Petilla de Aragón. Paisaje de Nobel

AL ENCUENTRO

PETILLA DE ARAGÓN PAISAJE DE NOBEL

Fotos cedidas por el ayuntamiento de Petilla de Aragón. La «hora bruja» en Petilla.

Panorámica con los Pirineos al fondo.

Justo cuando la cordillera pirenaica, en su tercio central, empieza a dar muestras de toda su dimensión, aparece Petilla de Aragón: una pequeña localidad que tiene en su haber la medalla de haber sido cuna de un Nobel en Medicina, Santiago Ramón y Cajal, y la singularidad de ser uno de los pocos territorios españoles que no está en la comunidad autónoma a la que administrativamente pertenece. Un tratado de historia medieval y moderna, en suma, en medio de una naturaleza impresionante y atenazado por el riesgo de despoblación.
JESÚS ORTÍZ

@JesOrtizAl

Jesús Ortíz

No espere encontrar el viajero una clásica población medieval, mantenida en el tiempo por el aislamiento montañoso, con edificios monumentales y blasonados. Se tendrá que conformar, en ese sentido, con la iglesia de San Millán, que se debate entre los estilos gótico y neoclásico (ss. XIII a XVIII), como exterioriza el singular contrafuerte de la portada, y los restos de un castillo roquero o de colina, es decir: de esos en los que las rocas donde se asientan forman parte de la estructura defensiva; aclaración seguramente innecesaria porque para la otra acepción de «roquero» -relativo al rock and roll- tendría que haber sido construido más de diez siglos después. Pero si quiere degustar la historia contada «a fuego lento», la actividad cultural y deportiva que un pueblo que se niega a estar «vaciado» y dejarse llevar por la exuberancia de las rutas de montaña, en pleno Prepirineo, ha llegado al sitio exacto.

 


EL PRÉSTAMO SE HIZO EFECTIVO PONIENDO SOBRE LA MESA PEDRO II, COMO AVAL, VARIAS POBLACIONES CON SUS CASTILLOS, ENTRE ELLOS, PETILLA DE ARAGÓN

 

Los petillanos son navarros en tierras aragonesas y la razón es la curiosa historia de un aval. La pequeña localidad y su castillo formaban parte del reino de Aragón. En 1209, el monarca aragonés Pedro II necesitó dinero, para alguna de tantas guerras seguramente, y pidió a su vecino navarro Sancho VII el Fuerte 20 000 maravedíes. Calculando los costes de vida de la época con los de ahora, estaríamos hablando de unos 350 000 euros. El préstamo se hizo efectivo poniendo sobre la mesa Pedro II, como aval, varias poblaciones con sus castillos, entre ellos, Petilla de Aragón (sí: parece que el trabajo de las personas y el esfuerzo de haber levantado sus casas, y hasta castillos, no eran un patrimonio apreciable en aquellos tiempos). Pero el aragonés murió pocos años más tarde, en 1213, cuando su hijo, el futuro Jaime I el Conquistador, tenía solo cinco años.

El caso es que vencieron los plazos del préstamo y los bienes con los que se avalaron pasaron a la corona de Navarra, hasta que, en 1232, un Jaime I liado con el control de las Baleares cedió los derechos de los citados avales a Sancho VII, con expresa renuncia a reclamaciones posteriores, como puede leerse en el Archivo General de Navarra. Así que el castillo de Petilla se unió al sistema defensivo de Navarra; pero imagínese el lector la «papeleta» de sus ciudadanos, totalmente aislados de sus paisanos y a unos treinta kilómetros de Sangüesa, sorteando montañas por el valle del río Onsella, que es la población navarra más cercana y de la que pasó a depender administrativamente.

 


EL CASTILLO DE PETILLA SE UNIÓ AL SISTEMA DEFENSIVO DE NAVARRA; PERO IMAGÍNESE EL LECTOR LA «PAPELETA» DE SUS MORADORES, TOTALMENTE AISLADOS DE SUS PAISANOS

 

Los intentos de recuperación por parte de Aragón siempre estuvieron presentes; el primero en 1312, por las bravas, cuando las tropas aragonesas sitiaron Petilla, que se resistió con ayuda enviada desde Sangüesa. Otra muestra de las precauciones frente al vecino fue durante la «Guerra de los Pedros» -entre castellanos y aragoneses-, cuando en 1362 los navarros dotaron al castillo petillano de una guarnición tres veces superior a la que se asignaba a otras fortalezas fronterizas. Y, bueno, hubo tentativas de negociación para ser devuelta la propiedad, cuando Martín el Humano (Aragón) recogió las quejas de sus súbditos en la zona, que tenían problemas para moverse por su territorio porque debían cruzar fronteras, e intentó negociar con Carlos III el Noble (Navarra), pero no hubo, por lo que se ve, acuerdo.

Luego llegaron las guerras civiles navarras y las distintas fidelidades, a partir de 1441 -que es cuando muere Blanca I de Navarra-; el reino se debilita y queda a merced de los intereses de los aragoneses, hasta que a principios del siglo XIV Fernando II, ya viudo de Isabel de Castilla y casado con Germana de Foix, cuya familia tenía intereses en Navarra, inicia la anexión de este reino al de Aragón. Y como al Católico no le gustaba tener en sus territorios fortalezas de cuyos administradores no pudiese estar seguro o que representasen un riesgo de mayores dificultades ante el amotinamiento de una población, mandó derribar el castillo; entre otros muchos, por cierto. Y solo por añadir un apunte histórico más, que da fe de los sinsabores que tuvieron que pasar los petillanos, durante la Guerra de Sucesión (inicios del siglo XVIII) Navarra fue con los Borbones y Aragón con los Austrias, ergo nuevo aislamiento.

 


LA CASA NATAL DE RAMÓN Y CAJAL SE HA CONVERTIDO EN UN CENTRO DE DIVULGACIÓN DE SU VIDA, TRABAJOS Y OBRAS, INCLUIDAS FOTOGRAFÍAS Y DIBUJOS

 

Ramón y Cajal vino al mundo en Petilla unos 150 años más tarde de aquellos acontecimientos, en 1852. Por pura casualidad, se puede añadir, porque su padre fue un médico y cirujano aragonés destinado en la población un tiempo y él tan solo vivió allí un par de años, siendo el siguiente destino del padre el pueblo aragonés del que procedía. Quizás de ahí la eterna discusión entre aragoneses y navarros (otra más) sobre si el científico era de Navarra o de Aragón. Pero los datos no dejan lugar a dudas, aunque el Nobel de Medicina dijese alguna vez que se sentía aragonés y que de Petilla no recordaba nada, lo que es lógico si salió con 24 meses de «la aldehuela humilde» donde nació.

Lo que nadie le puede quitar a la población es el mérito de tener en su casi única calle la casa natal de Ramón y Cajal y de que esta se haya convertido en un museo en el que se puede tener una visión general de cómo era la vida por allí a mediados del siglo XIX, además de servir como centro de divulgación de su vida, trabajos y obras, incluidas fotografías y dibujos, cosas estas en la que era casi profesional.

La naturaleza prepirenáica, decíamos, es otro de los grandes alicientes para acercarse a Petilla de Aragón. La mayoría de las rutas de senderismo o de bicicleta de montaña olvidan los desacuerdos fronterizos de antaño y transitan entre Navarra y Aragón por un precioso paisaje que les es común. Por ejemplo, la ruta entre Petilla y Sos, de unos 15 kilómetros, y que tiene el detalle un tanto irónico, desde el punto de vista petillano, de finalizar en el lugar donde nació el rey que mandó derribar su castillo. Muchas de estas rutas, además, suman la posibilidad de encontrarse con algún lugar histórico, como el castillo de Roita o las románicas Torres de Sibirana, que son ambas construcciones bienes de interés cultural.

Y, en fin, dentro esa rareza administrativa que es Petilla de Aragón, y hablando de naturaleza, no podemos olvidarnos de Los Baztanes. Porque el municipio petillano no es una, sino dos islas separadas entre sí y de Navarra por tierras aragonesas. Se trata de una zona despoblada, con áreas de cultivo, y en la que es posible hacer, por ejemplo, una sencilla ruta senderista circular de algo más de doce kilómetros, que pasa por la casa-torre de Baztanes y la ermita de San Antonio. Desde la primavera hasta el otoño, las facilidades para entrar en contacto con los barrancos de la zona son casi infinitas.

Las setas son otra de las señas de identidad de un lugar donde los bosques de pinos, quejigos, hayas y robles, principalmente, protegen las esporas que año tras año florecen en robellones, setas de cardo, setas de boj, perrechicos, boletus, negrillas, trompetillas… Dice la web del ayuntamiento que, «en las jornadas micológicas de otoño se han llegado a clasificar más de cincuenta especies».
Llegados a la hora pensar en gastronomía, que nadie se vaya de Petilla, salvo que sea vegetariano, sin haber probado la carne ecológica que produce el único ganadero del pueblo y cuyas reses se nutren a placer en los pastos comunales. Es muy interesante, por cierto, conocer cómo los pactos suscritos entre ganaderos vecinos en toda Navarra se transformaron en leyes durante la Edad Media y como estas subsisten, con los lógicos cambios obviamente, logrando que más del 40 % de la superficie navarra esté constituida por los denominados pastos comunales.

170 años se cumplen, en 2022, del nacimiento de Santiago Ramón y Cajal. Tras salir de Petilla siendo un bebé, el científico solo regresó una vez a su lugar de origen, en 1923. El abandono del pueblo, por parte de las autoridades de entonces, ensombreció un tanto su visita; pero la hospitalidad y el cariño de los petillanos, alguno de los cuales le había conocido de recién nacido, debió de dejarle impresionado: «Al despedirme de los rudos pero honrados montañeses, mis paisanos, oprimióseme el corazón: había satisfecho un anhelo de mi alma, pero llevábame una gran tristeza». Y continúa, intuyendo que no regresaría: «Cierta voz secreta me decía que no volvería más por aquellos lugares; que aquella decoración romántica que acarició mis ojos y mi cerebro al abrirse por primera vez al espectáculo del mundo no impresionaría nuevamente mi retina; que aquellas manos de ancianos, ennoblecidas con los honrosos callos del trabajo, no volverían a ser estrechadas con efusión entre las mías».

El Ministerio de Ciencia e Innovación ha declarado el 2022 como el año de Investigación Ramon y Cajal. El Gobierno de Navarra aprobó un acuerdo para promover la figura de Cajal y están previstos varios actos en Petilla. Esta conmemoración al margen, no cabe olvidar que gran parte del esfuerzo, más allá del trabajo, de los «honrados montañeses» petillanos de hoy es no dejar que su patria chica se sume a las estadísticas de la llamada «España vaciada». Ponen en valor, como un espacio cultural más, claro, su entorno natural, pero añaden actividades relacionadas, en muchos casos, con ese entorno, como las jornadas micológicas en otoño, la observación de estrellas y planetas en verano o las carreras de ciclismo de montaña. Otras acciones se relacionan con su paisano más ilustre, como el festival cultural Las mariposas del alma, con los niños como primeros protagonistas, cuya denominación surge de una frase del Premio Nobel: «Las neuronas son como misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental». Y, bueno, son pocos habitantes en Petilla de Aragón, es verdad, pero fiestas patronales, tradiciones, encuentros… ¡que no falten!

Iglesia de San Millán.
Casa natal de Ramón y Cajal.
Habitación donde nació el pequeño Santiago (1852).
Instrumentos de trabajo de Ramón y Cajal.

Para no perderse

El castillo de Petilla de Aragón. Juan José Martinena Ruiz. Revista Zangotzarra (2015).

Folleto interactivo de Petilla de Aragón. Luis Goñi y Luis Iturralde. Guía ilustrada de Navarra/Turismo Fácil (2012).

Ramón y Cajal escritor
José González Núñez. Hoyesarte.com (2020)

Ayuntamiento y plaza de Navarra.
Ruta de Petilla en bicicleta de montaña.
Vía Láctea sobre Petilla

Ayuntamiento de Petilla
Plaza de Navarra, S/N
Tel.: 948 888 107
[email protected]
https://www.petilladearagon.org/


ALOJAMIENTO Y RESTAURANTE
Hostal Ramón y Cajal
Plaza Nueva, 1
Tel.: 948 925 060
[email protected]


CERCA DE PETILLA
(Sos del Rey Católico)
Parador de Sos del Rey Católico ****
Arquitecto Sainz de Vicuña, s/n
Tel.: 948888011
[email protected]
https://cutt.ly/VOrBLFJ


La Cocina del Principal
Fernando El Católico, 13
Tel. 948 888 348
[email protected]
https://www.lacocinadelprincipal.com

Desde Santo Estevo. La Ribeira Sacra en Nogueira de Ramuín

AL ENCUENTRO

DESDE SANTO ESTEVO

Cañones del Sil desde el miradoiro de Pé do Home. En primer plano, una alvariza do vello usada para proteger las colmenas de los osos.

Antiguo convento de Santo Estevo (s. X y posteriores). Bien de Interés Cultural (1985).

Algo tienen los bosques y los ríos, las montañas y los tajos que los miles de años de fluir las aguas labran sobre estas, que a pesar de su inmensa exuberancia se convierten en íntimos refugios recoletos de quienes buscan la compañía interior, que no es lo mismo que la soledad, la meditación o, simplemente, comprender lo que pueda haber más allá del solo hecho de vivir. La orensana Ribeira Sacra, créanos, es un libro abierto donde las respuestas llegan de golpe, sin necesidad de hacer preguntas, con solo abrir los sentidos a todo lo que rodea al viajero.

JESÚS ORTÍZ

@JesOrtizAl

Jesús Ortíz

Conviene empezar explicado el porqué de «Desde Santo Estevo». Este monasterio, hoy convertido en espléndido Parador Nacional, comenzó su historia eremítica en torno al siglo VI y llegó a convertirse en un importante centro de la orden benedictina en el siglo XII. Ya el simple hecho de llegar hasta allí entre bosques y naturaleza, de ver aparecer los edificios que lo componen al cabo de una curva de la estrecha carretera que lleva hasta la portería, merece la pena. Pero, es obligado confesarlo, lo que nos llevó hasta el antiguo cenobio es el sortilegio que destila su descripción y sus historias en el libro de María Oruña El bosque de los cuatro vientos. Imposible resistirse a ver, tocar, oler o escuchar claustros, estancias y entornos, llenos de las vidas pasadas y presentes que pueblan las equilibradas mezclas de realidad y ficción contadas por la autora.

 


ENTRE LOS VINOS DE LA RIBEIRA SACRA LOS HAY DE MAGNÍFICOS A ACEPTABLES, PERO NINGUNO DEJA INDIFERENTE AL VIAJERO

 

Los nueve anillos de otros tantos obispos que decidieron retirarse, al final de sus días, en Santo Estevo de Ribas de Sil, que ese es el nombre completo del monasterio, son el núcleo de la trama creada por María Oruña. La leyenda sobre los poderes sanadores de aquéllos y las investigaciones sobre su existencia real, confirmada en noviembre de 2019 con la aparición de cuatro de ellos, sumen al lector en una atmósfera en la que los vetustos muros del convento y los bosques circundantes son como actores de una crónica que transita por el túnel del tiempo. Pero no desvelemos más, que lo recomendable es leer el libro, dejarse llevar por sus protagonistas y luego acercarse a Santo Estevo y su entorno, sin olvidar alzar la mirada hacia la izquierda de la puerta principal, a la llegada, para comprobar que, en efecto, un enorme escudo tallado en piedra representa las nueve mitras de quienes llevaron los anillos como símbolo de su ministerio.

Nos quedamos, además, con una frase de María Oruña (revista Paradores, octubre de 2020), a medio camino entre el objetivo literario y la reflexión: «A pesar de que sea una novela de historia y de intriga, en El Bosque de los Cuatro Vientos también reclamo atención a un patrimonio material, para que así perviva el inmaterial. Las historias nos unen como comunidad y nos reúnen alrededor del fuego. Nos dan algo en común, una patria. Aunque las instituciones tienen muchas prioridades, deben molestarse en que algunas cosas perduren”. Degusten, por favor, la reflexión y, por supuesto, el libro, donde el lector podrá comprobar también que la autora se ha ilustrado sobre la normativa de los protocolos notariales.

 


LA LEYENDA SOBRE LOS PODERES SANADORES DE LOS NUEVE ANILLOS Y LAS INVESTIGACIONES SOBRE SU EXISTENCIA REAL CREAN UNA ATMÓSFERA INQUIETANTE

 

Santo Estevo, como conjunto monumental, tiene un buen recorrido. Nada menos que tres claustros, la iglesia, la sacristía, el bosque encantado… Este último, al que se accede por la cafetería del Parador, tiene restos de una pequeña edificación celta, en la que nos podemos imaginar que habitó algún druida solitario, y del antiguo –e inmenso– horno de pan que permitía a los monjes medievales suministrar el básico alimento a las gentes de la comarca. Y algo importante: entre robles, castaños y demás muestras de la flora autóctona está la colina de los Cuatro Vientos, que no cuesta casi nada subirla (si vamos desde el monasterio, claro), pero que tiene la gracia de haber dado nombre al libro de María Oruña y de mostrar lugares reconocibles de sus páginas. Todo un «subidón» para los amantes de las rutas literarias: donde «tiene lugar el encuentro de los cuatro vientos, donde la leyenda habla de ritos antiguos, donde tiene lugar el encuentro con la humildad» (María Oruña, El Bosque de los Cuatro Vientos).

Los tres claustros citados e imprescindibles en la visita, son el de los Obispos (s. XII), románico en origen, aunque tiene un añadido gótico, que es donde en principio se enterraron a los propietarios de los anillos «milagrosos»; el Pequeño o do Viveiro (s. XVI), porque en él se instaló un estanque en el que se mantenían vivos los peces que llegaban del Sil y del Miño hasta pasar a la cocina anexa y de ahí al refectorio; y el dos Cabaleiros (ss.XVII-XVIII), de estilo renacentista, que es por el que se accede hoy al monasterio y que tuvo como objeto formar parte del Colegio de Artes que se fundó allí en 1562. Eran tiempos en los que, para ser estudiante, había que tener muchos «posibles»; de ahí lo de cabaleiros. Si se alojan en el parador, por cierto, apúntense a la visita teatralizada guiada por un «monje del pasado». Tiene lugar en horas nocturnas, es tremendamente ilustrativo y es también referente en el libro de Orduña.

 


«EN EL ‘BOSQUE DE LOS CUATRO VIENTOS’ TAMBIÉN RECLAMO ATENCIÓN A UN PATRIMONIO MATERIAL, PARA QUE ASÍ PERVIVA EL INMATERIAL» (MARÍA ORUÑA)

 

La Ribeira Sacra ya tiene, en su mismo nombre, toda una historia. Porque, sin pensarlo mucho, y dado que su territorio abraza, principalmente, al Miño y al Sil, parece que al decir «ribera» estemos hablando de las orillas fluviales. Pero ¿lo de sagrada? Al estudiar la etimología, los investigadores descubrieron un error en la trascripción del primer documento en que se hace referencia a la zona, donde se la llama Rouoyra Sacrata, nombre que fue interpretado como Riuoyra (ribera), entendiendo que lo de «sagrada» era por el número de conventos y de eremitas que por allí se encontraban. Pero Rovoyra provendría del latín rubus (roble), árbol totémico de los celtas que poblaban el lugar cuando llegaron los romanos y, por tanto, símbolo sagrado de los ritos druídicos.

Claro que da lo mismo que lo llamemos ribera o robledal, porque lo de sagrado lo lleva en el ADN. Lugar de preferencia para los druidas, decíamos, de elección para los muchos eremitas que quisieron huir del mundanal ruido, de los monjes que consagraron su vida a la oración, el estudio y el labora… En el antiguo monasterio de San Pedro de Rocas, muy cerca del de Santo Estevo (aunque no está en el municipio de Nogueira de Ramuín, que lo hemos establecido como «punto de encuentro»), hay un centro de interpretación de la vida eremítica y monacal en la Ribeira Sacra que aporta cantidad de datos, además de añadir la peculiaridad de poder ver una iglesia troglodita (excavada en la roca).

Miradoiros y vinos podría ser un eslogan que caracterizase a la Ribeira Sacra. Los miradores son impresionantes, tanto si se ven desde las aguas del Sil, navegando en el catamarán que sale del embarque de San Esteban, muy cerca del Parador, como si se recorre la carretera de montaña que bordea el margen derecho del río y se siguen los carteles que van indicado el camino, en parte a pie entre robledales y pinares, hacia los distintos puntos de observación. Un dicho de algunos lugareños es que «os miradoiros, visto un, vistos todos». Quizás para el que tiene la suerte de vivir en la zona, sí; para el viajero que se va asomando al vértigo de los cortados, rodeado del silencio apenas roto por el susurro del viento entre los árboles o las llamadas de algunos pájaros, cada ventana a la inmensidad fluvial es una emoción distinta.

Desde algunos puntos, la otra emoción es ver las vides de Godello, Loureira, Mencía, Braciellao… plantadas en breves terrazas sacadas a tiralíneas en las paredes casi verticales que descienden hacia el río. Es un momento en el que la razón se desboca para intentar ordenar la preminencia de dos fuerzas: la de la naturaleza y la del empeño del hombre. Y, hablando de desbocar, a mil por hora el deseo de catar algunos de los vinos que surgen de tan extremas condiciones de trabajo. Los hay de magníficos a aceptables, pero ninguno deja indiferente al viajero, sobre todo si se deja llevar en la cata por los muchos bodegueros que le abrirán sus puertas y su generosidad.

 


EN SAN PEDRO DE ROCAS, MUY CERCA DE SANTO ESTEVO, HAY UN CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA VIDA EREMÍTICA Y MONACAL EN LA RIBEIRA SACRA

 

Nogueira de Ramuín, ya lo decíamos líneas arriba, y su capital Luíntra, pueden ser el centro de reunión desde donde ir a multitud lugares cargados de historia, llenos de leyendas –hombre lobo incluido– y pródigos en monumentos que se inscriben en tratados de arqueología, de historia o de arquitectura. Y dentro del municipio, para que no haya dudas, el Monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil.

Anímense con la ruta de los miradores, con la de las bodegas, con las muchas de senderismo que se abren desde cualquier lugar. Para amantes de los caminos, nada más recomendable que intentar la ruta do contrabando, circular, que tiene origen y destino en Luintra. Un magnífico lugar, por cierto, donde comprobar que un oficio humilde, el de afilador, tiene en estas tierras orensanas marchamo de excelencia y monumento propio.

Interior del claustro de los Obispos (s. XII).
Escudo de las Nueve Mitras en la portada de Santo Estevo.

Para saber más

El bosque de los cuatro vientos. María Oruña. Ediciones Destino (2020)

Ribeira Sacra: te mereces un respiro. Consorcio de turismo de la Ribeira Sacra

El sabor de un paisaje. Consello Regulador da Denominación de Orixe Ribeira Sacra.

Iglesia troglodita en San Pedro de Rocas (s. VI).
Acceso al monasterio y al claustro dos Cabaleiros (ss. XVII-XVIII).
INFORMACIÓN

Oficina de Turismo
Estrada de Esgos, 2 (Luíntra)
Tel.: 988 201 525
[email protected]

Nogeira de Ramuín:
El corazón de la Riberia Sacra

Druida R.O.S.
Visitas teatralizadas
Tel.: 649 152 780
[email protected]

ALOJAMIENTO
Parador de Santo Estevo
Monasterio de Santo Estevo, s/n
Tel.: 988 01 01 10
[email protected]

RESTAURANTES Y TAPEO
Parador de Santo Estevo
Monasterio de Santo Estevo, s/n
Tel.: 988 01 01 10

Casa Olegario
Estrada de Viñoás, 3 (Luíntra)
Tel.: 988 20 10 25

Os Corzos
Plaza Maior, 3 (Luíntra)
Tel.: 988 20 10 65

Mesón San Roque
Santo Estevo de Ribas de Sil, 7
Tel.: 629 302 007

Montilla. Campiña e historia

AL ENCUENTRO

Montilla

Campiña e historia

Quizás el nombre de Montilla suene más al lector por la merecida fama de sus vinos, con ese abanderado dulce y contundente que la uva Pedro Ximénez otorga a los paladares tras el buen hacer de los bodegueros. Esta población cordobesa, situada en el corazón de Andalucía, es campiña, sí; y es ejemplo de que, entre olivos y viñedos, la naturaleza autóctona y su conservación pueden tener protagonismo, pero forma parte, además, de un hito en la historia de España y otro en la de nuestra literatura histórica e inclusiva, como hoy la definiríamos. Porque Montilla es el Gran Capitán y también el Inca Garcilaso de la Vega.

JESÚS ORTÍZ

Fotos cedidas por el Ayuntamiento de Montilla y la Fundación Social Universal (proyecto alzacola).

@JesOrtizAl

Jesús Ortíz

Apetece acercarse a Montilla despacito, como caminando entre las ordenadas hileras de vid y dejándose empapar, a poco que levantemos la vista hacia el altozano, del conjunto mayoritariamente blanco de casas entre las que destaca discretamente la torre de la Parroquia de Santiago (s. XVIII) y el pósito de grano (s. XVIII) construido sobre los restos del castillo (s. XIV). La propia imagen suena a sosiego subrayado por la llamada de algún pájaro, huele a campo vivo y feraz e induce a pensar en aquellos tiempos en que antepasados nuestros de distintos orígenes se disputaban las tierras más productivas.

El castillo de Montilla ocupaba, como es lógico, la parte más alta del montículo y se debió construir sobre restos de fortificaciones anteriores que fueron levantado y destruyendo, alternativamente, la lista completa de pueblos que se asentaron en la zona, empezando por los íberos. Cuando a mediados del siglo XIII la comarca pasa a manos cristianas, se organiza de nuevo el espacio defensivo y se va ampliando, torres de vigilancia incluidas, hasta llegar a ser residencia del Señorío de Aguilar. Pero, en 1508, Fernando el Católico quiso dar un escarmiento a la inconformista nobleza castellana, ya fallecida Isabel, y pagó los «platos rotos» el primer Marqués de Priego, Pedro Fernández de Córdoba, mandando arrasar el castillo, que era su residencia.

Un detalle, para quienes gusten de intrigas palaciegas, es que dicho castillo era propiedad de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. Era la casa en la que había nacido y le correspondía el señorío que la fortaleza representaba. Si miramos fechas, la campaña de Nápoles, brillantemente llevada a cabo por el militar, fue en 1506: dos años antes de la destrucción de su castillo. Las famosas «Cuentas del Gran Capitán», cuando se sintió indignado porque el rey le pidiese detalle de sus gastos, fueron como consecuencia de dicha campaña. Fuese o no auténtico lo de «por picos, palas y azadones…», que hay opiniones de sesudos historiadores para todos los gustos, no cabe duda de que Fernández de Córdoba tenía su carácter y debió afear al rey algún comentario, digamos, poco amable, respecto a la generosidad con que el capitán dotaba a sus soldados. Y, claro: meterse directamente con quien acababa de «regalarte» un reino, no debe ser muy popular; pero tirar por elevación disimula más y sirve de pataleta.

Retrato del Inca Garcilaso de la Vega en su recreado despacho en la Casa del Inca

El Inca Garcilaso de la Vega nació unos años más tarde de este acontecimiento en Cuzco, hoy «capital histórica» de Perú, pero en 1539 centro de la Gobernación de Nueva Castilla. Hijo del capitán español Sebastián Garcilaso de la Vega y de la noble inca Chimpu Ocllo, su primer nombre fue Gómez Suárez de Figueroa y se renombró 24 años más tarde, probablemente viviendo ya en Montilla, como hoy le conocemos. Mestizo como era, y de lo que se sentía orgulloso y hacía alarde, recibió educación esmerada por parte de padre y madre, cada cual según los cánones de sus respectivas culturas, lo que le dotó de autoridad en sus obras históricas sobre la civilización incaica. Decidió viajar a España con 20 años y, apoyado por un tío que vivía en la población cordobesa, fijó su residencia entre los montillanos. Y allí se dedicó a leer, estudiar y escribir con un «fino espíritu, impregnado de cultura renacentista y dueño de una prosa tan limpia como el aire de las alturas andinas», como lo describe Vargas Llosa.

Hoy se conserva la casa en la que vivió unas tres décadas y en la que llevó a cabo la traducción de Diálogos de Amor, de León Hebreo, su primer trabajo publicado, y donde escribió obras como Comentarios Reales, La Florida o Historia General del Perú. El edificio data del siglo XVI y, convertido en Casa-Museo, conserva enseres y mobiliario de la época, incluyendo algunos procedentes de la casa natal del historiador en Cuzco. Es, sin duda, un «pelotazo» de historia de Montilla, pero también un canto a la igualdad del mestizaje que siempre pregonó el que, en su epitafio, pidió que fuera descrito como «varón insigne, digno de perpetua memoria. Ilustre en sangre. Perito en letras. Valiente en armas».

De museos, ya que de ello hablamos, Montilla tiene dos espacios que no debería perderse el viajero: el de Historia Local y el de Garnelo. El primero es un compendio de hallazgos arqueológicos que permiten visualizar la evolución de la tierra montillana desde la prehistoria. Expone multitud de objetos romanos, pero sin duda lo más impactante es la colección de piezas conocidas como «el tesoro de Montilla», que se encontraron en una tumba, con toda seguridad de una persona muy importante, datada en torno al 4.500 a. C. Puede ser una pequeña decepción saber que es una copia, porque el original está en el Museo Arqueológico de Barcelona, pero, aún así, no podía faltar en el recorrido por la historia montillana.

José Garnelo y Alda nació en Valencia, ciertamente, pero fue montillano desde que tenía apenas dos años. Quien contempla su obra y lee su biografía se sorprende que de no sea más conocido en España; si acaso, alguien le llega a citar como maestro del adolescente Pablo Ruiz Picasso (14 años) porque el propio y universal malagueño se ocupó de manifestarlo en alguna ocasión. En el museo que hoy lleva su nombre hay dos plantas de la antigua Casa de Aguas, llamada así porque ahí estuvieron los depósitos del líquido elemento en una casa solariega del siglo XIX, dedicadas a Garnelo. Es la mayor colección de obras del autor, cuyos trabajos están también expuestos en museos e instituciones de Europa y América. ¿Una recomendación? Lean sobre José Garnelo y visiten luego su museo.

Y de vinos y bodegas también hemos de hablar, que no es de recibo visitar Montilla y no acercar la nariz y los labios a algunas de sus excelencias. La denominación de origen de los caldos de la zona es Montilla-Moriles, dos poblaciones separadas por poco más de 20 kilómetros, pero que engloba a otros seis municipios limítrofes más al completo, junto con otros tantos cuyas tierras están parcialmente incluidas en la D.O.P. Eso sí: la bodega más antigua del conjunto es montilla. Se trata de Alvear, fundada en 1729, que es además la más veterana de Andalucía.

Impresiona la precisión con la que se elabora el vino que lleva el nombre de la uva Pedro Ximénez. Recogen el fruto cuando está en estado óptimo de maduración, extienden con mimo los racimos al sol para que se pasifiquen, lo que suele tardar entre siete y diez días, los prensan dos veces –sacan unos 30 litros de mosto por cada tonelada de racimos recién cortados– y a partir de ahí producen los vinos de dos tipos: el de añada y el de crianza mediante el sistema tradicional de criaderas y soleras. Y créanme: nuestra explicación de este sistema nunca sería tan contundente como verlo con sus propios ojos en una de las bodegas de Montilla; sobre todo, si el final es una cata de buen Pedro Ximénez.

Así que empiecen su visita a esta parte de Andalucía por el barrio de la Escuchuela, recorran sus callejas blancas, empinadas y estrechas para ir a los espacios culturales, caten algunos platos locales, como las alcachofas al Montilla o el Crispín; vayan a alguna bodega de tinajas a ver si llegan a tiempo de catar el vino nuevo que sacan directamente de dichos recipientes de barro con una venencia; salgan luego a hacer la ruta de las bodegas y lagares, a llegarse a la finca de Juan Colín donde la antigua almazara de aceite, que también lo hay magnífico en esta zona, es ahora museo o a disfrutar de la Sierra de Montilla y encontrase con ese monumento a la naturaleza que es la Piedra Luenga. Quedan invitados, pues, a una inmersión total en tradición, naturaleza, enoturismo e historia.

Soleo de las uvas Pedro Ximénez

Para saber más

Museo Garnelo. Ayuntamiento de Montilla

Crónicas del Gran Capitán. Antonio Rodríguez Villa. De la Real Academia de la Historia (1908).

Historia de Montilla. Blog de Víctor Barranco García

Patio colonial de la Casa del Inca Garcilaso de la Vega

INFORMACIÓN

Oficina de Turismo

C/ Iglesia, s/n

Tel.: 957 652 354

672 780 521

[email protected]

www.montillaturismo.es

 

ALOJAMIENTO

Hotel Don Ramiro ***

C/ Río de la Hoz, 4

Tel.: 957 656 779

[email protected]

www.complejorbdonramiro.es

 

RESTAURANTES Y TAPEO

La Cepa Montillana

Avenida de Andalucía, 23

Tel.: 957 738 234

[email protected]

https://lacepamontillana.metro.bar

 

El rincón del Conde

Don Gonzalo, 7

Tel.: +957 664 469

www.rincondelconde.es

 

Taberna Los Lagares

Avda. de Las Camachas,1

Tel.: 957 650 055

[email protected]

 

Taberna La Chiva

San Francisco Solano, 42

Tel.: 957 651 758

Montilla tiene dos espacios que no debería perderse el viajero: el Museo de Historia Local y el de Garnelo: el pintor maestro de Picasso.

III Jornadas Técnicas sobre el Alzacola Rojizo en la Península Ibérica: Conservación y desarrollo del territorio

Montilla, del 12 al 14 de noviembre de 2021

La Fundación Social Universal, con sede en Montilla, y la Asociación de Estudio y Conservación de la Fauna, Harmusch, organizan estas jornadas sobre el alzacola rojizo o colitajara, ave considerada «especie vulnerable», pero por cuya evolución en los últimos años puede alcanzar la clasificación de «en peligro de extinción».

Explican los organizadores que «El alzacola rojizo es un ave estival en la península ibérica, donde se reproduce para pasar el invierno en África subsahariana y presenta en nuestra comarca [la campiña de Montilla] una de las poblaciones mejor conservadas de su área de distribución. Dada su dieta insectívora es un aliado de nuestros cultivos, donde controla las poblaciones de insectos y evita que se conviertan en plaga».

Se trata de unas jornadas repletas de actividades que, aún con un destacado carácter técnico, ofrecen actividades de interés para públicos de todo tipo, como un curso de iniciación a la fotografía de naturaleza o un taller, también de iniciación, al anillamiento científico de aves. No faltan a la cita exposiciones fotográficas relacionadas con el alzacola. Los temas de charlas y mesas de debate giran, claro, en torno esta pequeña ave y su situación en España, pero también sobre asuntos de calado como estrategias de promoción y desarrollo de la biodiversidad o las posibilidades del ecoturismo como dinamizador socioeconómico.

Un fin de semana completo en el que se puede ver Montilla a «vista de pájaro».

INFORMACIÓN

Fundación Social Universal
Burgueños, 7
Telf.: 957654987
[email protected]
https://www.fundacionsocialuniversal.org

III Jornadas técnicas sobre el Alzacola Rojizo en la Península Ibérica

AL ENCUENTRO

III Jornadas Técnicas sobre el Alzacola Rojizo en la Península Ibérica: Conservación y desarrollo del territorio

Montilla, del 12 al 14 de noviembre de 2021

La Fundación Social Universal, con sede en Montilla, y la Asociación de Estudio y Conservación de la Fauna, Harmusch, organizan estas jornadas sobre el alzacola rojizo o colitajara, ave considerada «especie vulnerable», pero por cuya evolución en los últimos años puede alcanzar la clasificación de «en peligro de extinción».

Explican los organizadores que «El alzacola rojizo es un ave estival en la península ibérica, donde se reproduce para pasar el invierno en África subsahariana y presenta en nuestra comarca [la campiña de Montilla] una de las poblaciones mejor conservadas de su área de distribución. Dada su dieta insectívora es un aliado de nuestros cultivos, donde controla las poblaciones de insectos y evita que se conviertan en plaga».

Se trata de unas jornadas repletas de actividades que, aún con un destacado carácter técnico, ofrecen actividades de interés para públicos de todo tipo, como un curso de iniciación a la fotografía de naturaleza o un taller, también de iniciación, al anillamiento científico de aves. No faltan a la cita exposiciones fotográficas relacionadas con el alzacola. Los temas de charlas y mesas de debate giran, claro, en torno esta pequeña ave y su situación en España, pero también sobre asuntos de calado como estrategias de promoción y desarrollo de la biodiversidad o las posibilidades del ecoturismo como dinamizador socioeconómico.

Un fin de semana completo en el que se puede ver Montilla a «vista de pájaro».

INFORMACIÓN

Fundación Social Universal
Burgueños, 7
Telf.: 957654987
[email protected]
https://www.fundacionsocialuniversal.org

Urueña. Con los ojos puestos en los libros

AL ENCUENTRO

Urueña

Con los ojos puestos en los libros

Para quien no haya oído hablar de Urueña, que en su página web se vea, al primer golpe de vista, que tiene 189 habitantes, 5 museos y 12 librerías —y tres bares, añadimos, si se incluye el centro social—, puede ser una sorpresa. Ahí es nada: cuatro veces más librerías que bares. Es un caso único en España. Se entiende cuando tenemos en cuenta que es, desde 2007, la primera Villa del Libro española. Y, desde hace más tiempo, un pueblo que puede «leerse» como un libro más, abierto por las páginas de la historia, del sosiego, del patrimonio arquitectónico y de las costumbres populares.

JESÚS ORTÍZ

@JesOrtizAl

Jesús Ortíz

Si empezamos por dos detalles geográficos, zona elevada en mitad de la llanura y manantial de aguas limpias justo en el centro, ya se puede imaginar el lector que la historia de Urueña está marcada por una posición estratégica aprovechada por vacceos, romanos y demás visitantes, a partir de ahí, en el orden cronológico en que la historia les fue poniendo. Añádase, para mejor entender su fisonomía, que se convirtió en una villa castellana fronteriza cuando Alfonso VII dividió su reino entre sus hijos Fernando II, a quien correspondió León, y Sancho III el Deseado, para quien fue Castilla (año 1157).

Puerta del Azogue

Las murallas que hoy vemos, en magnífico estado de conservación y restauración en muchos de sus tramos, fueron mandadas construir, precisamente, por Sancho III nada más hacerse cargo del reino castellano y siguiendo la estela de su tía, la infanta-reina Sancha Raimúndez, que había mandado fortificar la villa años antes en su condición de Señora de Urueña. Si alguien piensa que es porque Sancho III no se fiaba mucho de su hermano, es posible que acierte. El de Castilla solo vivió un año después de la división de los reinos y nada más ascender al trono su heredero, Alfonso VIII, siendo aún un niño, su tío Fernando II dijo que su padre le había perjudicado y que movía las fronteras, quedándose, entre otras villas, con Urueña. Esto se revirtió una vez el joven Alfonso alcanzó la mayoría de edad y se dedicó a recuperar todo lo que habían arrebatado a Castilla los reinos vecinos (los navarros, los almohades…).

Solo por poner la situación en contexto histórico, Alfonso VIII es el que consigue que el papa Inocencio III predique una cruzada contra el andalusí Muhámmad an-Násir (Miramamolín, para los cristianos), lo que le llevó a vencer en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) al apuntarse al ataque desde templarios a malteses y demás órdenes militares de toda la cristiandad del sur de Europa. Por si acaso, y por recordarlo también —que no se quede la cosa en puro belicismo—, hablamos de un rey medieval que no solo manejaba armas y argumentos diplomáticos, sino que también fue el fundador del primer estudio general español, el Studium generale de Palencia, que muchos consideran el germen de la universidad española. Es decir: esto de un lado y, de otro, el inmenso grado de protección que la tía Sancha Raimúndez ejerció sobre los monasterios de la cristiandad hispana, custodios y copistas de manuscritos, nos permiten suponer que lo de los libros le va a Urueña en el ADN.

Librería Páramo

Las librerías son, en general, la punta del iceberg de un conjunto de profesiones entre las que se encuentran autores, claro, editores, ilustradores, impresores, encuadernadores… y, como supremos oficiantes del ritual que conecta al autor con el lector, los libreros. Decía Delibes, y escrito está en uno de los muros que enmarcan el centro e-LEA, que “El librero es copartícipe de la creación, interviene en el alumbramiento de un libro, no diré con igual importancia que el autor, pero sí de forma decisiva”, para añadir algún renglón más adelante que el lector “pone sus ojos en el libro, no pocas veces, gracias al consejo, persuasión y asesoramiento del librero”.

Las librerías, en fin, son hoy seña de identidad de Urueña. Todo empezó en 1992, cuando un joven empleado de una librería madrileña se dejó seducir por la aventura de ser él mismo: así nos lo cuenta el propio Jesús Martínez. Algún amigo, ya residente en Urueña, le condujo hasta allí y así nació la librería Alcaraván. Idas, venidas, subidas, bajadas, alegrías, crisis… Y años más tarde la Diputación de Valladolid apostó por el pequeño enclave medieval, en 2007, para convertirlo en la primera Villa del Libro de España. A partir de ahí, un poco antes en ciertos casos, se sumaron a la aventura encuadernadores, ilustradores y varios libreros más, algunos tan especializados que sus locales son templos para los amantes de los cuentos o de la literatura enológica, por ejemplo.

Palomares desde la muralla

El e-LEA, o el Espacio para la Lectura, la Escritura y sus Aplicaciones, es, digámoslo así, la parte institucional de la Villa del Libro. A vista de pájaro –o de dron, ahora que somos más modernos y tecnológicos–, se puede interpretar como el necesario contraste oficial al aspecto más romántico del que Alcaraván es santo y seña. Depende de la Diputación de Valladolid y su objetivo es desarrollar acciones culturales que resulten atractivas al visitante en los momentos «valle» –los que no son fines de semana, puentes o vacaciones, vaya–. Sus actividades giran, claro, en torno a la literatura, con exposiciones, aspectos pedagógicos y líneas de investigación. Y, como dicen en su página informativa, «el visitante no debe perderse la exposición permanente Visión de los Días. Poesía experimental. Francisco Pino».

Hay más espacios culturales que no conviene dejar en el tintero. La fundación Joaquín Díaz y su Centro Etnográfico, por ejemplo, donde el viajero se encuentra, entre grabados de trajes e instrumentos musicales de varias épocas, hasta una colección de gramófonos y una magnífica muestra de pliegos de cordel, que son esos impresos sueltos que distribuían los ciegos cantores por los pueblos y cuya labor cultural es digna de elogio. O el Espacio DiLab, donde la creación y el diseño son pilares de sus muchas actividades. O el museo de la música, que alberga medio millar de instrumentos de la colección de Luis Delgado. O el Museo de Campanas, donde se exponen piezas fundidas entre los siglos XV al XX.

Entrada por la Calle Real

Las calles, prácticamente peatonales, son una inmersión en el más puro ambiente castellano y medieval. En muchísimas ocasiones, también, un remanso de paz. Y, como no podía ser de otra manera, un libro abierto: las placas que identifican los viales añaden, a la lógica denominación, la explicación de por qué llevan ese nombre. Por ejemplo, la calle Catahuevos, en cuya esquina con el Corro de San Andrés está la librería Alcarabán, dice que catahuevos es el «Lugar donde los recoveros –intermediarios del producto aviar, aclaramos– solían catar los huevos que estaban frescos poniéndoselos en el hueco del ojo y mirando a la luz del sol». Dejamos al lector que «apueste» con su imaginación por qué hay calles que se llaman Abrazamoza, Bolinche, del Oro… Y que se anime a comprobar in situ si sus suposiciones son correctas.

Perderse por las calles carrasqueñas –en efecto: el gentilicio de Urueña es carrasqueño– es también encontrarse con palacetes o casonas, como la de La Mayorazga (s. XVIII), sede de la Fundación Joaquín Díaz. O con la iglesia de Santa María del Azogue, construida entre los siglos XVI y XVIII sobre lo que fue un templo medieval. Y se «apellida» del Azogue, porque está en la calle del mismo nombre y junto a la puerta en la muralla que así también se llama. Es decir, el lugar del pueblo donde tenía lugar el comercio y los intercambios. Muy cerca –bueno: no hay nada lejos en una población como Urueña– está el Ayuntamiento. No es un edificio especialmente singular, pero sí lo es la Oficina de Turismo allí instalada. Es de esos lugares donde hacen sentirse bien al visitante por el cariño, los conocimientos y la paciencia con que se explican las cosas.

Chozo en una era

Los Chozos es una de las cosas que podrían pasar desapercibidas si antes de la visita a la localidad carrasqueña no se entra a investigar un poco en la citada oficina. Son esas construcciones que se hacían en las eras y que tenían dos partes: una en forma de cúpula –sorprendente– y otra con estructura de prisma cuadrangular, ambas de adobe. La primera para las personas y la segunda para los animales. Eran el sitio donde refugiarse cuando el trillado de la parva era interrumpido por una tormenta o donde encontrar el necesario frescor en las horas centrales del día para descansar un poco o dar cuenta del correspondiente refrigerio. En la actualidad, se han reconstruido varios chozos y se gradece que sea posible entender el trabajo en las eras, que en tierras castellanas se ha mantenido hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX.

Dejamos para el final una, créannos, auténtica joyita: la ermita de la Anunciada (s. XII). La mandó construir la infanta-reina que citábamos al principio, Sancha Raimúndez, para sustituir la iglesia del Monasterio que allí se encontraba. Hoy, vistas magníficas desde y hacia Urueña. Está a unos dos kilómetros del recinto amurallado, en un breve valle, lo que implica subidita de regreso. Quizás por eso, el día de la patrona (el 25 de marzo), cuando se hace la procesión de rigor, a alguien se le ocurrió la coplilla que se convirtió en chascarrillo popular: «Virgen de la Anunciada / buena es tu fiesta, / pero cuesta trabajo / subir la cuesta». Para los amantes de la historia de la arquitectura es todo un referente: su estilo arquitectónico es románico «con orientación lombarda», dicen los especialistas, y es el único monumento de este estilo que se encuentra completo en la comunidad castellano-leonesa.

El Día de las Librerías se celebra el 13 de noviembre. La Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros, que lo promueve, organiza actividades de distintos tipos, pero, sobre todo, campañas para que no dejemos de entender al libro y al librero como algo esencial en nuestras vidas. En analógico, sí, pero también en digital. Lo especial que tiene lo primero es ese carácter multisensorial que nos conecta con los libros y que tan bien saben conducir los buenos libreros. Por eso, el día 13 de noviembre de 2021, y siempre, nos vemos en Urueña.

Arco de la Villa

Para no perderse

Fundación Centro Etnográfico Joaquín Díaz.
C/ Real, 4
Tel.: 983 717 472
[email protected]

Urueña, pueblo oficial.
Los pueblos más bonitos de España.

Centro E-LEA Miguel Delibes
Calle de la Costanilla, 12
Tel.: 983 717 502
Día de las Librerías.
Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros.
Ermita de la Anunciada (s. XII)
INFORMACIÓN

 

Oficina de Turismo

Plaza Mayor, 1

Tel.: 983 717 445 / 676 199 223

[email protected]

[email protected]

www.xn-uruea-rta.es/

 

ALOJAMIENTO

Solo alojamientos rurales

Más información en

https://acortar.link/ifK6GY

 

RESTAURANTES Y TAPEO

Los Lagares

Catahuevos,21.

Tel.: 983 717 554 / 629 479 634

[email protected]

www.loslagares.com

 

Mesón Villa de Urueña

Corro de San Andrés, 6.

Tel.: 983 717 063 / 606 018 345

[email protected]

www.mesovilladeurueña.es

Museo del cuento

De isla a isla. Menorca y La Palma como hitos del turismo sostenible

AL ENCUENTRO

De isla a isla

MENORCA Y LA PALMA

Como hitos del turismo sostenible

Seguro que ha escuchado o leído alguna vez la expresión “turismo sostenible”. Y, a grandes rasgos, seguro que también sabe o se imagina a qué se refiere. Para poner imágenes y sensaciones, nos acercamos a dos lugares de nuestra geografía que son, en estos tiempos de cauta desescalada pandémica, paradigma de ese tipo de turismo por sus bosques, sus playas, su cultura y su gastronomía: la mediterránea Menorca y la atlántica La Palma.

JESÚS ORTÍZ

@JesOrtizAl

Jesús Ortíz

Fotos cedidas por Fundació Foment del Turisme de Menorca y Visit La Palma

SI SE TRATA DE DEJARSE llevar por atractivos culturales y naturales en zonas donde el visitante no sienta la presión de las aglomeraciones –nada convenientes en tiempos de pandemia y por más que esta esté remitiendo– y donde, a la vez, no haya que echar de menos el rayo de sol y el chapuzón en la playa, vamos de isla a isla y, como en el Juego de la Oca, tiramos porque es sostenible. Del Mediterráneo al Atlántico, más de dos mil kilómetros en línea recta mediante, la balear Menorca y La Palma canaria.

Son Reservas de la Biosfera las dos islas y esto ya dice mucho a su favor. Menorca lo es desde 1993, «por el alto grado de compatibilidad conseguido entre el desarrollo de las actividades económicas, el consumo de recursos y la conservación de su patrimonio y de su paisaje». Para La Palma el camino fue más largo, pero no menos reconfortante. La Unesco, que es quien reconoce la condición Reserva de la Biosfera a los 701 lugares del mundo donde se encuentran estos paraísos, firmó la primera declaración para la isla canaria en 1983, pero solo para algo más de quinientas hectáreas en el entorno del Bosque de los Tilos. El 1998 se amplió el espacio a una sexta parte de la isla y en 2002, definitivamente, toda La Palma se incluyó en el programa MAB (Man and the Biosphere Programme).

En ambos casos, hay algo más que tierra firme en sus espacios reservados. Se protegen también casi dieciséis mil quinientas hectáreas del Océano Atlántico que rodea a la isla canaria y cerca de cuatrocientas cincuenta mil del Mediterráneo de la balear. Asumiendo que los números en bruto son difíciles de imaginar, pensemos en unos veintitrés mil y seiscientos veinticinco mil campos de futbol, respectivamente. Estadios, eso sí, por los que no corren deportistas sino multitud de especies marinas entre las que es habitual ver delfines, cachalotes o calderones.

La Palma es tierra de fuertes contrastes, como no podía ser menos en una isla volcánica que se encuentra en la zona subtropical del hemisferio norte. Basta subir hasta los poco más de dos mil cuatrocientos metros del Roque de los Muchachos y echar un vistazo alrededor para ser consciente de que entre la verde y un tanto salvaje espesura que se intuye en el Bosque de los Tilos y las cumbres peladas de la Caldera de Taburiente o los senderos de la Ruta de los Volcanes, apenas coloreados con algún tajinaste rosa o azul, la diferencia es notable.

Carretera vieja de Garafia (La Palma)

Los senderos, bien definidos y señalizados, son los grandes aliados del turismo ecológico de la «Isla Bonita»; los de la Caldera de Taburiente, para comprobar que en ese gran círculo, con unos ocho kilómetros de diámetro, cada día es distinto: tanto si se accede a las cumbres, como si se deja el caminante llevar por el discurrir de los barrancos; los del Bosque de los Tilos, para hacer un viaje en el tiempo y poder palpar, ver, escuchar, oler y sentir lo mismo que, de haber existido la especie humana, habría experimentado hace más de sesenta millones de años, a principios de la Era Cenozoica; o los del Roque de los Muchachos, para dejar que los ojos se bañen de distancia de día y de estrellas de noche.

Menorca puede dar sensación, en un primer golpe de vista, de que es poco variada. Quizás sea porque la actividad agrícola de siglos ha conferido a su superficie un aspecto como de inmensa colcha de retales y abuela, que cubriese y protegiese un preciado tesoro. Pero a nada que el viajero se mueva entre la Tramuntana, la mitad norte, y el Migjorn, la sur, observará que los colores y las formas de esa colcha denotan distintas personalidades y enmarcan diferentes paisajes: tierra de colinas suaves del lado que mira a la Estrella Polar y surcada de barrancos en la zona opuesta; costas suaves donde entre calas y pequeños cabos un enamorado del mar pie a tierra podría pasarse la vida, en la Tramuntana, y acantilados impensables, al sur: rectos muchos de ellos, como si alguien los hubiera plantado ahí para respaldo de playas largas y serenas.

De entre las joyas de la isla, si de naturaleza a raudales hablamos, posiblemente la más característica es el Parque Natural de S’Albufera des Grau. La protagonista del espacio es una laguna de unas setenta hectáreas y en su entorno hay como un muestrario de todo lo que supone Menorca, como humedales, bosques, dunas o islotes, ya en la zona marítima, llenos de vida. Y si durante la visita surge la oportunidad de ver a algún águila pescadora yendo al «mercado», ya ha merecido la pena; y más al amanecer. Porque para atardecer, el de Pont d’en Gil, al otro lado de la isla y cerca de Ciudadela; esculpido, más que labrado, en un brazo de roca que se adentra en el mar. E importante para un ecoturista: a todos los lugares se puede llegar por el Camí de Cavals, un sendero que rodea la isla y que es pura historia.

Faro Cavallería (Menorca)

La historia también forma parte del sentido sostenible que tienen estos dos destinos. Y si nos centramos en esta, imposible no mencionar ese inmenso museo al aire libre menorquín que son los restos de la cultura talayótica. Talayots, navetas, dólmenes e hipogeos, repartidos en una treintena de bien conservados yacimientos, siguen siendo motivo de estudio para datarlos correctamente y definir en qué momentos de las edades de Bronce y de Hierro se construyeron. Un detalle más: «Menorca Talayótica» es, en el momento de escribir estas líneas, candidata a Patrimonio Mundial de la Humanidad. En Mahón, el viajero puede percibir su carácter estratégico para asuntos militares e imaginarse la fundación de la ciudad por parte de un hermano de Aníbal, Magón, los saqueos de Barbarroja o los setenta años de ocupación británica. Ciudadela, más administrativa y aristocrática, como corresponde a la antigua capital isleña, merece el paseo por su casco histórico, sin perder de vista al obelisco que conmemora el asalto de la flota otomana el 9 de julio de 1558.

Los primitivos palmeros eran los benahoritas, cuyo origen pudiera estar en algún antepasado bereber que hubiese salido del continente africano en busca de mejores sitios (¡y vaya si los encontró!). Un punto para empezar a entender a estas gentes, muy belicosas en el decir de los conquistadores continentales, es visitar el Museo Arqueológico Benahoarita, en Los Llanos de Aridane, pero sin dejar de encontrarse con los parques arqueológicos de Belmaco, el Tendal y la Zarza, donde es posible darse una mejor idea de las condiciones de vida de estos pobladores. Todo un tratado de astrología, por ejemplo, los petroglifos de Zarza; y un libro gordo de historia antigua imaginar a la familia de los reyes Juguiro y Garehagua instalada en el caboco (cueva) de Belmaco, donde tampoco faltan los petroglifos. En Santa Cruz de La Palma, la capital de la isla, la brisa suena a América: su puerto era el último europeo en la escala de los primeros viajeros al continente americano y de donde salía hacia allí la caña de azúcar que se producía en la isla. Su Juzgado de Indias (1558, Felipe II), es más, fue el primero de toda España en el que debían registrarse los barcos que comerciaban con las colonias del otro lado del «charco».

Las experiencias marinas, claro, son casi obligatorias cuando el destino vacacional es una isla. Si hemos de empezar por una singularidad, los siete faros de Menorca lo son. El Camí de Cavals antes citado nos puede llevar a casi todos ellos a caballo, claro, en bicicleta o, si el viajero está más entrenado, caminando. Lo bueno que tiene es que no se pierde de vista el mar en todo el recorrido y que permite disfrutar de un crepúsculo en el faro de Cavalleria o comprobar la furia de los elementos –a poco que se dé el día, por supuesto– en el de Favarix. Y podrá comprobar, quien no lo haya experimentado, que detenerse a mirar el mar pegado a un faro es siempre el principio de una historia, porque todos tienen un «algo» que excita la imaginación.

En la isla atlántica es muy común salir a descubrir cetáceos: delfines, cachalotes, calderones, rocuales… se muestran sin demasiados temores y hasta se convierten en animados y juguetones compañeros de singladura. Es más que recomendable, para el turista garante de la sostenibilidad, que la compañía en la que contrate su excursión de avistamiento tenga la certificación «bandera azul», que concede el Gobierno de Canarias. Y eso aportará otra perspectiva cultural: el buen hacer de los pilotos acercándose a los grupos en un ángulo de treinta grados, nunca de frente, en perpendicular o por detrás, navegando a la misma velocidad que el miembro más lento del grupo y dejándoles su espacio vital, indicando a los habitantes marinos que queremos compartir, no invadir.

La gastronomía, el concepto, incluye dos aspectos que enlazan directamente con la idea de sostenibilidad ligada a los lugares que visitamos: el mercado de proximidad y el cultural desde el punto de vista de las costumbres y los hábitos antropológicos. Pero también porque se pueden descubrir sabores y texturas que, a la postre, resultan inolvidables. Podemos hablar, así, del mojo palmero, que es el mojo picón o rojo hecho con pimienta picona palmera. Imprescindible con una carne o unas simples y magníficas papas arrugás. Y, bueno: el gofio, que es el resultado de cocinar harina de distintos cereales. En La Palma hay noticia de que ya los benahoritas lo consumían, procedente de semillas de amagante, en vez de cereales, y de raíces de helechos; hoy, incluso hay un Museo del Gofio en el municipio de Garafia. Pida el viajero un queso de cabra artesanal, para saber lo que es «pelotazo» de sabor, y saboréelo en otro momento asado y con mojo verde. Para los amantes de los vinos, las catas pueden ir desde los blancos, de la singular uva malvasía, hasta los tintos, de negramol y albillo, envejecidos en teas de pino canario.

Los Balcones, en Santa Cruz de La Palma (Foto S. Santos)

En Menorca, si de cocina marinera hablamos, imprescindible mencionar la caldereta de langosta. De este crustáceo se pueden localizar dos tipos en la isla: los de roca, de pequeño tamaño, y los de fondo, mayores, pero menos sabrosos. Su pesca está regulada y sometida a inspecciones para proteger la especie. Eso significa que no hay demasiada abundancia de langosta menorquina en los mercados y que el viajero debe recordar un principio si quiere degustar la especialidad gastronómica: si tiene un precio sospechosamente bajo (y al margen de que el guiso esté bueno o no), no será langosta local. Donde será casi imposible toparse con suplantaciones de productos alimentarios es en el terreno de los quesos de vaca, donde la denominación «de Mahón» reina indiscutiblemente. Otro tanto puede decirse de la sobreasada menorquina, más magra que la de otros lugares, y que puede ser fresca o curada, y el cuixot, con su toque anisado. Entre otras muchas posibilidades, dos cosas más: la oliaigua, una sopa muy simple que se hacían los payeses en tiempos de escasez, y el arroz de la tierra, que (debe ser para descolocar al forastero) no se hace con arroz, sino con trigo machacado en el mortero.

Y sí: playas estupendas, tanto bañadas por el Mediterráneo como por el Atlántico, para el dolce far niente, de vez en cuando, tumbados a la sombra y disfrutando de alguna bebida refrescante o para actividades organizadas, que las hay respetuosas con el entorno y la naturaleza, para el solaz de los más pequeños de la familia. Si la apuesta del viajero es por el turismo sostenible, ya sabe: de isla en isla.

Taula del poblado talayótico de Trepucó (Menorca)
INFORMACIÓN

LA PALMA
Visit La Palma
Tel.: 922 423 100
(Cabildo)
[email protected]
www.visitlapalma.es

MENORCA
Fundació Foment del Turisme de Menorca
Tel.: 971 368 678
[email protected]
www.menorca.es

Para no perderse

Menorca Reserva de la Biosfera
Agència Menorca Reserva de Biosfera, Departament de Medi Ambient i Reserva de Biosfera.
Consell Insular de Menorca.

La Palma Reserva Mundial de la Biosfera. Fundación Canaria Reserva Mundial de la Biosfera La Palma.

GASTRONOMÍA LOCAL
LA PALMA
Asador del Campesino
Travesía Casco Urbano
de Barlovento, 34
Barlovento
Tel.: 922 186 906
Twitter: @elcampesinobarlovento
 
Chipi-Chipi
Juan Mayor, 42
Santa Cruz de La Palma
Tel.- 922 411 024
www.chipichipi.es
 
 
MENORCA
Es Cranc
Escoles, 31
Fornells
Tel.: 971 37 64 42
www.escranc.com
 
Ca N´Aguedet
Lepant, 30
Es Mercadal
Tel.: 971 375 391
 
La Josefina
Moll de Llevant, 292
Mahón
Tel.: 971 353 368
Cascada de los Tilos (La Palma) (Foto S. Santos)

Nava, entre sidra y agua

AL ENCUENTRO

NAVA

ENTRE SIDRA Y AGUA

Cuentan las crónicas de los tiempos de Augusto que cuando los romanos llegaron a las tierras bañadas por el Cantábrico, los pobladores de lo que hoy llamamos Asturias fermentaban el mosto de manzana para hacer sicĕra. Veinte siglos largos después, la ‘bebida embriagadora’, que eso significa la palabra latina, tiene su capital en Nava, que se ha convertido en templo de la sidra. Y también del agua. No solo por sus ríos y manantiales, sino porque los propios romanos también encontraron aguas puras y medicinales en la pedanía naveta de Fuensanta; aguas que, en 2021, celebran los 175 años desde que se oficializó su condición de ‘utilidad pública’.

JESÚS ORTÍZ

@JesOrtizAl

Jesús Ortíz

No deja de ser cierto que la sidra es bebida tradicional en muchas partes del mundo, sobre todo de la Europa atlántica, pero no lo es menos que cuando añadimos la palabra “natural” la mirada se vuelve hacia el norte de España y, sobre todo, Asturias. Expresiones como chigre, culín (o ‘culete’) y espicha se identifican con el Principado y con esa bebida rubia, refrescante y divertida, por el ritual que la envuelve. De oriente a occidente, del interior a la costa, en cualquier localidad asturiana hay lagares, industriales o artesanales, desde donde se distribuye el mosto fermentado de manzana. La mayor concentración de ellos se encuentra en la denominada ‘Comarca de la Sidra’, formada por seis municipios limítrofes y cuya capital es la tierra de los navetos.

Nava, junto con Bimenes, es el concejo más interior de la media docena que componen la mancomunidad. Es, por tanto, una zona de montaña o, más exactamente, al pie de montañas como ese símbolo local que es Peñamayor. Nada mejor, por cierto, que llegarse hasta Les Praeres, al pie de su cumbre, para darse un buen baño de paisaje, aunque sin saber muy bien si uno debe sentirse azor flotando por encima de los verdes eternos o ciervo henchido de espacio para correr, pastar o berrear; esto último para los machos y llegado el momento, claro. No se pierda, por cierto, ese ‘momento’ cuando el verano va cediendo sitio a los tonos otoñales: es todo un espectáculo.

El municipio es, en fin, más de disfrutar las rutas rurales que las urbanas, aunque el centro de la localidad, en torno a la Plaza de Manuel Uría, tiene ese aire recoleto que anima a dejarse envolver por la personalidad de los colores de las fachadas, mientras el paseante disfruta de unos ‘culetes’ de sidra en una de las terrazas con que se prolongan los chigres circundantes. Es el sitio para comprobar cómo “sus vecinos se han distinguido a través del tiempo por la defensa y valoración de la sidra”, según explicó el jurado de los premios Princesa de Asturias, cuando concedió el título de Pueblo Ejemplar 1996 a su mancomunidad vecinal.

Capilla de Santa Lucía (siglo XVIII), En Ceceda

El Museo de la Sidra está pegado a esa plaza y su fin es dar a conocer la bebida, su origen, elaboración y características, además de la cultura y tradiciones que la rodean. Al margen de escenas que recrean el camino seguido por la manzana desde la pomarada hasta, una vez fermentado su mosto, el paladar de quienes lo degustan y de la exposición de utensilios tradicionalmente utilizados antaño para las distintas tareas, hay un pequeño llagar mecánico que suele hacer las delicias de los niños… ¡y de algún mayor! El visitante toma una manzana, la sitúa en la entrada del artefacto y ve cómo su pieza de fruta pasa por el tren de lavado, se trocea, se maya (se prensa), se recoge el mosto y se pasa este directamente a la cuba de fermentación. Toda una experiencia que termina, como no podía ser de otra manera, aprendiendo a escanciar y tomando una ‘sidrina’ (dulce, o sin alcohol, para quien lo desee).

Difícil saber con exactitud en qué época o civilización nace la sidra. El hecho de que los romanos la conocieran e identificaran, cuando observaron su utilización entre los habitantes del arco atlántico, hace pensar en que su consumo viene de lejos. Y es más que probable que el cultivo de la manzana, las pomaradas, haya sido la alternativa en las zonas geográficas donde es complicado criar vides. Pero, llegados a los tiempos actuales en que los métodos de agricultura vitivinícola permitirían plantar viníferas casi en cualquier sitio, dígale usted a un asturiano que le cambiamos la sidra por el vino. En el mejor de los casos, le contestaría que si no pueden ser ambas cosas… Y si, con permiso de la pandemia, puede el lector acercarse a Nava en la segunda semana de julio, podrá ser partícipe del Festival de la Sidra, que en 2021 irá por la 64 edición, y degustar la de distintos elaboradores mientras presencia el concurso de escanciadores y comprobar el amor de los astures por una de sus señas de identidad.

Las Foces (hoces) del Río Pendón es una de las rutas de senderismo más populares en Nava. Parte de la entrada del Balneario de Fuensanta y es una ruta circular de poco menos de nueve kilómetros, que transcurre entre panorámicas para dejar colgadas en las retinas cual obras de arte, aguas cristalinas, puentes tapizados de musgo, cascadas, caminos labrados en la piedra y majadas pastoriles. Es un imprescindible, pero hay más: la ruta del Picu La Mua, la de Santo Tomás de Priandi, la de la Coroña de Castru, la de la Ribera del Río Peña o el Sendero del Remediu.

Cabe hacer especial mención, por su concepción, de la Ruta de los Escolinos (escolares). Se concibió en 2007 como un ejercicio de educación medioambiental por parte de los alumnos del IES Peñamayor de Nava y que sus promotores definen como “un recorrido por la arquitectura tradicional asturiana, en un entorno lleno de belleza, ante la animada mirada del monte Peñamayor”. Es una ruta circular, de nueve kilómetros y muy fácil, que parte del polideportivo de Nava. Conveniente llevar para hacerla el documento elaborado por los escolinos, que está en bable —advertencia para no asturianos—, o localizar a alguno de los alumnos que la haya hecho en los últimos años para que ayude como guía.

Palacio de la Ferrería (siglo XIV)

El Palacio de la Ferrería tiene la cualidad de aunar senderismo, historia, leyendas, naturaleza y paisaje en torno a un monumento cuya primera piedra es probable que date de principios del siglo X, aunque lo que ahora se ve corresponde al siglo XIV y se organiza en torno a la torre gótica. Perteneció a los Álvarez de las Asturias o a sus ancestros, que eran de las Asturias, pero no todos Álvarez (Díez, Fernández, Rodríguez, según fueran hijos de un Diego, Fernando o Rodrigo). Se llega a la casa fortificada por un precioso sendero paralelo al Río Prá, que parte, como el de las Foces, del Balneario de Fuensanta.

No es fácil saber a qué la dedicaban sus primeros propietarios, aunque, por su carácter rural, es posible que fuese lugar donde administrar las posesiones de la familia circundantes o de descanso, bien alejado de la corte. Sí parece contrastado el origen del nombre: herrería, porque allí se fabricaban armas blancas. El sitio es precioso, pero lo que más ha marcado su existencia es la historia o leyenda, nadie lo puede asegurar, de que por allí correteó de niña Jimena Díaz, la hija de Diego Fernández de las Asturias, Conde de Oviedo, y esposa de Rodrigo Díaz de Vivar “El Cid”. Como Jimena nació a mediados del siglo XI, la única posibilidad de que sus andanzas por La Ferrería sean ciertas es que, en efecto, la casa tuviera una construcción anterior a la que hoy se conserva. Pero es lo mismo: el encanto de identificarla con la noble dama no se lo quita nadie.

Ceceda, por no dejar nada atrás digno de ser visto, es una pedanía naveta que se hace visible, al otro lado de la carretera nacional, por un conjunto de casas, hórreos y otros pequeños edificios apiñados en lo alto de una colina, cuyo origen bien pudo ser un castro celta, lo que da idea de su situación y las vistas en su entorno. Predomina el estilo colonial en sus casas, propio de los indianos. Sus callejas se ven, más que cuidadas, mimadas por sus vecinos. Todo un pelotazo de armonía al que contribuyen muestras de la arquitectura local y la preciosa capilla de Santa Lucía (siglo XVII).

INFORMACIÓN

Turismo de Nava
Plaza José Vicente Ordóñez «El Turrao»
Tel.: 985 714 477
[email protected]
http://www.ayto-nava.es

Museo de la Sidra
Plaza Príncipe de Asturias, s/n
Tel.: 985 717 422
www.museodelasidra.com
(Se pueden concertar visitas combinadas con recorridos por lagares de Nava).

La campeona de escanciadores 1999, 2004 y 2005, Susana Ovín, sirviendo un ‘culete’ en La Barraca.

Para no perderse

El léxico de la sidra y el vino en la diplomática medieval asturiana en latín (siglos VIII-XIII). Perfecto Rodríguez Fernández. Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos n.º 109-110 (Oviedo, 1983).

Red de senderos del Concejo de Nava. Edita: Ayuntamiento de Nava.

Ruta de los escolinos. Con el apoyo de IES Peñamayor, Nava.

RESTAURANTES, CHIGRES Y BARES

Casa Mino-Villa de Nava
Carretera Oviedo-Santander
Tel.: 985 718 070
[email protected]
www.hotelvilladenava.com

La Barraca
La Barraca, 16
Tel.: 985 716 936
[email protected]

Sidrería Plaza
Plaza de Manuel Uría, 11
Tel.: 984 84 25 71
[email protected]
https://sidreriaplaza.com/

La Naveta
Plaza Dominganes, 7
Te.: 684 613 142
[email protected]
www.lanaveta.com

Los 175 años de Fuensanta
Fachada del Balneario de Fuensanta (mediados s. XIX)

Fue el 31 de mayo de 1846 cuando el manantial de Fuensanta obtuvo el reconocimiento de agua minero medicinal de Utilidad Pública por Real Orden, “por sus propiedades terapéuticas y su composición única y equilibrada”. Esta declaración fue paralela a la construcción del balneario, al que empezaron a ir aquellos que buscaban paliar sus males estomacales, renales, dermatológicos y un largo etcétera en el que se incluía el alivio de la anemia. Como curiosidad, aún se conserva la bañera de mármol macizo que se hizo para la reina Isabel II.

Pero esto no es más que un hito de la historia que comienza, hasta donde sabemos, con la llegada de los romanos a Hispania; y que se perpetúa en el tiempo, como demuestran documentos como la Carta Puebla del Concejo de Nava de Alfonso X el Sabio (siglo XIII) o las referencias de un peregrino del Camino de Santiago, en el siglo XVIII, que habla en su diario de “la presencia de una fuente termal medicinal, a orillas del rio Prada, que tiene nombre de Fuente Santa por haberse observado que a ningún enfermo agrava y sí alivia».

Hoy, y aunque no tiene actividad balnearia, Fuensanta es una prestigiosa marca de agua mineral bien conocida y apreciada en España, pero también demandada en países como Estados Unidos, México, República Dominicana, Panamá, Puerto Rico, China, Emiratos Árabes o Marruecos. Sin duda, Nava, la capital de la sidra, se potencia también con el agua.

Un terruño llamado Federico. Universo Lorca

AL ENCUENTRO

Un terruño llamado Federico

'UNIVERSO LORCA'

Apetecía preguntarse cómo se referiría Federico García Lorca a su tierra, a su Granada natal. Casi seguro que los muy expertos en el poeta y dramaturgo saben dónde buscar; y seguramente algo encuentren. Pero si, simplemente, el lector se deja llevar por las sensaciones que dejan sus textos, la palabra que surge es “terruño”: ese sitio del que uno es, al que pertenece, aunque esté lejos, del que se siente parte inseparable sin grandilocuencias.

JESÚS ORTÍZ

 

Fotos cedidas por las instituciones promotoras y colaboradoras de Universo Lorca.

@JesOrtizAl

Jesús Ortíz

Es posible que venga un tiempo de centenarias conmemoraciones: desde ese primer poemario del joven veinteañero publicado, Libro de poemas (1921), hasta una siempre impactante Casa de Bernarda Alba (1936). Al fin y al cabo, Lorca es el poeta español más leído de todos los tiempos, como asegura el Instituto Cervantes, y cualquier excusa sería buena para recordar su obra y su talento, su empeño en ser del pueblo y estar con él, como cuando fundó La Barraca para que muchos españoles supiesen que existía una cosa llamada Teatro del Siglo de Oro. Pero, haya o no públicos reconocimientos una vez más a su obra, cabe la memoria de lo que es su tierra ‑su terruño, déjennos decirlo‑, que sigue ahí alimentando cuerpos y alientos.

Universo Lorca, por aquí empezamos, es una iniciativa de la Diputación de Granada y del Patronato Provincial de Turismo de Granada en la que colaboran también ayuntamientos y otras instituciones. Es una web: sí. Es un viaje, un Al Encuentro, virtual: también. Pero es como una puerta, abierta a la luz, que desde el mundo de los dos dígitos nos invita a explorar, además del itinerario cultural pegados a las pantallas, ese otro idéntico, pero multisensorial, al que podremos acceder en cuanto que la situación socio sanitaria nos conceda la libertad sin condiciones.

Casa natal. Habitación de los padres de Federico y su cuna.

“Granada es Lorca, y Lorca es Granada ‑dice la presentación de la web‑. La vida hecha tierra; la tierra hecha obra; y la literatura convertida en una suma de sentimientos, biografía y emociones. Aquí está el poeta y sus paisajes: cientos de páginas, un diccionario de personajes, biografías, la música, el cine… Todo lo necesario para emprender un viaje sin fin por Lorca y Granada, por su tierra y sus metáforas”. En sus secciones, tales como Lugares lorquianos o Rutas lorquianas, no falta nada; pero, mucho mejor, tampoco sobra casi nada. Y desde conocer a las personas que compartieron vida y experiencias con el poeta o revisar sus intensos 38 años de existencia, hasta jugar a un “trivial” para medir los conocimientos de cada cual sobre el protagonista de toda esta aventura ‑con certificados de aptitud, no se lo pierdan-, el sitio web da para mucho y para muchas cosas.

“En este pueblo tuve mi primer ensueño de lejanía. En este pueblo yo seré tierra y flores”. Se refería Federico a Fuente Vaqueros, claro; y es la primera pieza de su terruño, donde un 5 de junio de 1898 hizo saber a su familia ‑él fue el primero de cuatro hermanos‑ que se inauguraba un tiempo de risas infantiles en la casa. La localidad fuenterina rinde culto a su más ilustre hijo, como es de imaginar, donde no cabe perderse su Casa Museo Natal o el Centro de Estudios a él dedicado; tampoco un buen paseo por la vereda del Genil, en la que seguro que Federico jugó de niño, o averiguar por qué hasta 1940 ‑¡tela!‑ toda la zona era propiedad de los Duques de Wellington, que se la fueron vendiendo a los colonos.

Fuente Vaqueros compartió la infancia de Lorca con Asquerosa… que es como se llamaba entonces la población conocida hoy como Valderrubio. Y no es que la primera denominación tuviera que ver con ningún desagradable olor o aspecto; es, simplemente, que su toponímico original, Acuerosa (con abundante agua), derivó en el poco afortunado nombre. Pero, en fin, el caso es que el niño de ocho años que ya hacía pinitos con la música y la pintura, seguramente también con la literatura merced a las enseñanzas de su madre, maestra de profesión, tuvo allí parte de su infancia y fue vecino de Francisca Alba Frasquita, cuyo personaje y casa inspirarían La Casa de Bernarda Alba años más tarde. Tres puntos de interés lorquiano en Valderrubio: la recreación de la casa familiar, con el anexo de la casa de los guardeses recreando el ambiente popular, la casa de Frasquita Alba y el Cortijo Daimuz (a 2 Km de la casa), que realmente está en Pinos Puente, pero que fue el motivo del traslado familiar desde Fuente Vaqueros.

Casa de Francisca Alba.

Granada fue el siguiente hito familiar (se mudan en 1909), aunque el pequeño Federico se había trasladado a Almería para estudiar bachiller poco antes. Un flemón fue la causa de que volviese a casa y trasladase su matrícula ya a la capital granadina, cosa de la que da constancia un documento fechado el 25 de mayo de ese año. Su primer domicilio estuvo en la Acera del Darro, pero si hay una morada lorquiana de referencia en Granada, esta es la Huerta de San Vicente. Es una casa de campo y era el lugar de veraneo cuando los García Lorca dejaron de volver a pasar el tiempo de estío en Asquerosa, pero nótese, mapa mediante, que está a poco más de quince minutos caminando de la casa familiar. Ahí nacieron Yerma, Bodas de sangre, Romancero gitano

El Café Alameda, hoy transformado en Restaurante Chikito, está al lado de Acera del Darro, en la Plaza del Campillo. Y allí, en un pequeño hueco debajo de la escalera, se reunía la tertulia El Rinconcillo, en la que participaba el joven Federico. El espacio conserva el espíritu ambiental de la época y una mesa, en la que escribe eternamente el poeta de bronce, mantiene la memoria de un tiempo de inquietudes juveniles. Fueron los rinconcillistas, en alguna de sus charlas de café e ilusiones, los que idearon el Concurso de Cante Jondo, para el que contaron con el impulso de Manuel de Falla, celebrado en 1922 en la Plaza de los Aljibes. El espacio, en el complejo de La Alhambra, fue construido tras la conquista por los Reyes Católicos en 1492 para albergar depósitos de agua. En las noches del 13 y 14 de junio de 1922 dicen que no cabía un alfiler. Hoy es un gustazo asomarse a su mirador. Hay otro lugar lorquiano de tertulia que no cabe dejar en el olvido: la taberna de El Polinario. Estaba construida sobre unos baños árabes y hoy no existe como tal. En su lugar está un museo dedicado a Ángel Barrios, hijo del dueño de la taberna y concertista internacional.

La Alpujarra no puede ‑no debe‑ faltar en un encuentro con Lorca y Granada. Sus biógrafos cuentan que, entre 1924 y 1935, su familia iba a “tomar las aguas” (así se decía entonces) al Balneario de Lanjarón en septiembre; sobre todo, por su madre, a la que se lo recomendaron por algún tipo de afección. No se sabe si Federico los acompañaba todos los años, pero sí que visitó muchas zonas de la montaña granadina, que le impresionaron sus naturales (“Gentes de ojos azules y gentes de ojos… indescriptibles”), sus paisajes (apoyado en un naranjo a dos mil metros de altura: “Oigo el canto de cuatro ríos que bajan dando tumbos a los olivos de la Vega de Órgiva”) y sus leyendas, como esa que escuchó a un guitarrista y cantaor de la Cueva de Sortes en la que hablaba de una muchacha que el narrador se llevó al río “creyendo que era mozuela, pero tenía marido”.

El Balneario, por si las dudas, sigue en activo, lo mismo que el Hotel España de Lanjarón, donde se alojaba la familia. La Cueva de Sortes, en Órgiva, al pie de la carretera, es una breve gruta que mantiene el nombre del poblado que estaba en su entorno. Buen sitio para percibir el encanto de las leyendas locales al anochecer, no obstante. De La Alpujarra y sus encantos, escribió Lorca a su amigo Melchor Fernández Almagro animándole a visitar la zona: “Debes venir a ese paraíso en cuanto puedas. He encontrado curiosísimos cuentos y romances”. E inspiración para escribir y dibujar, podemos añadir, ya que él mismo citó en alguna ocasión dibujos suyos nacidos en la tranquilidad de Lanjarón.

El Albaicín desde la plaza de los Aljibes

Alfacar y Víznar son lugares que también forman parte de la vida granadina de García Lorca, pero no son sitios de grato recuerdo. Hablan de guerras, envidias, cerrazón, incomprensión, ignorancia, abusos, muerte… Pero están ahí. Algunos dan hoy más sensación de paz que de trifulca, es cierto; permítannos, pues, invitarles simplemente a acercarse a ellos, tanto virtual como presencialmente, cuando sientan que la calma anida en su interior y que sus espíritus no se alterarán demasiado con la injusticia, cuando sepan, a ciencia cierta, que “el toro de la reyerta” ya no sube más por las paredes.

Mas volvamos al principio: Universo Lorca es para disfrutar hoy a ratos perdidos o a minutos ganados. Permite al lector introducirse a fondo en las vivencias del poeta, del dramaturgo, del pintor, del músico, del joven inquieto o del intelectual algo más maduro, siempre a través de su tierra. Y faculta también para preparar el viaje, el que lleva hasta Granada, a su Vega, a su historia, a recorrer las veredas de los ríos que también reverdecieron la vida de Lorca. No sabremos cuándo aún, pero saldrá el sol de la normalidad social y, aunque sea tiempo de blancos cubriendo Sierra Nevada, algo renacerá como en un eterno abril, aunque “¡Ay! No puedo decirte, aunque quisiera, el secreto de la primavera”.

INFORMACIÓN

Universo Lorca

 

Diputación de Granada

Patronato Provincial de Turismo de Granada

Lorca es el poeta español más leído de todos los tiempos, como asegura el Instituto Cervantes, y cualquier excusa sería buena para recordar su obra y su talento

Para saber más

La Barraca. Teatro y Universidad: ayer y hoy de una utopía. Catálogo coordinado por Alma Guerra. Acción Cultural Española (2011).

Libro de Poemas. Federico García Lorca. Editor: Gabriel García Maroto (1921).

Federico García Lorca. Ian Gibson. Editorial Planeta (2011).

“Granada es Lorca, y Lorca es Granada. La vida hecha tierra; la tierra hecha obra; y la literatura convertida en una suma de sentimientos, biografía y emociones”

ESTABLECIMIENTOS CITADOS

Balneario de Lanjarón

Avda. de Madrid, 2

18420 – Lanjarón

Tel.: 958 770 454

[email protected]

www.balneariodelanjaron.es/

Hotel España **

Av. de la Alpujarra, 42

18420 – Lanjarón

Tel.: 958 77 13 86

[email protected]

www.hotelespanalanjaron.es/

Restaurante Chikito

Plaza del Campillo, 9

18009 – Granada

Tel.: 958 223 364

restaurantechikito.com/

360º Las pantallas como vínculo con ciudades, espacios y tradiciones

AL ENCUENTRO

TURISMO CULTURAL (2)

360º

LAS PANTALLAS COMO VÍNCULO CON CIUDADES, ESPACIOS Y TRADICIONES

Comentamos en nuestro anterior número que las emociones de percibir con todos los sentidos las expresiones de arte o de cultura, naturaleza incluida, no son comparables a un encuentro virtual; pero, como reza el dicho, “a falta de pan…”. Si su decisión, estimado lector, pasa porque las circunstancias sociosanitarias no le hurten el placer, la satisfacción el “subidón” –ese que proporciona el conocimiento– cuando está frente a los elementos que componen el universo cultural, las tecnologías están ahí para echar una mano. Ya nos dimos un ‘baño’ de museos. Hay más cosas.

JESÚS ORTIZ
[email protected]

@JesOrtizAl • FB: Jesús Ortiz
# Fotos: capturas de los recorridos virtuales

ESPACIOS NATURALES

TANTAS SON las cosas interesantes aportadas hoy por el mundo virtual, decíamos también en la primera parte de este reportaje, que es difícil dar cuenta de todas ellas, siquiera de manera nominal, y más aún intentar algún aspecto destacable. Por eso, en primer lugar, dedicamos unas páginas a los museos de todo tipo y dejamos para este número otros aspectos como los entornos naturales, las ciudades o las tradiciones. Nos habíamos quedado con esto último, lo de las tradiciones, en un apunte: “¿se imaginan un paseo en coche de caballos por la Feria de Abril sevillana, mirando en todo nuestro entorno y recibiendo el sonido de lo que miramos? ¿O entrar una caseta y marcarse unas sevillanas? Solo faltaría el rebujito o el tubo de cerveza, pero nada impide que se lo prepare en su casa, lo acompañe de una de jamón con sus correspondientes picos o regañás y disfrute del espectáculo”.


«El sonido en tres dimensiones permite distinguir el que llega de las casetas, en los laterales, de las pisadas de los caballos»

Tradiciones. Por entrar en calor, déjennos trascribir unos versos del poeta y compositor José León: “Por el Real de la Feria / suenan cascabeles nuevos. / Trotan a media potencia / los caballos postineros. / Los balancines se mecen / y los carros se engalanan / en la feria de Sevilla, / cuando el viento huele a albero perfumaó de manzanilla”. No podría ser más oportuno lo de “suenan cascabeles nuevos” para adentrarnos en el paseo virtual que apuntábamos en el número anterior. Aparentemente, es un vídeo como tantos otros, pero pronto descubrirá el “paseante”, que “va sentado” en el pescante al lado del cochero, que puede mover con el ratón el punto de vista y mirar hacia atrás, a un lado, a otro, arriba o al suelo. Para completar la inmersión total, el sonido en tres dimensiones permite distinguir el que llega de las casetas, en los laterales, de las pisadas de los caballos o los cánticos y palmas de las dos flamencas que van en asiento posterior.


«Salamanca plantea un recorrido por numerosos puntos de la ciudad y permite en muchos de ellos que la visita sea diurna o nocturna»

Algo más ruidoso el vídeo, pero con un sistema similar al del anterior, es el que permite ser visitantes privilegiados de las Fallas de Valencia. Nos sitúa en el balcón del Ayuntamiento para asistir a la mascletá, nos mete, literalmente, en las fallas cuando están expuestas y nos pone en primera línea cuando el cartón piedra se entrega al fuego o durante los fuegos artificiales. En la misma página, Valencia 360 Grados, podemos envidiar la degustación de una paella entre barcos, casi participar de una carrera popular, meternos en la Lonja, dejarnos rodear por la Ciudad de las Artes o disfrutar un rato de playa.

Poblaciones y monumentos. El catálogo de poblaciones visitables virtualmente, o de muchos de sus monumentos en algunos casos, es bastante amplio, afortunadamente. Podemos empezar por Salamanca, que plantea un recorrido por numerosos puntos de la ciudad y permite en muchos de ellos que la visita sea diurna o nocturna. Añade, incluso, alguna incursión en interiores, como en las catedrales Nueva y Vieja, el claustro de San Esteban o la biblioteca de la Universidad. Por supuesto, con un poco de paciencia y buen ojo se puede descubrir la rana sobre la calavera en el Patio de Escuelas… Todo un reto, eso sí, como en la visita presencial. Barcelona dispone de algunos espacios singulares para visitar, como la Casa Batlló, La Pedrera o La Sagrada Familia. En Galicia, es sugerente visitar La Catedral de Santiago, que ofrece varias perspectivas interiores y exteriores, con fondo de gregorianos o de gaitas, según por donde se pasee. En Asturias, es reseñable el Centro de Interpretación del Prerrománico Asturiano, que ofrece estupendas visitas virtuales a dieciséis monumentos repartidos por toda la geografía astur, clasificados en una página con un sentido didáctico digno de elogio.


«El centro de interpretación del prerrománico asturiano ofrece estupendas visitas virtuales a dieciséis monumentos»

El Bilbao digital, ”de puente en puente”, tiene todo el carisma que destila la propia ciudad y el San Sebastián online, el dinamismo que se genera en vivo a partir de La Concha. Caso especial es el de Pamplona, que acaba de poner en mar‐cha un completo tour por el interior de la Casa Consistorial, preciosa por otro lado. Un pequeño salto hasta Castilla y León permite que veamos joyas como el Acueducto de Segovia, la Catedral de Burgos o varios ejemplos del Románico Palentino; podemos incluir aquí espacios como Las Médulas o Atapuerca. Y otro hacia Aragón, en este caso en una página de titularidad privada, donde hay cerca de noventa recorridos por poblaciones y monumentos. En tierras castellanomanchegas, no podía faltar el recorrido por Toledo –tampoco el sitio reseñado es de titularidad pública y está en inglés–, con un logrado sonido ambiental. Turismo de Extremadura enlaza varias páginas de recorridos virtuales, de las que solo la que promueve el Ayuntamiento de Badajoz es pública.


«Pamplona acaba de poner en marcha un completo tour por el interior de la casa consistorial, preciosa por otro lado»

Desde el Instituto de Turismo de la Región de Murcia, aportan varios enlaces, sobre todo de Caravaca de la Cruz y Lorca. En Andalucía hay bastantes iniciativas privadas y pocas públicas. De las primeras, nos ha gustado el paseo por Ronda y estar en La Alhambra viendo cómo la colorean las luces desde el amanecer hasta el crepúsculo. Las públicas, recopila‐das por la Junta de Andalucía, están todas basadas en el proyecto Google Arts & Culture.


«Nos ha gustado el paseo por Ronda y estar en la Alhambra viendo cómo colorean las luces desde el amanecer hasta el crepúsculo »

El Caminito del Rey es una pasarela, no apta para personas con vértigo, que transcurre por el Desfiladero de los Gaitanes, en la provincia de Málaga. Si alguna vez pensó que le gustaría hacer el recorrido, pero sin el riesgo de marearse cuando mira hacia abajo, el paseo virtual es su oportunidad. Sin salir de Andalucía, el Ayuntamiento de Córdoba invita al relax en los Jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos; es uno de los 57 espacios urbanos reunidos por la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos, que incluye lugares tan significativos como el parque de Maria Luisa (Sevilla), el de la Ciudadella (Barcelona) o los Jardines de Sabatini (Madrid). Y de los exteriores nos vamos a los interiores, también naturales, con la propuesta de Cuevas Prehistóricas de Cantabria, que nos introduce en las oquedades de El Chufín, El Castillo, Las Monedas, Hornos de la Peña, El Pendo, Cullavera y Covalanas: un rico conjunto de arte rupestre acompañado de una buena información sobre lo que vemos y “pisamos”.

Naturaleza contenida. Nos referimos, por si las dudas, a parques zoológicos, acuarios y similares. Podemos partir del Oceanogràfic valenciano, que tiene a gala ser el mayor acuario de Europa –nada menos que 110.000 metros cuadrados–y que permite recorrer los mismos espacios por los que transita el visitante “de a pie”. También de la Comunidad Valenciana, de la provincia de Alicante esta vez, es Terra Natura, con sonido de pajaritos y muestras de la fauna de Asia y América, pero también de Pangea: ese supercontinente que, al parecer, reunía a toda la tierra emergida a finales del Paleozólico (hay un muy didáctico vídeo en la red, al margen de Terra Natura, que explica muy bien qué fue y qué pasó con Pangea). Al norte de la península, en Cantabria, nos podemos pasear por el Parque de la Naturaleza de Cabárceno e, incluso, adentrarnos un poco más de lo que se hace presencialmente en recintos como el de los osos. 

NATURALEZA ABIERTA

Naturaleza abierta. No podíamos dejar esto de las visitas virtuales sin hacer un breve repaso de algo que no es una novedad tecnológica en sí mismo, pero que sigue siendo una forma de estar en la naturaleza desde casa. Nos referimos a las cámaras web en directo desde lugares donde campan a sus anchas distintos tipos de animales. Eso sí: a sabiendas de que, lo mismo que sucede en los propios espacios, la paciencia para observar aspectos curiosos, divertidos o del día a día de las distintas especies es un extra. Podemos empezar por Doñana, que ofrece seis puntos de vista de espacios como el centro cría del lince o el Caño del Martinazo. Y seguir por lugares de observación que propone SEOBirdLife‐Sociedad Española de Ornitología, donde nos ha encantado ver y escuchar a distintos tipos de aves en el muladar de Las Pichillas (Binaced, Huesca) o “fisgonear” la vida de una lechuza (demasiado tranquila de día, claro) en la Reserva Natural de Riet Vell (Tarragona).


Si cabe alguna conclusión, es que no debemos poner excusas a los encuentros culturales por muy confinados que, por obligación o prudencia, nos corresponda estar. Hoy incluso, que casi todos tenemos un televisor de pantalla grande y posibilidad de transmitirle todo lo que veamos en un ordenador, una tableta o un móvil, organizar una “excursión” familiar a cualquiera de los cada vez más numerosos sitios que se muestran en tres dimensiones es, créannos, es algo más que una alternativa.

Turismo cultural en 360 grados

AL ENCUENTRO

Turismo cultural en 360 grados

Las pantallas como vínculo con los museos

La palabra es «emociones». Cuando nos dejamos llevar por las calles de una ciudad o una pequeña población, llenas de historia o rincones que animan al sosiego; cuando vagamos por las salas de un museo y nos paramos a saborear, con tiempo, esa pieza que activa recuerdos o deseos; cuando un espacio natural nos envuelve con sonidos y silencios, quizás abriéndose al final de un sendero para dejarnos sentir la perspectiva de un ave, o cuando una celebración nos rodea con el ambiente popular y colorido de las tradiciones, ancestrales muchas veces, lo que nos hace apreciar más esas cosas, desear repetir la experiencia, compartirlo… son las emociones. Y probablemente no hay nada comparable a sentir, ver, oler, escuchar, tocar o degustar «en vivo y en directo». Si no es posible así, ¿tenemos alternativas?

JESÚS ORTIZ

[email protected]
@JesOrtizAl
Facebook: Jesús Ortiz
Fotos: capturas de los recorridos virtuales.

La respuesta más propia a la pregunta que cierra la entradilla es «no, pero sí». Si por algo nos colman los viajes, sobre todo los culturales, es porque, normalmente, se convierten en experiencias multisensoriales. Seguramente todos hemos llegado a la conclusión, aunque no lo tengamos muy en cuenta de manera consciente, de que percibimos lo que nos rodea con todos los sentidos disponibles. Si no los podemos poner al servicio de lo que hacemos, la cosa no nos entusiasma tanto. Y este es el «no» de la respuesta. Pero entre el «nada» y el «algo», cuando las circunstancias impiden la inmersión total, está lo que pueden aportar las tecnologías de la comunicación, los formatos digitales, lo que nos llega -como multitud de cosas más en estos días- a través de una pantalla de entre doce y varias decenas de centímetros de diagonal. Y este es el «sí»: el de poblaciones, museos, espacios naturales y tradiciones que se han subido al carro de la digitalización y nos permiten mantener el placer de seguir saliendo, de vez en cuando, del círculo invariable de nuestra cotidianeidad.


Cada «viaje» requiere un poco de preparación y algo de exploración en las
procelosas aguas de la red

Muchas organizaciones e instituciones, tanto públicas como privadas, ofrecen visitas no presenciales interesantes y atractivas, aunque con variedad de formatos, lo que hace que cada «viaje» requiera un poco de preparación y algo de exploración en las procelosas aguas de la red, cosa, en fin, que añade interés al proceso y activa un tanto nuestra mente para adaptarnos al camino de ratón y teclado o de dedos sobre pantallas táctiles. Los formatos son básicamente cuatro: los videográficos, que son una especie de reportaje de imagen real o de animación en los que el sonido juega un importante papel; las visitas estáticas, que permiten acceder a un expositor de fotos fijas en las que, pinchando la imagen, se obtiene ésta a mayor tamaño y algo de información; las fotos 360 grados, las más utilizadas por los espacios abiertos, en las que el observador se mueve por una visión semiesférica de todo lo que le rodea, y las visitas interactivas, quizás lo más parecido a la visita presencial, en las que el visitante navega por fotos de 360 grados en las que hay puntos y señales que indican acceso a información, paso a otras perspectivas del mismo espacio y a otras zonas del conjunto o enlace a toda la variedad de recursos que aporta el mundo digital y han sido diseñados para animar la visita.

Museos. No solo los grandes museos, sino también algunos de los que no están en nuestras previsiones cuando hacemos un viaje, por desconocidos, ofrecen recorridos virtuales por algunas de sus salas u obras. Del grupo de los primeros y más reconocidos, si de pinacotecas hablamos, está la sección Mi Prado, en el Museo del Prado, partes del Reina Sofía, básicamente un interactivo dedicado al Guernica de Pablo Picasso, el Thyssen-Bornemisza, que admite interactividad incluso con gafas de realidad virtual, los vídeos del Guggenheim, las detalladas explicaciones del Museo Nacional de Arte de Cataluña y los un poco más complicados de ver vía online como el Instituto Valenciano de Arte Moderno, el Picasso de Málaga o el Museo de Bellas Artes de Sevilla.


Si de pinacotecas hablamos, tenemos la sección Mi Prado y partes del Reina
Sofía, con un interactivo del Guernica

También espléndidos museos, pero con menor o nula dedicación a la pintura, podemos visitar desde nuestro sillón favorito el Museo Arqueológico Nacional, el Museo de Artes Decorativas, el Museo del Traje, que ofrece la posibilidad de que la visita virtual sea estática o dinámica, el emeritense Museo Nacional de Arte Romano, muy enfocado en aplicaciones móviles, el Museo Dalí de Figueras o el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología en sus sedes de La Coruña y Alcobendas. Y entre los menos conocidos, pero con actividad digital y, en este caso, didáctica, podemos fijarnos en el Museo Lunar de Fresnedillas de la Oliva (Madrid), en el entorno de la estación de seguimiento del Apolo XI en el histórico primer viaje a la luna.

Destacar alguno de estos ejemplos, y por aquello de que «sobre gustos no hay nada escrito», es un puro ejercicio de diversión, de dejarnos llevar por lo que nos provoca más curiosidad cuando entramos y vemos lo primero que se nos presenta. Por aquí hemos apuntado al Museo Dalí de Figueras, situado físicamente en una casa fortificada medieval del siglo XI, que ganó importancia con la baronía de Pùbol en pleno Renacimiento y que, muy deteriorada y tras mucho tiempo de abandono, fue adquirida por Salvador Dalí en 1969. Hoy es el Castillo Gala Dalí de Pùbol, que se estrenó como museo en 1996 y que supone toda una eclosión de creatividad por parte del genio, cuyo padre, notario -por cierto-, hubiera preferido que se dedicase a las leyes, pero que acabó aceptando que se instalase en la madrileña Residencia de Estudiantes, ahí es nada, para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, espacio este que también dispone hoy de un recorrido virtual, pero hecho con Adobe Flash Player, programa que el fabricante dejará de distribuir el último día de 2020 y que, además tiene demasiadas complicaciones de uso.


La estructura de la página de visita virtual al Museo Dalí es la de fotos 360 con entradas interactivas

La estructura de la página de visita virtual al Museo Dalí es la de fotos 360 con entradas interactivas. Uno de sus recursos inmersivos es la posibilidad de uso de gafas de realidad aumentada. El símbolo del ratón, que nos permite caminar por los espacios, adentrarnos en las salas o descubrir lo distintos elementos, forma un círculo blanco. Si se hace coincidir con otros del mismo color que están en el suelo, estaremos una especie de «visita guiada» por espacios y obras singulares. Pero si el visitante apunta con él a cualquier sitio, puede ir, digámoslo así, por libre, mover las fotos base a su antojo e ir de planta en planta en busca de cosas concretas.

Los círculos, como el que acabamos de citar, protagonizan esta visita en modo online a la casa-museo. En el paseo los encontrará de colores mostaza, rojo y azul verdoso. Se trata, también, de hacer coincidir el blanco con alguno de los otros. En los amarillentos hay descripciones y documentos de la sala o zona en la que se encuentra el visitante. Los rojos parten de preguntas que se responden inmediatamente o incitan a descubrir detalles. Y los azulados aportan información algo más detallada, enlaces a distintos tipos de recursos o hasta la posibilidad de penetrar en alguna de las instalaciones, como es el caso del «Taxi lluvioso» que ocupa el centro de la Sala 2 o «El Patio».


Entre el «nada» y el «algo», cuando las circunstancias impiden la inmersión
total, está lo que pueden aportar las TIC

Desde luego, es todo un lujo como recurso didáctico. Cualquier profesor, con un poco de paciencia e ingenio, puede «meter» a sus alumnos en la visita del mismo modo que se realiza la clásica excursión de una mañana para patear las losas del museo. Y es tremendamente entretenido para cualquiera de nosotros que quiera pasar un rato agradable inmerso en ese monumento al surrealismo que creó Salvador Dalí.

Llegados a este punto, habrá quienes se pregunten si no vamos a hablar también de visitas virtuales a ciudades, espacios naturales o tradiciones populares como apuntábamos al principio. La verdad es que, puestos a buscar, tenemos una lista tan enorme, y constantemente creciente, de lugares, que necesitamos alguna página más. Así que permítannos invitarles a que compartan con nosotros una segunda parte de «Turismo cultural en 360 grados». Veremos ciudades desde perspectivas a veces inimaginables, como Salamanca, Barcelona o Valencia; monumentos y espacios como parques urbanos, algunos todo un libro de historia, desfiladeros y acantilados, o descripción de tradiciones que son ya todo un icono de la sociedad en la que se llevan a cabo.


Un paseo en coche de caballos por la Feria de Abril sevillana, mirando en
todo nuestro entorno y recibiendo el sonido de lo que miramos

¿Qué no se imaginan lo de las tradiciones? Bueno, va: guárdennos el secreto quienes lo conozcan… ¿se imaginan un paseo en coche de caballos por la Feria de Abril sevillana, mirando en todo nuestro entorno y recibiendo el sonido de lo que miramos? ¿O entrar una caseta y marcarse unas sevillanas? Solo faltaría el rebujito o el tubo de cerveza, pero nada impide que se lo prepara en su casa, lo acompañe de una de jamón con sus correspondientes picos o regañás y disfrute del espectáculo. Pues eso: que nos vemos en el número que viene.

Para no perderse

Museo del Prado

Museo Reina Sofía

Museo Thyssen-Bornemisza

Museo Guggenheim

Museo Nacional de Arte de Cataluña

Instituto Valenciano de Arte Moderno

Museo Picasso de Málaga

Museo de Bellas Artes de Sevilla

Museo Arqueológico Nacional

Museo de Artes Decorativas

Museo del Traje

Museo Nacional de Arte Romano

Museo Dalí

Museo Nacional de Ciencia y Tecnología

Museo Lunar