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Dímelo a la cara
Las videoconferencias fueron la gran solución para superar el distanciamiento provocado por las restricciones de la pandemia. Tras el entusiasmo de su llegada llegó el cansancio de su uso continuo. Después de más de un año como herramienta diaria de trabajo, ¿frenaremos un poco? Videoconferencias sí, pero para algunos asuntos “mejor quedamos y me lo cuentas”.
GABRIEL CRUZ
De momento, ha pasado un año y medio, y no sé usted, pero por mi parte no he visto ese desenfreno de esa histórica década un siglo atrás. Pero como señala Nicholas Christakis, catedrático de Sociología y de Medicina en Yale, “llegan los locos años 20. La gente empezará a gastar dinero y vendrá el desenfreno. Aumentará la intensidad de las relaciones sociales”. En esto, las videollamadas tienen poco que hacer. Este es un formato rígido, se pierde espontaneidad ya que la interrupción, aun siendo respetuosa, provoca que ninguno de los dos se oiga. Son muy útiles para una reunión programada, pero si es necesaria pasión y energía, esta no fluye por mucha fibra óptica que tengamos. De la misma forma que no es lo mismo escuchar en casa un disco que ir a un concierto o ver un partido de fútbol que ir al estadio. Por mucho que en su equipo de música o en la pantalla de alta definición de su televisión pueda apreciar muy bien los detalles. Las ventajas de las videollamadas son indiscutibles, ahorran los desplazamientos y suponen un balón de oxígeno para el medioambiente. Telefónica calculó que sólo durante los tres meses de confinamiento en 2020 se evitó en España la emisión de más de 2,2 millones de toneladas de dióxido de carbono, el equivalente a plantar un bosque de 36 millones de árboles. Pero ojo, que también las videollamadas tienen su huella ecológica; aquí nadie se libra. Es infinitamente menor que el desplazamiento, pero se produce por su consumo eléctrico tal y como señala el estudio The overlooked environmental footprint of increasing Internet use, de la universidad de Yale. Para evitar tanto gasto, si no es imprescindible, apague la cámara: el consumo bajará. Ya tiene la excusa perfecta por si no se quiere estresar con su interlocutor mirándole a la cara. Y si no, siempre podrá decir: “mejor en persona”.
Las ventajas de las videollamadas son indiscutibles. Ahorran desplazamientos y suponen un balón de oxígeno para el medioambiente
Plataforma para videollamadas
Todas estas son gratuitas en sus funciones básicas y son suficientes para mantener una reunión con un grupo numeroso de personas. Las ampliaciones de pago varían en función de los participantes, duración de las llamadas y grabación.
ZOOM. Quizá es la plataforma de referencia. Tiene un límite de 40 minutos para reuniones de tres hasta las 100 personas. La versión de pago llega a las mil.
SKYPE. Aunque fue de las primeras que comenzó, su mayor problema era que había que crearse una cuenta para poder hablar. Finalmente, esta opción fue eliminada por el Skype Meet Now.
GOOGLE HANGOUTS. Al pertenecer a Google está sincronizado con el correo de gmail.
MICROSOFT TEAMS. La más popular de todas. La versión de pago permite reuniones de hasta 24 horas, pero teniendo la gratuita de una hora. ¿Necesita más?