[vc_row fullwidth=»has-fullwidth-column»][vc_column][vc_column_text]El podio mundial, recientemente alcanzado por España en el prestigioso informe global sobre salud que elabora Bloomberg, es un hito sin precedentes que todos deberíamos celebrar como se merece. La dieta mediterránea y la calidad del sistema público de salud son los dos pilares fundamentales sobre los que se sustenta este logro que, en consecuencia, puede tener su continuidad en el futuro alcanzando también la primera posición mundial en esperanza de vida en el año 2040. Pero antes, el país deberá afrontar los riesgos que se avecinan en los próximos años, centrados en la epidemia de obesidad que sufrimos por el mayor consumo de alimentos ultraprocesados y la prevalencia del consumo de tabaco y alcohol, entre otras sustancias.
Las claves del éxito. La posición de privilegio alcanzada por España, frente a otros países incluso más desarrollados en términos no solo económicos sino también en materia de desarrollo humano, se sustenta tanto en el factor de la alimentación como en su sistema público de salud.
La dieta mediterránea, basada en un consumo moderado de grasas saturadas, y la calidad de la atención sanitaria, con especial hincapié en la primaria, sustentan al alimón el andamiaje de su liderazgo al aportar nutrientes como el aceite de oliva y los frutos secos, por un lado, y la atención personalizada basada en la prevención ejercida por los médicos de familia y enfermeras profesionales.
La dieta mediterránea supone, como así lo han demostrado múltiples estudios científicos, una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares que son, precisamente, la causa principal de mortalidad en el mundo.
No todo es oro. Los expertos en sanidad pública, sin embargo, llevan años alertando del paulatino abandono que se está produciendo en España de la dieta tradicional, sobre todo entre las capas más jóvenes de la población, que muestran cierta fatiga en el seguimiento de la tradición alimentaria, lo que provoca que su adherencia a esta dieta esté empezando a dejar de ser mayoritaria. La prueba irrefutable está en la Encuesta Nacional de Salud 2017, elaborada por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social con la colaboración del Instituto Nacional de Estadística, en la que se desvela que el 17% de la población española es obesa.
Además, los expertos alertan sobre la problemática que generan las desigualdades que se están produciendo en la calidad de la atención sanitaria en España, cada vez menos enfocada en la prevención y más obsesionada con la reducción de las listas de espera y de otros parámetros de medición de su eficiencia.
Además de disponer de un buen sistema de salud y de seguir una dieta saludable, desde la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas) apuntan que es necesario también que las instituciones públicas cumplan con su labor y desarrollen políticas efectivas de prevención para reducir la mortalidad relacionada, por ejemplo, con el tráfico rodado, el tabaquismo o el consumo de alcohol.
Por Fernando Geijo
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