Leer cuadros: Carlos Luis de Ribera

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LEER CUADROS

CONVENIO EL PRADO-FUNDACIÓN NOTARIADO

CLAVES DE LA OBRA

Autor: Federico de Madrazo
Fecha de creación: 1839
Material: Óleo sobre lienzo
Ubicación: Expuesto en la sala 62
Medidas: 92 x 73 cm.

A veces los hijos heredamos de nuestros padres no solo sus bienes materiales, sino también sus rivalidades y sus conflictos. Eso pasó en dos sagas de pintores destacados de nuestro país, fundadas por Juan Antonio de Ribera y a José de Madrazo, dos artistas neoclásicos que perpetuaron en sus hijos la rivalidad que habían mantenido desde su paso por el atelier de David, en París.
Carlos Luis de Ribera

CARLOS G. NAVARRO,

Conservador de pintura del siglo XIX

Sus primogénitos, Carlos Luis y Federico, respectivamente, llamados a ser dos de los principales pintores españoles de su tiempo, se vieron envueltos en ocasiones en escenarios embarazosos debido a las malas relaciones de sus padres. A pesar de ello, el Museo del Prado conserva una de las más bellas pruebas de que hasta las más crudas tensiones pueden reconvertirse.

Los herederos habían nacido en Roma en 1815, cuando sus padres servían fielmente a su protector, el rey Carlos IV, durante su exilio italiano.

La correspondencia que José de Madrazo dirigió a Federico durante sus años juveniles, trasluce nítidamente cómo intentó alimentar en su hijo la rivalidad con Carlos Luis. Entre los dos muchachos, sin embargo, debido a la compartida excepcionalidad de su posición vital, surgió una inesperada y leal camaradería, que les alentó a lo largo de su vida.

A finales de la década de los años treinta del siglo XIX coincidieron ambos en París, perfeccionando la educación que habían recibido en la Academia de San Fernando. Aquí, en abril de 1838, con la idea de reivindicarse y diferenciarse frente a otros pintores de peor calidad, realizaron un irrepetible duelo de pintura.

Decidieron cruzarse dos retratos, de modo que cada uno pintaría al otro exhibiendo el depurado purismo en el que militaban. Ambos pusieron sus mayores empeños para demostrar sus capacidades personales, pues los resultados se enviarían a la propia Academia de Madrid, para que se juzgara allí, en la exposición regular de ese año, quién había resultado ganador.
A primeros de mayo de 1839 los retratos estaban listos y después de que los vieran amigos y familiares en París, salieron rumbo a Madrid, donde capitalizaron buena parte del interés de la exposición de ese año. Federico resultó el más reconocido para José y Carlos Luis –cuyo lienzo pertenece hoy a The Hispanic Society of America de Nueva York- el triunfador para Juan Antonio.


Federico reflejó con precisión la verdadera personalidad de su modelo


Aunque Federico soñaba con ser un gran pintor de Historia, su retrato de Carlos Luis anticipa el género en el que habría de destacar a lo largo de toda su carrera.
Con esquemas compositivos derivados de David, Ingres y Delaroche, Federico describe una pose que, por su relación con la escultura romana, concede al retratado un aire de nobleza que se mezcla con una cierta lasitud romántica, expresada también tanto en la posición de la capa como por la propia melena de Carlos Luis.

Pero esa captación de una moderna elegancia, en la que están presentes Velázquez y Goya como referentes históricos, no es lo más destacable del retrato. Federico reflejó con precisión la verdadera personalidad de su modelo, tímido, melancólico y muy afectada de lo que el propio Ribera denominaba como “esplín” en la correspondencia con su retratista.

La capacidad de profunda penetración psicológica que alcanzó Madrazo en esta obra la convierte en una de las imprescindibles de toda su producción.

Entrevista a Juan Bordes, escultor

ESFERA CULTURAL

Juan Bordes,

escultor

Hijo predilecto de Las Palmas, donde nació, el multifacético Juan Bordes ha transitado todos los vericuetos del arte, teniendo como faro la escultura, resumen de todas sus vocaciones infantiles. En ella se adentró con ocho años como aprendiz de brujo en la escuela de Abraham Cárdenes. Hoy, su obra se contempla en museos y espacios públicos dentro y fuera de nuestro país. Amante de Brahms y de Poulenc, Académico de la Real de San Fernando desde 2006, en la actualidad dirige la Calcografía Nacional y ha sido miembro del jurado del concurso de escultura Grandes Valores, convocado por la Fundación Notariado.

JUAN ANTONIO LLORENTE,

Dónde encontrarle

Si al creador se le encuentra en su obra, para descubrir a Juan Bordes habría que hacer un largo recorrido. Desde Arucas a Chicago, dedicando un especial énfasis a sus numerosas colaboraciones con Óscar Tusquets. La mejor guía, su página personal.

“Soy escultor las 24 horas del día”

-Escultor, arquitecto, investigador y docente. Parece el currúculo de un artista del Renacimiento. ¿Más cerca de Rafael, Leonardo, Miguel Ángel…?

Con Rafael, curiosamente, no tengo una gran “amistad”. Su perfección me entusiasma muy contadas veces. Leonardo me resulta mucho más atractivo.

-Al buscar en Internet Miguel Ángel pone en primer lugar Arquitecto. ¿Qué dice su tarjeta de visita?

No tengo tarjeta, pero siempre pongo Soy escultor. Lo soy, por encima de todo. Cuando alguien me pregunta si soy arquitecto, contesto: No. Soy Doctor Arquitecto. Porque el doctorado me costó exactamente igual que la carrera. Cuando la terminé, ejercí como tal unos años muy intensos, desesperado por que llegara el fin de semana. Lo tuve que dejar para dedicarme plenamente a la escultura, En mi tesis doctoral La escultura como elemento de composición del edificio, reuní las dos vocaciones. Si tengo que presentarme diría que soy escultor las 24 horas del día. Digo 24 horas, porque con mucha frecuencia tengo sueños profundísimos con la escultura. Pesadillas, incluso. Veo esculturas clarísimas que querría hacer y no tienen nada que ver con lo que hago. Por otra parte, considero fundamental el alimento que me dan la docencia y la investigación como forma de creatividad, que se acompaña con la de coleccionista: me apasiono buscando lo que enriquece la investigación en la que esté inmerso. En todas esas circunstancias soy escultor también. Lo he sido desde muy pequeño, y sigo siéndolo. Recordando mis aficiones infantiles tengo claro de que en el fondo todas ellas me interesaban en tanto que alimento para mi vocación de escultor.

-Los bailarines se quejan de que su disciplina sea la hermana pobre de las artes escénicas. ¿Diría lo mismo de la escultura en las artes plásticas?

En cuanto a consideración, puede ser. Ahí está la célebre frase de Barnett Newmann La escultura es aquello con lo que tropiezas cuando retrocedes para mirar un cuadro. Para mí es otra cosa. Hace unos días, dando una clase en Pamplona, hablaba del Paragone, esa encuesta de Varchi a distintos creadores del Renacimiento, preguntando cuál de las artes es la superior. Benvenuto Cellini, que era muy fantasma, contesta que, por supuesto, la escultura, al reunir ocho dibujos -las ocho vistas del paralelepípedo: las perpendiculares de sus caras y sus diagonales-, para acabar diciendo que es la piedra más económica para configurar un espacio. La cantidad de energía que sale de una buena pieza escultórica es incomparable al esfuerzo que tiene que hacer, por ejemplo, la arquitectura, para dominar el mismo espacio, física y conceptualmente. Algunas ciudades las resume mejor una escultura que un edificio. Es el caso del Manneken pis en Bruselas o la Cibeles respecto a Madrid. Seguiría con el David de Miguel Ángel en Florencia, la sirenita en Copenhague… La potencia que puede a veces tener una escultura es capaz, efectivamente, de convertirla en superior a las demás artes.


Considero fundamental el alimento que me dan la docencia y la investigación como formas de creatividad


-¿En cuanto a reconocimiento?

En ese aspecto, efectivamente es otra cosa. Ni siquiera la han apreciado en su medida grandes críticos. Se van más hacia la pintura. Por eso hay mejores interpretaciones respecto a la pintura que a la escultura, tan difícil de entender por las dificultades que presenta. Demanda cierta dramaturgia. Necesita un “teatro” de exhibición, que a veces no tiene ni en los museos. Ver una escultura es muy difícil. Hay muchísimos textos sobre cómo ver la pintura, o cómo aprender a leerla. Sobre cómo leer la escultura conozco uno o dos.

-¿Es más fácil dar gato por liebre en pintura o en escultura?

Si hablamos en niveles de excelencia, porque a mí ya no me interesan las tintas medias, lo bueno es bueno en todos los casos. Quizá es más fácil dar gato por liebre en la abstracción que en la figuración, donde se detecta mucho más la ineficacia, la pobreza, la falta de energía. De ahí que veamos una abstracción a veces débil. Pero insisto: la excelencia, lo que conmueve, es siempre equiparable a lo largo de la Historia, sólo en los artistas que son buenos. Lo demás es puro “paisaje” para amenizar el rato: puede estar muy bien para el día a día, pero no para la posteridad.


La fascinación me parece la única meta para justificar tu trabajo. Si no, sólo hacemos, cachivaches, trastos


-Entre el colectivo de escultores actuales en España: desde el desaparecido Juan Muñoz a Cristina iglesias, Antonio López, Jaume Plensa… ¿Se puede hablar de generación?

A todos ellos los he conocido desde sus principios. Con Juan y Cristina coincidíamos en la fundición cuando estaban empezando, y yo absolutamente embarcado en mi obra. Con Jaume tuve amistad desde el principio. Pero cada uno es un universo.

-¿Sin unidad estilística ni ideológica?

Creo que no, aunque tenemos muchos puntos en común. Con Cristina hablo bastante, ahora que estoy centrado en un libro sobre la imagen vegetal en el arte, aspecto en el que trabajé en los años 80, antes de conocerla y de que ella centrase su actividad en la escultura. Y coincidimos en muchas cosas. Con Jaume, al estar trabajando sobre el cuerpo, volvemos a coincidir en algo. En otros momentos, los encuentros no han sido tan evidentes… Vamos y venimos, porque en la actualidad sientes más las influencias del ambiente que las de tus compañeros de profesión. Mis amigos los encuentro muchas veces en la Historia. Y las admiraciones las recojo más en la Historia que en la actualidad.

-¿En su trayecto: ha hecho parada en la pintura?

Durante una época, sí. Cuando me centré en el tema vegetal, obsesionado por los bodegones que estaban en los depósitos del Prado, porque no se exponían. Escarbando, fotografiando, la obra de Meléndez, entre otros, pinté una serie de bodegones muy extensa. Después hice otra también amplia con el tema de la naturaleza, cuando me invitaron a una Bienal de Venecia mediada la década de los 80. Entonces trabajé pintura y escultura a la vez. Recientemente hice una recolección de aquella obra tan antigua, y quisiera exponerla. Ahora toco el dibujo, pero no como reflexión para la escultura sino como actividad aparte. En cuadernos. Pero hace mucho tiempo que no pinto.

-Dice Rubén Darío Cuando una musa te de un hijo, queden las otras ocho encinta.¿Alguna se le resiste?

La música (risa). Es mi envidia perpetua, porque mi desconocimiento es total. Pero es la que de verdad me hubiera gustado, porque podría darme la tranquilidad que no tengo con las otras. Me dicen ¡qué bien lo debes de pasar! Y yo lo paso fatal. Hay días en los que salgo del taller totalmente derrotado, defraudado. Quizás lo único positivo que saco de todo esto es aprender a vivir con la frustración, que es el único motor del artista. Mañana será otro día…. ¡Y a otra cosa!


Hoy en día las obras de arte son fuegos artificiales que se consumen y desaparecen en poquísimo tiempo, y me parece un error


-¿Dónde encuentra la armonía en una escultura?

Es una de las ideas que me guían en este momento: encontrar la fascinación, que puede estar en la fealdad, la belleza, lo terrible…. La fascinación me parece la única meta para justificar tu trabajo. Si no, sólo hacemos cachivaches, trastos. Yo cada vez quiero realizar uno de esos trastos trascendentes que llegue a fascinar. Que aguante la mirada durante mucho tiempo. Hoy en día, las obras de arte son fuegos artificiales que se consumen y desaparecen en poquísimo tiempo, y me parece un error. Entiendo que hay obras de arte hechas para ser consumidas y artistas que no pretenden la trascendencia, pero a mí me obsesiona el término fascinar.

Entrevista a José Carlos Plaza, director teatral

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José
Carlos
Plaza

director teatral

“Soy un hombre del teatro, no de la lírica”

Después de estudiar Derecho y Psicología, tras su paso por la escuela de William Layton, el madrileño José Carlos Plaza apostó por las tablas. Reconocido entre otros con el Premio Nacional de Teatro, su nombre se inscribe hoy como exponente de la estirpe de creadores que nos adentraron con mirada fresca en el arte renovado de Talía, instalado en primera línea de las tendencias internacionales. JUAN ANTONIO LLORENTE

Dónde encontrarle

En espera de cumplir un sueño a finales de verano, cuando rescate una querida obra de Buero Vallejo, su último trabajo  se podrá admirar durante todo un mes en el Teatro Español de Madrid, el mismo en el que, en 1984, se enfrentó con este título lorquiano.

Acaba de reabrir con OléOlá el Teatro Eslava de su ciudad natal, a la que regresa en mayo con La casa de Bernarda Alba. ¿A qué le suena lo de que el teatro se está muriendo?

En líneas generales diría que esa historia es un mito. El teatro, como todo en la vida, tiene altibajos, oleadas… pero ahora mismo vive un momento estupendo. Hay muchas salas y siempre están llenas. Para el reciente Antonio y Cleopatra del Teatro de la Comedia, no quedó ni una entrada. Ni en La Casa de Bernarda Alba, allí por donde va. Se produce un milagro, porque la gente está deseando conectar, mirando al actor que está allí directamente a la cara. En el caso del Eslava, la reapertura la ha protagonizado Cristina Hoyos con un homenaje al flamenco. Yo he estado a su lado para ayudarle, como tantas veces, en la dirección y la dramaturgia.

Como en una recordada Yerma…

Una Yerma, un Romancero gitano, un Café de Chinitas…he hecho muchas cosas con Cristina.

Las que ha citado tienen trasfondo lorquiano. ¿Es Lorca su fetiche personal?

Tengo tres fetiches… cuatro, mejor. Trabajar con Lorca es trabajar en mi alma y en mi sangre. Pero ante todo me inclino por Valle Inclán, un revolucionario del teatro que va un paso por delante rompiendo todos los moldes. Nadie ha podido alcanzar los niveles a los que llegó. Luego estaría Chejov, que es mi autor sagrado y, finalmente, Shakespeare.

En sus comienzos apostó también por los nuevos dramaturgos.

Siempre he defendido a los autores jóvenes. Ahí están en los últimos años El padre, de Sam Shepard; La noche de las tríbadas, de Per Olov Enquist: o El auto de los inocentes, de Víllora. He hecho 126 obras, y en ese conjunto, hay de todo.

Cuando dirige a un autor vivo, su presencia, ¿le facilita la labor o le resta libertad?

Yo les intento explicar que una cosa es la voz del autor y otra la del director, que nunca se pueden contraponer. Previamente, hablo con ellos muchísimo, pero durante los ensayos no les permito que lo hagan. Les explico: podéis estar o no estar, pero lo que no podemos es pelearnos delante de los actores. Lo que queráis hay que discutirlo antes. En ese punto tuve una experiencia con don Fernando Fernán Gómez.

¿Quiso imponerse cuando le dirigió Las bicicletas son para el verano?

Por distintas circunstancias, en mí parece que no confiaba. Vino a los ensayos, y cuando en uno de ellos intervino, paré y le dije: “encantado con que usted la dirija. Yo me voy. Si es usted el director, vendré como ayudante. Dos colaboradores, juntos, muy bien, pero dos voces hablando en el escenario a los actores, imposible”. El, que tenía una gran humildad, lo entendió.

 


EL TEATRO, COMO TODO EN LA VIDA, TIENE ALTIBAJOS, OLEADAS… PERO AHORA MISMO VIVE UN MOMENTO ESTUPENDO

 

Y el percance concluyó en comedia: con los dos como amigos.

En el libro, que tengo por ahí, pone “A José Carlos Plaza, que levantó este cementerio”. Al final fue una historia preciosa. Tanto es así que en las declaraciones previas a su siguiente obra comentó a los medios. “Que todo el mundo sepa que esta es mucho peor, porque la dirijo yo, no José Carlos”.

 

¿Alguna obra que espere, que se le haya resistido?

La Vida es sueño, de Calderón de la Barca, que se me va a escapar.

 

Tiene tiempo por delante.

No (risas). El año que viene cumplo los ochenta … pero no pasa nada.

 

Con Bernarda estará en el Teatro Español, donde la dirigió en 1984. Los artistas plásticos hablan de pentimenti. ¿Retoca o parte de cero?

Algo queda siempre. Construyes sobre construido, porque no te puedes olvidar. Aunque cambie la forma, estás dando una capa nueva sobre algo preexistente.

 

Aquella Casa contaba con un reparto de actrices consagradas. ¿Las de ahora vienen dispuestas a ser consagradas por usted?

Por mí no, desde luego: por su talento. Consuelo Trujillo, Ana Fernández, Rosario Pardo… son actrices de una talla inmensa y una gran profundidad. Aunque no sean de ese colectivo que se denomina de estrellato, son primerísimas figuras. Y la gente joven que está con ellas tienen un gran talento. Todas ellas van hacia un gran arraigo en su profesión no por mí: gracias a su competencia, porque son muy trabajadoras.

 


ENTRE LAS CONMEMORACIONES DEL 275 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE GOYA, LA FAMILIA DE BUERO VALLEJO ME HA PERMITIDO INTERVENIR EN ‘EL SUEÑO DE LA RAZÓN’

 

¿Tanta entrega demanda el hecho teatral?

Mucha. Y mucha formación. Una disciplina diaria que en este país no la hay, como si existe en otros. Es algo un tanto endémico, que no me gusta, contra lo que lucho constantemente. Pero al final te das cuenta que no hay entrenamiento. El actor está seis meses sin trabajar y no hace nada. No entrena. Vive un poco de las rentas.

 

Para combatirlo están las clases que usted imparte.

Sin parar. Más que clases son talleres de entrenamiento. Intento trabajar con los actores para ver qué problemas hay en las escenas, y que se pregunten todo el tiempo hacia dónde van y cuál es la relación con la sociedad. Me planteo esos entrenamientos como una obligación personal que me metió mi maestro Layton en la cabeza y no me he podido quitar.

 

Un lustro entero estuvo al frente del Centro Dramático Nacional. ¿Repetiría aquella experiencia gestorial?

No. Está bien probarlo una vez, pero aquello me quitó muchísimo tiempo. Fue una experiencia muy dura. Seis años de no dormir.

 

Si hace años la pregunta era cómo un pura sangre del teatro había llegado a la lírica, ahora es por qué la ha abandonado, después de haberle traído tantas satisfacciones en España y fuera de nuestro país.

Mi vida no está matemáticamente planificada. Se adecúa a los momentos, y el de la lírica ahora es complicado, porque se mueve en torno a grandes producciones europeas, muy cosmopolitas, mediante la conjunción de teatros, lo que obliga a estar metido en un macrocosmos de agencias y representantes en el que yo no me muevo. Lo último que hice fue el Juan José de Sorozábal en el Teatro de la Zarzuela, donde tanto he trabajado, y cuando me llaman voy.

 

Alguna de sus biografías cita también su titularidad en ese teatro.

Es un lío. Me nombraron, cambió el gobierno y me cesaron. No estuve ni veinticuatro horas. Al llegar el PSOE al poder, Carmen Calvo me ofreció dirigirlo, para demostrar que me habían echado y le dije que ya no. Porque yo soy un hombre del teatro, no soy un hombre de la lírica.

 


LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA LÍRICA ES COMPLICADA, PORQUE SE MUEVE EN TORNO A GRANDES PRODUCCIONES EUROPEAS

 

Aun sin serlo, como dice, sus producciones de Lulú o Wozzeck dejaron huella.

Pero hablamos de otra cosa. Yo lo que he hecho es teatro en la lírica y Wozzeck y Lulú son teatro. Como lo son El gato montés o La verbena de la Paloma, que es una de nuestras grandes joyas. Musical y también dramatúrgicamente. Para un master en Nueva York, me pidieron que presentase un proyecto teatral, y centré mis clases en la dramaturgia de La verbena de la Paloma.

 

Con qué le tentarían para regresar a la lírica.

No lo había pensado, pero al escuchar la pregunta me ha venido una cosa que tenía dentro: repetir un título: Macbeth.

 

El primero que dirigió…

Eso es. ¡Y ya hace falta valentía! Pero entonces era un inconsciente. Y de pronto he pensado qué podría hacer ahora con esa ópera de Verdi.

 

¿Alguna sorpresa en la recámara?

Tengo un proyecto, que no lo podría decir por esas tonterías tradicionales, pero me da igual. Entre las conmemoraciones del 275 aniversario del nacimiento de Goya, la familia de Buero Vallejo me ha permitido por fin intervenir en su obra El Sueño de la Razón. Sin cambiar nada. Sólo quitando y quitando, porque el teatro de Buero es estupendo, pero no se representa por ser muy antiguo, demasiado descriptivo. Y por fin, en septiembre, en el Teatro Español y en Zaragoza, lo voy a poder hacer.

Leer un cuadro: Ruinas del Templo de la Concordia de Roma

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CONVENIO EL PRADO-FUNDACIÓN NOTARIADO

El autor de esta estampa de las Ruinas del Templo de la Concordia de Roma es Evaristo Pérez de Castro (1769- 1849), famoso no tanto por su actividad artística –pues fue solamente un aficionado– como por su carrera diplomática y política, ya que llegó a ser Presidente del Consejo de Ministros entre 1838 y 1840.

CLAVES DE LA OBRA

Nº catálogo: G6194
Autor: Evaristo Pérez de Castro (1769-1849)
Título: Ruinas del Templo de la Concordia de Roma
Materia: Aguafuerte
Datación: h. 1800
Medidas: 216 x 258 mm.
Ubicación: Gabinete de dibujos y estampas

Ruinas del Templo de la Concordia de Roma

JOSÉ MANUEL MATILLA,

conservador de dibujos y estampas

Más recientemente se ha destacado también su faceta de coleccionista al ser identificado como el propietario del célebre Ecce Homo de Caravaggio, aparecido en 2021 en el mercado artístico madrileño, y que había conseguido a través de un intercambio con la Academia de San Fernando de la que era miembro desde 1800.

Como aficionado a las Artes, con un lapicero en la mano y dibujos en la mesa, fue retratado en esas mismas fechas por Goya, de quien además poseyó una primera edición de los Caprichos (1799). Este interés por el grabado se puso también de manifiesto en la práctica del aguafuerte, de la que dejó constancia en esta estampa, quizá realizada en Madrid hacia 1800, recién llegado de la embajada de Viena y antes de partir para Lisboa.

 

Aprendizaje artístico

No se conocen otros grabados suyos, y de este solamente tenemos constancia de dos ejemplares, este del legado de Juan José Luna al Museo del Prado (2021) y otro que se conserva en la Biblioteca Nacional. También está documentado que en 1845 presentó varias obras a la exposición que realizaba la Academia, entre las que se encontraba un dibujo a pluma que copiaba una estampa y que llamó la atención por el pulso y buena vista que demostraba a avanzada edad.

 


MÁS RECIENTEMENTE SE HA DESTACADO TAMBIÉN SU FACETA DE COLECCIONISTA AL SER IDENTIFICADO COMO EL PROPIETARIO DEL CÉLEBRE «ECCE HOMO» DE CARAVAGGIO

 

El aguafuerte es una técnica de grabado que, a diferencia del grabado a buril enseñado en la Academia, no requería demasiado aprendizaje; de hecho es el medio habitualmente utilizado por los pintores para sus grabados de invención, entre los que se puede citar a Rembrandt o a Goya. Para hacer un aguafuerte bastaba con saber dibujar y adquirir fácilmente a través de otro grabador unos pocos conocimientos técnicos. También se podían seguir de forma autodidacta las indicaciones de los tratados de Abraham Bosse o Manuel de Rueda.

En el aprendizaje artístico la copia es una de las estrategias básicas. Así ocurre también en el grabado, y esta estampa de Pérez de Castro es un buen ejemplo.

El modelo es una imagen contenida en un libro de amplia difusión en la Europa de la segunda mitad del siglo XVIII: Les plus beaux monuments de Rome ancienne ou Recuel des plus beaux morceaux de l’Antiquité romaine qui existent encore (Roma, 1761). Formado por 128 estampas, reproducía los monumentos más importantes de Roma a través de grabados al aguafuerte basados en dibujos del francés Jean Barbault (1718-62), que trabajó junto a Piranesi en los inicios de su carrera, y posteriormente se ganó bien la vida con este tipo de ediciones. Aunque este libro no consta en el inventario de la biblioteca de Pérez de Castro, es seguro que copió con exactitud la estampa del Templo de la Concordia, con buen pulso y técnica, aligerando solamente algunos detalles. El resultado es excelente y una buena demostración de las capacidades de este ilustre aficionado a las Bellas Artes.

En recuerdo de Camilo José Cela

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EN RECUERDO DE CAMILO JOSÉ CELA

La Fundación Camilo José Cela cumple 30 años.

El vigésimo aniversario del adiós del último Premio Nobel español impulsa distintas exposiciones y homenajes que reivindican la vigencia de su obra y su figura. 

JULIÁN DÍEZ

Registro oficial de periodistas.

En comparación con la forma en que Camilo José Cela dominaba como gran pope el panorama literario español en los años ochenta y noventa, cuando no sólo era un autor respetado sino también una figura popular que protagonizaba anuncios o protagonizaba momentos televisivos de máxima audiencia, podría considerarse que su nombre ha per-dido algo de relevancia. Sin embargo, el legado de Cela está más que vigente, sus obras más destacadas se mantienen en catálogo, y los veinte años que se cumplen de su fallecimiento en este 2022 van a servir para distintos homenajes y reivindicaciones.

Por toda España

La batería de recuerdos al autor va a repartirse prácticamente por toda España, como corresponde de forma lógica a la trayectoria de este gallego y madrileño, notorio viajero, firmante de 120 libros de distinta naturaleza y animador del panorama cultural. La Xunta de Galicia es quien encabeza las actividades en torno a su figura, ya que, aunque se trasladó a Madrid a los pocos años de nacer en Iria Flavia en 1916, es conocido que sus últimas palabras fueron para dar un viva a su localidad natal, donde hoy se aloja la Fun-dación que lleva su nombre y de la que fue nombrado marqués.

El 17 de enero, cuando se cumplieron exactamente los 20 años de su muerte, el conse-jero de Cultura de la Xunta, Román Rodríguez, hizo una ofrenda floral en su tumba, a pocos metros de la casa natal del autor, y anunció diferentes conferencias y actos en la comunidad. Por ejemplo, la exposición «Cela poliédrico», que recorrerá las siete princi-pales ciudades gallegas (La Coruña, Lugo, Orense, Pontevedra, Vigo, Ferrol y Santiago) con objetos y curiosidades acerca de su trayectoria. El Museo Camilo José Cela expon-drá una muestra extraordinaria sobre la publicación de La familia de Pascual Duarte, su primera novela (1942), que también está de cumpleaños redondo con los 80 años des-de su publicación.

Además, el 11 de mayo, día del nacimiento del autor, se hará una lectura pública de una de sus obras, La rosa, primer tomo de sus memorias correspondiente a su infancia ga-llega, que también será objeto de uno de los teatros sonoros de Radio Nacional de Es-paña.

La Xunta colabora también con otras de las actividades a lo largo del país. La Universitat de Barcelona acogerá en mayo el seminario «Camilo José Cela. Palabras e Imagen», de corte más académico. La Biblioteca Nacional recibirá en otoño la exposición sobre La familia de Pascual Duarte, del que también una primera edición viajará a Villarreal (Castellón) dentro de una muestra global sobre las ediciones más destacadas de la obra de Cela.

En La Rioja se abordará otra de las facetas del autor con un evento organizado por la Delegación del Gobierno en la comunidad que mostrará su periodo como senador por designación real, del que hay muchos más recuerdos y anécdotas.


EL MUSEO CAMILO JOSÉ CELA ALBERGA 25 SALAS CON TODO TIPO DE RECUERDOS, TAMBIÉN PERSONALES DE SU RELACIÓN CON PICASSO, HEMINGWAY O CHAPLIN

Proyecto digital

Cela dirigió la revista Papeles de Son Armadans, herramienta decisiva en la reintegra-ción de algunos autores exiliados en al franquismo tardío. En recuerdo de esa revista, la Fundación Camilo José Cela comenzará la publicación de una iniciativa digital, Cua-dernos de Iria Flavia, en la que no sólo se recogerán algunos textos de y sobre el autor de La Colmena, sino también obras de escritores que quieran en alguna medida seguir su estela, en el mismo espíritu que la publicación mallorquina. Es sólo una muestra más del dinamismo de la Fundación, que además de acoger el legado literario y artístico del autor, se preocupa por mantener su espíritu.

La colección que se puede visitar en las llamadas Casas de los Canónigos de Iria Flavia es realmente formidable, incluyendo la biblioteca personal del autor, obras de artistas con los que mantuvo amistad como Picasso o Miró, las botellas vacías que compartió con figuras como Hemingway o Chaplin, el enorme epistolario de Cela o los manuscritos originales de buena parte de su obra.


LOS 80 AÑOS DE LA PUBLICACIÓN DE «LA FAMILIA DE PASCUAL DUARTE» SERÁN OBJETO DE OTROS RECUERDOS Y CELEBRACIONES

Son veinticinco salas, en total, aunque el influjo de la Fundación se extiende más allá de esas dependencias con un Museo del Ferrocarril, puesto que el abuelo del escritor, John Trulock, fue pionero de la implantación de ese transporte en Galicia. Precisamente otra de las actividades anunciadas en este aniversario es la rehabilitación de la primera lo-comotora usada en suelo gallego, una vieja máquina inglesa rebautizada como Sarita que Trulock que se trajo para cubrir la pionera línea entre Cornes y Carril.

Otra curiosidad para los visitantes que acudan a Iria Flavia, a veinte kilómetros de San-tiago, es la posibilidad de hacer alguna de las rutas que se propone por los paisajes que conoció Cela en la niñez o los que reflejó en uno de sus libros de viajes más conocidos, Del Miño al Bidasoa. Notas de un vagabundaje (1952). Por cierto, que la relevancia de Cela en el campo de la literatura de viajes resulta especialmente digna de recuerdo en la actualidad, puesto que fue una especialidad a la que dedicó una parte sustancial de su obra (publicó catorce novelas y trece volúmenes viajeros, por ejemplo). En su mo-mento, Viaje a la Alcarria (1948) contribuyó a la fama de Cela no menos que las dos principales novelas de su primera etapa como escritor, la citada Pascual Duarte y La colmena (1951).

La relevancia de su obra

Cela sumó en su trayectoria los mayores honores imaginables, no sólo el ingreso en la Real Academia con apenas cuarenta años y el Nobel de 1989, sino también el Príncipe de Asturias en 1987 y el Premio Cervantes, que fue su espina clavada hasta 1995. Cu-riosamente, al margen de esos títulos más conocidos, el resto de su producción está menos presente en los catálogos editoriales hoy, y se diría que existe un aprecio menor en ciertos sectores que el que conservan otros de sus grandes contemporáneos. Tal vez porque lo tremendo de su figura pública ha terminado por eclipsar parcialmente la rele-vancia de su obra. Cabe esperar que los recuerdos de este aniversario sirvan para aqui-latar el recuerdo de uno de los gigantes de las letras españolas en el siglo XX.

Ulises y otros centenarios
relevantes

2022 también celebrará otras conmemoraciones literarias importantes, sin duda enca-bezadas por el centenario de la publicación del Ulises de James Joyce. Con este motivo, aparece por ejemplo en Galaxia Gutenberg una nueva traducción de José Salas Subira-tas, acompañada de más de 300 ilustraciones de Eduardo Arroyo, mientras que la edito-rial Lumen recupera la versión de José María Valverde que en su momento le valió el Premio Nacional de Traducción. En comparación, tal vez pase inadvertido el centenario de un poema que tuvo en las letras inglesas un peso comparable al del libro de Joyce, La tierra baldía, de T.S. Eliot. También se cumplen los cien años de Trilce, el poemario de César Vallejo que dio arranque al vanguardismo en la lírica en lengua española, que luego desarrollaron desde García Lorca hasta Gómez de la Serna.

Otras fuentes

Toda la información sobre las actividades y
posibilidades de visitar la Fundación y el
Museo Camilo José Cela.

Nuestro redactor, José Martínez Carrascosa, ha publicado su primer libro: Víctima del crimen perfecto (editorial Distrito 93), una original novela negra sobre un vigilante prejubilado de Castelldefels que quiere convertirse en asesino múltiple.

Entrevista a Rubén Fernández Aguirre, pianista

ESFERA CULTURAL

RUBÉN
FERNÁNDEZ
AGUIRRE,

PIANISTA

«Una de las
responsabilidades fundamentales
en mi carrera artística
es la defensa del patrimonio
musical español»

Nacido en Baracaldo, descubrió su pasión acompañando desde el piano a sus padres, cantantes aficionados, y apoyando la tradición coral arraigada en el País Vasco. Hoy es el “pianista de cantantes” español más solicitado por voces de primera fila, nacionales e internacionales.

JUAN ANTONIO LLORENTE

Dónde encontrarle

Si bien su nombre es familiar en los principales teatros de España, como el de la Zarzuela, donde en abril regresa junto al tenor David Alegret con el programa Catalanes por el mundo, de su agenda destaca la vuelta con Lisette Oropesa, una de las mejores sopranos del mundo, para dos recitales: el 5 de enero en el Palau de Les Arts de Valencia y el 9 de enero en la reputada Ópera Estatal de Viena.

– Ha declarado que nunca le apeteció ser pianista en solitario ni solista con orquestas. ¿Le ha interesado al menos la música de cámara?

Muchísimo. Mi especial vinculación con el lied viene a través de mi experiencia con la música de cámara, que me enseñó a disfrutar más compartiendo música y escenario con otros artistas. Acompañar clases magistrales de José Luis Estellés o Enric Lluna me ayudó mucho. Con un clarinetista creamos el Duo Montsalvatge, nombre que nos dio el propio compositor después de conocernos en un concurso de Juventudes Musicales.

-Una actividad poco arraigada en España, aparte de nombres como Félix Lavilla, con quien usted estudió, Miguel Zanetti o, más tarde, Edelmiro Arnaltes. ¿Falta de afición, tradición, voces?

En cierta medida tiene que ver con la educación que se transmite en los Conservatorios sobre el músico de cámara, el de orquesta o el que trabaja con cantantes, figuras fundamentales en la música a las que, hasta no hace mucho, se les ha considerado inferiores. En este país siempre se incita al músico a ser solista por encima de todo. Si te presentas como pedagogo o músico de orquesta porque la vida te lleva por ahí, pareces estar haciendo algo menor. Lavilla y Zanetti, referentes fundamentales en este país, se dan a conocer por su vinculación con las grandes voces, que sí había en España. Lavilla, por su relación con Berganza; Zanetti con Caballé, de los Ángeles, o Lorengar, y Edelmiro por Kraus. Si esa época no ha tenido más repercusión en este país es porque la figura del pianista de cantantes no se valoraba en su justa medida.

-¿Cómo se conforman los contenidos de un programa?

Ahora está muy de moda buscar efemérides, fechas o momentos históricos para asociar con determinado repertorio. En España, al no estar familiarizados con el hecho del recital, parece que tienes que justificar las razones por las que lo haces, el porqué y vinculado a qué músicos. Yo propongo bastante repertorio a cantantes y, aunque a veces hago música de zarzuela o de ópera, lo que de verdad me gusta es el escrito originalmente para voz y piano, que es donde mejor me manejo. Tengo la suerte de trabajar con gente cuyas cualidades conozco bien y se fían de mí en lo que sugiero. Pero también ellos me plantean cosas que les apetece hacer.

-¿Es más fácil un acuerdo así, que en política?

Creo que sí.


«CON LISETTE OROPESA QUISIERA HACER FALLA Y RODRIGO, PORQUE LO HEMOS PRESENTADO EN CONCIERTO Y EL RESULTADO NOS GUSTA A LOS DOS»

-¿Tendrían que aprender los políticos de ustedes?

De los músicos de cámara, desde luego.

-¿Qué les enseñaría?

En mi profesión, lo más importante es escuchar. Con eso creo que lo contesto todo.

-¿Los cantantes se endiosan, o son fáciles de llevar?

Trabajando con un cantante, tienes muchos momentos de confidencias: viajando, en cenas… y al final confirmas que esa idea que puede existir del divismo, en la mayoría de los casos que he conocido, no deja de ser un caparazón para protegerse de inseguridades y de falta de afecto. Una máscara, un «perfil de», que no tiene nada que ver con la persona. No deja de ser un cliché cada vez, gracias a Dios, más desterrado.


«ME PRODUCE SATISFACCIÓN INVESTIGAR EN NUEVO REPERTORIO Y DARLO A CONOCER, PARA QUE LA GENTE LO VALORE»

-Se le reconoce también como gran defensor del repertorio español.

Una de las responsabilidades fundamentales en mi carrera artística es la defensa del patrimonio musical español. En mis viajes he visto como franceses, alemanes o ingleses defienden a muerte el suyo, sea de la calidad que sea: el mejor sobrevivirá en el tiempo, y el que no lo es tanto, pasará más desapercibido. Pues nosotros, los músicos españoles tenemos que hacer lo mismo con el nuestro.

-Exhumando la obra perdida de Manuel García, por ejemplo…

…o potenciando la de Emilio Arrieta. O la de Enrique Granados, cuando comprobé que no existe una integral de sus canciones. Aunque parezca ciencia-ficción, la primera persona en hacerla he sido yo, con tres cantantes españoles. Claro que cuando hablamos de música española en el extranjero, hay quien sólo piensa en Porque nací en la calle de la Paloma y De España vengo…   Pero mucho más repertorio merece la pena. Puedo decir como primicia que uno de mis fundamentos básicos en esta relación con Lisette Oropesa es grabar juntos un disco de canción española. Quiere hacer Falla y Rodrigo, porque lo hemos presentado en concierto y el resultado nos gusta a los dos. Pero también Albéniz, Marinero en Tierra de Halffter, y pensamos en algo de García Abril, con quien tuve mucha relación y a quien adoraba. Estoy convencido de cómo van a interesar las Seis Baladas Italianas de Albéniz con textos de la duquesa de Bolaños, que son de la misma calidad o mejores que muchas canciones de Tosti o de Donizetti. Lo importante es que ese repertorio se haga. Trabajando con Camarena, le propuse algunas músicas españolas, y ahora acaba los conciertos con el Canto porque estoy alegre, del homenaje a Gayarre de Antón García Abril. La ha hecho suya y la canta mucho.

-Empezando por las cinco óperas de salón de García, tenor referencial de Rossini y padre de la Malibrán y Pauline Viardot …

Al descubrir L’isola disabitata y ver que había cuatro más, me puse muy pesado con la Fundación Juan March, el Teatro de la Zarzuela, el Maestranza y otras entidades, y hemos podido recuperar las cinco, algo que yo solo no lo podría haber hecho. La verdadera satisfacción es haber podido presentar sin ningún tipo de adaptación estas óperas de cámara escritas originalmente para piano, aportando históricamente mi granito de arena. Para que se conozca y se pueda seguir haciendo, no necesariamente conmigo, este repertorio tan interesante para alumnos de escuelas superiores de canto o para espacios camerísticos. Eso me motiva como músico español. Como lo que estoy haciendo con obras de Arrieta junto a Sabina Puértolas, que vamos a grabar. O las de Montsalvatge con Nuria Rial, una artista maravillosa a la que adoro. Incluso con las de Fermín María Álvarez, un compositor aragonés que vivió en Barcelona. Hice unas canciones suyas con Airan Hernández, y quiero insistir en su obra. Me produce satisfacción investigar en nuevo repertorio y darlo a conocer, para que la gente lo valore.


«EL DIVISMO, EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS QUE HE CONOCIDO, NO DEJA DE SER UN CAPARAZÓN PARA PROTEGERSE DE INSEGURIDADES»

Su experiencia con las cinco óperas camerísticas, ¿le ha tentado para saltar a la dirección?

El término director musical no me gusta. Ni lo soy ni lo quiero ser, porque valoro mucho a quien ha estudiado para dedicarse a ello. En este caso se precisaba una gestión musical, porque no estás solo con un cantante. A veces es un cuarteto, o un sexteto, y se precisa alguien que lo coordine musicalmente, y esa labor me ha correspondido desde el piano. Soy muy feliz haciéndolo, porque intento estar vinculado a lo que pasa dramáticamente en las obras, acercándome también a la dramaturgia, algo que no puedes vivir en los conciertos al uso. Quiero dedicar todos mis esfuerzos y todo mi tiempo a estar vinculado a la figura del pianista de cantantes.

Leer un cuadro: El excepcional Diadúmeno del Museo del Prado

ESFERA CULTURAL

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CONVENIO EL PRADO-FUNDACIÓN NOTARIADO

El visitante que accede al Prado debe adentrarse hasta el fondo de la galería central para disfrutar del sobresaliente grupo de obras maestras menos conocido: su exquisita selección de esculturas que se exhibe con carácter permanente.

Claves de la obra

Título: Diadúmeno Autor/es: Taller romano Materia:  Mármol blanco Datación:  140 – 150 Medidas:  202 x 110 x 70 cm Ubicación:  Sala 73 Nº catálogo:   E000088
EL EXCEPCIONAL “DIADÚMENO” DEL MUSEO DEL PRADO

SONIA TORTAJADA

Taller de Restauración de Escultura

La primera obra que nos da la bienvenida, tendida ante la gran cristalera del patio de Murillo, es Ariadna Dormida, con su serena grandiosidad, flanqueada por los bustos de Antinoo y Adriano. Si la curiosidad y la fortuna nos invitan a tomar el pasillo de la derecha, daremos con una galería dividida en tres espacios. Uno de ellos es una pequeña sala circular cuyo enlosado dibuja una estrella que dirige la atención al centro, donde se yergue majestuoso el Diadúmeno, una magnífica escultura de mármol de más de dos metros de altura. Su colocación dentro de la sala permite al visitante rodearlo por completo para poder admirar el exquisito modelado de su anatomía, que ejerce un poder casi hipnótico sobre el espectador que se detiene a contemplar a este gigante.

 


EN UNA PEQUEÑA SALA CIRCULAR SE YERGUE MAJESTUOSO EL ‘DIADÚMENO’, UNA MAGNÍFICA ESCULTURA DE MÁRMOL DE MÁS DE DOS METROS DE  ALTURA


 

Una curiosa anomalía

El Diadúmeno del Museo del Prado es una de las obras maestras de la escultura clásica. Copia del original griego de Policleto, -siglo V a.C.-,  posee una curiosa anomalía que la hace única entre las cuatro réplicas de época romana que se conservan en la actualidad. El diadúmeno representa a un joven atleta ciñéndose una cinta en la cabeza con ambos brazos levantados, pero la del Prado tiene el brazo derecho extendido hacia abajo con los dedos encorvados, mientras que el resto de réplicas mantienen la morfología original del diadúmeno.

Cuando se desenterró, la figura se encontraba casi completa, aunque le faltaba, precisamente, ese brazo, además de las piernas a partir de las rodillas. ¿Y qué era lo que hacían en el siglo XVII cuando hallaban estas magníficas esculturas mutiladas? Se completaban siguiendo el gusto y el criterio de la época. Es sabido que los mejores talleres se dedicaban a la tarea de completar las obras clásicas, además de a crear obras de nueva factura. En el caso de nuestro Diadúmeno, como en muchos otros, los artistas desconocían cómo eran los modelos originales. Crear las piernas no supuso un problema, ya que las rodillas indicaban claramente su posición, y el resto del cuerpo la proporción correcta. No ocurrió así a la hora de diseñar el brazo que faltaba. Al encontrarse el brazo conservado en tensión y flexionado a un lado de la cabeza, girada y con la mirada en dirección al brazo ausente, concluyeron que se trataba de la representación de un arquero: un hombre atlético en el momento de tensar su arco, con un brazo flexionado hacia arriba y el otro extendido hacia abajo. Así tallaron el brazo faltante con los dedos en posición de sujetar el arco; un añadido de altísima calidad que se podría considerar una obra de arte en sí misma, y que convierte al Diadúmeno “arquero” del Museo del Prado en una auténtica anomalía artística que bien merece una visita.

Las series: nuevos embajadores del español

ESFERA CULTURAL

LAS SERIES NUEVOS EMBAJADORES DEL ESPAÑOL

El fenómeno de La casa de papel parece haber cimentado una industria con proyección internacional.

El español no sólo se ha difundido hasta ser el segundo idioma más hablado en el mundo gracias a los avatares históricos y políticos. También por el poder de sus creadores: las novelas de Cervantes, los versos de Neruda, las fantasías de Borges, las reflexiones de Unamuno… 

JULIÁN DÍEZ

Y ahora, de forma inesperada, con el potencial creador de su industria audiovisual, que coloca entre las series de televisión más vistas del mundo un buen puñado de las habladas en español, y que además abren la puerta al éxito a futuras creaciones.

Porque, por ejemplo, los sucesivos triunfos en las producciones que lidera Álex Pina están contribuyendo no sólo a crear una renovada industria, sino también a devolver al español la imagen de idioma de cultura (o de espectáculo, en este caso, si se prefiere) que era el que también tenía, por ejemplo, cuando las obras de teatro del Siglo de Oro, de Lope de Vega o Calderón de la Barca, se representaban en toda Europa. 

Contenidos globales

El fenómeno, por supuesto, forma parte del más complejo de la globalización en la difusión de contenidos que propician las plataformas de streaming. El espectador de cualquier lugar del mundo tiene ahora acceso con la misma facilidad a producciones estadounidenses que coreanas (como El juego del calamar), alemanas (Dark), italianas (Gomorra) o francesas (Lupin), y de manera que habría parecido inesperada hace apenas una década.

«La primacía del inglés tiene debilidades: por un lado, la comunidad anglohablante nativa no es la más grande del mundo, superada por la del chino mandarín y el español; por otra parte, cuanto más se expande el inglés, más se fragmenta o dialectiza», explica el profesor Francisco Moreno-Fernández, del  Centro de Estudios Iberoamericanos de la Universidad de Heidelberg (Alemania), al que el Instituto Cervantes nos remite como experto en el tema. «El inglés que se maneja en los foros internacionales o en el mundo académico es una variante algo simplificada y homogeneizada, destinada a unos fines específicos».

 


A ‘LA CASA DE PAPEL’ SE LE ANTICIPÓ ‘VIS A VIS’, QUE LUEGO FUE LA PRIMERA SERIE ESPAÑOLA EMITIDA EN ABIERTO EN GRAN BRETAÑA

 

El éxito de las series tiene para el profesor Moreno-Fernández un significado más que anecdótico, porque considera que son «junto a los videojuegos, un fenómeno de masas realmente impresionante. Están ocupando progresivamente un espacio que antes era casi exclusivo de la literatura de evasión». Y, al usar las plataformas de streaming, «el simple hecho de desplegar un menú de idiomas para subtítulos y dolajes en nuestros dispositivos ya tiene un efecto pedagógico. No sólo no se está sobrevalorando su importancia como fenómeno global; más bien, al contrario».

La historia de La casa de papel

Como es bien sabida, parte de un relativo fracaso en su emisión en Antena 3 (donde pasó de ser el mejor estreno del año al emitirse el primer episodio tras un Real-Atlético de Champions a ser cancelada al terminar la segunda temporada), a una eclosión internacional de motivaciones aún no del todo bien explicadas. Se sabe que los elogios de Stephen King o la adopción de su iconografía por parte de algunos movimientos de protesta políticos contribuyeron en determinados momentos, pero aún así no se comprende cómo llegó a ser el tercer contenido más visto en la historia de Netflix y el primero en buena parte de los países del sur de Europa y Latinoamérica. Además, es la primera serie española en ganar el premio Emmy Internacional.

A La casa de papel se le anticipó Vis a vis, que luego ha sido la primera serie española emitida en abierto en Gran Bretaña, en Channel 4. Merlí, tras su éxito en TV3, pasó a Movistar e internacionalmente ha logrado grandes datos en Netflix, caso similar al de El ministerio del tiempo, inicialmente en RTVE. Las chicas del cable y Elite han sido, cambio, productos originales para su emisión en Netflix con brillantes resultados. Tanto Amazon Prime Video como HBO se han lanzado a su vez a crear series españolas.

 


LAS FACILIDADES DE LOS SERVICIOS DE ‘STREAMING’ PARA VER LOS CONTENIDOS EN VERSIÓN ORIGINAL POTENCIAN EL INTERÉS POR EL APRENDIZAJE DE NUESTRA LENGUA

 

También es necesario reconocer que, a lo largo de la historia, otras series españolas han tenido buenas audiencias en el extranjero, aunque la diferencia es que se trató de fenómenos un tanto aislados, puntuales, de títulos concretos en lugares concretos. Así, puede citarse la popularidad realmente notable de Verano azul en países del este o Latinoamérica, donde también triunfó años después El barco. Médico de familia fue número uno en Portugal o Bélgica; El secreto de Puente Viejo fue la emisión más vista en su franja horaria en Italia durante meses y se ha emitido en sesenta países; y Un paso adelante llevó a que sus intérpretes hicieran una gira musical por Alemania o Francia.

Sin embargo, no puede atribuirse todo el empujón al español en los últimos años a las series. Se parte de una situación ventajosa, en difusión y prestigio, que a su vez posiblemente ha facilitado este éxito. Para Moreno-Fernández, «el deseo de aprender idiomas se mueve por impulsos. Cuando España ganó el Mundial de fútbol de 2010 se produjo una avalancha de matrículas en los cursos de español en muchos lugares del planeta, como China. Pero el crecimiento sostenido del interés por lo hispánico y el español no es circunstancial; se debe a la calidad de nuestros productos culturales y a una percepción benigna de las ventajas que supone conocer el español con distintos fines, comerciales o de desarrollo personal». La música latina, las películas de Pedro Almodóvar o la creciente popularidad de la gastronomía española son otros factores que han ido contribuyendo en su momento a la difusión del idioma.

La carencia del doblaje

España presumió tradicionalmente de tener una escuela de dobladores de primer nivel mundial, pero lo que fue fortaleza hoy se percibe como cierta debilidad desde otra perspectiva. Porque el nuestro está entre los países europeos con peores niveles en el uso del inglés como segunda lengua, y muchas voces señalan la falta de costumbre de ver contenidos audiovisuales en versión original (aunque sea subtitulada) como uno de los orígenes de ese problema. «No es la única causa, porque pesa también la mala formación idiomática recibida durante varias generaciones o la sensación popular de que con el español se puede ir a cualquier parte», señala el profesor Francisco Moreno-Fernández, que con todo insiste en que «Europa está claramente dividida entre los países que doblan y los que subtitulan. No es casualidad que el más alto nivel de inglés corresponda a estos últimos». Un informe de la Comisión Europea de 2011, Study on the Use of Subtitling, concluía que el subtitulado «ayuda a mejorar el domino de las lenguas extranjeras, sensibiliza y motiva para el aprendizaje de idiomas, y contribuye a crear un entorno que fomente el multilingüismo».

La música, las películas de Almodóvar o la creciente popularidad de la gastronomía es-pañola también han ido contribuyendo a la difusión del idioma.

Otras fuentes

Fórmula TV. Un precedente curioso al actual éxito de las series españolas es el de las que fueron adaptadas en distintos países

La casa de papel. Las pruebas de la popularidad mundial de La casa de papel son muchas, pero baste citar que, en la web más empleada para el seguimiento de series, www.tvtime.com, es la quinta serie más vista de todos los tiempos, y la única no anglosajona entre las veinte primeras. 

La literatura nos devuelve al campo

ESFERA CULTURAL

La literatura nos devuelve al campo

El impacto de Feria, de Ana Iris Simón, combina el cuestionamiento de prioridades para muchos jóvenes con la preocupación por la España Vacía.

JULIÁN DÍEZ

Entre las consecuencias más inesperadas de la pandemia, se cita con frecuencia la del renovado interés por trasladarse al campo. Lo que parecía una moda ocasional, está teniendo una significativa relevancia en el mundo de la literatura, que ve cómo el inesperado éxito editorial del año, Feria, de Ana Iris Simón, entra de lleno en el tema y además está dando lugar a una singular polémica ideológica.

La generación del 98. El tema de la España vaciada, de las amplias regiones que han recibido recientemente nombres en algún caso tan exóticos como el de la Siberia Celtibérica, lleva siendo objeto de interés por parte de la literatura desde los tiempos de la generación del 98, con la fascinación por el paisaje castellano de Azorín o Miguel de Unamuno. Después, la novela en ámbito mesetario tuvo un corte muchas veces más tremendista y crudo, con ejemplos tan notables como los de La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela o Los santos inocentes de Miguel Delibes, que en otras de sus obras se perfiló como el gran retratista de la Castilla solitaria y apacible, en ocasiones dura, otras generosa, (recuérdese, por ejemplo, El disputado voto del señor Cayo), siempre auténtica a su manera. También fue cuantiosa la producción de novelas a partir de los años cincuenta sobre el éxodo rural a las ciudades, de nuevo con Delibes como referente con su Diario de un emigrante.

Un ejemplo de la revalorización de ese tipo de textos lo encontramos en la reciente edición de las obras completas de Francisco García Pavón. Este escritor manchego fue un bestseller en los años sesenta sobre todo gracias a su serie de historias protagonizadas por el jefe de la policía local de Tomelloso, Plinio, siempre secundado por su particular Watson, el albéitar don Lotario. Las historias de Plinio llegaron a tener adaptación televisiva al comienzo de los setenta, y sus argumentos están repletos de reflexiones sobre la progresiva desaparición de la forma de vida tradicional, el éxodo a las ciudades, la falta de lujos de un entorno que se siente recodo olvidado de una esquina perdida del mundo, etc. La riqueza lingüística del castellano de García Pavón encaja perfectamente en el retrato de esa vida obsoleta pero repleta de verdad.

Finales del siglo XX. El incuestionable jalón de esta temática llegó ya a finales de siglo con La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, la breve pero emotiva historia del imaginario último habitante del pueblo pirenaico de Ainielle. El lugar se ha convertido desde entonces en objeto de peregrinaje para aficionados al senderismo, a la manera que lo es en Alaska el rincón en el que perdió la vida el solitario aventurero retratado por Jon Krakauer en Hacia rutas salvajes.

Con todo, la preocupación por la bajísima densidad de población (en niveles que la UE considera propios de zonas desertificadas) de casi un tercio del territorio peninsular español, no se convertiría en tema presente en los grandes medios, e incluso arranque de un movimiento político que inicialmente se hizo fuerte en Teruel, hasta la publicación del ensayo La España vacía, de Sergio del Molino. Pese a haberse convertido en un símbolo, en rigor el libro de este autor aragonés era más una reflexión sobre la relevancia artística de toda esa amplia región despoblada que sobre la razón de su existencia o posibles soluciones. Curiosamente, Del Molino parece haber descreído un tanto del concepto, es posible que por su creciente relevancia política con los movimientos que pueden estructurarse en torno al primer diputado conseguido en la actual legislatura por el movimiento ciudadano Teruel Existe.

Al poco, a La España vacía le siguieron otros libros con mayor hondura analítica y trabajo a pie de campo, caso de Los últimos. Voces de la Laponia Española, de Paco Cerdá, o Donde la vieja Castilla se acaba: Soria, de Avelino Hernández. Y nuevos trabajos al respecto fueron apareciendo a lo largo del final de la pasada década.

El debate de Feria. El siguiente éxito al respecto ha sido Feria, de la joven periodista Ana Iris Simón, que ha aportado nuevos elementos al debate, algunos que han abierto heridas incluso en términos ideológicos. El propósito del libro es claro desde sus primeras páginas: Simón se presenta como una treintañera que no ha conseguido estabilidad ni personal ni laboral, y que cree que puede ser el momento de reconsiderar si abandonar su pueblo toledano al final de la adolescencia, para buscar el sueño de una vida cosmopolita en Madrid, no resultó ser un error. No ya por su relativo fracaso personal (que ahora este éxito habrá cambiado por completo), sino como concepto en sí. Como resumió en una intervención en un acto al que asistía el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, «me da envidia la vida que llevaban mis padres a mi edad».

En resumen, Simón se cuestiona si vale la pena llegar a determinada edad con un notable bagaje cultural, con todo tipo de tecnología a su disposición, y habiendo realizado diferentes viajes por el mundo, pero sin un piso en propiedad, sin hijos, sin raigambre en el pasado ni cimiento de certeza acerca del futuro: «Somos pobres con un iPhone y Netflix», resumía en una entrevista en El País.

El libro puede interpretarse como la denuncia del autoengaño de toda una generación, aunque también desliza críticas a toda una estructura que convertía esas opciones no solo en tentadoras, sino también en socialmente más aceptadas. E incluso permite reflexionar sobre ciertas teorías en boga en torno a la necesidad de aceptar que puede aguardarnos un prolongado ciclo de decrecimiento económico, ya que asegura que la baja natalidad en su generación se debe a una pérdida de fe en el progreso, a que «en el horizonte de la generación de mis padres existía el progreso. Hoy el horizonte lo vemos negro».

Feria recoge sobre todo historias sencillas de sus primeros años en ese entorno rural, no del todo edulcorados, pero desde luego sí vistos bajo un filtro de añoranza y simpatía. La pregunta de si ese planteamiento es una cesión a posturas ideológicas regresivas o una adaptación realista a la «nueva normalidad» social ha inundado las redes sociales, donde la propia autora es muy activa, pero ella es tajante: «Nos distraen con las discusiones izquierda-derecha, cuando lo que hay es mucha gente en paro, que no cobra los ERTE y no puede ni tener hijos».

Recuerdos de infancia de Abel Hernández

Las obras biográficas Memorias de la Alcarama, El caballo de cartón y El canto del cuco, del periodista Abel Hernández, recogen sus recuerdos de infancia en la comarca soriana que da título a la primera. Cuando Hernández era apenas adolescente, la administración franquista determinó vaciar totalmente la zona (una franja de 40 kilómetros ancho y largo) para crear un enorme bosque, en el que hoy se derrumban una docena larga de pueblos abandonados sin un solo habitante registrado.

Otras fuentes

Julio Llamazares visitó recientemente a una de las personas que influyeron en la redacción de La lluvia amarilla y acaba de cumplir 101 años.

Entre las numerosas entrevistas publicadas con Ana Iris Simón y en las que explica sus ideas, nada coincidentes con ningún modelo ideológico al uso, puede destacarse esta.

Santiago Lorenzo, el autor de «Los asquerosos», hizo una lista de referentes literarios tan heterodoxa como interesante.

Los asquerosos, de Santiago Lorenzo

Quizá la principal razón de su éxito estriba en una singular combinación de factores. En primer lugar, se trata de un libro con un profundo aliento cómico, escrito además con una prosa heterodoxa y por momentos brillante. El segundo, la propia personalidad de su autor. Tras años en el mundo del cine con relativo éxito, hace unos quince se mudó a un pueblo de Segovia que permanece incógnito, y comenzó a escribir. Es decir, Lorenzo no sólo teoriza sobre el retorno al campo, sino que fue pionero años atrás y sigue manteniéndose por lo general apartado de la popularidad que le ha supuesto esta última obra. Después de tres novelas bastante interesantes pero que pasaron inadvertidas, Los asquerosos ha sumado ediciones con su historia de un personaje tímido y entrañable que se siente obligado a refugiarse en un pueblo abandonado, donde vive con una modestia más que espartana, pero cuya paz se ve rota por la llegada semanal de una caterva de domingueros retratados con certera ironía.

La copia de Mona Lisa del Museo del Prado

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CONVENIO EL PRADO-FUNDACIÓN NOTARIADO

La copia de Mona Lisa del Museo del Prado

Hace diez años una obra expuesta desde el siglo XIX en las salas del Museo del Prado centró nuestra atención. La copia de Mona Lisa. No era un cuadro desconocido, pero la gruesa capa de barniz amarillento que lo empañaba y el fondo negro le daban un aspecto tan extraño que sus catalogaciones oscilaron entre copia flamenca, española e italiana.

ANA GONZÁLEZ MOZO, Gabinete de Documentación Técnica, Museo del Prado

Fue una gran sorpresa descubrir en la reflectografía infrarroja[1] que su anónimo autor no reprodujo sólo la superficie del original, sino parte de su proceso de elaboración, oculto bajo la pintura, en el que repitió además alguna de las correcciones que Leonardo introdujo en su retrato. Esta revelación situó la copia en el círculo más cercano a Da Vinci.

Mayor fue nuestro asombro cuando distinguimos los contornos de las montañas bajo el fondo negro. Tras analizarlo se comprobó que era un repinte añadido siglos después de la ejecución del cuadro y se decidió eliminarlo. El examen de nuestra tabla y el que en paralelo se llevaba a cabo sobre una copia de la Santa Ana conservada en los Ángeles, -ambos en colaboración con el Museo del Louvre- abrieron la puerta a nuevos planteamientos en los estudios sobre el esquivo taller de Leonardo: se copiaban sus obras mientras él trabajaba en ellas.

Educar la mirada. La copia de Lisa no es la única obra de nuestro incógnito discípulo. Hasta donde hemos podido indagar, fue el autor de la mencionada Santa Ana y de la versión Ganay del Salvator Mundi. Las tres fueron un punto de partida para articular las prácticas del taller vinciano y hacernos algunas preguntas: ¿Fue Da Vinci un auténtico maestro? ¿Se propuso algo más que enseñar a pintar a sus discípulos? Leyendo sus notas se descubre que su labor docente fue importante, sin duda combinada con la necesidad de atender a los compromisos en los que su lentitud le impedía trabajar. Ante todo, sus escritos muestran a un tutor empeñado en educar la mirada de los que le rodeaban.

Que avancemos en el conocimiento de esta y otras obras se debe, entre otras cosas, al progreso que experimentan los dispositivos de análisis que utilizamos para examinarlas, que también amplían nuestra mirada. Nos proporcionan imágenes cada vez más nítidas de los procesos de creación enmascarados por la pintura. Pero las máquinas tienen sus limitaciones y somos conscientes de que parte de la información permanece inaccesible.

La interpretación de los datos recabados requiere una profunda reflexión: ¿Cómo trabajó el pintor para alcanzar el resultado que percibimos? Responder a esta pregunta es el motor de los trabajos que desarrollamos en el Gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado donde, sin prisa, vamos desvelando la historia de la copia de Mona Lisa.

La ciencia del futuro -más cercano, más lejano- nos permitirá adentrarnos en sus lugares aún impenetrables y, quizás, conocer el resto del relato.

[1] Método de análisis por imagen de las obras de arte que revela trazados ocultos siempre que estén realizados con pigmentos negros.

Claves de la obra

Autor: Leonardo da Vinci (Taller de)

Tamaño: 76,3 x 57 cm.

Fecha creación: 1507-1516

Técnica: Óleo sobre tabla de madera de nogal

Ubicación: Exposición temporal Sala D (habitualmente Sala 49) del Museo del Prado