ÁMBITO EUROPEO

DAVID CANO MARTÍNEZ

director general de AFI. Escuela de Finanzas
managing Director of AFI.Finance School

@david_cano_m

Aceleración del cambio

MUCHO se está escribiendo y debatiendo en los últimos días sobre los cambios que traerá el coronavirus. Pero bastantes de las transformaciones que se identifican no deben, en mi opinión, considerarse como tales o, mejor dicho, no son nuevas. Creo que la pandemia no hace más que acelerar las alteraciones que se venían produciendo desde años atrás en múltiples frentes. Déjenme que les señale un concepto: Megatendencia. Es posible que ya lo hayan escuchado, dado que se está poniendo de moda (precisamente como consecuencia del Covid-19). Pero insisto en que es un término que los economistas (y los mercados financieros) estamos usando desde hace al menos un lustro. Se empezó a hablar de ello cuando finalizó la anterior crisis económica global (2008-2012), momento en el que nos centramos en identificar cuáles podrían ser los motores del crecimiento.

Se puede definir Megatedencia como aquel cambio social, económico, demográfico o político que tiene un alcance de largo plazo (al menos 10 años) y un impacto que no se limita a unos pocos países ni a unos pocos sectores. Su influencia es global, transversal y de largo plazo. No existe consenso a la hora de identificarlas. En AFI hemos detectado cuatro. La primera tiene que ver con la “innovación”. Esta es la más clara, sobre la que existen menos dudas y sobre la que volveré al final. La segunda la denominamos “transformación demográfica” y está relacionada con aspectos como la longevidad, la mejora de la calidad de vida, los cambios en la manera en la que nos relacionamos, consumimos o nos desplazamos o en los lugares donde vivimos. La tercera la vinculamos al “desarrollo de las economías emergentes”, pero de forma más concreta Asia (Latinoamérica va a salir mal parada de esta crisis). E, incluso, se podría ser más rigurosos y limitar la Megatendencia a China, país que va a ganar protagonismo en el liderazgo mundial como consecuencia del Covid-19. La cuarta y última la denominamos “planeta sostenible” y hace referencia a aspectos como el necesario cuidado del medio ambiente. Una de las principales lecciones de esta crisis es “hay que hacer más caso a los científicos”. Nos venían advirtiendo desde hace tiempo del riesgo de zoonosis, es decir, de enfermedades que se transmiten desde un animal a un ser humano. El coronavirus como ejemplo, que nos ha llevado a tener que confinarnos, aunque sólo de forma temporal, y que ha provocado una crisis económica, aunque sea coyuntural.

Un aumento del nivel del mar, una desertificación o inundaciones frecuentes pueden hacer impracticables para la habitabilidad ciertas zonas que ahora lo son. El cambio climático puede provocar impactos permanentes y crisis económicas duraderas. El coronavirus ha incrementado la concienciación sobre la sostenibilidad del planeta, al tiempo que hemos visto cómo en apenas unas semanas la naturaleza ha recuperado terreno. Pero dentro de esta cuarta Megatendencia incluimos otros aspectos que consideramos consustanciales de un planeta sostenible: la no discriminación por razón de sexo, religión, raza, ideología, etc., así como las empresas de impacto, esto es, aquellas que consiguen aportar algo positivo sobre la economía, el ciudadano, la sociedad o el medio ambiente. El coronavirus ha intensificado la presión para reformulación del capitalismo, en el sentido de que el mantra “el único objetivo de la empresa es maximizar el beneficio” está dejando paso a otras frases del estilo “la empresa debe contribuir a una sociedad más justa, más respetuosa con el medio ambiente, que garantice un mundo más sostenible y más solidario”. Sé que no existe consenso sobre esto último, pero al menos me reconocerá, estimado lector, que se están dando pasos en esa dirección.

En el ámbito en el que existe unanimidad es en la aceptación de la cada vez más necesaria dotación de capital tecnológico, en sus múltiples frentes (vuelvo a la primera y más importante Megatendencia). Está claro que cada vez es necesaria una mayor infraestructura. La necesidad imperiosa de teletrabajar durante los momentos más duros del estado de alarma lo ha puesto de manifiesto. Pero no sólo. Otros ámbitos vinculados a la tecnología como la digitalización, las comunicaciones, las compras online, se van generalizando. Como consecuencia, se desarrolla la industria de la ciberseguridad y del cloud computing. Todo esto son temáticas que, a modo de ladrillos, constituyen la Megatendencia innovación. Pero es obvio que, con el tiempo, muchas de ellas tendrán un desarrollo tan intenso que se convertirán en Megatendencias. Y surgirán otras que hace unos años no existían, como el blockchain o el big data. Sendas, aunque, en especial esta segunda, que se han visto impulsadas por el coronavirus. Pero si tuviéramos que señalar las dos que más crecimiento han experimentado estos meses, son e-learnig y e-sports. Y todo apunta a que se van a generalizar. Por un lado, porque cada vez más la formación será no presencial. Y por el otro, por el protagonismo que han ganado, sobre todo entre los más jóvenes no sólo jugar a los videojuegos, sino, y he aquí a novedad, ver cómo juegan otros. Más lento puede ir el desarrollo de e-health, pero está claro que también se intensificará.

Pero, ¿acaso no es el coche eléctrico otro ejemplo de innovación tecnológica? Y, además, transversal, ya que contribuye a un planeta más sostenible y supone una nueva forma de movilidad tan adecuada para conseguir ciudades sostenibles (Smart cities), más aún si incorporan conducción autónoma. Y, nunca mejor dicho, ¿qué tal dar un paso más y pensar en NewSpace? Es decir, las empresas aeroespaciales con vocación comercial que trabajan para gobiernos y agencias públicas espaciales.

Ahora que estamos pensando en cómo reconstruir la economía y dinamizar el PIB, parece claro que la innovación tecnológica, en sus múltiples componentes, debe ser una de las palancas. Por desgracia, en Europa llevamos un importante retraso respecto a EEUU… y a China, la otra gran potencia tecnológica mundial.

 


«En el ámbito en el que existe unanimidad es la aceptación de la cada vez más necesaria dotación de capital tecnológico. En Europa llevamos un importante retraso»


 

A faster pace of change

Much has been written and argued recently as to the changes that coronavirus will bring. Plenty of the transformations being identified, however, should not in my opinion be seen as any such thing, or rather, they are not new. I believe that the pandemic is simply speeding up the changes that had already been happening for years on numerous fronts. Allow me to highlight one concept: Megatrend. You may have heard the expression, as it is now coming into vogue (specifically as a consequence of Covid-19). But I would stress that this is a term that we economists (and financial markets) have been using for at least five years. It was first mentioned when the previous global economic crisis (2008-2012) came to an end, at which point we focused on identifying the potential drivers of growth.

A Megatrend could be defined as a social, economic, demographic or political change with a long-term reach (at least 10 years) and an impact that is not confined to just a few countries or a few sectors. It has a global, horizontal and longterm influence. There is no consensus in terms of identifying such phenomena. At AFI we have detected four. The first of them has to do with «innovation». This is the most obvious, arouses the fewest doubts, and I will return to it in my conclusion. The second is what we call «demographic transformation», and has to do with aspects such as longevity, improved quality of life, changes in how we relate to one another, our forms of consumption, how we travel and the places we live. We associate the third such trend with «development of emerging economies», but more specifically Asia (Latin America will be hard hit by this crisis). One could even more strictly confine the Megatrend to China, as a country that will play a more leading role on the world stage as a consequence of Covid-19. The fourth and last factor is what we call «sustainable planet», referring to aspects such as the need to care for the environment. One of the main lessons of this crisis is «we must pay greater heed to scientists». They have been warning us for some time of the risk of zoonosis, in other words diseases transmitted from animals to humans. Coronavirus, for example, has forced us into lockdown, albeit only temporarily, and triggered an economic crisis, albeit cyclical. Rising sea levels, desertification and frequent flooding could make it impractical to live in some regions which are now habitable. Climate change could trigger permanent impacts and lasting economic crises. Coronaviruses increased our awareness of planetary sustainability, while we have also seen the way in which the natural world has re-claimed ground in just a few weeks. We would also, though, include within this fourth Megatrend other aspects that we see as fundamental counterparts of a sustainable planet: freedom from discrimination on the basis of gender, religion, race, beliefs, etc., as well as impact enterprises, in other words businesses that manage to do something positive for the economy, citizens, society or the environment. Coronavirus has intensified the pressure to rethink capitalism in the sense that the mantra «the only goal of a business is to maximize profit» is giving way to other expressions such as «businesses must contribute to a fairer, greener society, guaranteeing a more sustainable and cohesive world». While I am aware that there is no consensus as to this last point, I feel that readers will nonetheless acknowledge that this is the direction in which we are now moving.

One area where there is unanimity is an acceptance of the increasing need to provide technological capital on various fronts (returning to the first and most important Megatrend).

Greater infrastructure is obviously needed. As demonstrated by the overriding need to work from home during the toughest times of the state of emergency. But not just that. Other technologyrelated spheres such as digital transformation, communication and online shopping are becoming increasingly widespread. Hence the developments seen in the cybersecurity industry and cloud computing. All these issues are the individual bricks that make up the innovation Megatrend. It is clear, though, that over time many of them will develop so intensely as to become Megatrends themselves. And we will see the emergence of others that just a few years ago didn’t even exist, such as blockchain and big data. Avenues which, especially in the latter case, have nonetheless been furthered by coronavirus. If we had to highlight the two sectors that have seen the biggest growth over the past few months, though, those would be e-learning and e-sports. And all the signs are that they will continue to expand. First of all, because education will increasingly not be conducted faceto- face. And also because of the preponderance we are now seeing, above all among the younger population, not only of playing video games, but the novel aspect of watching others play them. The development of ehealth may be slower, but will also clearly intensify.

Meanwhile, are electric cars not another example of technological innovation? And a horizontal factor at that, contributing to a more sustainable planet and providing a new form of mobility ideally suited to bring about sustainable smart cities, above all if they are self-driving. Which is the perfect point to go a step further and consider NewSpace. In other words, aerospace companies with a commercial leaning, working for governments and public space agencies. Now that we are thinking about how to rebuild our economies and kickstart GDP, it would seem clear that the numerous components of technological innovation must be one of the levers we use. In Europe we unfortunately lag some way behind the USA… and China, the world’s other major technological powerhouse.

 


Where there is unanimity is in an acceptance of the increasing need to provide technological capital. In Europe we lag some way behind