La huella de Picasso. Collage de seis paisajes españoles sobre lienzo.

AL ENCUENTRO

La huella de Picasso

Collage de seis paisajes españoles sobre lienzo

Exterior del Museo Casa Natal Picasso. Foto: Área de Turismo Ayuntamiento de Málaga.

El 8 de abril de 2023 se cumple medio siglo del fallecimiento de Picasso, lo que es una oportunidad para recordarle, si nos permiten decirlo así, vivo, recorriendo ciudades, pueblos, calles, caminos o senderos de montaña. A usted, lector, le corresponde averiguar si los ambientes de Málaga, La Coruña, Barcelona, Madrid, Horta de San Juan y Gósol influyeron en la evolución artística del pintor o si, por el contrario -o además, que también- estas localidades conservan algo de la esencia picassiana.
JESÚS ORTÍZ

Entre la Málaga que le vio nacer y la pequeña población francesa de Mougins, en los Alpes Marítimos, donde pintó su último sueño, Pablo Picasso tuvo estancias más o menos largas en lugares emblemáticos como París, meta inevitable de todo aquel que quisiese vivir el arte en su tiempo, o las poblaciones francesas de Céret y Sorgues. Daría para todo un libro de viajes seguir cronológicamente los pasos del pintor durante sus prolíficos 92 años de vivencias e innovación artística. Nosotros, que para eso somos compatriotas, empezamos por poner nuestros pies sobre sus huellas en España.

Málaga.

Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz Picasso (tenía donde elegir para firmar con seudónimos, ¿no?) vivió en la capital malagueña sus primeros nueve años y medio de vida. Su padre, José Ruiz, era profesor de dibujo en la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y todo indica que alimentó su vocación desde pequeño. De hecho, a los ocho años pintó El picador amarillo: un pequeño cuadro al óleo aprovechando, como soporte, una caja de puros de madera de cedro. El pequeño espectador de los festejos celebrados en la plaza de toros de La Malagueta empezó así su carrera artística y su amor por la tauromaquia, que no le abandonaría el resto de su vida.


EN MÁLAGA, A LOS OCHO AÑOS, PINTÓ EL PICADOR AMARILLO: UN PEQUEÑO CUADRO AL ÓLEO APROVECHANDO UNA CAJA DE PUROS DE MADERA DE CEDRO


La visita a la Málaga picassiana comienza en su casa natal, hoy convertida en un museo donde se busca, con obras de otros pintores, fotos y ambientes de finales del siglo XIX, definir lo que fue influyendo en el pequeño Pablo. El edificio, en cuya tercera planta vivió la familia Ruiz Picasso, está en el número 32 de la Plaza de la Merced; y este espacio es, precisamente, otro de los lugares que nos pueden evocar al pintor: sus juegos y travesuras de niño, sus escapadas a la Playa de la Malagueta o al, entonces, moderno Mercado de la Mercé. Imprescindible también el paso por la Iglesia de Santiago (s. XV-XVIII), donde se casaron José Ruiz y María Picasso y donde se bautizaron sus tres hijos. Además de la ya citada Plaza de Toros de La Malagueta, en este pequeño recorrido no debe faltar el Museo Picasso, con 155 obras del artista como pintor y escultor, situado en el Palacio de Buenavista (s. XVI), en cuyo subsuelo, por si fuera poco, se pueden ver actuaciones arqueológicas con restos fenicios, romanos y árabes.

A Coruña.

José Ruiz obtiene una plaza como profesor en la Escuela de Bellas Artes coruñesa y toda la familia se traslada de Málaga a la ciudad gallega en agosto de 1891, poco antes de cumplir Pablo los 10 años. Se instalan en la calle Paio Gómez, en La Peixería (Pescadería), lo que era el corazón comercial y pesquero, muy cerca de la Playa de Riazor y de los entonces recién construidos Jardines de Méndez Núñez. Fue en ese ambiente donde el adolescente Picasso fue perfeccionando su técnica, en la propia Escuela de Bellas Artes, y se empapó del aire pesquero del Cantábrico gallego, en esa «ciudad divertida» en la que lo pasaba muy bien, como él mismo confesó, hasta que cumplidos 14 años llegó el siguiente traslado. En A Coruña tuvo lugar la primera exposición individual del Pablo Ruiz pintor, con 13 años, en una mueblería situada en la Calle Real. Y ya conseguía entonces ganarse unas «perras» gracias al entusiasmo del médico y ex ministro de Pi y Margall, Ramón Pérez Costales, que daba al niño cinco pesetas por cada dibujo que le hacía en una caja de puros.


EN A CORUÑA TUVO LUGAR LA PRIMERA EXPOSICIÓN INDIVIDUAL DEL PABLO RUIZ PINTOR, CON 13 AÑOS, EN UNA MUEBLERÍA SITUADA EN LA CALLE REAL


La casa de Paio Gómez, como punto de partida del recorrido picassiano coruñés, es hoy museo dedicado al artista y, en cierto modo también, a su padre. Lugar de juegos y encuentros, además de la Playa de Riazor, fue con seguridad la Plaza de Pontevedra, donde además está el Instituto Eusebio Guarda, en el que estudió Pablo desde los 10 años. En la Escuela de Artes y Oficios, en la calle Pelamios, recibió clase del escultor Isidoro Brocos, quien le puso en la pista de las vanguardias artísticas de la capital francesa. Y, por supuesto, es imprescindible la visita a la Torre de Hércules o la «Torre de Caramelo», como llamaban padre e hijo a este singular faro romano, tan presente en varias de las obras de Picasso.

EN SU SEGUNDA ETAPA EN BARCELONA SE CONVIERTE EN ASIDUO DE LA ENTONCES CERVECERÍA EL ‘CUATRE GATS’, EN LA QUE BULLÍA EL MODERNISMO

Barcelona.

De nuevo José Ruiz decide cambiar de aires y obtiene una plaza de catedrático en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, también conocida como Escola de la Llotja, por estar en ese momento en lo que hoy es el Palacio de la Lonja del Mar. Esto tiene lugar en septiembre de 1895 y el ‘catorceañero’ Pablo aprueba en un suspiro el examen de ingreso en La Llotja. La Barcelona de su primera etapa, hasta septiembre de 1897, fue de estudio y de trabajo en sus primeros grandes lienzos. En su segunda etapa, a partir de febrero de 1899, se convierte en asiduo de la entonces cervecería El cuatre gats, en la que bullía el modernismo, donde tuvo lugar su segunda exposición individual. Amistades hechas ahí, como Isidre Nonell, pintor modernista catalán, abrieron las puertas de París al malagueño.

Los Ruiz Picasso tuvieron dos domicilios en Barcelona, en las calles Cristina y, ya definitivo, de la Mercè. Es más atractiva, sin embargo, la lista de ubicaciones en las que Pablo instaló sus estudios de pintura y donde dio rienda suelta a su inspiración: las calles de la Plata, de Escudellers Blancs, de la Riera de Sant Joan, de Nou de la Rambla y la del Comerç. Imposible, en la visita a la Ciudad Condal siguiendo los pasos de Picasso, no acercarse al Palacio de la Lonja del Mar, visitable y dedicado a actos y exposiciones, y sobre todo a El Cuatre Gats, hoy restaurante que no ha perdido un ápice de su encanto. Y, por supuesto, rematar con el Museo Picasso, que ocupa varios palacetes y casas modernistas en la calle Montcada. Como dicen en la web del Ayuntamiento, el museo «es, más que un lugar de Picasso en el itinerario de Barcelona, un lugar de Barcelona en el recorrido por Picasso».

Madrid.

Después de dos años en Barcelona, tras lo que hemos denominado la «primera etapa», el joven Pablo obtiene ayuda económica de un tío y se traslada a Madrid para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, aprobando con nota y a la primera, como era habitual en él. Cuentan que muy pronto empezó a hacer novillos, cosa en la que debieron influir factores como su sensación de que aprendía poco, las horas muertas en el Museo del Prado observando, sobre todo, las pinturas de El Greco y su creciente interés por la compañía femenina. Demasiadas cosas en contra para un joven estudiante. Su tío «cerró el grifo» de las ayudas ante las reiteradas ausencias académicas y él se volvió a Barcelona aquejado, además, de un brote de escarlatina.

Los meses que estuvo viviendo en Madrid como estudiante, ocupó un piso en la calle San Pedro Mártir, 5, muy cerca de la Plaza del Progreso, hoy llamada de Tirso de Molina. En la fachada del edificio hay actualmente unos murales de azulejos que recuerdan el paso del pintor por esa casa. A «tiro de piedra» de la Academia, situada en la calle de Alcalá, están la Puerta del Sol que vivió Pablo, repleta de cafés bohemios, entre otras muchas cosas que probablemente «calmasen» la revolución hormonal del muchacho de 16 años; el Círculo de Bellas Artes, donde podía ir a pintar modelos del natural; el Ateneo, templo de la intelectualidad decimonónica; el Parque del Retiro, donde el joven se iba con su caballete y sus pinceles a practicar; y el Museo del Prado, claro, donde compartía con los copistas impresiones sobre Goya, Velázquez o Tiziano y, por supuesto, El Greco.

Horta de Sant Joan.

La escarlatina con la que volvió a Barcelona le llevó directamente a Horta del Ebro, como entonces se llamaba, a casa de quien se convertiría en inseparable amigo desde que compartieron pupitre en La Llotja: Manuel Pallarès i Grau. Para poner en valor la intensa amistad de los dos artistas, cabe recordar que Pallarès fue, años más tarde, ayudante de José Ruiz en la citada escuela y heredó de este su cátedra posteriormente. Pablo fue a pasar unos días a la población tarraconense, pero se quedó ocho meses. Parece que le marcó especialmente agosto de 1898, cuando los dos amigos decidieron pasar un tiempo en Els Ports, en medio de un paisaje de formas abruptas y… ¡viviendo en una cueva! Hay quien dice que a Horta llegó Pablo Ruiz y se fue Picasso: «Todo lo que sé lo he aprendido en Horta», dijo. Todavía volvería una vez más, acompañado, en este caso, de Fernande Oliver, modelo de pintores y primera pareja del pintor.

La montaña de Santa Bárbara y el convento de San Salvador, a los pies de la mole montañosa, son lugares objeto de varias pinturas de Picasso, algunas ya con estilo cubista, correspondiente a la segunda visita. El hoy Parc Natural dels Ports ofrece numerosas rutas de senderismo, entre ellas la de la ‘Cueva de Picasso’: un camino sencillo, circular, de poco más de tres kilómetros, que parte del área de ocio de La Franqueta (al lado del río de los Estrechos). La cueva era donde pasaban el día los dos amigos, pero lo normal es que se refugiasen de noche en la masía de Quinquet, también objeto de un cuadro que se expone hoy en el museo picassiano de Barcelona. En la recoleta plaza porticada de «Missa», estaba el Hostal del Trompet, en el que estuvo el pintor con Fernande Olivier y donde se encontraba la buhardilla de un amigo panadero, donde Picasso tuvo un estudio.

Gósol.

Pablo, acompañado de Fernande, había viajado de París a Barcelona en 1906, posiblemente con la intención de que familia y amigos conociesen a su pareja. En mayo deciden ir a pasar el verano a Gósol, donde llegan a lomos de una mula, que era la única forma de acceso entonces a esta población prepirenáica de la provincia de Lleida. Se quedaron hasta agosto y la producción del pintor fue de lo más fértil, porque en el viaje de vuelta a París se llevaron, al parecer, más de trescientas obras que cargaron a en varias mulas para cruzar la frontera por el Paso de los Gosolans. Hay quien opina que el cubismo picassiano nació en Gósol.


EN GÓSOL, LA PRODUCCIÓN DEL PINTOR FUE DE LO MÁS FÉRTIL, PORQUE EN EL VIAJE DE VUELTA A BELLVER SE LLEVARON, AL PARECER, MÁS DE TRESCIENTAS OBRAS


La localidad leridana se encuentra en el Parque Natural del Cadí-Moixeró, en el lugar donde se enseñorea del paisaje el macizo de Pedraforca, que muestra la exuberancia de su cima bicéfala a 2400 metros de altura. Para emular al pintor y su pareja, se puede realizar la ruta del «Camino de Picasso del Berguedà a la Cendanya» (es de varios días y algo exigente). Y, ya en el pueblo, el Centro Picasso: un museo que expone reproducciones de sus obras y fotografías, a lo que añade elementos etnográficos de la vida y tradiciones locales.

Patio de columnas del Instituto Gaona, donde Pablo Picasso pasó su examen de ingreso en la Segunda Enseñanza. Foto: Área de Turismo Ayuntamiento de Málaga.
En la Plaza de la Merced está situada la casa natal de Picasso y el piso en que vivió después. Foto: Área de Turismo Ayuntamiento de Málaga.
El joven Pablo se pasaba horas en el Museo del Prado contemplando a los clásicos. Foto: Jesús Ortiz.
El el piso más alto de La Llotja está la Escuela de Bellas Artes donde estudió Picasso. Foto: Visit Barcelona.
Casco Histórico de Horta, donde Picasso vivió con Fernande. Foto: Centre Picasso de Horta.
Residencia de los Ruiz Picasso en A Coruña, hoy Casa Museo. Foto: Turismo de A Coruña.
Macizo de Pedraforca, muy presente en la estancia de Picasso en Gósol.Foto: Centre Picasso de Gósol.

El Año Picasso

Para conmemorar el aniversario del fallecimiento de Picasso, están previstas cerca de 40 exposiciones, 15 de ellas en España, en los principales museos y centros del país. A partir de marzo de 2023, se pueden tener en cuenta las siguientes:

  • 17/11/2022 al 19/03/2023. Museo Picasso Barcelona Exposición Picasso – Daniel Henry Khanweiler.
  • Inicio 2023. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid. Exposición Picasso.
  • 23/03/2023 al 23/06/2023. Museo de Bellas Artes de A Coruña. Exposición Picasso, blanco en el recuerdo azul.
  • 28/03/2023 al 29/10/2023. Museo Casa Natal Picasso. Málaga. Exposición Las edades de Pablo.
  • 08/05/2023 al 10/09/2023. Museo Picasso de Málaga. Exposición Picasso. Cuerpo y materia.
  • 18/05/2023 al 17/09/2023. La Casa Encendida. Madrid. Exposición El último Picasso (1963-1972).
  • 01/06/2023 al 30/09/2023. Museo del Prado. Madrid. Exposición Picasso – El Greco.
  • 01/07/2023 al 30/09/2023. Museu del Disseny de Barcelona. Exposición Picasso y la cerámica española.
  • Otoño 2023. Casa de Velázquez. Madrid. Exposición Picasso Vs. Vélazquez.
  • 26/09/2023 al 14/01/2024. Museo Nacional Thyssen Bornemisza. Madrid. Exposición Picasso. Lo sagrado y lo profano.
  • 28/09/2023 al 14/01/2024. Museo Guggenheim Bilbao Exposición Picasso. Cuerpo y materia.
  • 01/10/2023 Museo Picasso de Málaga. Exposición El eco de Picasso.
  • 15/10/2023 al 08/04/2024. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Exposición: Picasso 1906: La gran transformación.
  • 19/10/2023 al 25/02/2024. Museo Picasso de Barcelona y Fundación Miró Exposición Miró. Barcelona. Miró – Picasso.

 

Procesión al convento (1898). Imagen del convento de San Salvador de Horta.Foto: Centre Picasso de Horta.
EN HORTA, PICASSO Y PALLARÈS DECIDIERON PASAR UN TIEMPO EN ELS PORTS, EN MEDIO DE UN PAISAJE DE FORMAS ABRUPTAS Y… ¡VIVIENDO EN UNA CUEVA!

La Palma. Igual de bonita

AL ENCUENTRO

LA PALMA

Igual de bonita

Crestas montañosas de la Caldera de Taburiente observando las nubes desde su altura (más de 2 000 metros).
El 19 de septiembre de 2021, la corteza terrestre se abrió en La Palma. Comenzó a lanzar fuego y todos contuvimos la respiración durante los 85 días siguientes, mientras la lava se desplazaba hacia el mar. Así nació el volcán de Tajogaite, que es como lo denominan las gentes canarias de su entorno. Entre el alivio por no haber padecido desgracias humanas y el sentimiento de pérdida de quienes vieron sepultadas sus casas, sus negocios o sus campos, la satisfacción de que la isla sigue igual de bonita… o más.
JESÚS ORTÍZ

Los palmeros nacidos, como poco, hace 55 años, recuerdan que en 1971 tuvieron un otoño difícil con la erupción del volcán Teneguía, así que la boca que se abrió en 2021 en el Parque Natural de Cumbre Vieja, no lejos de la otra, no les pilló por sorpresa: «Bueno… Es que vivimos en una isla volcánica», se escuchó decir a alguno de ellos en un reportaje televisivo. Tan cierto, como que La Palma, según los estudios geológicos, nació de un volcán submarino situado a cuatro kilómetros bajo el nivel del mar hace unos dos millones de años.

La llamada de la tierra es un breve vídeo promocional de Visit La Palma, la web del Servicio de Turismo del Cabildo de La Palma, en el que una voz femenina invita a ‘escuchar’ a la isla, a sus mares y aguas, sus bosques, sus montañas, sus vientos… Y a sus volcanes: «Cuando mi fuego emerge, no presumo de poder: es un nuevo paisaje con nuevas historias por contar». Nuevas historias, añadimos, que se unen a las que han ido formando esos espacios naturales y culturales que dieron lugar al otro nombre con el que la mayoría conocemos a la tierra de los ancestrales pobladores benahoaritas: «La Isla Bonita». Claro que, si alguien escucha una referencia a «La Isla Verde» o «La Isla Corazón», es casi seguro que también se esté hablando de La Palma.

No en vano, es Reserva de la Biosfera desde que en 2002 así lo reconociese la UNESCO. En su totalidad, añadimos, porque esta proclamación comenzó con un pequeño espacio de la isla en 1982 y se amplió a casi un 20% de la superficie insular en 1998, antes de que consiguiese su declaración integral, incluyendo finalmente dos zonas marinas de especial conservación. De esta manera, lo que comenzó protegiendo una de las últimas florestas de laurisilva que quedan en la Tierra, el casi cenozoico Bosque de los Tilos, se extendió a todo ese ‘corazón’ en el que la naturaleza, su cuidado, aprovechamiento responsable y, por qué no, disfrute, implica a todos sus habitantes.

 


«CUANDO MI FUEGO EMERGE, NO PRESUMO DE PODER: ES UN NUEVO PAISAJE CON NUEVAS HISTORIAS POR CONTAR» (VISIT LA PALMA)


 

Lo que sepultó la lava del Tajogaite, si nos limitamos a la frialdad de las cifras y hacemos abstracción del dolor por la pérdida de viviendas, enseres, recuerdos y formas de vida, apenas supone un 1,7% de la superficie de la isla. Dentro de unos años, tal como hoy sucede con la zona que invadió el Teneguía hace cinco décadas, el nuevo cono volcánico y su camino hacia el mar serán motivo de protección y de visitas de quienes quieren ver de cerca y pisar –con cuidado de no alterar nada, por supuesto– lo que seguramente fue la superficie de nuestro mundo hace varios miles de millones de años, cuando la superficie de esta primitiva e inestable bola de fuego empezó a solidificarse. Quizás en este paisaje, y si la prepotencia humana no pesa mucho, muchos sepamos ver que habitamos un planeta aún en ebullición y lo que ello conlleva.

La reciente emisión de roca incandescente y líquida, por otro lado, supuso la creación de dos nuevos territorios españoles, permitan decirlo así. Nos referimos a las fajanas formadas al precipitarse el magma al mar y que ocupan, en conjunto, unas cincuenta hectáreas. Si usamos la comparación clásica, son la extensión de unos 60 campos de fútbol. La duda ahora, aunque desafortunadamente la mayor de las fajanas –cerca de cuarenta y cinco hectáreas– sepultó la playa de Los Guirres, es si los nuevos perfiles costeros darán lugar a otras playas, como sucedió con la de Echentive, surgida donde la erupción del Teneguía alcanzó el mar en el 71.

 


LA PROTECCIÓN A UNA DE LAS ÚLTIMAS FLORESTAS DE LAURISILVA QUE QUEDAN EN LA TIERRA, EL CASI CENOZOICO BOSQUE DE LOS TILOS, SE EXTENDIÓ A TODA LA ISLA


 

La naturaleza de La Palma, ya ven, envuelve a propios y extraños y no deja de sorprender. Si usted creía haber visto ya la Caldera de Taburiente, vuelva en otra estación del año: por más que las variaciones climáticas en Canarias sean mínimas, mirar desde la hondonada húmeda y fértil hacia los casi dos kilómetros y medio sobre el nivel del mar de las crestas la que rodean siempre es un espectáculo cambiante. Singular es también el pino canario que por allí abunda. Su adaptación al entorno es tal, que el fuego puede quemar su corteza, pero permanece vivo por dentro. Este y el amagante de flores fucsia, un abundante arbusto, tienen en común que son especies endémicas canarias estupendamente adaptadas al entorno volcánico y que son capaces de colonizar tierras hostiles para otras formas vegetales.

Una caldera, solo por recordarlo, es una depresión de origen volcánico, de grandes dimensiones y con paredes muy altas, pero no es un cráter. Para quienes tienen curiosidad científica, cabe recomendar una lectura sosegada de algún documento en el que se explique la formación, desde el punto de vista geológico, de la Caldera de Taburiente y el Barranco de las Angustias. En este último, por la puerta de Dos Aguas, desemboca el líquido elemento procedente de la caldera y lo lleva hasta el Puerto de Tazacorte. El barranco no es, por abundar en la belleza natural del entorno, un desagüe al uso: paredes escarpadas, puentes en la roca labrados por aguas transparentes, cascadas de colores… Un paraíso más para senderistas, barranquistas y amantes del dejarse llevar. Y ya llegados a Tazacorte, si nos encaminamos hacia el Barrio de San Borondón, nos saldrá al paso la lava que escupió el Tajogaite y, a muy poca distancia, está la más pequeña de las fajanas formadas tras la erupción.

 


LA LAVA DEL TAJOGAITE, SI NOS LIMITAMOS A LA FRIALDAD DE LAS CIFRAS Y HACEMOS ABSTRACCIÓN DEL DOLOR POR LAS PÉRDIDAS, APENAS SUPONE UN 1,7% DE LA SUPERFICIE DE LA ISLA


 

El Roque de los Muchachos está en una de esas altas crestas que antes citábamos. Es, recordarán, un referente mundial de la observación astronómica por encontrarse en un lugar a gran altura –2.428 metros sobre el nivel del mar–, donde apenas hay turbulencias, y por la poca contaminación lumínica de La Palma. Hasta este punto de la isla, carretera al margen, llegan varios caminos de la red insular que harán las delicias de los senderistas. Si de flora hablamos también, por aquí se encontrará el caminante con concentraciones de tajinastes rosados. La palabra tajinaste viene del guanche tainast, que significa “aguja” y denomina a una planta endémica canaria. El rosado palmero solo se diferencia de los grancanarios, azules, y los tinerfeños, rojos, por el color de sus flores.

A mayores del observatorio del El Roque de los Muchachos, «La Isla de las Estrellas» –si no tiene aún este sobrenombre, que alguien se lo apunte– se ha convertido igualmente en un pequeño paraíso para los amantes de la observación y la fotografía astronómica nocturna. Una vez protegido por ley el cielo palmero frente al exceso de contaminación lumínica, la isla ha sido reconocida en 2012 como Destino Turístico Starlight. Esto se concreta en quince miradores desde los que ver los astros por libre, de los que cuatro están en zonas de completa oscuridad: el Llano del Jable, el Llano de la Venta, el Pico de la Cruz Sur y el Monumento al Infinito.

 


HAY QUINCE MIRADORES DESDE LOS QUE VER LOS ASTROS POR LIBRE, DE LOS QUE CUATRO ESTÁN EN ZONAS DE COMPLETA OSCURIDAD


 

La arqueoastronomía, puesto que hablamos de observaciones celestes, es otro de los atractivos de la isla. Parece que los benahoaritas también estudiaban las estrellas y aprovechaban las alturas para verlas mejor. Así, hoy se puede ver un posible indicador lunar en el Llano de las Lajitas, donde amontonamientos de piedra y grabados rupestres ofrecen diferentes pistas; grabados geométricos en El Calvario y en La Fajana, siendo este último lugar una auténtica concentración de representaciones solares; y un posible indicador del solsticio de verano en El Verde. Añada el arqueoastrónomo profesional o aficionado el Roque de Teneguía, donde encontrará una gran concentración de grabados rupestres, y El Cercado, también con grabados y algunas cazoletas. Las cazoletas, por si las dudas, son pequeños huecos cóncavos que se abrían en las rocas con una función ritual, la de ‘llamar’ a la lluvia, o de señalización de momentos astrológicos tales como solsticios y equinoccios.

Quien quiera profundizar –y apasionarse– con las culturas prehistóricas palmeras, puede empezar por el Museo Arqueológico Benahorita, que está en los Llanos de Aridane. Recomendable como un primer paso para disfrutar después los paseos arqueoastrónomos, porque explica bien todo lo que conocemos de las creencias de los antiguos palmeros. Pero anote también el visitante el Centro de Interpretación Etnográfico y Parque Cultural La Zarza, en el municipio de Garafía, con dos zonas rupestres; el Parque Arqueológico de Belmaco, en el municipio capitalino, con diez cuevas naturales de habitación, una estación de grabados rupestres y, posiblemente, la residencia de los últimos reyes benahoaritas del cantón Tigalate-Mazo; el Parque Arqueológico El Tendal, en el Barranco de San Juan en Los Galguitos (San Andrés y Sauces), con su poblado de cuevas habitacionales, alguna de considerables dimensiones; y Benehauno o Centro de Interpretación de Petroglifos de El Paso, desde donde se puede caminar hasta las distintas zonas donde fueron hallados los petroglifos.

Las visitas culturales no pueden dejar de lado Santa Cruz de la Palma, capital de la isla y conjunto histórico artístico, para que conste que La Palma es más que naturaleza. En un primer vistazo, seguramente llamará la atención del viajero la Avenida Marítima y los balcones de madera multicolor que la jalonan, que componen el motivo arquitectónico más fotografiado de la ciudad. A partir de ahí, aires renacentistas, barrocos y neoclásicos surgen por doquier, como en el conjunto de la monumental de la Plaza de España, con la iglesia de El Salvador (s. XVI), el Ayuntamiento, la fuente de piedra y algunas casas de origen nobiliario. Ya en la «calle Real», como los santacruceros llaman a la vía principal de la localidad, conviene detenerse a observar la fachada de piedra basáltica del Palacio de Sotomayor o las cuatro alturas de balcones de la Casa de los Salazar, quizás hacer un alto en la coqueta Plaza del Borrero, con edificaciones de los siglos XVII y XVIII.

 


EN UN PRIMER VISTAZO, SEGURAMENTE LLAMARÁ LA ATENCIÓN DEL VIAJERO LA AVENIDA MARÍTIMA Y LOS BALCONES DE MADERA MULTICOLOR QUE LA JALONAN


 

La mayor parte de la Santa Cruz de La Palma que hoy conocemos creció a partir de 1553, cuando el pirata Le Clerc, el apodado «Pata de Palo» y que pasó a la historia sin más ‘mérito’ que el de incendiar la capital palmera, estuvo por la zona antorcha en mano. A partir de entonces, a la reconstrucción de la capital se añadió una contundente fortificación, como puede comprobarse con los castillos de Santa Catalina o el de San Fernando. Eran tiempos en los que la isla, al ser el último puerto en la ruta hacia América, adquirió creciente importancia. De hecho, Felipe II creó ahí el primer Juzgado de Indias: el lugar donde debían inscribirse todos los barcos que fuesen a comerciar al Nuevo Mundo si querían rentabilizar legalmente el viaje.
Créanos el lector si terminamos diciendo que este breve repaso a algunas de las cosas que más emocionan en La Palma es solo suspiro perdido en la atmósfera brillante de la isla canaria. Ya contamos alguna vez aquí que es paradigma de turismo sostenible, un paraíso para buceadores y avistadores de cetáceos, un mundo sorprendente en el que naturaleza, gastronomía, historia y paisanaje siempre dejan deseo de volver.

Vista de la Vía Láctea desde Fuencaliente.
Mar de nubes desde el Roque de los Muchachos, a 2.428 metros de altura.
Cascada en el Bosque de los Tilos.
Santa Cruz de La Palma desde el mar.
La huella del volcán de Tajogaite en los Llanos de Aridane.
Calle en los Llanos de Aridane.
Interior de la Caldera de Taburiente.
El cielo de La Palma es el segundo del hemisferio norte para los astrofísicos y el mejor de Europa para observar también el hemisferio sur.

INFORMACIÓN

Visit La Palma
Avda. Marítima, 34
38700-Santa Cruz de La Palma
Tel.: 922 423 100
[email protected]
https://www.visitlapalma.es/

Astro La Palma
Travesía Cancajos 2, local B1
38712-Los Cancajos
Tel.: 622 805 618
[email protected]
https://lapalmastars.com/

Fancy II
(Cetáceos y volcán desde el mar)
38770-Tazacorte
Tel.: 609 531 376
[email protected]
https://fancy2.com/

Isla Bonita Tours
(Volcán desde tierra)
38712-Los Cancajos
Tel.: 616 419 026
[email protected]
https://www.islabonitatours.com/

ALOJAMIENTOS
(Cat.: Hotel Emblemático)

Hacienda de Abajo
Miguel de Unamuno, 11
38770-Tazacorte
Tel.: 922 406 000
[email protected]
http://www.hotelhaciendadeabajo.com

Holiday Time
Avda. Marítima, 33
38700-Santa Cruz de La Palma
Tel.: 822 907 463
[email protected]
https://holidaytimehotel.es/

Para no perderse


El juzgado de Indias en Canarias a través de las apelaciones al Consejo de Indias.
Francisco de Solano (ULPGC, Revista Coloquio de historia canario-americana, 1976).

VER


Consideraciones históricas sobre el término caldera como concepto geológico, y el origen de la Caldera de Taburiente.
C. M. García Cruz (Rev. Acad. Canar. Cienc., Vol. XXXI, 2019).

VER

Alcalá del Júcar. Cultura troglodítica

AL ENCUENTRO

ALCALÁ DEL JÚCAR

Cultura troglodítica

Primera impresión de Alcalá del Júcar.
No cuesta imaginar, a nada que el viajero se vaya acercando a Alcalá del Júcar, que tanta riqueza, de agua, de vegetación, de fauna, de acantilados en los que es obvio construirse un refugio, haya sido un atractivo para todo el que por ese lugar pasase, ya fuera para quedarse una temporada o para instalarse. Desde las primeras casas troglodíticas o el castillo de origen andalusí hasta hoy, el tiempo ha dado lugar a la bellísima estampa de todo un pueblo «tapizando» de viviendas blancas una de esas verticalidades imponentes fruto de la erosión fluvial.

JESÚS ORTÍZ

Mail: [email protected]

Twitter: @JesOrtizAl

Es difícil saber con exactitud en qué momento a un ser humano se le ocurrió averiguar si era o no factible excavar en la pared de caliza que fue presidiendo el curso del río a medida que este erosionaba el terreno. Lo que sí sabemos es que quien lo hizo se dedicó con un entusiasmo contagioso, a causa del cual, durante años, se fue formando un conjunto de seguros habitáculos para personas y ganado, además de túneles de diversas dimensiones que unían algunos de esos refugios o que suponían una vía de escape en caso de peligro.

Las casas-cueva de Alcalá del Júcar fueron, en un principio, de lo más simple: una sola habitación para resguardarse, cocinar, comer y dormir, incluyendo en el «paquete familiar» a los animales. Poco a poco, como puede verse en la Casa-Cueva del Castillo, se fueron diferenciado los espacios y adaptándose a una mayor, digámoslo así, habitabilidad. La cocina seguía siendo centro neurálgico de la vivienda, porque además el fuego del hogar proporcionaba el calor necesario para disfrutar de cierta comodidad, pero ya había algún espacio algo más separado para dormir y el ganado empezó a disponer de sus propios espacios, establos siempre al abrigo de la cueva, lo que probablemente evitó también algunos problemas sanitarios.

Casi la totalidad del casco antiguo alcalaeño, hoy por hoy, se basa en la estructura de estas casas cueva, de manera que presentan una fachada de obra, a modo de entrada, y habitaciones excavadas en la roca a continuación. La ventaja ambiental es que temperatura y humedad son constantes. Sus 16 a 18 grados centígrados se combaten fácilmente en invierno y son un lujo total en los calurosos veranos. Eso de veranear durmiendo con mantita, ya saben.

 


EL CASCO ANTIGUO ALCALAEÑO SE BASA EN LA ESTRUCTURA DE LAS CASAS-CUEVA, CON UNA FACHADA DE OBRA Y ESPACIOS EXCAVADOS EN LA ROCA A CONTINUACIÓN


 

El acantilado que ha quedado «abrazado» por el meandro del Júcar, su verticalidad, mejor dicho, no fue obstáculo para que las cuevas se fuesen excavando unas encima de las otras. Esto conformó la distribución urbana del casco antiguo que, visto de lejos, da la sensación de que las pequeñas edificaciones de obra se soportan unas sobre las otras como si de una torre de Lego se tratase. Y, claro, son el origen también de las callejas empedradas y empinadas por las que merece la pena darse unos paseos.

Por ejemplo, para subir al castillo. Se trata este de una edificación del siglo XV construida sobre otra anterior, de origen almohade, del siglo XI. Su uso fue históricamente militar. Para sus primeros habitantes fue una de las fortificaciones que vigilaban la frontera entre ellos y el Reino de Castilla. Cuando Alfonso VIII se hizo con la zona a principios del siglo XIII, fue núcleo de defensa para los colonos enviados a repoblar las fértiles tierras del Júcar. El Marqués de Villena, en el siglo XV, lo rehabilitó, potenció su capacidad defensiva y mandó construir la torre del homenaje. Tuvo su importancia la fortificación, según las crónicas de la época, durante la Guerra del Marquesado, que enfrentó a Juan Pacheco, el de Villena antes citado, con los partidarios de Isabel de Castilla cuando esta era aún candidata al trono. Tras algún accidente, como un colapso del terreno que fue desastroso para los habitantes de Alcalá del Júcar, llegaron las guerras Carlistas, principios del siglo XIX, y el castillo fue dotado de fusileras para poder utilizar armas de fuego. Es decir: su «mili» duró siglos.

 


EL CASTILLO ES UNA EDIFICACIÓN DEL SIGLO XV CONSTRUIDA SOBRE OTRA ANTERIOR, DE ORIGEN ALMOHADE, DEL SIGLO XI. SU USO FUE HISTÓRICAMENTE MILITAR


 

La iglesia de San Andrés tiene dos vistas: a pie de calle, donde se aprecian los sillares de grosor XXL que la soportan, y desde las alturas; mientras se va subiendo hacia el castillo, por ejemplo, lo que destaca es su cúpula rematada con teja de color verde, que fue terminada de construir en el siglo XVIII: unos trescientos años después de haberse empezado las obras, justo en el momento en que Pacheco empezó a rehacer el castillo. Lógicamente, su arquitectura muestra una mezcla –más bien sucesión- de estilos, que van desde el gótico al neoclásico. Al otro lado del río, y ya se ve desde las alturas en que se aprecia perfectamente el crucero de San Andrés, está la más singular plaza de toros de toda España, porque no es circular, sino ovalada, con sus gradas excavadas en la roca y sus paredes hechas de adobe. Obra con misterio, además, porque no se sabe cuándo se construyó realmente, lo que ha dado lugar a cuentos de atardecer y silla «a la fresca».

Otra de las edificaciones que el viajero se encuentra a sus pies, una vez repuesto de su asombro tras ver de cerca y de frente la escalada de casa blancas hacia la cumbre del acantilado, es el llamado puente romano. Llamado, decimos, porque no se hizo cuando Hispania formaba parte de Roma, sino mucho más tarde. Una inscripción indica que se acabó de construir el 27 de marzo de 1771, pero no hay ninguna referencia de cuándo empezaron con él. Eso sí: su estructura da la sensación de haber sido diseñada cuando los legionarios eran enviados a explorar la Península buscando metales, cultivos y, de paso, dónde hacer un buen garum. Además de ser tremendamente fotogénico, el puente es, «de todos los pasos que llegaron a cruzar el Júcar en nuestra comarca, el que recibirá mayores elogios a lo largo de la Historia», en palabras del arquitecto Luis Sedano Lozano en su artículo El puente nuevo de Alcalá del Júcar (Alaxarch. Revista de estudios de la Manchuela).

 


EL PUENTE ES, «DE TODOS LOS PASOS QUE LLEGARON A CRUZAR EL JÚCAR EN NUESTRA COMARCA, EL QUE RECIBIRÁ MAYORES ELOGIOS A LO LARGO DE LA HISTORIA»


 

Para darse una idea de lo que es habitar una casa-cueva o transitar por las galerías interiores, el viajero tiene algunas visitas posibles, como la Cueva del Diablo, la del Rey Garadén, la de Masagó y la del Duende. En la primera no hay ni hubo ningún ser demoníaco, aunque sobre aclararlo. Es el apodo con que se conoce a su dueño. Las cuevas tienen varios espacios amplios, que hoy se utilizan como bar, restaurante y discoteca, pero destaca su larga galería que prácticamente atraviesa el peñón de lado a lado. En su interior, son tan sorprendentes las vistas sobre el río como la colección de aperos de labranza y otras antigüedades ahí expuestas. Desde la cueva del Diablo se accede a la del Rey Garadén, que era el nombre del señor del castillo en época almohade, y que funcionaba como una galería de vigilancia para controlar el pago de impuestos de los mercaderes que iban de Castilla-La Mancha hacia Valencia.

En cuanto a las de Masagó y el Duende, también nos encontramos con túneles que horadan el peñón de un lado a otro, pero su peculiaridad es que son de origen almohade y el picado de paredes y techo es casi obra de orfebrería. También aquí algunas herramientas de la agricultura popular, como las que se usaban para prensar aceitunas o uvas, aunque lo que más llama la atención es la enorme colección de fósiles, algunos con varios cientos de millones de años. Si el visitante es aficionado a la numismática, el espacio dedicado a monedas antiguas será muy de su agrado. La parte exterior de la casa-cueva, por cierto, representa la vivienda típica de Alcalá del Júcar.

 


LAS CUEVAS DE MASAGÓ Y EL DUENDE SON DE ORIGEN ALMOHADE Y EL PICADO DE PAREDES Y TECHO ES CASI OBRA DE ORFEBRERÍA


 

El entorno natural y paisajístico alcalaeño es otro más de los grandes atractivos que tiene esta localidad albaceteña incluida en la comarca de La Manchuela. Y lo bueno es que a pie o en bicicleta, hay varias rutas que pueden hacer las delicias del visitante. Por empezar por lo más sencillito, la Ruta del Agua, que es un camino entre un canal de aguas verdes pegado al acantilado y el río, de muy poquito recorrido, donde lo que manda es rumor del agua y el frescor. Ideal para ir con gente menuda y al atardecer, cuando el sol va cediendo protagonismo a la iluminación del pueblo.

El senderismo un poco más «serio» tiene tres rutas reseñables: el Morrón, el Batán y el Corciolico; las dos primeras de unos quince kilómetros y la tercera de solo cinco. La del Morrón lleva de Alcalá del Júcar hasta Tolosa por el río y bordeando el valle. La del Batán llega hasta Gila caminando por encima del valle y dejando en la retina magníficas estampas de la Hoz del Júcar, para regresar remontando el río. La del Corciolico parte del fondo del valle para llegar a Casas del Cerro y volver a descender entre impensables barrancos. Para los amantes de la bicicleta de montaña, está la exigente ruta hasta Fuentealbilla que es el clásico «rompepiernas» de sesenta y tres kilómetros. Un poco más tranquilas son la del Barranco del Lobo, de poco menos de treinta kilómetros, que sigue el cauce del Júcar hasta Villa de Ves; y la del Puntal Blanco, de veintiún kilómetros, que también finaliza en el mismo lugar que la anterior, pero que parte del paraje de Las Rochas y atraviesa el Tranco del Lobo y el Molinar. Mucho donde elegir, en fin, y muchísimo que disfrutar.

 


LA MÁS SINGULAR PLAZA DE TOROS DE TODA ESPAÑA, PORQUE NO ES CIRCULAR, SINO OVALADA, CON SUS GRADAS EXCAVADAS EN LA ROCA Y CON SUS PAREDES DE ADOBE


 

Las pedanías de Alcalá del Júcar dan para varias excursiones y disfrutes. El paisajístico es común a todas, porque han ido surgiendo en torno a las hoces. En general, sus señas de identidad son la tranquilidad, el ambiente sosegado y los caminos que se adentran en las arboledas. Son núcleos con muy pocos habitantes censados y suelen ser objeto de visita de quienes quieren disfrutar de la naturaleza. Y luego están las leyendas y las costumbres.

De las primeras, se lleva el premio Zulema. Según quien cuente la historia, el nombre viene de una cristiana de la que se prendó el Rey Garadén; este se la llevó al castillo de Alcalá del Júcar y la quiso obligar a renunciar a su fe, con lo que la moza prefirió tirarse por el acantilado antes que aceptar. O de una joven princesa almohade que se enamoró de un cristiano y, ante la oposición de su padre, posiblemente Garadén, ambos huyeron a donde hoy se encuentra la aldea llamada, claro, Zulema. Una variante menos feliz supone que la chica huyó herida por su padre y llegó a morir al lugar, que tomó su nombre. De las segundas, las costumbres, nada tan divertido como como las Carastolendas de La Gila durante los carnavales. Las mujeres se empeñan en llenar las caras de los hombres de harina, porfía para la que desarrollan sesudas estrategias, mientras estos deben intentar terminar el día sin que su rostro tenga contacto con el blanco resultado de moler el cereal. Unas risas garantizadas.

Almenas (s. XV) y fusileras (s. XIX) en el castillo.
Castillo (s. XV).
Punto de vigilacia (cueva del Rey Garadén).
Cocina de la casa-cueva del castillo.
Estancia en la casa-cueva del Diablo.
Maceteros singulares sobre el Museo del Cine.
Un rincón del casco urbano.
La iglesia de San Andrés (ss. XV a XVIII) desde una almena del castillo.
Plaza de toros excavada en la roca y con muros de adobe.

INFORMACIÓN

Oficina de Turismo
Avda. de Los Robles, 1
Tel.: 967 473 090
[email protected]
www.turismoalcaladeljucar.com


 

ALOJAMIENTO

Hotel Spa Elià ****
Carretera de Tolosa, s/n
Tel.: 967 110 190
[email protected]
https://www.hotelspaelia.com/

Nido de Águilas (casa-cueva)
Calle Algarrada, 22
Tel.: 676 081 376
[email protected]
https://casatunelnidodeaguilas.es/


 

RESTAURANTES Y TAPEO

Casa el Molí
Avda. de Los Robles, 6
Tel.: 967 474 127

Elià Bar
Carretera de Tolosa, s/n
Tel.: 967 110 190

Fogones El Chato
Calle Canal, 16
Tel.: 622 035 696

Los Robles
Avda. de los Robles, 7
Tel.: 616 852 952

Para no perderse


Alcalá del Júcar: piedra, tierra, agua y sus gentes.
Gregorio López Sanz (coordinador).
Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan Manuel” (2014).
VER

El Camino Real a su paso por Alcalá del Júcar.
José Luis Valiente Pelayo.
Alaxarch. Revista de estudios de la Manchuela (2020).
VER

Aranda de Duero, ciudad europea del vino

AL ENCUENTRO

ARANDA DE DUERO

A LA TERCERA, LA VENCIDA

Cada vez que el viajero haya respondido «sí» a la pregunta «¿un Ribera?», clásica de amigos o personas dispuestas a servirle una copa de vino, habrá dado un paso para conocer Aranda de Duero: el santo y seña de la denominación de origen Ribera del Duero y en 2022, por fin, Ciudad Europea del Vino. ¿Hace una copita virtual, a la que hemos puesto, además de cultura vitivinícola, aromas de historia, tradiciones y gastronomía?

JESÚS ORTÍZ

Mail: [email protected]

Twitter: @JesOrtizAl

En 2019, Aranda de Duero fue designada Ciudad Europea del Vino 2020 por la Red Europea de Ciudades del Vino, RECEVIN. Ya se imagina el lector que las actividades programadas, y que requerían la presencia de los interesados, se vieron interrumpidas por la llegada a nuestras vidas de un perverso virus que trastocó todos nuestros hábitos sociales y laborales. Se llegó a la conclusión de que convenía aplazar los actos de la capitalidad un año, pero 2021 tampoco se mostró dispuesto, así que 2022 tuvo que «ponerse las pilas» para hacer bueno el nombramiento. A ello vamos.

Aranda de Duero, empecemos por el principio, es capital vitivinícola con o sin actividades añadidas. Es una de las localidades más pobladas, capitales de provincia al margen, de Castilla-León y cabeza de partido judicial de la comarca Ribera del Duero. Cierto es que se baña en el agua del río que le da apellido, pero lo es también que se crece en el tesoro líquido que surge de los viñedos que la rodean y las bodegas que la horadan. Y es que el viejo poblachón «de paso», que era Aranda hasta el siglo XIV, se fue convirtiendo en potencia agrícola, primero, e industrial, después, ya mediado el siglo XX.

 


EL CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA ARQUITECTURA DEL VINO, CIAVIN, PERMITIRÁ ENTENDER UN POCO MEJOR LOS PROCESOS VITIVINÍCOLAS


 

Lo primero que le contarán al viajero, quienes conocen las calles arandinas, es que no se pierda las bodegas subterráneas. El casco antiguo de la localidad está construido sobre unos siete kilómetros de túneles que tienen entre nueve y doce metros de profundidad. Algunos de ellos se empezaron a excavar en plena Edad Media, en el siglo XII, y la red llegó a lo que hoy conocemos en el siglo XVIII. Su misión, obviamente, es mantener unas condiciones controlables de temperatura y humedad todo el año para que el mosto de la uva fermentado llegue a ser «un Ribera». Y no es que cada casa tuviese su bodega; los túneles eran comunales, con varias entradas correspondientes a las distintas viviendas.

El Museo del Vino, de hecho, está en una de esas bodegas subterráneas; del siglo XIII, para más datos. En su escueta página web, donde destaca el eslogan «Ribiértete», dice: «El visitante logra asomarse a los entresijos de la larga y compleja elaboración del vino. Con un atractivo planteamiento expositivo, recorre la historia, los procedimientos, las herramientas, los útiles de medida, las botellas, la cata…». Y sí: esta inmersión en la cultura vitivinícola tiene otro color con una copa del rojo elemento en la mano… Queda todo dicho.

Si algo se puede recomendar en este punto es visitar antes el Centro de Interpretación de la Arquitectura del Vino, CIAVIN, cosa que permitirá entender un poco mejor los procesos, ver dioramas de cómo están construidos los túneles, una maqueta de la Aranda medieval y hasta la reproducción y la historia del que probablemente es el plano urbano más antiguo de España (1503), surgido de la necesidad de documentar, ante los Reyes Católicos, un pleito a cuenta de la posible demolición de unas casas en pleno centro de la población, por seguridad para las mujeres obligadas a pasar, si no, por un callejón en el que se les «echaban los hombres». ¿La razón del enfrentamiento vecinal? Cómo no: las bodegas, las que estaban debajo de las casas; que no es que peligrase su estructura con la demolición, sino que las vibraciones del paso de caballos y carros por la calle, que se abriría tras derribar las edificaciones, perjudicarían al vino que maduraba en las profundidades.

La oficina de turismo, al lado de CIAVIN (bueno: todo está cerca en Aranda), ofrece información de las muchas bodegas subterráneas y exteriores visitables, las que ofrecen guía y las que van con la cata incorporada o con teatralización. Uno de los indicadores del orgullo arandino por sus bodegas, y sus vinos, claro, es que algunos permiten que se entre en su «castillo» subterráneo desde su propia casa. Por ejemplo, en lo que hoy es el restaurante Lagar de Isilla, se puede visitar la bodega histórica (siglos XIII y XIV), con doce metros de profundidad, cuyo acceso está dentro del propio restaurante –la visita es gratis, no sean mal pensados–.

 


EL CASCO ANTIGUO DE LA LOCALIDAD ESTÁ CONSTRUIDO SOBRE UNOS SIETE KILÓMETROS DE TÚNELES QUE TIENEN ENTRE NUEVE Y DOCE METROS DE PROFUNDIDAD


 

Las bodegas exteriores visitables también son todo un atractivo. Si nos queremos quedar con una, como ejemplo, podemos apuntar a la Finca Torremilanos. La visita aporta más de un siglo de historia de los vinos arandinos (la marca empezó a elaborarlos en bodegas subterráneas de la villa) y hasta el nombre tiene su porqué: en el monte donde se creó la finca, había una torre de vigía, utilizada hasta los tiempos de Felipe II, en la que, una vez abandonada cuando su uso no fue necesario, anidaron varias generaciones de milanos. Hoy, vinos al margen, es todo un centro de enoturismo que incluye alojamiento y restauración.

El lechazo, uno de los signos de identidad para los castellanos-leoneses, tiene a Aranda como sede de la denominación de origen de este producto pecuario. Existe, de hecho, la marca «Lechazo asado de Aranda de Duero»: una distinción que tiene en cuenta cómo debe ser la materia prima, la forma de elaboración y su presentación al comensal. Si el viajero no es vegetariano, tendrá la oportunidad de disfrutar del espectáculo que supone ver los platos de cerámica tosca entrar y salir de los hornos de barro, donde la leña arde al lado de las propias carnes, y de participar del ritual de degustar el cordero acompañado de un buen vino, de lechuga de Medina y mordisqueando torta de Aranda, que es ese pan dorado y tierno untado, después de cocido, con aceite.

Una sorpresa es, para quien no lo haya probado, el congrio a la arandina, donde manda el azafrán y cuya receta, cuentan los más veteranos, se lleva transmitiendo de padres a hijos desde hace más de diez generaciones, como poco. No salgamos del restaurante virtual sin recordar que estamos en la provincia de Burgos y que su famosa morcilla, esa hecha con arroz, tiene una fórmula casi única en cada pueblo y en cada casa. Las que se pueden catar en Aranda, qué más se puede decir, están buenísimas. Y de postre, por supuesto, el ‘del abuelo’: queso fresco de Burgos con un poco de miel y nueces frescas; tan sencillo como delicioso.

 


ES UN ESPECTÁCULO VER LOS PLATOS DE CERÁMICA TOSCA CON EL LECHAZO, PEGADOS A LA LEÑA, ENTRAR Y SALIR DE LOS HORNOS DE BARRO


 

El centro de Aranda ofrece al visitante experiencias añadidas a los diversos placeres gastronómicos y gustativos. En el capítulo de monumentos está, por orden de antigüedad, la iglesia de San Juan Bautista (s. XIV), que tiene adosada la que probablemente fuese primera torre defensiva que se levantó en la villa (s. IX) y con acceso al puente románico (s. XIII, construido sobre la base de otro del s. III), que cruza el río Bañuelos. La iglesia tiene la importancia histórica de haber sido la sede del Concilio de Aranda (1473), en plena reforma de la Iglesia y con el mar de fondo de las rivalidades entre Juana e Isabel de Castilla. Hoy el es Museo de Arte Sacro.
A poca distancia está la Iglesia de Santa María (s. XV). La portada es como un pañuelo nupcial de encaje de bolillos, tan propio de finales del barroco: no cabe una figura más, ni en la doble puerta ni en el tímpano ni en el arco ojival de entrada. No se la pierdan al detalle, porque es tan impactante como hermosa. Ya dentro, el gótico flamígero de la nave deja imágenes impresionantes; y el visitante no podrá apartar la mirada, durante un buen rato, de la escalera de subida al coro y sus cientos de filigranas geométricas.

 


LA IGLESIA DE SAN JUAN BAUTISTA TIENE ADOSADA LA QUE PROBABLEMENTE FUESE PRIMERA TORRE DEFENSIVA QUE SE LEVANTÓ EN LA VILLA


 

Entre otras curiosidades arandinas está el Museo de los Juegos Tradicionales, al que se entra por la misma puerta por la que se accede a CIAVIN. Lo puso en marcha la asociación La Tanguilla, en referencia a como llaman en Aranda al juego de la tuta, que tiene alguna similitud con los bolos, y que se describe desde el s. XIII, aunque es probable que fuese anterior; romano, incluso. La exposición reúne gran cantidad de juguetes y juegos ‘de toda la vida’, algunos con más de un siglo a sus espaldas. Destaca la representación de los juegos de bolos, con muestras de todas las regiones españolas y de muchas partes del mundo donde se utilizan en los ratos de ocio. Fenomenal para los pequeños y para algún sentimiento de nostalgia de los mayores, que se disipará, volvemos al vino, en cualquier local de Aranda.

Puente de las Tenerías (s. XIII) sobre el Bañuelos.
EN LO QUE HOY ES EL RESTAURANTE LAGAR DE ISILLA, SE PUEDE VISITAR LA BODEGA HISTÓRICA (SIGLOS XIII Y XIV), CON DOCE METROS DE PROFUNDIDAD. Sala en la bodega del Lagar de Isilla.
Portada de Santa María (s. XV).
Juego de la tanguilla (Museo de los Juegos Tradicionales).
Plaza Mayor.
Portada de San Juan Bautista (s. XIV).
Torre de San Juan (s. XIII).

INFORMACIÓN

Oficina de Turismo
Plaza Mayor, s/n
Tel.: 947 510 476
[email protected]


 

Actividades Ciudad Europea
e información turística


 

ALOJAMIENTO
Hotel Torremilanos ****
Nacional 122, km. 274
Tel.: 947 512 852
[email protected]
Web


 

RESTAURANTES Y TAPEO
El Lagar de Isilla
Isilla, 18
Tel.: 947 510 683
https://www.lagarisilla.es/


 

El Somatén
Plaza Mayor 16
Tel.: 947 107 275
[email protected]
Web


 

La Pícara gastroteca
Plaza Santa María 2
Tel.: 645 44 66 88
[email protected]
Web

CIUDAD EUROPEA DEL VINO 2022

ARANDA DE DUERO, MAYO DE 2022 A ENERO DE 2023

No pudo ser en 2020 ni en 2021, pero llegados a 2022, y quizás por seguir el viejo dicho de que «no importa lo que pasa, sino lo que hacemos con ello», los organizadores de la distinción de Aranda de Duero como centro europeo del enoturismo han redondeado la oportunidad: «22 motivos para visitar Aranda de Duero en 2022».

Sin pretender ser exhaustivos, podemos citar A cielo abierto, de mayo a septiembre, que ofrece teatro, danza, circo, magia y música en distintos espacios al aire libre. Un espectáculo de luz durante el verano, Un río de vino, que «convierte» el agua del Duero en vino de Ribera. El Teatro en las bodegas (sí, sí: en las propias bodegas subterráneas), en julio y agosto, cuyo objeto es, como dicen los organizadores, «lograr que, mediante una historia de intriga, haciendo partícipes a los asistentes y con escenas cómicas, se conozcan de primera mano anécdotas de la villa y personajes históricos que han vivido o pasado por Aranda como Napoleón, Isabel la Católica, Hemingway…».

El Certamen internacional de bandas, un clásico de julio y agosto en la coqueta Plaza del Trigo, tendrá este año como piezas obligatorias composiciones relacionadas, claro, con el mundo del vino. Entre los clásicos, también, la Fiesta de las Peñas (30 de julio), Sonorama, que es uno festivales de música indie con más renombre en España (10 a 14 de agosto), La fiesta de la vendimia, el 24 de septiembre, o el genial Concurso de tapas, pinchos y banderillas, durante todo el mes de octubre.

No podemos dejar de citar dos actividades más. Una, por singular: I Congreso de la Arquitectura del Vino, del 10 al 11 de noviembre y con entrada gratuita como «oyente» para todo el que esté interesado, que busca poner en valor «conjuntos arquitectónicos formados por cuevas, zarceras y lagares que representan el pasado económico, social y cultural de los pueblos en los que se encuentran». Y otra por obvia: la Gala de clausura de Ciudad Europea del Vino (enero de 2023), donde se dará el relevo a la Ciudad Europea del Vino 2023.

Para no perderse


Bodegas de Aranda.
Historia y tour virtual. Ayuntamiento de Aranda de Duero.
VER


Museo de los Juegos Tradicionales.
Asociación Cultural la Tanguilla.
VER

Málaga. La antigua modernidad del «Soho».

AL ENCUENTRO

MÁLAGA

LA ANTIGUA MODERNIDAD DEL ‘SOHO’

De entre las muchas miradas que el viajero puede dirigir a Málaga, el siglo XXI trajo una más: el ‘Barrio de las Artes’ o ‘del Soho’. Fachadas que son lienzos y espacios para que la expresión plástica encuentre lugar, apuestas por las artes escénicas y patio de recreo de quienes hacen del tapeo de cada zona su particular viaje interior.

JESÚS ORTÍZ

Mail: [email protected]

Twitter: @JesOrtizAl

Si miramos hacia atrás, solo un poquito, nos cuentan las crónicas que en las primeras décadas del pasado siglo se construyó en torno al puerto lo que entonces se denominó Ensanche Centro. El límite con el mar –con el puerto, si se prefiere– era el Paseo de Heredia, que llegó a ser escenario de carreras de coches con aquellos «locos cacharros» de 1910-15. Hoy es Avenida de Manuel Agustín Heredia, pero es el recuerdo del mismo Heredia: el que plantó altos hornos en Málaga, entre otras industrias, y marcó el camino de la ‘I Revolución Industrial’ en muchos lugares de España. Los otros límites del Ensanche Heredia (también lo llamaban así) eran la desembocadura del Guadalmedina y el entonces veinteañero Parque de Málaga o de La Alameda.

El Soho, como tantas otras cosas, nació de la iniciativa popular. Por un lado, deterioro social y urbanístico de aquel Ensanche a un paso del centro de la turística ciudad; por otro, la intención vecinal de contar a todo el mundo que el arte va en el ADN de los malagueños. Cuentan que la idea de transformar aquella zona en barrio de las artes nació entre cervezas, en un bar; y seguramente es cierto, porque Sergio García, que fue el primer presidente de la Asociación Cultural Soho Málaga, creada para presentar el proyecto, regentaba el desaparecido bar El Demolde. El caso es que el ayuntamiento asume la idea, la presenta en 2011 y se logran fondos FEDER para dar forma al Soho y hacer peatonal la calle Tomás Heredia (este Heredia es hijo del anteriormente citado y persona importante también en la vida malagueña).


El soho, como tantas otras cosas, nació de la iniciativa popular: contar a todo el mundo que el arte va en el adn de los malagueños


A partir de ahí, y como explican desde el ayuntamiento malagueño, «grafitis de reconocidos artistas internacionales, galerías de arte, cervecerías artesanas, tiendas de gastronomía, laboratorios de cocina, espacios para el flamenco, terrazas y áticos de hoteles con restaurantes mirando a la bahía y tiendas de comics y figuras, entre otras muchas sorpresas, marcan una ruta alternativa para descubrir Málaga». Si había que poner una guinda al pastel, de ello se encargó el actor Antonio Banderas dando en 2019 una segunda vida al Teatro Alameda, hoy llamado Teatro Soho, y concitando en torno a él al colorido del espectáculo estilo Broadway.

Arte urbano, según con quien lo debata el lector, no es lo mismo que grafiti. Si alguien mira en el diccionario de la RAE, vera que la adaptación a nuestro idioma de la palabra italiana graffito (graffiti, en plural) implica «hecho sin autorización». Y nos referimos a lo de pintar en paredes, fachadas, etcétera. Pero cuando es el ayuntamiento quien encarga (y paga) a reconocidos «grafiteros» plasmar sus ideas en inmensos lienzos de edificios de seis o siete plantas, no parece comparable a esa otra forma de dibujar, obviamente sin permiso, firmas o desmesuradas tipografías de varios colores.


Antonio banderas dio en 2019 una segunda vida al teatro alameda, hoy teatro soho, y concitando en torno a él espectáculos estilo broadway


Además, en el imaginario de quienes vislumbraron, en su entonces decadente Ensanche Central, un lugar para el arte bohemio, digámoslo así, se incluía una forma libre, por supuesto, pero ordenada de entender ese arte. Bien: de acuerdo… Estamos abriendo el peligroso melón de definir lo que es y no es arte, cosa que desvirtuaría nuestra visita al Soho malagueño, así que permítannos zanjarlo con un fragmento de un poemario de Picasso refiriéndose a imágenes de su Málaga natal: «dibujo de sus curiosidades retorcidas caracolas de bizcocho y churro malagueño tejeringo y sus collares de manojitos de boquerones». Solo por recordarlo, don Pablo escribía seguido, sin comas, dejando en sus abstracciones literarias el mismo regusto deliciosamente confuso que en las pictóricas.

MAUS (Málaga Arte Urbano Soho) constituye la base de ese ‘Barrio del Arte’ en que se convirtió la zona. Aquí es donde el viajero tiene la oportunidad de mirar cuadros de muchos metros de altura, esquinas que adquieren vida o paredes cuyas heridas del tiempo se han integrado en una obra que las ha conferido una segunda oportunidad. Artistas internacionales como Bohamistura, Roa, D’Face, Obey, Dadi Dreucol, Manuel León, Faith47, Dal East, Pejac o Felipe Pantone firman estos trabajos que harán parase al paseante para imaginar, como poco, cómo es posible llegar a ser tan preciso colgado de un arnés o balanceándose en un andamio.

Si deseamos continuar la búsqueda por espacios interiores, hay varios puntos de destino: el edificio de la Autoridad Portuaria, donde se realizan exposiciones y actividades; la Sala Chela Mar, que está dedicada a actividades relacionadas con las artes escénicas; la Asociación de Artistas Plásticos (APLAMA), que es una enorme sala de exposiciones en sí misma; y, por supuesto, el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (CAC) con obras de los últimos cincuenta años.

El Archivo Municipal merece, en nuestra opinión, una atención diferenciada y paciente. Por fuera es una casa familiar burguesa del XIX y, por dentro, el depósito de la documentación generada por el Ayuntamiento de Málaga desde 1489 (como dato histórico comparativo, los Reyes Católicos conquistaron la ciudad en agosto de 1487). Para muestra, ahí están las Ordenanzas que dieron los señores Reyes Catholicos a esta Ciudad para su acresentamiento y gobernación, firmado por ambos regidores el 27 de mayo de 1489. Resulta interesante la iniciativa del Archivo, denominada Un siglo en 12 meses, de manera que cada mes se muestra en la Sala de Lectura un documento correspondiente a un siglo determinado (cada año un siglo diferente), añadiendo estudios y contexto histórico.


Cuadros de muchos metros de altura, esquinas que adquieren vida o paredes cuyas heridas del tiempo se han integrado en una obra


Del CAC, que citamos de pasada unas líneas antes, podemos resaltar esa idea de «antigua modernidad» que dejamos en el subtítulo de este Al Encuentro. Ocupa el antiguo Mercado de Mayoristas de Málaga. Es un edificio histórico, Bien de Interés Cultural (se empezó a construir en 1939 y fu uno de los primeros en inaugurarse tras la postguerra), levantado a orillas del río Guadalmedina y en terrenos ganados a su cauce. Una vez cesada la función para la que se proyectó, se rehabilitó en el año 2000 para convertirlo en lo que es hoy.

La imaginación, en fin, es la seña de identidad del Soho, así que no es de extrañar que entre las iniciativas privadas figure el Museo de la Imaginación. Puede decirse que es como un miniparque de atracciones donde con efectos ópticos, sonidos envolventes y escenarios virtuales, los más pequeños pueden volar o mirar de frente a un dragón, mientras los mayores olvidan por un momento que tener diez años sucedió… ¡hace algún tiempo!


Hay espacios, como el edificio de la autoridad portuaria, la sala chela mar, la asociación de artistas plásticos o el centro de arte contemporáneo


Claro que, para imaginación, la de la mujer del alcalde malagueño que en 1817 inauguró la que hoy es todo un símbolo de la ciudad: la Farola. Es un faro en toda regla, que en ese tiempo señalaba la entrada en el puerto, pero a la alcaldesa le parecieron enaguas el recinto inferior (la casa del farero, vaya) y decidió que no era un faro, sino una farola, con lo que es la única señal marítima de este tipo en toda la Península que se denomina en femenino. No está en el Soho propiamente dicho, sino enfrente, al otro lado de la bocana portuaria. Observarla en la distancia, al atardecer, para ir a picar algo al el Barrio de las Artes o a ver alguno de los musicales que la compañía de Banderas ofrece en su teatro, ¿no es un final de jornada merecedor de que le den al viajero el título de «boquerón» adoptivo?

Fachada del Teatro del Soho.
Calle Martínez Campos, esquina Somera. Una Venus de 30 metros obra de Okuda y Remed.
Calle Comandante Benítez. Obras de D*Face, a la izquierda, y de Obey.
Pasillo de Matadero con el Puente de la Misericordia (para ser visto desde el Soho). Obra de Ben Eine.
Centro de Arte Contemporáneo. La escultura, Moving man, es de Stephan Balkenhol.
INFORMACIÓN

Oficina de Turismo de Málaga
Plaza de la Marina, 11
Tel.: 951 926 020
[email protected]
www.malagaturismo.com


 
ALOJAMIENTO

Hotel Soho Boutique Bahía Málaga ****
Somera, 8
Tel.: 952 224 305
[email protected]
www.sohohoteles.com


 

RESTAURANTES Y TAPEO

Meson Iberico
San Lorenzo, 27
Tel.: 952 603 290
www.mesoniberico.net

Las Niñas del Soho
San Lorenzo, 27
Tel.: 603 824 005
https://lasninasdelsoho.business.site

Taberna La Pechá
San Lorenzo, 14
Tel.: 634 461 563

XII Congreso Notarial Español. Bienvenida del alcalde de Málaga

AL ENCUENTRO

XII CONGRESO NOTARIAL ESPAÑOL

MÁLAGA, 19 Y 20 DE MAYO DE 2022

Con el lema «El envejecimiento de la sociedad: principal desafío del siglo», el Consejo General del Notariado aborda este foro en tres áreas de debate: respeto de la dignidad frente a protección de la vulnerabilidad, la vida centenaria y su previsión individual y la vida centenaria y su previsión social y política.

La primera impresión, dado, además, el número y el prestigio de los ponentes en las distintas mesas de encuentro, es que en este foro subyace de la idea de que las personas mayores no son solo esos ascendientes a los que corresponde cuidar, sino también seres humanos que evolucionan, que están al día, que son capaces de unir experiencia y actualidad (incluso tecnológica, sí). Será interesante, aun para quien tenga oportunidad de asistir a este XII Congreso, leerse el Libro Blanco que se editará después con las principales reflexiones.

INFORMACIÓN

XII Congreso Notarial Español

“Queremos concienciar en la necesidad de envejecer con dignidad”

Para la ciudad de Málaga es un honor acoger la celebración del XII Congreso Notarial Español, los días 19 y 20 de mayo de 2022. Málaga ofrece la oportunidad de disfrutar de una ciudad mediterránea innovadora y comprometida con el medio ambiente y con las personas, con un clima excepcional, y una amplia oferta cultural, gastronómica y natural que puede satisfacer todas las necesidades de visitantes y congresistas.

Espero que los días que estéis en Málaga faciliten la intensa actividad del programa del congreso que, además, aborda de manera muy oportuna el envejecimiento de la sociedad como principal desafío del siglo. Precisamente, en Málaga, de la mano de Naciones Unidas, queremos trabajar en la línea de concienciar en la necesidad de envejecer con dignidad y sensibilizar sobre las capacidades y habilidades que pueden aportar las personas mayores de 65 años a la sociedad. Es el objetivo principal de la Fundación Gloval Initiative on Ageing, presentada recientemente en Málaga, y que se enmarca en la Fundación GIA, una iniciativa que pertenece al Pacto de Naciones Unidas desde 2010.
Desde Málaga os esperamos con los brazos abiertos y os deseamos una feliz estancia. ¡Bienvenidos!

Francisco de la Torre
Alcalde de Málaga

Petilla de Aragón. Paisaje de Nobel

AL ENCUENTRO

PETILLA DE ARAGÓN PAISAJE DE NOBEL

Fotos cedidas por el ayuntamiento de Petilla de Aragón. La «hora bruja» en Petilla.

Panorámica con los Pirineos al fondo.

Justo cuando la cordillera pirenaica, en su tercio central, empieza a dar muestras de toda su dimensión, aparece Petilla de Aragón: una pequeña localidad que tiene en su haber la medalla de haber sido cuna de un Nobel en Medicina, Santiago Ramón y Cajal, y la singularidad de ser uno de los pocos territorios españoles que no está en la comunidad autónoma a la que administrativamente pertenece. Un tratado de historia medieval y moderna, en suma, en medio de una naturaleza impresionante y atenazado por el riesgo de despoblación.
JESÚS ORTÍZ

@JesOrtizAl

Jesús Ortíz

No espere encontrar el viajero una clásica población medieval, mantenida en el tiempo por el aislamiento montañoso, con edificios monumentales y blasonados. Se tendrá que conformar, en ese sentido, con la iglesia de San Millán, que se debate entre los estilos gótico y neoclásico (ss. XIII a XVIII), como exterioriza el singular contrafuerte de la portada, y los restos de un castillo roquero o de colina, es decir: de esos en los que las rocas donde se asientan forman parte de la estructura defensiva; aclaración seguramente innecesaria porque para la otra acepción de «roquero» -relativo al rock and roll- tendría que haber sido construido más de diez siglos después. Pero si quiere degustar la historia contada «a fuego lento», la actividad cultural y deportiva que un pueblo que se niega a estar «vaciado» y dejarse llevar por la exuberancia de las rutas de montaña, en pleno Prepirineo, ha llegado al sitio exacto.

 


EL PRÉSTAMO SE HIZO EFECTIVO PONIENDO SOBRE LA MESA PEDRO II, COMO AVAL, VARIAS POBLACIONES CON SUS CASTILLOS, ENTRE ELLOS, PETILLA DE ARAGÓN

 

Los petillanos son navarros en tierras aragonesas y la razón es la curiosa historia de un aval. La pequeña localidad y su castillo formaban parte del reino de Aragón. En 1209, el monarca aragonés Pedro II necesitó dinero, para alguna de tantas guerras seguramente, y pidió a su vecino navarro Sancho VII el Fuerte 20 000 maravedíes. Calculando los costes de vida de la época con los de ahora, estaríamos hablando de unos 350 000 euros. El préstamo se hizo efectivo poniendo sobre la mesa Pedro II, como aval, varias poblaciones con sus castillos, entre ellos, Petilla de Aragón (sí: parece que el trabajo de las personas y el esfuerzo de haber levantado sus casas, y hasta castillos, no eran un patrimonio apreciable en aquellos tiempos). Pero el aragonés murió pocos años más tarde, en 1213, cuando su hijo, el futuro Jaime I el Conquistador, tenía solo cinco años.

El caso es que vencieron los plazos del préstamo y los bienes con los que se avalaron pasaron a la corona de Navarra, hasta que, en 1232, un Jaime I liado con el control de las Baleares cedió los derechos de los citados avales a Sancho VII, con expresa renuncia a reclamaciones posteriores, como puede leerse en el Archivo General de Navarra. Así que el castillo de Petilla se unió al sistema defensivo de Navarra; pero imagínese el lector la «papeleta» de sus ciudadanos, totalmente aislados de sus paisanos y a unos treinta kilómetros de Sangüesa, sorteando montañas por el valle del río Onsella, que es la población navarra más cercana y de la que pasó a depender administrativamente.

 


EL CASTILLO DE PETILLA SE UNIÓ AL SISTEMA DEFENSIVO DE NAVARRA; PERO IMAGÍNESE EL LECTOR LA «PAPELETA» DE SUS MORADORES, TOTALMENTE AISLADOS DE SUS PAISANOS

 

Los intentos de recuperación por parte de Aragón siempre estuvieron presentes; el primero en 1312, por las bravas, cuando las tropas aragonesas sitiaron Petilla, que se resistió con ayuda enviada desde Sangüesa. Otra muestra de las precauciones frente al vecino fue durante la «Guerra de los Pedros» -entre castellanos y aragoneses-, cuando en 1362 los navarros dotaron al castillo petillano de una guarnición tres veces superior a la que se asignaba a otras fortalezas fronterizas. Y, bueno, hubo tentativas de negociación para ser devuelta la propiedad, cuando Martín el Humano (Aragón) recogió las quejas de sus súbditos en la zona, que tenían problemas para moverse por su territorio porque debían cruzar fronteras, e intentó negociar con Carlos III el Noble (Navarra), pero no hubo, por lo que se ve, acuerdo.

Luego llegaron las guerras civiles navarras y las distintas fidelidades, a partir de 1441 -que es cuando muere Blanca I de Navarra-; el reino se debilita y queda a merced de los intereses de los aragoneses, hasta que a principios del siglo XIV Fernando II, ya viudo de Isabel de Castilla y casado con Germana de Foix, cuya familia tenía intereses en Navarra, inicia la anexión de este reino al de Aragón. Y como al Católico no le gustaba tener en sus territorios fortalezas de cuyos administradores no pudiese estar seguro o que representasen un riesgo de mayores dificultades ante el amotinamiento de una población, mandó derribar el castillo; entre otros muchos, por cierto. Y solo por añadir un apunte histórico más, que da fe de los sinsabores que tuvieron que pasar los petillanos, durante la Guerra de Sucesión (inicios del siglo XVIII) Navarra fue con los Borbones y Aragón con los Austrias, ergo nuevo aislamiento.

 


LA CASA NATAL DE RAMÓN Y CAJAL SE HA CONVERTIDO EN UN CENTRO DE DIVULGACIÓN DE SU VIDA, TRABAJOS Y OBRAS, INCLUIDAS FOTOGRAFÍAS Y DIBUJOS

 

Ramón y Cajal vino al mundo en Petilla unos 150 años más tarde de aquellos acontecimientos, en 1852. Por pura casualidad, se puede añadir, porque su padre fue un médico y cirujano aragonés destinado en la población un tiempo y él tan solo vivió allí un par de años, siendo el siguiente destino del padre el pueblo aragonés del que procedía. Quizás de ahí la eterna discusión entre aragoneses y navarros (otra más) sobre si el científico era de Navarra o de Aragón. Pero los datos no dejan lugar a dudas, aunque el Nobel de Medicina dijese alguna vez que se sentía aragonés y que de Petilla no recordaba nada, lo que es lógico si salió con 24 meses de «la aldehuela humilde» donde nació.

Lo que nadie le puede quitar a la población es el mérito de tener en su casi única calle la casa natal de Ramón y Cajal y de que esta se haya convertido en un museo en el que se puede tener una visión general de cómo era la vida por allí a mediados del siglo XIX, además de servir como centro de divulgación de su vida, trabajos y obras, incluidas fotografías y dibujos, cosas estas en la que era casi profesional.

La naturaleza prepirenáica, decíamos, es otro de los grandes alicientes para acercarse a Petilla de Aragón. La mayoría de las rutas de senderismo o de bicicleta de montaña olvidan los desacuerdos fronterizos de antaño y transitan entre Navarra y Aragón por un precioso paisaje que les es común. Por ejemplo, la ruta entre Petilla y Sos, de unos 15 kilómetros, y que tiene el detalle un tanto irónico, desde el punto de vista petillano, de finalizar en el lugar donde nació el rey que mandó derribar su castillo. Muchas de estas rutas, además, suman la posibilidad de encontrarse con algún lugar histórico, como el castillo de Roita o las románicas Torres de Sibirana, que son ambas construcciones bienes de interés cultural.

Y, en fin, dentro esa rareza administrativa que es Petilla de Aragón, y hablando de naturaleza, no podemos olvidarnos de Los Baztanes. Porque el municipio petillano no es una, sino dos islas separadas entre sí y de Navarra por tierras aragonesas. Se trata de una zona despoblada, con áreas de cultivo, y en la que es posible hacer, por ejemplo, una sencilla ruta senderista circular de algo más de doce kilómetros, que pasa por la casa-torre de Baztanes y la ermita de San Antonio. Desde la primavera hasta el otoño, las facilidades para entrar en contacto con los barrancos de la zona son casi infinitas.

Las setas son otra de las señas de identidad de un lugar donde los bosques de pinos, quejigos, hayas y robles, principalmente, protegen las esporas que año tras año florecen en robellones, setas de cardo, setas de boj, perrechicos, boletus, negrillas, trompetillas… Dice la web del ayuntamiento que, «en las jornadas micológicas de otoño se han llegado a clasificar más de cincuenta especies».
Llegados a la hora pensar en gastronomía, que nadie se vaya de Petilla, salvo que sea vegetariano, sin haber probado la carne ecológica que produce el único ganadero del pueblo y cuyas reses se nutren a placer en los pastos comunales. Es muy interesante, por cierto, conocer cómo los pactos suscritos entre ganaderos vecinos en toda Navarra se transformaron en leyes durante la Edad Media y como estas subsisten, con los lógicos cambios obviamente, logrando que más del 40 % de la superficie navarra esté constituida por los denominados pastos comunales.

170 años se cumplen, en 2022, del nacimiento de Santiago Ramón y Cajal. Tras salir de Petilla siendo un bebé, el científico solo regresó una vez a su lugar de origen, en 1923. El abandono del pueblo, por parte de las autoridades de entonces, ensombreció un tanto su visita; pero la hospitalidad y el cariño de los petillanos, alguno de los cuales le había conocido de recién nacido, debió de dejarle impresionado: «Al despedirme de los rudos pero honrados montañeses, mis paisanos, oprimióseme el corazón: había satisfecho un anhelo de mi alma, pero llevábame una gran tristeza». Y continúa, intuyendo que no regresaría: «Cierta voz secreta me decía que no volvería más por aquellos lugares; que aquella decoración romántica que acarició mis ojos y mi cerebro al abrirse por primera vez al espectáculo del mundo no impresionaría nuevamente mi retina; que aquellas manos de ancianos, ennoblecidas con los honrosos callos del trabajo, no volverían a ser estrechadas con efusión entre las mías».

El Ministerio de Ciencia e Innovación ha declarado el 2022 como el año de Investigación Ramon y Cajal. El Gobierno de Navarra aprobó un acuerdo para promover la figura de Cajal y están previstos varios actos en Petilla. Esta conmemoración al margen, no cabe olvidar que gran parte del esfuerzo, más allá del trabajo, de los «honrados montañeses» petillanos de hoy es no dejar que su patria chica se sume a las estadísticas de la llamada «España vaciada». Ponen en valor, como un espacio cultural más, claro, su entorno natural, pero añaden actividades relacionadas, en muchos casos, con ese entorno, como las jornadas micológicas en otoño, la observación de estrellas y planetas en verano o las carreras de ciclismo de montaña. Otras acciones se relacionan con su paisano más ilustre, como el festival cultural Las mariposas del alma, con los niños como primeros protagonistas, cuya denominación surge de una frase del Premio Nobel: «Las neuronas son como misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental». Y, bueno, son pocos habitantes en Petilla de Aragón, es verdad, pero fiestas patronales, tradiciones, encuentros… ¡que no falten!

Iglesia de San Millán.
Casa natal de Ramón y Cajal.
Habitación donde nació el pequeño Santiago (1852).
Instrumentos de trabajo de Ramón y Cajal.

Para no perderse

El castillo de Petilla de Aragón. Juan José Martinena Ruiz. Revista Zangotzarra (2015).

Folleto interactivo de Petilla de Aragón. Luis Goñi y Luis Iturralde. Guía ilustrada de Navarra/Turismo Fácil (2012).

Ramón y Cajal escritor
José González Núñez. Hoyesarte.com (2020)

Ayuntamiento y plaza de Navarra.
Ruta de Petilla en bicicleta de montaña.
Vía Láctea sobre Petilla

Ayuntamiento de Petilla
Plaza de Navarra, S/N
Tel.: 948 888 107
[email protected]
https://www.petilladearagon.org/


ALOJAMIENTO Y RESTAURANTE
Hostal Ramón y Cajal
Plaza Nueva, 1
Tel.: 948 925 060
[email protected]


CERCA DE PETILLA
(Sos del Rey Católico)
Parador de Sos del Rey Católico ****
Arquitecto Sainz de Vicuña, s/n
Tel.: 948888011
[email protected]
https://cutt.ly/VOrBLFJ


La Cocina del Principal
Fernando El Católico, 13
Tel. 948 888 348
[email protected]
https://www.lacocinadelprincipal.com

Desde Santo Estevo. La Ribeira Sacra en Nogueira de Ramuín

AL ENCUENTRO

DESDE SANTO ESTEVO

Cañones del Sil desde el miradoiro de Pé do Home. En primer plano, una alvariza do vello usada para proteger las colmenas de los osos.

Antiguo convento de Santo Estevo (s. X y posteriores). Bien de Interés Cultural (1985).

Algo tienen los bosques y los ríos, las montañas y los tajos que los miles de años de fluir las aguas labran sobre estas, que a pesar de su inmensa exuberancia se convierten en íntimos refugios recoletos de quienes buscan la compañía interior, que no es lo mismo que la soledad, la meditación o, simplemente, comprender lo que pueda haber más allá del solo hecho de vivir. La orensana Ribeira Sacra, créanos, es un libro abierto donde las respuestas llegan de golpe, sin necesidad de hacer preguntas, con solo abrir los sentidos a todo lo que rodea al viajero.

JESÚS ORTÍZ

@JesOrtizAl

Jesús Ortíz

Conviene empezar explicado el porqué de «Desde Santo Estevo». Este monasterio, hoy convertido en espléndido Parador Nacional, comenzó su historia eremítica en torno al siglo VI y llegó a convertirse en un importante centro de la orden benedictina en el siglo XII. Ya el simple hecho de llegar hasta allí entre bosques y naturaleza, de ver aparecer los edificios que lo componen al cabo de una curva de la estrecha carretera que lleva hasta la portería, merece la pena. Pero, es obligado confesarlo, lo que nos llevó hasta el antiguo cenobio es el sortilegio que destila su descripción y sus historias en el libro de María Oruña El bosque de los cuatro vientos. Imposible resistirse a ver, tocar, oler o escuchar claustros, estancias y entornos, llenos de las vidas pasadas y presentes que pueblan las equilibradas mezclas de realidad y ficción contadas por la autora.

 


ENTRE LOS VINOS DE LA RIBEIRA SACRA LOS HAY DE MAGNÍFICOS A ACEPTABLES, PERO NINGUNO DEJA INDIFERENTE AL VIAJERO

 

Los nueve anillos de otros tantos obispos que decidieron retirarse, al final de sus días, en Santo Estevo de Ribas de Sil, que ese es el nombre completo del monasterio, son el núcleo de la trama creada por María Oruña. La leyenda sobre los poderes sanadores de aquéllos y las investigaciones sobre su existencia real, confirmada en noviembre de 2019 con la aparición de cuatro de ellos, sumen al lector en una atmósfera en la que los vetustos muros del convento y los bosques circundantes son como actores de una crónica que transita por el túnel del tiempo. Pero no desvelemos más, que lo recomendable es leer el libro, dejarse llevar por sus protagonistas y luego acercarse a Santo Estevo y su entorno, sin olvidar alzar la mirada hacia la izquierda de la puerta principal, a la llegada, para comprobar que, en efecto, un enorme escudo tallado en piedra representa las nueve mitras de quienes llevaron los anillos como símbolo de su ministerio.

Nos quedamos, además, con una frase de María Oruña (revista Paradores, octubre de 2020), a medio camino entre el objetivo literario y la reflexión: «A pesar de que sea una novela de historia y de intriga, en El Bosque de los Cuatro Vientos también reclamo atención a un patrimonio material, para que así perviva el inmaterial. Las historias nos unen como comunidad y nos reúnen alrededor del fuego. Nos dan algo en común, una patria. Aunque las instituciones tienen muchas prioridades, deben molestarse en que algunas cosas perduren”. Degusten, por favor, la reflexión y, por supuesto, el libro, donde el lector podrá comprobar también que la autora se ha ilustrado sobre la normativa de los protocolos notariales.

 


LA LEYENDA SOBRE LOS PODERES SANADORES DE LOS NUEVE ANILLOS Y LAS INVESTIGACIONES SOBRE SU EXISTENCIA REAL CREAN UNA ATMÓSFERA INQUIETANTE

 

Santo Estevo, como conjunto monumental, tiene un buen recorrido. Nada menos que tres claustros, la iglesia, la sacristía, el bosque encantado… Este último, al que se accede por la cafetería del Parador, tiene restos de una pequeña edificación celta, en la que nos podemos imaginar que habitó algún druida solitario, y del antiguo –e inmenso– horno de pan que permitía a los monjes medievales suministrar el básico alimento a las gentes de la comarca. Y algo importante: entre robles, castaños y demás muestras de la flora autóctona está la colina de los Cuatro Vientos, que no cuesta casi nada subirla (si vamos desde el monasterio, claro), pero que tiene la gracia de haber dado nombre al libro de María Oruña y de mostrar lugares reconocibles de sus páginas. Todo un «subidón» para los amantes de las rutas literarias: donde «tiene lugar el encuentro de los cuatro vientos, donde la leyenda habla de ritos antiguos, donde tiene lugar el encuentro con la humildad» (María Oruña, El Bosque de los Cuatro Vientos).

Los tres claustros citados e imprescindibles en la visita, son el de los Obispos (s. XII), románico en origen, aunque tiene un añadido gótico, que es donde en principio se enterraron a los propietarios de los anillos «milagrosos»; el Pequeño o do Viveiro (s. XVI), porque en él se instaló un estanque en el que se mantenían vivos los peces que llegaban del Sil y del Miño hasta pasar a la cocina anexa y de ahí al refectorio; y el dos Cabaleiros (ss.XVII-XVIII), de estilo renacentista, que es por el que se accede hoy al monasterio y que tuvo como objeto formar parte del Colegio de Artes que se fundó allí en 1562. Eran tiempos en los que, para ser estudiante, había que tener muchos «posibles»; de ahí lo de cabaleiros. Si se alojan en el parador, por cierto, apúntense a la visita teatralizada guiada por un «monje del pasado». Tiene lugar en horas nocturnas, es tremendamente ilustrativo y es también referente en el libro de Orduña.

 


«EN EL ‘BOSQUE DE LOS CUATRO VIENTOS’ TAMBIÉN RECLAMO ATENCIÓN A UN PATRIMONIO MATERIAL, PARA QUE ASÍ PERVIVA EL INMATERIAL» (MARÍA ORUÑA)

 

La Ribeira Sacra ya tiene, en su mismo nombre, toda una historia. Porque, sin pensarlo mucho, y dado que su territorio abraza, principalmente, al Miño y al Sil, parece que al decir «ribera» estemos hablando de las orillas fluviales. Pero ¿lo de sagrada? Al estudiar la etimología, los investigadores descubrieron un error en la trascripción del primer documento en que se hace referencia a la zona, donde se la llama Rouoyra Sacrata, nombre que fue interpretado como Riuoyra (ribera), entendiendo que lo de «sagrada» era por el número de conventos y de eremitas que por allí se encontraban. Pero Rovoyra provendría del latín rubus (roble), árbol totémico de los celtas que poblaban el lugar cuando llegaron los romanos y, por tanto, símbolo sagrado de los ritos druídicos.

Claro que da lo mismo que lo llamemos ribera o robledal, porque lo de sagrado lo lleva en el ADN. Lugar de preferencia para los druidas, decíamos, de elección para los muchos eremitas que quisieron huir del mundanal ruido, de los monjes que consagraron su vida a la oración, el estudio y el labora… En el antiguo monasterio de San Pedro de Rocas, muy cerca del de Santo Estevo (aunque no está en el municipio de Nogueira de Ramuín, que lo hemos establecido como «punto de encuentro»), hay un centro de interpretación de la vida eremítica y monacal en la Ribeira Sacra que aporta cantidad de datos, además de añadir la peculiaridad de poder ver una iglesia troglodita (excavada en la roca).

Miradoiros y vinos podría ser un eslogan que caracterizase a la Ribeira Sacra. Los miradores son impresionantes, tanto si se ven desde las aguas del Sil, navegando en el catamarán que sale del embarque de San Esteban, muy cerca del Parador, como si se recorre la carretera de montaña que bordea el margen derecho del río y se siguen los carteles que van indicado el camino, en parte a pie entre robledales y pinares, hacia los distintos puntos de observación. Un dicho de algunos lugareños es que «os miradoiros, visto un, vistos todos». Quizás para el que tiene la suerte de vivir en la zona, sí; para el viajero que se va asomando al vértigo de los cortados, rodeado del silencio apenas roto por el susurro del viento entre los árboles o las llamadas de algunos pájaros, cada ventana a la inmensidad fluvial es una emoción distinta.

Desde algunos puntos, la otra emoción es ver las vides de Godello, Loureira, Mencía, Braciellao… plantadas en breves terrazas sacadas a tiralíneas en las paredes casi verticales que descienden hacia el río. Es un momento en el que la razón se desboca para intentar ordenar la preminencia de dos fuerzas: la de la naturaleza y la del empeño del hombre. Y, hablando de desbocar, a mil por hora el deseo de catar algunos de los vinos que surgen de tan extremas condiciones de trabajo. Los hay de magníficos a aceptables, pero ninguno deja indiferente al viajero, sobre todo si se deja llevar en la cata por los muchos bodegueros que le abrirán sus puertas y su generosidad.

 


EN SAN PEDRO DE ROCAS, MUY CERCA DE SANTO ESTEVO, HAY UN CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA VIDA EREMÍTICA Y MONACAL EN LA RIBEIRA SACRA

 

Nogueira de Ramuín, ya lo decíamos líneas arriba, y su capital Luíntra, pueden ser el centro de reunión desde donde ir a multitud lugares cargados de historia, llenos de leyendas –hombre lobo incluido– y pródigos en monumentos que se inscriben en tratados de arqueología, de historia o de arquitectura. Y dentro del municipio, para que no haya dudas, el Monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil.

Anímense con la ruta de los miradores, con la de las bodegas, con las muchas de senderismo que se abren desde cualquier lugar. Para amantes de los caminos, nada más recomendable que intentar la ruta do contrabando, circular, que tiene origen y destino en Luintra. Un magnífico lugar, por cierto, donde comprobar que un oficio humilde, el de afilador, tiene en estas tierras orensanas marchamo de excelencia y monumento propio.

Interior del claustro de los Obispos (s. XII).
Escudo de las Nueve Mitras en la portada de Santo Estevo.

Para saber más

El bosque de los cuatro vientos. María Oruña. Ediciones Destino (2020)

Ribeira Sacra: te mereces un respiro. Consorcio de turismo de la Ribeira Sacra

El sabor de un paisaje. Consello Regulador da Denominación de Orixe Ribeira Sacra.

Iglesia troglodita en San Pedro de Rocas (s. VI).
Acceso al monasterio y al claustro dos Cabaleiros (ss. XVII-XVIII).
INFORMACIÓN

Oficina de Turismo
Estrada de Esgos, 2 (Luíntra)
Tel.: 988 201 525
[email protected]

Nogeira de Ramuín:
El corazón de la Riberia Sacra

Druida R.O.S.
Visitas teatralizadas
Tel.: 649 152 780
[email protected]

ALOJAMIENTO
Parador de Santo Estevo
Monasterio de Santo Estevo, s/n
Tel.: 988 01 01 10
[email protected]

RESTAURANTES Y TAPEO
Parador de Santo Estevo
Monasterio de Santo Estevo, s/n
Tel.: 988 01 01 10

Casa Olegario
Estrada de Viñoás, 3 (Luíntra)
Tel.: 988 20 10 25

Os Corzos
Plaza Maior, 3 (Luíntra)
Tel.: 988 20 10 65

Mesón San Roque
Santo Estevo de Ribas de Sil, 7
Tel.: 629 302 007

Montilla. Campiña e historia

AL ENCUENTRO

Montilla

Campiña e historia

Quizás el nombre de Montilla suene más al lector por la merecida fama de sus vinos, con ese abanderado dulce y contundente que la uva Pedro Ximénez otorga a los paladares tras el buen hacer de los bodegueros. Esta población cordobesa, situada en el corazón de Andalucía, es campiña, sí; y es ejemplo de que, entre olivos y viñedos, la naturaleza autóctona y su conservación pueden tener protagonismo, pero forma parte, además, de un hito en la historia de España y otro en la de nuestra literatura histórica e inclusiva, como hoy la definiríamos. Porque Montilla es el Gran Capitán y también el Inca Garcilaso de la Vega.

JESÚS ORTÍZ

Fotos cedidas por el Ayuntamiento de Montilla y la Fundación Social Universal (proyecto alzacola).

@JesOrtizAl

Jesús Ortíz

Apetece acercarse a Montilla despacito, como caminando entre las ordenadas hileras de vid y dejándose empapar, a poco que levantemos la vista hacia el altozano, del conjunto mayoritariamente blanco de casas entre las que destaca discretamente la torre de la Parroquia de Santiago (s. XVIII) y el pósito de grano (s. XVIII) construido sobre los restos del castillo (s. XIV). La propia imagen suena a sosiego subrayado por la llamada de algún pájaro, huele a campo vivo y feraz e induce a pensar en aquellos tiempos en que antepasados nuestros de distintos orígenes se disputaban las tierras más productivas.

El castillo de Montilla ocupaba, como es lógico, la parte más alta del montículo y se debió construir sobre restos de fortificaciones anteriores que fueron levantado y destruyendo, alternativamente, la lista completa de pueblos que se asentaron en la zona, empezando por los íberos. Cuando a mediados del siglo XIII la comarca pasa a manos cristianas, se organiza de nuevo el espacio defensivo y se va ampliando, torres de vigilancia incluidas, hasta llegar a ser residencia del Señorío de Aguilar. Pero, en 1508, Fernando el Católico quiso dar un escarmiento a la inconformista nobleza castellana, ya fallecida Isabel, y pagó los «platos rotos» el primer Marqués de Priego, Pedro Fernández de Córdoba, mandando arrasar el castillo, que era su residencia.

Un detalle, para quienes gusten de intrigas palaciegas, es que dicho castillo era propiedad de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. Era la casa en la que había nacido y le correspondía el señorío que la fortaleza representaba. Si miramos fechas, la campaña de Nápoles, brillantemente llevada a cabo por el militar, fue en 1506: dos años antes de la destrucción de su castillo. Las famosas «Cuentas del Gran Capitán», cuando se sintió indignado porque el rey le pidiese detalle de sus gastos, fueron como consecuencia de dicha campaña. Fuese o no auténtico lo de «por picos, palas y azadones…», que hay opiniones de sesudos historiadores para todos los gustos, no cabe duda de que Fernández de Córdoba tenía su carácter y debió afear al rey algún comentario, digamos, poco amable, respecto a la generosidad con que el capitán dotaba a sus soldados. Y, claro: meterse directamente con quien acababa de «regalarte» un reino, no debe ser muy popular; pero tirar por elevación disimula más y sirve de pataleta.

Retrato del Inca Garcilaso de la Vega en su recreado despacho en la Casa del Inca

El Inca Garcilaso de la Vega nació unos años más tarde de este acontecimiento en Cuzco, hoy «capital histórica» de Perú, pero en 1539 centro de la Gobernación de Nueva Castilla. Hijo del capitán español Sebastián Garcilaso de la Vega y de la noble inca Chimpu Ocllo, su primer nombre fue Gómez Suárez de Figueroa y se renombró 24 años más tarde, probablemente viviendo ya en Montilla, como hoy le conocemos. Mestizo como era, y de lo que se sentía orgulloso y hacía alarde, recibió educación esmerada por parte de padre y madre, cada cual según los cánones de sus respectivas culturas, lo que le dotó de autoridad en sus obras históricas sobre la civilización incaica. Decidió viajar a España con 20 años y, apoyado por un tío que vivía en la población cordobesa, fijó su residencia entre los montillanos. Y allí se dedicó a leer, estudiar y escribir con un «fino espíritu, impregnado de cultura renacentista y dueño de una prosa tan limpia como el aire de las alturas andinas», como lo describe Vargas Llosa.

Hoy se conserva la casa en la que vivió unas tres décadas y en la que llevó a cabo la traducción de Diálogos de Amor, de León Hebreo, su primer trabajo publicado, y donde escribió obras como Comentarios Reales, La Florida o Historia General del Perú. El edificio data del siglo XVI y, convertido en Casa-Museo, conserva enseres y mobiliario de la época, incluyendo algunos procedentes de la casa natal del historiador en Cuzco. Es, sin duda, un «pelotazo» de historia de Montilla, pero también un canto a la igualdad del mestizaje que siempre pregonó el que, en su epitafio, pidió que fuera descrito como «varón insigne, digno de perpetua memoria. Ilustre en sangre. Perito en letras. Valiente en armas».

De museos, ya que de ello hablamos, Montilla tiene dos espacios que no debería perderse el viajero: el de Historia Local y el de Garnelo. El primero es un compendio de hallazgos arqueológicos que permiten visualizar la evolución de la tierra montillana desde la prehistoria. Expone multitud de objetos romanos, pero sin duda lo más impactante es la colección de piezas conocidas como «el tesoro de Montilla», que se encontraron en una tumba, con toda seguridad de una persona muy importante, datada en torno al 4.500 a. C. Puede ser una pequeña decepción saber que es una copia, porque el original está en el Museo Arqueológico de Barcelona, pero, aún así, no podía faltar en el recorrido por la historia montillana.

José Garnelo y Alda nació en Valencia, ciertamente, pero fue montillano desde que tenía apenas dos años. Quien contempla su obra y lee su biografía se sorprende que de no sea más conocido en España; si acaso, alguien le llega a citar como maestro del adolescente Pablo Ruiz Picasso (14 años) porque el propio y universal malagueño se ocupó de manifestarlo en alguna ocasión. En el museo que hoy lleva su nombre hay dos plantas de la antigua Casa de Aguas, llamada así porque ahí estuvieron los depósitos del líquido elemento en una casa solariega del siglo XIX, dedicadas a Garnelo. Es la mayor colección de obras del autor, cuyos trabajos están también expuestos en museos e instituciones de Europa y América. ¿Una recomendación? Lean sobre José Garnelo y visiten luego su museo.

Y de vinos y bodegas también hemos de hablar, que no es de recibo visitar Montilla y no acercar la nariz y los labios a algunas de sus excelencias. La denominación de origen de los caldos de la zona es Montilla-Moriles, dos poblaciones separadas por poco más de 20 kilómetros, pero que engloba a otros seis municipios limítrofes más al completo, junto con otros tantos cuyas tierras están parcialmente incluidas en la D.O.P. Eso sí: la bodega más antigua del conjunto es montilla. Se trata de Alvear, fundada en 1729, que es además la más veterana de Andalucía.

Impresiona la precisión con la que se elabora el vino que lleva el nombre de la uva Pedro Ximénez. Recogen el fruto cuando está en estado óptimo de maduración, extienden con mimo los racimos al sol para que se pasifiquen, lo que suele tardar entre siete y diez días, los prensan dos veces –sacan unos 30 litros de mosto por cada tonelada de racimos recién cortados– y a partir de ahí producen los vinos de dos tipos: el de añada y el de crianza mediante el sistema tradicional de criaderas y soleras. Y créanme: nuestra explicación de este sistema nunca sería tan contundente como verlo con sus propios ojos en una de las bodegas de Montilla; sobre todo, si el final es una cata de buen Pedro Ximénez.

Así que empiecen su visita a esta parte de Andalucía por el barrio de la Escuchuela, recorran sus callejas blancas, empinadas y estrechas para ir a los espacios culturales, caten algunos platos locales, como las alcachofas al Montilla o el Crispín; vayan a alguna bodega de tinajas a ver si llegan a tiempo de catar el vino nuevo que sacan directamente de dichos recipientes de barro con una venencia; salgan luego a hacer la ruta de las bodegas y lagares, a llegarse a la finca de Juan Colín donde la antigua almazara de aceite, que también lo hay magnífico en esta zona, es ahora museo o a disfrutar de la Sierra de Montilla y encontrase con ese monumento a la naturaleza que es la Piedra Luenga. Quedan invitados, pues, a una inmersión total en tradición, naturaleza, enoturismo e historia.

Soleo de las uvas Pedro Ximénez

Para saber más

Museo Garnelo. Ayuntamiento de Montilla

Crónicas del Gran Capitán. Antonio Rodríguez Villa. De la Real Academia de la Historia (1908).

Historia de Montilla. Blog de Víctor Barranco García

Patio colonial de la Casa del Inca Garcilaso de la Vega

INFORMACIÓN

Oficina de Turismo

C/ Iglesia, s/n

Tel.: 957 652 354

672 780 521

[email protected]

www.montillaturismo.es

 

ALOJAMIENTO

Hotel Don Ramiro ***

C/ Río de la Hoz, 4

Tel.: 957 656 779

[email protected]

www.complejorbdonramiro.es

 

RESTAURANTES Y TAPEO

La Cepa Montillana

Avenida de Andalucía, 23

Tel.: 957 738 234

[email protected]

https://lacepamontillana.metro.bar

 

El rincón del Conde

Don Gonzalo, 7

Tel.: +957 664 469

www.rincondelconde.es

 

Taberna Los Lagares

Avda. de Las Camachas,1

Tel.: 957 650 055

[email protected]

 

Taberna La Chiva

San Francisco Solano, 42

Tel.: 957 651 758

Montilla tiene dos espacios que no debería perderse el viajero: el Museo de Historia Local y el de Garnelo: el pintor maestro de Picasso.

III Jornadas Técnicas sobre el Alzacola Rojizo en la Península Ibérica: Conservación y desarrollo del territorio

Montilla, del 12 al 14 de noviembre de 2021

La Fundación Social Universal, con sede en Montilla, y la Asociación de Estudio y Conservación de la Fauna, Harmusch, organizan estas jornadas sobre el alzacola rojizo o colitajara, ave considerada «especie vulnerable», pero por cuya evolución en los últimos años puede alcanzar la clasificación de «en peligro de extinción».

Explican los organizadores que «El alzacola rojizo es un ave estival en la península ibérica, donde se reproduce para pasar el invierno en África subsahariana y presenta en nuestra comarca [la campiña de Montilla] una de las poblaciones mejor conservadas de su área de distribución. Dada su dieta insectívora es un aliado de nuestros cultivos, donde controla las poblaciones de insectos y evita que se conviertan en plaga».

Se trata de unas jornadas repletas de actividades que, aún con un destacado carácter técnico, ofrecen actividades de interés para públicos de todo tipo, como un curso de iniciación a la fotografía de naturaleza o un taller, también de iniciación, al anillamiento científico de aves. No faltan a la cita exposiciones fotográficas relacionadas con el alzacola. Los temas de charlas y mesas de debate giran, claro, en torno esta pequeña ave y su situación en España, pero también sobre asuntos de calado como estrategias de promoción y desarrollo de la biodiversidad o las posibilidades del ecoturismo como dinamizador socioeconómico.

Un fin de semana completo en el que se puede ver Montilla a «vista de pájaro».

INFORMACIÓN

Fundación Social Universal
Burgueños, 7
Telf.: 957654987
[email protected]
https://www.fundacionsocialuniversal.org

III Jornadas técnicas sobre el Alzacola Rojizo en la Península Ibérica

AL ENCUENTRO

III Jornadas Técnicas sobre el Alzacola Rojizo en la Península Ibérica: Conservación y desarrollo del territorio

Montilla, del 12 al 14 de noviembre de 2021

La Fundación Social Universal, con sede en Montilla, y la Asociación de Estudio y Conservación de la Fauna, Harmusch, organizan estas jornadas sobre el alzacola rojizo o colitajara, ave considerada «especie vulnerable», pero por cuya evolución en los últimos años puede alcanzar la clasificación de «en peligro de extinción».

Explican los organizadores que «El alzacola rojizo es un ave estival en la península ibérica, donde se reproduce para pasar el invierno en África subsahariana y presenta en nuestra comarca [la campiña de Montilla] una de las poblaciones mejor conservadas de su área de distribución. Dada su dieta insectívora es un aliado de nuestros cultivos, donde controla las poblaciones de insectos y evita que se conviertan en plaga».

Se trata de unas jornadas repletas de actividades que, aún con un destacado carácter técnico, ofrecen actividades de interés para públicos de todo tipo, como un curso de iniciación a la fotografía de naturaleza o un taller, también de iniciación, al anillamiento científico de aves. No faltan a la cita exposiciones fotográficas relacionadas con el alzacola. Los temas de charlas y mesas de debate giran, claro, en torno esta pequeña ave y su situación en España, pero también sobre asuntos de calado como estrategias de promoción y desarrollo de la biodiversidad o las posibilidades del ecoturismo como dinamizador socioeconómico.

Un fin de semana completo en el que se puede ver Montilla a «vista de pájaro».

INFORMACIÓN

Fundación Social Universal
Burgueños, 7
Telf.: 957654987
[email protected]
https://www.fundacionsocialuniversal.org