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La copia de Mona Lisa del Museo del Prado
Hace diez años una obra expuesta desde el siglo XIX en las salas del Museo del Prado centró nuestra atención. La copia de Mona Lisa. No era un cuadro desconocido, pero la gruesa capa de barniz amarillento que lo empañaba y el fondo negro le daban un aspecto tan extraño que sus catalogaciones oscilaron entre copia flamenca, española e italiana.
ANA GONZÁLEZ MOZO, Gabinete de Documentación Técnica, Museo del Prado
Fue una gran sorpresa descubrir en la reflectografía infrarroja[1] que su anónimo autor no reprodujo sólo la superficie del original, sino parte de su proceso de elaboración, oculto bajo la pintura, en el que repitió además alguna de las correcciones que Leonardo introdujo en su retrato. Esta revelación situó la copia en el círculo más cercano a Da Vinci.
Mayor fue nuestro asombro cuando distinguimos los contornos de las montañas bajo el fondo negro. Tras analizarlo se comprobó que era un repinte añadido siglos después de la ejecución del cuadro y se decidió eliminarlo. El examen de nuestra tabla y el que en paralelo se llevaba a cabo sobre una copia de la Santa Ana conservada en los Ángeles, -ambos en colaboración con el Museo del Louvre- abrieron la puerta a nuevos planteamientos en los estudios sobre el esquivo taller de Leonardo: se copiaban sus obras mientras él trabajaba en ellas.
Educar la mirada. La copia de Lisa no es la única obra de nuestro incógnito discípulo. Hasta donde hemos podido indagar, fue el autor de la mencionada Santa Ana y de la versión Ganay del Salvator Mundi. Las tres fueron un punto de partida para articular las prácticas del taller vinciano y hacernos algunas preguntas: ¿Fue Da Vinci un auténtico maestro? ¿Se propuso algo más que enseñar a pintar a sus discípulos? Leyendo sus notas se descubre que su labor docente fue importante, sin duda combinada con la necesidad de atender a los compromisos en los que su lentitud le impedía trabajar. Ante todo, sus escritos muestran a un tutor empeñado en educar la mirada de los que le rodeaban.
Que avancemos en el conocimiento de esta y otras obras se debe, entre otras cosas, al progreso que experimentan los dispositivos de análisis que utilizamos para examinarlas, que también amplían nuestra mirada. Nos proporcionan imágenes cada vez más nítidas de los procesos de creación enmascarados por la pintura. Pero las máquinas tienen sus limitaciones y somos conscientes de que parte de la información permanece inaccesible.
La interpretación de los datos recabados requiere una profunda reflexión: ¿Cómo trabajó el pintor para alcanzar el resultado que percibimos? Responder a esta pregunta es el motor de los trabajos que desarrollamos en el Gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado donde, sin prisa, vamos desvelando la historia de la copia de Mona Lisa.
La ciencia del futuro -más cercano, más lejano- nos permitirá adentrarnos en sus lugares aún impenetrables y, quizás, conocer el resto del relato.
[1] Método de análisis por imagen de las obras de arte que revela trazados ocultos siempre que estén realizados con pigmentos negros.
Claves de la obra
Autor: Leonardo da Vinci (Taller de)
Tamaño: 76,3 x 57 cm.
Fecha creación: 1507-1516
Técnica: Óleo sobre tabla de madera de nogal
Ubicación: Exposición temporal Sala D (habitualmente Sala 49) del Museo del Prado