ESFERA CULTURAL

MARÍA PUJALTE,

ACTRIZ

“Verte enrolada en series televisivas te parece una bendición, porque vivir del teatro no es nada fácil”

Aunque la televisión haya familiarizado su imagen, María Pujalte partió del teatro. Y a él regresa, al reclamo de Oscar Wilde. Su amor por el arte de Talía podríamos rastrearlo en la vinculación con la escena de sus antepasados de Aspe (Alicante), donde nació su padre.
JUAN ANTONIO LLORENTE

MARÍA PUJALTE.

ACTRIZ

“Verte enrolada en series televisivas te parece una bendición, porque vivir del teatro no es nada fácil”

Aunque la televisión haya familiarizado su imagen, María Pujalte partió del teatro. Y a él regresa, al reclamo de Oscar Wilde. Su amor por el arte de Talía podríamos rastrearlo en la vinculación con la escena de sus antepasados de Aspe (Alicante), donde nació su padre.
JUAN ANTONIO LLORENTE

-El Viaje a ninguna parte de Fernando Fernán Gómez ejemplifica la pasión que mueve al actor. ¿Se emprende ese viaje a ciegas? ¿Hasta dónde le ha llevado el suyo?

Todo el mundo emprende su camino a ciegas, tampoco hay que mitificar. Pero es verdad que el actor siempre está como empezando. Dependes de un mercado que te llame; de que suene el teléfono, de que te elijan… Supeditado a algo muy subjetivo y caprichoso, por lo que debe labrarse bien su equilibrio mental: ese espacio interior en el que resguardarte y no venirte abajo cuando las cosas no funcionan. No es bueno mirarnos demasiado el ombligo. Debes estar siempre en ese camino a ninguna parte, con un miedo constante. Hasta que de repente te llaman para cualquier cosita, y ya estamos contentísimos. Nos ilusionamos, y nos ponemos a estudiar pensando que esta profesión te trae momentos preciosos. Pero al no tener ni idea de cuándo, vas haciendo. Es verdad que hay cosas maravillosas y otras que de maravillosas no tienen nada. Que son muy duras. Pero eso está en la vida de cualquiera. En nuestro caso con las características de los faranduleros, en ese equilibrio de hacer lo artístico, lo que quiero, lo que deseo, lo que me gusta, lo que sueño… y la realidad, que es otra historia, y has de trabajar, tanto si te gusta como si no.

-Después de una década de puro teatro, como diría La Lupe, le abduce la televisión. ¿Puede simultanearlo?

Cuando te empieza a salir trabajo en Madrid y vas de esa manera privilegiada a trabajar porque te llaman, surgen las primeras ofertas en televisión y también en teatro. Lo más sorprendente para mí en aquel momento era poder ejercer mi profesión cada día de lunes a viernes. Yo venía de hacer teatro en Galicia, donde con una función teníamos como mucho cuatro bolos al mes. En esos años, en los que di mis primeros pasos, ocurrieron cosas maravillosas, y encontré a personas fundamentales para mi formación. Pero pagaba mi piso haciendo doblaje, actividad en la que comencé muy jovencita. Teatro quería hacer más y cuantos más días mejor, pero era muy difícil. Así que verte enrolada en series televisivas te parece una bendición del cielo, porque vivir del teatro no es nada fácil. Con Periodistas paramos dos o tres meses la primera temporada; las cuatro siguientes descansábamos un mes al año. Además, en televisión, ejerciendo el oficio día tras día, aprendes mucho. Para empezar, a hacer televisión; que también hay que aprenderlo. O a estar en un rodaje de cine, donde la base es la misma, pero las dinámicas distintas. Y piensas lo estupendo que es darte a conocer, porque al haber una tele en todos los hogares, se multiplica el número de personas que te ven. Ese salto es descomunal. No entiendes lo que está pasando. Yo, por lo menos, ignoraba la parte esa de la fama.


«TODO EL MUNDO EMPRENDE SU CAMINO A CIEGAS, TAMPOCO HAY QUE MITIFICAR. PERO ES VERDAD QUE EL ACTOR SIEMPRE ESTÁ COMO EMPEZANDO»


-Su madre ha comentado en alguna ocasión: “nunca he entendido la admiración que despiertan los actores. Son seres humanos que trabajan en algo”.

En casa siempre ha sido así. Mi madre estaba diciendo de verdad lo que sentía. Y eso además tiene un doble recado: son personas que están saliendo adelante esforzándose y ya está. Mis hermanos y yo en casa hemos mamado muchas ganas de libertad, mucho humor y mucho amor en la contemplación de la belleza. Pero poca mitomanía. Ni mi padre ni mi madre eran muy mitómanos.

-Mencionaba de pasada el cine, que no parece haberle atraído tanto, aun estando en el fiel de la balanza entre televisión y teatro.

Es verdad que hasta el día de hoy me siento más actriz de teatro y televisión. Pero no porque el cine no me haya atraído, sino porque no me han llamado. He hecho películas muy bonitas con las que he disfrutado mucho, integrándome en equipo con actores y directores, pero digamos que es un aspecto menos potente de mi carrera. Al final, no eliges tu. Yo no puedo decir de repente: “pues ahora no voy a hacer cine”. Nadie se mueve de esa manera. A los actores, cuando les sale trabajo, sea el que sea, es una maravilla. Y si puede llegarle desde distintos flancos, mejor. Todo es bienvenido. Pero es cierto que mi actividad ha sido más patente en los otros dos medios.

¿Le habría gustado ser una Chica Almodóvar?

¿Qué actor no habría querido trabajar con Almodóvar? Claro que me hubiera gustado ser chica Almodóvar; haber estado ahí. ¡Figúrate el petardazo! Primero, formar parte del universo que él se ha inventado, con una forma de contar tan personal. Todo eso, cuando irrumpió, era maravilloso. Cada vez que estrenaba una película era una gozada. Hablo en pasado porque siempre pienso en Chicas Almodóvar jóvenes. Yo, que en 1995 estaba trabajando por Madrid, pensaba ¡Ojalá! Pero no se dio la oportunidad y no pasa nada.

-Hace un año estaba haciendo el monólogo de Max Aub en el Teatro Español. ¿Ha hecho más teatro en estos meses?

No, no. No he tenido tiempo. Después de aquello estuve rodando una serie en Barcelona. Tiene gracia que vuelva por la misma época a un teatro tan maravilloso. Pero si entonces fue en la sala Margarita Xirgu, ahora es en la grande.

-A alguien que encaja tan bien el plano corto en la pantalla, ¿le da seguridad un monólogo?

Tal vez esté equivocada, pero creo que casi todos los actores que venimos del teatro, en algún momento empezamos a fantasear con el monólogo. Yo llevaba muchos años pensando que me apetecería ese formato, por lo que tiene de reto: ¿me atrevería a…? ¿sería capaz de…? ¿Tendré el aplomo, el talento, la capacidad de trabajo…? Fantaseaba con un monólogo, y llegó. Cuando me lo ofrecieron, me pareció algo mágico. No podía dar crédito a que me estuvieran brindando aquello que me había sacudido tanto desde que se lo vi a Carmen Conesa. Me dije: ¿qué está pasando, además en este momento tan trascendental de mi vida? Fue un desafío enorme, que me supuso la entrega absoluta a un trabajo que, por momentos, me producía un miedo atroz. La memorización misma fue una cosa terrorífica, pero no podía parar. Era como una droga. Algo bestial. No consistía en salir y hacer una escenita, o un guiño a la vida cotidiana. En un monólogo siempre tienes que ir de la mano de alguien, y el proceso de ensayos con Maite Pérez Astorga fue precioso. No olvidaré ninguna de aquellas tardes ¡y mira que ya llevo funciones en mi cuerpo!

-¡Vengan monólogos!

Es el único que he hecho, y si me dicen: ¿repetirías? ¡Con los ojos cerrados! Es una maravilla, pero también un currazo. Tienes que salir a full. Vives pensando desde que te levantas: a las seis de la tarde tengo que enfrentarme a “eso”.

-Ahora le toca trabajar en equipo. ¿Cómo se siente?

Siempre me apetece estar con otros. Además, en un montaje como este, que dirigió David Selvas para el Teatro Nacional de Cataluña y ahora se remonta para hacerlo en Madrid. Cuando me envió el vídeo de la función para que me hiciese una idea, aunque el teatro grabado no tiene nada que ver, me pareció una delicia. Un precioso montaje, chispeante, gracioso, bonito, divertido, juguetón. Entonces, claro, digo: ¡Yo me quiero subir a este carro! Encantadísima, con unos actores maravillosos, que cantan, tocan instrumentos… Otra de las cosas bonitas que me ha traído ese camino al que estamos haciendo tantas referencias es estar constantemente diciendo hola y adiós. Continuamente conociendo gente nueva y reencontrándome con actores con los que había trabajado. Y las despedidas son muy bonitas. Mi primera ilusión al empezar los ensayos en Barcelona fue integrarme en un grupo de gente con la que nunca había trabajado.


«¿QUÉ ACTOR NO HABRÍA QUERIDO TRABAJAR CON ALMODÓVAR? CLARO QUE ME HUBIERA GUSTADO SER CHICA ALMODÓVAR; HABER ESTADO AHÍ»


-¿Se ciñe a lo que le marcan, o pujaltiza los personajes que le caen en suerte?

(Grandes risas) Creo que soy bastante obediente. A veces incluso pienso que es un poco aburrido y debería serlo menos. Con todo, me parece que de un tiempo a esta parte pienso que estoy siendo algo más libre. Pero le tengo mucho respeto a este oficio que, según me voy haciendo mayor me doy cuenta de que es más difícil de lo que pensaba. Debes desligarte de muchas cosas, actuar con libertad sin permitirte una equivocación, reírte de ti mismo, todo eso… Respeto mucho el trabajo de quien nos dirige, y me da mucha seguridad cuando confío en él. Nos sucede a todos los actores. Ocurre como con el director de orquesta, ves que sabe, y piensas: esto va bien. Pero a veces debes hacer las cosas según te pide la intuición. Los ensayos en teatro son un momentazo que no existe en televisión ni en cine. En ese aspecto el teatro es maravilloso. Tienes dos meses o el tiempo que sea para equivocarte. Para cometer errores o encontrar aciertos. Eso a veces tiene que ver con lo que te está pidiendo el director y a veces no. Igual habría que preguntarle a David Selvas si he pujaltizado mucho. Yo no sabría decirlo.

-En qué registro se siente más usted: ¿el cómico, satírico, dramático…?

Jo. … Hablando del Max Aub, decía que fue algo maravilloso. Siendo un drama tremendo de una mujer a la que le está pasando todo lo que le está pasando, entras ahí y lo disfrutas mucho. ¿Ahora qué pasa? Estoy centrada en una comedia, y eso es una maravilla, porque ya se sabe que el humor es la mejor arma para descompresurizar y cargar de energía a los demás. Trabajar en una comedia es un regalo. Como medicina; porque es bueno para la salud. Además de lo bien que te lo pasas… Lo ideal es estar en proyectos que te fascinen, a los que te quieres entregar en cuerpo y alma, ya sean drama, comedia, tragedia; aunque tragedia no he hecho nunca. Lo mejor es que te apasione.

-Ya que está metida en Wilde, piense en su Salomé.

No me lo había planteado nunca, pero tomo nota…

-Nuria Espert la paseó por el mundo.

Pero Nuria Espert es Nuria Espert. Estamos hablando de otro mundo.

-¿Qué tiene pendiente? ¿Algo que le apetezca y no le han ofrecido?

Siempre lo que más te apetece es en lo que estás metido, y ahora es La importancia de llamarse Ernesto. Y seguir trabajando. El año pasado rodamos en Barcelona Las Kellys, una serie estupendísima que está pendiente de estreno. Me encantaría que hubiese segunda temporada, porque ha sido un trabajo maravilloso. Espero que tenga mucho éxito y nos la confirmen.


«TRABAJAR EN UNA COMEDIA ES UN REGALO. COMO MEDICINA; PORQUE ES BUENO PARA LA SALUD»


-No diga que no le apetecería hacer un musical…

Claro que me apetecería. Eso sí. con una partitura sencillita que pudiera cantar, para no hacer el ridículo, porque no soy cantante. Hay musicales muy exigentes, que requieren cantantes profesionales, pero también los hay sin mucha exigencia vocal, en los que pesa la carga actoral. Alguna de esas obras escritas para actores, me encantaría.

DÓNDE ENCONTRARLA

Esperando que con el estreno de la nueva serie María Pujalte vuelva a reinar en las televisiones, hasta el 19 de febrero podremos verla en el Teatro Español de Madrid. Pero siempre se podrán recuperar en las distintas plataformas series que la encumbraron, desde Periodistas a Merli o la saga Juánica, encarnando a Macarena Lombardo,