EN PLENO DEBATE

El gran apagón: la tormenta perfecta

El Colegio Notarial de Madrid celebró a finales de abril un coloquio sobre el futuro de la energía nuclear. Los expertos advirtieron en el foro Lunes de Actualidad sobre la importancia de prolongar la vida útil de las centrales nucleares para garantizar el suministro eléctrico en España. Fue una seria advertencia sobre las consecuencias del cierre nuclear. Sólo siete días después se produjo el ´gran apagón´.

Marta Matute
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La frecuencia marca las pulsaciones del sistema eléctrico. A menos de 50 hercios (HZ) el sistema “se desmaya”.

En la sede de Red Eléctrica (REE), en Alcobendas, hay un lugar sagrado. Tiene las hechuras de un centro aeroespacial y en sus entrañas guarda el conocimiento industrial de cuatro décadas, los cuarenta años que REE lleva operando el sistema eléctrico español. Es Centro de Control Eléctrico (CECOEL), el sancta sanctorum de la compañía.

Allí trabajan algunos de los mejores ingenieros de nuestro país y allí se acopla todos los días, segundo a segundo, la oferta y la demanda de energía eléctrica. Sólo entonces -tras este ajuste- es posible encender el interruptor. Porque recordémoslo: la luz no se almacena. Al menos, por ahora.

La gran pantalla del CECOEL, llena de líneas de alta tensión y de sus respectivos colores, muestra en tiempo real la operación del sistema y el avance de las energías renovables en nuestro país, la electricidad que generan nuestros parques fotovoltaicos y eólicos. La Joya de la Corona de una nueva era industrial.

Este mercado acumula inversión, innovación y empleo a partes iguales. O casi. Y su despegue en España tiene el respaldo incondicional del Gobierno y de Bruselas. Su aportación al PIB supera el 1% y ronda los 20.000 millones de euros anuales y el empleo alcanza los 127.000 puestos de trabajo.

A pesar de este auge renovable, tanto los gobernantes como los fabricantes y los ingenieros saben que esta tecnología adolece de falta de madurez, de la robustez que caracteriza a las centrales hidroeléctricas, las centrales de carbón, las centrales nucleares y las centrales de ciclo combinado. Ni eólica ni fotovoltaica son comparables a las energías clásicas.

Leyes inmutables.

Que la luz ´funcione´ no es magia, es física en estado puro, y la física, como bien saben los operadores de Red Eléctrica, responde a leyes inmutables. Leyes que la tecnología renovable no puede cumplir y que simula a través de la llamada electrónica de potencia. Pero, aunque es posible imitar a la naturaleza, no es fácil: las simulaciones casi siempre son imperfectas.

Estas leyes de la física se sostienen sobre tres palabras, los tres pilares del sistema eléctrico: sincronía, inercia y tensión.

Los generadores renovables no son síncronos ni tienen inercia ni regulan bien la tensión -sólo hay que leer el informe publicado por el Ministerio de Transición Ecológica a propósito del ´gran apagón´ para saber de qué estamos hablando- y por eso necesitan irremediablemente de las energías síncronas, de las energías tradicionales.

 


QUE LA LUZ FUNCIONE NO ES MAGIA, ES FÍSICA EN ESTADO PURO, Y LA FÍSICA, COMO BIEN SABEN LOS OPERADORES DE RED ELÉCTRICA, RESPONDE A LEYES INMUTABLES


 

Gracias a ellas, a lo que en el argot eléctrico se conoce como respaldo, el sistema eléctrico alcanza la estabilidad que necesita, un equilibrio que viene expresado por otro parámetro: la frecuencia.

En el CECOEL una gran pantalla muestra en tiempo real las oscilaciones de la frecuencia. Esta variable marca las pulsaciones del sistema eléctrico. A menos de 50 hercios (HZ) el sistema se desmaya.

Hasta el día del ‘gran apagón’ la cautela había sido una máxima en Red Eléctrica. Lo que los ingenieros de la empresa denominan con cierta sorna “operar con tirantes y paracaídas”. Garantizar el suministro eléctrico ha sido y es un mandato legal, pero también el orgullo histórico de esta compañía pública.

En REE nunca desoyeron las consignas del Gobierno, nunca recelaron de las directrices del PNIEC (Plan Nacional de Energía y Clima), pero siempre -desde que las renovables se incorporaron al sistema hace ya más de dos décadas con toda su inestabilidad- los ingenieros de Operación trabajaron con “tirantes y paracaídas” para evitar los temidos apagones. Hasta ese fatídico 28 de abril.

El día D.

El Gobierno ha concluido que el Operador del sistema eléctrico programó para el día 28 de abril -siempre un día antes y a tenor de las previsiones de oferta y demanda de la jornada- que diez centrales convencionales estuvieran disponibles para poder amortiguar las oscilaciones de tensión que acompañan habitualmente, como ya hemos explicado, a las tecnologías renovables.

Sin embargo, la noche de antes la empresa propietaria de una de esas centrales comunicó que no estaría operativa al día siguiente. Red Eléctrica, entonces, preguntó al oráculo del CECOEL si era necesario activar una central extra y el súper ordenador de la empresa -que hace los cálculos matemáticos para saber hasta dónde debe llegar el respaldo- dijo que no era necesario.

En otro tiempo, los técnicos de Red Eléctrica hubiesen tirado de prudencia, lo que ellos denominan el N-2, pero el equipo de ingenieros que hoy dirige el Centro de Control Eléctrico se confió, olvidando que las leyes de la física son inmutables, pero las matemáticas no lo son.

De manera que los problemas de tensión asociados al uso de las renovables no encontraron ese día el suficiente contrapeso de las tecnologías clásicas y terminaron por tumbar todo el sistema.

 


AQUEL 28 DE ABRIL UN GRAVE PROBLEMA DE SOBRETENSIÓN PROVOCÓ EN CUESTIÓN DE SEGUNDOS LA DESCONEXIÓN AUTOMÁTICA, Y EN CADENA, DE LOS GENERADORES


 

Aquí podríamos situar el error de planificación de Red Eléctrica. Pero, al parecer, la historia no terminó en Alcobendas. A la hora de frenar los picos de tensión que acabaron por noquear la red, las nueve centrales que sí estaban disponibles no operaron según lo previsto. Al menos esto es lo que dice el informe del Gobierno. “Todas y cada una de ellas”, señaló en su comparecencia la vicepresidenta Sara Aagesen, tuvieron “algún grado de incumplimiento” y no absorbieron la tensión como se esperaba.

Respuesta tardía.

La jornada fue un cúmulo de desgracias. Durante la mañana de aquel 28 de abril se detectaron fuertes oscilaciones de tensión -por cierto, habituales en los últimos meses. Y ante esta situación, y minutos antes de que España se fuera a negro, Red Eléctrica mandó que se activara una nueva planta —un ciclo combinado de gas, la tecnología de más rápida respuesta en situaciones como ésta—. Pero ya fue tarde: esta planta no pudo estar operativa hasta las 14 horas, cuando el sistema había perdido el pulso.

 


LOS PROBLEMAS DE TENSIÓN ASOCIADOS AL USO DE LAS RENOVABLES NO PUDIERON SER AMORTIGUADOS ESE DÍA POR LAS TECNOLOGÍAS CLÁSICAS


 

En medio del caos, y a medida que pasaban los minutos, las oscilaciones aumentaron y entonces se produjo la temida sobretensión. Esto fue lo que provocó en cuestión de segundos la desconexión automática, y en cadena, de los generadores. Un mecanismo de autodefensa habitual: para evitar que se quemaran.

Empezaron desconectando Granada, Badajoz, Segovia, Huelva y Cáceres. Muchos de estos disparos -palabra de argot- fueron por seguridad, pero algunas plantas saltaron de manera indebida, según recalcó la ministra Aagesen, apuntando a un segundo foco de responsabilidad de las eléctricas. “Las desconexiones, algunas de ellas aparentemente indebidas, aumentan la tensión”, ha remachado el ministerio.

En cualquier caso, estas desconexiones, automáticas o a la desesperada para evitar que las máquinas quedaran inservibles, fueron un fenómeno en cadena, imparable, que hizo imposible evitar el apagón.

En estas circunstancias, los habituales cortafuegos con los que se trata de circunscribir este tipo de fenómenos a áreas o zonas concretas —se intentaron hasta seis maniobras de deslastre de cargas, todas ellas fallidas— fueron del todo insuficientes. En definitiva, España y su sistema eléctrico se dieron de bruces con la tormenta perfecta.

Red Eléctrica alertó al Gobierno

A raíz del apagón, el Gobierno ha identificado varias vulnerabilidades en la operación del sistema, brechas que habría que corregir si se quiere evitar que en el futuro una nueva ofensiva provoque otro fundido a negro.

Estas vulnerabilidades ya las conocía Red Eléctrica, pero ni el Gobierno ni la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) tomaron en serio las alertas.

Consciente de los problemas que acarreaban las renovables, Red Eléctrica elaboró hace algunos años -no meses, años- dos documentos que tanto el Gobierno como la CNMC aparcaron en un cajón.

El primero de estos documentos lleva el nombre de Criterios Generales de Protección, y es una actualización del Plan de Protección que comenzó a elaborarse hace varias décadas.

Se trata de un programa actualizado que determina cómo deben protegerse los elementos del sistema eléctrico de manera que si se produce una avería en una zona no arrastre a todas las demás.

El segundo documento indica cómo deben regular la tensión los generadores y distribuidores. Para ello Red Eléctrica propuso a la CNMC que los generadores renovables incorporaran la electrónica de potencia necesaria para estabilizar la tensión cada vez que ésta se desvía del rango asignado.

Tres años después de su elaboración, la ministra de Transición Ecológica anunció en su comparecencia que tanto los criterios generales de protección como el nuevo procedimiento de operación verán la luz en breve. De hecho el segundo documento, el procedimiento de operación, ya se aprobó.

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Centro de Control de REE.
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El vicedecano, Eduardo Hijas, durante la presentación del coloquio de Lunes de Actualidad.
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Un momento del debate nuclear que moderó Laura Ojea.
España, en la encrucijada nuclear

El martes 22 de abril de 2025, antes del apagón, el Colegio Notarial de Madrid celebró una nueva sesión de Lunes de Actualidad. Un debate al margen de la confrontación ideológica sobre la transición energética en España y las posibles consecuencias del apagón nuclear en nuestro país. Todo ello teniendo como marco de referencia el contexto energético internacional.

Participaron Claudio Aranzadi, ex ministro de Industria y Energía; Jorge Sanz, director de NERA Consulting; Luis Enrique Herranz, director de Seguridad Nuclear de CIEMAT; y Óscar Barrero, socio del área de Energía de PwC.

Los expertos fueron taxativos: si se cierran las nucleares, el riesgo de apagones se incrementará. Ahora, las compañías eléctricas quieren revisar el calendario de cierre de las plantas que firmaron con el Gobierno en 2019 y extender su vida útil más allá de los 40 años. La cuenta atrás para un posible acuerdo ha comenzado.

 

Tras el apagón

En medio de un cruce de acusaciones entre el Gobierno, Red Eléctrica y las empresas generadoras de electricidad sobre quién fue realmente responsable del ‘gran apagón,’ el Ejecutivo el Ejecutivo ha aprobado un Real Decreto que supone da un impulso decidido al sector de las renovables.

El texto plantea una batería de medidas como incentivar el almacenamiento, una flexibilización de los plazos para la instalación de nuevos proyectos eólicos y fotovoltaicos, un impulso a la electrificación, y que estas tecnologías puedan también participar en el control de la tensión y el respaldo del sistema (y cobrar por ello).

La norma también activa de nuevo los pagos por capacidad y pone en marcha el agregador de demanda, para que los consumidores puedan participar en dar flexibilidad al sistema y cobrar por evitar apagones.

Por último, anuncia nuevos requerimientos de información a la CNMC y propone revisar la planificación de redes cada tres años, en el ecuador de cada plan de inversión.