ESFERA CULTURAL

LEER CUADROS

CONVENIO EL PRADO-FUNDACIÓN NOTARIADO

CLAVES DE LA OBRA

Autor: Taller romano
Fecha de creación: 40-100 d. C.
Material: Mármol
Ubicación: Galería Jónica de Escultura
Nº Catálogo: E000006

La reciente apertura de la Galería Jónica de escultura, en el Museo del Prado, es una oportunidad para reparar en la singularidad de un conjunto de obras muy sugestivas sobre el coleccionismo europeo. Entre las piezas seleccionadas, desde el arte egipcio hasta los años más tardíos del siglo XVIII, destacan algunas representaciones animalísticas de extraordinario realismo, concretamente las que muestran a un toro y a un jabalí.

Es sobre la primera de ellas sobre la que queremos reflexionar en estas líneas.

El Toro

MANUEL ARIAS MARTÍNEZ,

Jefe del Departamento de Escultura

Quizás uno de los tópicos más reiterados en la literatura artística de todos los tiempos sea aquel que narraba Plinio en su Historia Natural, sobre Zeuxis y los pájaros. El pintor griego del siglo V a. C., se midió en un certamen con su colega Parrasio, para dirimir cuál de los dos era el mejor artista. Cuando Zeuxis descubrió el paño que tapaba su pintura aparecieron unas uvas realizadas con tal maestría verista, que los pájaros se lanzaron a picotearlas. Lo que parecía un triunfo seguro se alteraba cuando al dirigirse a Parrasio para que corriera la cortina que ocultaba su obra, éste respondía que lo que él pensaba que era una cortina era su propia pintura, constatándose así su habilidad para engañar al ojo humano.

Fidelidad realista

Si en el ámbito de la pintura este episodio de la Antigüedad se hizo recurrente, existió un paralelo en la escultura, que ha pasado más desapercibido y que tenía como protagonista a una ternera de bronce que hiciera el griego Mirón, a quien sin embargo recordamos especialmente por su Discóbolo. La Vaca de Mirón, como se conoció popularmente, generó comentarios, pequeños epigramas que hablaban sobre la fidelidad realista con la que se había representado, que incluso se retomaban en la literatura barroca, por ejemplo, en los versos de poetas como Gianbattista Marino (1569-1625). Así decía en el siglo I, Filipo de Tesalónica, dirigiéndose a la escultura de Mirón: “Quita el yugo de mi cerviz, labrador, /y el hierro que hace los surcos/ Mirón no transformó mi bronce en carne,/ sino que su arte me hizo parecer viva,/ hasta el punto de que a menudo querría mugir,/ pero, fijándome al pedestal, no me permitió ir a trabajar”.

El toro que ahora se exhibe en la Galería Jónica, forma pareja con una Vaca y ambos son obra romana del siglo I d. C. Posiblemente se integraban en un monumento arquitectónico en el que se dispusieron obras similares dentro de los jardines de Nerón, en las proximidades de la Domus Aurea de Roma.

 


EL TORO QUE AHORA SE EXHIBE EN LA GALERÍA JÓNICA, FORMA PAREJA CON UNA VACA Y AMBOS SON OBRA ROMANA DEL SIGLO I D. C.


 

Pertenecieron a la colección de la reina Cristina de Suecia y cuando pasaron a la del príncipe Livio Odescalchi, antes de ser adquiridos por Felipe V e Isabel de Farnesio en 1724, se describían de este modo en su inventario: “Una vaca y un toro antiguos, menos grandes del natural de perfectísimo escultor, labrados sobre pedestal de mármol, tan verosímiles que algunos perros a primera vista les ladran”.

Este toro marmóreo, con restos policromos que conseguirían darle una apariencia aún más veraz, seguía, y aún continúa, evocando esa secuencia de referencias que proclaman una permanencia de largo recorrido de los códigos clásicos en el arte europeo.