[vc_row fullwidth=»has-fullwidth-column»][vc_column][vc_column_text]El slamming es el término que designa a una práctica fraudulenta que consiste en cambiar de compañía de servicios –telefónicos, energéticos, financieros, etc. – a un cliente sin que este haya manifestado su consentimiento. Esta práctica utiliza el engaño, la confusión y la presión comercial para hacerse con todos los datos que necesita.
Las compañías eléctricas y los operadores de telecomunicaciones se desmarcan de estas prácticas y dicen que se trata de casos aislados y que la responsabilidad está en los propios comerciales que trabajan de manera autónoma, pero, según Miguel Ángel Serrano, miembro del gabinete jurídico de Facua, muchas veces no es así: “Si los comerciales trabajan para una determinada compañía, la responsabilidad es de esa compañía”.
Para los expertos, en la mayoría de los casos, el slamming se produce porque confluyen la intención de un comercial deshonesto con la desinformación de un cliente.
¿Qué señales alertan del engaño? La mayoría de las personas descubren que han sido víctimas del slamming cuando reciben la factura de una compañía diferente a la que habían tenido contratada hasta ese momento, o cuando leen conceptos en la factura que no tenían contratados.
¿Se puede evitar el engaño? Los expertos recomiendan tener especial cuidado al dar nuestros datos personales cuando nos registramos en servicios online. Además, no debemos enseñar nunca nuestras facturas a terceros. Cuando nos llamen desde un teléfono oculto hay que extremar las precauciones.
¿Cómo puede defenderse? La mejor manera de defenderse de este tipo de prácticas es no contratar de forma inmediata lo que nos ofrecen; escuchar la oferta y pedir información por escrito para poder valorarla.
¿Existe un perfil de víctima? La mayoría de los casos se dan entre personas mayores y aquellas que no conocen bien nuestro idioma o el funcionamiento del mercado.
¿Cuál es el perfil de las empresas que realizan este tipo de prácticas? Normalmente son empresas subcontratadas, especializadas en la captación de clientes. En otras ocasiones son los equipos comerciales de las propias compañías quienes realizan este tipo de prácticas agresivas a través del teléfono.
¿Se puede anular el acuerdo? Legalmente existe un plazo de siete días para revocar un contrato comercial. Pero lo habitual es que las víctimas firmen algún documento que resulta finalmente ser un contrato y pasa mucho más tiempo hasta que descubren el fraude.
¿Dónde hay que acudir? En el caso de que haya habido algún tipo de publicidad engañosa o mala práctica, el usuario tiene varias opciones: desde reclamar en los servicios de atención al cliente de la compañía, acudir a los servicios de consumo de la comunidad autónoma, solicitar el arbitraje de consumo en empresas adheridas, o acudir a la oficina del usuario de las telecomunicaciones si se trata de una operadora de telecomunicaciones.
Por Marián Lezaun
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