«El envejecimiento de la sociedad como desafío», por Rodrigo Tena

EN EL ESCAPARATE

RODRIGO TENA ARREGUI,

Notario. Coordinador general del XII Congreso Notarial Español

 

"Todo avance social conlleva sus correspondientes desafíos, y los derivados del envejecimiento constituyen los que toca gestionar a nuestra generación"

De manera semejante a lo que ocurre en la naturaleza, en la que cabe distinguir los fenómenos imprevisibles y esporádicos, como una erupción o un maremoto, de aquellos soterrados y persistentes, como el movimiento de placas o el cambio climático, también cuando hablamos de acontecimientos sociales podemos diferenciar unos de otros. Los hay súbitos, como una pandemia, una guerra o una crisis migratoria, que exigen respuestas inmediatas y necesariamente improvisadas, y por eso algunas veces inadecuadas. Pero existen otros de importancia no inferior cuya evolución conocemos desde hace tiempo que, no solo permiten, sino que exigen una reflexión sosegada y a la vez inaplazable, al menos si queremos afrontarlos sin improvisaciones que en esta sede no estarían ya justificadas.

Algo así ocurre con el fenómeno del envejecimiento de las sociedades desarrolladas, entre ellas la nuestra. Sabemos que en el año 2050 uno de cada cuatro europeos será mayor de 65 años. Pues bien, si deseamos estar en disposición de mantener nuestro Estado del Bienestar -nuestra sanidad pública y nuestro régimen de pensiones- sin incurrir en desequilibrios fiscales insostenibles o en injusticias intergeneracionales; si aspiramos a un sistema de acogimiento residencial digno y ajustado a la creciente demanda; si pretendemos impedir situaciones de vulnerabilidad en la contratación sin menoscabar simultáneamente la autonomía de los mayores; si queremos respetar su libertad de adoptar decisiones informadas en todos los sectores, desde el sanitario al financiero; en definitiva, si pretendemos armonizar de la manera más justa posible los importantes conflictos de valores e intereses que el envejecimiento está ya planteando, entonces estamos obligados a reflexionar sin perder un momento sobre todos estos temas y sobre sus implicaciones y derivadas para otros muchos íntimamente conectados.

Efectivamente, en el ámbito social resulta muy difícil proponer soluciones para un problema concreto sin tener en cuenta los medios para implementarlas y sus efectos generales en relación con otros muchos asuntos. Más aún, y como ocurre en este caso, cuando el fenómeno a estudiar presenta ramificaciones que afectan a la economía, a la medicina, a la sociología, a la psicología y, por supuesto, al derecho. No podemos olvidar que el ordenamiento jurídico no es solo la herramienta por excelencia del Estado para diseñar las políticas que considera más convenientes, sino el reflejo del consenso social resultante a la hora de decidir entre distintos valores y conflictos. Todo ello aboga decididamente en favor de un tratamiento del fenómeno desde un punto de vista interdisciplinar que combine las distintas perspectivas. Así, a título de mero ejemplo y en conexión con la reciente Ley 8/2021 para el apoyo a las personas con discapacidad, resulta indudable que la valoración de la capacidad para contratar en el ámbito patrimonial o para adoptar determinadas decisiones de tipo personal, como ingresar en un establecimiento residencial, exige tener en cuenta distintos puntos de vista: el correspondiente a la aptitud psicológica y a su evolución médica, sin duda, pero también el respeto a su dignidad y autonomía personal a la hora de adoptar sus propias decisiones, a la complejidad jurídica de las mismas, y a las condiciones sociales subyacentes que hacen viable esa autonomía.

Por todos esos motivos, el Consejo General del Notariado decidió convocar un congreso nacional abierto a toda la sociedad con la finalidad de estudiar este tema del envejecimiento de una manera global, en torno a tres grandes ejes: la difícil coordinación entre la protección de la vulnerabilidad y el respeto a la autonomía personal; la previsión individual de una vida centenaria, tanto desde el punto de vista personal como económico; y su previsión social y política con la finalidad de hacer sostenible nuestro Estado del Bienestar. Al fin y al cabo, los notarios llevamos tiempo siendo testigos privilegiados de esta evolución. Del incremento de las situaciones de vulnerabilidad y de ausencia de previsión, y de la necesidad de diseñar instrumentos jurídicos y destinar recursos sociales adecuados para salir al paso de las mismas. No pretendemos ser protagonistas de nada, sino únicamente fomentar un foro de debate que nos permita aprender y compartir experiencias con otros muchos profesionales preocupados por los múltiples retos que este fenómeno plantea.

Es obvio que toda esa problemática no puede hacernos olvidar que el envejecimiento de la población es, en el fondo, una bendición. Se trata de una conquista indudable de la civilización, de la ciencia moderna en todas sus especialidades, pero especialmente de la medicina. Poder disfrutar de tantos años de vida personal y profesional, en compañía de la familia y de los amigos, de una manera activa y satisfactoria, constituye todo un hito en la historia de la Humanidad. Pero también hay que tener presente que esa longevidad a veces no va acompañada de la correspondiente calidad de vida física y psíquica; que la imposibilidad de generar nuevos ingresos económicos constituye en esa franja de edad la regla y no la excepción; que la soledad, esa gran lacra social, se ceba especialmente en los mayores, precisamente cuando son más vulnerables; que la falta de apoyo social a las familias tiende a suplirse atribuyendo a los mayores una carga desproporcionada, etc. En definitiva, debemos ser muy conscientes que todo avance social conlleva sus correspondientes desafíos, y los derivados del envejecimiento constituyen, sin duda alguna, los que toca gestionar a nuestra generación.

¡Socorro! Tengo «tecnoestrés»

LA @

Cada pocos minutos chequeamos el teléfono para que nada se nos escape.

¡Socorro! Tengo "tecnoestrés"

Se acaba de levantar y enciende el móvil. Usted mismo ha dado el pistoletazo de salida de un día frenético. Sin tan siquiera pisar la calle, ya está pendiente de los mensajes y notificaciones que suenan como timbres. En el trabajo, va rezagado con el dominio del nuevo programa que le acaban de instalar y cuando llega a casa deseoso de ver esa película que le desconecte, le aparece un mensaje en el televisor que le pide actualizar. Pare. Póngase a leer este reportaje antes de suspirar: no llego.

GABRIEL CRUZ,

Periodista

Fue un encantamiento. Las nuevas tecnologías nos sedujeron con sus posibilidades: comunicarnos con quien sea en cualquier parte del mundo, estar informado al instante, pasar de ser un anónimo ciudadano a otro famoso con miles de seguidores que nos hacen más felices al marcarnos con un corazoncito en las redes sociales. Entonces el hechizo nos atrapó.

Cada pocos minutos chequeamos el teléfono para que nada se nos escape. En el trabajo cada cierto tiempo debemos adaptarnos a un nuevo programa, y en casa ese novedoso electrodoméstico con funciones que no usaremos nunca nos demanda atención para explotar todas sus posibilidades. Un hechizo al que los expertos en salud laboral le pusieron nombre: tecnoestrés.

Si ya fue identificado en 1984 cuando ni siquiera había móviles ni internet, imagínese como estaremos ahora. Lo definió el psiquiatra estadounidense Craig Brod como «una enfermedad de adaptación causada por la falta de habilidad para tratar con las nuevas tecnologías del ordenador de manera saludable». El concepto se ha extendido y como señala el Instituto Nacional de Seguridad y Salud del Ministerio de Trabajo: “el tecnoestrés abarca los efectos psicosociales negativos del uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC)”. El término está aprobado por la RAE y también sus diferentes tipos, como la tecnoansiedad (rechazo ante el uso de las TIC), tecnofatiga (cansancio por el uso) y tecnoadicción (enganchado a los dispositivos tecnológicos).

Sin embargo, como señala Alicia Arenas, profesora de psicología social de la Universidad de Sevilla, este problema psicológico oficialmente no se ha considerado como un tipo de estrés porque no forma parte de las encuestas ni europeas ni nacionales sobre condiciones laborales. “Por tanto, parece que no existe”, asegura.


El tecnoestrés puede derivar en el síndrome del trabajador quemado y, de ahí, generar una baja laboral


 

Señales de alarma

En todo caso lo que existen son sondeos de investigación. En España el más reciente es de 2021, en plena pandemia. Elaborado por la consultora española Affor Health con unas 931 entrevistas y que contó con el asesoramiento de Alicia Arenas y Donatella Di Marco, del grupo de Investigación de Recursos Humanos y Organizaciones de la Universidad de Sevilla. Las preguntas versaron sobre:
-Tecnosobrecarga. Las TIC nos fuerzan a trabajar más rápido y más tiempo. Un 52% de los trabajadores aseguraban padecerla.
-Tecnoinseguiridad. Cuando creemos que podemos, por ejemplo, perder el trabajo si no nos ponemos al día en el manejo de las TIC. Según la encuesta la padecen un 29% de los empleados.
.Tecnointrusión. Al ser contactado en cualquier momento y difuminando los límites entre ocio y trabajo. Eso crea estrés. “Cuando su vida personal está siendo invadida por estas tecnologías”, apunta Arenas. Un 59% de los trabajadores lo percibe así.
-Tecnocomplejidad. Esa sensación propia de que no se posee capacidad para absorber la velocidad de actualización tecnológica. Lo padecen un 64% de los encuestados. Curiosamente, Arenas nos asegura que “hemos detectado mayor incidencia en las mujeres porque se perciben así”. En esto, Alicia Arenas, que también es investigadora del Observatorio de Salud Laboral desde la perspectiva de género, nos insiste en que “es algo subjetivo. No es algo real”. Pero el efecto real que provoca es la inseguridad.
-Tecnoincertidumbre. La tensión generada por los continuos cambios. Esto afecta a menos trabajadores, un 34%.

Si se viven estas situaciones es cuando surge el tecnoestrés y su consecuencia, la tecnofatiga. ¿Lo ha “tecnoentendido”? Perdón se me fueron las teclas, seguramente porque los periodistas seamos de los que más lo sufrimos, porque la esencia de nuestro trabajo requiere estar actualizados constantemente, al minuto…
Arenas y Di Marco trabajan en un juego de simulación para que pequeñas y medianas empresas detecten estas situaciones. Y es que el tecnoestrés puede derivar en el síndrome del trabajador quemado, y de ahí, generar una baja laboral psicológica por una depresión, por ejemplo.

Para no llegar hasta ese punto, sea realista con sus posibilidades y afronte metas que pueda alcanzar. Desactive las notificaciones de las aplicaciones que menos utilice. Márquese un horario libre al día para hacer algo que le guste y separe los objetivos en bloques de 20 minutos, centrando la atención sólo en ellos. No sea multitarea ni intente hacer varias cosas al mismo tiempo. Después levántese y descanse 5 minutos. Sobre todo, diferencie urgente de importante. No todo tiene que hacerse de forma inmediata.

Y EN TWITTER QUÉ OPINAN

Nos hemos tecnoestresado buscando trinos cibernéticos sobre el tema porque abundan muchos, sobre todo en la nueva tendencia de los “coach”. Sin embargo, los tuit de perfil más técnico son de cuentas sobre prevención laboral que tratan muchos otros temas.

@AFFORPrevencion
Consultora que realizó el último estudio de tecnoestrés en España.

@CSIFCV (sindicato de funcionarios)
¿Sabías que el #tecnoestrés es el síndrome que causa la utilización de tecnologías de forma extrema?

@Tecnoestres
Controlar la #ansiedad: consejos para conseguirlo

@SaluDigital_es
Revista online semanal de #eHealth

Web3: la última red

LA @

La web3 se refiere a la cadena de bloques, mientras que la web 3.0 es la semántica, que predice mucho mejor el sentido de nuestras búsquedas.

WEB3:

LA ÚLTIMA RED

¿Se sentía seguro porque sabía lo que era la web? Cambie el chip y adáptese de nuevo. Ya estamos en la tercera generación y a punto de sumergirnos en la cuarta. Si se siente superado por el tecnoestrés, no deje de mirar unas páginas más allá los consejos para no padecerlo.

GABRIEL CRUZ,

Decano del Colegio Notarial de Extremadura.

Vamos despacio. No queremos que sufra ansiedad. Ya lo hemos padecido nosotros por usted: documentarnos, hablar con expertos… Si quiere hacer el camino por su cuenta le advertimos: mucha de la información que circula por internet no es fiable. Algunos blogs y vídeos que “venden” las maravillas de la web3, lo que de verdad venden son criptomonedas. Muchos de esos foros tecnológicos son mercados persas en que se encuentran anuncios como “urgente: quien compre ahora se hará millonario” o “esto subirá un 697% en unos días”

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Si tiene más de 40 años ha pasado por la web 1.0. ¿Se acuerda de los pitidos del módem cada vez que se conectaba? La web de los años 90 era la de la información estática. No había interacción entre el que difundía y el que la recibía. El receptor no podía comentar nada. La mayoría eran páginas informativas. Tenían la misma forma que un periódico, pero en vez de en papel, en la pantalla. Además, el contenido de la web estaba en una computadora localizada en el mismo edificio de su propietario. Entonces, no había posibilidad de enviar ficheros adjuntos en un email, las fotos eran poco comunes y no había videos.


Algunos blogs y vídeos «venden» las maravillas de la web3, pero lo que de verdad venden son criptomonedas


Menos mal que en el 2000 llegó la web 2.0, la misma en la que estamos casi todos ahora. La creación de servidores externos que la empresa contrata, eso que se llama la nube, aumentó la velocidad y la capacidad de contenido. Aparecieron los megaedificios donde están los discos duros que contienen la información. Son tan eficientes que las webs permiten compartir datos e interactuar con gran facilidad. Parecía que lo teníamos todo pero entonces… ¡Llegaron las redes sociales! Facebook, Twitter, Youtube… Si en la web 1.0 el flujo de información era en una dirección, en la 2 se puede interaccionar, pero el contenido está en manos de unos pocos: los dueños de los servidores y el propietario de las redes sociales. Usted no puede llevarse sus seguidores de Twitter a otra red porque en el fondo son clientes de Twitter, como usted. La empresa les deja usar gratis su software y almacenamiento. ¿Y qué ganan a cambio? Justo: sus datos. Para vendérselos a terceros.

Descentralizar de nuevo

En el año 2014 a este panorama viene a sumarse la web3. Con ella la idea que se busca es volver al principio, a la descentralización. Pero, en vez de que cada uno tenga el contenido de su web en su ordenador, inasumible por el coste, estará compartido mediante la cadena de bloques informáticos (blockchain en inglés) y repartido en una comunidad de ordenadores llamados nodos. Cualquiera puede montarlos en su casa con un presupuesto de 150 euros.

Algunas cifras apuntan a que pueden existir 300.000 nodos en el mundo. Como nos señala Jesus García, profesor en la UTAD Universidad de Tecnología y Arte Digital en Madrid: “Se quiere volver al principio para que la web deje de pertenecer a unos pocos y esté más repartida”. El sistema es seguro; aunque un nodo falle, la información está replicada, repetida en bloques encadenados.


Los defensores de la web3 aseguran que lo que se busca es volver al principio, a la descentralización


En teoría, todo suena muy bien. Los defensores del blockchain aseguran que es mayor la seguridad en las transacciones porque están replicadas en todos los bloques y por tanto, más vigiladas; que se garantiza el anonimato, que no se depende de grandes empresas, que tiene menor coste… El único inconveniente es que encontramos pocas aplicaciones prácticas del blockchain a día de hoy. Dos de ellas son el negocio de las NFT o de las criptomonedas, de las que hay 1.500 tipos y que, por cierto, algunos analistas aseguran que es un timo piramidal, un valor especulativo a la espera de que alguien lo compre.

La seguridad del sistema centralizado

Jordi Romero, es socio de Itnig, una cuna de empresas tecnológicas emergentes, (start-ups): “Respecto a la blockchain soy escéptico. Cuando da problemas se resuelve con un servidor. La principal diferencia es que, en el sistema centralizado, el de los servidores, uno tiene la llave del servidor y en la web3 está entre todos. No he encontrado grandes soluciones en el blockchain. Todo lo que nos rodea ya es digital: mi cuenta bancaria, las escrituras de mi casa… pero están respaldadas por la ley. Si yo tengo un problema puedo denunciarlo, estoy respaldado. Pero en el blockchain nadie responde. El servidor tiene valor porque hay alguien que tiene la llave de la base de datos y al que le puedo pedir responsabilidades”.

Los defensores del blockchain señalan que es imposible hackear su sistema porque como la información está replicada en todos los nodos, si se hackea uno el resto se daría cuenta porque la información no coincide. Es decir, habría que hackear el 51% de esos 300.000 ordenadores que participan en la cadena de bloques para ser exitoso en la empresa.

La web actual también tiene sus inconvenientes. Seguro que recuerda bien las veces en que se ha caído el servicio de empresas como Meta o WhatsApp


La web actual también tiene sus inconvenientes. Seguro que recuerda bien las veces en que se ha caído el servicio de algunas empresas


Pero en la blockchain también pasan otras cosas. Los hackers, por ejemplo, roban criptomonedas en plataformas de intercambios. Algunas cifras aseguran que el robo alcanza los 1.800 millones de euros desde 2017. Además, las transacciones aquí son más caras (unos 50 euros) y no se pueden revertir. Es decir, si se equivoca o le estafan no hay posibilidad de que le devuelvan el dinero.

Si aún no lo tiene claro, Jesús García introduce un matiz más: la diferencia entre la web3 y la web 3.0: “La web 3 es la que se refiere a la cadena de bloques mientras que la web 3.0 estrictamente hablando es la que se denomina web semántica, porque mediante la inteligencia artificial predice mucho mejor el sentido de nuestras búsquedas”. Es mucho más acertada gracias al aporte de millones de datos de usuarios.

El siguiente paso será la web 4.0 en la que ya se traspasa el marco de la pantalla con una inteligencia artificial mejorada, con un comportamiento todavía más predictivo. Por ejemplo, si su reloj inteligente detecta una subida de su ritmo cardiaco, algo propio de un infarto, alertará automáticamente al hospital más cercano. Pero si le parece vamos a dejar esto para otro artículo, cuando la web 3.0 se convierta en la penúltima red.

¿Compraría un NFT?

Los bienes muebles, los que puede mover, son fungibles o no fungibles. Los primeros se gastan con su uso, pero se reemplazan por otros iguales (el dinero, la comida). Los no fungibles no se gastan con su uso y son irrepetibles (como una obra de arte o un artículo exclusivo). Los NFT son las siglas de Non Fungible Token (un token no fungible). Un token, en inglés es una ficha como las de un coche de choque, pero en este caso no es física sino un código digital único. Cada criptomoneda de bitcoin es un token, pero fungible: puedo conseguir más. Sin embargo, un token no fungible, un NFT, es como una marca digital que identifica como único un archivo digital. Crear esa “marca” se denomina mintear. Los archivos suelen ser un dibujo o un texto convirtiéndolo en único. Aunque puede ver ese mismo archivo online gratis, da igual, hay gente que paga por ello. Por ejemplo, el primer tweet de la historia, publicado el 21 de marzo de 2006, fue «just setting up my twttr» (“solo estoy configurando mi twttr”, en español) (En el código QR lo tiene) Se vendió en bitcoins por el equivalente a 2,9 millones de dólares a @sinEstavi, un malasio que no para de presumir de que lo tiene y… que lo pone en venta. También la casa Sotheby’s subastó un pixel gris (un puntito de una pantalla) por 1,13 millones de euros. No se culpe, somos muchos los que no entendemos el arte.

Metaverso y la Web 3 no son lo mismo
En el número 132 de Escritura Pública le hablamos de ese universo de realidad virtual al que sólo se puede acceder con unas gafas y guantes especiales. Erróneamente se ha identificado al metaverso como un producto de la web 3 pero no siempre es así. La confusión está en que en el metaverso hay “mundos virtuales” construidos con tecnología blockchain, la misma que la de la web3. El punto de conexión más fuerte es que en ambos, web3 y metaverso, se manejan criptomonedas.

«Web3: el mismo perro con distinto collar», por Esther Paniagua

LA @

ESTHER PANIAGUA,

Periodista y autora especializada en tecnología

 

"El solucionismo tecnológico no nos conducirá a un futuro mejor, pero la gobernanza tecnológica sí"

Web3: el mismo perro con distinto collar

Una plataforma revolucionaria libre, descentralizada y basada en la relación entre pares, de igual a igual. ¿Les suena? Es lo que nos ofrecía internet en sus comienzos, y es lo mismo que prometen ahora los evangelizadores de la Web3. En 1989 Tim Berners-Lee democratizó la red de redes gracias a la World Wide Web: un sistema de conexión de documentos que nos permite acceder al contenido online. Ahora, los defensores de la Web3 proponen esta como la evolución natural de la web.

Parece lógico, pero no es así. La evolución de la web no es la Web3 sino la Web 3.0. El barullo de nombres no es casual: se pretende generar confusión y reemplazar la una por la otra. Sin embargo, no son lo mismo. La Web 3.0 -a la que, por claridad, llamaré «Web semántica»- es una continuación de la Web 2.0, de igual modo que esta lo es de la Web 1.0, la primera versión de la invención de Berners-Lee.

A la Web 3.0 se le llama también Web semántica porque una de sus principales características o funcionalidades es la de hacer que los recursos a los que podemos acceder online sean más legibles para las máquinas para que puedan organizar mejor la información. Eso redundaría, por ejemplo, en búsquedas más precisas, guiadas por el significado y no por el contenido textual.

La Web semántica no solo tiene una filosofía totalmente diferente a la Web3, sino que se basa en una infraestructura diferente. La primera es continuista con sus predecesoras (la Web 1.0 y la Web 2.0), y se basa un protocolo llamado HTTP que crea una red de recursos unidos mediante hipervínculos. La Web3, sin embargo, se basa en una tecnología llamada blockchain, y su foco está puesto en la resolución distribuida de problemas relacionados con la propiedad de activos.

La cadena de bloques es conocida por ser el vehículo de Bitcoin, la famosa criptodivisa. Es un sistema de consenso distribuido que permite realizar registros descentralizados con copias en millones de ordenadores en todo el mundo protegidas criptográficamente, que en teoría no se pueden atacar, ni prohibir, ni borrar. Además de guardar datos y documentos, también permite establecer reglas particulares para cada transacción. Esto tiene muchas ventajas (y algunos inconvenientes) pero desde luego no es una evolución de lo que conocemos como web, sino otra cosa diferente.

La Web3 se basa en la idea de aplicaciones descentralizadas y finanzas descentralizadas, a través de herramientas como los contratos inteligentes, las criptomonedas o cualquier otro tipo de token o unidad de valor. Por ejemplo, las NFT son una forma de monetización digital basada en tokens no fungibles, una especie de certificados digitales de autenticidad y propiedad de una obra de arte que solo existen en formato electrónico y que están validados por tecnología blockchain.

A las organizaciones que operan en esta infraestructura se las denomina DAO (del inglés Decentralized Autonomous Organisation). En una tienda DAO, el precio de todos los productos y los detalles sobre quién recibirá los ingresos, se mantienen en una cadena de bloques, y los accionistas pueden votar para cambiarlo.

Los predicadores de la Web3 proclaman que cada vez más organizaciones se convertirán en DAO, más objetos se convertirán en NFT y más tokens serán interoperables, eliminando así fricciones e intermediarios. Sin embargo, la criptoweb camina hacia lo contrario: no es libre ni abierta, dado que la mayoría de las personas no tiene recursos, medios ni conocimientos para participar, y ni siquiera entiende lo que es ni cómo funciona.

A lo anterior se suman otros problemas asociados a la Web3. La huella de carbono de blockchain es uno de ellos, y no menor. Bitcoin, por sí sola, tiene un consumo energético anual de 204 kilovatios por hora, equivalente a un país como Tailandia, según las estimaciones de Digiconomist. Se calcula que sus emisiones en 2021 podrán asociarse a alrededor de 19.000 muertes futuras. Y comprar una obra de arte NFT equivale al consumo mensual de alguien que vive en la Unión Europea (UE), según el análisis del tecnólogo y artista Memo Akten en Cryptoart.wtf.

Pero hay más. Como es bien sabido, las criptodivisas facilitan el lavado de dinero criminal, ya que permiten disociar los pagos de su fuente y convertir esas monedas en dinero para gastar, todo ello de forma anónima. Es decir, da la posibilidad a los delincuentes de ocultar el origen de los ingresos de las actividades ilícitas para que puedan cobrarlos de forma segura. La especulación, las estafas y la criminalidad en este torno es algo que no se puede obviar.

Muchos consideran que la elección de nombre ‘Web3’ responde a la intención de hacer un cambio de imagen de todo lo asociado con el mundo ‘cripto’, y critican que sus promesas de revolución se basan en un análisis superficial de los movimientos sociales, tomando ejemplos del mundo del arte y los videojuegos, que difícilmente representan cómo vive y trabaja la mayoría de la gente. «Son incapaces de ver el Estado como algo más que una patología obsesionada con la búsqueda de rentas y la vigilancia que no puede ser reformada o readaptada; que solo se puede domar o abolir», dice Evgeny Morzov en un artículo en The Crypto Syllabus.

El solucionismo tecnológico no nos conducirá a un futuro mejor, pero la gobernanza tecnológica sí. Solo creando nuevas instituciones y reglas que encaucen los avances técnicos hacia el bien común, que eviten las concentraciones de poder que ya dominan la economía digital, que pongan por delante el respeto a los derechos humanos y cuyo norte sea la creación de valor para todos los ciudadanos como sujetos, y no como objetos de consumo y mercantiles (meros datos), será posible la prosperidad compartida.

Contra el circo del odio, por Esther Paniagua

LA @

ESTHER PANIAGUA, periodista y autora especializada en tecnología

 

En muchos casos, el linchamiento público viene de grupos organizados de usuarios que actúan como trols

Contra el circo del odio

«Cómete un murciélago y muere, perra». Es uno de los mensajes de odio que la viróloga Danielle Anderson recibió tras escribir una crítica de un artículo que sugería que el SARS-CoV -2 podría haber salido de un laboratorio en China. No es, ni mucho menos, la única: alrededor de un 70% de investigadores que durante la pandemia han aparecido en medios de comunicación o en redes sociales ha experimentado consecuencias negativas: acoso online, amenazas de muerte e incluso ataques físicos. Es la conclusión de una encuesta de la revista Nature.

La historia no acaba ahí: muchas reacciones de odio tienen efectos psicológicos como angustia emocional o psicológica. El impacto llega hasta el punto de llevarles a rechazar nuevas intervenciones en medios o de abandonar las redes sociales. Autocensura o, directamente, abandono del debate público cuando más se les necesita. Es algo que no podemos permitirnos.

La exposición pública siempre conlleva, mal que nos pese, cierto riesgo de ataque, que ha aumentado en la era conectada. En un momento en el que la ciencia ha tomado más protagonismo en el debate público, sus representantes tienen más visibilidad en los medios y, por tanto, están más expuestos. También sienten la responsabilidad de comunicar y de colaborar con los periodistas en la verificación de hechos para refutar bulos y contrarrestar la otra pandemia: la de la desinformación.

Es una labor imprescindible y menospreciada. También se politiza, y se usa como arma de guerra entre bandos. En redes sociales, son víctimas del etiquetado rápido y el escarnio. En muchos casos, el linchamiento público viene de grupos organizados de usuarios que actúan como trols: antivacunas, conspiracionistas o partidarios de uno u otro líder o partido político. Les bombardean con amenazas e intentan desacreditarles, difamarles o amedrentarles.

La bilis sale en las redes y parece que no hay nada ni nadie que la pare. Ni siquiera quienes tienen el mando. Varios científicos consultados por Nature enviaron ejemplos a Twitter de los tuits abusivos que estaban recibiendo (incluidas imágenes de cadáveres ahorcados) y la plataforma respondió que estos no violaban sus términos de servicio. Si bien Twitter ha facilitado cierto control a cada persona sobre quién responde a sus mensajes, y cuenta con tecnologías para detectar el lenguaje abusivo, es claramente insuficiente. Además, sus sistemas automatizados son fáciles de evadir.

De Facebook (Meta) ya ni hablamos: la empresa reconoce que «solo puede actuar en menos del 5% de los casos de odio y menos de un 1% de los casos de violencia e incitación a la violencia» que se dan en la plataforma, según documentos internos filtrados por la confidente Francis Haugen. En ellos se advierte: «La desinformación, la toxicidad, y el contenido violento son extraordinariamente prevalentes entre los contenidos que se vuelven a compartir” (los ‘reshares’).

El impacto va mucho más allá del mundo académico. “Tenemos evidencia proveniente de múltiples fuentes de que el discurso de odio, el discurso político divisivo y la desinformación en todas las aplicaciones de Facebook están afectando a sociedades de todo el mundo», dice otro de los documentos filtrados. En efecto, el diseño de estas plataformas amplifica el discurso de odio. Están pensadas para enganchar y recompensan lo viral, pero además permiten el anonimato: el cóctel perfecto. Mucha gente se refugia en esa anonimidad online para decir y hacer cosas que normalmente no haría sin tener que rendir cuentas por ello. Ello se asocia a una proliferación online del comportamiento antisocial y de la violencia gratuita.

Como bien dijo Haugen, los gigantes de internet “están pagando sus ganancias con nuestra seguridad”, anteponiéndolas al bienestar de las personas. Ello es inadmisible, y requiere de una respuesta contundente. El «yo lo paro y no paso» es necesario pero no suficiente. La solución no puede ser, como hasta ahora, poner toda la carga en el lado de los usuarios: desde tratar de ignorar el acoso hasta filtrar y bloquear a los trols o denunciarlos. Es un trabajo inasumible si cada día recibes decenas de amenazas de muerte.

¿Qué hacer? En primer lugar, hay que cambiar los incentivos y forzar al cambio del modelo de negocio de las grandes tecnológicas. Una forma de hacerlo es prohibir la publicidad personalizada y el comercio de datos personales. Es algo que exigen voces como Shoshana Zuboff o Carissa Véliz, y yo misma en Error 404. Un modelo económico legítimo no puede sustentarse en la violación de derechos humanos. En el pasado, economías enteras se basaban en el tráfico de esclavos y eso no fue una razón para no abolir la esclavitud.

También es vital penalizar el diseño adictivo de las aplicaciones. Lo anterior ayudaría, pero no es suficiente, porque incluso si el modelo de negocio cambia pueden seguir teniendo interés en mantener en ellas a las personas la mayor cantidad de tiempo posible, a toda costa.

Hay otras acciones prioritarias, como permitir de forma efectiva y sencilla la portabilidad de datos, contenido y contactos de una plataforma a otra; o como obligar a las grandes empresas digitales a contar con un número suficiente de humanos para responder de forma efectiva a las denuncias de abuso y centralizar dichas denuncias.

Todo esto no será posible desde un solo país. Requiere de una institución supranacional que lo gobierne. Pero además necesitamos poner a la educación en su sitio, especialmente en civismo, ruptura de estereotipos y alfabetización digital. No podemos obviar que buena parte del problema reside en sus deficiencias. Abordarlas fortalecerá cualquier sociedad, no solo en lo digital. Como dijo Confucio: «La educación genera confianza. La confianza genera esperanza. La esperanza genera paz».

Científicos amenazados

LA @

Científicos amenazados

Los tiempos en que se castigaba con la hoguera a la gente de ciencia pasaron, pero siglos después, aún reviven rescoldos de esa ignorancia tan nociva. Lo hacen en uno de los mayores avances tecnológicos: internet. Científicos que han ayudado a entender la pandemia han sido atacados por grupos de conspiranoicos hasta el punto que han tenido que suprimir o reducir sus apariciones públicas. ¿Quién se esconde detrás de ellos?
GABRIEL CRUZ

@Gabrielcruztv

“El sueño de la razón produce monstruos” nos advertía Goya en uno de sus grabados sobre el peligro de la ignorancia. Dos siglos después la seguimos sufriendo. Los conspiranoicos han encontrado en el covid-19 su particular peste medieval y en internet el espacio donde propagar los ataques. Si no, ¿cómo explicar las amenazas de muerte a Christian Drosten, virólogo alemán que asesoraba a la canciller Merkel contra la pandemia , algo así como el Fernando Simón alemán? Mientras en Bélgica, Jürgen Conings, un exmilitar, aseguraba que mataría a Marc Van Ranst, virólogo de referencia en su país que tuvo que estar escondido junto a familia durante tres semanas . ¿Era una fanfarronada? No, Conings era instructor militar de tiro y estuvo fugado con un lanzador de cohetes y una ametralladora. Un mes después le localizaron en un bosque: se había suicidado.

No son casos excepcionales. Un artículo de la revista Nature realizó una encuesta a 321 científicos que habían hablado públicamente sobre la covid-19. Señaló que el 60 % recibió algún tipo de amenaza de las que un 15% eran de muerte y un 22% de agresiones físicas o sexuales. El resultado era de esperar: dos terceras partes de los que las sufrieron redujeron sus apariciones públicas.

Españoles amenazados

Los investigadores del estudio de “Nature” eran de Australia, Reino Unido, Alemania, Canadá, Taiwán y Nueva Zelanda. De científicos españoles no se recogieron datos. Por eso contactamos con uno de los que más ha aparecido en los medios durante la pandemia: José Antonio López, virólogo, investigador y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid. Confiesa que ha recibido “multitud de insultos de negacionistas y antivacunas pero últimamente también de algún pseudoexperto catastrofista”. “JAL” como se le conoce en todos los medios en los que hace difusión científica, se queja de que “mientras los que te atacan utilizan apodos nosotros, los que divulgamos, vamos a cara descubierta. Saben donde trabajamos, donde vivimos, etc.” Le percibo hastiado pero aguanta: “Por el momento, no pienso dejarlo seguiré humildemente trabajando como virólogo y como divulgador científico, labor en la que llevo desde hace más de treinta años”.

 


JOSÉ ANTONIO LÓPEZ, VIRÓLOGO, INVESTIGADOR Y PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID, CONFIESA QUE HA RECIBIDO MULTITUD DE INSULTOS EN LA RED

 

Hay muchos más casos. Por ejemplo Alfredo Corell, inmunólogo y catedrático de universidad, asegura “me han amenazado con matarme, que si era un mataviejas… incluso han modificado mi entrada en Wikipedia escribiendo que he sido juzgado por pedofilia”. En el caso de Amos García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología, además de los ataques por la red le increparon en la calle al grito de “asesino”, incluso se encontró con una pintada que decía: «AMOS TU ERES EL COBI». A lo que él respondió con este tuit irónico: “(…) Por la ortografía no se si me asocian a la enfermedad de la Covid-19 o me mimetizan con la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona”. Al doctor César Carballo, del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, le dijeron “vigile su espalda» o “probáis veneno en la gente». Lo que más le preocupó fue descubrir que las búsquedas en Google más numerosas sobre él fueran “César Carballo mujer” y “César Carballo hijos”, entonces fue cuando decidió denunciar las amenazas judicialmente.

Tras los ataques

Para saberlo hay que sumergirse a gran profundidad en redes sociales. Mari Luz Congosto es ingeniera informática, pero, para nuestro caso, es una “buceadora de datos”, profesora honorífica en la Universidad Carlos III y de visualización de datos en la Universidad de Madrid U-TAD.

 


A ALFREDO CORELL, INMUNÓLOGO Y CATEDRÁTICO DE UNIVERSIDAD, HAN AMENAZADO CON MATARLE Y AL DOCTOR CÉSAR CARBALLO LE DIJERON ‘VIGILE SU ESPALDA’

 

Rápidamente nos da dos claves: “Todo lo que veamos acompañados de la palabra “por la verdad” suele ser bastante mentira y en redes sociales suele haber más ruido que realidad”. Respecto a lo primero, nos encontramos movimientos conspiranoicos como “médicos por la verdad”, “psicólogos por la verdad” entre otros muchos. Ella tampoco se ha librado de los insultos en redes. Tras analizar unos 6.000 perfiles en Twitter señala que “están muy bien organizados internacionalmente, con conexiones en Perú, Argentina, España y sobre todo en Alemania”. Desvela que algunos de sus miembros son médicos que consideran que no existe una pandemia. “Son muy agresivos porque para ellos sus ideas, aunque no lo admitan, son como una religión. Por tanto, no hay cabida al razonamiento, señala.

Respecto a cuanta gente puede estar detrás de estos movimientos, Congosto afirma que “hay grupos con canales de Telegram con hasta cien mil seguidores. Detrás de los cuales puede haber desde individuos conspiranoicos a grupos de presión a favor de la homeopatía”.

Una de sus investigaciones era saber si existían conexiones entre conspiranoicos y grupos políticos porque entonces –señala- “tendríamos un grave problema. El caso es que no detecté grandes relaciones. Sí que descubrí algún miembro de extrema derecha con simpatías hacia posturas antivacunas pero precisamente también encontré coincidencias en posturas independentistas. Es decir, los extremos conectan muy bien, porque ambos no quieren estabilidad”. Entre los casos que investigó se encontraba el perfil de Twitter del denominado “doctor Papaya”, que aseguraba falsamente ser parasitólogo. Se trataba de un negacionista de la pandemia con nueve mil seguidores. Finalmente fue detenido en 2020 Zaragoza por incitar al odio y violencia contra los políticos y sanitarios en redes sociales. “Cuando conté las conexiones de este negacionista me atacaron muchísimo. La cuestión es que siempre ha habido conspiranoicos en las redes sociales, pero a raíz del covid-19 ha sido su oportunidad de hablar sobre el mismo tema y por eso se han hecho tan visibles”, señala Congosto. No como antes que cada uno tenía su propia conspiración y el efecto quedaba disperso entre todas. Era un “cada loco con su tema” pero como advierte Casar Carballo: “a John Lennon lo mató un hombre desequilibrado mentalmente».

A quien seguir

Mariluz Congosto @congosto
Experta en redes. Sigue los hilos que le sugieren los propios internautas y que ella indaga.

@SoyMmadrigal
Marcelino Madrigal, experto informático en análisis de redes sociales, lucha contra la desinformación y conspiranoicos de todo tipo.

@cescept
Círculo Escéptico Asociación, sin ánimo de lucro, para la promoción del pensamiento racional y crítico.

Ni es sólo covid ni es sólo de ahora
Los ataques a divulgadores científicos han existido desde hace años. Lo sabe bien Miguel Mulet, catedrático en Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia. Desmonta con argumentos científicos falsos mitos relacionados con la comida sana. Así en 2015 tuvo que suspender una charla en la Universidad de Córdoba (Argentina) por defender que los alimentos transgénicos no son perjudiciales para la salud. “Al comprobarse que las amenazas eran plausibles pues eran de personas totalmente identificables. Me decían que “me hacía falta plomo en la cabeza” así que me pusieron dos guardaespaldas”, nos señala Miguel. “Ahora son los antivacunas los que me insultan. Lo que hago es bloquear sus mensajes y listo. No me caliento la cabeza. Es el problema de las redes. La gente puede decir lo que quiera porque no hay filtros. Pero yo tengo un trabajo que me gusta y procuro no dedicarle a esto mucho tiempo”.
Estudio de Nature
Con el titular Ojalá te mueras (I hope you die). El estudio de la revista científica publicado en octubre de 2021 dio luz al acoso que en silencio sufrían algunos científicos por hablar sobre el covid-19.

Mayores offline

LA @

Mayores ‘OFFLINE’

Internet se ha convertido en la llave más rápida para las gestiones del día a día: hacer una inscripción, pedir una cita, consultar el saldo de la cuenta bancaria o presentar la declaración de la renta. El mundo aplaude la comodidad de no hacer colas y poder solucionar los trámites desde el salón de casa. Pero hay un sector que asiste, impotente, al proceso. Los mayores se quedan fuera de juego.

GABRIEL CRUZ

@Gabrielcruztv

Soy mayor, pero no idiota. La frase se ha convertido en un grito de guerra. Lo lanza Carlos San Juan, médico jubilado de 78 años. Asegura haber llegado a sentirse humillado al pedir ayuda en un banco y que le hablaran como si fuera idiota por no saber completar una operación. Lanzó su queja en la plataforma change.org y en apenas un par de semanas había conseguido más de 500.000 firmas respaldándole. Conscientes de las dificultades de algunas personas con la digitalización, los bancos están poniendo medidas encima de la mesa para facilitar su adaptación progresiva a las nuevas posibilidades que ofrece la diversidad de canales bancarios. Estas se suman a las múltiples iniciativas que ya están en marcha para facilitar la accesibilidad de los mayores a los servicios bancarios tanto en la red de oficinas como vía online. Y es que solo el 6,5% de los mayores de 65 años cuenta con habilidades avanzadas a la hora de utilizar internet, según datos de Eurostat. Leonor, con 72 años y ajena a redes sociales y procedimientos tecnológicos, entiende muy bien a Carlos: «me han llegado a cobrar seis euros al mes por pagar la comunidad del edificio en el que vivo en ventanilla. Me insistían en que tenía que domiciliarlo yo a través de la web, pero era incapaz. Hasta que no lo ha hecho mi hija por mí, no me ha quedado más remedio que pagar. También necesito su ayuda para hacer transferencias o coger cita para algunos trámites». Y es que los bancos son solo a punta del iceberg

 


ACTUALMENTE LA MAYOR PARTE DE LA BUROCRACIA ADMINISTRATIVA SE SOLUCIONA A TRAVÉS DE INTERNET

 

Comunicando. Actualmente la mayor parte de la burocracia administrativa se soluciona a través de internet. La pandemia ha venido a reducir la presencialidad y las pocas cosas que se pueden hacer en persona también necesitan que la cita se solicite online. Trámites obligatorios, como presentar la declaración de Hacienda, se convierten en un auténtico suplicio para los más mayores. «Soy viuda y no tengo hijos», apunta Toñi López, 79 años, «en mi casa no hay ordenadores así que el año pasado fui varias veces a pedir cita para hacer mi declaración a una de las oficinas. Cada vez que iba me insistían en que tenía que hacerlo online. ¡Pero si yo no tengo ordenador! Les decía, pero ni caso. ¿Por teléfono? pero es que no lo cogen nunca.» La solución vino de la mano de uno de sus sobrinos, pero a ella no le parece justo que tenga que depender de nadie. Estos mayores tampoco se benefician del ahorro de tiempo y la comodidad que supone poder hacer las cosas desde casa: pedir cita en el médico, hacer la compra o sacar las entradas del cine. «Entiendo que todos estos avances son imparables, pero yo no puedo seguirlos. ¿No podrían explicarnos fácilmente cómo hacerlo? Pero una persona, no una máquina, que es lo que encuentro habitualmente», dice Josefa García, 80 años. Los mayores de 65 años ya eran el 20% de la población de España en enero de 2021, según el Instituto Nacional de Estadística. La cifra seguirá creciendo y la brecha, también.

Mayores rurales. El pequeño pueblo de Tamajón, en Guadalajara, lucha por mantener vivo su cajero. Se estropeó el pasado diciembre y la entidad bancaria que lo sostiene no planea repararlo. A partir de ahora su centenar de habitantes tendrán que desplazarse al menos 20 km, simplemente, para sacar dinero. Muchos de sus mayores ya no conducen y no tienen a nadie cerca que les pueda llevar. El problema se extiende por toda España. Según datos publicados por la Asociación de Usuarios Financieros (Asufin), desde el año 2008 hasta 2021 ha descendido un 54,2% el número de oficinas bancarias y han desaparecido un 22,1% de los cajeros automáticos. La sociedad más comunicada de la historia deja aislados a los que no siguen el ritmo. ¿Cómo integrar a los mayores de 65 años en la revolución digital? «A mí tratan de enseñarme mis nietos», dice Leonor. Mientras tanto exigen que haya otras alternativas. Y su grito cada vez es más fuerte. |EP|

Notarios de ‘pueblo’

En la mayoría de los pueblos de España hay una notaría. Y en caso de no haberla en el suyo seguro que tendrá una muy cerca, porque hay casi 3.000 notarios repartidos por toda la geografía española. Lo habitual es que sean los interesados los que se desplacen al despacho notarial para hacer consultas o para la elaboración y firma de los documentos, pero, si es necesario, el notario también puede acercarse hasta el domicilio de los más mayores cuando hay problemas de movilidad o desplazamiento. En la época virtual, la cercanía también marca la diferencia en el servicio. Si quiere localizar al notario más cercano, tiene un buscador en www.notariado.org.

Notarios de ‘pueblo’

@EdadyVida es la fundación para la mejora y promoción de la calidad de vida de las personas mayores.

@65ymuchomas es el primer diario online para mayores. Cuenta con el asesoramiento de sus asociaciones más representativas.

@Jubilares es la asociación que promueve una mejora del entorno físico y social para el envejecimiento activo y con autonomía.

El Programa Kit Digital, una oportunidad histórica para el tejido empresarial, por Alberto Martínez Lacambra

EN EL ESCAPARATE

Alberto Martinez Lacambra

Alberto Martínez Lacambra,

Director General de Red.es

 

Este programa cuenta con una dotación presupuestaria de 3.067 millones €, y se focaliza a las empresas con menos de 50 empleados y a los autónomos

El Programa Kit Digital, una oportunidad histórica para el tejido empresarial

En pocos días se cumplirán dos años desde que empezamos a sentir los efectos de la pandemia provocada por el Covid-19. Algunos sostienen que esta situación ha sido un cisne negro para la economía, ya que se ha producido un fuerte shock y era muy difícil predecir que ocurriera. Otros, apelando a sofisticaciones conceptuales, sostienen que sería un rinoceronte gris pues lo ocurrido era un hecho previsible, advertido por científicos y virólogos en los últimos años. Orillando los debates sobre nomenclaturas zoológicas, es innegable que este coronavirus emergió en nuestras vidas y nos arrolló, tanto en nuestros sistemas sanitarios, como en nuestra economía y en nuestra forma de vida, como si de un megalodón se tratara.

La gestión de la pandemia ha resultado de una complejidad mayúscula, tanto en lo personal, como en lo social y económico. La única posibilidad que teníamos de evitar el colapso es que hubiera una decidida intervención del Sector Público, como a la que hemos asistido en nuestro país y en Europa.

España, en el 2020, registró una recesión sin precedentes. La economía se contrajo un 10,8% del Producto Interior Bruto (PIB), y fue la intervención del Sector Público la que evitó que esta debacle llegara a niveles de contracción del 25%. Cifras desconocidas por todos nosotros y solo comparables al impacto económico que sufrió nuestro país en el periodo 1936-39.

Un “Plan Marshall”

Europa reacciona a esta situación con la formulación de un Plan de Recuperación, un “Plan Marshall” del siglo XXI, cuyo objetivo fue contener la sangría económica provocada por la pandemia y sentar las bases para que, en un futuro, nuestra economía sea más sostenible, productiva e integradora. Este Plan de choque aprobado por Europa, asciende a 750.000 millones, lo que supone un 5,5% del PIB de los 27 países que hoy conforman la Unión Europea.

El importe de los fondos asignados a España asciende a 140.000 millones euros, lo que supone prácticamente un 12% de nuestro PIB. Este es un dato destacable, ya que, mientras que el promedio del plan de recuperación europeo se sitúa en el 5,5% del PIB, a nuestro país le ha correspondido un porcentaje que dobla la media europea.

Es cierto que España fue uno de los países más golpeado por la pandemia. Pero es un privilegio formar parte de la UE, ya que esta vez se ha realizado un ejercicio ejemplar de solidaridad territorial entre los distintos países, lo que es un importante paso en la consolidación del proyecto europeo.

De los 140.000 millones €, los primeros 70.000 millones € corresponden a subvenciones, con el consiguiente impacto que generará en nuestra economía en términos de generación de empleo, reducción déficit público, efecto positivo en la deuda pública y en el PIB.

Cuatro pilares configuran este Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia (PRTR), con el objetivo de sentar las bases para una economía más sostenible, productiva e inclusiva: transición ecológica, transformación digital, igualdad de género, y cohesión social y territorial.

De esta cifra el 29% se destinará a transformación digital, es decir 20.000 millones. Este importe corresponderá a proyectos con nombre y apellido digital, no obstante, en buena parte de los 30 componentes que conforman el PRTR la digitalización está presente y es un común denominador de las actuaciones. Es difícil imaginar proyectos de movilidad y de sostenibilidad al margen del vector de la digitalización.

El Covid nos ha dejado claro que la digitalización ha venido para quedarse y que no se configura como un tema potestativo, por lo menos, en el ámbito empresarial. De ahí que contar con estos importes para acompañar la transformación digital es una oportunidad histórica para que sociedad, economía, empresas, y administraciones públicas den un salto sin precedentes. Ese camino debe garantizar no dejar a nadie atrás de manera que la digitalización no se convierta en una nueva selva para la sociedad, ciudadanos y empresas.

Con este objetivo, el pasado 30 de diciembre se publicó en el BOE la orden de bases que regula las ayudas del Programa Kit Digital, cuya finalidad es la digitalización de empresas pequeñas, microempresas y autónomos, en el marco de la Agenda España Digital 2025, el Plan de Digitalización de PYME’s 2021-2025 y el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, financiado por los fondos de la Unión Europea – Next Generation EU.

Este programa cuenta con una dotación presupuestaria de 3.067 millones €, y se focaliza a las empresas con menos de 50 empleados y a los autónomos. Tiene un carácter absolutamente transversal, pues su voluntad es llegar a todos los sectores de nuestra economía.

El sentido de orientarse a ese segmento empresarial tiene que ver con los niveles de productividad de nuestras empresas. Así, las empresas medianas y grandes en nuestro país presentan unos niveles de productividad muy aceptables cuando las comparamos con las de otros países de la UE. Donde tenemos espacio de mejora es justamente en ese segmento de empresas de menos de 50 empleados, que además no podemos perder de vista que generan el 51% del empleo.

El programa será gestionado por Red.es y prevé unas ayudas a la digitalización atendiendo al número de empleados con los que cuente. Así se establecen tres segmentos:

  • Empresas de 10 a menos de 50 empleados, las ayudas se fijan en 12.000 €
  • Empresas de 3 a menos de 10 empleados, las ayudas se fijan en 6.000 €
  • Personas en situación de autoempleo y hasta dos empleados, las ayudas se fijan en 2.000 €

El detalle de las ayudas y el funcionamiento del programa puede consultarse en el portal www.acelerapyme.es . La subvención deberá solicitarse en este portal en el momento en el que se publiquen las convocatorias para cada uno de los segmentos. Una vez verificado el cumplimiento de los requisitos se procederá a otorgarle a la empresa el bono digital, que corresponde al otorgamiento de la subvención.

Este bono digital deberá materializarlo en el portal acelerapyme, con algunos de los digitalizadores adheridos y en algunas de las categorías previstas, que son: sitio web, comercio electrónico, gestión de redes sociales, gestión de clientes, business inteligence y analítica, gestión de procesos, factura electrónica, servicios y herramientas de oficina virtual, comunicaciones seguras y ciberseguridad.

El programa Kit Digital además de permitir un proceso de adopción digital de pequeñas empresas, microempresas y personas en situación de autoempleo, brinda una oportunidad para las pymes del sector TIC, ya que podrán solicitar la adhesión como agente digitalizador en el portal www.acelerapyme.es, lo que permitirá consolidar ese sector tecnológico.

Aligerar la carga administrativa

A nadie se le escapa que repartir 3.000 millones en microsubvenciones de entre 2.000 y 12.000 €, se antoja tarea muy complicada, ya que, las pequeñas empresas y autónomos no están pendientes del BOE y, a menudo, tienen la impresión de que solicitar subvenciones puede suponer un “vía crucis” administrativo.

Con el objeto de aligerar esa carga administrativa se ha trabajado en la robotización de las bases de datos de las que se dispone en la propia Administración General del Estado, de manera que, si el solicitante autoriza a realizar esas consultas, no precisará aportar la documentación que en otras ocasiones es requerida.

Al respecto quiero destacar el acuerdo adoptado entre el Consejo General del Notariado y Red.es, por el que desde el Notariado se facilitará toda la gestión de los poderes por parte de las empresas. La implicación del Consejo General en este programa permitirá agilizar de forma muy significativa los trámites para el otorgamiento de las subvenciones. Se trata de poner la tecnología al servicio de la gestión de la “res pública”.

La orden de bases regula la figura del representante voluntario, de manera que cualquier tercero, debidamente autorizado, pueda solicitar la ayuda por cuenta de la pyme. Especial importancia tomarán asociaciones empresariales y de autónomos, de manera que puedan acompañar a sus asociados en la solicitud de las ayudas.

También es importante señalar que desde Red.es se está desplegando, de forma directa y a través de las Cámaras de comercio, una red de Oficinas Acelera Pyme (OAP), para facilitar y acompañar a las empresas en el proceso de digitalización. A final de este ejercicio dispondremos de 150 oficinas, 50 de ellas en ámbitos rurales.


La implicación del Consejo General en este programa permitirá agilizar de forma muy significativa los trámites

El reto es conseguir que un programa de microsubvenciones de esta dimensión tenga un nivel de capilaridad suficiente, para que llegue a todos los rincones de este país. Probablemente este será el proyecto de colaboración publico privada más ambicioso en España y en Europa.

Este reto y oportunidad es una responsabilidad de todos, sector público, sector privado, y sociedad en general. Necesitamos que ese empresario, autónomo, que está luchando para mantener su actividad, se pueda beneficiar de estos fondos que precisamente están concebidos para financiar esas necesidades que emergen con los procesos de transformación digital.

Para competir y sobrevivir en este mundo globalizado, la digitalización es un elemento esencial que permite ambicionar mercados que en otras épocas no estaban al alcance; ordenar y hacer eficientes los procesos productivos, de manera que la empresa vaya mejorando cada día sus niveles de competitividad.

Desde Red.es estamos viviendo este reto de forma muy optimista, ya que hace unas semanas iniciamos una gira para explicar el Programa Kit Digital por los distintos territorios, y la expectativa y el interés que está generando entre el empresariado es sorprendente. Los asistentes a las reuniones son conscientes de la oportunidad histórica, algunos están iniciando el camino de la digitalización, otros han dado pasos importantes en estos últimos tiempos, pero todos coinciden en que debemos aprovechar como país esta oportunidad.

La ocasión histórica que nos brinda el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, junto con la urgencia de la necesidad de digitalizar nuestras pequeñas empresas para conseguir un tejido empresarial más robusto, hace que abordar el reto de la digitalización de nuestro tejido empresarial no admita demora.

El kit digital para pymes y autónomos

EN EL ESCAPARATE

EL ‘KIT’ DIGITAL PARA PYMES Y AUTÓNOMOS

«Acelera pyme», iniciativa desarrollada por la entidad Red.es, cuenta con una red de oficinas físicas, desplegadas por toda España para atender la demanda.

Los fondos del Next Generation EU pretenden, entre otras cuestiones, impulsar la modernización del sector empresarial. En España hemos puesto en marcha el programa «Kit Digital»: una iniciativa del Gobierno dentro del marco del Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia, que de la mano de Red.es, entidad adscrita al Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital a través de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, aspira en los próximos tres años a promover la digitalización de alrededor de más de un millón de pequeñas empresas, microempresas y autónomos pertenecientes a todos los sectores productivos.

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Renovarse o morir. La célebre expresión atribuida a Miguel de Unamuno en alusión a su particular receta para alcanzar el anhelado progreso económico en su época, viene de nuevo a colación para expresar la necesidad de modernizar el tejido empresarial español. Especialmente en lo relativo a la digitalización de pymes y autónomos. Una constelación de microempresas que, con cifras prepandemia de 2019, suponía nada menos que el 99,8% de las empresas y ocho millones de empleos, a los que hay que añadir un total de 3,2 millones de trabajadores autónomos.

Unas cifras que, sin duda, despejan cualquier atisbo de vacilación en relación con la indiscutible relevancia de este universo empresarial patrio. Lo que evidencia que, a pesar de su reducido tamaño individual, deben ser tenidas en cuenta a la hora de poner en marcha cualquier política orientada a la mejora del posicionamiento competitivo de nuestro país en el actual entorno económico global.

Tanto es así que el Gobierno español ha puesto en marcha el programa ‘Kit Digital’. Una iniciativa, presentada en noviembre pasado por la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, que aspira en los próximos tres años – bajo la dirección de Red.es- a fomentar la digitalización de alrededor de más de un millón de pequeñas empresas y autónomos pertenecientes a todos los sectores productivos.

 


ESTA INICIATIVA ESTÁ DOTADA DE UN PRESUPUESTO DE 3.067 MILLONES DE EUROS EN EL PERÍODO 2021-2023, FINANCIADOS POR LA UNIÓN EUROPEA

 

Los posibles beneficiarios pueden contar si lo desean con el asesoramiento de los denominados «agentes facilitadores».

 

Modernización empresarial

La promoción de la modernización del tejido empresarial es uno de los mantras tatuado a fuego en la mente de los gestores de nuestra economía. Y es, precisamente, en este campo de cultivo en el que se ha sembrado, y esperemos que germine con éxito, una iniciativa que promete transformar el panorama económico español durante los próximos años.

Un cambio radical que reduzca, de una vez por todas, la pertinaz diferencia en materia de competitividad que nos separa de nuestros pares entre los denominados países de nuestro entorno.

Precisamente para paliar esta evidente carencia es para lo que este programa pretende canalizar el proceso de transformación tecnológica y prestar soluciones que permitan avanzar en el grado de madurez digital de las pymes y profesionales por cuenta propia.

Para lograrlo, esta iniciativa está dotada de un presupuesto de 3.067 millones de euros en el período 2021-2023, financiados por la Unión Europea a través de los fondos Next Generation EU, en el marco del correspondiente Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, de la Agenda España Digital 2025 y del Plan de Digitalización de Pymes 2021-2025.

Toda una arquitectura administrativa que conforma un armazón de certidumbre en el que, precisamente, cabe destacar la estrecha colaboración requerida por las autoridades tanto de la Cámara de España como del Consejo General del Notariado (CGN).

Un proyecto seguro

Fruto de lo anterior y de cara a consolidar esa necesaria certeza, el director de Red.es, Alberto Martínez Lacambra, y el presidente del CGN, José Ángel Martínez Sanchiz, rubricaron a finales del pasado mes de enero un convenio para el control de determinados requisitos que, tanto los beneficiarios que soliciten las subvenciones, como los agentes digitalizadores, han de cumplir.

El convenio establece que el CGN podrá suministrar a Red.es información del Índice Único Informatizado, una base de datos que recoge el conjunto de actos celebrados en todas las notarías españolas. Este índice es una herramienta fundamental para la prevención del blanqueo de capitales y del fraude fiscal.

Además, el acuerdo establece las condiciones y procedimientos telemáticos a través de los que el Consejo General del Notariado, en su condición de entidad colaboradora, proporcionará a Red.es información relativa a la representación de los beneficiarios de las subvenciones y, en su caso, agentes digitalizadores.

También podrá facilitarse información de los ficheros derivados del índice: la Base de Datos de Titularidad Real y la Base de Datos de Personas de Responsabilidad Política, que junto los sistemas de detección de fraude del OCP servirán a Red.es para el control de los agentes digitalizadores y de los beneficiarios de las subvenciones.

Pasos previos

La primera convocatoria del programa se pondrá en marcha en el mes de marzo. Dispone de una dotación presupuestaria de 500 millones de euros y su objetivo es repartirlos entre pequeñas empresas entre 10 y 49 empleados. La idea es que puedan optar a un bono digital por un montante de 12.000 euros, siempre que cumplan los requisitos de acceso.

Previamente, los interesados tendrán que registrarse en la página oficial www.acelerapyme.es y completar un test de autodiagnóstico de madurez digital además de comprobar que cumplen los requisitos de la convocatoria. Este test es una herramienta que permite conocer mediante un sencillo cuestionario, el nivel de madurez digital de la empresa e identifica en qué ámbitos enfocar el proceso de transformación digital de su negocio. Su resultado no es vinculante, es decir, de él no depende la concesión del bono digital ni la cuantía del mismo, y sirve para obtener una foto inicial que permita conocer la evolución al final de la implantación del servicio.

Una vez realizado este autodiagnóstico, la empresa o autónomo tiene que solicitar la ayuda en la sede electrónica de Red.es. Puede hacerlo por sí mismo o bien a través de un representante voluntario. El programa Kit Digital ha sido diseñado con el fin de facilitar al máximo el proceso de solicitud y concesión de ayudas, siempre cumpliendo todas las garantías, por ejemplo, reduciendo los trámites, robotizando el proceso para minimizar el número de documentos que hay que presentar o creando la figura del representante voluntario. Este representante puede ser una persona física, jurídica, una asociación o incluso el propio agente digitalizador que, en nombre del interesado o beneficiario, solicita y tramita la ayuda.

 


LA PRIMERA CONVOCATORIA DEL PROGRAMA YA ESTÁ EN MARCHA. DISPONE DE UNA DOTACIÓN PRESUPUESTARIA DE 500 MILLONES DE EUROS

 

Las ayudas se otorgan mediante el procedimiento de concurrencia no competitiva, por lo que se conceden según se van aprobando. Cuando la empresa o autónomo recibe el bono digital, que no es más que un derecho para contratar soluciones de digitalización por un importe 12.000 euros, en el caso de tener entre 10 y 50 empleados; 6.000 euros, para aquellas de entre 9 y 3 empleados; y 2.000 euros, para las de menos de 3 y ningún empleado, tiene que elegir el agente digitalizador que le prestará el servicio. Y suscribir con ellos un Acuerdo de Prestación de Soluciones de Digitalización.

Los interesados en solicitar las ayudas pueden también obtener asesoramiento en la amplia red de Oficinas Acelera pyme repartidas por toda España. Esta red forma parte del programa Acelera pyme, una iniciativa del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital destinada a construir el ecosistema de referencia de la transformación digital de las pymes y desarrollada por Red.es y que cuenta con una red de 90 oficinas físicas, que prevén aumentar hasta las 150 en los próximos dos años.

 

El ABC de las ayudas

Entre las condiciones a cumplir por parte de las empresas y autónomos interesados en acceder al programa ‘Kit Digital’, según se recogen en la Orden de bases ETD/1498/2021 publicada en el BOE el pasado 30 de diciembre, se encuentran, además del hecho de haber cumplimentado el test de nivel de madurez digital comentado más arriba, los siguientes requisitos: no tener la consideración de empresa en crisis; tener la consideración de pequeña empresa o microempresa; estar inscrito en el Censo de empresarios, profesionales y retenedores de la Agencia Estatal de Administración Tributaria o en el censo equivalente de la Administración Tributaria Foral; estar al corriente de las obligaciones tributarias y frente a la Seguridad Social; no estar sujeto a una orden de recuperación pendiente tras una decisión previa de la Comisión Europea que haya declarado una ayuda ilegal e incompatible con el mercado común; no estar incurso en ninguna otra de las prohibiciones previstas en la Ley General de Subvenciones; y no superar el límite de ayudas conforme a lo dispuesto en el artículo 2.4 de la orden de bases.

La formalización del Acuerdo de Prestación de Soluciones de Digitalización supondrá la cesión, por parte del beneficiario, del derecho de cobro (el denominado bono digital) del importe de la subvención concedida en favor del agente digitalizador adherido, lo que quiere decir que el beneficiario nunca recibe el importe, sino que el pago de las ayudas se realizará a los agentes digitalizadores una vez justificada y comprobada cada fase de ejecución del servicio (se establece, para cada categoría de solución de digitalización, unos porcentajes diferentes para cada una de las dos fases en las que se fracciona el pago).

 


EL BONO DIGITAL ES CANJEABLE POR LAS SOLUCIONES DIGITALES IDÓNEAS A CADA SITUACIÓN, ELEGIDAS DEL CATÁLOGO DISPONIBLE

 

Oportunidades a la vista

Entre las ventajas de implementar la digitalización en las pymes y negocios de los trabajadores por cuenta propia, sin importar su tamaño y volumen de facturación, se encuentran la mejora de la experiencia de compra por parte de los clientes, de la eficiencia y productividad, vía reducción de costes y tiempos, así como una óptima adaptación a los cambios del mercado, sin olvidar la retención y atracción del talento joven.

Tras superar con éxito, desde hace décadas, el estereotipo de otra famosa expresión de Unamuno, en este caso lapidaria, concretada en la alusión al marginal papel histórico desempeñado por la ciencia en España y resumida en el ¡que inventen ellos!, el tren de la modernidad no puede pasar de nuevo de largo. Se antoja, por consiguiente, de vital importancia para el futuro del país que esta vez se aprovechen las ayudas para modernizar el entramado empresarial que conforma la auténtica base de la economía española. Un ecosistema imprescindible para dejar atrás cualquier tópico y cliché relacionado con la asunción de la tecnología como un instrumento imprescindible para el progreso de una sociedad.

Bruselas al rescate
El Next Generation EU es el instrumento inversor de la Unión Europa creado para ayudar a superar las consecuencias de la COVID-19. Es más que un plan de recuperación. Es una oportunidad única para salir más fuertes de la pandemia, transformar nuestra economía y crear oportunidades y trabajos para esa Europa en la que queremos vivir. Una Europa más ecológica, más digital y más resiliente. Dotado con un total de 750.000 millones de euros: es histórico. Este programa de recuperación supone la asignación a España, entre 2021 y 2026, de 140.000 millones de euros, alrededor 72.000 de ellos a fondo perdido, y se centra en restañar las heridas económicas y sociales provocadas por la pandemia mediante el impulso a largo plazo de objetivos relacionados con la transición ecológica, la transformación digital, la cohesión social y territorial y la igualdad de género.
Habemus plan

Como requisito previo para acceder a las ayudas previstas en el Next Generation EU los diferentes países miembros tuvieron que presentar en su día sus respectivos planes nacionales de desarrollo y gestión de las mismas. En el caso de España, esta función recayó en el denominado Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), conocido también como ‘España Puede’.

Este documento guía contó con la colaboración de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y el trabajo de consultoras de prestigio internacional, las llamadas ‘Big Four’: PwC, KPMG, Deloitte y E&Y, con el objetivo de impulsar a corto plazo la recuperación económica y de apoyar un futuro proceso transformador para apuntalar el potencial crecimiento y la productividad de la economía española.

En resumen, el PRTR cuenta con cuatro objetivos prioritarios, marcados inicialmente desde Bruselas, que están relacionados entre sí y que pretenden, a la postre, lograr una España más igualitaria, cohesionada, digital y verde. Para ello, se propuso aterrizar las inversiones previstas mediante la priorización de los fondos en diez políticas palanca:

I. Agenda urbana y rural y lucha contra la despoblación y desarrollo de la agricultura.
II. Infraestructuras y ecosistemas resilientes.
III. Transición energética justa e inclusiva.
IV. Administración para el siglo XXI.
V. Modernización y digitalización del
ecosistema empresarial.
VI. Pacto por la ciencia y la innovación y refuerzo del Sistema Nacional de Salud.
VII. Educación y conocimiento, formación
continua y desarrollo de capacidades.
VIII. Nueva economía de los cuidados y políticas de empleo.
IX. Impulso de la industria, la cultura y el deporte.
X. Modernización del sistema fiscal.

Este decálogo representa la hoja de ruta para acometer las necesarias reformas e impulsar la modernización del país en sectores clave de la economía como el turismo, la automoción, el agroalimentario, el comercio o la
sanidad, entre otros.

Colaboración notarial

El director de la entidad Red.es, adscrita al Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital a través de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Alberto Martínez Lacambra y el presidente del Consejo General del Notariado (CGN), José Ángel Martínez Sanchiz, firmaron en febrero un convenio para regular las condiciones de la colaboración en el programa “Kit Digital”, cuyo objetivo es promover la digitalización de pequeñas empresas, micropymes y autónomos, así como contribuir a modernizar el tejido productivo español.

Con la firma de este convenio, el Consejo General del Notariado colabora en agilizar los trámites de las solicitudes de ayudas del programa “Kit Digital”, proporcionando a Red.es información que le facilite el control de determinados requisitos que, tanto los beneficiarios que soliciten las subvenciones, como los agentes digitalizadores, han de cumplir. En concreto, sobre la representación de los beneficiarios de las subvenciones y, en su caso, agentes digitalizadores, y para la lucha contra el fraude y la protección de los intereses de la Hacienda Pública estatal y los intereses financieros de la Unión Europea.

Durante el encuentro, el director de Red.es, Alberto Martínez Lacambra, aseguró que “la agilidad de la tramitación y concesión de las ayudas es uno de los objetivos que persigue el programa, para ello se ha trabajado con gran empeño en simplificar la documentación, motivo este que nos lleva hoy a firmar este acuerdo como ejemplo de colaboración público-privada y transformación digital de las administraciones públicas”.

Por su parte, el presidente del Consejo General del Notariado, José Ángel Martinez Sanchiz, manifestó su “total colaboración en un tema de innegable interés para España, relacionado con los fondos europeos y, en concreto, con los de Next Generation, que permitirán ayudar a la digitalización de las pequeñas empresas de nuestro país con programas tan comprometidos como el del Kit Digital».

Según el director del Órgano Centralizado de Prevención (OCP) de blanqueo de capitales del Notariado, Pedro Galindo, “esta colaboración tiene como objetivo evitar el fraude de los intereses de la Unión Europea, para lo cual pondremos a disposición de Red.es la Base de Datos de Titularidad Real y la Base de Datos de Personas de Responsabilidad Política”.

Ojo al dato

Programa “Kit Digital” para la digitalización de pequeñas empresas, microempresas y profesionales autónomos. Orden ETD/1498/2021, de 29 de diciembre de 2021, Boletín Oficial del Estado (BOE).

Plan de Digitalización de PYMEs 2021-2025. Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital.

Programa ‘Kit Digital’, impulsado por el Gobierno de España dentro del marco del Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia y que se enmarca dentro del programa Acelera pyme, iniciativa del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital

Kit Digital. Guía rápida para Pymes.

La ciberdelincuencia acecha a los escolares, por Margarita Sáenz-Diez

Margarita

LA @

MARGARITA SÁENZ-DÍEZ, periodista

 

A estas alturas resulta que, agazapada en mi veterano PC, acaso exista una fábrica de dinero… ¿Quién me lo iba a decir?

La ciberdelincuencia acecha a los escolares

Confieso que cuando estaba preparando este artículo he pasado por varias fases. La primera, de incredulidad. Porque… ¿para qué va a querer un sofisticado pirata informático entrar en el ordenador de un niño de primaria? Después, la del asombro, al averiguar las elevadas cifras de incidentes informáticos motivados por los hackers que se han producido últimamente en los centros educativos y universitarios.

Después, he empezado a alarmarme al comprender, como forzada navegante por el ciberespacio, los riesgos y peligros que nos acechan a los que, como yo misma, somos confiadas y no creemos que lo mío tenga demasiado interés para nadie.

Por último, el conocimiento de los aspectos técnicos de los ataques, la somera descripción de lo que significa el ransomware, el IoT o el sigiloso cryptojacking, me han llevado a un estado cercano a la perplejidad.

El hecho de que, en la última primavera, solo en un mes, escuelas de educación infantil, de primaria y secundaria, colegios y universidades se hayan visto afectados en todo el mundo por ataques de ransomware da mucho que pensar. Ese aumento que señalan los expertos tiene que ver, sin duda, con la necesidad derivada de las medidas preventivas contra la pandemia, como estudiar online con preferencia a las clases presenciales.

En su máxima expresión, los ladrones de datos se apoderan del control de los sistemas informáticos y piden un rescate para liberarlo. Rescate que la policía desaconseja que se haga efectivo.

He ido descubriendo que los más jóvenes resultan atractivos para los ciberdelincuentes porque sus datos están limpios y se les puede robar la identidad sin que nadie se entere hasta bastantes años después. Y parece que en el mercado negro se llega a abonar por ellos hasta 350 dólares.

Especialistas en estas áreas comentan que, de forma genérica, puede decirse que ocurre en el mundo académico, igual que en el caso de ayuntamientos, agencias de seguros u hospitales, en bases de datos muy bien estructuradas y, muchas veces, poco defendidas.

El auge de lo online hace a las bases de datos más ubicuas y golosas por su tamaño. En muchas ocasiones no se trata de un objetivo personal concreto, sino de engordar bases y bases de datos para entrenar algoritmos. Pero sucede que cuánto más crítico es un servicio, su propietario es más proclive a pagar para recuperar el acceso a los datos.

Desde el punto de vista de un alumno avispado, hay determinadas informaciones muy críticas: las preguntas de un examen, las notas, los datos sensibles de un profesor. Porque, explican, “si se pueden ver, se pueden modificar”. Y no hay que olvidar un aspecto crucial en el caso de las universidades, quizás el que más, porque en esos centros docentes superiores se generan muchas patentes y mucho conocimiento. De este modo, los ataques se convierten en un tipo de espionaje industrial para vender el botín capturado.

En una entrevista al responsable de sistemas tecnológicos de la Universidad de Comillas decía que el incremento de la tele docencia ha supuesto a su vez el aumento del uso de dispositivos particulares y se ha hecho necesario para la institución elevar la seguridad a los servicios en la nube y a los dispositivos que no son propios, pero se conectan a la red. Problemas que hasta hace poco no estaban presentes y que están obligando a las instituciones académicas a intentar ponerse al día en aspectos hasta ahora impensables pero que cuando llegan, desbaratan la actividad.

A mediados de octubre, la Universidad Autónoma de Barcelona ignoraba, después de varios ataques sufridos de ransomware, si podrían tener restaurado el sistema para Navidad. ¿Se imaginan el trastorno? Es una situación que corre en paralelo en diferentes países. A finales de noviembre, la pontificia Universidad Javierana, en Colombia, se encontraba con los servidores bloqueados y avisando a alumnos y docentes de la situación. Tampoco sabían hasta cuando podría darse por acabado el incidente.

Pero también los expertos hablan de una luz de esperanza al final del camino. Platean como posibilidad la experiencia de otros países que están trabajando en la instauración de planes de rescate que facilitan fondos a las instituciones docentes para que puedan abordar formulas para dotar de ciberseguridad a sus instalaciones o incluso para abonar los rescates exigidos. El problema, es que aún falta tiempo para llegar a ese horizonte de apoyo económico mientras los delincuentes no descansan.

 Ángel Gómez de Ágreda autor de Mundo Orwell, manual de supervivencia para un mundo hiperconectado afirmaba en una entrevista: “Cuando ves lo que hacen algunos chavales en concursos de ciberataques, inquieta y mucho. Tengo muy claro que para conseguir armas atómicas hace falta mucho dinero, tiempo, medios y talento. Para el equivalente en el mundo digital solamente hace falta talento. Y ganas de utilizarlo para buscarle a alguien las cosquillas. Cualquiera puede construirse armas de distracción masiva, aunque no de destrucción masiva”.

La sensación de vulnerabilidad e indefensión que provocan esas situaciones añade un punto más de vértigo a la vida cotidiana ante impensables amenazas tan sorprendentes como el control remoto de tu ordenador para extraer toda tu vida allí almacenada. O que alguien lo utilice de manera silenciosa para acumular criptomonedas, que es lo que hacen quienes atacan mediante el temido cryptojacking.

 A estas alturas resulta que, agazapada en mi veterano PC, acaso exista una fábrica de dinero…  ¿Quién me lo iba a decir?