AL ENCUENTRO
ARANDA DE DUERO
A LA TERCERA, LA VENCIDA
En 2019, Aranda de Duero fue designada Ciudad Europea del Vino 2020 por la Red Europea de Ciudades del Vino, RECEVIN. Ya se imagina el lector que las actividades programadas, y que requerían la presencia de los interesados, se vieron interrumpidas por la llegada a nuestras vidas de un perverso virus que trastocó todos nuestros hábitos sociales y laborales. Se llegó a la conclusión de que convenía aplazar los actos de la capitalidad un año, pero 2021 tampoco se mostró dispuesto, así que 2022 tuvo que «ponerse las pilas» para hacer bueno el nombramiento. A ello vamos.
Aranda de Duero, empecemos por el principio, es capital vitivinícola con o sin actividades añadidas. Es una de las localidades más pobladas, capitales de provincia al margen, de Castilla-León y cabeza de partido judicial de la comarca Ribera del Duero. Cierto es que se baña en el agua del río que le da apellido, pero lo es también que se crece en el tesoro líquido que surge de los viñedos que la rodean y las bodegas que la horadan. Y es que el viejo poblachón «de paso», que era Aranda hasta el siglo XIV, se fue convirtiendo en potencia agrícola, primero, e industrial, después, ya mediado el siglo XX.
EL CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA ARQUITECTURA DEL VINO, CIAVIN, PERMITIRÁ ENTENDER UN POCO MEJOR LOS PROCESOS VITIVINÍCOLAS
Lo primero que le contarán al viajero, quienes conocen las calles arandinas, es que no se pierda las bodegas subterráneas. El casco antiguo de la localidad está construido sobre unos siete kilómetros de túneles que tienen entre nueve y doce metros de profundidad. Algunos de ellos se empezaron a excavar en plena Edad Media, en el siglo XII, y la red llegó a lo que hoy conocemos en el siglo XVIII. Su misión, obviamente, es mantener unas condiciones controlables de temperatura y humedad todo el año para que el mosto de la uva fermentado llegue a ser «un Ribera». Y no es que cada casa tuviese su bodega; los túneles eran comunales, con varias entradas correspondientes a las distintas viviendas.
El Museo del Vino, de hecho, está en una de esas bodegas subterráneas; del siglo XIII, para más datos. En su escueta página web, donde destaca el eslogan «Ribiértete», dice: «El visitante logra asomarse a los entresijos de la larga y compleja elaboración del vino. Con un atractivo planteamiento expositivo, recorre la historia, los procedimientos, las herramientas, los útiles de medida, las botellas, la cata…». Y sí: esta inmersión en la cultura vitivinícola tiene otro color con una copa del rojo elemento en la mano… Queda todo dicho.
Si algo se puede recomendar en este punto es visitar antes el Centro de Interpretación de la Arquitectura del Vino, CIAVIN, cosa que permitirá entender un poco mejor los procesos, ver dioramas de cómo están construidos los túneles, una maqueta de la Aranda medieval y hasta la reproducción y la historia del que probablemente es el plano urbano más antiguo de España (1503), surgido de la necesidad de documentar, ante los Reyes Católicos, un pleito a cuenta de la posible demolición de unas casas en pleno centro de la población, por seguridad para las mujeres obligadas a pasar, si no, por un callejón en el que se les «echaban los hombres». ¿La razón del enfrentamiento vecinal? Cómo no: las bodegas, las que estaban debajo de las casas; que no es que peligrase su estructura con la demolición, sino que las vibraciones del paso de caballos y carros por la calle, que se abriría tras derribar las edificaciones, perjudicarían al vino que maduraba en las profundidades.
La oficina de turismo, al lado de CIAVIN (bueno: todo está cerca en Aranda), ofrece información de las muchas bodegas subterráneas y exteriores visitables, las que ofrecen guía y las que van con la cata incorporada o con teatralización. Uno de los indicadores del orgullo arandino por sus bodegas, y sus vinos, claro, es que algunos permiten que se entre en su «castillo» subterráneo desde su propia casa. Por ejemplo, en lo que hoy es el restaurante Lagar de Isilla, se puede visitar la bodega histórica (siglos XIII y XIV), con doce metros de profundidad, cuyo acceso está dentro del propio restaurante –la visita es gratis, no sean mal pensados–.
EL CASCO ANTIGUO DE LA LOCALIDAD ESTÁ CONSTRUIDO SOBRE UNOS SIETE KILÓMETROS DE TÚNELES QUE TIENEN ENTRE NUEVE Y DOCE METROS DE PROFUNDIDAD
Las bodegas exteriores visitables también son todo un atractivo. Si nos queremos quedar con una, como ejemplo, podemos apuntar a la Finca Torremilanos. La visita aporta más de un siglo de historia de los vinos arandinos (la marca empezó a elaborarlos en bodegas subterráneas de la villa) y hasta el nombre tiene su porqué: en el monte donde se creó la finca, había una torre de vigía, utilizada hasta los tiempos de Felipe II, en la que, una vez abandonada cuando su uso no fue necesario, anidaron varias generaciones de milanos. Hoy, vinos al margen, es todo un centro de enoturismo que incluye alojamiento y restauración.
El lechazo, uno de los signos de identidad para los castellanos-leoneses, tiene a Aranda como sede de la denominación de origen de este producto pecuario. Existe, de hecho, la marca «Lechazo asado de Aranda de Duero»: una distinción que tiene en cuenta cómo debe ser la materia prima, la forma de elaboración y su presentación al comensal. Si el viajero no es vegetariano, tendrá la oportunidad de disfrutar del espectáculo que supone ver los platos de cerámica tosca entrar y salir de los hornos de barro, donde la leña arde al lado de las propias carnes, y de participar del ritual de degustar el cordero acompañado de un buen vino, de lechuga de Medina y mordisqueando torta de Aranda, que es ese pan dorado y tierno untado, después de cocido, con aceite.
Una sorpresa es, para quien no lo haya probado, el congrio a la arandina, donde manda el azafrán y cuya receta, cuentan los más veteranos, se lleva transmitiendo de padres a hijos desde hace más de diez generaciones, como poco. No salgamos del restaurante virtual sin recordar que estamos en la provincia de Burgos y que su famosa morcilla, esa hecha con arroz, tiene una fórmula casi única en cada pueblo y en cada casa. Las que se pueden catar en Aranda, qué más se puede decir, están buenísimas. Y de postre, por supuesto, el ‘del abuelo’: queso fresco de Burgos con un poco de miel y nueces frescas; tan sencillo como delicioso.
ES UN ESPECTÁCULO VER LOS PLATOS DE CERÁMICA TOSCA CON EL LECHAZO, PEGADOS A LA LEÑA, ENTRAR Y SALIR DE LOS HORNOS DE BARRO
El centro de Aranda ofrece al visitante experiencias añadidas a los diversos placeres gastronómicos y gustativos. En el capítulo de monumentos está, por orden de antigüedad, la iglesia de San Juan Bautista (s. XIV), que tiene adosada la que probablemente fuese primera torre defensiva que se levantó en la villa (s. IX) y con acceso al puente románico (s. XIII, construido sobre la base de otro del s. III), que cruza el río Bañuelos. La iglesia tiene la importancia histórica de haber sido la sede del Concilio de Aranda (1473), en plena reforma de la Iglesia y con el mar de fondo de las rivalidades entre Juana e Isabel de Castilla. Hoy el es Museo de Arte Sacro.
A poca distancia está la Iglesia de Santa María (s. XV). La portada es como un pañuelo nupcial de encaje de bolillos, tan propio de finales del barroco: no cabe una figura más, ni en la doble puerta ni en el tímpano ni en el arco ojival de entrada. No se la pierdan al detalle, porque es tan impactante como hermosa. Ya dentro, el gótico flamígero de la nave deja imágenes impresionantes; y el visitante no podrá apartar la mirada, durante un buen rato, de la escalera de subida al coro y sus cientos de filigranas geométricas.
LA IGLESIA DE SAN JUAN BAUTISTA TIENE ADOSADA LA QUE PROBABLEMENTE FUESE PRIMERA TORRE DEFENSIVA QUE SE LEVANTÓ EN LA VILLA
Entre otras curiosidades arandinas está el Museo de los Juegos Tradicionales, al que se entra por la misma puerta por la que se accede a CIAVIN. Lo puso en marcha la asociación La Tanguilla, en referencia a como llaman en Aranda al juego de la tuta, que tiene alguna similitud con los bolos, y que se describe desde el s. XIII, aunque es probable que fuese anterior; romano, incluso. La exposición reúne gran cantidad de juguetes y juegos ‘de toda la vida’, algunos con más de un siglo a sus espaldas. Destaca la representación de los juegos de bolos, con muestras de todas las regiones españolas y de muchas partes del mundo donde se utilizan en los ratos de ocio. Fenomenal para los pequeños y para algún sentimiento de nostalgia de los mayores, que se disipará, volvemos al vino, en cualquier local de Aranda.
INFORMACIÓN
Oficina de Turismo
Plaza Mayor, s/n
Tel.: 947 510 476
[email protected]
Actividades Ciudad Europea
e información turística
ALOJAMIENTO
Hotel Torremilanos ****
Nacional 122, km. 274
Tel.: 947 512 852
[email protected]
Web
RESTAURANTES Y TAPEO
El Lagar de Isilla
Isilla, 18
Tel.: 947 510 683
https://www.lagarisilla.es/
El Somatén
Plaza Mayor 16
Tel.: 947 107 275
[email protected]
Web
La Pícara gastroteca
Plaza Santa María 2
Tel.: 645 44 66 88
[email protected]
Web
CIUDAD EUROPEA DEL VINO 2022
ARANDA DE DUERO, MAYO DE 2022 A ENERO DE 2023
No pudo ser en 2020 ni en 2021, pero llegados a 2022, y quizás por seguir el viejo dicho de que «no importa lo que pasa, sino lo que hacemos con ello», los organizadores de la distinción de Aranda de Duero como centro europeo del enoturismo han redondeado la oportunidad: «22 motivos para visitar Aranda de Duero en 2022».
Sin pretender ser exhaustivos, podemos citar A cielo abierto, de mayo a septiembre, que ofrece teatro, danza, circo, magia y música en distintos espacios al aire libre. Un espectáculo de luz durante el verano, Un río de vino, que «convierte» el agua del Duero en vino de Ribera. El Teatro en las bodegas (sí, sí: en las propias bodegas subterráneas), en julio y agosto, cuyo objeto es, como dicen los organizadores, «lograr que, mediante una historia de intriga, haciendo partícipes a los asistentes y con escenas cómicas, se conozcan de primera mano anécdotas de la villa y personajes históricos que han vivido o pasado por Aranda como Napoleón, Isabel la Católica, Hemingway…».
El Certamen internacional de bandas, un clásico de julio y agosto en la coqueta Plaza del Trigo, tendrá este año como piezas obligatorias composiciones relacionadas, claro, con el mundo del vino. Entre los clásicos, también, la Fiesta de las Peñas (30 de julio), Sonorama, que es uno festivales de música indie con más renombre en España (10 a 14 de agosto), La fiesta de la vendimia, el 24 de septiembre, o el genial Concurso de tapas, pinchos y banderillas, durante todo el mes de octubre.
No podemos dejar de citar dos actividades más. Una, por singular: I Congreso de la Arquitectura del Vino, del 10 al 11 de noviembre y con entrada gratuita como «oyente» para todo el que esté interesado, que busca poner en valor «conjuntos arquitectónicos formados por cuevas, zarceras y lagares que representan el pasado económico, social y cultural de los pueblos en los que se encuentran». Y otra por obvia: la Gala de clausura de Ciudad Europea del Vino (enero de 2023), donde se dará el relevo a la Ciudad Europea del Vino 2023.