[vc_row fullwidth=»has-fullwidth-column»][vc_column][vc_column_text]El blockchain (o ‘cadena de bloques’) nació en 2009 integrado en el sistema de pago electrónico con la criptodivisa bitcoin y –básicamente– es una base de datos que permite a los particulares realizar transacciones telemáticas sin necesidad de certificación por parte de terceros.
El notario Enrique Brancós fue el ponente español de la jornada organizada por la Unión Internacional del Notariado en Tiblisi, organismo que presidente el notario español José Marqueño. Junto a Brancós participaron en este debate los notarios Thierry Vachon (Francia), Dominik Gassen y Wolfgang Ott (Alemania), Nino Khoperia (Georgia) y los registradores de la propiedad Harald Wilsch (Alemania) y David Chactchkhunasvili (Georgia).
Enrique Brancós alertó sobre la dificultad de prevenir el blanqueo de capitales si se utiliza este sistema: “Los bitcoins han demostrado que el blockchain es considerablemente opaco. De hecho, se desconoce la persona que generó –y vendió– los primeros bitcoins, y los autores del gran ciberataque global perpetrado en mayo pidieron en bitcoins el rescate de los archivos hackeados. El ponente español también señaló posibles problemas de protección de datos en el caso de que el sistema sea abierto. “Si es cerrado, quedará opaco para cualquier control. Si lo procedente es un sistema que discrimine el interés legítimo y se organiza una intervención selectiva, deberá arbitrarse una autoridad que actúe como filtro. Esa es la mejor solución posible, pero un blockchain con un control que no derive de toda la comunidad informática ya no será un verdadero blockchain”, afirmó.
Otro aspecto aún por resolver radica en la pérdida de la identidad digital. “Extraviado su medio de identificación, el titular de los derechos registrados en el blockchain podría perderlos irremisiblemente por no poder demostrar su titularidad ni operar con los mismos”, apuntó.
Sobre su valor jurídico, el notario de Girona consideró que “el blockchain es una técnica de archivo colectivo dentro de la comunidad informática y puede asociar sistemas de inteligencia artificial, por lo que su inclusión es útil como medio de prueba en juicio. No así para crear títulos de legitimación extrajudicial que aporten seguridad jurídica preventiva al garantizar la validez y regularidad de las transmisiones. La pregunta es: ¿quién asegura en un blockhain que han sido válidamente transmitidos los derechos o establecidas las facultades jurídicas? Tal vez en el futuro puedan hacerlo los llamados ‘contratos inteligentes’, pero por el momento no parece posible, aseguró.
No cabe duda, señaló Brancós, que el notario puede complementar un sistema de blockchain. El control de la legalidad de la cadena de transmisiones no debe quedar en manos de personas desconocedoras de las múltiples exigencias de la ley”. Asimismo, llamó la atención sobre un problema de índole fiscal: “Resulta difícil conciliar el sistema blockchain con la liquidación y cobro de los impuestos”. El sistema está aún lejos de ser fiable al 100 por 100 concluyó Brancós: “La necesidad de una masa crítica amplísima para evitar el hackeado y la necesidad de un volumen elevado de usuarios, no garantiza absolutamente el funcionamiento a largo plazo, pues el sistema puede ser abandonado por obsolescencia técnica, motivos económicos u otros. Por no hablar de cómo evitar los falsos blockchain. Los ciberataques perpetrados a nivel mundial advierten de la necesidad de ser extremadamente exigentes sobre la seguridad informática de los blockchain”.
Por Redacción
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