ELLOS, Y A SU RITMO DE GALOPE, CUESTA ARRIBA Y HASTA LA FORTALEZA


 

Hay multitud de actividades y celebraciones durante los tres días, de las que pueden obtener información en el recuadro. Pero si se trata de sintetizar qué son los Caballos del Vino, quédense con estas palabras de José Francisco García, alcalde cruceño, cuando en 2020 la fiesta fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad: «los Caballos del Vino son leyenda e historia, rivalidad y comunión, compromiso y fiesta, pasión y folklore, tradición y futuro, arte y épica, fuerza y belleza dentro de una celebración que aglutina tantas disciplinas y oficios y con tanta dedicación que es capaz de sincronizar los corazones de un pueblo unido».

Portada de la Basílica de la Vera Cruz (s. XVIII). El resto del templo es del s. XVII.
Maniquí equino enjaezado como para participar en la carrera del 2 de mayo (Museo de los Caballos del Vino).
Santuario de la Encarnación. En su entorno, restos de templos romanos y poblados íberos.
La calle Mayor desemboca en la Iglesia del Salvador (s. XVI).
Museo Arqueológico Municipal en la antigua iglesia de La Soledad (s. XIV).
Monumento a los Caballos del Vino (Rafael Pí) al principio de la cuesta.
Templete barroco (s. XVIII) donde todos los 3 de mayo se bendicen las aguas con la «Vera Cruz».

INFORMACIÓN

Oficina de Turismo
C/ De las Monjas, 17
Tel.: 968 702 424
[email protected]
www.turismocaravaca.com

ALOJAMIENTO
Círculo Artístico 1911. Hotel Boutique.
C/ Mayor, 5
Tel.: 968 702 422
[email protected]
https://www.circuloartistico1911.com

El Molino del Río Argos. Hospedería rural
Camino Viejo de Archivel, Km. 8’6.
Benablón (Caravaca de la Cruz).
Tel.: 968 433 381
[email protected]
http://www.molinodelrio.com

RESTAURANTES Y TAPEO
Portón de la Compañía
C/ Mayor, 38
Tel.: 618 660 323

Felymar Gastroteca
Plaza de Abastos. Interior Plaza Massima
Tel.: 666 065 697

Delicias del Horno
C/ Mayor, 9
Tel.: 868 175 166

Para no perderse

Ensayo histórico sobre el acontecimiento religioso de la Vera Cruz de Caravaca y su Santuario.
Gregorio Sánchez Romero.

VER


 

Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar (Murcia, Spain): A late Early Pleistocene hominin site with an “Acheulo-Levalloiso-Mousteroid” Palaeolithic assemblage.
M.J. Walker y otros autores. Quaternary International, Volume 294 (2013).

VER


 

El paraje de Las Fuentes del Marqués.
Turismo de Caravaca de la Cruz. Web informativa.

VER

Se inicia la carrera (foto web Caballos de Vino).

INFORMACIÓN

Bando Caballos del Vino
C/ de las Monjas – Casa de la Cruz
Tel.: 669 081 842
[email protected]
https://caballosdelvino.org/
(Nota: la carrera de los Caballos del Vino puede verse en directo, vía YouTube, en la web).

Casa Museo de los Caballos del Vino
C/ Gregorio Javier, 21
Tel.: 868 185 096
[email protected]
http://museocaballosdelvino.com

La huella de Picasso. Collage de seis paisajes españoles sobre lienzo.

AL ENCUENTRO

La huella de Picasso

Collage de seis paisajes españoles sobre lienzo

Exterior del Museo Casa Natal Picasso. Foto: Área de Turismo Ayuntamiento de Málaga.

El 8 de abril de 2023 se cumple medio siglo del fallecimiento de Picasso, lo que es una oportunidad para recordarle, si nos permiten decirlo así, vivo, recorriendo ciudades, pueblos, calles, caminos o senderos de montaña. A usted, lector, le corresponde averiguar si los ambientes de Málaga, La Coruña, Barcelona, Madrid, Horta de San Juan y Gósol influyeron en la evolución artística del pintor o si, por el contrario -o además, que también- estas localidades conservan algo de la esencia picassiana.
JESÚS ORTÍZ

Entre la Málaga que le vio nacer y la pequeña población francesa de Mougins, en los Alpes Marítimos, donde pintó su último sueño, Pablo Picasso tuvo estancias más o menos largas en lugares emblemáticos como París, meta inevitable de todo aquel que quisiese vivir el arte en su tiempo, o las poblaciones francesas de Céret y Sorgues. Daría para todo un libro de viajes seguir cronológicamente los pasos del pintor durante sus prolíficos 92 años de vivencias e innovación artística. Nosotros, que para eso somos compatriotas, empezamos por poner nuestros pies sobre sus huellas en España.

Málaga.

Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz Picasso (tenía donde elegir para firmar con seudónimos, ¿no?) vivió en la capital malagueña sus primeros nueve años y medio de vida. Su padre, José Ruiz, era profesor de dibujo en la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y todo indica que alimentó su vocación desde pequeño. De hecho, a los ocho años pintó El picador amarillo: un pequeño cuadro al óleo aprovechando, como soporte, una caja de puros de madera de cedro. El pequeño espectador de los festejos celebrados en la plaza de toros de La Malagueta empezó así su carrera artística y su amor por la tauromaquia, que no le abandonaría el resto de su vida.


EN MÁLAGA, A LOS OCHO AÑOS, PINTÓ EL PICADOR AMARILLO: UN PEQUEÑO CUADRO AL ÓLEO APROVECHANDO UNA CAJA DE PUROS DE MADERA DE CEDRO


La visita a la Málaga picassiana comienza en su casa natal, hoy convertida en un museo donde se busca, con obras de otros pintores, fotos y ambientes de finales del siglo XIX, definir lo que fue influyendo en el pequeño Pablo. El edificio, en cuya tercera planta vivió la familia Ruiz Picasso, está en el número 32 de la Plaza de la Merced; y este espacio es, precisamente, otro de los lugares que nos pueden evocar al pintor: sus juegos y travesuras de niño, sus escapadas a la Playa de la Malagueta o al, entonces, moderno Mercado de la Mercé. Imprescindible también el paso por la Iglesia de Santiago (s. XV-XVIII), donde se casaron José Ruiz y María Picasso y donde se bautizaron sus tres hijos. Además de la ya citada Plaza de Toros de La Malagueta, en este pequeño recorrido no debe faltar el Museo Picasso, con 155 obras del artista como pintor y escultor, situado en el Palacio de Buenavista (s. XVI), en cuyo subsuelo, por si fuera poco, se pueden ver actuaciones arqueológicas con restos fenicios, romanos y árabes.

A Coruña.

José Ruiz obtiene una plaza como profesor en la Escuela de Bellas Artes coruñesa y toda la familia se traslada de Málaga a la ciudad gallega en agosto de 1891, poco antes de cumplir Pablo los 10 años. Se instalan en la calle Paio Gómez, en La Peixería (Pescadería), lo que era el corazón comercial y pesquero, muy cerca de la Playa de Riazor y de los entonces recién construidos Jardines de Méndez Núñez. Fue en ese ambiente donde el adolescente Picasso fue perfeccionando su técnica, en la propia Escuela de Bellas Artes, y se empapó del aire pesquero del Cantábrico gallego, en esa «ciudad divertida» en la que lo pasaba muy bien, como él mismo confesó, hasta que cumplidos 14 años llegó el siguiente traslado. En A Coruña tuvo lugar la primera exposición individual del Pablo Ruiz pintor, con 13 años, en una mueblería situada en la Calle Real. Y ya conseguía entonces ganarse unas «perras» gracias al entusiasmo del médico y ex ministro de Pi y Margall, Ramón Pérez Costales, que daba al niño cinco pesetas por cada dibujo que le hacía en una caja de puros.


EN A CORUÑA TUVO LUGAR LA PRIMERA EXPOSICIÓN INDIVIDUAL DEL PABLO RUIZ PINTOR, CON 13 AÑOS, EN UNA MUEBLERÍA SITUADA EN LA CALLE REAL


La casa de Paio Gómez, como punto de partida del recorrido picassiano coruñés, es hoy museo dedicado al artista y, en cierto modo también, a su padre. Lugar de juegos y encuentros, además de la Playa de Riazor, fue con seguridad la Plaza de Pontevedra, donde además está el Instituto Eusebio Guarda, en el que estudió Pablo desde los 10 años. En la Escuela de Artes y Oficios, en la calle Pelamios, recibió clase del escultor Isidoro Brocos, quien le puso en la pista de las vanguardias artísticas de la capital francesa. Y, por supuesto, es imprescindible la visita a la Torre de Hércules o la «Torre de Caramelo», como llamaban padre e hijo a este singular faro romano, tan presente en varias de las obras de Picasso.

EN SU SEGUNDA ETAPA EN BARCELONA SE CONVIERTE EN ASIDUO DE LA ENTONCES CERVECERÍA EL ‘CUATRE GATS’, EN LA QUE BULLÍA EL MODERNISMO

Barcelona.

De nuevo José Ruiz decide cambiar de aires y obtiene una plaza de catedrático en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, también conocida como Escola de la Llotja, por estar en ese momento en lo que hoy es el Palacio de la Lonja del Mar. Esto tiene lugar en septiembre de 1895 y el ‘catorceañero’ Pablo aprueba en un suspiro el examen de ingreso en La Llotja. La Barcelona de su primera etapa, hasta septiembre de 1897, fue de estudio y de trabajo en sus primeros grandes lienzos. En su segunda etapa, a partir de febrero de 1899, se convierte en asiduo de la entonces cervecería El cuatre gats, en la que bullía el modernismo, donde tuvo lugar su segunda exposición individual. Amistades hechas ahí, como Isidre Nonell, pintor modernista catalán, abrieron las puertas de París al malagueño.

Los Ruiz Picasso tuvieron dos domicilios en Barcelona, en las calles Cristina y, ya definitivo, de la Mercè. Es más atractiva, sin embargo, la lista de ubicaciones en las que Pablo instaló sus estudios de pintura y donde dio rienda suelta a su inspiración: las calles de la Plata, de Escudellers Blancs, de la Riera de Sant Joan, de Nou de la Rambla y la del Comerç. Imposible, en la visita a la Ciudad Condal siguiendo los pasos de Picasso, no acercarse al Palacio de la Lonja del Mar, visitable y dedicado a actos y exposiciones, y sobre todo a El Cuatre Gats, hoy restaurante que no ha perdido un ápice de su encanto. Y, por supuesto, rematar con el Museo Picasso, que ocupa varios palacetes y casas modernistas en la calle Montcada. Como dicen en la web del Ayuntamiento, el museo «es, más que un lugar de Picasso en el itinerario de Barcelona, un lugar de Barcelona en el recorrido por Picasso».

Madrid.

Después de dos años en Barcelona, tras lo que hemos denominado la «primera etapa», el joven Pablo obtiene ayuda económica de un tío y se traslada a Madrid para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, aprobando con nota y a la primera, como era habitual en él. Cuentan que muy pronto empezó a hacer novillos, cosa en la que debieron influir factores como su sensación de que aprendía poco, las horas muertas en el Museo del Prado observando, sobre todo, las pinturas de El Greco y su creciente interés por la compañía femenina. Demasiadas cosas en contra para un joven estudiante. Su tío «cerró el grifo» de las ayudas ante las reiteradas ausencias académicas y él se volvió a Barcelona aquejado, además, de un brote de escarlatina.

Los meses que estuvo viviendo en Madrid como estudiante, ocupó un piso en la calle San Pedro Mártir, 5, muy cerca de la Plaza del Progreso, hoy llamada de Tirso de Molina. En la fachada del edificio hay actualmente unos murales de azulejos que recuerdan el paso del pintor por esa casa. A «tiro de piedra» de la Academia, situada en la calle de Alcalá, están la Puerta del Sol que vivió Pablo, repleta de cafés bohemios, entre otras muchas cosas que probablemente «calmasen» la revolución hormonal del muchacho de 16 años; el Círculo de Bellas Artes, donde podía ir a pintar modelos del natural; el Ateneo, templo de la intelectualidad decimonónica; el Parque del Retiro, donde el joven se iba con su caballete y sus pinceles a practicar; y el Museo del Prado, claro, donde compartía con los copistas impresiones sobre Goya, Velázquez o Tiziano y, por supuesto, El Greco.

Horta de Sant Joan.

La escarlatina con la que volvió a Barcelona le llevó directamente a Horta del Ebro, como entonces se llamaba, a casa de quien se convertiría en inseparable amigo desde que compartieron pupitre en La Llotja: Manuel Pallarès i Grau. Para poner en valor la intensa amistad de los dos artistas, cabe recordar que Pallarès fue, años más tarde, ayudante de José Ruiz en la citada escuela y heredó de este su cátedra posteriormente. Pablo fue a pasar unos días a la población tarraconense, pero se quedó ocho meses. Parece que le marcó especialmente agosto de 1898, cuando los dos amigos decidieron pasar un tiempo en Els Ports, en medio de un paisaje de formas abruptas y… ¡viviendo en una cueva! Hay quien dice que a Horta llegó Pablo Ruiz y se fue Picasso: «Todo lo que sé lo he aprendido en Horta», dijo. Todavía volvería una vez más, acompañado, en este caso, de Fernande Oliver, modelo de pintores y primera pareja del pintor.

La montaña de Santa Bárbara y el convento de San Salvador, a los pies de la mole montañosa, son lugares objeto de varias pinturas de Picasso, algunas ya con estilo cubista, correspondiente a la segunda visita. El hoy Parc Natural dels Ports ofrece numerosas rutas de senderismo, entre ellas la de la ‘Cueva de Picasso’: un camino sencillo, circular, de poco más de tres kilómetros, que parte del área de ocio de La Franqueta (al lado del río de los Estrechos). La cueva era donde pasaban el día los dos amigos, pero lo normal es que se refugiasen de noche en la masía de Quinquet, también objeto de un cuadro que se expone hoy en el museo picassiano de Barcelona. En la recoleta plaza porticada de «Missa», estaba el Hostal del Trompet, en el que estuvo el pintor con Fernande Olivier y donde se encontraba la buhardilla de un amigo panadero, donde Picasso tuvo un estudio.

Gósol.

Pablo, acompañado de Fernande, había viajado de París a Barcelona en 1906, posiblemente con la intención de que familia y amigos conociesen a su pareja. En mayo deciden ir a pasar el verano a Gósol, donde llegan a lomos de una mula, que era la única forma de acceso entonces a esta población prepirenáica de la provincia de Lleida. Se quedaron hasta agosto y la producción del pintor fue de lo más fértil, porque en el viaje de vuelta a París se llevaron, al parecer, más de trescientas obras que cargaron a en varias mulas para cruzar la frontera por el Paso de los Gosolans. Hay quien opina que el cubismo picassiano nació en Gósol.


EN GÓSOL, LA PRODUCCIÓN DEL PINTOR FUE DE LO MÁS FÉRTIL, PORQUE EN EL VIAJE DE VUELTA A BELLVER SE LLEVARON, AL PARECER, MÁS DE TRESCIENTAS OBRAS


La localidad leridana se encuentra en el Parque Natural del Cadí-Moixeró, en el lugar donde se enseñorea del paisaje el macizo de Pedraforca, que muestra la exuberancia de su cima bicéfala a 2400 metros de altura. Para emular al pintor y su pareja, se puede realizar la ruta del «Camino de Picasso del Berguedà a la Cendanya» (es de varios días y algo exigente). Y, ya en el pueblo, el Centro Picasso: un museo que expone reproducciones de sus obras y fotografías, a lo que añade elementos etnográficos de la vida y tradiciones locales.

Patio de columnas del Instituto Gaona, donde Pablo Picasso pasó su examen de ingreso en la Segunda Enseñanza. Foto: Área de Turismo Ayuntamiento de Málaga.
En la Plaza de la Merced está situada la casa natal de Picasso y el piso en que vivió después. Foto: Área de Turismo Ayuntamiento de Málaga.
El joven Pablo se pasaba horas en el Museo del Prado contemplando a los clásicos. Foto: Jesús Ortiz.
El el piso más alto de La Llotja está la Escuela de Bellas Artes donde estudió Picasso. Foto: Visit Barcelona.
Casco Histórico de Horta, donde Picasso vivió con Fernande. Foto: Centre Picasso de Horta.
Residencia de los Ruiz Picasso en A Coruña, hoy Casa Museo. Foto: Turismo de A Coruña.
Macizo de Pedraforca, muy presente en la estancia de Picasso en Gósol.Foto: Centre Picasso de Gósol.

El Año Picasso

Para conmemorar el aniversario del fallecimiento de Picasso, están previstas cerca de 40 exposiciones, 15 de ellas en España, en los principales museos y centros del país. A partir de marzo de 2023, se pueden tener en cuenta las siguientes:

  • 17/11/2022 al 19/03/2023. Museo Picasso Barcelona Exposición Picasso – Daniel Henry Khanweiler.
  • Inicio 2023. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid. Exposición Picasso.
  • 23/03/2023 al 23/06/2023. Museo de Bellas Artes de A Coruña. Exposición Picasso, blanco en el recuerdo azul.
  • 28/03/2023 al 29/10/2023. Museo Casa Natal Picasso. Málaga. Exposición Las edades de Pablo.
  • 08/05/2023 al 10/09/2023. Museo Picasso de Málaga. Exposición Picasso. Cuerpo y materia.
  • 18/05/2023 al 17/09/2023. La Casa Encendida. Madrid. Exposición El último Picasso (1963-1972).
  • 01/06/2023 al 30/09/2023. Museo del Prado. Madrid. Exposición Picasso – El Greco.
  • 01/07/2023 al 30/09/2023. Museu del Disseny de Barcelona. Exposición Picasso y la cerámica española.
  • Otoño 2023. Casa de Velázquez. Madrid. Exposición Picasso Vs. Vélazquez.
  • 26/09/2023 al 14/01/2024. Museo Nacional Thyssen Bornemisza. Madrid. Exposición Picasso. Lo sagrado y lo profano.
  • 28/09/2023 al 14/01/2024. Museo Guggenheim Bilbao Exposición Picasso. Cuerpo y materia.
  • 01/10/2023 Museo Picasso de Málaga. Exposición El eco de Picasso.
  • 15/10/2023 al 08/04/2024. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Exposición: Picasso 1906: La gran transformación.
  • 19/10/2023 al 25/02/2024. Museo Picasso de Barcelona y Fundación Miró Exposición Miró. Barcelona. Miró – Picasso.

 

Procesión al convento (1898). Imagen del convento de San Salvador de Horta.Foto: Centre Picasso de Horta.
EN HORTA, PICASSO Y PALLARÈS DECIDIERON PASAR UN TIEMPO EN ELS PORTS, EN MEDIO DE UN PAISAJE DE FORMAS ABRUPTAS Y… ¡VIVIENDO EN UNA CUEVA!

La Palma. Igual de bonita

AL ENCUENTRO

LA PALMA

Igual de bonita

Crestas montañosas de la Caldera de Taburiente observando las nubes desde su altura (más de 2 000 metros).
El 19 de septiembre de 2021, la corteza terrestre se abrió en La Palma. Comenzó a lanzar fuego y todos contuvimos la respiración durante los 85 días siguientes, mientras la lava se desplazaba hacia el mar. Así nació el volcán de Tajogaite, que es como lo denominan las gentes canarias de su entorno. Entre el alivio por no haber padecido desgracias humanas y el sentimiento de pérdida de quienes vieron sepultadas sus casas, sus negocios o sus campos, la satisfacción de que la isla sigue igual de bonita… o más.
JESÚS ORTÍZ

Los palmeros nacidos, como poco, hace 55 años, recuerdan que en 1971 tuvieron un otoño difícil con la erupción del volcán Teneguía, así que la boca que se abrió en 2021 en el Parque Natural de Cumbre Vieja, no lejos de la otra, no les pilló por sorpresa: «Bueno… Es que vivimos en una isla volcánica», se escuchó decir a alguno de ellos en un reportaje televisivo. Tan cierto, como que La Palma, según los estudios geológicos, nació de un volcán submarino situado a cuatro kilómetros bajo el nivel del mar hace unos dos millones de años.

La llamada de la tierra es un breve vídeo promocional de Visit La Palma, la web del Servicio de Turismo del Cabildo de La Palma, en el que una voz femenina invita a ‘escuchar’ a la isla, a sus mares y aguas, sus bosques, sus montañas, sus vientos… Y a sus volcanes: «Cuando mi fuego emerge, no presumo de poder: es un nuevo paisaje con nuevas historias por contar». Nuevas historias, añadimos, que se unen a las que han ido formando esos espacios naturales y culturales que dieron lugar al otro nombre con el que la mayoría conocemos a la tierra de los ancestrales pobladores benahoaritas: «La Isla Bonita». Claro que, si alguien escucha una referencia a «La Isla Verde» o «La Isla Corazón», es casi seguro que también se esté hablando de La Palma.

No en vano, es Reserva de la Biosfera desde que en 2002 así lo reconociese la UNESCO. En su totalidad, añadimos, porque esta proclamación comenzó con un pequeño espacio de la isla en 1982 y se amplió a casi un 20% de la superficie insular en 1998, antes de que consiguiese su declaración integral, incluyendo finalmente dos zonas marinas de especial conservación. De esta manera, lo que comenzó protegiendo una de las últimas florestas de laurisilva que quedan en la Tierra, el casi cenozoico Bosque de los Tilos, se extendió a todo ese ‘corazón’ en el que la naturaleza, su cuidado, aprovechamiento responsable y, por qué no, disfrute, implica a todos sus habitantes.

 


«CUANDO MI FUEGO EMERGE, NO PRESUMO DE PODER: ES UN NUEVO PAISAJE CON NUEVAS HISTORIAS POR CONTAR» (VISIT LA PALMA)


 

Lo que sepultó la lava del Tajogaite, si nos limitamos a la frialdad de las cifras y hacemos abstracción del dolor por la pérdida de viviendas, enseres, recuerdos y formas de vida, apenas supone un 1,7% de la superficie de la isla. Dentro de unos años, tal como hoy sucede con la zona que invadió el Teneguía hace cinco décadas, el nuevo cono volcánico y su camino hacia el mar serán motivo de protección y de visitas de quienes quieren ver de cerca y pisar –con cuidado de no alterar nada, por supuesto– lo que seguramente fue la superficie de nuestro mundo hace varios miles de millones de años, cuando la superficie de esta primitiva e inestable bola de fuego empezó a solidificarse. Quizás en este paisaje, y si la prepotencia humana no pesa mucho, muchos sepamos ver que habitamos un planeta aún en ebullición y lo que ello conlleva.

La reciente emisión de roca incandescente y líquida, por otro lado, supuso la creación de dos nuevos territorios españoles, permitan decirlo así. Nos referimos a las fajanas formadas al precipitarse el magma al mar y que ocupan, en conjunto, unas cincuenta hectáreas. Si usamos la comparación clásica, son la extensión de unos 60 campos de fútbol. La duda ahora, aunque desafortunadamente la mayor de las fajanas –cerca de cuarenta y cinco hectáreas– sepultó la playa de Los Guirres, es si los nuevos perfiles costeros darán lugar a otras playas, como sucedió con la de Echentive, surgida donde la erupción del Teneguía alcanzó el mar en el 71.

 


LA PROTECCIÓN A UNA DE LAS ÚLTIMAS FLORESTAS DE LAURISILVA QUE QUEDAN EN LA TIERRA, EL CASI CENOZOICO BOSQUE DE LOS TILOS, SE EXTENDIÓ A TODA LA ISLA


 

La naturaleza de La Palma, ya ven, envuelve a propios y extraños y no deja de sorprender. Si usted creía haber visto ya la Caldera de Taburiente, vuelva en otra estación del año: por más que las variaciones climáticas en Canarias sean mínimas, mirar desde la hondonada húmeda y fértil hacia los casi dos kilómetros y medio sobre el nivel del mar de las crestas la que rodean siempre es un espectáculo cambiante. Singular es también el pino canario que por allí abunda. Su adaptación al entorno es tal, que el fuego puede quemar su corteza, pero permanece vivo por dentro. Este y el amagante de flores fucsia, un abundante arbusto, tienen en común que son especies endémicas canarias estupendamente adaptadas al entorno volcánico y que son capaces de colonizar tierras hostiles para otras formas vegetales.

Una caldera, solo por recordarlo, es una depresión de origen volcánico, de grandes dimensiones y con paredes muy altas, pero no es un cráter. Para quienes tienen curiosidad científica, cabe recomendar una lectura sosegada de algún documento en el que se explique la formación, desde el punto de vista geológico, de la Caldera de Taburiente y el Barranco de las Angustias. En este último, por la puerta de Dos Aguas, desemboca el líquido elemento procedente de la caldera y lo lleva hasta el Puerto de Tazacorte. El barranco no es, por abundar en la belleza natural del entorno, un desagüe al uso: paredes escarpadas, puentes en la roca labrados por aguas transparentes, cascadas de colores… Un paraíso más para senderistas, barranquistas y amantes del dejarse llevar. Y ya llegados a Tazacorte, si nos encaminamos hacia el Barrio de San Borondón, nos saldrá al paso la lava que escupió el Tajogaite y, a muy poca distancia, está la más pequeña de las fajanas formadas tras la erupción.

 


LA LAVA DEL TAJOGAITE, SI NOS LIMITAMOS A LA FRIALDAD DE LAS CIFRAS Y HACEMOS ABSTRACCIÓN DEL DOLOR POR LAS PÉRDIDAS, APENAS SUPONE UN 1,7% DE LA SUPERFICIE DE LA ISLA


 

El Roque de los Muchachos está en una de esas altas crestas que antes citábamos. Es, recordarán, un referente mundial de la observación astronómica por encontrarse en un lugar a gran altura –2.428 metros sobre el nivel del mar–, donde apenas hay turbulencias, y por la poca contaminación lumínica de La Palma. Hasta este punto de la isla, carretera al margen, llegan varios caminos de la red insular que harán las delicias de los senderistas. Si de flora hablamos también, por aquí se encontrará el caminante con concentraciones de tajinastes rosados. La palabra tajinaste viene del guanche tainast, que significa “aguja” y denomina a una planta endémica canaria. El rosado palmero solo se diferencia de los grancanarios, azules, y los tinerfeños, rojos, por el color de sus flores.

A mayores del observatorio del El Roque de los Muchachos, «La Isla de las Estrellas» –si no tiene aún este sobrenombre, que alguien se lo apunte– se ha convertido igualmente en un pequeño paraíso para los amantes de la observación y la fotografía astronómica nocturna. Una vez protegido por ley el cielo palmero frente al exceso de contaminación lumínica, la isla ha sido reconocida en 2012 como Destino Turístico Starlight. Esto se concreta en quince miradores desde los que ver los astros por libre, de los que cuatro están en zonas de completa oscuridad: el Llano del Jable, el Llano de la Venta, el Pico de la Cruz Sur y el Monumento al Infinito.

 


HAY QUINCE MIRADORES DESDE LOS QUE VER LOS ASTROS POR LIBRE, DE LOS QUE CUATRO ESTÁN EN ZONAS DE COMPLETA OSCURIDAD


 

La arqueoastronomía, puesto que hablamos de observaciones celestes, es otro de los atractivos de la isla. Parece que los benahoaritas también estudiaban las estrellas y aprovechaban las alturas para verlas mejor. Así, hoy se puede ver un posible indicador lunar en el Llano de las Lajitas, donde amontonamientos de piedra y grabados rupestres ofrecen diferentes pistas; grabados geométricos en El Calvario y en La Fajana, siendo este último lugar una auténtica concentración de representaciones solares; y un posible indicador del solsticio de verano en El Verde. Añada el arqueoastrónomo profesional o aficionado el Roque de Teneguía, donde encontrará una gran concentración de grabados rupestres, y El Cercado, también con grabados y algunas cazoletas. Las cazoletas, por si las dudas, son pequeños huecos cóncavos que se abrían en las rocas con una función ritual, la de ‘llamar’ a la lluvia, o de señalización de momentos astrológicos tales como solsticios y equinoccios.

Quien quiera profundizar –y apasionarse– con las culturas prehistóricas palmeras, puede empezar por el Museo Arqueológico Benahorita, que está en los Llanos de Aridane. Recomendable como un primer paso para disfrutar después los paseos arqueoastrónomos, porque explica bien todo lo que conocemos de las creencias de los antiguos palmeros. Pero anote también el visitante el Centro de Interpretación Etnográfico y Parque Cultural La Zarza, en el municipio de Garafía, con dos zonas rupestres; el Parque Arqueológico de Belmaco, en el municipio capitalino, con diez cuevas naturales de habitación, una estación de grabados rupestres y, posiblemente, la residencia de los últimos reyes benahoaritas del cantón Tigalate-Mazo; el Parque Arqueológico El Tendal, en el Barranco de San Juan en Los Galguitos (San Andrés y Sauces), con su poblado de cuevas habitacionales, alguna de considerables dimensiones; y Benehauno o Centro de Interpretación de Petroglifos de El Paso, desde donde se puede caminar hasta las distintas zonas donde fueron hallados los petroglifos.

Las visitas culturales no pueden dejar de lado Santa Cruz de la Palma, capital de la isla y conjunto histórico artístico, para que conste que La Palma es más que naturaleza. En un primer vistazo, seguramente llamará la atención del viajero la Avenida Marítima y los balcones de madera multicolor que la jalonan, que componen el motivo arquitectónico más fotografiado de la ciudad. A partir de ahí, aires renacentistas, barrocos y neoclásicos surgen por doquier, como en el conjunto de la monumental de la Plaza de España, con la iglesia de El Salvador (s. XVI), el Ayuntamiento, la fuente de piedra y algunas casas de origen nobiliario. Ya en la «calle Real», como los santacruceros llaman a la vía principal de la localidad, conviene detenerse a observar la fachada de piedra basáltica del Palacio de Sotomayor o las cuatro alturas de balcones de la Casa de los Salazar, quizás hacer un alto en la coqueta Plaza del Borrero, con edificaciones de los siglos XVII y XVIII.

 


EN UN PRIMER VISTAZO, SEGURAMENTE LLAMARÁ LA ATENCIÓN DEL VIAJERO LA AVENIDA MARÍTIMA Y LOS BALCONES DE MADERA MULTICOLOR QUE LA JALONAN


 

La mayor parte de la Santa Cruz de La Palma que hoy conocemos creció a partir de 1553, cuando el pirata Le Clerc, el apodado «Pata de Palo» y que pasó a la historia sin más ‘mérito’ que el de incendiar la capital palmera, estuvo por la zona antorcha en mano. A partir de entonces, a la reconstrucción de la capital se añadió una contundente fortificación, como puede comprobarse con los castillos de Santa Catalina o el de San Fernando. Eran tiempos en los que la isla, al ser el último puerto en la ruta hacia América, adquirió creciente importancia. De hecho, Felipe II creó ahí el primer Juzgado de Indias: el lugar donde debían inscribirse todos los barcos que fuesen a comerciar al Nuevo Mundo si querían rentabilizar legalmente el viaje.
Créanos el lector si terminamos diciendo que este breve repaso a algunas de las cosas que más emocionan en La Palma es solo suspiro perdido en la atmósfera brillante de la isla canaria. Ya contamos alguna vez aquí que es paradigma de turismo sostenible, un paraíso para buceadores y avistadores de cetáceos, un mundo sorprendente en el que naturaleza, gastronomía, historia y paisanaje siempre dejan deseo de volver.

Vista de la Vía Láctea desde Fuencaliente.
Mar de nubes desde el Roque de los Muchachos, a 2.428 metros de altura.
Cascada en el Bosque de los Tilos.
Santa Cruz de La Palma desde el mar.
La huella del volcán de Tajogaite en los Llanos de Aridane.
Calle en los Llanos de Aridane.
Interior de la Caldera de Taburiente.
El cielo de La Palma es el segundo del hemisferio norte para los astrofísicos y el mejor de Europa para observar también el hemisferio sur.

INFORMACIÓN

Visit La Palma
Avda. Marítima, 34
38700-Santa Cruz de La Palma
Tel.: 922 423 100
[email protected]
https://www.visitlapalma.es/

Astro La Palma
Travesía Cancajos 2, local B1
38712-Los Cancajos
Tel.: 622 805 618
[email protected]
https://lapalmastars.com/

Fancy II
(Cetáceos y volcán desde el mar)
38770-Tazacorte
Tel.: 609 531 376
[email protected]
https://fancy2.com/

Isla Bonita Tours
(Volcán desde tierra)
38712-Los Cancajos
Tel.: 616 419 026
[email protected]
https://www.islabonitatours.com/

ALOJAMIENTOS
(Cat.: Hotel Emblemático)

Hacienda de Abajo
Miguel de Unamuno, 11
38770-Tazacorte
Tel.: 922 406 000
[email protected]
http://www.hotelhaciendadeabajo.com

Holiday Time
Avda. Marítima, 33
38700-Santa Cruz de La Palma
Tel.: 822 907 463
[email protected]
https://holidaytimehotel.es/

Para no perderse


El juzgado de Indias en Canarias a través de las apelaciones al Consejo de Indias.
Francisco de Solano (ULPGC, Revista Coloquio de historia canario-americana, 1976).

VER


Consideraciones históricas sobre el término caldera como concepto geológico, y el origen de la Caldera de Taburiente.
C. M. García Cruz (Rev. Acad. Canar. Cienc., Vol. XXXI, 2019).

VER