[vc_row fullwidth=»has-fullwidth-column»][vc_column][vc_column_text]Se conocen popularmente como chiringuitos financieros a aquellas entidades del sector que prestan servicios de inversión sin contar con la autorización necesaria para hacerlo. Detrás de ellas se ocultan expertos financieros, especuladores, profesionales del negocio que aprovechan un mercado ansioso de alternativas para operar sin la supervisión de los reguladores oficiales.
La escasa rentabilidad de los productos tradicionales ha abierto la puerta a un negocio, en ocasiones demasiado sofisticado, para pequeños inversores y ahorradores que deberían contar con asesoramiento. Los casos no son aislados y suponen también una amenaza para los inversores que buscan oportunidades de negocio fuera del mercado bancario. Solo el año pasado, la Comisión Nacional del Mercado de Valores publicó 38 advertencias sobre otras tantas empresas que operaban en España, un 65% más que el año anterior. En Europa, el número de firmas sospechosas asciende a 4.000. Ante esta situación, los expertos y las entidades reguladas reclaman una mayor vigilancia y, también, una mayor coordinación entre todos los organismos implicados.
¿Quién está detrás? Detrás de estas empresas se encuentran delincuentes profesionales que conocen muy bien los mercados financieros, cuentan con expertos en internet y, además, operan desde cualquier país, explica Miguel Ángel Bernal, profesor del departamento de investigación de Instituto de Estudios Bursátiles.
¿Quiénes son sus víctimas? El perfil de las víctimas no es precisamente el de personas que desconocen el mercado, sino el de personas, generalmente hombres, con buena formación académica y con conocimientos previos sobre inversión. En el caso de España, los expertos añaden además otros dos targets: jóvenes, incluso estudiantes, con conocimientos bursátiles y, personas mayores, con escasa formación, pero que cuentan con ahorros y quieren sacarles más rendimiento que el que les ofrece la banca tradicional.
¿Cómo detectarlos? En la mayoría de los casos, el contacto con estas empresas comienza con una llamada telefónica. Casi siempre el punto de partida es el rastro que dejamos en internet. Ellos solo tienen que seguirnos la pista para hacerse con nuestros datos y cuentan para ello con expertos en tecnología: saben qué páginas visitas, si trabajas con otras entidades, si has invertido alguna vez, los productos que le interesan, etc. Ahí empieza el acoso telefónico y sus técnicas de persuasión. Generalmente utilizan predicciones acertadas, proponen grandes rentabilidades y usan un lenguaje técnico para que el interlocutor se sienta impresionado. Al final se presentan como un asesor, un socio para hacerle ganar más dinero y le incitan a tomar decisiones precipitadas. Desconfíe de llamadas y correos inesperados, de aquellos interlocutores que intentan mostrar afinidad personal, de aquellas empresas que le proponen bonificaciones de entrada, le animan a captar más inversores o requieren cierta urgencia en la toma de decisiones.
¿Dónde acudir? Si cree que puede estar siendo víctima de una estafa no deje pasar más tiempo. El objetivo principal de estas empresas es apropiarse de su dinero y, en muchos casos, gastarlo antes de que usted se dé cuenta. Contacte con las autoridades: con la CNMV, con la Policía y con el juzgado correspondiente. Evite siempre que otros ciudadanos puedan ser víctimas de la estafa.
Por Marián Lezaun
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