Nos toca echar un rápido vistazo a dos núcleos de población, apenas separados por una cincuentena de kilómetros, cada uno con su propia historia y su carácter diferencial. También es de rigor sobrevolar esa exuberancia que es el Geoparque de Granada, denominación otorgada por la UNESCO, donde se dan la mano geología, arqueología, cultura y equilibrio ecológico. Mucho empeño que deja una primera intención: hablar de todo, sí, pero seguros de que habremos de volver a esa Granada que conocieron argáricos, fenicios, íberos, romanos, godos, musulmanes… Desde el calcolítico hasta nuestros días, vaya. Poco a poco, pues.
El Geoparque de Granada es Geoparque Mundial de la UNESCO desde el 10 de julio de 2020. Se asienta en los 4.722 kilómetros cuadrados que en los mapas de geografía podemos ver como las hoyas de Baza y Guadix; alberga, como explican sus promotores, “uno de los mejores registros geológicos continentales de los últimos cinco millones de años” –como poco, añadimos–; y es un libro abierto escrito por un río sin salida al mar, que cedía sus aguas a un gran lago y aportaba recursos a los grandes mamíferos del cuaternario y a los primeros representantes de la especie humana, por citar algunos ejemplos ‘recientes’.
EL GEOPARQUE DE GRANADA ALBERGA, «UNO DE LOS MEJORES REGISTROS GEOLÓGICOS CONTINENTALES DE LOS ÚLTIMOS CINCO MILLONES DE AÑOS»
Sus distintos paisajes y lugares de interés dejarán hoy al viajero casi sin aliento. Si pensamos en cárcavas, ahí tenemos inmensas áreas como las de la Rambla del Moral, las de Gorafe, las del Marchal o las del Negratín, estas últimas con su impresionante mirador. Claro que, si hablamos de miradores, nada tan espectacular como la altísima montaña-isla Cerro Jabalcón, con sus casi mil quinientos metros de elevación, cuyas vistas abarcan prácticamente todo el geoparque. Pie a tierra, formaciones poco comunes, como sismitas y lavas almohadilladas, yacimientos paleontológicos, restos megalíticos, hábitats trogloditas… Y “hasta el infinito y más allá”, que sería imperdonable olvidarse de las actividades de astroturismo como las que promueven desde Los Coloraos. Rutas, centros de interpretación, empresas de turismo sostenible… incluso gastronomía y alojamientos singulares, para que no falte de nada.
Baza es heredera de la antigua e importante Basti, que dio nombre a la región íbera de Bastetania. El Cerro Cepero, donde se encontraba, está poco menos de tres kilómetros del núcleo urbano actual y es un rico yacimiento de restos íberos y romanos, sobre todo, pero también visigodos y bizantinos, lo que indica actividad humana desde del siglo VII a. de C. hasta bien entrada nuestra era. El hallazgo estrella en estos lares es la Dama de Baza, escultura íbera del siglo IV a. de C., labrada en piedra caliza policromada, cuyo original está en el Museo Arqueológico Nacional, pero que tiene hasta su propia fuente en la localidad granadina. Para los romanos, era un territorio rico en minerales; los árabes lo vieron como zona de cultivo y dotaron la zona de acequias y aljibes; y, conquistas, reconquistas y levantamientos de por medio, un recaudador de Felipe II, un tal Miguel de Cervantes, llegaba a Baza a principios de septiembre de 1594 para reclamar al ayuntamiento una deuda por impuestos reales de 34.000 maravedíes. El hito histórico tiene la gracia de que era el primer lugar que visitaba el esforzado alcabalero para intentar cobrar las deudas en varios lugares del Reino de Granada y Andalucía, que por aquel entonces eran divisiones administrativas distintas.
Sin duda, la visita a los baños árabes (s. XIII), cuya rehabilitación obtuvo el Premio Nacional de Arqueología en 2009, es una de las imprescindibles para quien visita Baza. El interés por las culturas precedentes tiene sus puntos de interés en el Museo Municipal, básicamente arqueológico, que ocupa dos edificios históricos del s. XVI; y en el Centro de Interpretación de la Cultura Íbera, ubicado en la iglesia del antiguo Monasterio de San Jerónimo (s. XVI). La Fuente de los Caños Dorados (s. XVII) es un antiguo abrevadero y parada obligada del Cascamorras en su carrera hacia la iglesia-convento de la Merced (s. XVI), donde está la imagen de la Virgen de la Piedad, patrona de Baza y motivo de discordia (y hermanamiento) con los accitanos. A mayores de su casco histórico, que es bien de interés cultural, la localidad cuenta con barrios de un blanco resplandeciente, solo roto por el rojo vivo de las giraldillas, varios de ellos con las casas-cueva que propició el éxodo rural de finales del siglo XIX a su área urbana.
UN RECAUDADOR DE FELIPE II, UN TAL MIGUEL DE CERVANTES, LLEGABA A BAZA EN SEPTIEMBRE DE 1594 PARA RECLAMAR AL AYUNTAMIENTO UNA DEUDA POR IMPUESTOS REALES
Guadix, como toda una amplia zona de Andalucía Oriental y Levante durante la Edad de Bronce, formó parte de la cultura argárica. En esta época, hace unos cuatro mil años, tienen probablemente su origen las casas-cueva accitanas, aunque originalmente serían almacenes o establos. Los íberos dotaron a Acci de estructura urbana y los romanos fundaron la Colonia Iulia Gemella Acci, seguramente en favor de algunas legiones de Julio César, de cuya importancia da muestra que tuviese su propia casa de moneda y un recientemente descubierto teatro con capacidad para 2500 espectadores. Dada su imponente alcazaba (s. X), es razonable que la Wadi Ash andalusí tuviera un destacado valor, sobre todo, nos dice la historia, para Abderramán III. Con la conquista castellana, el topónimo empieza a parecerse al Guadix actual (el sonido del nombre árabe es muy similar) y las mezquitas a convertirse en catedral o iglesias.
LOS ROMANOS FUNDARON LA COLONIA IULIA
GEMELLA ACCI, DE CUYA IMPORTANCIA DA MUESTRA QUE TUVIESE SU PROPIA CASA DE MONEDA Y TEATRO
La alcazaba, claro, llama la atención en cuanto se llega a Guadix. Es una impresionante mole de tonos rojizos situada en la parte alta de la localidad. Imprescindible la visita, que es guiada (y se agradece). El viajero tiene cita también con dos magníficas casas señoriales, los palacios de Peñaflor y de Villalegre, ambas del siglo XVI. La primera destaca por su balcón esquinado y su estructura, que sedujo al mismísimo Napoleón Bonaparte cuando anduvo dando guerra por esta parte de Europa. La segunda tiene una fachada llamativa, con dos torreones y dos grandes escudos, y un armónico patio mudéjar. En cuanto a los edificios religiosos, es mención obligada la catedral de la Encarnación (ss. XVI-XVIII), donde la estética de su portada barroca compite con la fuerza de su torre de San Torcuato y sus quince campanas, y la iglesia de la Concepción (s. VXII), construida en pleno centro de la Colonia Iulia Gamella y sobre unos señoriales baños romanos. La existencia de un iglesia-cueva, en el barrio de las Cuevas, la llamada Ermita Nueva, ya indica lo presentes que están este tipo de estructuras troglodíticas en la vida accitana. Se calcula que hay unas 2.000 viviendas de este tipo habitadas actualmente, que a fresquitas en verano no las gana nadie. El paseo por el barrio es sorprendente y el centro de interpretación de la plaza del Padre Poveda, una gozada.