Ofrenda al Apóstol en el Año Xacobe
En junio, los decanos de los colegios notariales del España visitaron Galicia con motivo del Año Xacobeo. El presidente del Consejo General del Notariado (CGN), José Ángel Martínez Sanchiz, realizó la Ofrenda al Apóstol en la misa del peregrino celebrada en la Catedral de Santiago, oficiada por el arzobispo compostelano, monseñor Julián Barrio. Reproducimos aquí las palabas de ofrenda del presidente del CGN y una parte de la homilía del obispo. (Más información en páginas 24 y 25 de este número).
“Señor Santiago:
Los notarios españoles venimos de Málaga, donde hemos celebrado un congreso sobre el envejecimiento de la población bajo el lema “protegemos lo invisible”, pues, en efecto, en los documentos que autorizamos aparece reflejada el alma humana, nuestros pensamientos y sentimientos, nuestras creencias, esperanzas y temores.
Estos documentos son nuestra ofrenda primera, una prueba de la existencia del alma que no necesitas, que solo necesitamos los hombres en nuestro transitar por el mundo.
Señor Santiago ayúdanos:
- A que la fe que damos ilumine nuestras almas.
- A que la fe que damos aliente la esperanza.
- A que la fe que damos asiente la justicia.
Pero Señor Santiago ayúdanos también a ser humildes, pues nuestros logros son igualmente nuestros fracasos.
Porque:
- En realidad, no damos fe, la recibimos.
- No damos esperanza, sino confianza, pues la esperanza es tan humana cuanto dependiente de Dios, no de la humanidad, que es una abstracción frente a un mundo azotado por la guerra y la miseria.
Y en este contexto qué difícil resulta la justicia y la paz. Para ello hace falta la caridad: “Plenitudo legis dilectio” enseñó San Pablo, pues “iustitia est veritatis” y “veritas est charitatis”.
Entretanto, en nuestro interior acecha la duda: ¿quid est veritas?
Señor Santiago, ayúdanos a encontrarla; que la verdad nos guíe hacia la paz, al encuentro de Dios en el hombre, en quienes reclaman nuestro ministerio.
Que se hagan realidad las palabras de su Santidad Pablo VI: “ Vuestra noble y paciente profesión está iluminada por la luz de la caridad (…) El amor es el cumplimiento perfecto de la ley (…) esta exigencia del amor – que a veces se hace comprensión, paciencia, ayuda concreta, desinterés, consejo, entrega – sea el motor secreto y constante que anime (…) vuestro deber, lo sostenga en los momentos de mayor fatiga, lo aparte de los peligros de la rutina, lo estimule a un alto deber de convicción espiritual y generosidad”.
Señor Santiago danos la fortaleza necesaria para cumplir con nuestro deber como Dios manda. Así sea”.
José Ángel Martínez Sanchiz.
“LA FUNCIÓN NOTARIAL, en sus diferentes facetas, según el ordenamiento civil, busca siempre la sociabilidad y la solidaridad humana. Este objetivo exige plena seguridad en la formación de las relaciones de derecho, exacta constatación de los hechos y los actos jurídicos, y también exige una fiel conservación y pública disponibilidad de sus pruebas para la actuación y preservación del orden jurídico y social en la armonía de la justicia.”
En una sociedad tan inarmónica realmente estamos muy necesitados de vivir esta armonía.
La primera cualidad moral de vuestra profesión, queridos notarios, es la verdad, presupuesto básico para el cumplimiento de la justicia en el delicado compromiso de la actividad humana confiado a vuestra fidelidad y responsabilidad.
El ejercicio de vuestra misión exige un esmerado cumplimiento de las disposiciones y formalidades del derecho positivo, por las que como testigos públicos aseguráis la validez y licitud, acreditando auténticamente los hechos y los actos que forman la trama de nuestra vida.
Más allá de las prescripciones legales, que siempre deben ser respetadas, el notario se da cuenta de que por perfecto que sea el ordenamiento jurídico, no abarca la inmensa complejidad de la realidad humana y social que tiende a regular. Por eso, siempre fiel al derecho positivo, no debe de caer en el formalismo jurídico, mirando más allá de la ley y de la justicia humana, para inspirarse y guiarse por la ley y la justicia divinas.
Una profesión que exige ciencia, diligencia, probidad y rectitud.
Y siendo mentores y custodios del orden legal, os confiere una visión muy noble, que os hace acreedores del respeto y de la estima de la sociedad.
Mediadores entre el orden jurídico establecido y la sociedad, ricos de experiencia humana, no os limitáis a una simple intervención formalista.
Desde vuestro despacho podéis
- devolver la paz a las familias,
- apagar rencores
- arreglar pleitos,
- defender patrimonios
- evitar dispendios en litigios inútiles,
- tutelar a los débiles en sus intereses materiales y espirituales.
Así os convertís en realizadores de un programa superior de bondad y de justicia. Vuestra vida se hace testimonio de la benevolencia y de la justicia divina de Dios.
Es importante que de alguna manera acompañéis a la gente y os sintáis acompañados también por quienes vienen a vuestros despachos. No es fácil. Pero tengo la confianza de que Dios nos acompañe y el Apóstol Santiago también”.
Monseñor Julián Barrio