EN SOCIEDAD
Luchar
contra la desinformación
FÁTIMA PÉREZ DORCA
- Twitter: @Fatimadorca
“El problema de la desinformación se empieza a tomar en serio a partir de 2016, después del referéndum del Brexit y de la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos”, explica Clara Jiménez, CEO de la Fundación Maldita.es, un medio digital que lucha contra la desinformación en el discurso público. En ese momento histórico, señala Miguel Ángel Noceda, presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), “saltaron las alarmas en las instituciones europeas al comprender la evidente amenaza que esto suponía contra los procesos democráticos y de elaboración de políticas, así como contra la protección de la salud, el medio ambiente o la seguridad de los ciudadanos de la Unión Europea”.
Dos años más tarde, en 2018, la palabra más repetida en medios de comunicación y redes sociales era fake news (bulos), pero se hablaba menos de desinformación, cuyo objetivo es influir en la opinión pública para que se alinee con una causa o creencia. Su técnica suele ser exaltar los aspectos positivos de una idea o colectivo y, a la vez, distorsionar la realidad u omitir el argumento contrario.
El término ‘desinformación’ procede del ruso dezinformatsiya, que, a su vez, viene de cómo se conocía a un departamento secreto de propaganda al servicio de la antigua KGB. Actualmente, como indica el informe, “no hay una línea que separe con claridad qué es bulo o fake news y qué es la desinformación”.
Resultados
Para realizar el análisis, Estudio de Comunicación y Servimedia utilizaron dos cuestionarios: uno de ellos realizado al público en general y otro, más específico, para periodistas y comunicadores.
Para la mayoría de los participantes la principal razón por la que se genera desinformación y bulos es la de “perjudicar la imagen o la reputación de personas y organizaciones”; y está muy presente en este puzle “el deseo de obtener un beneficio, ya sea para la persona que genera falsedades o para el colectivo al que pertenece”.
Ante la pregunta: ¿Quiénes son los responsables de la creación y difusión de bulos? Ambos grupos consideran que “todos somos culpables”.
En cuanto a la cuestión sobre qué tipo de falsedades afectan más a la ciudadanía, ahí sí hay discrepancia. Los comunicadores opinan que las mentiras de tipo político son las que más perjudican (84%) mientras que, según el resto de los participantes, serían las de tipo social (69%). También difiere la opinión de los dos grupos respecto a si consideran que los medios tienen responsabilidad alguna en la práctica de la desinformación: solo el 11% de los profesionales de la comunicación cree que sí, frente al 31% del resto de los consultados.
LA PALABRA MÁS REPETIDA EN MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y REDES SOCIALES ERA ‘FAKE NEWS’(BULOS)
Por otro lado, los periodistas y comunicadores opinan que es fundamental la labor de las agencias de verificación para combatir este problema a la hora de contrastar temas especializados, como los científicos o sanitarios, y no lo es en la misma medida para contenidos de tipo general.
Con respecto a la confianza que estas agencias aportan a los periodistas a la hora de contrastar sus informaciones, de las cuatro activas en España que están reconocidas por la Red Internacional de Verificadores de Datos (IFCN), la agencia que mayor grado de confianza genera es EFE Verifica (78%), seguida de Maldita (70%), Newtral (47%) y, por último, Verificat (38%).
La opinión de los expertos
Con el fin de obtener una visión más cualitativa sobre la influencia que la desinformación y los bulos tienen en distintos estratos de la sociedad y qué recursos existen frente a esta lacra, Estudio de Comunicación y Servimedia han preguntado a especialistas en la materia. Entre ellos, a representantes de agencias españolas verificadoras reconocidas por la IFCN.
ES FUNDAMENTAL LA ALFABETIZACIÓN MEDIÁTICA
Para ellos, el origen mayoritario de la desinformación es muy variado y puede estar en “representantes públicos o empresas que tienen intereses en difundir ciertas versiones de la realidad”, explica Alba Tobella, cofundadora y jefa de contenidos de Verificat. Para Álvaro Nieto, director de The Objective, “los bulos, en general, los difunden personas anónimas a través de redes sociales o WhatsApp”.
Entre las personas, organizaciones o sociedades que padecen en mayor medida los efectos de la desinformación y los bulos están “los niños y los adolescentes. Reciben mucha información, pero no contrastan; tienen menos recursos para distinguir entre lo que es real y lo que es un bulo y no reciben formación para detectarlo”, explica Cristina Ónega, directora del Canal 24 Horas de RTVE.
Por su parte, la directora de 20 Minutos, Encarna Samitier, considera que “las personas que viven en regímenes autoritarios están más expuestas a la desinformación. La polarización, el miedo y la falta de transparencia ayudan también a que una parte importante de la sociedad acepte los bulos para autoafirmarse ante los emisores que le suscitan desconfianza, los medios, los gobiernos, o para reforzar sus creencias previas o su pertenencia al grupo”.
¿Qué recursos se pueden llevar a cabo para detectar los bulos? En este caso la llamada alfabetización mediática es fundamental. Según Miguel Ángel Noceda “los ciudadanos deben tratar de confirmar la autenticidad de lo que les llega antes de lanzarlo impulsivamente”. Para ello, “las seis preguntas clásicas del periodismo pueden ser un principio, pero nunca una solución”, afirma el expresidente de la FAPE y miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid, Nemesio Rodríguez, en relación a las cuestiones qué, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué, que los periodistas se deben plantear a la hora de narrar una noticia. Rodríguez también recomienda “recurrir a plataformas de verificación o medios de comunicación convencionales que responden con su cabecera y con la firma del periodista que ha elaborado la información”.
Las mayores falsedades
Los periodistas y comunicadores consultados valoraron qué tipos de medios de comunicación son los que más generan falsedades. En primer lugar, fueron señalados los nativos digitales con un 75%. En segundo puesto la televisión con un 47%. Le sigue la radio, con 7,6 puntos porcentuales, los medios impresos (24%) y, por último, las agencias de noticias con un 19%.
Alba Tobella: “Los mayores son los que más interactúan con la información falsa en las redes sociales»
Álvaro Nieto: “Sería interesante ayudar a la ciudadanía a cuestionarse todo lo que les llega al margen de los Medios”
Clara Jiménez: “Los bulos tratan de provocar una respuesta emocional en quien los recibe”
Cristina Ónega: “La alfabetización mediática es una tarea pendiente en España”
Encarna Samitier: “Los ciudadanos deben entender que más cantidad de información no es mejor información”
Miguel Ángel Noceda: “Hay partidos políticos que rechazan a los Medios en sus actos”
Nemesio Rodríguez: “La mentira ha dejado de tener el alto coste político que tenía en el pasado”