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Nomofobia: no sin mi móvil
Para comprobar si está “enganchado” a su smartphone es necesario ser sincero. ¿Tiene insomnio? ¿Ansiedad y estrés inexplicable? ¿Se vuelve violento si se lo quitan? ¿Padece un vacío permanente cuando no lo tiene? Si suma muchos síes, en este reportaje sabrá lo que le sucede. O podrá orientar a alguien de su entorno. Porque según las estadísticas es una de las adicciones actuales más frecuentes.
GABRIEL CRUZ
Fue en 2004 cuando hice el reportaje. Entonces me tomaron por alarmista, y al psiquiatra que entrevisté, Blas Bombín, de Valladolid, de exagerado. Apenas quince años después la “adicción al móvil” es habitual en la prensa, incluso hay clínicas psicológicas especialistas en su desintoxicación. El trastorno tiene denominación propia: nomofobia, la abreviatura, en inglés, de “no-mobile-phone phobia”. Es decir, miedo a quedarse sin móvil, desconectado.
Se da una confusión al convertir en sinónimos la nomofobia (miedo a quedarse sin teléfono) con la adicción al móvil (estar constantemente con él). Hay un tercer trastorno unido a estos dispositivos, la textaphrenia: la ansiedad de pensar que ha llegado un mensaje cuando no es así o las “vibraciones fantasmas”, la sensación de que su teléfono le envía una notificación cuando no lo hace.
El caso es que por su cercanía conceptual la nomofobia está absorbiendo el significado de adicción al móvil. Y ¿en qué consiste este problema? En el fondo hablamos de adicción a las redes sociales; el móvil es solo su vía de consumo. Un alcohólico no es adicto a la botella sino al alcohol que contiene.
Hay varias estadísticas sobre el tema. La consultora Ditrentia, extrapolando datos, señala que hay 7,6 millones de españoles que se consideran “adictos” al móvil y que “los españoles pasan 5 horas y 14 minutos diarios conectados a internet”. La ONG Protégeles señala que el 21% de los adolescentes españoles es adicto a la Red, casi el doble que la media europea. Entre tanto dato, quizá el estudio más concluyente sea el de Ana León y Mónica Gutiérrez, de la Universidad de Internacional de La Rioja. En 2020 analizaron los 108 estudios científicos publicados desde 2010 a 2019 sobre el tema. Su dictamen muestra la disparidad de conclusiones: las personas en riesgo de nomofobia podrían variar desde el 13% hasta el 79% y los que la padecen entre un 6% y 73%. Es decir, casi 60 puntos de diferencia según cada estudio. Al menos, encontraron un punto en común entre todos ellos, y es que las mujeres y los jóvenes tienen mayor riesgo a padecer ese miedo irracional a separarse del móvil.
Una adicción como cualquier otra. Algunos psicólogos creen que no deberíamos hablar de adicción a las redes sociales en los mismos términos que a las drogas o el juego. Aunque la mayoría los equipara. De hecho, un estudio de la Universidad Estatal de San Francisco (EE. UU.) publicado en la revista NeuroRegulation aseguraba que la adicción al móvil generaba las mismas desviaciones en las conexiones neuronales que los opiáceos. Su abstinencia también genera comportamiento agresivo. El popular juez de menores Emilio Calatayud, de Granada, ahonda en esta idea: “nos traen a los chicos porque han agredido a los padres, pero en cuanto se escarba un poco aparece la adicción a los móviles y las tabletas.”
Blas Bombín, psiquiatra, señala que el tratamiento de los adictos a las redes sociales es muy parecido al de cualquier otra sustancia. Su colega Marian Rojas Estapé lo corrobora: “se les trata con fármacos semejantes a los adictos a la cocaína”. Pero, ¿cómo es posible llegar a esa situación? “Somos adictos a sensaciones y la sensación más placentera es la de sentirse querido. Así que cada vez que hay un like o una notificación en el teléfono, se genera un chispazo en nuestro cerebro de dopamina, la hormona del placer”. Los adolescentes y niños al no tener desarrollado aún el lóbulo frontal, que es el encargado de dominar los impulsos, son los que tienen más riesgo de quedarse enganchados. Y es que esta droga sin sustancia destroza vidas. Bombín me narra el caso de un muchacho de 22 años que además de destrozar a su familia cayó en otras drogas y se acabó suicidando.
¿Y cómo conseguir tener una buena relación con su móvil? Piense que un buen trabajo es reconocido sin necesidad de que tuiteen sobre él. Elimine aplicaciones (como nos confesó una joven bachiller: “quité Instagram porque me daba ansiedad”), marque un momento del día para acceder a las redes sociales por un tiempo determinado y realice pequeñas salidas sin móvil. Verá como no se ha perdido absolutamente nada.
¿Y en Twitter qué dicen?
Si quiere información de última hora en Twitter, no busque por adictos al móvil, muchas son cuentas vacías. Mejor busque #nomofobia. Verá multitud de tweets relacionados con el tema, muchos de ellos, de psicólogos. Por ejemplo, este profesor universitario @joaquinmgc nos advierte de cuándo tenemos un problema.
«¿Tu relación con el teléfono móvil incluye esto?
- ansiedad
- nerviosismo
- usar el móvil en reuniones de amigos
- tener siempre cerca el móvil
- sentirse mal cuando no lo llevas
- justificar el uso excesivo del móvil
Empieza a preocuparte. Son indicadores de #nomofobia»
Por otro lado, esta pedagoga @NuVallejo nos recomienda:
- Apaga el móvil por las noches
- Elimina notificaciones de redes sociales
- Aleja el móvil cuando estés concentrado en otra tarea
- Planifica espacios y salidas sin el móvil
Las ventajas de las videollamadas son indiscutibles. Ahorran desplazamientos y suponen un balón de oxígeno para el medioambiente