EN PLENO DEBATE
AMÓS JOSÉ GARCÍA ROJAS
presidente de la Asociación Española de Vacunología
@AEV_Vacunas
Instagram aev_vacunas
La gripe en el año del Covid-19
AUNQUE parezca increíble, en pleno siglo XXI, un nuevo microorganismo se expande de forma sorpresiva por todo el mundo dando lugar a una pandemia, y refrescándonos una idea que nunca, nunca deberíamos olvidar, “Frente a las enfermedades transmisibles no se puede bajar la guardia”. Sin embargo, la bajamos, y mucho. Los países avanzados, desde el altar de su desarrollo, pensaron que tenían una armadura sólida frente a este problema, obviando que en un mundo globalizado y siendo ésta, una enfermedad que se transmite como se transmite, sería muy complicado frenarla. Y así, poco a poco tuvimos enfermos, comenzamos a sentir la gravedad del problema, y fuimos conscientes de que no disponíamos del único instrumento que nos permitiría modular el mismo: Una vacuna.
Esta crisis, además, nos situó en la agenda un aspecto clave, cómo introducir en sanidad aquellas innovaciones que ofrecen valor terapéutico añadido, que son capaces de tener un impacto positivo en la salud de la ciudadanía y que al mismo tiempo garantizan la sostenibilidad de los sistemas de salud. En esta idea, las políticas de salud pública se presentan como una de las intervenciones más coste-efectivas que existen. Y en este contexto parece conveniente subrayar la necesidad de reforzar las políticas sanitarias que más han sufrido el rigor de los recortes: las políticas globales de salud pública. Una de las herramientas preventivas de más alto valor, y que forma parte del ADN de esas políticas, son las vacunas.
Y sin embargo, para nuestra sorpresa en más de una ocasión, los sanitarios nos vemos en medio de debates carentes de solidez científica, del tipo: “vacunas si, vacunas no”. Y no dejamos de repetir que ese planteamiento es absolutamente ridículo. Los que plantean dudas sobre la conveniencia de las vacunas, en realidad están poniendo en cuestión al propio conocimiento científico. Por eso, estas dudas florecen en trincheras ajenas a la ciencia y más próximas a las creencias.
Y desgraciadamente, una de las vacunas más cuestionadas es la vacuna frente a la gripe.
La campaña de vacunación frente a esta enfermedad para la presente temporada 2020/2021 ha venido condicionada por la pandemia de la Covid-19, que une a una situación de perplejidad, confusión y temor de sectores amplios de la ciudadanía, los mitos existentes desde hace mucho tiempo, sobre esta vacuna.
Y si siempre es importante vacunarse contra la gripe, este año es importantísimo. Analicemos por qué: uno de los colectivos vulnerables a sufrir complicaciones por padecer una gripe, son los mayores de 60/65 años. En este grupo las coberturas vacunales que se consiguen habitualmente en nuestro país, oscilan entre un 53 a un 57%, Con estas coberturas, todos los años tenemos, complicaciones, hospitalizaciones, UCI’s y fallecimientos por gripe o sus complicaciones, en personas pertenecientes a ese grupo poblacional, usualmente no vacunadas. Si a este escenario le sumamos las complicaciones, hospitalizaciones, UCI’s y fallecimientos derivados del Sars Cov 2, el panorama es inquietante. Además, sometería a un riguroso stress al sistema sanitario y crearía situaciones de colapso en el sistema. Pero es que, además, tenemos que sumar los problemas de diagnóstico diferencial que se pueden producir, y que se podrían modular con una buena cobertura de vacunación frente a la gripe. Pero es que hay más, si un vulnerable no vacunado de gripe, cae enfermo de ese proceso, puede a su vez coinfectarse con el Sars Cov 2, con lo que su cuadro cínico se puede complicar.
Por todo esto, y más, es tan importantísimo, que no importante, vacunarse este año. Así, todas las comunidades autónomas han comprado un número de dosis muy superior al de otros años, e incluso el Ministerio ha hecho una compra que ha distribuido equitativamente por todas ellas. Es necesario conseguir unas coberturas de un 75% en personas mayores de 60/65 años y sanitarios y de un 60% en embarazadas y personas entre los 6 meses de vida y los 60/65 años, que tengan una patología de base.
De esta forma contribuiríamos a eliminar el escenario de “tormenta perfecta” que planteó la revista Nature. Vacunémonos.