LA @

PILAR CERNUDA,

periodista

"Las redes son el mejor medio de comunicación después del teléfono y el peor utilizado"

Redes sociales. Tan necesarias, tan peligrosas…

Estados Unidos ha puesto en marcha el mecanismo para prohibir Tik Tok. Creen el gobierno y el parlamento americano que Rusia instrumentaliza esa red social y en los últimos tiempos la utiliza para difundir noticias falsas respecto a la guerra de Ucrania.

En España, en las recientes elecciones europeas, la sorpresa la ha dado un personaje llamado Luis Pérez Fernández, Alvise Pérez en las redes sociales, que con una agrupación de electores que se mueve a través de Twitter -ahora X- y Telegram ha conseguido los votos suficientes para hacerse con 3 escaños en el Parlamento Europeo.

Alvise presume de dedicarse a la política para dignificar España y luchar contra la corrupción, pero tiene varias causas abiertas en la justicia por divulgación de noticias falsas con las que ha intentado desacreditar a sus adversarios. Su única fuerza son las redes, utilizadas a conveniencia con multitud de noticias fake. Sin embargo, ha podido más su poder de convicción que las informaciones de antiguos colaboradores y personas que conocen bien sus métodos. Se ha hecho un hueco en la política.

España, como otros países, suelen publicar las listas de los personajes más influyentes en las distintas áreas profesionales. Desde hace ya un tiempo los medios rigurosos exigen que los votantes procedan del mundo profesional perteneciente al sector que debe elegir a los mejores, para escapar así del fraude que supone que se encuentren ente los mejores personajes sin más oficio y beneficio que manejarse bien en las redes sociales, como ha ocurrido.

Las redes son el mejor medio de comunicación después del teléfono y el peor utilizado. Han dado soporte a la aparición de una actividad que se ha convertido en una profesión, y que genera ingresos que superan con mucho al del presidente de gobierno e incluso al de grandes empresarios que llevan sus espaldas la responsabilidad de dirigir algunas de las más importantes empresas del mundo: las influencers. Y los influencers, aunque son muchos menos.

Según expertos en el importante sector del espectáculo, la mujer que hoy destaca por encima de cualquier otra, abarrota estadios, y encandila a gobernantes, Taylor Swift, debe su éxito en gran parte a las redes sociales, que usa con inteligencia a través de un equipo especializado en llegar a millones de personas a través de mensajes perfectamente estudiados para, primero, llamar la atención; después, para admirar a la cantante, no por la calidad de sus temas o de su voz sino para poner en valor el trabajo realizado como comunicadora excepcional, capaz de mover cualquier tipo de tecla que emocione a las masas y a los dirigentes que mueven esas masas.

Hasta hace muy poco tiempo, en esta España nuestra, las televisiones estaban plagadas de famosos que no tenían más mérito que ser famosos. Solo eso. No contaban con ninguna otra cualidad. Hoy, la mayoría de ellos han desaparecido de la primera fila y son las llamadas influencers las que cuentan con millones de admiradores. Su negocio consiste en tener la habilidad suficiente -o contratar a quien les puede asesorar- para vestir de manera que las marcas le paguen lo que no está en los escritos para que luzcan sus vestidos, sombreros, chaquetas, pantalones, maquillajes, zapatos o cualquier cosa que se pongan encima. Lo único que se les exige es que tengan buen gusto, sepan moverse en redes, acudan a fiestas e incrementen a diario la lista de seguidores. No tienen privacidad, venden su vida personal a cambio de poner precio a su estilo, embarazo, maridos o mujeres, hijos -pixelados, eso sí, hay que cumplir la ley- y comprender que no pueden bajar ni un segundo la guardia.

No es gratis, nade de eso es gratis. Cantidad de plataformas se ofrecen para facilitarles un número significativo de seguidores, lo que incrementará su poderío como influencers… y sus cuentas corrientes. Cuantos más seguidores, más pagan las marcas por utilizar sus productos.

Estados Unidos, lo hemos apuntado, ha puesto en marcha en mecanismo para prohibir Tik Tok, por la utilización que hace el gobierno ruso de esa red. En ese país, conviene recordarlo, Hillary Clinton perdió las elecciones, cuando todos los sondeos le daban como vencedora segura, gracias a la “ayuda” de Rusia, que prefería a un Trump con el que Putin mantenía buenas relaciones. No solo puso en circulación la información de que Hillary había utilizado su cuenta privada de email para trabajar con material clasificado como confidencial, lo que era delito si efectivamente eso hubiera ocurrido, sino que dos días antes de las elecciones se puso en funcionamiento nuevamente la máquina de picar carne con la historia de los correos emitidos sin las obligadas garantías de seguridad. Trump ganó las elecciones.

Redes sociales: el mejor método de comunicación después del teléfono, y el peor utilizado. ¿Por qué? Porque no todo lo que publican es cierto. Son multitud las empresas que venden al mejor postor docenas de miles de contactos, incluso cientos de miles de contactos, con los que ampliar sus redes y no siempre se corresponden con personas de carne y hueso o empresas, sino que se trata de entidades inexistentes pero que sirven para que un partido incremente el número de seguidores, un medio de comunicación presuma de más lectores de los que en realidad tiene, o una influencer se convierta en millonaria. Con un elemento importante que entra en escena: la posibilidad de destrozar una biografía admirable para favorecer a un rival o, por el contrario, ensalzar la figura de alguien miserable. ¿Los controles? Existen, pero no son lo suficientemente sólidos como para garantizar que pueden desentrañar los perfiles falsos, que se cuentan por millones.

Cuidado con las redes. Indispensables en el mundo actual, pero uno de los principales peligros del mundo actual.