EN PLENO DEBATE

VICTORIA ORTEGA,

Presidenta de Unión Profesional

 

"Es imprescindible una mayor colaboración entre las administraciones públicas y las organizaciones colegiales"

Cultura colegial, garantía para la ciudadanía

Toda reflexión que pretenda alumbrar el sentido de la cultura colegial ha de tener como base la consideración de nuestra labor a partir del patrimonio intangible que es la colegiación; un instrumento pensado para velar por la salud y la seguridad física y jurídica de las personas en su relación con los y las profesionales, y una garantía de calidad en los servicios que estos prestan.

Las organizaciones colegiales somos garantes cotidianos de los derechos de la ciudadanía en el ejercicio de la coexistencia social; y la ciudadanía, a fecha de hoy, sigue encontrándose con dificultades a la hora de saber si un profesional cuenta o no con la cualificación adecuada para el ejercicio de su profesión. En el momento de acudir a un despacho, un estudio o una consulta, ¿qué seguridad se ofrece al usuario, el cliente o el paciente acerca de la capacitación del profesional que va a atenderle? En el ámbito de los servicios profesionales no es recomendable hacer actos de fe. Lo justo y necesario es poder confiarse sin incertidumbres a los mecanismos establecidos para garantizar la calidad de vida y de servicios.

Por este motivo, resulta fundamental que las organizaciones colegiales, los consejos y los colegios aúnen esfuerzos con otros actores implicados en la vida profesional, como las organizaciones de consumidores y usuarios, a fin de trasladar a la sociedad que somos garantía institucional de la buena práctica profesional y que estamos regidos por unas normas deontológicas inequívocas, fijadas por los órganos establecidos de cada profesión. Ello trae consigo un control previo del comportamiento del profesional que no puede sustituir el seguro correspondiente de responsabilidad civil profesional; una iniciativa de carácter ex post, es decir, derivada del hecho acaecido, que tan solo puede compensar daños ya producidos y, en numerosas ocasiones, irreparables.

El Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional han desarrollado una jurisprudencia que consolida el modelo colegial y las razones que justifican las funciones que la ley atribuye a las corporaciones colegiales, pronunciándose incluso sobre la colegiación de oficio. Esto es importante, puesto que nos otorga una fuerza jurídica y argumental que hemos de trasladar de la manera más adecuada posible a quienes precisan de nuestros servicios.

No obstante, para garantizar una seguridad aún mayor de la ciudadanía, se precisan mejoras. Entre ellas, es imperativo reforzar y acentuar el control ex-ante, es decir, preventivo, así como la implementación de mecanismos capaces de entrar en acción durante el desarrollo mismo de la actividad profesional. Para que esto pueda ocurrir es imprescindible una mayor colaboración entre las administraciones públicas y las organizaciones colegiales con el objetivo de detectar a la mayor brevedad los posibles delitos de intrusismo, y denunciarlos.

También estimamos necesaria una evolución de los códigos deontológicos de cara a potenciar su carácter proactivo y su potestad sancionadora. Y pretendemos avanzar en fórmulas que garanticen una mayor capacidad de denuncia por parte de las organizaciones colegiales.

También nos parece obligado tejer cultura colegial por medio de campañas de información que hagan comprender a la ciudadanía con la claridad y la contundencia suficientes los efectos del intrusismo en la calidad del servicio que recibirán, y de las normas de filtro que se exigen para el ejercicio de una determinada profesión. Todo ello ha de venir acompañado de una mayor sensibilización sobre los delitos de intrusismo desde el ámbito institucional, mediante campañas, manuales o sencillas guías que orienten a la ciudadanía en la detección de indicios de intrusismo, y que dirijan a los colegios profesionales como los órganos más capacitados para estudiar y canalizar las posibles denuncias.

En paralelo a la articulación de las herramientas propias del modelo colegial con un espíritu más proactivo, las organizaciones colegiales estimamos necesario analizar, comprender y trasladar a la ciudadanía la naturaleza del servicio profesional en su vertiente de credence good; es decir, como bien basado en la confianza que se establece entre ciudadano y profesional antes, durante y después de un acto profesional que tiene efectos inmediatos pero, sobre todo, a largo plazo en la vida del primero: tratamientos, reparaciones, métodos educativos, servicios de mantenimiento.

Por su naturaleza intangible en el momento de ejecutarse, no es posible evaluar con total precisión el modo en que dichos actos profesionales responden al nivel exigible de calidad, por lo que el modelo colegial ha de saber recoger una serie de parámetros que engloben sin lugar a dudas la credibilidad y grado de confianza del profesional en el transcurso de todas sus actividades.

En relación con lo anterior, el análisis del servicio profesional desde la perspectiva del credence good o bien de confianza nos permite apreciar de inmediato que suele existir una asimetría de información que perjudica al ciudadano cuando recurre a servicios profesionales, por lo que los estándares de control sobre el profesional han de reducir el ruido causado por las retóricas propias de la profesión para centrarse en la concreción y comunicación de los factores esenciales que definen la calidad del acto profesional de que se trate.

Otros factores que también hemos de tener en cuenta a la hora de comprender la importancia del bien de confianza es la conocida como mcdonalización de los servicios profesionales, propiciada por los cambios tecnológicos y la inestabilidad laboral, y maximizada por la economía de plataformas. Esta coyuntura nos obliga a una reflexión y una crítica específicas en torno a los riesgos de precarización a que se ven abocados en ocasiones los servicios profesionales, y la repercusión que ello tiene en la calidad de los mismos y la seguridad de la ciudadanía.

En resumidas cuentas, los tiempos de cambio que atravesamos y las nuevas perspectivas normativas y organizativas nos animan a entender la cultura colegial como un conjunto riguroso de saberes, herramientas y valores que ha de desembocar en el bienestar, la seguridad y la confianza de la ciudadanía. Las organizaciones colegiales han de focalizarse por tanto en un trabajo conjunto que permita garantizar el desarrollo y la promoción de dicha cultura