«Instruir al mayordomo sobre la IA», por Javier Gomá

ALDEA GLOBAL

JAVIER GOMÁ LANZÓN,
filósofo, escritor y director de la Fundación Juan March

“Ciencia y tecnología son los mayordomos que, cuando están bien entrenados, hacen más bella la vida de su señor"

Instruir al mayordomo sobre la IA

El cambio, cuando es favorable, nos alegra con la expectativa de nuevas posibilidades existenciales, pero al mismo tiempo no deja de provocar en nosotros una sensación de incertidumbre ante lo desconocido, que a veces llega a la angustia colectiva.

Últimamente he sido testigo de dos de esas angustias sociales. Me desconcertó que una parte de la población de los países occidentales, por razones ideológicas, fueran objetores a pincharse una vacuna en su piel para combatir una pandemia mundial. No era conocedor del movimiento anti-vacunas y la sorpresa que me dio enterarme de su existencia —y de que fuera tan numeroso, global, activo, organizado— se parece a la que me hubiera producido la noticia de un comando clandestino anti-morcilla de Burgos o la de una célula de resistentes al uso doméstico del aspirador. No me lo esperaba. La otra angustia reciente tiene que ver con el generalizado recelo, incluso entre los inteligentes, ante los avances de la Inteligencia Artificial (IA). Recuerda uno de esos placeres culpables del que disfrutamos con mala conciencia y nos hace imaginar catástrofes mundiales que podrían acabar con el mundo tal como lo conocemos y acaso con la humanidad.

En los últimos cinco años ha tenido lugar un salto en el desarrollo tecno-científico. El origen está en la digitalización masiva de datos del lenguaje natural y en los algoritmos de aprendizaje automático, que, mediante modelos lingüísticos, procesan esos datos a una escala gigantesca sin necesidad de etiquetarlos, los asocian, combinan y establecen correlaciones entre ellos e infieren probabilidades, con el resultado práctico de generar resúmenes, traducir idiomas con extraordinaria precisión y competencia y mantener conversaciones de apariencia humana. Cuando estas nuevas habilidades tecnológicas, antes reservadas a los informáticos, se han puesto al servicio del internauta común, que usa agradecido el traductor Deepl o se maravilla conversando con un chatbot, se ha levantado por el mundo —como siempre que sobreviene un cambio brusco— una ola de admiración y terror partes iguales.

No hace falta insistir en que en esta vida todo puede ocurrir, incluida una catástrofe de dimensiones planetarias a consecuencia de un uso perverso de las nuevas herramientas. No excluyo totalmente una guerra nuclear, un virus letal generado por el hombre, un cataclismo natural inducido por el cambio climático, una alteración de la naturaleza humana a manos de la manipulación genética o la invención de robots humanoides que se revuelven contra sus creadores. Pero, sin excluir estas hipótesis, las considero poco probables. Ese conatus que el filósofo Spinoza atribuía al hombre individual —apetito primario por vivir y conservarse— es predicable también de la humanidad en su conjunto: aunque a veces se ponga a sí misma al borde del precipicio, al final, por instinto, evita tirarse al vacío. En cuanto al uso que de esos progresos podrían hacer una elite de poderosos sedientos de dominación, no dudo de que lo intentarán, pero pronostico que fracasarán. Las sociedades abiertas son indominables, como demuestran los resultados de las elecciones generales, tantas veces contrarios a los intereses de esas elites. Además, el poder es por esencia chapucero, como mostré en otro lugar (véase mi artículo “La chapuza creadora”), y se traba antes de alcanzar sus torvos propósitos. Por último, precisamente por la sobreabundancia del miedo, próximo al histerismo, nunca en la historia ha existido mayor conciencia cívica sobre la necesidad de vigilar al poder, exigirle transparencia, o condenar sus abusos. La suspicacia ante el poderoso es el estado de ánimo general de las democracias contemporáneas.

Algunos presentan la IA como el último y quizá definitivo jaque mate de la tecnología a lo humano. Pasmados por sus maravillosas habilidades, que se asemejan tanto a las nuestras, temen que acabe sustituyendo al hombre y lo haga prescindible. Para salvaguardar la identidad de lo humano, acumulan argumentos contra la IA destacando sus insuficiencias. No participo de ese miedo, pero tampoco ignoro esas carencias. No dudo de que la IA puede hacer cosas que superan al hombre —como ya hacen los aviones—, pero es cierto que esas inteligencias prodigiosas carecen de individualidad, de vivencias, de aspiraciones, de esa experiencia no verbal que no se deja conceptualizar. La IA carece de yo, carece de un cuerpo con su percepción sensorial, carece, en fin, de mortalidad, de cuya conciencia —de la de ser de corta vida— nacen todos los bienes que hacen la vida digna de ser vivida: amor, amistad, ternura, compasión, benevolencia, justicia, incluso la técnica misma. La IA es lenguaje abstracto mientras que el lenguaje humano descansa sobre un lecho de sentimientos y recuerdos que hacen de nosotros el ente narrativo que somos, una historia personal, más allá del dato, el concepto o el argumento bien construido.

El ser humano posee dignidad y la dignidad es aquella excelencia que no puede ser sustituida por algo equivalente, a diferencia de las cosas sin dignidad, que sí pueden ser sustituidas. Mi confianza en la excelencia distintiva y única de la condición humana es absoluta y no tiene nada que temer del bendito progreso. Cierto que ciencia y técnica progresan cuando tratan al hombre como si fuera una cosa y, dados sus prodigiosos hallazgos, a veces suscitan el malentendido de hacernos parecer sustituibles. Pero no: nuestra dignidad es un diamante que no envejece. Ahí están para recordárnoslo las obras de la cultura humanística —literatura, filosofía, arte, historia, música— que, por la exhibición de la belleza de la dignidad y su constante lucha, nos enseñan a amarla y a sentirla.

No necesito demonizar los avances tecnológicos. Al contrario, bienvenidos sean: a la larga, nos liberarán de penosas servidumbres y nos darán tiempo para poseernos a nosotros mismos, donde encontraremos la joya que el progreso científico no puede darnos.

Ciencia y tecnología son los mayordomos que, cuando están bien entrenados, hacen más bella la vida de su señor.

El valor de la pesca sostenible

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El valor de la pesca sostenible

Un barco de pesca artesanal sostenible en Mangily (Madagascar) después de recoger las redes.

La sobrepesca no es un problema nuevo. La excesiva explotación de los caladeros se remonta a los tiempos en que las ballenas generaban leyendas como la de Moby Dick y el capitán Ahab. Hoy, estos grandes mamíferos marinos subsisten a duras penas: han desaparecido caladeros enteros de otras especies y las alertas de riesgo de extinción se multiplican. Mientras se mira de reojo a la cada vez más activa acuicultura, la FAO aboga por la Transformación Azul.
MELCHOR DEL VALLE

El último informe sobre El estado mundial de la pesca y la acuicultura (informe SOFIA), publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, en junio de 2022 –con datos de 2020–, indica que la producción pesquera y acuícola total alcanzó un máximo histórico de 214 millones de toneladas, de las que 178 millones corresponden a animales acuáticos y 36 millones a algas. Los datos se refieren tanto a la producción oceánica como a la continental. Y los de pesca solo tienen en cuenta la legal desembarcada y no la accidental, lógicamente. Para darse una idea, dicho volumen de captura y cría es similar a la producción de carnes de ave y cerdo juntas en el mismo periodo.

 


SEGÚN LA FAO, LA PRODUCCIÓN PESQUERA Y ACUÍCOLA MUNDIAL ALCANZÓ UN MÁXIMO HISTÓRICO DE 214 MILLONES DE TONELADAS EN 2020


 

El 89 % se destinó al consumo humano directo; y aquí viene un dato del informe que puede ayudar a contextualizar uno de los grandes problemas de la sobrepesca: los alimentos acuáticos aportaron en torno al 17 % de las proteínas de origen animal consumidas y alcanzaron el 23 % en los países de ingresos medianos bajos y más del 50 % en lugares de Asia y África. En otras palabras, la esquilmación de los caladeros significa hambre para muchas personas de países en desarrollo.

Un poco de historia.

A principios del siglo XIX –de vuelta a los tiempos de la novela de Herman Melville– se pescaban ballenas para obtener, principalmente, grasa para las lámparas de aceite. El resultado fue que la población de varias especies de estos mamíferos marinos se redujo en más de un 90 % hasta mediados del siglo XX, cuando se implementaron diversos programas de protección. Pero la moratoria internacional sobre la caza comercial de ballenas no llegó hasta la década de los 80. Aun así, en 2023, se siguen capturando unas mil ballenas anualmente por parte de flotas de países (Islandia, Japón y Noruega) que no han suscrito la moratoria. Tampoco aquí se tiene en cuenta la caza ilegal y la pesca accidental.

Lo descrito en el párrafo anterior se puede aplicar a otras muchas especies, varios de cuyos caladeros han desaparecido materialmente a partir de mediados del siglo XX, sobre todo en zonas más próximas a las líneas costeras. Fue la consecuencia de que los países desarrollados incrementaran su capacidad pesquera, dando lugar a un notable crecimiento de la pesca industrial y orillando a los pescadores locales. La disminución de capturas por sobreexplotación, a partir de ahí, fue llevando a buscar bancos de especies comerciales en aguas cada vez más profundas y a utilizar métodos de localización y pesca más precisos y sofisticados. El incremento de la sobrepesca fue tal, que a principios del presente siglo se estimó que la pesca industrial era la razón por la que la población de grandes peces, con el atún a la cabeza, fuese tal sólo el 10 % de la existente cincuenta años antes.

Producción mundial.

Según el informe de la FAO, la pesca de captura llegó a los 90,3 millones de toneladas, lo que representa un descenso del 4 % respecto de la media registrada en el periodo 2017-2019. China siguió siendo en 2020 el principal productor pesquero, seguido de Indonesia, Perú, Rusia, EE. UU., India y Vietnam. Entre todos ellos alcanzan casi el 49 % de la producción de captura mundial. Las especies más pescadas, según datos de la FAO, son la anchoveta (4,9 millones de toneladas), el abadejo de Alaska (3,5 millones) y el atún listado (2,8 millones).

 


LOS PAÍSES DESARROLLADOS INCREMENTARON SU CAPACIDAD PESQUERA, HACIENDO CRECER LA PESCA INDUSTRIAL Y ORILLANDO A LOS PESCADORES LOCALES


 

La producción animal acuícola, por otro lado, llegó en 2020 a los 87,5 millones de toneladas. Asia ha dominado la producción mundial durante las últimas décadas, produciendo el 91,6 % de los animales acuáticos y las algas del mundo en 2020. La «locomotora» de esta situación también es China, que ha producido más animales acuáticos y algas cultivados que el resto de los países juntos. Por continentes, Egipto es el principal productor de África, Chile lo es de América y Noruega, de Europa.

Pesca sostenible.

Si queremos seguir contando con una fuente de proteína animal que no necesita suministro de agua dulce ni terreno de cultivo y que apenas genera gases de efecto invernadero –léase animales acuáticos– es imprescindible que los procesos de pesca respeten la vida de un número suficiente de individuos que permita a la especie reproducirse de forma adecuada. Esta es la esencia de lo que se considera pesca sostenible, que lleva añadido el respeto a la función y diversidad de los ecosistemas. Un aspecto, este último, en el que las flotas de arrastre reciben la mayoría de las críticas, porque su arte de pesca se lleva por delante todo lo que encuentra a su paso, dañando los ecosistemas y reduciendo su capacidad para mantener el ciclo vital de las especies comerciales. La UE, como ejemplo de preocupación por la sostenibilidad pesquera, ha hecho público un acuerdo del Parlamento (junio de 2023) para controlar más el exceso de pesca y que se cumplan las normas de la Política Pesquera Común.

 


LOS PAÍSES QUE MÁS PESCAN, CON CHINA A LA CABEZA, LLEGAN AL 49 % DE LA PRODUCCIÓN DE CAPTURA MUNDIAL


 

La necesidad de pesca sostenible también debe implicar a la acuicultura. Su actual realidad es que se capturan pequeños peces para alimentar a las especies más grandes cultivadas, con lo que se están restando recursos a los peces salvajes, que no podrán reproducirse por falta de comida. Esto es, al menos, lo que mantienen algunas organizaciones ecologistas. Sostenible, en el caso de la acuicultura, añaden, podría ser limitar las capturas a especies herbívoras, aunque esto es algo que se considera complicado en el sector. También cabe buscar métodos de alimentación que permitan el correcto desarrollo de los animales acuáticos de cría, a lo que hay que añadir una correcta gestión para mantener la calidad de los productos y evitar la contaminación, por exceso de individuos, en los criaderos.

‘Transformación Azul’.

Esta estrategia promovida por la FAO, que los propios autores califican de «visionaria», busca el equilibrio entre seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental, pero mira con «ojo inquieto», como el «hombre de casino provinciano» que cantó Machado, al cambio climático y sus efectos sobre el medio ambiente. Según Manuel Barange, director de la División de Pesca y Acuicultura de la organización, «La transformación azul es un proceso basado en resultados mediante el cual los miembros y asociados de la FAO pueden aumentar al máximo la contribución de los sistemas alimentarios acuáticos para mejorar la seguridad alimentaria, la nutrición y las dietas saludables asequibles, permaneciendo dentro de los límites ecológicos».

 


ASIA DOMINA LA ACUICULTURA MUNDIAL, ALCANZANDO EL 91,6 % DE LA PRODUCCIÓN DE LOS ANIMALES ACUÁTICOS Y LAS ALGAS DEL MUNDO


 

Hay razones para el optimismo, ya que las pesquerías explotadas de manera sostenible supusieron el 82,5 % del volumen de los desembarques de 2019, porcentaje 3,8 % superior al registrado desde 2017. Pero lo evidente es que la puesta en marcha de medidas contundentes desde los poderes políticos internacionales es ya urgente, porque según los últimos datos obtenidos por la FAO, «unos 58,5 millones de personas trabajaban en el sector; de ellas, aproximadamente el 21 % eran mujeres. Se estima que las vidas y el sustento de alrededor de 600 millones de personas dependen, de alguna manera, de la pesca y la acuicultura».

Pesca sostenible frente al hambre

Hoy hay cerca de ochocientos millones de seres humanos en el mundo que tienen escasez de alimentos. Para 250 millones, la situación es de hambre aguda o, directamente, inanición, según la ONU. Añadido el crecimiento de población previsto, un incremento de dos mil millones de personas para 2050, el planeta tendría que producir un 70 % más de alimentos para satisfacer las necesidades de la población, según cálculos de la FAO.

La ‘Transformación Azul’ que promueve la FAO tiene como primer objetivo la intensificación y expansión sostenible de la acuicultura, con la mirada puesta en aumentar la producción acuícola mundial de entre el 35 y el 40 por ciento para 2030. Se prevé, además, dice la agencia de Naciones Unidas para la alimentación, «que la producción de alimentos acuáticos aumente en un 15% adicional para 2030». Y, añade, que el crecimiento debe ser social y económicamente sostenible, además de minimizar las consecuencias del cambio climático.

Acuicultura: nada nuevo bajo el agua

La idea, y necesidad, de criar animales acuáticos tiene varios milenos. Se sabe que los chinos ya criaban carpas en el año 2000 antes de nuestra Era. Los antiguos griegos, según contaba Aristóteles, cultivaban ostras. Y de los romanos sabemos que usaban piscinas para la cría y engorde de peces o para mantenerlos vivos tras la captura y que llegasen así frescos a las mesas.

España es el primer productor acuícola de la Unión Europea. Hay más de 5 000 piscifactorías o granjas que producen en torno al 25% de los animales acuáticos que se consumen en el país. Una gran parte de esa producción procede de los cultivos de mejillón en las bateas de las que cuelgan las maromas donde se adhiere el molusco. España es el segundo productor mundial de mejillón, tras China. Este país es también uno de los principales destinos de las exportaciones españolas de pescado y preparaciones de la pesca.

Canales de cría del esturión naccarii en Riofrío (Granada).

Para saber más

El estado mundial de la pesca y la acuicultura: hacia la transformación azul. Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2022).

Living Blue Planet Report: Species, habitats and human well-being. WWF y Zoological Society of London (2015).

Sea Around Us: fisheries, ecosystems and biodiversity. U. de Columbia Británica y U. de Australia Occidental. Editores: Pauly D., Zeller D., Palomares M.L.D. Mapa interactivo. Datos 2020.

«El futuro de la pesca en España», por Basilio Otero

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BASILIO OTERO,
presidente de la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores

“En España carecemos de relevo generacional debido, en gran parte, a la burocracia y a las trabas que normas y más normas nos imponen"

El futuro de la pesca en España

España es potencia pesquera en la Unión Europea. No hay mar en el mundo en el que no esté un barco con capital o bandera española. Somos referencia en el cumplimiento de leyes nacionales e internacionales.

El problema fundamental es que, a pesar de estas buenas prácticas, carecemos de relevo generacional, debido en gran parte, a la burocracia y a las trabas que normas y más normas nos imponen desde Bruselas.

Paradójicamente en la Unión Europea el 70% del pescado que se consume es de importación de terceros países que no cumplen con las exigencias medioambientales ni sociales que aquí tenemos. A pesar de lo dicho la normativa es cada vez más exigente para los pescadores y pescadoras europeos y europeas.

Hay que decir que una parte de esa culpa es nuestra, pues carecemos de didáctica explicando las bondades de ser pescadora o pescador. Hemos sido una profesión demasiado corporativista y solo hay noticias cuando se trata de hechos luctuosos. Es necesario tener una didáctica hacia la sociedad en la que pongamos en valor nuestra profesión.

Siendo conscientes de que los trabajos primarios entran en decadencia a medida que un país prospera, solo tenemos que mirar nuestro entorno europeo en donde los países del norte tienen menos unidades pesqueras, pero más eficientes. Debemos poner en valor las tecnologías y el avance en habitabilidad que experimentamos en los buques.

Otro factor que nos limita es la normativa incesante, pues nos acogota. Pongo varios ejemplos:

La potencia de los buques es considerada capacidad extractiva, cuando no es cierto. Cuando se empezó a limitar la extracción consideraron que esta era la mejor medida. Han pasado muchos años y a día de hoy, con las cuotas y totales admisibles de captura, TAC, no es una medida que sirva. Sin embargo, esta potencia es seguridad, conciliación familiar, descanso de la tripulación y frescura en el pescado.

Ejemplo de buenas prácticas es el RMS, Rendimiento Máximo Sostenible, que es el máximo que se puede capturar de una especie sin poner en peligro su futuro biológico. Había una fecha límite para poder alcanzarlo, el año 2020, pero la gestión hecha con muchos sacrificios por parte de la flota consiguió que este RMS se alcanzara en 2019, un año antes del tope.

El MAP de Mediterráneo, el multi anual plan implantado, hace insostenible la pesquería para muchos pesqueros. Hay que decir que en este mar no hay cuotas ni TAC prácticamente; se rige por días de pesca y en muchos casos hay barcos con menos de 110 días de pesca al año. Esto hace insostenible la empresa; no hay una actividad empresarial sostenible con menos de seis meses de facturación. Aunque se está pidiendo una revisión científica después de casi cuatro años de implantación, desgraciadamente en la Unión Europea nadie escucha, a pesar de que estamentos como la FAO en su último informe hace referencia a la recuperación de especies, stocks, y a su buena perspectiva de futuro.

Las aguas desde el golfo de Cádiz hasta las costas irlandesas se cerraron a la pesca en septiembre del año pasado; los informes científicos utilizados fueron del año 2011. Es algo incomprensible pues había datos enviados del año 2021. Por si esto fuera poco se utilizaron datos de arrastre para artes de pesca tan diferentes como las redes o los anzuelos (en otro artículo sería necesario explicar las diferencias que existen entre estas artes).

Aunque el Reino de España ha recurrido esta norma, el problema es que la justicia europea es lenta y se estima que el fallo tardará tres años, cuando las consecuencias se están notando desde septiembre de 2022, con un descenso en la facturación de estas artes de pesca que ronda el 30%.

Se pidió un nuevo informe con datos más actualizados que, después de múltiples retrasos, llegó hace pocas semanas y en el que lejos de rectificar se proponen más zonas de cierre. Hay que decir que estas zonas de cierre vienen propiciadas por la protección de especies vulnerables de esponjas, plumas… Es decir: se adoptan en aquellas zonas en la que existen o pueden existir estas especies. La primera pregunta es sencilla: si estas zonas prohibidas llevan siendo utilizadas por los pescadores desde hace más de ocho décadas y lo que se persigue es conservar especies de lento crecimiento, como el coral de aguas frías que, a día de hoy, existen en esas zonas… ¿Alguien se ha parado a pensar que si siguen ahí es porque no se capturan, corroborando la afirmación que hace la gente del mar que asegura que no las pesca ni daña? Esto me recuerda a otra pataleta de la Unión Europea con los cetáceos y la interacción de pesqueros con estos mamíferos. En aquel caso llevábamos a bordo científicos y se demostró que la interacción de la flota española era cero ya que en nuestro país está prohibida la pesca pelágica, que es la que se realiza con artes que se utilizan en la superficie, que es la zona por donde estos mamíferos se desplazan principalmente.

Lo aquí descrito es un breve resumen de los retos que afrontamos. Confío en el futuro de la pesca española, aunque quizá sea diferente a la que conocemos y eso hará que las zonas de litoral se transformen, pues una de las ventajas de la pesca es la fijación de población en el litoral.

¡No se puede dejar de consumir pescado para estar sanos saludables y ser felices!

A cuestas con la inflación

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A CUESTAS CON LA INFLACIÓN

La inflación tiene en cuenta todos los bienes y servicios con que se comercia en un país o zona económica.

Desde hace algunos años, sobre todo después de que un virus de origen chino se hiciera con el control sanitario del mundo y un megalómano de origen ruso decidiese invadir un país vecino, una de las palabras más repetidas en medios informativos, conversaciones políticas y hasta en charlas de bar es «inflación». Y bueno, sí: es un problema. Por eso los bancos centrales buscan atajarlo controlando los tipos de interés y los gobiernos mirando con lupa sus cuentas. Algo que no afecta a todos por igual y, mucho menos, a países de distintas áreas geográficas, que en algunos casos la padecen muy en positivo y en otros muy en negativo.
MELCHOR DEL VALLE

Aunque no tengamos ni idea de economía, todos hemos experimentado que cuando nos dicen que sube la inflación, en la realidad cotidiana compramos menos cosas con la misma cantidad de dinero. Tiene que ver con el índice de precios al consumo, IPC, claro; pero no son lo mismo. El IPC recoge la variación de precios en una muestra representativa de bienes y servicios; la inflación tiene en cuenta todos los bienes y servicios con que se comercia en un país o zona económica.

Nuestros temores.

Una encuesta realizada por IPSOS en enero y febrero de 2023, en la que participaron 19.500 personas de 29 países, concluyó que la mayor preocupación de los entrevistados, un 43% de ellos, es, precisamente, la inflación. Once puntos porcentuales por debajo, 32%, están la pobreza y la desigualdad social; y relegan al crimen y la violencia (27%), al desempleo (27%) y a la corrupción financiera y política (25%) al tercer, cuarto y quinto lugar, respectivamente. Los acontecimientos y los varapalos al bolsillo de los consumidores en 2022 son, con toda probabilidad, los generadores de tal temor.

 


LOS COSTES ENERGÉTICOS SON LOS MAYORES CONTRIBUYENTES AL CRECIMIENTO DE ESA TEMIDA INFLACIÓN


 

Si miramos a nuestras economías personales, las facturas mes a mes nos dicen alto y claro que los costes energéticos son los mayores contribuyentes al crecimiento de esa temida inflación, en nuestras casas y en todo el mundo. Tensiones geopolíticas, por un lado, y reducciones en la producción, por otro, han hecho que se desbaratasen las previsiones de todos los agentes económicos internacionales. Unos cálculos en los que entran en juego aspectos como los tipos de interés que imponen los bancos centrales o la evolución de la economía, pero que tienen poco recorrido en cuanto hay un acontecimiento fuera de lo habitual.

Los más y los menos.

Como en casi todo, la inflación afecta de distinta manera a los diferentes países y las causas de esas diferencias, a mayores de las variaciones en el coste de productos y servicios, tienen su origen en decisiones políticas, no siempre de tipo bélico. La devaluación de la moneda o el intento de compensar una caída del producto interior bruto, PIB, mediante un incremento de impuestos son ejemplos de medidas políticas que pueden provocar inflación. Por eso, a la hora de comparar los datos de los diferentes países, es conveniente tener en cuenta sus diferentes realidades sociales y políticas, además de las económicas.

 


LUXEMBURGO (4,3%), ESPAÑA (6%) Y GRECIA (6,1%) ESTÁN A LA CABEZA DE LOS QUE MÁS HAN CONSEGUIDO CONTENER LA INFLACIÓN EN LA UE


 

Por otro lado, la gran mayoría de los Estados, por medio de sus sistemas oficiales de estadística, actualizan mensualmente (lo más habitual) sus datos, pero no todos, con lo que las comparaciones deben tener en cuenta la fecha en que se han tomado las cifras. En nuestro caso, hemos utilizado los porcentajes que ha obtenido la API Trading Economics, que solo recoge datos de fuentes oficiales, en los meses de enero y febrero de 2023, aunque en algún caso solo están disponibles los de diciembre de 2022. Según aquéllos, los países con mayor inflación son Líbano (190%), Venezuela (156%) y Argentina (102%). En el antepenúltimo puesto estaría Siria, pero sus últimos datos disponibles son de agosto de 2020 (139%) y no sería adecuada la comparación. En el otro lado de la tabla están Macao (0,77%), Baréin (0,8%) y China (1%).

Otros datos.

Un aspecto que puede resultar interesante, y revelador de cómo van intentando controlar las respectivas instituciones sus cifras de inflación, es conocer la variación entre el porcentaje inmediatamente anterior y el más actual. Así mirado, los que más han conseguido rebajar su índice son Zimbabue (-137,7%; de 230% a 92,3%), Sudán (-20,3%; de 86,6% a 63,3%) y Afganistán (-3,9%; de 9,1% a 5,2%). Donde se ha experimentado mayor incremento es en el Líbano (66%; de 124% a 190%), Sudán del Sur (16,9%; de 14,4% a 31,3%) y Egipto (6,1%; de 25,8% a 31,9%).

Entre las causas más importantes de los incrementos están las subidas de los alimentos, la vivienda o el transporte (Sudán del Sur, Egipto) o la devaluación de la moneda (el Líbano, Egipto). Las bajadas se deben a la intervención de los bancos centrales (Zimbabue) o a cierta estabilidad política intermitente (Sudán, Afganistán). En el periodo en que hemos tomado estos datos no se ha dado ninguna inflación negativa, pero sí en algunos momentos de los últimos años, como es el caso de Sudán del Sur, que en octubre de 2022 llegó a registrar un -12,73%. Este índice está relacionado con una importante caída de la economía a causa de la inestabilidad y la inseguridad.

Más de cerca.

Si miramos a nuestro entorno, la Unión Europea registra en febrero de 2023 una inflación media del 9,9%, 0,1 puntos menos que en el mes anterior. Luxemburgo (4,3%), España (6%) y Grecia (6,1%) están a la cabeza de los que más han conseguido contener la inflación; Hungría (25,4%), Letonia (20,3%) y Lituania (18,7%) son los que registran los índices más altos. Un poco más lejos, en el entorno europeo, tenemos a Liechtenstein y Suiza con índices envidiables (3,4%), aunque habrá que seguir muy de cerca la situación de los helvéticos tras la caída de uno de sus bancos comerciales de referencia. En el otro extremo, Turquía (55,18%) y Moldavia (25,9%). En el caso turco, que llegó a estar en un 85,51% en octubre de 2022, la contención de los precios parece haber sido la fórmula para los resultados y el optimismo, ya que quieren llegar cerca del 22% a final de 2023.

A mediados de marzo de 2023, la OCDE hacía públicas sus Perspectivas Económicas Provisionales con algún dato positivo: «Se prevé que la inflación general disminuya gradualmente durante 2023 en la mayoría de los países del G20: del 8,1% en 2022 al 5,9% en 2023 y al 4,5% en 2024. La razón de estas variaciones es una política monetaria más estricta, la disminución de los precios de la energía después de un invierno suave en Europa y la disminución de los precios mundiales de los alimentos. Sin embargo, la inflación subyacente sigue siendo persistente, sostenida por los fuertes aumentos de los precios de los servicios y las presiones de costes de los ajustes en los mercados laborales». Cabe recordar que la inflación subyacente no tiene en cuenta los productos frescos y ni la energía. El informe rebaja la tasa de inflación que prevé para España en 2023, del 4,8% al 4,2%, por debajo de la media de la Eurozona (6,2%).

«The economy, stupid!».

La frase, seguramente lo recuerdan, la utilizó Bill Clinton en 1992 durante la campaña electoral que le llevó a la presidencia, frente a George Bush padre. La idea era oponer «las cosas de comer» de los votantes a los «grandes logros» como el fin de la Guerra Fría o la del Golfo Pérsico. Eran tiempos, por cierto, en los que la inflación de EE.UU. estaba en torno al 1,5%; en febrero de 2023 está al 6%.

Estamos acostumbrados a ver y escuchar información sobre, por ejemplo, cómo los bancos centrales suben los tipos de interés como método para contener la inflación; pero si los ciudadanos estamos pagando un préstamo hipotecario a interés variable o necesitamos un préstamo al consumo, por ejemplo, el remedio macroeconómico va a perjudicar a nuestra microeconomía personal. Y esto sucede mientras los factores que contribuyen al incremento de los precios, a subir la inflación, por tanto, también nos afectan al bolsillo: pagamos más por los alimentos, la energía, la vivienda… Entonces luchamos por ganar más, recuperamos capacidad de consumo y esto hace que siga subiendo la inflación. Es un vertiginoso círculo vicioso que no todo el mundo es capaz de parar. Nos queda buscar a los que sí lo son; y a los demás, cabe recordarles que se dediquen a lo suyo, porque «es la economía…».

El peso de las distintas partidas

Una forma de comprender cómo nos afecta a cada uno el índice de inflación que publican los organismos estatales de estadística, el INE, en el caso de España, es saber el peso que las diferentes partidas tienen en el cálculo de los precios al consumo.

En España, las categorías más importantes son alimentos y bebidas no alcohólicas (23% del peso total); vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (14%); restaurantes y hoteles (13%); y transporte (13%). El índice también incluye ocio y cultura (6%), bienes y servicios varios (6%), ropa y calzado (6%), mobiliario y equipamiento y mantenimiento domésticos (6%), salud (4%), comunicaciones (4%), bebidas alcohólicas y tabaco (3%) y educación (2%).

El coste de la energía

Aunque el peso de la partida de energía sea menos importante que la cesta de la compra en el cálculo de la inflación, cuando petróleo y gas, básicamente, disparan sus precios, su influencia va más allá del puro cálculo porcentual, porque impacta en la producción y distribución de productos de primera necesidad, en el transporte y en multitud de servicios. Es la razón por la que los costes energéticos están siempre en el «ojo del huracán».

En la Cumbre de DAVOS de 2022, Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía, dijo que «el mundo se encuentra en medio de su primera crisis energética verdaderamente global. La respuesta no es combustibles fósiles adicionales, sino poner esfuerzos en la transición energética». En ese momento el índice de precios de la energía (petróleo, gas, carbón y propano) era de 306,67 y llegaría a 376,41 en agosto; quizás de ahí la preocupación de Birol. Dicho índice había escalado a esas cifras desde los 55,89 de marzo de 2020. En enero de 2023, el índice bajó un poco, hasta 223,27.

Para saber más

A Fragile Recovery.
OECD Economic Outlook, Interim Report March 2023.

Perspectivas de la Economía mundial. Actualización.
Fondo Monetario Internacional, enero de 2023.

Inflation Rate.
Trading Economics (actualización mensual).

«El clasista impuesto de los pobres», por Juan José Morodo

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JUAN JOSÉ MORODO,

periodista

“En España, hay quienes ven la solución en un "pacto de rentas" antes de que todo se descontrole, una medida excepcional impulsada por el Gobierno"

El clasista impuesto de los pobres

La inflación es el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios existentes en el mercado durante un determinado periodo de tiempo y refleja la disminución del poder adquisitivo de una unidad monetaria. Su medida más frecuente es el Índice de Precios de Consumo (IPC), que corresponde al porcentaje de la variación general de estos en el tiempo. Es el problema económico más grave que sufren la economía española y casi todas las economías del mundo.

Según el último Eurobarómetro, la inflación es hoy la mayor preocupación de los ciudadanos europeos y, particularmente, de los españoles, a los que inquieta aún más que el mismísimo desempleo. Reduce la capacidad de compra de quien no puede aumentar sus ingresos en la misma proporción que suben los precios; se ensaña más cuanto menos pudiente es la renta del hogar y tiene, por tanto, carácter clasista, de ahí que muchos economistas la hayan bautizado como el «impuesto de los pobres», pero también afecta negativamente a la rentabilidad del ahorro y a la inversión.

En general, la inflación se genera cuando la demanda supera con creces a la oferta y provoca empobrecimiento, porque al deteriorarse el principal instrumento de intercambio, la moneda, empeora el funcionamiento de todo el sistema económico. Cuando proviene del exterior, como la que produce un shock energético en países fuertemente dependientes como España, el país en su conjunto se empobrece. Cuando se centra en productos y servicios de primera necesidad, como los alimentos o la energía, es especialmente dañina con los ciudadanos de renta más baja, a los que además anula la mínima capacidad de ahorro.

Los guardianes de la estabilidad de los precios y por tanto de que la inflación no se dispare son los bancos centrales. En el caso de la eurozona, el Banco Central Europeo (BCE) tiene fijado un objetivo de inflación del 2% a medio plazo, incompatible a todas luces con los ingentes estímulos que todas las autoridades monetarias han inyectado en la economía internacional para combatir el impacto, primero, de la pandemia de Covid, y, después de la guerra en Ucrania.

Así como los bancos centrales están entre la espada y la pared (suben los tipos para contener la inflación con riesgo de pasarse y perjudicar al crecimiento), la caída en la capacidad adquisitiva exacerba la demanda de subidas salariales, justificada en muchos casos. Pero, si los sueldos escalan de forma igual de vertiginosa que los precios, existe el peligro de entrar en una espiral destructiva: un aumento pronunciado de los sueldos para contrarrestar la inflación puede producir un aumento en los costes de producción, lo que llevaría a un nuevo aumento de los precios y vuelta a la casilla de salida.

En España hay quienes ven la solución en un «pacto de rentas» antes de que todo se descontrole; una medida excepcional impulsada por el Gobierno para repartir el impacto de la inflación entre los agentes económicos (patronal y sindicatos, pero también los hogares). Su objetivo es evitar que se desencadene la citada retroalimentación del aumento de precios y de costes. Tal espiral de precios y salarios tendería a enquistar la inflación como una losa para la recuperación económica, por lo que, una vez comprobado que la inflación no es un fenómeno pasajero como autoridades y supervisores llegaron a creer, debería transmitirse la idea de que todos los perceptores de rentas de un tipo u otro deben compartir equitativamente su pesado coste.

El pacto de rentas entre los representantes de los trabajadores y de los empresarios supondría, en teoría, que los primeros aceptarían moderar las subidas de los salarios más de lo que cabría exigir por la inflación, teniendo en cuenta los márgenes empresariales, mientras que las empresas se comprometen a subidas ligeras de los sueldos, mantener el empleo y una senda moderada de incremento de los precios que no compense por completo el encarecimiento del coste del trabajo y de la producción.

La cláusula de revisión salarial vinculada al IPC en los convenios colectivos planteada por los sindicatos y la exigencia por los empresarios de que pensionistas y funcionarios entren en el reparto de costes son puntos de desencuentro que alejan tal solución solidaria.

Mientras, los ciudadanos contemplan con preocupación los precios marcados en los anaqueles de los establecimientos a la hora de hacer sus compras a la vez que el Banco de España calcula que el precio de los alimentos, la partida que más pesa en la ponderación del IPC (casi una cuarta parte), no ha alcanzado su cota más alta y estima que, a pesar de medidas gubernamentales como la reducción el IVA en ciertos productos, la inflación de estos «no ha hecho pico» y superará el 12% en 2023 (16,6% en febrero), cuatro puntos más que su anterior estimación de diciembre de 2022, con productos tan básicos como las legumbres y las hortalizas o las frutas a la cabeza de las subidas.

Y aún peor. La inflación subyacente, aquella que excluye los alimentos no elaborados y los productos energéticos, se mantiene persistente por encima del índice general, en cotas no vistas en casi cuatro décadas y como un peligroso monstruo todavía más difícil de combatir.

Soluciones extraordinarias aparte, y más allá de analgésicos coyunturales, sólo un examen eficaz de la cadena de formación de precios, muy especialmente en el grupo de los alimentos, pero también en la vivienda (alquileres) y en aquellas relacionadas con el turismo (hoteles, cafés y restaurantes) hará posible que la lucha contra el dolor de cabeza de la inflación dé el fruto deseado.

Entrevista a Lionel Galliez, presidente de la Unión Internacional del Notariado

ALDEA GLOBAL

Lionel Galliez,

presidente de la Unión Internacional del Notariado

En el reciente Congreso Internacional del Notariado celebrado en la localidad mexicana de Cancún, el francés Lionel Galliez resultó elegido presidente de la Unión Internacional del Notariado (UINL) por un mandato de tres años. El notario parisino expone para Escritura Pública las líneas maestras de su legislatura.
JOSÉ M. CARRASCOSA,

Huella Digital

El nuevo presidente de la UINL tiene perfiles en Twitter @LionelGalliez y Linkedin donde mantiene una actividad constante.

¿Qué significa para usted representar a 200.000 notarios de 91 países?

Es un honor y una gran responsabilidad. Se trata, en efecto, de dirigir la organización internacional que representa a nuestra profesión y que, por tanto, tiene por objeto hablar en su nombre de las cuestiones que les conciernen a escala internacional. Por supuesto es un trabajo en equipo basado en el diálogo.

¿Cuáles son los objetivos esenciales de su mandato?

El programa de trabajo que presenté en mi elección incluye tres prioridades. La primera es continuar y dar primacía a la acción de nuestra Unión ante organizaciones internacionales como las Naciones Unidas o el Banco Mundial.

La segunda será tratar constantemente de ampliar y mantener los ámbitos de competencia de los notarios. El papel que desempeñan ahora los notarios españoles en la protección de las personas vulnerables ilustra perfectamente este objetivo.

La tercera consiste en elaborar un código de normas internacionales del Notariado. Se trata de proporcionar a cada presidente de un Notariado nacional un documento de referencia que le permita decir a su Ministro de Justicia: «eso es lo que piensa el Notariado Internacional sobre esta cuestión.»

Ha colaborado con instituciones supranacionales como la FAO, el Banco Mundial o las Naciones Unidas. ¿Cómo se presenta el futuro con estos organismos?

Estas colaboraciones tienen objetivos muy variables en función del tema de que se trate. Cuando hablamos con el Banco Mundial o con la OCDE, se trata de que se reconozca la especificidad del Derecho Continental y de la institución notarial que le es propia.

Debemos velar constantemente para que se respete nuestro modelo frente a las presiones de los representantes de la Common Law, que a menudo demuestran un proselitismo agresivo.

Con la FAO mantenemos una cooperación prolongada en el tiempo y muy constructiva. Su objetivo se ha centrado principalmente en la mejora de la seguridad de los títulos de propiedad y en la igualdad entre mujeres y hombres. Hemos elaborado conjuntamente una guía técnica que presenta el papel de los notarios y su misión de justicia preventiva.

¿Está satisfecho con el grado de aplicación de la Convención de Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad en la UINL y en los Notariados miembros?

Si hay un ámbito en el que los esfuerzos deben ser constantes y donde no hay que relajarse nunca ese es el del respeto a los más vulnerables, en general, y a las personas con discapacidad, en particular. Nuestra comisión de «Derechos Humanos», presidida por la notaria española Almudena Castro-Girona indudablemente tendrá que realizar una evaluación de esta aplicación para valorar los avances.

 

“EL NOTARIADO ESPAÑOL HA SIDO TRADICIONALMENTE UN PILAR SÓLIDO Y ACTIVO DE LA UNIÓN. QUIERO AGRADECER EL COMPROMISO DE SUS CONSEJEROS GENERALES”

 

La pandemia ha llevado a los notarios a adaptar su función a la nueva situación, recurriendo a videoconferencias y a las nuevas tecnologías con el fin de reducir el contacto con el ciudadano. ¿Considera que la profesión se reforzó tras la pandemia de COVID-19?

La pandemia nos ha obligado a usar nuevas herramientas con urgencia. A menudo es un avance que los ciudadanos valoran. Sin embargo, lo esencial es no sacrificar la autenticidad y su elevada exigencia de seguridad únicamente por la comodidad y facilidad que ofrecen las nuevas tecnologías. En general, resulta alentador constatar que los Notariados no han transigido con estos principios esenciales.

Muchos Notariados miembros de la UINL cuentan con importantes focos de pobreza. El Notariado ha desempeñado un papel decisivo en estas regiones con la puesta en marcha de proyectos como la identificación de los niños para evitar la trata de personas. ¿Qué tipo de iniciativas pueden adoptarse para mejorar estas situaciones de crisis humanitaria?

La identificación de los niños es un ejemplo perfecto de desafío jurídico y social sobre el que el Notariado puede alertar a organizaciones internacionales y gobiernos. La falta de identificación tiene consecuencias muy negativas al privar a quienes carecen de ella del acceso a la educación, los beneficios sociales, la salud y la representación política. Sin duda, tendremos que llevar a cabo nuevas iniciativas sobre temas tan variados como el estatuto de los refugiados, la igualdad entre hombres y mujeres, la prevención de conflictos, etc.

¿Se ha previsto alguna medida concreta para colaborar con el notariado ucraniano?

Lamentablemente, los medios de que dispone la Unión no le permiten llevar a cabo una acción sobre el terreno para hacer frente a este desafío. En cambio, su papel de coordinación de las iniciativas nacionales y de representación diplomática de nuestra profesión nos llevará a participar en todas las iniciativas destinadas a apoyar al Notariado ucraniano.

Bajo la presidencia de su predecesor, José Marqueño, la UINL reforzó su colaboración con las principales organizaciones internacionales de lucha contra el blanqueo de capitales (GAFI o FMI). ¿Cuáles son las líneas de acción que va a seguir a este respecto durante su mandato?

El presidente Marqueño hizo de la lucha contra el blanqueo de capitales una prioridad de la Unión. Evidentemente, se tratará de continuar con esta acción colaborando activamente con las organizaciones internacionales y participando en los programas de lucha contra estos delitos económicos.

Otra prioridad de su mandato será la formación con la Universidad del Notariado Jean Paul Decorps o la nueva plataforma educativa virtual…

La fuerza de nuestra Unión y su riqueza reside en la diversidad de nuestras prácticas y sistemas jurídicos. Naturalmente, la formación seguirá siendo una prioridad de esta legislatura.

El Notariado español está representado al más alto nivel en la UINL. ¿Qué piensa de la actividad de nuestro país?

Su Notariado ha sido tradicionalmente un pilar sólido y activo de la Unión. Quiero agradecer el compromiso y el trabajo de los consejeros generales españoles que participan en nuestra acción. Me siento afortunado de poder contar con ellos, porque la clave del éxito de una organización internacional como la nuestra reside en el trabajo en equipo.

Epidemias: entre virus y bacterias

ALDEA GLOBAL

EPIDEMIAS: ENTRE VIRUS Y BACTERIAS

Gripe, SIDA, Covid-19, VRS, polio, cólera, ébola, viruela del mono, infecciones por estreptococo A… Nuestra mejor arma, la prevención.

Son dos palabras, virus y bacterias, que, como mínimo, nos hacen torcer el gesto. Hace algunos años, el mundo científico se mostró optimista al considerar que antibióticos y vacunas serían el fin de las enfermedades de origen infeccioso que nos han tenido en vilo a lo largo de la historia. Y sí, pero no. La población mundial está más segura, cierto; aunque dejar de ver la realidad de lo que nos rodea, sin llegar a la hipocondría, no es buen plan para nadie.
MELCHOR DEL VALLE

La curiosidad científica por saber cómo ha llegado nuestro planeta a ser como es y, sobre todo, cómo surgió la vida en un mundo textualmente en ebullición ha llevado a los científicos a diversas hipótesis, entre las que bacterias y virus se llevan el protagonismo por acumular el mayor número de menciones con la etiqueta de «ancestro». Sea como sea, lo que parece indiscutible es que el hombre viene conviviendo desde siempre con microorganismos unicelulares y con moléculas de ADN o ARN. Es decir: compartimos existencia con agentes creadores de vida, pero también capaces de matarnos.

De antibióticos y vacunas. Los datos para el optimismo de los científicos, que antes citábamos, son relativamente recientes. Es difícil imaginarnos hoy sin antibióticos, aunque no llevan mucho tiempo entre nosotros tal y como los conocemos. Su empleo generalizado apenas tiene setenta años de historia, pero dio un giro total al panorama de las enfermedades infecciosas causadas por bacterias. Y no hablamos solo de remediar padecimientos mortales, como la tuberculosis, la sífilis, la neumonía o la septicemia, sino de prevención en áreas quirúrgicas, puesto que permiten llevar a cabo intervenciones complejas y de larga duración con un riesgo bastante bajo de infecciones.

Un poco más antiguas son las técnicas de vacunación. El pionero fue Edward Jenner, en1796, desarrollando una vacuna contra la viruela. El sistema de infectar a personas sanas con virus atenuados, para que desarrollen defensas capaces de enfrentarse con eficacia a un agente concreto, es lo único que viene funcionando frente a esas secuencias de ARN o ADN que llamamos virus. Es verdad que han empezado a desarrollarse medicamentos antivirales, pero no es menos cierto que aún queda mucho por hacer en este terreno y que estos preparados no eliminan a los virus, sino que evitan su reproducción en la persona infectada. También es cierto que la pandemia de la covid-19 trajo un avance repleto de ventajas en las técnicas de vacunación: la inmunización con ARN mensajero –en vez de los virus atenuados–, que enseñan a las células a producir una proteína, o una parte de ella, capaz de desencadenar la respuesta inmunitaria.

Y llegó 2023. Nos hemos acostumbrado de tal manera a escuchar cosas como que «volvemos a la situación previa a la pandemia», que no somos muy conscientes de que el SARS-CoV-2 sigue circulando a sus anchas entre nosotros. De hecho, la calificación de «pandemia» no ha desaparecido de las alertas de la OMS (decimocuarta reunión del Comité de Emergencias del Reglamento Sanitario Internacional, 30 de enero de 2023). El organismo internacional de salud sigue hablando de un número de muertes por covid-19 muy alto, en comparación con otras infecciones respiratorias, y de constantes variantes del virus con efectos impredecibles. Se nos olvida, también, que el VIH, causante del SIDA, aún sigue ahí. Según Anthony Fauci, uno de los mayores expertos mundiales en enfermedades infecciosas (se hizo popular por ser uno de los principales miembros del Grupo de Trabajo sobre el Coronavirus de la Casa Blanca y por sus desavenencias con Trump), «más de 84 millones de personas han sido infectadas con el VIH, de las cuales 40 millones han muerto. Solo en 2021, 650.000 personas murieron por afecciones relacionadas con el SIDA y 1,5 millones se infectaron recientemente. Hoy en día, más de 38 millones de personas viven con el VIH» (datos de diciembre de 2022).

 


LOS EXPERTOS SANITARIOS PIDEN PRECAUCIÓN TRAS LOS RETRASOS EN LAS CAMPAÑAS DE VACUNACIÓN PROVOCADOS POR LA EPIDEMIA DE COVID-19


 

Si hablamos de enfermedades respiratorias, la temporada otoño-invierno ha llegado con brotes significativos de gripe y virus respiratorio sincitial (VRS). Los investigadores están de acuerdo en que los dos años de precauciones con la covid-19, tales como uso de mascarillas y aislamiento, han favorecido la propagación de ambas infecciones al haberse debilitado nuestras defensas. Frente a la gripe tenemos vacunas. Frente a VRS no; y se ceba en ancianos, inmunodeprimidos y niños de corta edad, provocando bronquitis fatales para los pacientes. A esto hay que añadir otro problema llamado estreptococo A. Esta bacteria se suele aliar con los virus respiratorios y agravar sus repercusiones. Las cifras oficiales indican que más de 18 millones de personas padecen actualmente una enfermedad grave causada por el estreptococo A, responsable de algo más de medio millón de muertes anuales.

 


FRENTE A LA GRIPE TENEMOS VACUNAS. FRENTE A VRS NO; Y SE CEBA EN ANCIANOS, INMUNODEPRIMIDOS Y NIÑOS DE CORTA EDAD


 

Otros peligros. Desde África se expandió a más de un centenar de países la ‘viruela del mono’, epidemia detectada en Europa en mayo de 2022. Desde entonces hay más de 82.000 casos confirmados de esta infección en el mundo. En ese mismo continente, más concretamente en Uganda, ya se está trabajando para intentar contener un brote de Ébola provocado por la denominada «variante Sudán». A principios de 2023, se contabilizaban más de un centenar y medio de casos, con un índice de mortalidad del 37 %. Uno de los grandes problemas de esta variante es que no se ha desarrollado aún una vacuna para ella. Si miramos hacia Haití, en el último trimestre de 2022 se han registrado más de 10.000 diagnósticos de cólera, que han sido fatales para los infectados en un centenar de casos. La contaminación de agua y alimentos, a causa de unas precarias condiciones higiénicas, está en el origen del problema. La epidemia de cólera es reincidente en el país caribeño, donde tras el terremoto de 2010 fallecieron miles de personas por su causa, pero no es ajena a otros países de Asia y África.

No abandonemos el capítulo de la contaminación de las aguas sin hablar de la poliomielitis o polio, como también se conoce abreviadamente a esta infección que afecta principalmente a los niños. Tras la II Guerra Mundial, los programas internacionales de vacunación frente al poliovirus lograron reducir la expansión de la enfermedad a su mínima expresión, salvo en zonas de Pakistán y Afganistán, donde hay poca cobertura vacunal. Las guerras y los conflictos internos de varios países del llamado Tercer Mundo están detrás de diversos brotes, como los que se registran en Yemen. Pero también hay ya alertas en los países más desarrollados, como Estados Unidos e Israel. El número de casos no es significativo, pero los expertos sanitarios piden precaución tras los retrasos en las campañas de vacunación provocados por la epidemia de covid-19 y, sobre todo, tras haber comprobado en los análisis de aguas residuales de Nueva York, Jerusalén y Londres (estudio durante 2022) que hay presencia de poliovirus.

 


ES DIFÍCIL IMAGINARNOS HOY SIN ANTIBIÓTICOS, AUNQUE NO LLEVAN MUCHO TIEMPO ENTRE NOSOTROS


 

Lo que se puede hacer. Anthony Fauci, al que antes citamos, renunció a finales de 2022 a su puesto en el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de EE. UU., donde ha sido médico-científico durante 54 años y director durante 38 años; ello, a pesar de que se comprometió con Biden a mantenerse como director hasta las elecciones de 2024. Poco antes de su adiós, dijo que «hoy en día, no hay razón para creer que la amenaza de infecciones emergentes disminuirá, ya que sus causas subyacentes están presentes y lo más probable es que aumenten. La aparición de nuevas infecciones y la reaparición de las antiguas son, en gran medida, el resultado de las interacciones humanas y la invasión de la naturaleza. A medida que las sociedades humanas se expanden en un mundo progresivamente interconectado y la interfaz humano-animal se ve perturbada, se crean oportunidades, a menudo ayudadas por los cambios climáticos, para que surjan agentes infecciosos inestables, salten especies y, en algunos casos, se adapten a la propagación entre los humanos».

La mejor arma: la prevención

Los epidemiólogos no dejan de recordar que nuestra mejor arma para enfrentarnos a estos diminutos, pero letales, enemigos es la prevención. Y esto, en un triple sentido: actualizar los programas de vigilancia sanitaria, cosa que la OMS y los centros de prevención y control de enfermedades deben tener grabado a fuego; extremar las campañas de vacunación intentando que lleguen a todos los lados, lo que es imprescindible para las poblaciones menos desarrolladas, pero también para el resto del planeta debido a los flujos migratorios; y planificar una adecuada reserva de antibióticos y antivirales que permitan hacer frente a un brote de enfermedades infecciosas desde que es detectado.

Salud en la Unión Europea

Varios países de la UE han reportado un aumento de casos de infección por estreptococo A entre niños menores de 10 años. Concretamente, Francia, Irlanda, Países Bajos y Suecia. Siendo esta la causa más común de faringitis en niños de edad escolar, se calculan unos 616 millones de casos anuales en el mundo, sus efectos son leves y, en consecuencia, no revisten preocupación, salvo cuando están asociados a otras infecciones respiratorias de origen vírico. En cualquier caso, y aunque se han registrado fallecimientos infantiles (dos de ellos en España), los especialistas consideran que se trata de excepciones y que no se requieren precauciones adicionales.

En cuanto a las políticas sanitarias de la UE, y hasta la llegada de la covid-19, el gasto sanitario seguía centrándose mayoritariamente en la asistencia curativa y sólo el 3% del gasto sanitario total se destinaba a la prevención. En 2020, la mayoría de los países miembros aumentaron sustancialmente su gasto en prevención, al menos temporalmente, para financiar las pruebas, el rastreo, la vigilancia y las campañas de información pública relacionadas con la pandemia, pero también proyectando la experiencia en una planificación general de prevención.

Por si las dudas

Emerging Pandemic Diseases: How We Got to COVID-19. David M. Morens y Anthony S. Fauci. Cell Press (2020). 

Noticias sobre brotes de enfermedades.
OMS Emergencias. Actualización permanente.

Health at a Glance: Europe 2022. STATE OF HEALTH IN THE EU CYCLE. OECD/European Union (2022)

«Mejorar el mañana requiere aprender del ayer», por Tomás Cobo

ALDEA GLOBAL

TOMÁS COBO CASTRO,

presidente de la Organización Médica Colegial de España

“La distribución irregular de las vacunas y del acceso a medicamentos y tratamientos que existe entre países ricos y pobres preocupan a la profesión médica"

Mejorar el mañana requiere aprender del ayer

Dicen que la vida nunca deja de sorprendernos y así, de manera fulminante, lo hizo en diciembre de 2019 con la confirmación del primer caso positivo en COVID19 en Wuhan, China, el epicentro de la pandemia. A partir de ahí, todos conocemos el resto de una historia que ha quedado escrita para la posteridad.

Aplicando las reflexivas palabras atribuidas al icónico escritor uruguayo Mario Benedetti, cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas, cada día se convirtió en un lienzo en blanco en el que -sin certezas, pero con esperanza- dibujar un nuevo mañana.

Muy pendientes y alerta ante nuevas informaciones, actualización de protocolos, adaptación continua y aprendizajes forzados, la realidad de la vulnerabilidad del ser humano nos cayó encima como un aguacero inesperado.

Al tiempo que los acontecimientos aplastaban sueños e incredulidad, fuimos conscientes de que los peligros para la salud de la población global son posibles y que siguen estando al acecho las amenazas que plantea el futuro y que impactarán directa o indirectamente en la salud comunitaria. Las enfermedades infecciosas, aunque prevenibles y controlables gracias al avance de la ciencia, a los descubrimientos en investigación, al conocimiento y a la experiencia, siguen siendo un motivo de preocupación, sobre todo en países y zonas en los que disponen de sistemas sanitarios muy débiles o directamente carecen de ellos sin posibilidades de acceso a los servicios básicos de salud y que siguen siendo zona cero de enfermedades ya erradicadas en los países desarrollados.

Estas desigualdades mundiales en el acceso a la salud no son problema de los países que las padecen, sino que es una cuestión que afecta a la humanidad en su conjunto. En un mundo globalizado, con flujos migratorios relevantes, y ante la magnitud de amenazas colectivas, la Organización Médica Colegial siempre ha recordado que los esfuerzos en vacunación y en prevención de enfermedades transmisibles tienen que responder a los principios de solidaridad y equidad. Porque no solo nos sirve aprobar el examen en ciencia, pero no en ética, en contundentes palabras de António Guterres, secretario general de la ONU.

Recientes datos de vacunación contra la COVID19 en el mundo reflejan que todavía hay países con un alarmante porcentaje de población vacunada con la pauta completa por debajo del 5% a fecha de enero de 2023: Papúa Nueva Guinea, Haití, Yemen y el más grave, Burundi, con tan solo un 0,2 por ciento de población que ha recibido la dosis completa.

La distribución irregular de las vacunas y del acceso a medicamentos y tratamientos que existe entre países ricos y pobres preocupan a la profesión médica en una doble vertiente: por una parte, porque contribuyen a mantener viva la tragedia de la desigualdad; por otra parte, porque su uso correcto y equilibrado puede ayudar a detener y controlar la propagación de virus transmisibles, e incluso su erradicación.

Y con vacunación no solo hay que aludir a la inmunización contra la COVID19, sino también contra el resto de infecciones como la difteria, el tétanos y la tosferina en la población infantil. Según datos reportados por la Organización Mundial de la Salud y UNICEF, 25 millones de menores no recibieron una o más dosis de la vacuna contra estas enfermedades en el año 2021, cifra que supone un descenso en vacunación infantil mundial: son 2 millones menos de niños vacunados en 2020 y 6 millones menos que en 2019.

Las organizaciones profesionales y las autoridades internacionales con competencias y capacidad tenemos la responsabilidad y la obligación de trabajar en planes mundiales de inmunización que cuenten con financiación adecuada y suficiente. Ayudar a los países en la producción, distribución y consumo de vacunas determinará el éxito de cualquier estrategia de inmunización. Si podemos hacerlo, debemos hacerlo.

En esta línea, acogimos con gran entusiasmo el anuncio de la creación de una agencia estatal de salud pública en nuestro país el pasado año 2022 porque la prevención también es Medicina. Es vital dotar de este espacio científico-profesional a los servicios de salud pública, que son el paso previo a la asistencia sanitaria porque sus estudios y registros permiten que podamos adelantarnos a la enfermedad y prepararnos ante epidemias y emergencias sanitarias. Mejorar el mañana requiere aprender del ayer.

Este organismo, que se dedicará a la prevención y control de enfermedades; a reforzar el sistema sanitario ante riesgo para la salud comunitaria; a la vigilancia, análisis, estudio y evaluación de políticas e intervenciones públicas; a la evaluación de contextos de riesgo para la salud de la población española –principalmente de carácter epidemiológico- y al asesoramiento técnico a las autoridades sanitarias competentes; desempeñará funciones tan necesarias para el cuidado de la salud como la seguridad alimentaria, la resistencia a los antibióticos y los problemas derivados de la zoonosis; y funciones de coordinación de todos los niveles administrativos con competencias en este ámbito, tan necesarias para garantizar la equidad.

No podemos afirmar que la vida no vaya a volver a sorprendernos, pero lo que sí podemos garantizar es que los médicos seguiremos estando al lado de los más débiles y los más quebradizos, que son los enfermos, porque es la esencia de nuestra profesión y el único motivo por el que decidimos dedicar nuestras vidas a ayudar a los demás.

La energía nuclear de nuevo

ALDEA GLOBAL

LA ENERGÍA NUCLEAR DE NUEVO

En 2021, un 10,5% de la electricidad que hemos consumido en el mundo provenía de centrales nucleares, según datos del OIEA.

A raíz de los dos grandes accidentes históricos en centrales nucleares, el de Chernóbil en 1986 y el de Fukushima en 2011, a la conciencia ecologista de que los residuos de esta forma de generar energía son altamente contaminantes durante años se unió otro gran argumento: son muy peligrosas. Pero no queríamos volver al carbón, las renovables progresaban despacio y el gas natural se reveló como la alternativa más limpia. Y nos fue bien, mientras tuvo un precio razonable y no se convirtió en moneda de cambio geopolítico. Desde 2021, la escalada de costes del gas es constante, afecta todo el mundo y nos hace volver a mirar a lo nuclear como recurso, aunque con miedo.
MELCHOR DEL VALLE

Lo cierto es que en ningún momento hemos dejado de producir energía de origen nuclear. En 2021, un 10,5% de la electricidad que hemos consumido en el mundo provenía de centrales nucleares, según datos del Organismo Internacional de Energía Atómica, OIEA. Otra realidad es que la cantidad de energía generada de esta manera en el planeta no ha dejado de crecer, aunque, visto por países o zonas geográficas, nos encontremos con abundantes dientes de sierra.

Un poco de historia.

La utilización de la fisión nuclear como fuente de energía es relativamente reciente. EE.UU. y la URSS, las dos superpotencias de mediados del siglo XX enredadas en la llamada «guerra fría», veían en esta fuente un filón inagotable para asuntos bélicos. De hecho, los submarinos nucleares de ambas tuvieron prioridad en la aplicación de esta tecnología. La primera central se construyó en Rusia, en 1954, para atender las necesidades de una pequeña población donde había un elevado número de centros de investigación. Dos años más tarde, en Reino Unido, se puso en marcha el primer reactor comercial, con sus modestos 50 Mw. EE.UU. se sumó al carro en 1957, tres años después de haber armado algunos submarinos con propulsión nuclear, poniendo en marcha en Pensilvania una central para uso civil.

 


EN 2021, LA CAPACIDAD DE GENERACIÓN NUCLEAR MUNDIAL DISMINUYÓ EN UN 1%, PERO SE INCREMENTÓ LA PRODUCCIÓN DE ELECTRICIDAD EN UN 4%


 

Y no es que entonces se pensase que la generación de este tipo de energía no fuese contaminante o peligrosa. Ya en 1952, el presidente estadounidense Harry S. Truman puso de manifiesto su contrariedad a llenar el país de reactores y se mostró más partidario de desarrollar la energía solar. Piénsese que en 1883 se había construido la primera célula solar y que en 1946 se habían probado las placas de silicio similares a las que ahora utilizamos. El desarrollo de esta tecnología chocó con la cruda realidad: eran tiempos en los que acabábamos de aprender a extraer petróleo en cantidad y de forma rentable y este, con sus derivados, se convirtió en una fuente de energía muy barata… hasta 1973. Fue cuando los países de la OPEP decidieron no vender a países occidentales, se produjo la llamada «primera crisis del petróleo» y todo el mundo se convenció de que la solución era la energía atómica. Hasta que se hizo más rentable el transporte de gas natural (el Northern Lights, con 5470 kilómetros de longitud, es de 1970) y volvimos a mirar mal lo que contaminan los residuos nucleares y lo peligroso de las centrales.

Reactores en el mundo.

El OIEA actualiza constantemente la información sobre el número de reactores en funcionamiento que hay en todos los países que utilizan esta fuente de energía. En diciembre de 2022 reportaba un total de 422 centrales activas, con 378,3 GW netos de potencia eléctrica instalada, y 55 más en construcción, que sumarían 58,9 GW al conjunto. Pero para poder visualizar el panorama internacional de la energía nuclear son necesarios unos datos que no se encuentran en la actualización, por lo que hace falta recurrir al informe del mismo organismo, Nuclear Power Reactors in the World (edición 2022), realizado al cierre de 2021 y con datos de ese año. En él puede verse que el número de centrales en funcionamiento era de 437 (15 más que en la actualidad), situadas en 32 países, con una capacidad operativa de 389,5 GW. Comparados los datos finales de 2021 con los de 2020, tenemos que la capacidad mundial disminuyó en un 1 %, rompiendo así un ritmo de crecimiento constante durante la última década, pero se incrementó la generación de electricidad en un 4 %. Aunque sea obvio recordarlo, una cosa es la capacidad operativa neta (lo que puede llegar a producir) y otra la energía realmente generada según la demanda.

La diferencia de cinco puntos entre ambas cifras se explica por la tendencia, en años pasados, de gran número de países a reducir la dependencia, o incluso prescindir, de la energía atómica. Pero desde el momento en que la crisis del gas se hizo presente, sobre todo en Europa con la amenaza, luego cumplida, del corte de suministro por parte de Rusia, se pidió a los reactores operativos rendir al máximo. Y se empezaron a revisar las políticas de reducción o abandono de esta forma de generar electricidad, empezando por el propio Parlamento Europeo, que en julio de 2022 la incluyó, aunque con matices, en la categoría de «verde» por ser una fuente de energía descarbonizada. Así, países como Alemania, que había previsto cerrar sus últimas centrales en 2022, Bélgica y Países Bajos han pospuesto o suspendido esta decisión. Japón, a pesar la decisión de abandonar la generación nuclear tras el accidente de Fukushima, ha modificado también sus planes y se plantea y construir nuevas centrales. Solo son algunos ejemplos.

 


YA EN 1952, EL PRESIDENTE ESTADOUNIDENSE HARRY S. TRUMAN SE MOSTRÓ CONTRARIO A LO NUCLEAR Y MÁS PARTIDARIO DE DESARROLLAR LA ENERGÍA SOLAR


 

Paleta de grises.

Desafortunadamente, no todo es blanco o negro a la hora de apostar por un tipo de generación de energía cuestionada casi desde el momento cero de su historia. Es verdad que su uso no genera el temible, medioambientalmente hablando, dióxido de carbono, pero no es menos cierto que los residuos que produce, las barras de combustible usadas o el agua de refrigeración, sin ir más lejos, son ingentes fuentes de contaminación radiactiva durante miles de años. Y no nos olvidemos de la peligrosidad como argumento igualmente en contra. Permítasenos aquí un pequeño paréntesis para añadir que el miedo a la fuga radiactiva tiene a Europa con el alma en vilo debido a la invasión de Ucrania y al riesgo de que alguna bomba vaya a parar a la central de Zaporiyia, que es la más grande del continente. Estas realidades son las razones por las que muchos Estados decidieron, en su momento, «mudarse» a fuentes energéticas como las renovables.

Pero la economía y el temor a las carencias mandan y veinte de los países que ya cuentan con centrales están en proceso de construir nuevos reactores, como Francia, que es el país del mundo donde mayor peso tiene la energía nuclear, Estados Unidos, China, India o Rusia, según los datos de la World Nuclear Association. Los países que tienen previsto estrenarse con la energía nuclear son siete, entre los que podemos citar Polonia, Turquía o Egipto. Otros ocho países como Canadá, México o Rumanía, mantienen su ritmo de producción y hay nueve más en pleno debate sobre la conveniencia de desarrollar un plan para usos civiles. Añádase a todo esto que Rusia está promoviendo la construcción de nuevas centrales, en apoyo de la empresa Rosatom –pública- en países como Egipto, Turquía o Bangladés, donde ya comenzaron las obras, o Kirguistán y Hungría, donde ya se ha llegado a acuerdos.

 


VEINTE DE LOS PAÍSES QUE YA CUENTAN CON CENTRALES ESTÁN EN PROCESO DE CONSTRUIR
NUEVOS REACTORES, COMO FRANCIA, ESTADOS
UNIDOS, CHINA, INDIA O RUSIA


 

Nucleares, sí.

Si tenemos en cuenta lo que indican organismos como la OCDE y la Agencia Internacional de la Energía, la fisión nuclear es la forma más económica de obtener energía eléctrica con apenas emisiones de dióxido de carbono, aún teniendo en cuenta la reciente escalada del precio de uranio, que va camino de alcanzar el que tuvo en 2011, antes del accidente de Fukushima (70 $/libra). En el otro lado de la balanza tenemos la situación geoestratégica de los países productores de uranio. Según datos de la World Nuclear Association (2020), Kazajistán encabeza esta lista con el 41 % de la producción, seguido de Australia (13 %) y Namibia (11 %), pero no hemos de perder de vista que en el pódium de los diez primeros están también Uzbekistán, Rusia y China, algo que augura posibles tensiones, similares a las que estamos teniendo con el gas, si el uranio no llega a alguno de los países que actualmente están enriqueciendo el mineral para su uso comercial y que están fuera de la órbita rusa: EE.UU., Holanda, Reino Unido, Alemania, Francia, Brasil y Japón.

Mientras, bastantes países, sobre todo del continente asiático, tienen el proyecto de construir cerca de un centenar de reactores, a lo que hay que añadir más de trescientos cuyas ubicaciones y características ya se están estudiando. Los estadounidenses, que son los mayores consumidores mundiales de energía nuclear, piensan en prorrogar la vida de las centrales actuales, amén de construir alguna nueva. China, que se esfuerza por reducir las emisiones de carbono, podría triplicar su capacidad de producción nuclear, según sus planes, e invierte en investigar nuevos combustibles sustitutos del uranio. Quizá este sea un camino para reducir riesgos. Entre tanto, se incrementa día a día la demanda mundial de energía.

La España nuclear

Un 20,9% de la electricidad consumida en España durante 2021 fue de origen nuclear, según datos de Red Eléctrica Española, REE, ligeramente por detrás de la eólica (24,7%). El suministro corrió a cargo de cinco centrales que suman un total de siete reactores y una capacidad de producción de 7,1 GW netos.
El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 prevé el cierre nuclear al final del periodo. El Gobierno español no ha variado su postura a pesar de los cambios en la política energética de muchos países de la UE.

Para saber más

Nuclear Power Reactors in the World.
Informe de la OIEA, edición 2022.

Country Profiles
World Nuclear Association (2022).

«Energía nuclear, un aliado necesario», por Lluis Batet

ALDEA GLOBAL

LLUIS BATET,

profesor de Recursos Energéticos y director del Máster en Ingeniería Nuclear en la Universitat Politècnica de Catalunya

“En el camino hacia la descarbonización, la nuclear es una fuerte aliada. Hay que partir de la base de que no hay energías absolutamente limpias"

Energía nuclear, un aliado necesario

La energía nuclear vuelve a estar en la hoja de ruta del desarrollo energético europeo. La tensión de los mercados energéticos, causada por la coyuntura bélica, ha logrado lo que años de advertencias ante el cambio climático no han conseguido: los gobiernos, los políticos y la sociedad en general están cambiando su opinión sobre las centrales nucleares.

Aunque la percepción social de la energía nuclear está evolucionando hacia posturas más favorables, su uso sigue generando polémica. El miedo es una emoción muy poderosa y las centrales nucleares siguen atemorizando a una parte importante de la sociedad a causa del desconocimiento de la tecnología y años de demonización.

El cierre de las centrales nucleares españolas, pactado entre el gobierno y las compañías eléctricas, prevé un apagado progresivo desde 2027 hasta 2035. La decisión ya parecía desacertada cuando se anunció: aunque se piense en las renovables como energía de substitución, una parte importante de la electricidad que dejen de producir las centrales nucleares se generará con gas. Con los precios de gas actuales, la idea de cerrarlas parece aún peor para el sistema energético español.

Los sistemas energéticos transforman recursos energéticos (llamados energía primaria) en servicios energéticos. Son recursos energéticos las energías renovables, la energía nuclear, los combustibles fósiles y algunos residuos generados por la actividad humana. Entre los servicios energéticos tenemos, por ejemplo, la climatización de edificios, la movilidad, la conservación refrigerada de alimentos y medicinas, los bienes de consumo, etc. Debe entenderse el concepto de sistema de manera amplia, incluyendo procesos técnicos, pero también económicos y sociales.

Al valorar la sostenibilidad de un sistema energético hay que tomar en cuenta varios aspectos. Primero, la seguridad energética, es decir, la habilidad del sistema para satisfacer de manera fiable, a partir de recursos propios e importados, la demanda de energía. Segundo, el coste desde dos puntos de vista: el de la pura competitividad económica entre países y el de la justicia social. Tercero, el impacto ambiental, aspecto relacionado con las eficiencias de los procesos y el desarrollo de energías libres de emisiones de carbono.

Muy pocos países tienen sistemas energéticos bien situados en los tres vértices de este “trilema”. En la mayoría el pragmatismo se impone a la hora de buscar un equilibrio, una solución de compromiso entre los objetivos.

Según datos de la Agencia Internacional de la Energía, casi un 80% de la energía primaria que consume el mundo es de origen fósil (carbón, petróleo y gas natural). En España dicha proporción es un 70%; en la Unión Europea (UE), un 67%. La gran cantidad de carbono presente en los combustibles se emite a la atmósfera en forma de dióxido de carbono (CO2), uno de los gases responsables del calentamiento global. Incluso si se consigue llegar a emisiones cero en el año 2050, reduciéndolas paulatinamente año a año, la cantidad de carbono acumulada en la atmósfera pondrá en peligro a la sociedad misma tal como la conocemos.

¿Cómo reducir las emisiones de CO2? ¿Disminuyendo el consumo energético? Hay que considerar la estrecha relación de éste con la economía: aunque cada año usamos menos energía para generar una cantidad de producto interior bruto, el paradigma económico de crecimiento continuo hace que el consumo energético, lejos de reducirse, aumente año tras año. No es suficiente, pues, mejorar la eficiencia en el uso de la energía: debemos “descarbonizar” la energía consumida.

Los combustibles fósiles son utilizados no solo en la generación eléctrica (carbón y gas natural principalmente), sino también en el transporte (donde los derivados del petróleo son mayoritarios), en la industria y como fuente de calor en edificios. ¿Se puede descarbonizar el sistema energético? Cabe plantearse una electrificación de todos aquellos consumos que lo permitan y una descarbonización de la producción eléctrica. Para lo primero, además de cambios a todos los niveles, pensamos en vehículos eléctricos. Para lo segundo, contamos con las energías renovables y nuclear.

Para los países sin recursos propios (como España y, en gran medida, la UE), reducir la dependencia de los fósiles también mejora su seguridad energética (otro de los aspectos del trilema). Pero la tarea de reemplazar la energía fósil con energía “limpia” es titánica. Estamos hablando de suplir el equivalente a casi 12 mil millones de toneladas de petróleo en el mundo anualmente, unos 80 millones de toneladas al año en España, 1100 millones en la UE. Pensar que dicha substitución podrá hacerse solo con energías renovables en el corto plazo disponible es cándido y peligroso. No es sencillo substituir una generación eléctrica firme a base de gas y carbón con renovables fluctuantes (sol y viento), por mucho que se piense en almacenado y en adaptación de la demanda.

En el camino hacia la descarbonización, la nuclear es una fuerte aliada. Hay que partir de la base de que no hay energías absolutamente limpias. Si bien es cierto que las centrales nucleares, dejarán un legado de residuos radioactivos, no es menos cierto que éstos son perfectamente gestionables y que las energías renovables necesitan una cantidad diez veces mayor de acero y hormigón que la nuclear (y ocupar un área mucho más extensa) para producir la misma cantidad de electricidad.

Con vehículos eléctricos, baterías, y más plantas solares y eólicas, la UE va a ser cada vez más dependiente de terceros países respecto a un conjunto de minerales críticos necesarios para dichas tecnologías.

En definitiva, el futuro de la energía plantea un escenario complejo, y los problemas complejos no admiten soluciones simples. Un sistema energético robusto, que cubra las necesidades de la sociedad y sea sostenible no se puede construir solo a partir de energías renovables, pero tampoco sin ellas. Las centrales nucleares tampoco son la solución, pero son parte de la misma.