AMOS JOSÉ GARCÍA ROJAS,
presidente de la Asociación Española de Vacunología
 

Vacunas pandémicas 

AEV_Vacunas

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Con inusitada frecuencia los profesionales sanitarios nos vemos en medio de debates del tipo: ”vacunas sí, o vacunas no”. Y este planteamiento es absolutamente ridículo. Lo que en el fondo se está discutiendo es: “Evidencia y conocimiento si, o no”. Y la respuesta es clara. Los que están planteando dudas sobre la conveniencia de las vacunas, en realidad están poniendo en cuestión la propia racionalidad. Por eso, estas dudas florecen en trincheras ajenas a la ciencia y más próximas a las creencias. Y aunque parezca increíble, este mismo debate ha surgido en relación a uno de los problemas de salud pública más serios de los últimos tiempos. Un problema que ha causado demasiado dolor y sufrimiento. No deja de ser curioso que al principio de la pandemia todos dijéramos “ojalá lleguen pronto las vacunas”. Y una vez que han llegado, algunos digan “es que han llegado demasiado pronto”. Construyamos el discurso: el que estos productos se hayan producido en menos tiempo del que se necesita habitualmente para disponer de una vacuna no se puede plantear como un demérito. Todo lo contrario, es un mérito del talento científico, de la cooperación internacional y también, lógicamente, de la potente inversión económica. Y parece que nos olvidamos de que cuando apareció el Sars y el Mers ya se comenzó a trabajar en una vacuna frente a estos problemas, que no terminó de desarrollarse por una disminución del peso de estas enfermedades. Pero la base estaba ahí y permitió que las vacunas frente a la Covid prácticamente no necesitaran de la fase preclínica. Además, lamentablemente no nos acordamos de que la evaluación de las distintas fases clínicas de estas vacunas fue continua, superponiéndose las mismas, y respetándose en todo momento el proceso que se sigue para cualquier vacuna. Y llegaron al escenario, y si están aquí es porque los órganos reguladores del medicamento, que están constituidos por personal de muy alta y relevante solvencia científica, tras una evaluación minuciosa han dictaminado que estos productos reúnen todos los requisitos de seguridad y eficacia adecuados

Los que están planteando dudas sobre la conveniencia de las vacunas,
en realidad están poniendo en cuestión la propia racionalidad.


Pero todavía en algunos foros se siguen cuestionando estos productos. Y yo me pregunto: ¿es que cuestionan la solvencia de esos científicos de primer nivel? ¿Se puede llegar a pensar que, si hubiera la más mínima duda sobre la seguridad de estas vacunas, alguien podría ser tan miserable como para darles la autorización? Y hago una pregunta muy simple: ¿si no nos vacunamos, qué? ¿Seguir así, seguir con el dolor, sufrimiento y drama que ha producido este tremendo problema de salud pública? Y, ¿somos conscientes de que esta pandemia ha provocado más de 2.000.000 largos de muertos? ¿Y qué hacemos?, ¿Anteponer los posibles efectos secundarios, usualmente leves y escasos que pueden producir las vacunas? Ante la pandemia, hasta ahora solo hemos podido actuar de forma pasiva, conviviendo con el virus. Planteando medidas restrictivas y aconsejando el uso de medidas de protección, lavado de manos, mascarillas, distancia física, ventilación, escapar de los espacios cerrados poco ventilados, de las muchedumbres, etc. La llegada de las vacunas nos permite tomar una actitud activa. Ya vamos a por él. La combinación de ambas políticas nos va a permitir crear el terreno adecuado para decirle adiós al problema. Si, ya vemos la luz al final del túnel, pero ese túnel tiene todavía muchos kilómetros de recorrido. Y durante ese kilometraje tenemos que seguir trabajando bien, vacunando y vigilando que se cumplan las recomendaciones sanitarias. Si no lo hacemos bien, corremos el riesgo de que esa luz del final sea la de un tren que nos viene de frente y nos haga descarrilar.

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