En la Unión Europea (UE) residen unos 447 millones de personas, un volumen de población sólo superado por China e India. Al funcionar como un mercado único con 27 países, representa el mayor bloque comercial del mundo, con casi 80 socios fuera de sus fronteras.
La UE ha respondido de forma coordinada a las recientes crisis, demostrando su fuerza común, pero también se ha visto sometida a grandes tensiones, al tener que realizar severos ajustes en las políticas económicas e industriales para seguir brindando prosperidad y estabilidad a la ciudadanía. Sin embargo, como ha admitido la propia Comisión Europea, la capacidad de reacción ante las crisis no construye una economía sólida que garantice prosperidad en el futuro, por lo que es ineludible plantear otras acciones.
Pensar en el largo plazo
Los dirigentes europeos insisten en que es preciso centrarse en la competitividad a largo plazo de la UE en un contexto político cada vez más complejo. Para alcanzar un crecimiento sostenible más allá de 2030, los Estados miembros deben garantizar mejoras estructurales e inversiones bien enfocadas. El orden internacional está cambiando y la UE debe cambiar con él para preservar su fortaleza.
Ya en marzo de 2022, representantes de los 27 países suscribieron la urgencia de abordar cuestiones como las vulnerabilidades en las cadenas de suministro que afloraron con la pandemia de la Covid-19, la invasión rusa de Ucrania y el aumento de las tensiones geopolíticas. Desde entonces se han adoptado varias iniciativas para potenciar la autonomía europea en ámbitos como los semiconductores, las materias primas críticas y las tecnologías de la transición verde.
DESDE MEDIADOS DE LOS NOVENTA, EL CRECIMIENTO DE LA PRODUCTIVIDAD EN LA UE27 HA SIDO MÁS DÉBIL QUE EL DE OTRAS ECONOMÍAS IMPORTANTES
En septiembre de 2023, la presidencia española del Consejo de la UE presentaba Resilient EU2030, una hoja de ruta para los próximos siete años con propuestas para impulsar la competitividad de la UE y consolidar su liderazgo de aquí a ese año. Todas ellas se debatieron en el Consejo Informal Europeo celebrado en Granada el 6 de octubre.
A pesar de sus puntos débiles, la Unión Europea es una de las tres principales regiones económicas del mundo. Su comercio de bienes y servicios representa el 16,2 % del comercio mundial y su participación en el PIB global es de casi el 15 %. Aun así, desde mediados de la década de los noventa, el crecimiento de la productividad en la UE27 ha sido más débil que en otras economías importantes, lo que ha llevado a una brecha cada vez mayor. El cambio demográfico añade más tensiones y la UE tampoco está a la par de otras partes del planeta en algunas tecnologías transversales.
En consecuencia, hay que apostar por un modelo de crecimiento basado en la competitividad sostenible, la seguridad, el comercio y la competencia leal. La UE se encuentra en un momento decisivo para tener éxito en la doble transición ecológica y digital, y seguir siendo un lugar atractivo para las empresas.
Treinta años de mercado único
El mercado único, piedra angular de la integración europea, tiene un papel determinante en este reto. Durante sus 30 años de existencia, el mercado único ha facilitado la actividad empresarial y ha aportado importantes beneficios económicos, al aumentar el PIB europeo en un 9 %. Además de generar riqueza, es la fuente de la integración normativa, financiera y de la cadena de suministro de la UE.
EL MERCADO ÚNICO, CON 27 PAÍSES, ES EL MAYOR BLOQUE COMERCIAL DEL MUNDO, PERO DEBE AVANZAR PARA IMPULSAR SU PRODUCTIVIDAD A LARGO PLAZO
La importancia del mercado único en la evolución de la UE es tan trascendental que las autoridades europeas han encargado al ex primer ministro italiano, Enrico Letta, un informe independiente que recoja recomendaciones sobre su futuro. Para su elaboración, está recabando opiniones de varias instituciones europeas y nacionales, así como de empresarios, sindicatos y asociaciones de la sociedad civil.
En el actual escenario internacional, el mercado único debe avanzar para incrementar la productividad de la UE a largo plazo. Para conseguirlo, la Comisión Europea recuerda que hay que hacer cumplir las normas vigentes, seguir reduciendo barreras y eliminar en los Estados miembros los obstáculos relacionados con la prestación transfronteriza de servicios.
Además, es preciso asentar la dimensión ecológica y digital del mercado único. Esto permitiría a la UE mantener su liderazgo en el ámbito de las tecnologías limpias y una ventaja competitiva en materia de descarbonización. Con este fin, la Comisión está estableciendo normas comunes para ayudar a las empresas a implantar la economía circular, integrar mejor las energías renovables en el sistema energético, y aprovechar al máximo las oportunidades de digitalización. Una industria altamente digitalizada será capaz de producir de una manera más eficiente, segura y limpia. De hecho, la productividad de las empresas que ya invierten en innovación y análisis de datos crece entre un 5 % y un 10 % más rápido que aquellas que no lo hacen.
Estrategia industrial
Otro pilar básico para una Europa consolidada es el sector industrial, que representa más del 20 % de la economía de la UE, proporciona unos 35 millones de puestos de trabajo y es responsable del 80 % de las exportaciones de bienes. Además, la industria europea ocupa el primer puesto en los mercados mundiales de productos y servicios de gran valor añadido, como los artículos farmacéuticos, la ingeniería mecánica y la moda. También es líder mundial en patentes de tecnología verde y en otros sectores de alta tecnología.
Gracias a su capacidad de innovación, la industria es crucial para las transiciones hacia la neutralidad climática y el liderazgo digital. Al mismo tiempo, contribuirá al desarrollo de nuevas tecnologías, productos y mercados; y a la vez configurará tipos de empleos que aún no existen y que requerirán nuevas capacidades.
Por ello, la UE quiere mejorar la competitividad de su industria y aumentar su resiliencia. En esta línea, el Consejo y el Parlamento Europeo han alcanzado un acuerdo provisional para potenciar el abastecimiento en materias primas fundamentales, ya que su suministro tiene un elevado riesgo de sufrir interrupciones debido a la concentración de las fuentes y a la falta de sustitutos adecuados. La transición ecológica exigirá aumentar la producción local de pilas y baterías, paneles solares, imanes permanentes y otras tecnologías limpias, por lo que se necesitará un acceso muy amplio a determinadas materias primas que ahora están en manos de mercados externos.
LA PRODUCTIVIDAD DE LAS EMPRESAS QUE INVIERTEN EN INNOVACIÓN Y ANÁLISIS DE DATOS CRECE ENTRE UN 5 % Y UN 10 % MÁS RÁPIDO QUE AQUELLAS QUE NO INVIERTEN
Los objetivos fijados para 2030 son que al menos el 10 % de su consumo anual sea de productos de su territorio; que un 40 % se procese en la UE y que un 25 % proceda de su reciclado interno.
De este modo, se espera preservar la capacidad de la UE ante el crecimiento exponencial que habrá en la demanda de metales comunes, materiales para baterías y tierras raras (17 elementos químicos que son indispensables para la fabricación de motores eléctricos, baterías, tubos de rayos X, cristales láser, almacenamiento de datos informáticos…), a medida que la UE vaya prescindiendo de los combustibles fósiles y pasando a sistemas de energía limpia que requieran más minerales.
Liderazgo en chips
También los chips mantendrán un protagonismo indiscutible en los procesos de producción europeos y se calcula que la demanda se duplicará de aquí a 2030. En 2022 el valor de la industria de los semiconductores ascendió a 640.000 millones de dólares. Estos pequeños dispositivos son imprescindibles para una gran variedad de productos de uso diario, en el ámbito aeroespacial, la seguridad, el transporte o la sanidad. Con el desarrollo de la inteligencia artificial, las redes 5G y el internet de las cosas, se espera que aumenten sustancialmente las oportunidades de mercado y la demanda de chips y semiconductores.
La UE depende demasiado de los chips fabricados en el extranjero, algo que se hizo evidente durante la pandemia, cuando la industria y otros sectores como la salud atravesaron complicados períodos de escasez. Para evitar los apuros vividos en otras épocas y dar cobertura a la creciente demanda, en julio de 2023 se aprobó el denominado Reglamento de Chips, con el que Europa pretende ponerse a la cabeza de la carrera mundial de los semiconductores.
GRACIAS A SU CAPACIDAD DE INNOVACIÓN,LA INDUSTRIA EUROPEA ES CRUCIAL PARA LAS TRANSICIONES HACIA LA NEUTRALIDAD CLIMÁTICA Y EL LIDERAZGO DIGITAL
El objetivo es crear las condiciones necesarias para desarrollar una base industrial europea en el ámbito de los chips, atraer inversiones, apoyar la investigación y preparar a Europa para hacer frente a posibles crisis del suministro en el futuro. El programa debe movilizar 43.000 millones de euros en inversión pública y privada con el fin de duplicar la cuota de mercado mundial, es decir, de pasar del 10 % a, como mínimo, el 20 % en 2030.
Con este tipo de medidas, la UE irá reduciendo sus ataduras externas en cuanto a materiales, tecnologías, alimentos, infraestructura y seguridad. Será también la oportunidad para desarrollar mercados, productos y servicios propios, pero se necesita un impulso conjunto de las empresas y los responsables políticos para poner a Europa en el camino correcto hacia el futuro.
Ampliación
La UE necesita además mantenerse unida y seguir incorporando nuevos miembros para que su soberanía se vea reafirmada. Como ha expresado Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, “la historia nos llama ahora a trabajar para completar nuestra Unión. En un mundo donde el tamaño y el peso importan, completar nuestra Unión redunda claramente en el interés estratégico y de seguridad de Europa. Las ampliaciones pasadas han demostrado los enormes beneficios tanto para los países candidatos como para la UE. Todos ganamos”.
Por su parte, en la jornada Reformar el mercado interior para una Europa más competitiva, celebrada en Foment del Treball (confederación de los empresarios catalanes) en noviembre de 2023, Enrico Letta alertaba de que Europa no tendrá éxito en la competición con “chinos, indios y americanos” si no está unida. Además, pedía que la integración europea se complete en los próximos cinco años, porque es urgente.
En diciembre, el Consejo Europeo, tras evaluar los avances realizados por varios países, anunciaba sus decisiones relacionadas con la ampliación. En primer lugar, a la luz de los resultados obtenidos por Ucrania y Moldavia, y de los esfuerzos de reforma en curso, se iniciarán las negociaciones de adhesión con ambos países. A Georgia se le ha concedido el estatuto de país candidato, entendiéndose que habrá de implantar una serie de cambios. Asimismo, se prevé abrir negociaciones de adhesión con Bosnia y Herzegovina, una vez alcanzado el grado necesario de cumplimiento.
SE ESPERA QUE EL ‘REGLAMENTO DE CHIPS’ DUPLIQUE LA CUOTA EUROPEA EN EL MERCADO MUNDIAL, PASANDO DEL 10 % AL 20 % EN 2030
Con Macedonia del Norte, la Unión Europea está dispuesta a completar la fase inicial de las negociaciones de adhesión tan pronto como haya cumplido su compromiso de finalizar los cambios constitucionales pendientes. También se ha reafirmado el compromiso con la perspectiva de adhesión de los Balcanes Occidentales.
En cuanto a Turquía, sigue siendo un socio clave para la Unión Europea y un país candidato, pero las negociaciones de adhesión permanecen estancadas desde 2018.
La adhesión es un proceso basado en el mérito, que depende de los progresos objetivos realizados por cada país. Formar parte de la UE mejora las condiciones económicas y sociales de la ciudadanía europea y reduce las disparidades entre países. Y sin duda la actual Unión quiere crecer. Todo apunta a que los Veintisiete serán más de 30 en un futuro próximo, o al menos esa es la intención.
Por otro lado, en junio de 2024 habrá elecciones al Parlamento Europeo y la ciudadanía decidirá quiénes les representarán en esta etapa tan crucial para el futuro de la UE.