ESFERA CULTURAL

Santiago Muñoz Machado,

director de la Real Academia Española

"Nos preocupa principalmente la unidad de la lengua"

Santiago Muñoz Machado nos recibe en su despacho de la RAE, sancta sanctorum del español para seiscientos millones de hispanohablantes englobados en la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). Da fe de sus palabras un busto de Cervantes, causa y razón de gran parte de lo que se “cocina” en la Docta Casa, que dirige este catedrático de derecho, escritor e historiador, impulsor de iniciativas como el Proyecto LEIA, que enseña a las máquinas a hablar correctamente nuestra lengua, o la elaboración de diccionarios como el Histórico de la Lengua Española o el Panhispánico del Español Jurídico.

JUAN ANTONIO LLORENTE

-En su gestión como director de la RAE: ¿pesan el jurista, el profesor y el escritor?

Esta es una institución que, como todas, necesita ser gestionada, y cuyo trabajo de administración no es distinto sustancialmente al de cualquier otra, pública o privada. No como una empresa, ya que no tenemos ninguna intención de lucro, ni esperamos beneficios económicos. Pero hay que gestionarla igual, cuidando los gastos, y procurando siempre tener ingresos suficientes para funcionar. En cuanto a las decisiones relativas a la lengua, no es el director quien las resuelve, sino el pleno de la Academia, donde somos 46 miembros numerarios. Nos reunimos cada jueves y resolvemos en marcos de debate muy interesantes sobre palabras, conceptos o ideas muy variopintas. Contribuyen, naturalmente, nuestros compañeros filólogos, pero también cualquier especialista en las distintas ramas del saber. Tener un médico, un arquitecto o un economista en el pleno da seguridad cuando tratamos palabras de esos campos, confiando en alguien que nos aportará ideas exactas y útiles.

-Hace dos años, al ocupar el cargo, algún medio escribió que entre sus objetivos estaba mejorar su solvencia económica. Superada la mitad del mandato: ¿podría evaluar lo conseguido hasta el momento?

El modelo de gestión necesitaba mejorarse. Pasada la mitad del mandato, me siento contento de los resultados, porque me encontré una RAE con graves problemas de financiación, que creo superados en su totalidad. Los Presupuestos Generales del Estado han sido más generosos con nosotros y un nutrido elenco de grandes empresas nos ayudan a financiar los proyectos más importantes de la institución. Todo está funcionando y me parece que hay que estar contentos con lo que estamos haciendo. Tenemos numerosos proyectos, estamos trabajando mucho, cuento con un equipo extraordinario y estoy muy a gusto.

“El español lo hablan seiscientos millones de personas y es muy importante que sea en una misma lengua, basada en las mismas reglas”

-¿Con qué fuentes de financiación se sostienen, aparte del capítulo mencionado de los Presupuestos Generales del Estado?

La Academia se nutre en primer lugar de los Prepuestos Generales del Estado, como le decía, de donde procede su aportación principal, asegurando los gastos corrientes. Luego, de los ingresos que producen nuestras obras y aquellos trabajos por los que nos retribuyen y, como tercer pilar, de las generosas aportaciones de un buen número de empresas a las que les gustan nuestros proyectos y los patrocinan, muchos de ellos a través de la Fundación pro-RAE, que se constituyó a instancias del Rey Juan Carlos. Ahora la preside Felipe VI, y en su patronato están algunas instituciones del Estado, autonómicas, de ayuntamientos y, sobre todo, aquellas grandes empresas que aportan las sumas necesarias para desarrollar nuestro trabajo.

-Esa ley de mecenazgo que nunca llega, la estarán esperando como agua de mayo…

No tenemos muchas esperanzas de una Ley de mecenazgo que solucione nuestros problemas ni los de ninguna gran institución sin ánimo de lucro. Llevo trabajando toda la vida en el mundo de las fundaciones y a la Ley de mecenazgo le he dedicado cuarenta años, para sólo llegar a hacer buenos proyectos que nunca hemos conseguido que compartan los gobiernos sucesivos. No se entiende muy bien en España el papel que tiene el mecenazgo de las grandes empresas. Supondría un cambio en la filosofía. Lo vamos a intentar, celebrando incluso con la Asociación de Fundaciones -que contribuí a crear y que hoy reúne a mil de estas instituciones-, unas jornadas que hemos dado en llamar Filantropía, para ver si conseguimos llegar al alma de los grandes políticos con lo que significa, ha significado y es realmente un filántropo.

-Hasta 1979 no tuvieron una mujer académica. La primera fue Carmen Conde…

Las mujeres tardaron en incorporarse en numerosos estamentos por un problema de cultura. Me resulta curioso cuando me preguntan por qué la RAE las marginó. La RAE no: la Sociedad y la Historia entonces no consideraban a las mujeres. Tenían una posición determinada en la sociedad y en la familia, y se las dejó al margen del sistema general del trabajo, de la política… La RAE no fue una excepción. Hizo exactamente lo mismo que, por ejemplo, el Consejo de Ministros, que tampoco incorporó a ninguna ministra hasta bien entrado el presente siglo.  

Si me pregunta si había mujeres con méritos bastantes para entrar en la RAE, la respuesta es si. ¡Qué bien habría estado, de haber existido en sus tiempos la Academia, tener en sus plenos a Santa Teresa de Jesús! O que se hubiera incorporado a ella Emilia Pardo Bazán, a quien se negó la entrada por ser mujer. Así fue y así hay que decirlo. No se le negó como escritora, porque era la mejor de su siglo. Y posiblemente, junto a Santa Teresa, la mejor escritora de la Historia de España.

¿Se está ganando terreno en ese aspecto? De las cuarenta y seis sillas, ¿cuántas están ocupadas por mujeres?

Al haber fallecido Margarita Salas, una de nuestras grandes científicas, quedó libre la suya y, para sustituirla, se ha elegido a Paloma Díaz-Mas, que será la octava. Pero aun no ha tomado posesión del cargo. Tenemos ocho, por tanto. Y en crecimiento, puede decirse, porque la voluntad de la Academia es tratar de ampliar el número de mujeres que forman parte de nuestro pleno.

-¿Cuentan en el mismo con algún representante extranjero?

No. Para ser académico de la RAE es condición ser español. Mario Vargas Llosa es el único miembro que no ha nacido en España, pero es español.

-¿Mantienen vinculación con otras academias de lengua no hispana?

Institucionalmente, ninguna. Pero las dos academias europeas que más próximas nos quedan por las funciones que desarrollan y los fines que persiguen son la Académie Francaise y la Accademia della Crusca. 

-¿No han pensado intercambiar experiencias?

Cada una tiene una lengua en la que trabajar y a la que proteger, como es su misión, y son muy distintas. En la francesa, por ejemplo, los académicos son fundamentalmente escritores, mientras aquí sólo son un tercio del pleno. Aparte de que nuestro abanico de preocupaciones y de trabajos es más amplio que el suyo. Pero mantenemos todo el respeto y la colaboración personal con alguno de los académicos franceses, y también con los italianos.

-Pocas campañas en la Historia han calado tanto con un slogan: Limpia, fija y da esplendor

Ese fue el lema originario, obtenido en un pequeño concurso de ideas que se hizo entre los académicos de 1713. Venció Limpia, fija y da esplendor frente al otro que se propuso: Aprueba y desaprueba. Era mejor lo de fijar y dar esplendor, que tanta gente conoce y ha dado mucho juego en la historia de la Academia. No obstante, lo hemos abandonado casi del todo, porque la idea de limpiar, fijar y dar esplendor, la Academia la tiene resuelta. En sus obras principales; con un diccionario que ha “limpiado” mucho; fijando las palabras del uso léxico; una gramática que enseña a escribir, o una ortografía que explica como hacerlo con corrección. Ahora nos preocupa principalmente la unidad de la lengua. Si hubiera que elegir un lema hoy, en los carteles, los membretes y las vidrieras habría que poner “Unidad”. Porque el español lo hablan seiscientos millones de personas, y es muy importante que sea en una misma lengua, basada en las mismas reglas. Con un vocabulario si no igual, porque no es exactamente el mismo, por lo menos, unificado. Reconocible por unos y por otros. A esto nos dedicamos principalmente. Y para esto nos sirven nuestras colegas las academias americanas y las academias de la lengua de todo el mundo.

-La ASALE, que usted preside ¿Cuántas academias reúne?

Con la nuestra, 23. Y nos coordinamos aquí, al ser el director de la RAE presidente nato de ASALE desde que se fundó hace 70 años.

-¿Han apostado por la modernización? ¿Cómo se llevan con las redes?

Debemos atender los retos de cada día. En una sociedad que evoluciona mucho y a toda rapidez, no podemos desatender lo que está pasando con la tecnología; qué ocurre con las máquinas que hablan nuestro propio idioma; qué pasa con los aparatos que traducen automática pero incorrectamente…

Hay mucho que hacer en ese campo, y la RAE no es la de hace 300 años. Ahora la Academia es digital.

“No podemos desatender lo que está pasando con la tecnología. La RAE no es la de hace 300 años. Ahora la Academia es digital”