ALDEA GLOBAL
ESOS SERES SINTIENTES CON LOS QUE CONVIVIMOS
Melchor del Valle
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La entrada en vigor en España de la Ley sobre sobre el régimen jurídico de los animales, en diciembre de 2021, ha supuesto la consecución de varios de sus objetivos para organizaciones como el Observatorio Justicia y Defensa Animal, que los perseguían al grito de #AnimalesNOsonCosas desde 2015, y una concienciación general de que la ciencia, primero, y la legislación, después, reconocen que con los humanos conviven seres vivos dotados de sensibilidad.
Legislar sobre la convivencia del hombre con los animales no es algo nuevo. Ya el Derecho Romano incluía a estos últimos en su normativa, aunque los considerase «cosas». La realidad histórica es que ese régimen jurídico de los animales lleva más de dos mil años presente en el continente europeo y, por ende, en muchos países de todo el mundo.
Si nos quedamos en la Unión Europea, tenemos el Tratado de Ámsterdam de 1997, donde se encuentra el germen del artículo 13 del Tratado de Lisboa, firmado en 2007, que dio lugar Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. En él se reconoce la sensibilidad animal y exige a los Estados miembros que «tengan plenamente en cuenta los requisitos de bienestar de los animales» cuando apliquen las políticas de la UE relativas a agricultura, pesca, transporte, investigación y desarrollo tecnológico.
LA UE EXIGE A LOS ESTADOS MIEMBROS QUE «TENGAN PLENAMENTE EN CUENTA LOS REQUISITOS DE BIENESTAR DE LOS ANIMALES»
Pero esto de reconocer que los animales no son meros objetos, parece no ser suficiente. Austria, pionera en quitar a los animales la consideración de «cosas» (1988), lo cita explícitamente en su Código Civil: «Los animales no son cosas; están protegidos por leyes especiales». A parecidas soluciones llegaron Alemania y Suiza. Algo similar sucedió en Canadá, concretamente en la Asamblea Nacional de Quebec, cuando legislaron para reconocer que «los animales no son cosas, sino seres sintientes con necesidades biológicas», y en Nueva Zelanda.
La Declaración de Cambridge.
Un prestigioso grupo internacional de científicos especializados en neurociencia cognitiva, neurofarmacología, neurofisiología y neurociencia computacional, se reunieron en la Universidad de Cambridge (julio de 2012) para evaluar, a la luz de los conocimientos actuales, los sustratos neurobiológicos de la experiencia consciente y los comportamientos que tienen que ver con ella; y, aquí viene lo significativo, en humanos y no humanos.
Cuando se refieren a la consciencia, dejan lugar a pocas dudas: «Hay evidencias convergentes que indican que los animales no humanos poseen los sustratos neuroanatómicos, neuroquímicos y neurofisiológicos de los estados de consciencia, junto con la capacidad de mostrar comportamientos intencionales. En consecuencia, el peso de la evidencia indica que los humanos no somos los únicos en poseer la base neurológica que da lugar a la consciencia. Los animales no humanos, incluyendo a todos los mamíferos y aves, y otras muchas criaturas, entre las que se encuentran los pulpos, también poseen estos sustratos neurológicos». Es quizás por eso que las normativas de Francia (2015), Portugal (2017) y la recientemente aprobada en España (2021) «prefieren –como se indica en el preámbulo de nuestra Ley– una descripción “positiva” de la esencia de estos seres que los diferencia, por un lado, de las personas y, por otro, de las cosas y otras formas de vida, típicamente de las plantas». En esto consiste, básicamente, lo que hemos dado en llamar «descosificación».
Índice de protección animal.
Para tener una idea de conjunto y por países de en qué situación se encuentran internacionalmente las leyes de protección a los animales y de traslación a la realidad de los distintos países de la Declaración Universal de los Derechos de los Animales (UNESCO, 1978, y ONU, posteriormente), conviene echar un vistazo al Índice de Protección Animal (API, por sus siglas en inglés de Animal Protection Index) que ofrece la organización internacional World Animal Protection, antes conocida como World Society for the Protection of Animals (WSPA). La segunda edición de este índice es la de 2020 (publicada en diciembre de ese año; la primera fue en 2014) y revisa la situación de cómo la legislación protege a los animales en 50 países de todos los continentes.
EL GRUPO DE ANIMALES QUE MAYOR ATENCIÓN RECIBEN, EN CUANTO A LA PRESENCIA EN LA LEGISLACIÓN DEL BIENESTAR ANIMAL, SON LOS DEDICADOS A LA INVESTIGACIÓN
El análisis del API se basa en cuatro pilares: reconocimiento de la sensibilidad animal y prohibición del sufrimiento animal, presencia de la legislación sobre bienestar animal, establecimiento de órganos gubernamentales de apoyo y apoyo a las normas internacionales de bienestar animal (la antes citada Declaración Universal y las normas de la Organización Mundial de Sanidad Animal). Los resultados se ofrecen online, abiertos a todos los usuarios, y se pueden ver en conjunto, país por país, según cada uno de los pilares e, incluso, comparando países. En el mapa global se observa que Irán y Azerbaiyán son los últimos de la clasificación general, mientras que Suecia, Dinamarca, Países Bajos, Austria, Suiza y Reino Unido son los que se encuentran a la cabeza. Todos de Europa, como puede apreciarse.
Sensibilidad animal.
Siendo importantes todos los pilares citados, los dos primeros están íntimamente ligados con el reconocimiento de #AnimalesNOsonCosas y su traslado a la correspondiente legislación. El reconocimiento de la sensibilidad animal está más arraigado en Colombia, seguido de Perú y Chile, en América; y de Austria, Francia, Países Bajos y Suecia, en Europa, zona en la que el país peor clasificado es Bielorrusia. Si hablamos de leyes contra el sufrimiento animal, Suiza, Dinamarca y Suecia son los más activos. En este capítulo es en el que se denota más actividad, ya que se unen al grupo de los «B» –segunda posición– países como Canadá, Rusia, India o Pakistán y Kenia, Nigeria y Malasia, por no dejar ninguna zona por mencionar.
EL ÍNDICE DE PROTECCIÓN ANIMAL MIDE LA TRASLACIÓN A LA REALIDAD DE LOS DISTINTOS PAÍSES DE LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES
La citada Kenia, pasando ya al pilar del traslado de los principios a la legislación, es el país más activo en la protección legal de animales salvajes, seguido de Brasil. El grupo de animales que mayor atención reciben, en cuanto a la presencia en la legislación del bienestar animal, son los dedicados a la investigación, con Francia, Alemania, Polonia, Austria, Suiza, Países Bajos, Suecia y Dinamarca como primeros valedores. El grupo de los dedicados a la agricultura solo se ve reconocido legalmente en Austria y Suecia. El parámetro en que mejor clasificada sale España es respecto al grupo de los animales en cautiverio, junto con Reino Unido, Suiza, Austria, Alemania, Países Bajos, Dinamarca y Suecia. Si señalamos a los animales de compañía, están más protegidos por la legislación en Reino Unido, Polonia, Austria, Suiza, Suecia, Malasia y México. En el último de los grupos, los animales de tiro y recreo –suponemos que se refiere básicamente a caballos–, solo Malasia y Suiza se salvan de la quema, pero con valores mucho más bajos que en las otras medidas.
Objetivos 14 y 15.
Naciones Unidas, en su Agenda 2030 sobre desarrollo sostenible, incluyó la necesidad de conservar de manera sostenible los océanos y el uso de los ecosistemas terrestres. Hablan de protección de fauna y flora, claro, promoviendo las adecuaciones legislativas que ayuden a esa sostenibilidad. En mayo de 2022, va a tener lugar en Lyon (Francia) la 19ª Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres a la que asistirán, si nos guiamos por anteriores ediciones, más de 3 000 especialistas. Será un termómetro para conocer cómo estamos haciendo las cosas respecto a la legislación para la protección de esos seres vivos que están a nuestro lado…
La organización sin ánimo de lucro The Ocean Cleanup publicó en la revista Science (abril de 2021) un estudio que pone los pelos de punta y cuyos resultados resumen así: «1 000 ríos son responsables de casi el 80 % de las emisiones anuales mundiales de plástico fluvial, que oscilan entre 0,8 y 2,7 millones de toneladas métricas por año, con los pequeños ríos urbanos entre los más contaminantes. El 20 % restante de las emisiones de plástico se distribuyen en otros 30.000 ríos».
Cifras visibles. Para que podamos poner en valor el significado de todas las cifras que citaremos en estas líneas, hagamos un simple ejercicio numérico a modo de ejemplo. Tenemos que una bolsa de plástico tipo supermercado pesa unos 6 gr y una botella pequeña de agua sin gas, 8 gr. Ahora imaginemos una «sopa» de plástico de tan solo 20 Kg flotando en el mar (recuadro «Mapas interactivos», Sailing seas of plastic), en la que hay bolsas y botellas a partes iguales. Tendríamos en la mancha cerca de 3 000 piezas.
Si llevamos los materiales del ejemplo a lo que vierte el río más contaminante de los que da notica el estudio de The Ocean Cleanup, el Pásig, en Filipinas, sus 62,6 toneladas de plástico anuales significarían 9,4 millones de desechos entrando al mar por su desembocadura en Manila. Este país, en fin, tiene el doloroso récord de ser el que más tráfico fluvial de plásticos conduce al mar. En total, el país tagalo emite 360 000 toneladas de plástico al año mediante 4 820 de sus ríos.
Medallas de deshonor. Tras Filipinas, los siguientes países que más polímeros mueven en sus vías fluviales son, por este orden, India, Malasia, China, Indonesia, Birmania, Brasil, Vietnam, Bangladés y Tailandia, por solo citar los diez más contaminantes. Pero hay que marcar diferencias: el segundo (India), vierte justo la mitad de plástico (130 00 toneladas) que el primero; y el décimo (Tailandia) «solo» 23 000 toneladas. En el entorno del Mediterráneo más próximo, puede ser preocupantes las 14 000 toneladas de ríos turcos, sobre todo al Mar de Mármara, y las 5 800 toneladas de los argelinos dejadas casi a las puertas de las Islas Baleares.
EN 2025 HABRÁ DESECHOS PLÁSTICOS COMO PARA CUBRIR CADA METRO DE COSTA DE TODO EL MUNDO CON 100 BOLSAS
Asía, por tanto, es la zona donde el problema que venimos comentando alcanza mayor intensidad. En el entorno americano, Brasil es el primer emisor de plásticos, 38 000 toneladas, seguido de Guatemala, Haití, República Dominicana y Venezuela. En África, se lleva «la palma» Nigeria, con 19 000 toneladas, seguido de Camerún, con 11 000 toneladas, y el ya citado Argelia. En la Unión Europea, crucemos los dedos, solo el río Neretva (desemboca en Croacia, pero el 90,2 % de su curso transcurre por Bosnia-Herzegovina) vuelca volúmenes significativos (125,8 toneladas) al Adriático. A esta misma cuenca vierten los albaneses Ishën (algo más de quinientas toneladas) y Seman (235,5 toneladas), entre otros, demostrando que el cuidado medioambiental local puede servir de poco si los problemas no se acometen internacionalmente.
Qué hay de nuevo. Los ríos, nos cuenta la historia, nos vienen sirviendo para abastecernos de agua, disponer de terrenos fértiles para los cultivos o pastos y deshacernos de los residuos. Para esto último hemos involucionado, porque el incremento de producción y uso de plásticos ha hecho de los ríos autopistas de evacuación de productos que no se degradan fácilmente. Cuando hablamos del «uso de plásticos», nos estamos refiriendo a los más de 8.500 millones de toneladas fabricadas desde que se empezó la producción masiva en 1950. Y creciendo.
SE CALCULA QUE LA «ISLA DE PLÁSTICO» DEL PACÍFICO NORTE PUEDE ALCANZAR UNA EXTENSIÓN SIMILAR A ESTADOS UNIDOS
Un informe de Naciones Unidas calcula que, de seguir así, en 2025 habrá plástico como para cubrir cada metro de costa de todo el mundo con 100 bolsas tipo supermercado. Cabe recordar que los polímeros tardan entre 55 y 1 000 años en degradarse (depende del compuesto y el grosor). Y un dato más: las mascarillas y guantes desechables tardan en desintegrarse entre uno y cinco años.
De los ríos al mar. Mares y océanos son los depositarios de todos estos desechos que pueden a pasar a la cadena alimenticia, los famosos microplásticos, a precipitarse a los fondos marinos o a mantenerse a flote formando las conocidas como «islas de plástico». De las muchas que hay ya, la más impresionante es la del Pacífico Norte. Diversas estimaciones calculan que puede llegar a medir más que EE. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), calcula que esta isla de basura crece al ritmo de una tonelada de desechos al día. Hay más: según investigaciones recientes, en torno a un 70 % de los componentes de estas islas se hunden; calculen la dimensión del problema si eso que es visible y más o menos cuantificable es solo el 30 % de lo que depositamos en el mar.
Las cifras son abrumadoras, ciertamente, e interesarse por ellas nos debería alejar de la indiferencia, huir de la comodidad de comprar productos frescos envasados en barquetas de poliestireno y envueltos con cubierta transparente o de aceptar sin rechistar la bolsa de plástico para llevar nuestra compra. Un estudio de Naciones Unidas, SINGLE-USE PLASTICS: A Roadmap for Sustainability (2018), puso de manifiesto que en el mundo consumimos casi 10 millones de bolsas por minuto. No, no ha leído mal: 10 millones por minuto. La receta, dicen desde hace tiempo quienes más padecen los excesos de plásticos en nuestras aguas, está en las tres «R»: reducir, reusar y reciclar. Fácil, ¿no?
El régimen jurídico de los animales en España
Cuando, dentro de algún tiempo, se actualice el Índice de Protección Animal, España escalará algunos puestos en las clasificaciones merced a la reciente entrada en vigor de la Ley 17/2021, de 15 de diciembre, de modificación del Código Civil, la Ley Hipotecaria y la Ley de Enjuiciamiento Civil, sobre el régimen jurídico de los animales.
Esta norma modifica otras tres, como deja claro el nombre de la ley, sobre todo respecto al Código Civil.
Para saber más
Animal Protection Index.
World Animal Protection. Mapa multicapa interactivo (2020).
Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.
Naciones Unidas (2015)
La descosificación de los animales.
Marita Giménez-Candela. Revista Eletrônica do Curso de Direito da UFSM (2017).