ESFERA CULTURAL

FRANCISCO JOSÉ ARANGUREN URRIZA,

notario y escritor novel

La literatura corre por las venas del notario navarro Francisco José Aranguren, una pasión que le ha llevado a publicar Y estrellas para presidir la noche, una primera novela sobre un opositor a notarías. Fue también uno de los impulsores de la ya extinta Ediciones El Desembarco. En la actualidad es delegado de Cultura del Colegio Notarial de Andalucía.
ÁLEX OVIEDO,

“La autoficción está de moda y ha recibido la consagración con el último premio Nobel”

Dice Francisco José Aranguren que Y estrellas para presidir la noche es la historia “de un proceso interior que lleva a ese opositor a notarías desde una fase de gran oscuridad a una especie de renacimiento”. Aunque el gran protagonista es la residencia sacerdotal donde los opositores estudian en régimen de pensión completa, conviviendo con los curas que allí viven al cuidado de unas monjitas. Papel importante tienen el peculiar preparador y los amores más o menos platónicos del personaje principal.

– ¿Qué le llevó a la novela?

– Creo que el azar o el destino son muy determinantes en la vida. En una tertulia sevillana conocí a Bernardo Víctor Carande —hijo del historiador y economista don Ramón Carande—, fotógrafo taurino, escritor, pintor, viajero, jugador de golf… y editor. Un día le pregunté por los costes de la edición de un libro. Al cabo de un tiempo, Bernardo me llamó por teléfono y me dijo que iba a publicar “mi libro” en la colección “Capela” junto con otros dos de juristas para presentarlos en Navidad. Daba por hecho que el libro estaba escrito. Fue cuando decidí que lo escribiría. Y lo hice en los pocos meses que faltaban para su “presentación”. Yo estaba en pleno duelo por la muerte de mi hija pequeña, Blanca, y quería plasmar lo que sentía, pero no podía escribir sobre ello de forma directa: estaban muy cercanos los hechos. Me di cuenta de que durante la oposición también había sentido la soledad y el abandono. De ahí surgió la idea. Mi intención fue escribir una historia divertida y optimista, que me ayudase a mí mismo y a otros a no perder la esperanza.

– No es habitual ver a un notario en una novela. ¿Es la de notario una profesión aún desconocida?

– Me lo comentó un editor. Lo sigue siendo, sí, aunque la relación con el notario se ha ido haciendo cada vez más cercana. Los expedientes matrimoniales o las actas notariales de transparencia y el trato con las personas con discapacidad van en esa línea personal e inmediata.

-¿Qué es lo que más le gusta de su profesión? ¿Y lo peor?

– Lo que más, la libertad. Ser tu propio jefe, organizar tu oficina, determinar dónde quieres trabajar y el tamaño de tu notaría, fijando el horario, siempre con atención al servicio. Lo esencial de esta profesión es la confianza que depositan en ti las personas y esa misión de ayuda a los que necesitan asesoramiento. Las cualidades humanas de discreción, veracidad, empatía, son también virtudes notariales. Lo peor quizás sea la aceleración del trabajo en estos tiempos en los que se quiere todo para ayer.

-¿Qué le llevó a ser notario?

– La decisión fue la de preparar oposiciones. No tenía antecedentes familiares en Derecho y decidirme por notarías fue algo casual. Una compañera me habló de un preparador en Zaragoza con un sistema con el que podías aprobar en dos años. Andalucía fue mi primer destino. Y fue, realmente, mi destino. Allí empecé una nueva vida. Mis años de estudiante en Pamplona estuvieron marcados por la polarización política y religiosa y la división social. En Andalucía no había nada de eso, se vivía de otra manera. Me enamoré de Priego de Córdoba, y me enamoré en Priego de Córdoba. Allí compré mi casa y allí tengo preparada mi sepultura. Pamplona es mi origen y me siento muy navarro, porque como dice Borges: sólo es nuestro lo que hemos perdido.

– ¿Ha novelado su experiencia como opositor?

– Escribir una novela es como hacer un Frankenstein: siempre sacas todo de ti, pero son trozos, retazos de vida. Luego los manipulas, los unes, formas algo distinto con vida propia. Mi periodo de oposición fue duro. Era la primera vez que vivía fuera de Pamplona y lo llevé muy mal. Eran muchas horas en un lugar claustrofóbico, un antiguo seminario, lleno de cuadros de demonios y condenados en llamas. Comíamos en el refectorio, a toque de campana, con los sacerdotes: una comida de ancianos. Al cabo de los meses empecé a pagar las consecuencias. Se resintió mi salud y mi estabilidad emocional, tuve problemas con otros opositores, neuras… Pero también hubo buenos momentos entre los compañeros. Éramos muy jóvenes.

– Hace unos años fundó Ediciones El Desembarco…

– Siempre he escrito y lo sigo haciendo. La editorial surgió, inicialmente, por mi deseo de editar un único libro: mi amigo Bernardo escribía la columna El sesmo de la vida en el diario Hoy de Badajoz. Él y yo nos escribíamos (cosa hoy olvidada). A veces me enviaba postales de donde estaba o alguna de sus columnas. Una de ellas me emocionó especialmente y pensé que era una pena que se perdiera aquella escritura efímera. Entonces le propuse hacer un libro con una selección de sus columnas. Mi amigo José Manuel Sánchez del Águila, abogado y escritor, había dirigido una editorial (Geribel). Los tres nos reunimos en un restaurante llamado “El Desembarco”, en Los Palacios y Villafranca, donde yo era notario. Allí surgió todo.

– En la actualidad es delegado de Cultura del Colegio Notarial de Andalucía…

– He formado parte de juntas directivas durante doce o catorce años, como vocal, secretario, tesorero… He disfrutado y aprendido mucho, he conocido a compañeros estupendos. Al acabar esa etapa, me nombraron delegado de Cultura y Universidades en Andalucía Occidental. Ya llevaba organizando por mi cuenta actividades culturales en el colegio, siguiendo el planteamiento de la junta directiva de relacionarnos con la sociedad de la que formamos parte y abrir las puertas del colegio. Como delegado, llevamos una agenda cultural en la que se han incluido presentaciones de libros, conferencias sobre temas históricos o literarios. Este mismo año una conferencia sobre la Semana Santa y otra sobre los toros como reto cultural. Actividades con mucho éxito. Han intervenido el filósofo Javier Gomá, el polígrafo Antonio Pau, el poeta Jesús García Calderón… Hemos dedicado ciclos a José Saramago o a las relaciones entre Derecho y Literatura. En otoño tenemos prevista la presentación del nuevo libro de relatos del notario de Sevilla José María Sánchez Ros y una conferencia sobre Picasso y la música.

 


“ESCRIBIR UNA NOVELA ES COMO HACER UN FRANKENSTEIN: SIEMPRE SACAS TODO DE TI, PERO SON TROZOS, RETAZOS DE VIDA”


 

-¿Tiene pensado volver a la novela?

– Durante esta entrevista me he dado cuenta de que la historia de la editorial puede ser un buen tema: nuestras andanzas, la relación con los autores (esos seres extraños), lo que hay detrás de cada libro. Cuando publiqué mi novela me decían una y otra vez: “¿Esto que cuentas es verdad?”. También: “La primera novela es siempre autobiográfica”. Y te lo decían como quitándole valor. Hoy, la autoficción es un género respetable, está de moda y ha recibido la consagración con el último premio Nobel a la francesa Annie Ernaux. Uno de mis autores favoritos, Emmanuel Carrèrre, también novela su vida. El otro, Enrique Vila-Matas, utiliza un yo difícil de distinguir del verdadero. Yo, que novelé mis tiempos de opositor, con los años he sido miembro de dos tribunales de oposiciones, y en el último actué como presidente. Sirva esta entrevista como recuerdo al que fue presidente en mi tribunal, Emilio Garrido Cerdá, que también aparece novelado en mi libro.