IV revolución industrial: el poder de la IA

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IV REVOLUCIÓN INDUSTRIAL: EL PODER DE LA IA

Propensos como somos a poner ordinales en nuestras etapas vitales, hoy hablamos ya abiertamente de la “cuarta” revolución industrial y, con algo más de prudencia, del ‘quinto’ poder, que asignamos a la IA generativa. Los gobiernos de los grandes bloques económicos, con EE.UU. y China en primer plano, se baten en los escenarios internacionales por situar a sus modelos de IA a la cabeza, mientras la UE marca la pauta en materia de regulación. Las grandes tecnológicas, sin embargo, son las que realmente parecen estar en disposición de decir la última palabra.
Los graduados STEM en China fueron casi 3,6 millones, frente a los 820.000 de EE.UU.
MELCHOR DEL VALLE

Fue Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, quien acuñó en 2016 el término IV Revolución Industrial. Cabe añadir que fue bastante discutido, porque, al fin y al cabo, hacía relativamente poco que había empezado la ‘tercera’ (años ochenta) y en ella se incluía la plena implementación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Es probable que hoy, a punto de finalizar el primer cuarto del siglo XXI, la rápida evolución de la IA generativa haga ociosas aquellas discusiones, porque ya no estamos solo ante un ordenador personal y unas altas capacidades de conexión a la red, sino que corresponde hablar de una forma de poder.

 


ESTADOS Y ECONOMÍAS COMPITEN DESDE HACE AÑOS POR TENER LA ÚLTIMA PALABRA EN TODOS O ALGUNOS DE LOS ESCENARIOS EN TORNO A LA IA


 

Modelos

Se puede recordar, muy escuetamente, que la IA depende de datos; y que cuando hablamos de entrenarla, nos estamos refiriendo a decidir qué datos se facilitan, y de qué fuentes, a los correspondientes programas. Internet viene siendo la más importante vía de suministro de datos. La anterior afirmación parece ociosa, pero se trata de recordar que muchos millones de usuarios en todo el orbe aportamos, gratia et amore habitualmente, una torrentera de datos a las grandes tecnológicas de capital estadounidense, como Meta, Google o Microsoft. Del lado chino y sus monopolios estatales, la recopilación se basa en una población de setecientos millones de usuarios de las redes y bastante entusiastas de la tecnología.

La Unión Europea, Rusia, Japón, Corea del Sur y, sobre todo, India, son otros actores que no han de perderse de vista en la carrera para liderar la implantación de la IA. Algunos con más peso ético o conceptual y otros con el potencial de sus desarrollos tecnológicos y la experiencia que dan los muchos años de haber hecho el trabajo duro para las empresas que externalizan producción y servicios. Son, unos y otros, Estados y economías que ya compiten desde hace años por tener la última palabra en todos o algunos de los escenarios en torno a la IA, probablemente convencidos del impacto de esta tecnología en el equilibrio del orden mundial, en el que se mueven intereses económicos, industriales, militares, políticos, de seguridad o geoestratégicos.

Inteligencia Artificial y ciudadanos

Durante el último año (encuesta internacional de Ipsos), la proporción de quienes piensan que la IA afectará mucho a sus vidas en los próximos tres a cinco años ha aumentado del 60% al 66%. Por otro lado, el 52% expresa nerviosismo hacia los productos y servicios de IA, lo que marca un aumento de 13 puntos porcentuales con respecto a 2022.

OPINIÓN GLOBAL SOBRE PRODUCTOS Y SERVICIOS QUE UTILIZAN INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Inversiones

Si hay una prueba palpable de que algo está en todos los focos y llama la atención de los poderes económicos y políticos, esa es el capítulo de inversiones. Xinhua News Agency (agencia oficial de noticias del gobierno de la República Popular China) publicó hace menos de un año que “la inversión de China en inteligencia artificial (IA) puede alcanzar los 38.100 millones de dólares en 2027, lo que representa cerca del 9% del total mundial”. Es decir: establecen en unos 400.000 millones de euros la inversión global, cifra que coincide con las estimaciones del sector. Si hablamos de inversión privada, según el Artificial Intelligence Index 2024 (Stanford University), “en 2023, las inversiones en IA en Estados Unidos alcanzaron los 67.200 millones de dólares, casi 8,7 veces más que China, el siguiente mayor inversor”. Y añade que mientras que la inversión privada en IA en China y la suma de la UE y Reino Unido disminuyó un 44,2% y un 14,1%, respectivamente, respecto a 2022, EE.UU. experimentó un aumento del 22,1% en el mismo período.

Otra prueba del interés que antes citábamos está en los procedimientos legislativos de los distintos países. Según el mismo índice de Stanford, las menciones a la IA en dichos procedimientos en todo el mundo pasaron de 1.247 en 2022 a 2.175 en 2023, lo que supone un incremento de casi el 75%. Añade el informe que “la IA se mencionó en los procedimientos legislativos de 49 países en 2023. Además, al menos un país de cada continente discutió la IA en el mismo año, subrayando el alcance verdaderamente global del discurso político sobre IA”.

 


MUCHOS MILLONES DE USUARIOS EN TODO EL ORBE APORTAMOS UNA TORRENTERA DE DATOS A LAS GRANDES TECNOLÓGICAS


 

Detalles

Vueltos a los aspectos económicos, quizá sorprenda que, con los datos de 2022 en la mesa, EE. UU. cuadruplicara la inversión china en inteligencia artificial; sin embargo, el número de patentes de IA del país asiático fue de un 61,13% del total, frente al 20,9% de los americanos (a años luz nos quedamos la suma de la UE y RU: un 2%). La explicación es que aquí entra en juego el mundo académico. En 2020, según información recopilada por The Center for Security and Emerging Technology (Georgetown University), los graduados STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) en China fueron casi 3,6 millones, frente a los 820.000 de EE.UU. Aunque las proporciones no sean idénticas, la relación entre titulados y patentes guarda aquí más lógica que la que hay entre estas e inversiones. También en porcentaje sobre el total de graduados, por completar la foto, los STEM chinos (41%) superan a los norteamericanos (20%).

Hay otro actor, que es India. Ha generado en 2022 un muy pequeño porcentaje de patentes sobre IA, solo un 0,23%, pero sus STEM superaron los dos millones y medio en 2020 y son el 30% de todos los graduados, por usar cifras comparables con las del párrafo anterior. Pero su mayor reto aún es la obtención de suficientes datos homogéneos para los modelos fundamentales (hay 22 lenguas oficiales). Téngase en cuenta que un país con un papel destacado en la industria de externalización de tecnologías de la información, como es el caso, necesita personas preparadas, de ahí el número de graduados STEM. Por tanto, si la decisión política india, como señalan sus dirigentes, es superar los problemas de lenguaje y pisar el acelerador en materia de IA, disponer de personal con alta cualificación técnica es ya un objetivo cumplido.

Poder

Si levantase la cabeza Montesquieu diría que esto de la IA es un poder en toda regla. El control de los datos es la razón por la que EE.UU. prohibió las inversiones en entidades chinas que participen en los sectores de semiconductores y microelectrónica, tecnologías de información cuántica e inteligencia artificial. Es también la explicación de por qué el mercado chino está cerrado a muchas plataformas estadounidenses. Como es de rigor, cada cual protesta de las medidas que toma el otro.

En el lado americano, la excusa es el absoluto control estatal de la industria y la tecnología china. Hace ya algunos años, la teniente general de la Fuerza Aérea de Estados Unidos VeraLinn Jamieson reconoció que entre los militares estadounidenses inquieta la posibilidad de no estar a la altura en la guerra digital. “China tiene los medios para llevar a cabo ambiciosos experimentos en materia de IA. Los datos son un arma y debemos comenzar a tratarlos como tal”, aseguró. En el lado chino, ponen sobre el tapete que en EE.UU. es el sector privado el que da la cara, pero que es enorme el número e importancia de los proyectos de investigación favorecidos por DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency), la agencia del Departamento de Defensa de Estados Unidos responsable del desarrollo de nuevas tecnologías para uso militar.

 


EN 2023, LAS INVERSIONES EN IA EN EE.UU. FUERON DE 67.200 MILLONES DE DÓLARES, CASI 8,7 VECES MÁS QUE CHINA, EL SIGUIENTE MAYOR INVERSOR


 

Control

Su necesidad, más bien. Y aquí se adelantó la UE en marzo de 2024. “La Ley de IA –explica la Comisión Europea– es el primer marco jurídico integral sobre IA en todo el mundo. El objetivo de las nuevas normas es fomentar una IA fiable en Europa y fuera de ella, garantizando que los sistemas de IA respeten los derechos fundamentales, la seguridad y los principios éticos y abordando los riesgos de modelos de IA muy potentes e impactantes”.

La pregunta es si ese valor ético promovido para y desde Europa, y quizás su mejor carta en el tablero de juego de esta IV Revolución Industrial, tiene peso suficiente para controlar el poder de los gigantes tecnológicos.

La Ley de Inteligencia Artificial de la Unión Europea es el primer marco jurídico integral del mundo.

Para saber más

AI Index report 2024.
Stanford Institute for Human-Centered Artificial Intelligence.
Stanford University, 2024.

La economía mundial transformada por la inteligencia artificial ha de beneficiar a la humanidad.
Kristalina Georgieva, directora gerente. Fondo Monetario Internacional, 2024.

Big ideas 2024.
ARK Investment Management, 2024.

«Los condicionantes de la cuarta revolución industrial», por Enrique Feás

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ENRIQUE FEÁS,
técnico comercial y economista del Estado e investigador principal del Real Instituto Elcano

"La UE debería asegurarse de que su regulación no limite su capacidad de aprovechar la tecnología y de innovar"

Los condicionantes de la cuarta revolución industrial

El crecimiento de un país viene determinado por dos factores esenciales: su población y su productividad. Esta última, a su vez, viene en gran medida explicada por la tecnología, que ha pasado a convertirse en el elemento clave de la cuarta revolución industrial. Si las dos primeras revoluciones industriales expandieron las manufacturas y la tercera –la de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC)– impulsó los servicios y la fragmentación internacional de la industria, la cuarta revolución –la de la inteligencia artificial y la robótica (IAR)– conllevará la fragmentación internacional de los servicios. Hasta ahora, la tecnología afectaba principalmente a lo que fabricábamos; ahora afectará a todo lo que hacemos. Y, en un marco de envejecimiento generalizado de la población y baja natalidad, determinará el crecimiento, la renta y el bienestar.

Ahora bien, el desarrollo de la inteligencia artificial y la robótica y el liderazgo tecnológico van a estar condicionados a nivel mundial por tres elementos: la velocidad del cambio, la geopolítica y la regulación.

En primer lugar, la revolución de la IAR es distinta a otras revoluciones por su extremada velocidad. Los cambios estructurales tecnológicos previos han sido siempre progresivos, y han necesitado años para trasladarse al ámbito internacional –siglos en el caso de la revolución industrial, décadas en el caso de la revolución de las TIC–, dando tiempo a que los empleos que se volvían obsoletos fueran compensados por nuevas oportunidades laborales. En el caso de la revolución de la IAR, su traslado al terreno internacional está siendo inmediato, así como la obsolescencia de muchas actividades. Aunque sin duda se crearán muchos empleos nuevos, es posible que la destrucción de los antiguos sea mucho más acelerada, y eso genere un rechazo político y social superior al que ha habido en otros momentos de la Historia (generando elementos de populismo anti-tecnológico). En cualquier caso, para lo que habrá que prepararse no es tanto para competir con la IA, como con los profesionales que usan la IA (y por tanto son mucho más productivos).

El segundo condicionante es la geopolítica, que ha invadido la economía. Estados Unidos mantiene desde hace años una carrera con China por la supremacía económica, y ello le lleva a intentar maximizar su distancia tecnológica, tanto con restricciones a la exportación de bienes y servicios vinculados a esta revolución (p. ej., semiconductores de alta gama, tecnologías 5G) como subvencionando de forma masiva la innovación. El acceso a componentes tecnológicos clave estará, por tanto, condicionado a los enfrentamientos entre potencias, con la Unión Europea (UE) en medio.

El tercer condicionante es la regulación, y aquí nos encontramos con conflictos entre tradiciones regulatorias: si en Estados Unidos o en Asia la prioridad está en el resultado del proceso (ex post), en Europa se prioriza su legalidad (ex ante). Aunque la preocupación por los peligros de la IA en aspectos como la privacidad o la seguridad son compartidos por todo Occidente, la evidencia de que la frontera tecnológica vendrá determinada por la potencia de la IA está generando grandes discrepancias sobre cómo afrontar este desafío, asumiendo mayores o menores riesgos en función del avance relativo de otros adversarios geopolíticos. Hasta el momento, la supremacía tecnológica estadounidense parece fuera de toda duda: de las diez mayores empresas mundiales por capitalización bursátil, ocho son tecnológicas, y de ellas siete son estadounidenses (la otra es taiwanesa). Esta superioridad también se aplica a la tecnología que viene: aunque hay muchas startups tecnológicas por todo el mundo, más de la mitad de las que evolucionan hasta alcanzar una valoración superior a los 1.000 millones de euros (conocidas como unicornios) tienen su sede en EE.UU., a distancia de China, Reino Unido y la India (y más aún de Alemania o Francia). La UE debería asegurarse de que su regulación no limite su capacidad de aprovechar la tecnología y de innovar.

En este sentido conviene recordar que la innovación también está vinculada a la escala: las grandes empresas invierten mucho más en I+D que las pequeñas, lo que explicaría por qué en un mercado tan fragmentado como el de la UE el tamaño empresarial y la inversión privada en I+D+i sean mucho menores que en EE.UU. Potenciar un verdadero mercado único resulta pues crucial para favorecer el crecimiento empresarial europeo, mientras en paralelo se dota de recursos a la política de competencia para garantizar un terreno de juego equilibrado.

En resumen, si la UE tiene un problema de productividad e innovación no es porque tenga menos genios que Estados Unidos, o solo porque regule la privacidad de los datos, sino porque tiene muchas menos empresas grandes innovadoras y un capital humano que no aprovecha de forma eficiente la tecnología (como prueba el hecho de que las multinacionales estadounidenses instaladas en la UE también son, en general, más productivas que las europeas).

El cliché de que EE. UU. se dedica a innovar mientras que la UE se dedica a regular tiene una parte de verdad, pero es demasiado simplista: la UE es, simplemente y a demasiados efectos (política fiscal, política industrial, política exterior, mercados financieros, capital humano), un conjunto de países y no un verdadero mercado único.

Solo mediante la integración financiera y fiscal europea y la recuperación de un verdadero espíritu supranacional podremos evitar que la UE se quede atrás, dependa tecnológicamente de otros países con intereses muy distintos y pierda el tren del crecimiento.

75 años de la OTAN

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75 AÑOS DE LA OTAN

Tan mayor, y vuelta a empezar. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) cumple los tres cuartos de siglo con la mirada puesta, de nuevo, en el mismo riesgo que dio lugar a su creación: el eterno enemigo del Este. Los temores tras el conflicto ruso-ucraniano han llevado a países del área Báltica a ingresar en la alianza, ante el peligro de una expansión de las hostilidades. La financiación de la organización, sin embargo, sigue siendo motivo de desacuerdos entre sus miembros y la participación económica de EE. UU. vuelve a estar en entredicho ante un posible triunfo de Donald Trump en las urnas, que ya ha advertido de que los problemas de defensa de Europa no son cosa suya, porque “America first” y no hay dinero para todo.
Con las incorporaciones de Finlandia (2023) y Suecia (2024) se duplicaron las fronteras OTAN-Rusia, al pasar de los poco más de 1.200 Km a los 2.555 Km.
MELCHOR DEL VALLE

Con motivo de otro cumpleaños redondo de la OTAN, el 50 aniversario, reinaba un cierto optimismo: la Guerra Fría era cosa de un siglo que ya se terminaba y Rusia se parecía más a un socio que a un contrincante; sobre todo porque un par de años antes había acordado que no pondría objeciones a que antiguos miembros del Pacto de Varsovia, la desaparecida alianza militar del entorno soviético que creó la extinta Unión Soviética como contrapartida a la OTAN, se unieran al Tratado del Atlántico Norte. La elección de Vladimir Putin en Rusia, tras la renuncia de Boris Yeltsin, y, sobre todo, sus maniobras para volver a la presidencia una vez cumplidos los dos mandatos a los que le limitaba entonces la constitución, permitieron ver que sus críticas a la expansión de la OTAN cerca de las fronteras rusas eran algo más que un postureo de cara a la galería interna.

 


EN 1949, DOCE PAÍSES DE EUROPA Y AMÉRICA DEL NORTE FIRMARON EL TRATADO DEL ATLÁNTICO NORTE, CON EL PROPÓSITO DE «DISUADIR EL EXPANSIONISMO SOVIÉTICO»


 

La alianza

Para poner en contexto los nuevos temores hacia el ‘Oso del Este’, cabe recordar cómo se fraguó la NATO (North Atlantic Treaty Organization). Terminada la II Guerra Mundial (más de 36 millones de europeos muertos y un continente devastado), EE. UU. decide convertirse en adalid de las democracias occidentales, además de ayudar económicamente con programas como el llamado Plan Marshall. La injerencia encubierta de la Unión Soviética en los desarrollos democráticos, por medio de los partidos comunistas locales, era palpable. Y los puntos de inflexión fueron el derrocamiento del gobierno democráticamente elegido en la antigua Checoeslovaquia, por parte del Partido Comunista (febrero de 1948) checoeslovaco, y el bloqueo de Berlín Oriental cuando la Alemania Occidental se consolidó democráticamente.

Así, el 4 de abril de 1949, diez países de Europa y dos de América del Norte firman el Tratado del Atlántico Norte en Washington: Bélgica, Dinamarca, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Noruega, Portugal, Reino Unido, Estados Unidos y Canadá. Su objetivo, como explica la propia web de la OTAN, fue (y es) “servir a tres propósitos: disuadir el expansionismo soviético, prohibir el resurgimiento del militarismo nacionalista en Europa mediante una fuerte presencia norteamericana en el continente, y alentar la integración política europea”. Si cambiamos lo del expansionismo soviético por ruso, mirando de frente la intervención en Georgia (2008), la anexión de Crimea (2014) y la invasión de Ucrania (2022), es lógico que el final de este primer cuarto del siglo XXI reavive los temores.

Las sucesivas incorporaciones

La primera ampliación tuvo lugar en 1952, con la entrada de Grecia y Turquía. Tres años más tarde se une la República Federal Alemana (Alemania Occidental). Solo una semana más tarde de esta unión, se firma el Pacto de Varsovia; Guerra Fría en estado puro, por tanto. Tendrían que pasar veintisiete años, hasta 1982, para que se incorporase el décimo sexto país: España. Tan solo un año más tarde se produce la caída del Muro de Berlín, que marca el inicio de la desintegración de la Unión Soviética, y en 1990 se incluye en la alianza el resto de Alemania, una vez producida la reunificación de las dos partes en que quedó dividido el país tras los acuerdos de Yalta de 1945.

A partir de esa última década del siglo XX, y muy suavizadas las hostilidades con Rusia, la OTAN dispara por vez primera desde su creación, en febrero de 1994, en el transcurso de la guerra en la antigua Yugoslavia: derriba cuatro cazabombarderos serbobosnios que realizaban una misión de bombardeo. A punto de entrar en el siglo XXI, en 1999, y una vez firmados los acuerdos de asociación entre la OTAN y Rusia, tres países satélites de esta última, Chequia, Hungría y Polonia, se unen a la alianza en la cuarta ronda de ampliación. Cuando en 2001 se produce el atentado del 11-s, EE.UU. invoca, por primera y única vez hasta ahora en la historia, el Artículo 5, que establece que “si un aliado de la OTAN sufre un ataque armado, todos los demás aliados lo considerarán un ataque contra todos ellos y tomarán las medidas que consideren necesarias para ayudar al aliado atacado”. Los efectivos de la OTAN se ponen en marcha demostrando que lo pactado funciona. En 2004, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia completan el grupo de los veintiséis Estados miembros en ese momento.

 


LA INTERVENCIÓN EN GEORGIA (2008), LA ANEXIÓN DE CRIMEA (2014) Y LA INVASIÓN DE UCRANIA (2022) REAVIVAN LOS TEMORES


 

El ‘oso’ se despierta

La Cumbre de Bucarest de 2008, con Putin relegado a ser primer ministro tras dos mandatos consecutivos como presidente, los citados veintiséis acuerdan aceptar las solicitudes para que Georgia y Ucrania se conviertan en miembros de la OTAN. Unos meses más tarde, tropas rusas invaden Georgia y poco tiempo después Rusia proclama que las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur son Estados independientes. Solo cinco países, además de Rusia, reconocen esta escisión y viene siendo motivo de inquietud en el seno de la OTAN. En 2009, la alianza suma otros dos miembros: Albania y Croacia, y ya son veintiocho. El número veintinueve es Montenegro (2017) y el treinta Macedonia del Norte (2020). En 2023 y 2024, respectivamente, se unen Finlandia y Suecia para completar los treinta y dos miembros en el momento de celebrar el septuagésimo quinto aniversario.

Las dos últimas incorporaciones han traído una consecuencia que no ha gustado nada al Kremlin: los kilómetros de frontera que separan Rusia de los países de la OTAN se duplicaron con creces, al pasar de los poco más de 1.200 a los 2.555. Añádase la que comparte con Ucrania, si hubiera hostilidades: demasiado frente para defender, llegado el caso. A esto hay que añadir que entre el estado de Alaska (EE.UU.) y el distrito autónomo de Chukotka (Rusia), hay solo cuatro kilómetros, si pasamos de uno a otro continente por las siempre congeladas Islas Diómedes (la Mayor en Rusia y la Menor en EE.UU.). Pero esto no parece preocupar a los seguidores de Donald Trump, que mientras fue presidente ya se estuvo planteando su aportación a la OTAN y que, como posible candidato republicano a los comicios de noviembre de 2024, viene diciendo que su país está harto de poner dinero para defender a los europeos.

Las cuentas de la OTAN

El informe de la Alianza Atlántica (marzo de 2024) previo a su cumpleaños, indica que en 2023 se destinaron más 900.000 millones de euros al mantenimiento de la organización, sobre todo a gastos militares. Pero a pesar de que un compromiso suscrito entre los miembros (2014) establece que todos dedicarían el menos un 2% de su PIB a defensa, muy pocos lo han cumplido hasta ahora, salvo EE.UU., que ha superado siempre el 3%, así que se puede entender esa sensación de ser “el que paga la fiesta” por parte de algunos estadounidenses. 2023, sin embargo, ha traído cambios en este sentido y los miembros europeos de la OTAN parece que asumen la creciente necesidad de prepararse para la guerra (si vis pacem, claro). Polonia, que es ahora el país que mayor porcentaje de su PIB destina a defensa, supera en este sentido a los americanos al alcanzar un 3,9%. EE.UU. está en segundo lugar, con un 3,49%, y en tercero se sitúa Grecia, con un 3,01%. En cifras netas, el país americano destinó a defensa cerca de 900.000 millones de euros, Polonia 29.000 millones y Grecia 6.600 millones, solo por mirar las cifras desde otro punto de vista.

 


SOLO ONCE DE LOS MIEMBROS DE LA ALIANZA CUMPLEN CON EL COMPROMISO DE DESTINAR ESE 2% DE SUS RESPECTIVOS PIB A DEFENSA


 

Obviamente, no todo el presupuesto que cada país asigna a defensa va a parar a la OTAN, como es lógico. Así, la situación es que, con los datos de 2023 sobre la mesa, solo once de los miembros de la alianza cumplen con el compromiso de destinar ese 2% de sus respectivos PIB a defensa. Polonia, que quiere elevar el pacto hasta un 3%, dice que va a intentar llegar al 4% y Alemania también está en la línea de aumentar su gasto en este sentido. En los presupuestos generales de 2024 del país germano, el único ministerio que ha visto incrementada su partida es Defensa. Pero está claro que el esfuerzo de la mayoría de los miembros puede no ser suficiente para obtener la seguridad que se ansía y tendrán que estar pendientes, si Trump llega de nuevo a la Casa Blanca, de su advertencia, hecha en febrero de 2024, de que “alentaría” a Rusia “a hacer lo que quisiera” con los países de la OTAN que son “morosos”. Esto, tachado de “vergonzoso” por Biden, ha hecho recordar a secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, “que los Estados Unidos nunca han librado una guerra solos; siempre luchan con aliados”.

Evolución del gasto en defensa

PORCENTAJE de lo que los actuales miembros de la OTAN vienen destinando a defensa sobre sus respectivos PIB (no incluye Islandia por ser país desmilitarizado). Comparativa entre los años 2015-2022 (fecha de la invasión rusa en Ucrania) y 2023.

En 2023 se destinaron más 900.000 millones de euros al mantenimiento de la Alianza Atlántica, sobre todo a gastos militares.

Preocupación en la OTAN (mayo de 2024)

Los aliados de la OTAN están profundamente preocupados por las recientes actividades malignas en territorio aliado, incluidas las que han dado lugar a la investigación y acusación de múltiples personas en relación con la actividad estatal hostil que afecta a Chequia, Estonia, Alemania, Letonia, Lituania, Polonia y el Reino Unido.

Para saber más

NATO on the map.
North Atlantic Treaty Organization. Página interactiva.

NATO Annual Tracking Research 2023.
NATO Public Diplomacy Division. Marzo de 2024.

Defence Expenditure of NATO Countries (2014-2023).
North Atlantic Treaty Organization. Biblioteca pdf. Marzo de 2024

«La OTAN y nosotros», por Inocencio F. Arias

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INOCENCIO F. ARIAS,

diplomático

“No ha habido, desde el referéndum, vaivenes en nuestro apoyo a la OTAN. Todos los presidentes han sido fieles a la misma»

La OTAN y nosotros

El fin de la II Guerra Mundial en 1945 trajo el aislamiento político de España. No fuimos invitados a entrar en la ONU, no porque el régimen franquista no fuera democrático -entre los fundadores de la ONU había varias dictaduras- sino porque los vencedores de la contienda no perdonaban que Franco hubiese ayudado a la Alemania nazi, perdedora, a luchar contra la Unión soviética, ganadora. Este ‘pecado original’ del caudillo, unido, en 1947, a sus escasas credenciales democráticas, produjo nuestra exclusión del Plan Marshall de Estados Unidos que resultaría trascendental en la recuperación de la Europa devastada por el conflicto.

Nos quedamos después fuera de la OTAN que surgió en 1949 como consecuencia de la voracidad de los soviéticos que imponían vasallos comunistas en Polonia, Hungría, Bulgaria… El grito de alarma desencadenante resultó el bloqueo ruso durante diez meses de Berlín que subsistió gracias a un puente aéreo de Estados Unidos y Gran Bretaña que trasladaron 35.000 toneladas de alimentos, gasolina y medicinas a la ciudad. Se formó una alianza defensiva de Estados Unidos, Canadá y diez países europeos con el objetivo de frenar a Rusia desconfiando, con razón, de que la ONU pudiera hacerlo.

El meollo del Tratado de la OTAN está en su muy citado artículo 5: si uno de sus miembros es atacado, los demás se considerarán agredidos “y lo asistirán de la forma que se considere necesaria”.

España debió esperar hasta bien entrada la democracia para ingresar en la organización. Adolfo Suárez, primer presidente democrático, tuvo iniciales vacilaciones. Al poco de decidirse a solicitar el ingreso dimitió, sin tomarse cinco días de reflexión, por razones internas.

Su sucesor en la UCD, Leopoldo Calvo-Sotelo, no tuvo dudas. Él nos metió en la OTAN en 1982. Lo proclamó en su programa de gobierno y con la ayuda del también ‘otánico’ Pérez Llorca bregó en el frente interno y el externo en el que hubo que vencer reticencias diversas de Portugal y Grecia. La pugna interna resultó áspera. El partido socialista de Felipe González mostraba remilgos hacia la OTAN por considerar algunos de sus dirigentes que España sería más vulnerable dentro de ella y, de otro lado, estimando que electoralmente le podía ser rentable mostrar su rechazo: la OTAN estaba y está dominada por Estados Unidos y agitar subliminalmente el antiamericanismo, sentimiento fructífero en nuestro país, podía producir dividendos en bastantes votantes.

El carisma de González y la campaña socialista -vimos a Javier Solana que años después sería un gerifalte de la OTAN gritando en las puertas de Exteriores “OTAN, no, bases (americanas) fuera”- removió la indiferencia de la opinión pública española, que se volvió aparentemente ‘antiotánica’. La prensa se dividió, ABC, La Vanguardia y Cambio 16 a favor de la entrada, Interviú, El periódico, El Alcázar y más moderadamente El País, en contra.

Leopoldo Calvo-Sotelo no se arredró. Llevó el tema a las Cortes, donde se discutió ampliamente, se votó y ganó sin apreturas: 186 a favor y 146 en contra en el Congreso y 106-60 en el Senado. Al poco González triunfó en las elecciones. En el poder, después de un par de años de ambigüedad calculada, el sevillano asumió su responsabilidad y mostró sentido de Estado. Tuvo que rebobinar: dedujo que era escasamente presentable en el exterior porfiar por entrar en la Unión Europea y no participar en la defensa. Organizó un traumático referéndum, primero en Europa de este tipo, para que decidiéramos. La opinión se escindió. Felipe batalló, alabando ya a la OTAN, en todos los medios informativos. Con un gobierno muy nervioso el resultado sería positivo: 52,55% a favor, contra el 39,80%.

El éxito del referéndum doró la imagen de González, que fue recompensado por Washington con la organización de la I Conferencia sobre el Oriente Medio. Antes había aprobado el despliegue de misiles de Estados Unidos en territorio europeo, gesto apreciado en la capital del imperio y en muchos aliados que desconfían de Moscú.

Aznar fue un atlantista a ultranza y apoyó políticamente, no militarmente, a Washington -tuvo una estrecha relación con Bush- en el melindroso tema de la guerra de Irak con una opinión española en contra.

No ha habido desde el referéndum vaivenes en nuestro apoyo a la OTAN. Todos los presidentes han sido fieles a la misma. El desplante de Zapatero a la bandera yanqui y, más aún, la salida de nuestras tropas de Irak, cuya presencia estaba expresamente bendecida por la ONU, no entusiasmaron a la cúpula estadounidense, pero prefirió decir “pelillos a la mar”. Sánchez viene siendo razonablemente atlantista; fue anfitrión de una cumbre de la Alianza cuya organización obtuvo aplausos, aunque en temas sustanciales que preocupan a España, la cobertura de Ceuta y Melilla y la avalancha migratoria que padecemos los del sur no hubo movimiento. Eso no impidió al entusiasta ministro Albares decir que la cumbre de Madrid había sido tan importante como la de Yalta (¡Casi na!).

Este pertinaz triunfalismo sanchista (al parecer estamos liderando muchas situaciones sin que los aliados se den cuenta) se ve mermado por hechos que sí son notados: miembros del gobierno critican nuestro alineamiento contra Putin en Ucrania; nos escaqueamos en la lucha contra los piratas hutíes; somos de los más cicateros en la ayuda a Ucrania (el país 26 de 31 mientras Macron subraya que “la seguridad de Europa es que Rusia no gane la guerra”), y no cumplimos el compromiso solemne adquirido hace más de una década de subir al 2% los gastos en defensa; estamos casi en la cola, con 1,2%.

Trump, que puede ganar, ha dicho que no le importaría que Putin incordie a los aliados roñosos. En su lista de ‘gorrones’, y en la de Biden, está España.

El comercio marítimo mundial

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EL COMERCIO MARÍTIMO MUNDIAL

El mar es y ha sido siempre la gran autopista por la que se mueven las mercancías que forman parte de los flujos de importación y exportación internacionales. En torno a un 90% de ellas viaja en enormes barcos desde el lugar de producción al de consumo o, según qué casos, de distribución. De las rutas definidas, la más importante es la que circunvala el globo terráqueo pasando por los puertos principales del planeta. La conveniencia de usar atajos para recortar tiempos y costes en esta ruta es también su punto débil cuando entran en juego asuntos geopolíticos. Un ejemplo es el Canal de Suez, al que se llega por el estrecho Bab al Mandeb, al sur del mar Rojo. De ahí que el conflicto bélico en la zona se haya convertido en una fuente de inquietud económica..
Barcos geolocalizados por vía satélite. Captura del 26/02/24 a las 19:50 horas
(www.marinetraffic.com).
MELCHOR DEL VALLE

Al hablar de circunvalación comercial, por ser más concretos, hemos de tener en cuenta que no se trata de una vuelta al mundo como la que protagonizó la expedición de Magallanes y Elcano hace poco más de 500 años. Digamos que se trata de varias rutas que, vistas en un mapamundi y enlazándolas gráficamente, nos permitirían darnos cuenta de que podríamos empezar en un punto cualquiera y volver al mismo tras haber navegado siempre en una misma dirección, pero no es «obligatorio» hacerla completa, lógicamente, para completar una misión de transporte de mercancías.

 


EL TRANSPORTE DE MERCANCÍAS POR VÍA MARÍTIMA MUEVE UNOS 21.100 BILLONES DE EUROS, UN 90 % APROXIMADAMENTE DEL COMERCIO MUNDIAL


 

A navegar

Imaginemos un barco que sale de alguno de los puertos importantes de China. Yendo hacia el sur, se dirigiría primero hacia Singapur para coger el primer atajo, que es el estrecho de Malaca, por el que se calcula que pasan diariamente unos ciento cincuenta barcos, petroleros la mayoría, con destino a China y a Japón. Nuestro barco imaginario habría cruzado el océano Índico, por tanto, y podría haber llegado hasta el golfo Pérsico cruzando un segundo estrecho, el de Ormuz, si su objetivo fueran los yacimientos de gas y petróleo. Se estima que por esta angostura pasan unos quince petroleros al día. El barco habría vuelto por el mismo camino para dirigirse al mar Rojo pasando por un tercer cuello de botella, como es el estrecho de Bab al Mandeb, por el que navegan anualmente petroleros con unos 3,3 millones de barriles de oro negro y es paso obligado hacia el Canal de Suez, por donde suelen pasar unos doscientos barcos semanalmente.

Esto ya deja a nuestra nave en el Mediterráneo rumbo a Grecia, Italia, Francia o España, pero tendrá que usar el estrecho de Gibraltar, que soporta un tráfico de unos ochenta y dos mil buques al año, si quiere recalar en los puertos del mar del Norte (Holanda, Bélgica o Alemania). Desde Europa, la ruta lleva hacia los fondeaderos del este norteamericano, encabezados por Nueva York, y sigue hacia las Antillas Mayores, cruzando normalmente el Caribe entre la República Dominicana y Puerto Rico, para tomar el último de los atajos: el canal de Panamá. Por él cruzan unos quince mil barcos de alto tonelaje anualmente y permite pasar del Atlántico al Pacífico sin tener que bordear América del Sur. El destino de nuestro buque podría ser, a partir de ahí, Los Ángeles, San Francisco o Vancouver, ya en Canadá, desde donde enfilaría hacia las islas de Japón, cruzando el mar de Bering, y desde ahí de nuevo a las costas chinas. Circunvalación completada.

El transporte marítimo en cifras

Según la Organización Mundial del Comercio (Perspectivas del comercio mundial, 2023) el negocio internacional de mercancías supone 25,3 miles de millones de dólares de EE.UU. (23.400 billones de euros). El transporte de estas mercancías por vía marítima mueve unos 21.100 billones de euros (un 90% aproximadamente del total). Obviamente, en estas cifras mundiales no se incluyen el valor del comercio de servicios comerciales (6.500 billones de euros) ni los servicios prestados digitalmente (3.500 billones de euros).

 


EVITAR EL CANAL DE SUEZ SUPONE UN AUMENTO DE 9.000 KILÓMETROS EN EL TRAYECTO, 14 DÍAS MÁS DE NAVEGACIÓN E INCREMENTO DE LA HUELLA DE CARBONO


 

Vueltos al mar, todo ese dinero flota en cisternas, como los petroleros, en contenedores amontonados, habitualmente en cubiertas y en bodegas. En peso, durante todo 2023 se han movido por mar algo más de 11.200 millones de toneladas según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Informe sobre el transporte marítimo 2023). Mientras, y por distintas razones, los precios del transporte siguen en aumento. El coste medio de transportar un contenedor de 67,4 metros cúbicos de capacidad (el estándar llamado «de 40 pies») ha pasado de los 1.300 euros de 2019 a los casi 3.400 en febrero de 2024: un incremento del 160% (datos de la consultora británica Drewry). Hay rutas cuyos costes de flete superan con bastante la media; es el caso de la vía Shanghái-Rotterdam, que tiene incrementos superiores al 440% en el mismo periodo.

Conflictos y problemas

Decíamos, al dibujar imaginariamente la circunvalación por la que corre habitualmente el transporte marítimo, que uno de los atajos más importante es el Canal de Suez. Cruzarlo en una u otra dirección implica atravesar el estrecho de Bab el-Mandeb, que es frontera entre Yemen (Asia) y Yibuti (África) y cuyo nombre significa «puerta de las lágrimas», lo que ya da una idea de lo peligroso que se considera circular por sus aguas desde siempre. Tras el comienzo de la actual guerra en Gaza, los hutíes (facción yemení pro-palestina) decidieron declarar la guerra a todo el que apoyase a Israel, léase barcos británicos y estadounidenses, principalmente. La peligrosidad para los buques en tránsito a o desde Suez trajo consigo dos consecuencias inmediatas: por un lado, el incremento de las primas de los seguros; por otro, la alternativa de cambiar a una ruta más larga, que lleva a rodear el Cuerno de África y bordear casi todo este continente para llegar a Gibraltar y tomar desde ahí dirección este (sur de Europa) u oeste (puertos del norte europeo). Aumento de 9.000 kilómetros en el trayecto,14 días más de navegación, mayores costes del flete y, que no se olvide, incremento importante de la huella de carbono.

La «puerta de las lágrimas» no es el único punto caliente de la ruta de circunvalación. Tanto el estrecho de Ormuz como el de Malaca son posibles lugares de inestabilidad. El primero ya sabe de amenazas de cierre por parte de Irán ante las sanciones de EE.UU. a causa del programa de armamento nuclear iraní. El segundo, entre Malasia e Indonesia, porque es la principal vía por la que se mueven las mercancías que tienen a China como origen o destino, pero no es un lugar controlado por el gigante asiático; alguno de sus dirigentes, de hecho, cita su dependencia de este paso como «el dilema de Malaca». A todos ellos se unen los problemas del canal de Panamá, en este caso a causa de la sequía y las dificultades para que lo crucen naves con grandes calados.

Lo que la actualidad señala.

Los ataques en el Mar Rojo son un tropiezo más en el último lustro para el comercio mundial, que se añade a la pandemia del Covid-19 y a la guerra en Ucrania. El trío de dificultades en tan corto lapso hace preguntarse a quienes deben pensar en soluciones si es suficiente con intentar parchear los problemas o si se deben buscar alternativas más fiables. Cabe incluso plantearse si pudiéramos haber llegado al límite de la viabilidad del comercio mundial, tal y como actualmente lo llevamos a cabo. Un cambio de modelo pasaría por disponer de fábricas alternativas, duplicar las fuentes de abastecimiento y renunciar al stock cero, lo que va en contra de las estrategias que han marcado el desarrollo comercial últimamente. Todo un apasionante tema el de la resistencia de las cadenas de suministro en las que el transporte marítimo es actor principal.

 


LOS ATAQUES EN EL MAR ROJO SON UN TROPIEZO MÁS EN EL ÚLTIMO LUSTRO, QUE SE AÑADE A LA PANDEMIA DEL COVID-19 Y A LA GUERRA EN UCRANIA


 

El caso es que todo lo que no sea utilizar la famosa circunvalación como vía principal es multiplicar los costes y, en consecuencia, el precio final que los consumidores deben asumir. Hay quien piensa que una posibilidad sería aprovechar el deshielo del Ártico y utilizar el estrecho de Bering como ruta alternativa, pero tampoco es un lugar plenamente confiable –no deja de ser frontera entre Rusia y EE.UU.– y menos desde que en 2012 la costa rusa del paso es zona militar cerrada. Y no: los transportes mixtos tierra-mar no parecen alternativas viables; entre otras cosas, como la relación entre la carga y la capacidad de los vehículos para transportarla, porque transitar por las distintas fronteras no es lo mismo que navegar por aguas internacionales.

El tráfico portuario en España

El sistema portuario español lo integran 28 autoridades portuarias que gestionan los 46 puertos marítimos de interés general, bajo la coordinación del ente público Puertos del Estado. En estos puertos se embarcan anualmente más de 200 millones de toneladas de mercancía y se desembarcan más de 280 millones de toneladas. Los de mayor tráfico son los de la bahía de Algeciras y Valencia, con Barcelona en tercer lugar, pero algo más descolgado. Los dos primeros llevan a cabo una importantísima función de trasbordo entre las embarcaciones que conectan Europa con Asia y América, a la vez que las que llegan de África con destino a Europa. La localización estratégica del puerto de Algeciras, en la confluencia del Atlántico con el Mediterráneo, ha favorecido que muchas navieras tengan programadas sus rutas cerca de esta bahía.

El canal de Panamá tiene, debido a la sequía, problemas para que lo crucen naves con grandes calados.

Para saber más

Tráfico marítimo mundial.
marinetraffic.com. (Web de geolocalización constante. Pinchando en cada barco se conoce su nombre y destino).

Informe sobre el comercio mundial 2023.
Organización Mundial del Comercio (septiembre de 2023).

Global Trade.
United Nations Conference on Trade and Development (actualización junio de 2023).

Informe sobre el transporte marítimo.
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (noviembre de 2023).

«La suma positiva y la suma cero», por Gonzalo Gómez Bengoechea

ALDEA GLOBAL

GONZALO GÓMEZ BENGOECHEA,

director del Departamento de Economía de Comillas (ICADE)

Los desglobalizadores consideran el mundo como un juego de suma cero: «Si tú ganas más, yo pierdo»

La suma positiva y la suma cero

La desglobalización es un fenómeno caracterizado por Estados nación poderosos, soluciones locales y controles fronterizos en lugar de instituciones globales, tratados y libre intercambio de personas, mercancías o capitales. Es un movimiento hacia un mundo menos conectado.

La economía global está en alerta por este creciente y aparentemente novedoso fenómeno. Partidos políticos a derecha e izquierda, grupos de presión y agentes diversos (desde agricultores a líderes políticos) alertan sobre el riesgo de seguir dependiendo del resto del mundo para proveernos de bienes básicos o sobre la competencia desleal de nuestros socios comerciales.

Eventos recientes como el brexit, el trumpismo, la guerra en Ucrania, la ralentización del comercio internacional, la inestabilidad en el Mar Rojo, o la crisis energética global, acrecientan la sensación de que hemos entrado en un período de cierta desglobalización económica.

Desde el punto de vista académico, es más preciso abordar esta cuestión como un equilibrio entre fuerzas globalizadoras y desglobalizadoras. Los globalizadores observan el mundo desde una perspectiva de suma positiva: dos países que comercian mejoran su posición previa, aunque uno se beneficie más que el otro con el intercambio. Los desglobalizadores consideran el mundo como un juego de suma cero: “Si tú ganas más que yo, entonces yo pierdo”.

Esta tensión es recurrente en la historia reciente. El capitalismo en los siglos XIX, XX y XXI evoluciona a partir de momentos críticos en los que se produce una alteración en los equilibrios entre aislacionistas e internacionalistas. El empuje integrador, como si del bastón de mando de la competitividad global se tratara, ha pasado del Reino Unido a Estados Unidos, y de Estados Unidos a China.

Así, a finales del siglo XIX, Reino Unido era la gran potencia globalizadora, con unos Estados Unidos temerosos y proteccionistas. El objetivo de la nación americana era construir una industria doméstica poderosa. El riesgo de verse inundados por productos británicos, más baratos y avanzados, los llevó a defenderse mediante tarifas y barreras arancelarias de todo tipo.

No fue hasta después de la Primera Guerra Mundial cuando el dominio tecnológico, empresarial e institucional americano les permitió comenzar a liderar una nueva oleada globalizadora. Europa, aun digiriendo la descomposición de sus tradicionales imperios y las consecuencias económicas de la Gran Guerra, adoptó el nacionalismo económico como estrategia económica dominante.

La época de la Pax Americana se inició tras la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos, líder indiscutido de la nueva globalización, propició política, económica y militarmente el período más próspero de la modernidad en las economías avanzadas. En Europa, el compromiso keynesiano basado en Estados intervencionistas apostó igualmente por la integración.

Las crisis petrolíferas de los años 70 frenaron el proceso de integración global como parte de una estrategia de reducción de dependencia de las economías productoras de petróleo. Este tropezón fue seguido de una nueva oleada liberalizadora de la mano de Reagan, Thatcher, los neoconservadores americanos y el llamado Consenso de Washington.

En el siglo XXI las consecuencias económicas y sociales de dos eventos alteraron el consenso globalizador: los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y la Gran Recesión del período 2008-2013. Las fuerzas antiglobalizadoras occidentales se agruparon detrás de aquellos más afectados por estos cambios: trabajadores vinculados a sectores de bajo valor añadido superados por la competencia exterior, así como ciudadanos temerosos de perder sus identidades nacionales e instituciones locales irrelevantes en un entorno cada vez más integrado. China y las economías asiáticas, mientras tanto, aceleraron su incorporación a los mercados internacionales de bienes con precios bajos y crecientes capacidades tecnológicas.

A partir de 2016, con la victoria de Donald Trump en las elecciones americanas, la salida de Reino Unido de la Unión Europea y el resurgimiento de los populismos en Europa, la agenda desglobalizadora ganó tracción espoleada por un volátil contexto geopolítico. Desde entonces, el “combo liberal” formado por democracia y capitalismo global se ve amenazado por nuevos actores que abogan por diferentes formas de autocracias de mercado. Por un lado, China apuesta por la integración económica global con un régimen doméstico que restringe libertades y derechos. Por otro, diferentes formas de trumpismo mantienen recelos hacia la globalización e incorporan matices autoritarios a sus democracias. Los defensores de este enfoque abogan por diferentes formas de fortalecimiento de lo nacional en base a una mezcla de proteccionismo, subsidios y política industrial. Joe Biden también apoya esta estrategia para competir con China y las economías asiáticas. No es solo “cosa de Trump”. Estados Unidos es ahora un país más proteccionista e intervencionista.

La tentación para los perdedores de la globalización en las economías avanzadas es grande: renunciar a un sistema éticamente superior, pero que no está cumpliendo con lo que de él se espera, o abrazar políticas económicas estatalistas, proteccionistas o autocráticas que prometen salvar a Occidente de su lento declive económico.

Europa y Estados Unidos tienen ante sí un reto mayúsculo: deben decidir si la visión integradora y competitiva que han defendido desde la Segunda Guerra Mundial sigue vigente. No se trata de una decisión de política económica, únicamente. Es necesario evitar que la desatención hacia los “descontentos de la globalización” se traduzca en el surgimiento de modelos alternativos que acaben con 60 años -relativamente exitosos- de democracia, libertades y globalización.

Certeza jurídica y tecnológica

ALDEA GLOBAL

Certeza jurídica y tecnológica

De izda. a dcha.: Rafael Hoyuela, María Luisa Pacheco, Enrique Gil Botero, María Paz Martínez García, Alberto Martínez Lacambra, José Luis Fernández, Carlos López Blanco, José Ángel Martínez Sanchiz, Adolfo Castilla, Alfonso Cavallé, Ramón Casilda y Andrés Pedreño.

La importancia de generar confianza y disminuir los riesgos, que ha de ir de la mano con el profundo proceso de transformación social que trae consigo la digitalización, así como la defensa de los valores y principios de la justicia y los derechos de las personas, fueron los temas clave en torno a los que se articuló la VI Jornada sobre la Seguridad Jurídica de las Inversiones en Latinoamérica, celebrada en la sede del Consejo General del Notariado, bajo el título Tecnología, Cooperación y Derechos Humanos.

ALEJANDRO MOYA BLAY

En la inauguración, el presidente del Consejo General del Notariado (CGN), José Ángel Martínez Sanchiz, destacó la trascendencia de este foro para tratar la seguridad jurídica desde diferentes ángulos, puesto que “no es única y exclusivamente una exigencia de la economía; es también necesaria para el desarrollo de la libertad y la justicia». Desde la perspectiva notarial, añadió, “es un tema especialmente relevante, y que nos concierne, en la medida en que los notarios contribuimos a esa seguridad jurídica en muchos aspectos, como la lucha contra la corrupción, el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo”. Le acompañaron en la apertura el director de la jornada, Alfonso Cavallé, decano del Colegio Notarial de las Islas Canarias y delegado del CGN para América; y el coordinador y moderador de las mesas de debate, Ramón Casilda, analista y consultor de economía y negocios iberoamericanos.

 


EN EL PROCESO DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL Y DIGITAL ES NECESARIO TENER PRESENTES LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS Y LOS VALORES DE JUSTICIA, LIBERTAD, IGUALDAD Y SEGURIDAD


 

Economía y Derecho

El presidente de la Academia Notarial Americana, Carlos Enrique Becerra, participó por vía telemática en la inauguración y subrayó “la importancia de la seguridad jurídica preventiva, en la que tienen una gran participación los notarios”. Intervino también por videoconferencia el presidente de la Comisión de Asuntos Americanos de la Unión Internacional del Notariado (UINL), Homero López Obando, quien hizo alusión a la necesidad de “reflexionar sobre la estrecha relación de la economía y el derecho teniendo en cuenta la justicia y la ética, valores fundamentales del ser humano”.

El secretario general iberoamericano, Andrés Allamand, fue el encargado de realizar la conferencia de apertura, con una intervención en vídeo en la que valoró la relevancia de la jornada, puesto que “la certeza jurídica es trascendental para aumentar los flujos de inversión en Latinoamérica porque permite generar confianza, fomentar la innovación y disminuir los riesgos y los costes de transacción”.

La primera mesa redonda de la sesión profundizó en los retos que plantea la integración de la inteligencia artificial (IA) para la seguridad jurídica. El ex rector y catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Alicante, Andrés Pedreño, abordó la necesidad de encontrar soluciones jurídicas, computacionales y educacionales a los riesgos que plantea el uso de esta tecnología: “Debemos controlar estos sistemas; no podemos dejar en manos de la inteligencia artificial las decisiones que interfieren con los derechos humanos”.

Por su parte, el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Cantabria y de la Autónoma de Madrid, Adolfo Castilla, se mostró optimista sobre el desarrollo económico a través de la aplicación de la IA y apuntó que “la digitalización pasa por transformar totalmente las empresas; no solo basta con la automatización, sino que procesos y sistemas tienen que estar interconectados”.

Economía del dato

En cuanto a la seguridad digital y la sociedad de la información, el abogado del Estado y presidente de la Fundación ESYS, Carlos López Blanco, manifestó que “los datos son la esencia de este proceso de profundo cambio social que afecta a la economía y -por supuesto- al derecho”. “El reto es construir un modelo de digitalización que respete los principios de la sociedad abierta y democrática, que legitime la función principal del derecho: proveer de confianza”, añadió.

 


LOS PARTICIPANTES EN ESTE FORO DESTACARON LA DIGITALIZACIÓN DEL NOTARIADO Y SU IMPORTANTE PAPEL EN LA SOCIEDAD CIVIL


 

Alberto Martínez Lacambra, director general del centro tecnológico del Notariado (Ancert), destacó la avanzada digitalización del Notariado español, “ejemplar en el uso de la tecnología, con un modelo que garantiza la seguridad jurídica y tecnológica”. Martínez Lacambra ofreció también algunos datos de actualidad sobre los protocolos electrónicos generados por los notarios españoles, tras la entrada en vigor de la Ley 11/2023: “del 9 al 23 de noviembre se han generado más de 150.000 protocolos notariales online y se han depositado 500.000 documentos en la Sede Electrónica Notarial”.

El catedrático de Ética de la Universidad Pontificia de Comillas, José Luis Fernández, aportó una visión más filosófica en el ámbito de la responsabilidad civil: “Tenemos la oportunidad de repensar nuestros valores para poner en el centro a la persona, su dignidad y sus derechos. La sociedad civil debe tener voz a través de sus cauces, entre los cuales el Notariado tiene gran importancia”.

Cooperación y digitalización

En el tercer coloquio de la jornada, el ejecutivo principal del CAF-Banco de Desarrollo para América Latina y el Caribe, Rafael Hoyuela, avaló el “desarrollo de marcos regulatorios que permitan fomentar la inversión y la economía de los países de Iberoamérica” y señaló que nos encontramos ante “una gran oportunidad para reforzar nuestros lazos, cerrar las brechas digitales e impulsar los proyectos de colaboración público-privada”.

 


LA PRIMERA MESA REDONDA DE LA SESIÓN PROFUNDIZÓ EN LOS RETOS QUE PLANTEA LA INTEGRACIÓN DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL PARA LA SEGURIDAD JURÍDICA


 

En la misma línea, por parte de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), la jefa de la Unidad de Apoyo de la Dirección de Cooperación con América Latina y el Caribe, M.ª Paz Martínez García, habló sobre la cohesión social y la gobernanza como aspectos en los que “la utilización de la tecnología puede contribuir para mejorar los procesos y servicios, por ejemplo, en el ámbito de la justicia fiscal, la transparencia o la rendición de cuentas”.

Circulación segura de documentos

El director de la jornada, Alfonso Cavallé, intervino en la cuarta y última mesa para exponer el proyecto IberFides, “una iniciativa del Notariado español que va a facilitar el acceso a la justicia de ciudadanos y empresas, con garantía absoluta de seguridad jurídica y tecnológica en la circulación electrónica de documentos notariales entre países iberoamericanos”.

En defensa también de los valores, la ética y los principios de la justicia, el secretario general de la Conferencia de Ministros de Justicia de los Países Iberoamericanos (Comjib), Enrique Gil Botero, abordó la importancia en los sistemas democráticos de las instituciones judiciales y la necesidad de garantizar la independencia y la imparcialidad del poder judicial: “Los problemas de nuestras democracias empiezan y terminan por un sistema judicial débil y poco independiente”.

Finalmente, el presidente del CGN, José Ángel Martínez Sanchiz, clausuró el acto expresando su agradecimiento a los participantes y a la comunidad iberoamericana, destacando que “compartimos valores comunes con los países latinoamericanos, que incluyen el diálogo para delimitar cómo debemos adaptarnos a un nuevo entorno digital”.

De izquierda a derecha: Alfonso Cavallé, José Ángel Martínez Sanchiz y Ramón Casilda durante la inauguración.

Para saber más

América Latina y la seguridad jurídica. Real Instituto Elcano

Economía y Finanzas. ECOFIN

SEJIB. Secretaria General Iberoamericana. Un organismo internacional al servicio de los 22 países de Iberoamérica

ESCRITURA PÚBLICA. Medidas para superar la crisis en Iberoamérica. 

Planeta agua

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Planeta agua

Naima Adén, de 14 años, en el pozo de Demissew Bizuwerk (Etiopíoa). Va todos los días a buscar agua lo más temprano posible para llegar a tiempo © UNICEF/UN0694032/Bizuwerk a la escuela.

Todos sabemos que, tras el aire para respirar, lo que necesitamos imperiosamente para seguir viviendo es el agua. Dependemos de ella, pero no somos capaces de «fabricarla»; así que estamos a merced de la que nos provee la naturaleza. Y, sin embargo, nos empeñamos en alterar el medio ambiente, en contaminar cauces y sobreexplotar acuíferos hasta, sí, quedarnos sin el líquido elemento para nuestras más elementales necesidades, incluido beber. Hoy, a poco más de dos años de haber consumido el primer cuarto del siglo XXI, mientras algunos aún abrimos un grifo despreocupadamente, casi una tercera parte de la población mundial no tiene acceso al agua potable. La situación del saneamiento es aún peor y el estrés hídrico crece con el cambio climático.
MELCHOR DEL VALLE

Uno de los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas definido en la Agenda 2030, concretamente el número seis, es Agua limpia y saneamiento. La preocupación internacional es lógica, porque unimos a la sequía, con periodos cada vez más largos y estimulados por la crisis climática, una mayor demanda en todo el orbe. El resultado es que hay un creciente número de personas en países en vías de desarrollo, principalmente, que no tienen posibilidad de cubrir sus necesidades de agua. Se han definido indicadores para comprobar si en las distintas zonas geográficas se dan los pasos necesarios para lograr dicho ODS6, lo que nos permite saber que, de momento, la cosa no pinta muy bien. Por ejemplo, ya hay más personas a las que no llega el agua potable que en 2020.


SI UNA PERSONA ESTÁ A MENOS DE UN KILÓMETRO DE UNA FUENTE SEGURA O PUEDE DISPONER DE VEINTE LITROS AL DÍA, SE CONSIDERA QUE TIENE ACCESO AL AGUA POTABLE


El acceso.

Conviene empezar por tener en cuenta qué podemos entender por «acceso al agua potable» según los cánones internacionales. Si la fuente de esa agua de la que se sirve una persona está a menos de un kilómetro de su casa o si, al menos, puede disponer de veinte litros al día, se considera que dicha persona tiene acceso al agua potable. Para poner en contexto estos datos, cabe recordar que la mayoría de nosotros recorremos solo unos metros en nuestra casa o lugar de trabajo para obtener agua de boca. En cuanto a la disponibilidad, veinte litros pueden solucionar las necesidades de bebida (dos litros al día) y preparación de alimentos (cocer un kilo de patatas precisa unos cinco litros), lo que deja un escasísimo margen para las más imprescindibles necesidades de higiene personal.

Comparemos: según el XVII Estudio Nacional de Suministro de Agua Potable y Saneamiento (noviembre de 2022) en España, presentado por la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS y la Asociación Española de Empresas Gestoras de los Servicios de Agua Urbana, cada español consume diariamente 131 litros de agua. Esta cifra solo tiene en cuenta los hogares, no otros usos. Por si parece sorprendente el volumen, calcúlese que una ducha de cinco minutos consume unos 100 litros de agua, que una lavadora necesita unos 50 litros para hacer una colada normal o que un retrete usa unos 10 litros de media por descarga.

Las cifras de la escasez.

Volvamos a lo del kilómetro o los veinte litros. Con esta premisa, el 27 % de la población mundial (cerca de 2.200 millones de personas) no tenía en 2022 «agua potable gestionada de forma segura». Son las estimaciones del Programa Conjunto de Vigilancia del Abastecimiento de Agua, el Saneamiento y la Higiene (JMP) de la OMS y Unicef (actualización de julio de 2023). Obviamente, una persona puede estar cerca de un manantial de montaña cuya agua pudiera ser potable, pero no lo sabrá si no se analiza. De ahí el concepto «gestionada de forma segura» o, dicho de otra manera, hablamos de agua que llega a la ciudadanía sin riesgos para ella porque se controlan las fuentes o porque ha sido convenientemente tratada.


EL 27 % DE LA POBLACIÓN MUNDIAL (CERCA DE 2.200 MILLONES DE PERSONAS) NO TENÍA EN 2022 «AGUA POTABLE GESTIONADA DE FORMA SEGURA» (OMS Y UNICEF)


De los 142 países analizados (del resto no se han obtenido datos suficientes), varios africanos son los que están en peor situación, como Chad, R. D. del Congo, Uganda, Sudán de Sur, Tanzania o Madagascar, donde al menos la mitad de sus ciudadanos no tienen acceso al agua y en algunos de ellos la situación ha empeorado con los años, como en la R. D. del Congo, donde han pasado en las zonas rurales del 16 % en 2015 al 14 % en 2022. En la mayoría de los países europeos y Canadá el acceso supera el 99 % de la población. Países como Estados Unidos, Brasil o Rusia están en ese porcentaje, aunque sin superarlo.

Saneamiento.

La cara B del acceso al agua potable es el saneamiento. Es decir: qué pasa con el agua que hemos utilizado y va a parar a las alcantarillas, a pozos negros o al mismísimo campo. Hablamos de un fluido mezclado con todo tipo de residuos, algunos de los cuales son contaminantes o, incluso, portadores de agentes infecciosos que pueden comprometer la salud de las personas. A nadie se le escapa que el cólera, y no es más que un ejemplo, es una dolencia causada por un bacilo, cuya propagación está estrechamente ligada a la falta de agua potable y saneamiento. Según la OMS (septiembre de 2023), en 2022 se notificaron a esta organización 472.697 casos de cólera y 2.349 muertes por su causa.

Volvemos a las estimaciones del JMP antes citado: en 2022, más 3.400 millones de personas seguían careciendo de saneamiento gestionado de forma segura. Esta cifra es la suma de los 1.900 millones con servicios básicos, los 570 millones con servicios limitados, los 545 millones con servicios no mejorados y los 419 millones de personas que hacen sus necesidades al aire libre. La buena noticia, aunque parezca poco importante, es que en el bienio 2020-2022 el porcentaje de aguas residuales tratadas a nivel mundial ha subido un dos por ciento.

Estrés hídrico.

Que no se renueven las fuentes de agua es lo que nos hace mirar al cielo «con ojo inquieto, si la lluvia tarda», como contaba Antonio Machado de su «hombre de casino provinciano» (Del pasado efímero, 1912). Muy resumidamente, se puede entender por estrés hídrico la situación que se produce cuando en una zona geográfica hay más demanda de agua de la que es posible obtener de lagos, ríos, embalses y aguas subterráneas de esa misma zona. Consumimos agua para usos agrícolas, que acaparan el 70 %, industriales (19 %) y domésticos (11 %). Otro importante «demandante» de agua es el aumento de la temperatura: por cada grado de incremento hay un 20 % menos de renovación en superficies y acuíferos.


EN 2022, MÁS 3.400 MILLONES DE PERSONAS SEGUÍAN CARECIENDO DE SANEAMIENTO GESTIONADO DE FORMA SEGURA


A la hora de clasificar la situación de mayor o menor estrés hídrico en el mundo, los distintos organismos que lo calculan se basan en criterios diferentes, por lo que no es posible dar una cifra en la que estén de acuerdo todos. Podemos centrarnos en las estimaciones del Banco Mundial, que permiten visualizar la situación. Según este organismo, hay países que superan la proporción del 1.000 % en la relación demanda-oferta. El caso extremo es Kuwait, donde dicha proporción es del 3.850 %; es decir: consumen casi cuarenta veces más agua de la que se genera naturalmente y tienen que recurrir a las desalinizadoras, lo que les hace gastar más de la mitad de su consumo nacional de energía en transformar el agua salada en potable. Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Libia y Catar están en situaciones parecidas. En varios países de América, como Canadá y Brasil, y del norte de Europa, además de Australia o Rusia, entre otros, la renovación de agua es superior a la demanda. España, al igual que Estados Unidos, Alemania o Italia, está entre los países en los que el estrés hídrico se sitúa entre el 25 y el 50%.

Queda, en fin, recordar al biólogo marino Jacques-Yves Cousteau: «Olvidamos que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno mismo». Podemos recordarlo a diario, cuando hacemos el simple ejercicio de abrir un grifo para beber agua.

Desigualdad

Uno de los elementos para tener en cuenta cuando hablamos de abastecimiento de agua es la mayor vulnerabilidad de la mujer. En el informe ONU-Unicef de julio de 2023 se analiza profundamente la desigualdad de género en torno al agua potable, el saneamiento y la higiene. Lo que se observa en todo el mundo es que son mayoritariamente las mujeres las que se encargan de ir a recoger agua para los hogares, aspecto que es más notorio en el caso de las niñas respecto los niños. Según Cecilia Sharp, directora del Departamento de Agua, Saneamiento e Higiene de Unicef, «Cada paso que dan las niñas para recoger agua es un paso que las aleja de la educación, el juego y la seguridad».

El caso extremo de estrés hídrico es Kuwait, donde consumen casi cuarenta veces más agua de la que se genera naturalmente.

Tratamiento de las aguas residuales domésticas

Según los datos de seguimiento del ODS6 (ONU-Agua), el tratamiento adecuado de las aguas residuales domésticas en España llega al 79,90 % del volumen total utilizado. Por compararlo con otros países desarrollados, la media en Europa es del 86,48 %, casi igual que en América del Norte. Por debajo de España está Italia, con un 70,22 %, aunque nuestros vecinos Francia y Portugal son más activos, tratando el 87,94 % y el 87,51, respectivamente. En el norte y centro Europa, la situación es aún mejor: Alemania, 98,96 %; Dinamarca, 98,79 %; Países Bajos, 99,79 %; Suecia, 96;98 %.

Para saber más

Portal de datos sobre el ODS 6.
ONU-Agua. Interactivo con datos de 2022.

Progress on household drinking water, sanitation and hygiene 2000-2022. Joint Monitoring Programme for water supply, sanitation and hygiene. OMS y UNICEF.

Global water, sanitation and hygiene.
OMS, informe anual 2022.

«Muertes por falta de agua, saneamiento e higiene», por María Neira

ALDEA GLOBAL

MARIA NEIRA,

directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS

“Las poblaciones más pobres son a menudo ignoradas y a veces enfrentan discriminación al intentar acceder a los servicios de agua y saneamiento"

Muertes por falta de agua, saneamiento e higiene

Cada año, al menos 1,4 millones de muertes son causadas por servicios inadecuados de agua, saneamiento e higiene (WASH, por sus siglas en inglés).

La diarrea representa la mayor parte de esta carga, con más de un millón de fallecimientos. Aunque las muertes por diarrea han disminuido en las últimas décadas, sigue siendo una de las diez principales causas a nivel mundial, y una de las cinco principales en países de bajos ingresos. Además, los brotes de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera, siguen siendo un importante desafío para la salud pública.

En los últimos años, el cólera se ha propagado a una velocidad alarmante: 30 países informaron casos y brotes en 2022, principalmente en África y a menudo en países con bajos niveles de acceso a servicios básicos de agua y saneamiento.

El segundo contribuyente más grande a la carga atribuible a WASH fueron las infecciones respiratorias agudas debidas a una higiene de manos inadecuada, lo que resulta en 356.000 muertes al año. Las infecciones respiratorias incluida la neumonía, son la cuarta causa de muerte a nivel mundial. Tres de cada diez personas en todo el mundo no tienen instalaciones básicas de lavado de manos en sus hogares, y la práctica regular de la higiene de manos sigue siendo un desafío en muchos países.

Sin sorpresa, estos fallecimientos ocurren entre las poblaciones más pobres y desfavorecidas. El acceso a los servicios de WASH suele ser menor entre las poblaciones rurales y los grupos socioeconómicos más bajos. Incluso en los países de altos ingresos, donde generalmente se tiene acceso a servicios de agua potable y saneamiento gestionados de manera segura, ciertas comunidades marginadas no reciben suficiente atención.

Esas comunidades pueden enfrentar mayores riesgos para la salud y, en algunos casos, pueden ser la fuente de importantes brotes de enfermedades.

Si bien muchos países han logrado avances rápidos en la mejora del acceso a WASH, el crecimiento demográfico, la urbanización y los conflictos armados obstaculizan el progreso.

Lo más alarmante es que el cambio climático afecta directamente a la provisión de servicios de agua y saneamiento.

El cambio climático puede afectar los servicios de WASH de muchas maneras, incluido el daño a la infraestructura de suministro de agua y alcantarillado; la degradación de las cuencas que afecta la calidad del agua; el vertido de desechos fecales al medio ambiente; la reducción de la disponibilidad de agua, y la contaminación de las fuentes.

Muchas enfermedades infecciosas, especialmente aquellas relacionadas con WASH, son sensibles al clima.

Por ejemplo, el aumento de la propagación de enfermedades transmitidas por vectores en los últimos años se ha relacionado con el cambio climático, así como con la urbanización rápida, la alteración del uso de la tierra y las prácticas inseguras de gestión del agua y la agricultura. La malaria y el dengue, transmitidos por los mosquitos Anopheles y Aedes respectivamente, son enfermedades transmitidas por vectores que con el cambio climático adquieren aún más importancia a nivel mundial.

La incidencia del dengue ha aumentado exponencialmente en las últimas décadas, y se estima que la mitad de la población mundial está en riesgo. A pesar de una disminución en los casos y muertes por malaria, la propagación de mosquitos invasores del género Anopheles a varios países africanos, incluidos entornos urbanos donde las tasas de malaria suelen ser bajas, plantea desafíos significativos para los esfuerzos de control de la malaria en la región.

Muchos de estos vectores prosperan en áreas urbanas donde el suministro de agua y el saneamiento son inadecuados, así como la mala gestión de aguas residuales y de desechos sólidos, proporcionan condiciones favorables para la reproducción.

Las medidas de control ambiental, incluido el acceso mejorado a suministros de agua potable para reducir la necesidad de sistemas de almacenamiento de agua, prácticas adecuadas de gestión del agua y gestión de desechos sólidos para reducir la presencia de recipientes favorables para la reproducción, desempeñan un papel importante en limitar la propagación de estas enfermedades.

Por lo tanto, todos los servicios de WASH deben ser gestionados de manera segura y sostenible, y también deben ser resilientes al cambio climático para marcar una diferencia duradera en el bienestar de las poblaciones.

Conviene no olvidar que el acceso al agua y el saneamiento son reconocidos por las Naciones Unidas como derechos humanos fundamentales para la salud, dignidad y prosperidad de todos. Sin embargo, miles de millones de personas aún viven sin agua y saneamiento gestionados de manera segura.

Las poblaciones más pobres son a menudo ignoradas y a veces enfrentan discriminación al intentar acceder a los servicios de agua y saneamiento que necesitan.

Los gobiernos deben adoptar un enfoque basado en los derechos humanos para mejorar el agua y el saneamiento, para que nadie quede rezagado.

Es triste reconocerlo, pero aún hoy hay que luchar para que el derecho al acceso a los mismos sea considerado un derecho humano básico para todos.

Empleo e Inteligencia Artificial

ALDEA GLOBAL

Empleo e Inteligencia Artificial

En nuestro día a día interactuamos con IA con las búsquedas en internet, los traductores o nuestras amigas Siri, Alexa o Cortana.

Si al leer el titular se ha puesto en lo peor y le ha recordado los augurios que pronostican una destrucción casi apocalíptica de puestos de puestos de trabajo a causa de la Inteligencia Artificial, solo tiene razón en parte, porque el mercado laboral también se va a beneficiar de lo que aporte esta etapa de la revolución digital.
MELCHOR DEL VALLE

La Inteligencia Artificial, AI (o IA, si lo traemos de sus siglas inglesas), no es ni más ni menos que la facultad de sistemas o equipos de emular la capacidad cognitiva del ser humano o, si lo prefieren, la capacidad de aprender y resolver problemas o crear cosas nuevas con lo aprendido. Y no es nada nuevo, a pesar de que muchos de nosotros nos hayamos visto sorprendidos en los últimos años por aplicaciones de escritura o de creación de imágenes. Baste recordar que el llamado «padre de la computación», Alain Turing, desarrolló en 1950 el no menos famoso Test de Turing para comprobar que las máquinas no se hacían pasar por humanos. Por cierto, ya hay programas de IA que son capaces de superar dicha prueba, como hizo, por primera vez en la historia, el programa Eugene (2014) haciéndose pasar por un adolescente de 13 años.


«UNA CUARTA PARTE DE LAS TAREAS LABORALES ACTUALES PODRÍAN AUTOMATIZARSE MEDIANTE IA EN LOS ESTADOS UNIDOS Y EN EUROPA»

(GOLDMAN SACHS)


Usamos IA a diario. Se puede decir, por lo tanto, que el desarrollo de la IA es paralelo al de los ordenadores. Y, si apuramos el concepto, ¿qué es un ordenador sino una máquina capaz de hacer las mismas cosas que los humanos hacemos con nuestro intelecto, pero más rápido y con menos errores? La diferencia con los equipos que incorporan IA es la capacidad de aprender por sí solos, como sucedió ya en 1979, cuando se registró el primer éxito de un coche con función autónoma, o como cuando en 1996 Deep Blue consiguió ganar al ajedrez al entonces campeón del mundo Gary Kasparov.

Todas estas experiencias han venido sirviendo para que la IA se incorpore poco a poco a nuestras vidas en sectores como la salud, analizando miles de datos que permiten mejores diagnósticos y remedios, tal cual sucedió, por ejemplo, durante la pandemia del Covid-19; como el medio ambiente, la agricultura y la ganadería, ayudando a mitigar el calentamiento global y el uso excesivo del agua o a optimizar los recursos naturales para generar alimentos; también en transportes, ciberseguridad, fabricación de cantidad de productos… O, por ir un poco más cerca de cada cual, con las búsquedas en internet, los traductores, la gestión de los navegadores o nuestras amigas Siri, Alexa o Cortana…

¿La IA nos va a dejar sin trabajo? Esta es la pregunta del millón para todos aquellos cuya actividad laboral no está casi exclusivamente relacionada con el trabajo físico e incluso para muchos de los que este se enfoca hacia la fabricación, como cadenas de montaje, por ejemplo. Probablemente la respuesta debería ser «no», porque los puestos de trabajo que puedan ser sustituidos no lo serán de la noche a la mañana y porque su relevo por máquinas dará lugar a otras especialidades. El problema podría estar en la velocidad a la que se produjeran esos cambios y en que no diesen tregua al cambio generacional en el conjunto de la fuerza laboral.

Si miramos el análisis publicado por Goldman Sachs recién entrada la primavera de 2023 (The Potentially Large Effects of Artificial Intelligence on Economic Growth), nos puede entrar un poco de congoja: su informe dice que «una cuarta parte de las tareas laborales actuales podrían automatizarse mediante IA en los Estados Unidos, con exposiciones particularmente altas en profesiones administrativas (46%) y legales (44%) y bajas exposiciones en profesiones físicamente intensivas, como la construcción (6%) y el mantenimiento (4%)». Sus estimaciones para Europa arrojan cifras similares, aunque ligeramente más bajas: 45% respecto a las labores administrativas y 34% de las profesionales y, por abajo, el 7% para los operadores de maquinaria y el 4% para los trabajos manuales.


«SERÁ UNA NUEVA DIMENSIÓN DE COLABORACIÓN ENTRE LAS PERSONAS Y LA IA EN LA QUE LA MAYORÍA DE LOS TRABAJADORES TENDRÁN UN “COPILOTO”» (ACCENTURE)


La clave: IA generativa. Cuando decimos «generativa» hablamos de la capacidad de la IA para generar textos o imágenes. Uno de sus tipos más utilizados es el de los grandes modelos de lenguaje (LLM, por sus siglas en inglés) y es lo que más nos ha llamado la atención últimamente, con aplicaciones como ChatGPT o programas capaces de crear una imagen que nos hacen dudar de su veracidad. Y esta es la base del informe del banco americano antes citado, que pone como premisa condicional «que si la IA [generativa] cumple con sus capacidades prometidas, tiene el potencial de perturbar significativamente los mercados laborales», pero también «estimular el crecimiento de la productividad global en las próximas décadas». De ahí que las labores, digámoslo así, «de despacho» se puedan considerar las más afectadas. Goldman Sachs hace también una estimación, teniendo en cuenta las diferencias industriales entre EE. UU. y Europa y 26 países más del mundo, llegando a la conclusión de que el impacto llegaría al 18 % del conjunto mundial, con India como el menos afectado (poco menos del 12%) y Hong Kong el que más, con un 29 %.

Los trabajadores de los países menos industrializados, como resumen, tendrán menos motivos para preocuparse si se cumplen las expectativas de desarrollo de la IA generativa. Claro que la Universidad de Pensilvania, en la misma fecha que el banco, publicó GPTs are GPTs: An Early Look at the Labor Market Impact Potential of Large Language Models, que concluye: «Nuestros hallazgos revelan que alrededor del 80% de la fuerza laboral de los Estados Unidos podría tener al menos el 10% de sus tareas laborales afectadas por la introducción de los LLM (large language models), mientras que aproximadamente el 19% de los trabajadores pueden ver al menos el 50% de sus tareas afectadas» o favorecidas, permítasenos añadir. También señalan que «alrededor del 15% de todas las tareas de los trabajadores en EE. UU. podrían completarse significativamente más rápido con el mismo grado de calidad».


«LA INTUICIÓN Y LA CREATIVIDAD SON SOLO ALGUNAS DE LAS HABILIDADES HUMANAS QUE QUEDAN FUERA DE LAS MÚLTIPLES POSIBILIDADES DE LA IA» (GRUPO SYNERGIE)


Nada nuevo. Quizás convenga decir aquí y en este punto aquello de «que no cunda el pánico». El propio análisis de Goldman Sachs reconoce que cuando los avances destruyen empleo, lo compensan con la generación de nuevos puestos de trabajo. Otro estudio, en este caso publicado por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) (New Frontiers: The Origins and Content of New Work, 1940–2018, julio de 2021), en su primera conclusión, y siempre referido a EE. UU, dice que «la mayoría del empleo actual se encuentra en nuevas especialidades de trabajo introducidas después de 1940».


LA IA SE USA EN SECTORES COMO LA SALUD, EL MEDIO AMBIENTE, LA AGRICULTURA Y LA GANADERÍA, ENTRE OTROS.


El futuro laboral de una gran mayoría de personas, pues, no es que la sustitución del trabajador por un «robot», simplificando, le deje en el paro: los generadores de empleo necesitarán sacar partido a sus inversiones en IA y buscarán personas que les ayuden a rentabilizarlo. Como explica un informe de 2023 de la consultora Accenture, «La IA generativa cambiará el trabajo tal como lo conocemos hoy en día, introduciendo una nueva dimensión de colaboración entre las personas y la IA en la que la mayoría de los trabajadores tendrán un “copiloto”, cambiando radicalmente la forma en la que trabajamos y el tipo de trabajo que se lleva a cabo».

Según explican en el Grupo Synergie, una multinacional de soluciones de Recursos Humanos que supera los 5.000 empleados y que cuenta con más de 800 oficinas distribuidas en 17 países, «La inteligencia artificial es buena procesando ingentes cantidades de información a velocidades sorprendentes, pero no supera al cerebro humano en muchos otros ámbitos y quizá no lo haga nunca. […] La intuición y la creatividad son solo algunas de las habilidades humanas que quedan fuera de sus múltiples posibilidades». Se trata de entender que la IA está al servicio de los humanos y no tiene más remedio que seguir estándolo. Si la aplicación se usa para optimizar técnicas de mercado es porque una empresa productora intenta convencer a personas, no a máquinas, de que compren determinados productos; si se utiliza para mejorar la eficacia de los tratamientos médicos, es porque hay seres humanos que los necesitan.

Puestos de trabajo en el mundo

Según el Fondo Monetario Internacional, en su informe Future of Jobs Report (mayo de 2023), se identifican una serie de trabajos que destacan por su crecimiento o decrecimiento, tanto en rapidez como en volumen.

LOS QUE MÁS CRECEN

  • 1 Operadores de equipamiento agrícola.
  • 2 Conductores de camiones y autobuses pesados.
  • 3 Maestros y profesores vocacionales.
  • 4 Mecánicos y reparadores de maquinaria.
  • 5 Profesionales del desarrollo de negocios.

LOS QUE MÁS DECRECEN

  • 1 Grabadores de datos.
  • 2 Auxiliares administrativos y secretarias.
  • 3 Empleados de contabilidad y gestión de salarios.
  • 4 Guardias de seguridad.
  • 5 Conserjes y amas de llaves.
La Inteligencia Artificial es la facultad de sistemas o equipos de emular la capacidad cognitiva del ser humano.

Para saber más

The Potentially Large Effects of Artificial Intelligence on Economic Growth.
Goldman Sachs. Marzo de 2023.

GPTs are GPTs: An Early Look at the Labor Market Impact Potential of Large Language Models.
Tyna Eloundou, Sam Manning, Pamela Mishkin y Daniel Rock.
OpenAI, OpenResearch y University of Pennsylvania. Marzo de 2023.

New Frontiers: The Origins and Content of New Work, 1940–2018.
David Autor, Anna Salomons y Bryan Seegmiller
MIT y Utrecht University. Julio de 2021.

Una nueva era de IA generativa para todos.
Paul Daugherty, Bhaskar Ghosh, Karthik Narain, Lan Guan y Jim Wilson.
Accenture, 2023.

Future of Jobs Report 2023.
Foro Económico Mundial. Mayo de 2023.