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Noli me tangere, de Antonio Allegri 'Il Correggio'
Hay ocasiones en que una sola pintura es capaz de encerrar en sí misma los rasgos esenciales del genio creativo de un periodo. Es el caso del Noli me tangere del italiano Antonio Allegri, conocido como «Il Correggio», en alusión a su lugar de nacimiento.
DAVID GARCÍA CUETO, jefe del Departamento de Pintura Italiana y Francesa hasta 1800
Pintada hacia 1525 al óleo sobre tabla -aunque pasada posteriormente a lienzo- la escena representa el encuentro entre Cristo ya resucitado y su discípula María Magdalena, según la narración del Evangelio de San Juan (20:17).
El título con el que la obra se conoce, Noli me tangere, es el inicio de una de las frases que Jesús dirigió a la Magdalena en aquel encuentro, que según la traducción al latín del Evangelio significaría “no me toques”. Sin embargo, parece ser que, en la versión original en griego de ese texto bíblico, el sentido exacto de la frase sería más bien “no me retengas”, pidiendo así Jesús a su apasionada seguidora que no le hiciera retrasar su deseada reunión con Dios Padre.
La escena transcurre en un paisaje de vasto horizonte con tierras de cultivo en primer término, siendo en ellas donde se produce el encuentro entre los dos protagonistas.
Cristo cubre su desnudez con una túnica azul que correspondería al sudario en el que se le amortajó en el sepulcro, mientras la Magdalena, arrodillada junto a él, luce un lujoso vestido con estampado de cardos que alude a la tradición de presentarla como una cortesana, cuando en realidad los más recientes estudios bíblicos consideran que se trató de una mujer de muy respetable posición.
La comunicación gestual de los personajes fue cuidadosamente estudiada por Correggio y ahí reside una de las claves de la armoniosa belleza de la pintura. Donde mejor se aprecia tal esmero es en la posición de la cabeza de la Magdalena, para la que el artista consideró, según desvelan las radiografías de la obra, tres soluciones posibles hasta dar por definitiva la que le permite establecer una conexión visual directa con Jesús.
Las figuras humanas están tratadas con gran delicadeza, difuminando suavemente sus contornos para acercarlas a la experiencia real de la visión humana. Ese recurso, conocido en pintura como sfumato, fue madurado y difundido por Leonardo da Vinci, y puede que el mismo Correggio lo aprendiera de las obras de ese maestro, aunque no hay constancia de que ambos se llegasen a conocer personalmente.
La definición precisa y hermosa del torso de Cristo es un rasgo que también remite a una posible influencia de otro genio del Renacimiento, el gran Miguel Ángel, con el que tampoco hay seguridad de que Correggio llegase a coincidir.
Un tercer elemento que conecta al artista con las influencias de su tiempo es el paisaje, que con sus delicadas luces y su sugerencia de un ambiente húmedo, remite a las propuestas de los artistas flamencos en este género. En reconocimiento a esta influencia, en la exposición Reencuentro, aún visitable en el Museo del Prado, este Noli me tangere está exhibido en un interesante diálogo con El paso de la laguna Estigia del flamenco Joachim Patinir, de hacia 1520-1524.
Con todo ello, Correggio se nos muestra con un artista de enorme sensibilidad, capaz de aunar las propuestas más interesantes del medio artístico de su tiempo con su propia personalidad, la que le hizo ser considerado “el pintor de la gracia”.
Claves de la obra
Autor: Antonio Allegri «Il Correggio»
Tamaño: 130 x 103 mm
Fecha creación: Hacia 1525
Técnica: Óleo sobre lienzo
Ubicación: Sala 025 del Museo del Prado