ATAPUERCA
Un mundo de recreaciones.
Textos y fotos: JESÚS ORTÍZ
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En poco menos de veinte kilómetros, entre las sierras de Atapuerca y la Demanda, el tiempo, la historia y las circunstancias han permitido crear un gran libro al aire libre en el que el visitante del siglo XXI puede tocar, más que conocer, formas de vida de nuestros ancestros y antepasados, sin dejar de lado una parte importante de la fauna que acompañó a los primeros y fue su principal fuente de proteínas. Intentemos ir por orden cronológico.
El CAREX, Centro de Arqueología Experimental, está en la propia localidad de Atapuerca. Se define como un centro dedicado a la divulgación de la experimentación en arqueología y tiene dos espacios. El interior es una exposición interactiva, en la que encontramos cómo evolucionaron las herramientas usadas por los homínidos para la caza o las labores agrícolas y domésticas, de qué manera dominaron el fuego, cómo y por qué pintaban o usaban las pieles, dónde se cobijaban y de qué manera llegaron a la cerámica, la cestería, los tejidos o la música. Todo partiendo de una simple afirmación: los humanos empezamos a ser tal justo cuando aprendimos a utilizar palos y piedras para potenciar nuestras habilidades intrínsecas.
CON DISTINTOS TIPOS DE PIEDRAS EN LAS MANOS, EL VISITANTE COMPRENDE CÓMO CREABAN UTENSILIOS AQUELLOS HOMÍNIDOS, PORQUE ÉL MISMO TALLA CANTOS RODADOS Y PEDERNAL
Y si interesante e instructivo es el espacio cubierto, el que trascurre en el exterior es sumergirse en la vida de esos seres, de cuyos desvelos por ser más eficaces ha surgido el mundo que hoy nos acoge. Con distintos tipos de piedras en las manos, el visitante comprende cómo creaban utensilios aquellos homínidos, porque él mismo talla cantos rodados y pedernal siguiendo la misma evolución que los Antecessor, Heidelbergensis, Neandertal o Sapiens tuvieron; experimenta cómo un palo se convierte en algo que se puede clavar en el suelo o en el cuerpo de un herbívoro, sobre todo si se transforma en azagaya y se lanza con una rústica estólica (propulsor); comprende, mientras prueba su puntería, cómo y por qué el ser humano cazador trasciende a arco y flechas; practica la pintura con los dedos o con aerógrafo; y, en fin, hace fuego con pirita, madera, yesca o hierba seca. Todo en plena naturaleza, que intenta parecerse a la de hace más de un millón y medio de años.
Paleolítico Vivo es un encuentro cara a cara con algunos de los grandes herbívoros que convivieron (y alimentaron) a los humanos que transitaron por esas tierras, hoy burgalesas. Hablamos de bisontes, uros y caballos como los que vemos reproducidos en las pinturas rupestres y de los que se han encontrado abundantes restos en las prospecciones arqueológicas. La iniciativa, situada en el municipio de Salgüero de Juarros, en las estribaciones de la Sierra de la Demanda, es como un safari fotográfico por una inmensa reserva en la que los animales “viven y desarrollan su ciclo biológico en libertad, sin modificación alguna de su comportamiento”, como explica la organización. La parte emocionante, y bastante espectacular, es que se han acostumbrado a la presencia de los todoterreno y se acercan a “saludar” al visitante… o a ver si les cae alguna golosina –las barritas de alfalfa prensada les deben saber a gloria– de las que llevan los guías. Hay una pequeña manada de tarpanes, especie equina extinguida a finales del siglo XIX y que se viene intentando recuperar desde 1930 mediante cría selectiva. No en balde se considera al tarpán el antepasado de los caballos domésticos. En las praderas de Paleolítico Vivo tienen como vecinos a los caballos de Przewalski, los famosos équidos mongoles, coetáneos del tarpán en tierras asiáticas, y a los losinos, autóctonos de la zona y muy apreciados durante la Reconquista y la colonización de América.
Otro ejemplo de recreación es el uro, que cuenta con bastantes individuos en la reserva. Este bobino, origen también de las distintas razas de box taurus actuales, se extinguió en el siglo XVII. En 1920 los zoólogos alemanes Lutz y Heinz Heck iniciaron el proceso de “desextinción” a base de cruces entre las especies de ganado más parecidas al uro original, aunque los que pacen tranquilamente en Burgos no son de tamaño, como dijo Julio César en su obra La guerra de las Galias, “toros un poco más pequeños que un elefante”. Los bisontes, que son lo más llamativo de Paleolítico Vivo, no llegaron a extinguirse, aunque su población se mantiene a base de programas de protección. Es precisamente esa sensación de tener a menos de un metro de la cara la cabeza enorme de un animal igual al que convivió con nuestros antepasados atapuerquenses, sin mediar cruces o selección genética, lo que lo convierte en especial.
UN SAFARI FOTOGRÁFICO POR UNA INMENSA RESERVA EN LA QUE LOS ANIMALES “VIVEN Y DESARROLLAN SU CICLO BIOLÓGICO EN LIBERTAD, SIN MODIFICACIÓN ALGUNA DE SU COMPORTAMIENTO”
La batalla de Atapuerca tuvo lugar el 1 de septiembre de 1054, como documentan la Crónica Silense, la Crónica Compostelana y la Crónica Najerense (principios, mediados y finales del siglo XII, respectivamente). Fue una batalla fratricida en la que se enfrentaron Fernando I, rey de León y conde de Castilla, y su hermano García Sánchez III, rey de Pamplona-Nájera. Digamos, por resumir, que sus respectivos ejércitos se vieron las caras en Atapuerca, probablemente en los campos que hoy están al pie de la Iglesia de San Martín, y que el monarca pamplonica se dejó ahí la vida. La disputa tenía que ver con cómo había repartido su reino el padre de ambos, Sancho III el Mayor de Pamplona, aunque algún monje medieval algo cotilla metió en el relato también asuntillos de “intercambio” sexual…
Desde hace tres décadas, se viene representando la Batalla de Atapuerca por parte de los vecinos de la localidad, con la ayuda de grupos recreacionistas, y está declarada Fiesta de Interés Turístico de Castilla y León. Se desarrolla al aire libre, en los mismos terrenos donde muy posiblemente tuvo lugar la contienda a mediados del siglo XI, y es de acceso gratuito. Resulta admirable el esfuerzo de la organización, cuya población estable no llega a los 200 habitantes, por perfeccionar año a año los trajes, el atrezo y todo lo que rodea al acto central, además de ir añadiendo otras actividades que dan colorido a la celebración. Tome nota el lector de que el domingo 24 de agosto de 2025 tendrá lugar la XXX Representación de la Batalla de Atapuerca, a las 18:30, como siempre. Hasta ese momento, un fin de semana de mercados, exhibiciones, desfiles “reales”…
ESA SENSACIÓN DE TENER A MENOS DE UN METRO DE LA CARA LA CABEZA ENORME DE UN BISONTE IGUAL AL QUE CONVIVIÓ CON NUESTROS ANCESTROS
Mina Esperanza es otra de las citas interesantes de nuestro recorrido y que nos sitúa ya en el siglo XX. Es una antigua explotación de mineral de hierro, hematites u oligisto, que estuvo activa desde 1908 hasta 1973. En origen, ahí convivían cuatro concesiones mineras agrupadas como “Coto Minero Hongo”. Abandonada la extracción de las “piedras de sangre”, como las denominaron los griegos (de ahí “hematites”), los vecinos de Olmos de Atapuerca decidieron rehabilitar la explotación para mostrar a los visitantes las condiciones de trabajo de los mineros en las entrañas de la tierra y hablar de geología, minerales, riesgos…
FUE UNA BATALLA FRATRICIDA EN LA QUE SE ENFRENTARON FERNANDO I, REY DE LEÓN Y CONDE DE CASTILLA, Y SU HERMANO GARCÍA SÁNCHEZ III, REY DE PAMPLONA-NÁJERA
Disponen hoy de 200 metros visitables de galerías subterráneas en las que no falta ninguno de los elementos que formaban parte del equipamiento productivo minero: desde lámparas de queroseno (se empieza la visita solo iluminados por ellas) hasta vagonetas, entibadores y barrenos (tranquilos, que estos no explosionan). Incluso es posible darle un poco a la piqueta para sacar mineral… o intentarlo, vaya. El final del recorrido interior tiene lugar en la llamada Gran Caverna, donde se aloja el único museo de minerales subterráneo de Europa.
Atapuerca, su Sitio Arqueológico más bien, celebra en 2025 el XXV aniversario de la declaración por parte de la UNESCO de su inclusión en la lista de Patrimonio de la Humanidad. Más allá de que las continuas campañas de excavaciones sigan dando alegrías a los investigadores, la última en 2022 con el descubrimiento de restos humanos con más de 1,4 millones de años aún no identificados con ninguna especie de homínido conocida, la visita a las cuevas y yacimientos que jalonan la antigua trinchera de ferrocarril es la posibilidad de vivir sobre el terreno, estrato a estrato, las distintas etapas del paso de las diferentes especies, humanas y animales, por la Sierra de Atapuerca.
DISPONE DE 200 METROS VISITABLES DE GALERÍAS SUBTERRÁNEAS EN LAS QUE NO FALTA NINGUNO DE LOS ELEMENTOS QUE FORMABAN PARTE DEL EQUIPAMIENTO PRODUCTIVO MINERO
Es interesante recordar que el lugar geográfico atapuerquense forma parte del denominado “corredor de la Bureba”, que transcurre entre las cuencas de los ríos Ebro y Duero, por el que pasaba una importante calzada romana y que sigue llevando a los peregrinos del Camino de Santiago; el “francés”, para más datos. Si en el mundo clásico y en el medieval se consideró una buena ruta, es asumible pensar que, siendo los primeros homínidos eminentemente nómadas, estamos ante un sitio de paso preferente entre los Pirineos y el sur de la Península Ibérica –ergo, África–. Si añadimos riqueza de flora y fauna, quedan claras las razones para que Antecessors, Heidelbergensis, Neandertales y Sapiens hicieran un alto durante algún tiempo al pie de la colina de San Vicente y cerca del Arlanzón o el Vera, para el abastecimiento de agua, contando además con abundantes cuevas a mano donde guarecerse y protegerse.
La naturaleza es también un buen destino para quien visita este rincón de la provincia burgalesa. La Fundación Atapuerca propone su “Atapuerca Natural”, que es “un paseo guiado por el sendero botánico adyacente a los yacimientos y por los alrededores de la sierra de Atapuerca, la cual posee un rico entorno natural bien conservado”. Otra propuesta de la misma organización es “Atapuerca Espeleo”, que invita a descubrir la cueva Peluda, llamada así porque las raíces de los árboles de la superficie cuelgan del techo de la cavidad.
LA FUNDACIÓN ATAPUERCA PROPONE SU “ATAPUERCA NATURAL”, UN PASEO EN TORNO A LOS YACIMIENTOS, Y “ATAPUERCA ESPELEO”, QUE INVITA A DESCUBRIR LA CUEVA PELUDA
Los amantes de los humedales y la observación de aves pueden dedicar un tiempo a los de Atapuerca. Son cinco lagunas que ocupan unas 16 hectáreas y constituyen hogar o lugar de paso (y reposo) de varias especies de aves, muchas de ellas migratorias, para las que el corredor de Bureba también parece ser ruta preferente… Y, bueno: ¿hace, quizás, un tramito del Camino Francés, como actividad de senderismo entre trigales y arboledas, desde la plaza del ayuntamiento hasta la cruz o el mirador que marcan el final de la sierra atapuerquense?
INFORMACIÓN
Oficina de turismo de Atapuerca
Plaza Pablo García Virumbrales s/n
Atapuerca
[email protected]
www.citatapuerca.com
Tel.: 947 430 435
Fundación Atapuerca
(Yacimientos, CAREX, A. Natural y A. Espeleo)
Tel.: 947 421 000.
[email protected]
Paleolítico Vivo
Salgüero de Juarros
Tel.: 947 421 714
[email protected]
https://www.paleoliticovivo.org/
Batalla de Atapuerca
[email protected]
https://www.batalladeatapuerca.com/
Tel.: 687 793 139
Mina Esperanza
Olmos de Atapuerca
Tel.: 947 421 714
[email protected]
https://minaesperanza.com/
ALOJAMIENTO
Spirit Hotel Ciudad de Burgos ***
Ctra Madrid-Irún, Km 249
Burgos
Tel.: 947 43 10 41
[email protected]
RESTAURANTES Y TAPEO
Comosapiens
Camino de Santiago, 24
Tel.: 947 430 501
Asador Las Cuevas
Plaza Mayor, 2
Tel.: 947 430 481
La Cantina
Camino de Santiago, s/n
Tel.: 947 430 323
Mesón Los Hidalgos
(Olmos de Atapuerca)
La Iglesia, s/n
Tel.: 947 430 479








Bisontes y uros como los vieron nuestros ancestros en el paleolítico y como los interpretaron en las paredes de sus cuevas hace unos 40.000 años.





PARA NO PERDERSE
Yacimientos de la Sierra de Atapuerca.
Rolf Quam. Patronato de Turismo de la Provincia de Burgos (2007).
Aves en el Humedal de Atapuerca. Terranostrum.es.