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CONVENIO EL PRADO-FUNDACIÓN NOTARIADO

CLAVES DE LA OBRA

Autor: Seguidor de Hugo van der Goes
Fecha de creación: Hacia 1475
Material: Óleo sobre tabla
Ubicación: Sala 58
Medidas: 125,5 x 140,5 cm.

‘Calvario con santos y donantes’
Sucede en ocasiones que nos encontramos con obras de arte en los museos de las que apenas se conoce nada pero que resultan absolutamente fascinantes para el visitante interesado, y a la vez, clave en las colecciones de la institución que las custodia. Es el caso de este ‘Calvario con santos y donantes’.
JOSÉ JUAN PÉREZ PRECIADO,

conservador del área de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte

Sucede en ocasiones que nos encontramos con obras de arte en los museos de las que apenas se conoce nada pero que resultan absolutamente fascinantes para el visitante interesado, y a la vez, clave en las colecciones de la institución que las custodia. Es el caso de este Calvario con santos y donantes. De ella se desconoce quién la pintó, y también se ignora quién la encargó, es decir, quiénes son los donantes representados. Tampoco se puede reconocer a priori la ciudad captada al fondo del paisaje, lo que podría indicar dónde se pintó. Casi nada se sabe de ella. Pero a pesar de todas estas carencias en su conocimiento, la obra completa una laguna de la que adolecían las colecciones del Prado, habiendo sido por ello adquirida por el Museo hace apenas unos años.

Cuando se analiza con detalle, como se hizo para su adquisición, se descubre que se trata de una pintura excepcional y se deducen muchas cuestiones alrededor de su creación. Por ejemplo, que la obra presenta similitudes e incluye referencias que la sitúan en el entorno geográfico de la producción de artistas en la ciudad de Gante.

 


UN EXCEPCIONAL DOCUMENTO QUE NOS ILUSTRA SOBRE LAS PRÁCTICAS RELIGIOSAS DEL SIGLO XV


 

Influencias

La palmera y el árbol seco podrían rastrearse en obras como el altar del Cordero místico de los hermanos Van Eyck en la catedral de esta ciudad. También que los modelos de muchas de las figuras, están tomados de varias pinturas de Hugo van der Goes, uno de los pilares de la pintura neerlandesa temprana, muy activo en la misma ciudad, a la que por tanto pudiera aludir la ciudad representada en el paisaje, sin ser sin embargo una captación precisa. Aunque hay muchos detalles tomados de este pintor, las distintas influencias de otros artistas, -por ejemplo, ciertos ropajes están tomados de pinturas de Dirk Botus-, apuntan a un pintor independiente, no directamente miembro del taller de Hugo.

Por otro lado, y aunque no se conoce la identidad de la familia donante, cabe presumir que los nombres del matrimonio fueran Jerónimo y Catalina, dados los santos elegidos, y quizás estarían vinculados con España por la presencia de Santiago. Es interesante, por infrecuente, el rollo de oración en manos de una de las hijas, una pieza de rezo muy propia de finales del medievo de los que se conservan algunos ejemplares. El personaje parece haber llegado al final del rollo revelando la imagen, similar a un naipe, de las Cinco Llagas de Cristo, una devoción muy popular en el norte de Europa, confirmando el origen de la pintura. A la vez se puede observar cómo, ni ella ni su madre, entregadas a la lectura, miran al crucificado, sustituyendo la piedad de la contemplación directa del cuerpo de Cristo, presente ante ellas, por la de las llagas o la lectura de la pasión, según un hábito introspectivo, de meditación personal, propio de la entonces extendida corriente religiosa conocida como la Devotio moderna.

Todos estos detalles convierten a la pintura, no solo en una magnifica obra de arte, que nos fascina como creación artística y cubre una parte de las necesidades coleccionistas del Museo, sino en un excepcional documento que nos ilustra sobre las prácticas religiosas del siglo XV.