El visitante que accede al Prado debe adentrarse hasta el fondo de la galería central para disfrutar del sobresaliente grupo de obras maestras menos conocido: su exquisita selección de esculturas que se exhibe con carácter permanente.
Claves de la obra
Título: Diadúmeno
Autor/es: Taller romano
Materia: Mármol blanco
Datación: 140 – 150
Medidas: 202 x 110 x 70 cm
Ubicación: Sala 73
Nº catálogo: E000088
EL EXCEPCIONAL “DIADÚMENO” DEL MUSEO DEL PRADO
SONIA TORTAJADA
Taller de Restauración de Escultura
La primera obra que nos da la bienvenida, tendida ante la gran cristalera del patio de Murillo, es Ariadna Dormida, con su serena grandiosidad, flanqueada por los bustos de Antinoo y Adriano. Si la curiosidad y la fortuna nos invitan a tomar el pasillo de la derecha, daremos con una galería dividida en tres espacios. Uno de ellos es una pequeña sala circular cuyo enlosado dibuja una estrella que dirige la atención al centro, donde se yergue majestuoso el Diadúmeno, una magnífica escultura de mármol de más de dos metros de altura. Su colocación dentro de la sala permite al visitante rodearlo por completo para poder admirar el exquisito modelado de su anatomía, que ejerce un poder casi hipnótico sobre el espectador que se detiene a contemplar a este gigante.
EN UNA PEQUEÑA SALA CIRCULAR SE YERGUE MAJESTUOSO EL ‘DIADÚMENO’, UNA MAGNÍFICA ESCULTURA DE MÁRMOL DE MÁS DE DOS METROS DE ALTURA
Una curiosa anomalía
El Diadúmeno del Museo del Prado es una de las obras maestras de la escultura clásica. Copia del original griego de Policleto, -siglo V a.C.-, posee una curiosa anomalía que la hace única entre las cuatro réplicas de época romana que se conservan en la actualidad. El diadúmeno representa a un joven atleta ciñéndose una cinta en la cabeza con ambos brazos levantados, pero la del Prado tiene el brazo derecho extendido hacia abajo con los dedos encorvados, mientras que el resto de réplicas mantienen la morfología original del diadúmeno.
Cuando se desenterró, la figura se encontraba casi completa, aunque le faltaba, precisamente, ese brazo, además de las piernas a partir de las rodillas. ¿Y qué era lo que hacían en el siglo XVII cuando hallaban estas magníficas esculturas mutiladas? Se completaban siguiendo el gusto y el criterio de la época. Es sabido que los mejores talleres se dedicaban a la tarea de completar las obras clásicas, además de a crear obras de nueva factura. En el caso de nuestro Diadúmeno, como en muchos otros, los artistas desconocían cómo eran los modelos originales. Crear las piernas no supuso un problema, ya que las rodillas indicaban claramente su posición, y el resto del cuerpo la proporción correcta. No ocurrió así a la hora de diseñar el brazo que faltaba. Al encontrarse el brazo conservado en tensión y flexionado a un lado de la cabeza, girada y con la mirada en dirección al brazo ausente, concluyeron que se trataba de la representación de un arquero: un hombre atlético en el momento de tensar su arco, con un brazo flexionado hacia arriba y el otro extendido hacia abajo. Así tallaron el brazo faltante con los dedos en posición de sujetar el arco; un añadido de altísima calidad que se podría considerar una obra de arte en sí misma, y que convierte al Diadúmeno “arquero” del Museo del Prado en una auténtica anomalía artística que bien merece una visita.
El fenómeno de La casa de papel
parece haber cimentado una
industria con proyección
internacional.
El español no sólo se ha difundido hasta ser el segundo idioma más hablado en el mundo gracias a los avatares históricos y políticos. También por el poder de sus creadores: las novelas de Cervantes, los versos de Neruda, las fantasías de Borges, las reflexiones de Unamuno…
Y ahora, de forma inesperada, con el potencial creador de su industria audiovisual, que coloca entre las series de televisión más vistas del mundo un buen puñado de las habladas en español, y que además abren la puerta al éxito a futuras creaciones.
Porque, por ejemplo, los sucesivos triunfos en las producciones que lidera Álex Pina están contribuyendo no sólo a crear una renovada industria, sino también a devolver al español la imagen de idioma de cultura (o de espectáculo, en este caso, si se prefiere) que era el que también tenía, por ejemplo, cuando las obras de teatro del Siglo de Oro, de Lope de Vega o Calderón de la Barca, se representaban en toda Europa.
Contenidos globales
El fenómeno, por supuesto, forma parte del más complejo de la globalización en la difusión de contenidos que propician las plataformas de streaming. El espectador de cualquier lugar del mundo tiene ahora acceso con la misma facilidad a producciones estadounidenses que coreanas (como El juego del calamar), alemanas (Dark), italianas (Gomorra) o francesas (Lupin), y de manera que habría parecido inesperada hace apenas una década.
«La primacía del inglés tiene debilidades: por un lado, la comunidad anglohablante nativa no es la más grande del mundo, superada por la del chino mandarín y el español; por otra parte, cuanto más se expande el inglés, más se fragmenta o dialectiza», explica el profesor Francisco Moreno-Fernández, del Centro de Estudios Iberoamericanos de la Universidad de Heidelberg (Alemania), al que el Instituto Cervantes nos remite como experto en el tema. «El inglés que se maneja en los foros internacionales o en el mundo académico es una variante algo simplificada y homogeneizada, destinada a unos fines específicos».
A ‘LA CASA DE PAPEL’ SE LE ANTICIPÓ ‘VIS A VIS’, QUE LUEGO FUE LA PRIMERA SERIE ESPAÑOLA EMITIDA EN ABIERTO EN GRAN BRETAÑA
El éxito de las series tiene para el profesor Moreno-Fernández un significado más que anecdótico, porque considera que son «junto a los videojuegos, un fenómeno de masas realmente impresionante. Están ocupando progresivamente un espacio que antes era casi exclusivo de la literatura de evasión». Y, al usar las plataformas de streaming, «el simple hecho de desplegar un menú de idiomas para subtítulos y dolajes en nuestros dispositivos ya tiene un efecto pedagógico. No sólo no se está sobrevalorando su importancia como fenómeno global; más bien, al contrario».
La historia de La casa de papel
Como es bien sabida, parte de un relativo fracaso en su emisión en Antena 3 (donde pasó de ser el mejor estreno del año al emitirse el primer episodio tras un Real-Atlético de Champions a ser cancelada al terminar la segunda temporada), a una eclosión internacional de motivaciones aún no del todo bien explicadas. Se sabe que los elogios de Stephen King o la adopción de su iconografía por parte de algunos movimientos de protesta políticos contribuyeron en determinados momentos, pero aún así no se comprende cómo llegó a ser el tercer contenido más visto en la historia de Netflix y el primero en buena parte de los países del sur de Europa y Latinoamérica. Además, es la primera serie española en ganar el premio Emmy Internacional.
A La casa de papel se le anticipó Vis a vis, que luego ha sido la primera serie española emitida en abierto en Gran Bretaña, en Channel 4. Merlí, tras su éxito en TV3, pasó a Movistar e internacionalmente ha logrado grandes datos en Netflix, caso similar al de El ministerio del tiempo, inicialmente en RTVE. Las chicas del cable y Elite han sido, cambio, productos originales para su emisión en Netflix con brillantes resultados. Tanto Amazon Prime Video como HBO se han lanzado a su vez a crear series españolas.
LAS FACILIDADES DE LOS SERVICIOS DE ‘STREAMING’ PARA VER LOS CONTENIDOS EN VERSIÓN ORIGINAL POTENCIAN EL INTERÉS POR EL APRENDIZAJE DE NUESTRA LENGUA
También es necesario reconocer que, a lo largo de la historia, otras series españolas han tenido buenas audiencias en el extranjero, aunque la diferencia es que se trató de fenómenos un tanto aislados, puntuales, de títulos concretos en lugares concretos. Así, puede citarse la popularidad realmente notable de Verano azul en países del este o Latinoamérica, donde también triunfó años después El barco. Médico de familia fue número uno en Portugal o Bélgica; El secreto de Puente Viejo fue la emisión más vista en su franja horaria en Italia durante meses y se ha emitido en sesenta países; y Un paso adelante llevó a que sus intérpretes hicieran una gira musical por Alemania o Francia.
Sin embargo, no puede atribuirse todo el empujón al español en los últimos años a las series. Se parte de una situación ventajosa, en difusión y prestigio, que a su vez posiblemente ha facilitado este éxito. Para Moreno-Fernández, «el deseo de aprender idiomas se mueve por impulsos. Cuando España ganó el Mundial de fútbol de 2010 se produjo una avalancha de matrículas en los cursos de español en muchos lugares del planeta, como China. Pero el crecimiento sostenido del interés por lo hispánico y el español no es circunstancial; se debe a la calidad de nuestros productos culturales y a una percepción benigna de las ventajas que supone conocer el español con distintos fines, comerciales o de desarrollo personal». La música latina, las películas de Pedro Almodóvar o la creciente popularidad de la gastronomía española son otros factores que han ido contribuyendo en su momento a la difusión del idioma.
La carencia del doblaje
España presumió tradicionalmente de tener una escuela de dobladores de primer nivel mundial, pero lo que fue fortaleza hoy se percibe como cierta debilidad desde otra perspectiva. Porque el nuestro está entre los países europeos con peores niveles en el uso del inglés como segunda lengua, y muchas voces señalan la falta de costumbre de ver contenidos audiovisuales en versión original (aunque sea subtitulada) como uno de los orígenes de ese problema. «No es la única causa, porque pesa también la mala formación idiomática recibida durante varias generaciones o la sensación popular de que con el español se puede ir a cualquier parte», señala el profesor Francisco Moreno-Fernández, que con todo insiste en que «Europa está claramente dividida entre los países que doblan y los que subtitulan. No es casualidad que el más alto nivel de inglés corresponda a estos últimos». Un informe de la Comisión Europea de 2011, Study on the Use of Subtitling, concluía que el subtitulado «ayuda a mejorar el domino de las lenguas extranjeras, sensibiliza y motiva para el aprendizaje de idiomas, y contribuye a crear un entorno que fomente el multilingüismo».
Otras fuentes
Fórmula TV. Un precedente curioso al actual éxito de las series españolas es el de las que fueron adaptadas en distintos países
La casa de papel. Las pruebas de la popularidad mundial de La casa de papel son muchas, pero baste citar que, en la web más empleada para el seguimiento de series, www.tvtime.com, es la quinta serie más vista de todos los tiempos, y la única no anglosajona entre las veinte primeras.
Los clientes deben saber
de forma clara cómo está
protegido su dinero, algo
que sí conocen en el caso
de los bancos
El cliente es la prioridad de los bancos, que diseñan su estrategia para responder a sus deseos de hoy y anticiparse a los de mañana, cada vez mayores e inmediatos. Recibir atención veinticuatro horas al día y en cualquier lugar es algo cotidiano gracias a la digitalización, la gran apuesta del sector bancario desde hace años. Gracias a que los bancos se anticiparon a la transformación digital de la sociedad, la elevada protección que el cliente contaba en su actividad analógica se mantiene inalterada en su operativa digital, como ha quedado patente en los peores momentos de la pandemia, con todos los servicios financieros funcionando a pleno rendimiento y con total normalidad. La colaboración de los consumidores, sin embargo, es clave en la era digital. Aparte de la protección y las garantías que nos brindan los bancos, hemos de ser conscientes de la necesidad de proteger nuestros datos en el mundo online.
El avance tecnológico y su reflejo en la digitalización han permitido la aparición de nuevos competidores y modelos de negocio relacionados con la actividad financiera que compiten con los bancos en la provisión de los servicios financieros, aunque enfocándose solo en los más rentables. A diferencia de estas compañías tecnológicas que ofrecen servicios bancarios bajo una regulación y supervisión mucho más superficial, los bancos atienden a todos sus clientes, con independencia de si están habituados a las nuevas tecnologías o prefieren una atención más tradicional a través de las sucursales bancarias. Y son garantía de protección en esta revolución fintech a la que asistimos, fruto de aplicar la creciente innovación tecnológica en los servicios financieros, que aporta muchos beneficios al usuario, pero también algunos riesgos que deben ser conocidos.
Si hablamos de los riesgos para el consumidor, debemos preguntarnos si el usuario de servicios financieros entiende, en la mayoría de los casos, el tipo de entidad, o la personalidad jurídica que está detrás de una nueva marca innovadora y, por tanto, con qué protecciones legales cuenta en caso de un fallo o error. Es habitual el uso de términos como ‘neobanco’ o ‘banco digital’ para referirse a algunas de las nuevas empresas que, en muchos casos, no tienen la condición de entidad de crédito y no pueden ejercer las actividades legalmente reservadas a estas.
Vigilar lo que ocurre en un mercado tan dinámico y con tantos nuevos actores empieza a ser una tarea compleja para los supervisores financieros y también para los reguladores. Más allá de los asuntos relacionados con la competencia, que también preocupan, las autoridades están poniendo el foco en los riesgos para la protección del consumidor y la estabilidad financiera, porque incentivar la innovación y la competencia no debe traducirse nunca en una menor protección del cliente financiero.
Los clientes deben saber de forma clara cómo está protegido su dinero, algo que sí conocen en el caso de los bancos. Por ejemplo, algunos productos que se ofrecen como ‘cuentas’ no tienen consideración de depósitos y, por tanto, sus saldos no están cubiertos por el Fondo de Garantía de Depósitos de las entidades de crédito. También preocupa el aumento de la actividad crediticia fuera de la red de los bancos. Aunque la diversificación en las fuentes de financiación a empresas y familias sea algo positivo, debe quedar siempre bajo el radar regulatorio y de supervisión.
La banca es un sector disciplinado que responde a una regulación extensa y muy exigente, que ha experimentado muchos y profundos cambios desde la crisis financiera mundial desatada en Estados Unidos en 2008. A diferencia de lo que ocurre con el resto de las empresas cotizadas, los bancos están sujetos a una normativa específica, tanto comunitaria como española, que es más avanzada que la del buen gobierno. La rápida adaptación a esas exigencias ha permitido a los bancos españoles aumentar en gran medida su solvencia y capacidad de resistencia, y dar así respuesta a las necesidades de los clientes durante lo peor de la crisis sanitaria.
La estrategia de los bancos pasa por satisfacer a sus clientes. Su compromiso es ofrecer los servicios financieros necesarios a todos los consumidores. Son los clientes los que deciden qué canal eligen entre los disponibles para comunicarse con su entidad: oficinas, banca telefónica y digital, agentes colaboradores y cajeros. El sector bancario también está llevando a cabo acuerdos de colaboración con otras instituciones y empresas que complementan los canales de comunicación de las entidades con el único fin de seguir reforzando la mejora de la calidad del servicio al cliente.
Además del cambio de hábitos y costumbres de los clientes, que acuden menos a las oficinas, los bancos operan en un escenario de baja rentabilidad consecuencia del prolongado escenario de tipos de interés oficiales negativos. Para adaptarse a este entorno, los bancos están llevando a cabo los ajustes de estructura necesarios, unos cambios que los supervisores llevan tiempo reclamándoles y que se acometen con el fin de seguir desempeñando un papel clave para superar la crisis. La prioridad de los bancos es apoyar a las familias y empresas e impulsar esa recuperación económica post Covid que todos deseamos, basada en un nuevo modelo económico mejor que el anterior, más respetuoso con el medio ambiente, más digitalizado y más beneficioso para todas las capas de la sociedad.
Los españoles nos hemos vuelto más ahorradores y precavidos. La pandemia y, sobre todo, la incertidumbre que ha provocado en la vida de los consumidores ha supuesto un cambio en sus costumbres, disparando el nivel de ahorro de las familias hasta límite desconocidos, por encima del billón de euros. Sin embargo, aún queda mucho recorrido para trasladar a los consumidores la importancia de contar con un volumen de ahorro adecuado, que les permita actuar frente a imprevistos y también contar con ingresos extra de cara a la jubilación.
Ahorrar dinero para el futuro requiere disciplina, empeño y esfuerzo. Nadie dice que sea fácil, pero es imprescindible si queremos vivir sin sobresaltos
Ahorrar dinero para el futuro requiere disciplina, empeño y esfuerzo. Nadie dice que sea fácil, pero es imprescindible si queremos vivir sin sobresaltos. Porque la tranquilidad que proporciona contar con una rutina de ahorro nos evita muchos problemas, incluidos emocionales y de salud, según los expertos. Por eso, después de estos tiempos tan convulsos, no es de extrañar que un 22% de los hogares españoles se haya planteado ser más precavido a partir de ahora con sus ahorros y un 27%, reconozca que consumirá menos, informa el Observatorio de Ahorro Familiar. Un buen dato si tenemos en cuenta que cuando comenzó esta crisis un tercio de las familias no disponía ni siquiera del equivalente a un mes de sus ingresos y ahora, son más de la mitad los que han conseguido reunir hasta seis meses.
Ahorrar por hábito
Sin embargo, el éxito no pasa por acumular dinero o reducir el consumo. El éxito pasa, según los expertos, por convertir el ahorro en un hábito y por descubrir los productos que más nos convienen según nuestro perfil inversor, nuestra capacidad de ahorro, nuestra cultura financiera y nuestros objetivos. Es importante también saber que cualquiera puede recibir el asesoramiento necesario, sin necesidad de contar con grandes patrimonios y con un gasto moderado. Así lo explica Luis Pita, ingeniero industrial, divulgador y autor del best seller Ten peor coche que tu vecino.
ENTRE LOS PRODUCTOS MÁS SENCILLOS DESTACAN LASICUENTAS DE AHORRO Y LOS DEPÓSITOS
Para ello existen en el mercado multitud de productos que conviene conocer antes de empezar a ahorrar. La clave está en entender cómo funcionan y en dejarse asesorar por entidades registradas en la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Muchas veces nos dejamos deslumbrar por las altas rentabilidades y no medimos bien los riesgos de operar con entidades no autorizadas o con productos demasiado sofisticados. Para empezar a ahorrar, Pita recomienda ‘preahorrar’. Es decir, en lugar de guardar lo que nos sobra a final de mes, hacerlo al revés. “Preahorrar consiste en separar a principio de mes una cantidad de tus ingresos, lo que te permite no depender de tu fuerza de voluntad y también automatizar ese ahorro porque solo tienes que ordenar una transferencia en el banco”.
PARA EL LARGO PLAZO, AUNQUE LOS PLANES DE PENSIONES SON LOS MÁS CONOCIDOS, EXISTEN OTRAS OPCIONES QUE PUEDEN RESULTAR MÁS INTERESANTES
Entre los productos más sencillos destacan las cuentas de ahorro y los depósitos. Aunque su rentabilidad actualmente es escasa, son el primer paso para contar con lo que los expertos llaman el colchón financiero. “Es como contar con una red de seguridad por si algo se tuerce y que debería representar entre tres y seis meses de los gastos fijos del hogar”. Una vez se tiene este colchón se puede empezar a invertir”, dice Pita. “Lo más conveniente para los que no tienen muchos conocimientos financieros o disponen de poco tiempo es contratar un fondo indexado”, recomienda Natalia de Santiago, divulgadora financiera y experta en ahorro. Los hay para todos los perfiles, desde los más conservadores a los más arriesgados, nacionales, internacionales y también sectoriales. El consumidor debe de fijarse en las comisiones por mantenimiento y hacer aportaciones regulares para que el dinero empiece a crecer. La principal ventaja de estos fondos es que te permiten beneficiarte del interés compuesto. Es decir, el capital inicial y las aportaciones van creciendo con los intereses que se van generando. Se trata de un producto muy interesante a largo plazo, cuyos gastos no son elevados.
MUCHAS VECES NOS DEJAMOS DESLUMBRAR POR LAS ALTAS RENTABILIDADES Y NO MEDIMOS BIEN LOS RIESGOS
Para el largo plazo, existen también otros productos que hay que valorar. Aunque los planes de pensiones son los más conocidos, existen otras opciones que pueden resultar más interesantes. “Asociamos el ahorro a largo plazo con los planes de pensiones, cuando hay otros productos que pueden hacer su misma función e incluso mejorarla. Fondos de inversión (indexados y activos), PIAS (Planes Individuales de Ahorro Sistemático), Unit Linked (seguros de ahorro e inversión ligados a una cesta de fondos), acciones de empresas cotizadas o incluso comprar una casa para alquilar… La oferta es muy variada y la elección depende de gustos personales, conocimientos y tiempo que quieras dedicarle”, explica Pita.
El momento de empezar a ahorrar
Pero, ¿cuándo hay que empezar a hacerlo? Según Luis Pita, ingeniero industrial y divulgador financiero, a ahorrar hay que empezar cuanto antes por dos razones. “Cuanto antes empieces, antes se convertirá en un hábito 100% integrado en tu vida. De hecho, una vez empiezas a ahorrar y te acostumbras, lo más habitual es elevar ese ahorro con el tiempo. Y porque, cuanto antes empieces, más posibilidades tienes de alcanzar la libertad financiera. Es decir, disponer de dinero siempre que sea necesario, sin contar con los ingresos corrientes y saber que nuestros ahorros siguen trabajando. Y es que, según explica Pita, “cuando se trata de ahorro e inversión, el tiempo es el mayor aliado del pequeño ahorrador. Con suficiente tiempo puedes llegar a triplicar el valor de tus ahorros”. Para Natalia de Santiago, ingeniera, divulgadora financiera y autora del libro Invierte en ti, “el primer paso es abandonar esa creencia de que el ahorro es aquello que nos queda en la cuenta a final de mes”. Hay que ahorrar con premeditación y alevosía, poniéndose una meta realista, y a primeros de mes, cuando la cuenta está llena”. La clave para esta experta se trata de ponerlo difícil para no ahorrar. Y, aunque no existe una cantidad ideal, según esta experta, empezar con un 10% de los ingresos, sería suficiente. “Habrá quien pueda destinar hasta un 20%, pero conviene ser realistas y ver, sobre todo al principio, que es posible”.
Ahorrar con pequeños gestos
Existen numerosos gastos diarios en los que podemos rascar un dinerillo y que apenas requieren un cambio de hábitos. Son lo que los expertos llaman gastos hormiga o termita y que poco a poco van minando el presupuesto mensual sin que nos demos cuenta: el café de media mañana, el billete del autobús, un pequeño antojo o las propinas. Acabar con estos gastos es posible sobre todo cuando hacemos balance del impacto que tienen en nuestras finanzas. Además, existen otros gastos domésticos en los que podemos ahorrar, según explica Luis Pita. “Las partidas domésticas en las que más se puede ahorrar son las de los gastos fijos, empezando por la electricidad, donde yo recomiendo siempre revisar la potencia contratada y el tipo de contrato”, añade. Le siguen telecomunicaciones, seguros y supermercado. Para los dos primeros basta con pararse una vez al año a revisar qué tenemos contratado. “Con el supermercado, el mejor truco sigue siendo ir a la compra con una lista que hayas pensado de antemano y no salirte de ella. Ahorrar en casa no tiene por qué ser un suplicio. Sólo es cuestión de organizarse y planificar. Basta con agendar uno o dos días al año para revisar facturas y gastos”, concluye Pita.
Para saber más
Aprende a ahorrar: En la web de las Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), se pueden consultar varias guías para adentrarte en el mundo de las finanzas. También ofrecen cursos y webinars.
El Gobierno ha dado luz verde al anteproyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario, que pretende acabar con uno de los grandes problemas del sistema alimentario. Cataluña, que desde el año pasado cuenta con su propia legislación, ha sido la comunidad autónoma pionera en poner freno al desperdicio.
La legislación española se suma ahora también a las iniciativas desarrolladas por Francia e Italia que buscan dar salida a los excedentes de producción, consumir de manera más racional y concienciar al consumidor del impacto que tiene no planificar bien la cesta de la compra o comprar más de lo que se necesita. Los expertos consideran que es un gran paso, pero que aún queda mucho por hacer.
A la basura
Los hogares españoles tiraron el año pasado 1.364 millones de kilos de alimentos a la basura, una media de 31 kilos por persona, según los últimos datos del Ministerio de Agricultura. Un gesto cotidiano que genera un enorme impacto ambiental, pero del que apenas somos conscientes y eso que el desperdicio de alimentos representa un 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y es que, un estudio reciente de la FAO apunta que la cifra de desperdicio alimentario mundial se eleva hasta el 30% de lo que se produce. Porque el desperdicio comienza en el campo, pasa por la industria y termina en los establecimientos comerciales. En las primeras dos fases, lo llamamos pérdida. Y es un fenómeno mucho mayor en los países más desarrollados. Se trata de desechar un montón de alimentos porque no cumplen con determinados requisitos estéticos, porque se han deteriorado o porque se considera que no son aptos para la venta, aunque se pueden consumir perfectamente. Y de los que pasan el control, un 0,99 por ciento no llega nunca a comercializarse, según Aecoc, la asociación de productores y distribuidores. Las razones son varias: deterioro de los envases y embalajes, errores de etiquetado, cercanía de la fecha de consumo, etc. De ese 0,99 por ciento, un 31,31%, que es totalmente apto para el consumo, pero no para su comercialización, se dona a instituciones benéficas y de un 31,51% porque no existen opciones de aprovechamiento.
El problema se agrava si tenemos en cuenta que mientras los gobiernos buscan soluciones a esta lacra de la abundancia, millones de personas pasan hambre en el mundo. Hasta ochocientos millones. Se trata de una paradoja de difícil solución porque también en los países menos desarrollados se desperdicia comida, aunque los motivos allí son otros: falta de recursos y de tecnología para su almacenaje, procesamiento y distribución, entre otros.
LOS HOGARES ESPAÑOLES TIRARON EL AÑO PASADO 1.364 MILLONES DE KILOS DE ALIMENTOS A LA BASURA, UNA MEDIA DE 31 KILOS POR PERSONA
Pero, ¿somos conscientes de esta situación? Según los expertos, no existe una verdadera conciencia de que tirar comida a la basura sea un problema global, y mucho menos individual. “De hecho, cuando hacemos encuestas a los consumidores sobre qué es lo que tiran o qué cantidad de alimento les sobra a diario, la mayor parte de los consultados responde que tira poco o nada”, explica Laura Martos, técnica de educación para la Ciudadanía Global de Enraíza Derechos. “Y es que pensamos que tirar un trozo de pan, unas sobras o algo de fruta no es desperdicio”, dice Martos y lo que ocurre es que detrás hay un problema de planificación, de saber qué vamos a consumir y qué no. Es en esta parte del sistema, donde los consumidores tenemos mucho por hacer.
El avance de la ley
Ahora, con la nueva legislación, al menos habrá un marco de referencia al que acudir, aunque Martos considera prioritario saber cuál es el volumen total del desperdicio. Además, la norma supone un paso más en el compromiso del Gobierno con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, que recogen expresamente, en su objetivo número 12.3, la aspiración de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita en el mundo, tanto en la venta al por menor y en los consumidores, como en la cadena de producción y suministro. Por eso, la nueva regulación establece que todos los agentes implicados en la cadena alimentaria deberán de contar con un plan de prevención para evitar el desperdicio. Para ello marca unas pautas a seguir en orden de prioridad. Así la alimentación humana está siempre en primer lugar, bien a través de donaciones a entidades sin ánimo de lucro y a bancos de alimentos. De esta manera, la industria, la distribución, la hostelería y la restauración deberán suscribir convenios de colaboración con las organizaciones receptoras de manera que se establezcan los protocolos de actuación en cada caso.
En el caso de los alimentos no vendidos pero que estén en buenas condiciones de uso, la ley obliga a transformarlos en zumos, mermeladas y otros alimentos procesados. Cuando no sean aptos para el consumo humano, los alimentos deberán ser utilizados como subproductos para la alimentación de animales o para fabricación de piensos, como recursos para la industria, para la obtención de compost para uso agrario y para fabricar biogás u otro tipo de combustible.
NO EXISTE UNA VERDADERA CONCIENCIA DE QUE TIRAR COMIDA A LA BASURA SEA UN PROBLEMA GLOBAL, Y MUCHO MENOS INDIVIDUAL
Además, la legislación obligará a los establecimientos de hostelería y de restauración a ofrecer a sus clientes la posibilidad de llevarse a casa lo que no hayan consumido. Así los restaurantes deberán disponer de envases aptos reutilizables. Aunque es cierto que en muchos sitios ya se hace, no es lo más habitual y los clientes aún tienen que adaptarse a estas costumbres. Igualmente, otras instituciones como centros sanitarios y educativos o residencias de mayores que ofrezcan catering o servicio de comedor deberán contar también con programas de prevención y reducción de las pérdidas y el desperdicio alimentario que cumplan igualmente la jerarquía de prioridades establecida en la ley. La norma tiene previsto que las empresas distribuidoras de alimentos incentiven, junto con las administraciones, la venta de productos con fecha de consumo preferente o de caducidad próxima. Una idea que ya se hace en muchas superficies y que cuenta con un número creciente de adeptos.
A diferencia de la legislación italiana, que insiste en la donación, la ley española es mucho más avanzada y establece un régimen sancionador con distintos tipos de infracciones graves que pueden ser penadas con multas de entre 6.000 y 150.000 euros para aquellos que incumplan lo establecido.
La organización sin ánimo de lucro The Ocean Cleanup publicó en la revista Science (abril de 2021) un estudio que pone los pelos de punta y cuyos resultados resumen así: «1 000 ríos son responsables de casi el 80 % de las emisiones anuales mundiales de plástico fluvial, que oscilan entre 0,8 y 2,7 millones de toneladas métricas por año, con los pequeños ríos urbanos entre los más contaminantes. El 20 % restante de las emisiones de plástico se distribuyen en otros 30.000 ríos».
Cifras visibles. Para que podamos poner en valor el significado de todas las cifras que citaremos en estas líneas, hagamos un simple ejercicio numérico a modo de ejemplo. Tenemos que una bolsa de plástico tipo supermercado pesa unos 6 gr y una botella pequeña de agua sin gas, 8 gr. Ahora imaginemos una «sopa» de plástico de tan solo 20 Kg flotando en el mar (recuadro «Mapas interactivos», Sailing seas of plastic), en la que hay bolsas y botellas a partes iguales. Tendríamos en la mancha cerca de 3 000 piezas.
Si llevamos los materiales del ejemplo a lo que vierte el río más contaminante de los que da notica el estudio de The Ocean Cleanup, el Pásig, en Filipinas, sus 62,6 toneladas de plástico anuales significarían 9,4 millones de desechos entrando al mar por su desembocadura en Manila. Este país, en fin, tiene el doloroso récord de ser el que más tráfico fluvial de plásticos conduce al mar. En total, el país tagalo emite 360 000 toneladas de plástico al año mediante 4 820 de sus ríos.
Medallas de deshonor. Tras Filipinas, los siguientes países que más polímeros mueven en sus vías fluviales son, por este orden, India, Malasia, China, Indonesia, Birmania, Brasil, Vietnam, Bangladés y Tailandia, por solo citar los diez más contaminantes. Pero hay que marcar diferencias: el segundo (India), vierte justo la mitad de plástico (130 00 toneladas) que el primero; y el décimo (Tailandia) «solo» 23 000 toneladas. En el entorno del Mediterráneo más próximo, puede ser preocupantes las 14 000 toneladas de ríos turcos, sobre todo al Mar de Mármara, y las 5 800 toneladas de los argelinos dejadas casi a las puertas de las Islas Baleares.
EN 2025 HABRÁ DESECHOS PLÁSTICOS COMO PARA CUBRIR CADA METRO DE COSTA DE TODO EL MUNDO CON 100 BOLSAS
Asía, por tanto, es la zona donde el problema que venimos comentando alcanza mayor intensidad. En el entorno americano, Brasil es el primer emisor de plásticos, 38 000 toneladas, seguido de Guatemala, Haití, República Dominicana y Venezuela. En África, se lleva «la palma» Nigeria, con 19 000 toneladas, seguido de Camerún, con 11 000 toneladas, y el ya citado Argelia. En la Unión Europea, crucemos los dedos, solo el río Neretva (desemboca en Croacia, pero el 90,2 % de su curso transcurre por Bosnia-Herzegovina) vuelca volúmenes significativos (125,8 toneladas) al Adriático. A esta misma cuenca vierten los albaneses Ishën (algo más de quinientas toneladas) y Seman (235,5 toneladas), entre otros, demostrando que el cuidado medioambiental local puede servir de poco si los problemas no se acometen internacionalmente.
Qué hay de nuevo. Los ríos, nos cuenta la historia, nos vienen sirviendo para abastecernos de agua, disponer de terrenos fértiles para los cultivos o pastos y deshacernos de los residuos. Para esto último hemos involucionado, porque el incremento de producción y uso de plásticos ha hecho de los ríos autopistas de evacuación de productos que no se degradan fácilmente. Cuando hablamos del «uso de plásticos», nos estamos refiriendo a los más de 8.500 millones de toneladas fabricadas desde que se empezó la producción masiva en 1950. Y creciendo.
SE CALCULA QUE LA «ISLA DE PLÁSTICO» DEL PACÍFICO NORTE PUEDE ALCANZAR UNA EXTENSIÓN SIMILAR A ESTADOS UNIDOS
Un informe de Naciones Unidas calcula que, de seguir así, en 2025 habrá plástico como para cubrir cada metro de costa de todo el mundo con 100 bolsas tipo supermercado. Cabe recordar que los polímeros tardan entre 55 y 1 000 años en degradarse (depende del compuesto y el grosor). Y un dato más: las mascarillas y guantes desechables tardan en desintegrarse entre uno y cinco años.
De los ríos al mar. Mares y océanos son los depositarios de todos estos desechos que pueden a pasar a la cadena alimenticia, los famosos microplásticos, a precipitarse a los fondos marinos o a mantenerse a flote formando las conocidas como «islas de plástico». De las muchas que hay ya, la más impresionante es la del Pacífico Norte. Diversas estimaciones calculan que puede llegar a medir más que EE. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), calcula que esta isla de basura crece al ritmo de una tonelada de desechos al día. Hay más: según investigaciones recientes, en torno a un 70 % de los componentes de estas islas se hunden; calculen la dimensión del problema si eso que es visible y más o menos cuantificable es solo el 30 % de lo que depositamos en el mar.
Las cifras son abrumadoras, ciertamente, e interesarse por ellas nos debería alejar de la indiferencia, huir de la comodidad de comprar productos frescos envasados en barquetas de poliestireno y envueltos con cubierta transparente o de aceptar sin rechistar la bolsa de plástico para llevar nuestra compra. Un estudio de Naciones Unidas, SINGLE-USE PLASTICS: A Roadmap for Sustainability (2018), puso de manifiesto que en el mundo consumimos casi 10 millones de bolsas por minuto. No, no ha leído mal: 10 millones por minuto. La receta, dicen desde hace tiempo quienes más padecen los excesos de plásticos en nuestras aguas, está en las tres «R»: reducir, reusar y reciclar. Fácil, ¿no?
Actuaciones contra el despilfarro
Salvar comida, donar y darle un segundo uso son algunas de las soluciones que diversas organizaciones promueven desde hace tiempo para concienciar sobre el desperdicio alimentario. Pequeños gestos que buscan implicar a los consumidores en esta lucha global. La aplicación Toogoodtogo pone en contacto a consumidores y establecimientos con el objetivo de aprovechar menús, lotes o comida a punto de caducar. Presente en numerosas ciudades permite recoger menús y productos frescos a buen precio porque los comercios ya no pueden mantenerlos a la venta. Yonodesperdicio es una aplicación para planificar la cesta de la compra, calcular nuestro desperdicio o buscar recetas de aprovechamiento. Encantadodecomerte permite también localizar lotes de comida que ya no se puede vender, pero que es apta para el consumo.
Los ‘feos’ se cuelan en el súper
Los establecimientos de venta al por menor mayores de 400 metros cuadrados (serán las comunidades autónomas las encargadas de fijas los requisitos de superficie) deberán impulsar la venta de los productos que llamamos ‘feos’. Es decir, todos aquellos alimentos que no respondan a una estética perfecta, pero que estén en condiciones óptimas de consumo. Cómo lo harán aún no se sabe. Si lo hacen vía precio, el consumidor puede percibir que se trata de productos de menor calidad. Por eso, hay que ver cómo se concretan estas medidas, porque al final de lo que se trata es de reducir el desperdicio y no de crear diferentes canales de consumo. Los establecimientos deberán, además, incentivar la venta de alimentos de temporada, de proximidad, ecológicos y a granel y aportar información sobre el aprovechamiento de los mismos.
Para saber más
Comida que va a la basura: La revista Escritura Pública ya ha tratado este tema en otras ocasiones debido a su impacto económico y social.
Ministerio de Agricultura: En la web del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación se puede consultar toda la información sobre la nueva normativa y conocer qué otros planes oficiales existen contra el desperdicio.
Aecoc: La Asociación de Fabricantes y Distribuidores cuenta con la iniciativa La alimentación no tiene desperdicio desde la que promueve prácticas eficientes a lo largo de toda la cadena alimentaria para evitar el desperdicio. Además, ha elaborado un estudio sobre los hábitos de aprovechamiento de la alimentación en los hogares españoles
Un grave problema detectado es
que aún hay una gran confusión
entre las fechas de caducidad
y de consumo preferente
El despilfarro de alimentos ha adquirido tales dimensiones que debe considerarse en la actualidad como un auténtico problema de alcance mundial. En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ya advirtió en el Congreso Save food, celebrado en Alemania en 2011, que alrededor de un tercio de la producción de los alimentos destinados al consumo humano se desperdician en todo el mundo. Esto significa que cantidades enormes de los recursos destinados a la producción de alimentos se pierden a lo largo de toda la cadena alimentaria, desde la producción agrícola inicial hasta el consumo final en los hogares. El problema es mucho más grave si se tiene en cuenta que para el año 2050 se calcula que la producción mundial de alimentos deberá incrementarse en un 70% para abastecer el aumento previsto de la población de 7.000 a 9.000 millones de habitantes.
En general, en el mundo industrializado se desperdician muchos más alimentos per cápita que en los países en desarrollo. Efectivamente, en las naciones de ingresos altos y medianos se desechan gran cantidad de productos incluso cuando todavía son adecuados para la nutrición humana, y que pueden tener otros usos. Además, este fenómeno también repercute negativamente en el medio ambiente, ya que se calcula que la industria alimentaria consume el 30% de la energía en el mundo y produce el 22% del total de emisiones de gases de efecto invernadero.
Este desperdicio de alimentos en los países industrializados puede reducirse aumentando la sensibilización de las industrias alimentarias, la distribución, el comercio minorista, la restauración y especialmente de los propios consumidores. En este sentido es necesario garantizar un uso adecuado de los alimentos en buen estado que actualmente se desperdician por su apariencia, tamaño u otros pequeños defectos, aunque siempre debe respetarse escrupulosamente la seguridad alimentaria.
Los consumidores españoles estamos muy acostumbrados a reciclar vidrio, papel y envases, con lo que se ahorran materias primas, energía en su producción y transporte y se reducen tanto la huella de carbono como los residuos en vertederos, pero aún no somos plenamente conscientes de nuestro papel para reducir el despilfarro alimentario, especialmente en los hogares. Por eso, el objetivo fundamental del proyecto de Ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario, anunciado recientemente por el Gobierno, es reducir drásticamente la gran cantidad de alimentos que acaban en la basura y fomentar un mejor aprovechamiento de los mismos.
En su exposición de motivos se destaca la necesidad de legislar debido a los escasos avances producidos en los últimos años para frenar este problema, ya que combatir el despilfarro de alimentos es un imperativo ético que debe implicar al conjunto de la sociedad. Este proyecto de Ley se enmarca, además, en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, que recogen expresamente la aspiración de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos en el mundo, tanto en la venta al por menor y entre los consumidores, como en la cadena de producción y suministro.
Uno de los puntos fundamentales en que incide el proyecto de Ley es incentivar la venta de productos con fechas de caducidad y consumo preferente próximas mediante precios reducidos, e incluso la posibilidad de comercializar alimentos con fecha de consumo preferente sobrepasada, teniendo en cuenta en este caso los criterios de seguridad alimentaria que establezca la Unión Europea. También se fomentará la venta de alimentos considerados feos, imperfectos o poco estéticos que estén en condiciones óptimas de consumo, así como los de temporada, de proximidad, ecológicos, ambientalmente sostenibles y a granel, mejorando la información sobre su aprovechamiento, ya que un consumidor consciente y bien informado puede reducir el despilfarro de alimenticios, fomentando la cultura de la sostenibilidad y, al mismo tiempo, comer más sano.
Sin embargo, un grave problema detectado por los estudios anuales que realiza la Mesa de Participación de Asociaciones de Consumidores (MPAC), de la que forma parte de la Federación UNAE, es que aún hay una gran confusión entre las fechas de caducidad y de consumo preferente, y no todos los consumidores son conscientes del riesgo que implica para la salud consumir productos con la fecha de caducidad superada.
En la reciente encuesta sobre hábitos de consumo celebrada este año, que puede consultarse en www.mesaparticipacion.com, solo el 60% de los consumidores manifiesta que leen habitualmente la fecha de caducidad en el etiquetado de los alimentos envasados, pero de estos casi una cuarta parte no distingue entre fecha de caducidad y fecha de consumo preferente, lo que supone un importante riesgo para la salud. En el ámbito urbano, un 80% afirma conocer la diferencia, mientras que en el entorno rural se reduce hasta el 68%. Hay que destacar que a medida que aumenta el nivel de estudios, crece el porcentaje que afirma diferenciar entre fecha de caducidad y de consumo preferente. Sin embargo, el 41% de los encuestados confiesa que consume productos superada su fecha de caducidad, ya que cree que “por unos días no pasa nada”, mientras que el 18% confía más en el aspecto del producto, su textura, olor y sabor, que en la fecha de caducidad.
Por lo tanto, una medida de este tipo debería ir acompañada necesariamente de importantes campañas informativas para los consumidores, a fin de evitar riesgos para la seguridad alimentaria.
Sigo pensando que el actual sistema de pensiones en España es insostenible, por mucho que se puedan valorar de forma positiva otras medidas anunciadas
Supongamos que finales de un año (“año 0”) el precio de la cesta de la compra es 100 unidades monetarias. Transcurridos doce meses, el coste se mantiene, por lo que podemos decir que la inflación del año 1 ha sido del 0%. Siguen pasando las hojas del calendario y tras once meses asistimos a un aumento del precio de esa cesta que se sitúa, en diciembre del año 2, en 110 um. El IPC de diciembre del año 2 será de 110 y la inflación, esto es, la variación interanual de ese índice de precios, es del 10%. “La inflación se sitúa en el 10%” será el titular, tan cierto como incorrecto al mismo tiempo. Paso a explicarme. La inflación interanual en diciembre del año 2 es del 10%, cierto, pero no la del conjunto del año, ya que durante 11 meses ha sido del 0%. Lo correcto es decir que la inflación del año 2 ha sido del 0,83%, que es un promedio de las tasas de variación interanual registradas durante todos los meses del año. En el año 2 la vida no se ha encarecido un 10%, sino que lo ha hecho en un 0,83%. Se debe distinguir entre inflación interanual en diciembre (10%) e inflación anual (0,83%). Si queremos revisar una renta a final de año para ajustarla al aumento del coste de la vida, es un error incrementarla el 10%; lo correcto es 0,83%. Sigamos y supongamos que el IPC se mantiene en 110. ¿Dónde se situará la inflación interanual en diciembre del año 3? En el 0%. Pero, ¿cuánto ha sido el aumento del coste de la vida en el año 3 respecto al del año 2? Un 9,17%. Sería injusto no aumentar el cobro o pago en ese importe al final del año, ya que es en ese ejercicio cuando realmente ha subido el precio de la cesta. Alguien podrá decir que es solo una cuestión temporal: que da igual revisarlo antes o después, pero que finalmente hay que hacerlo. Y no digo que no, pero hagamos las cosas bien. Seamos rigurosos con la estadística.
Este arranque tan técnico para defender una de las medidas anunciadas por el Ministro Escrivá: modificar el mecanismo mediante el cual ser revisará el importe de las pensiones: desde la variación interanual (error) a la variación anual (correcto) del IPC. Pero que defienda esta mejora estadística no impide que siga estando en contra de la indexación de las pensiones a la inflación. Ya tuve ocasión de exponer mis argumentos en esta misma publicación hace algo más de 4 años (por lo que no insistiré en ello. QR pie de página). Y tampoco en que sigo pensando que el actual sistema de pensiones en España es insostenible, por mucho que se puedan valorar de forma positiva otras dos medidas anunciadas. La primera, el aumento de las cotizaciones (más debatible puede ser el momento en el que se aplica, con una economía recuperándose de las crisis COVID). Ahora bien, es obvio que, si no se toman medidas también desde el lado de los gastos, no se resuelve el problema. En este sentido, reiterar que es necesario acompasar el aumento de la esperanza de vida con un incremento de la edad de jubilación. Solo así se puede hacer sostenible el sistema (sobre todo ante la presión que va a ejercer el retiro de los baby boombers). Eso, o, insisto, actuar desde el lado de los gastos (es conveniente recordar que, en media, un pensionista cobra en 10 años todo lo que ha aportado a lo largo de su vida laboral, mientras que la esperanza de vida una vez jubilado es de 20 años). Sé que aumentar las cotizaciones, reducir la pensión o retrasar la jubilación son medidas impopulares, pero es uno de los defectos que tenemos los economistas o, mejor dicho, las matemáticas.
Valoro de forma más positiva la segunda medida anunciada: la creación del Fondo de Pensiones de Empleo de Promoción Pública (FPEPP) y de los Planes de Pensiones de Empleo Simplificados (PPES). Se refuerza de esta forma el segundo pilar de la previsión social. Como es sabido, el primero es el sistema público de pensiones que, como hemos insistido, es insostenible en la actual configuración. El tercer pilar está conformado por los productos de previsión que por iniciativa propia contratan los individuos con su entidad financiera o compañía de seguros. Está basado en un sistema de capitalización y, por lo tanto, su eficacia para financiar la vida después de jubilado dependerá de lo aportado y de la rentabilidad conseguida (este es otro asunto del que ojalá tenga oportunidad de escribir aquí). El segundo pilar está forma por los sistemas de pensiones promovidos por las empresas y, como sucede con el tercer pilar, es de capitalización. Las aportaciones a estos planes pueden ser en exclusiva por parte del empleador (promotor) o pueden estar acompañadas por las de los partícipes (empleados). Es una solución a la sostenibilidad de las pensiones, pero la realidad es que su desarrollo en España está siendo muy pobre: el patrimonio está estancado en 35.000 millones de EUR desde hace una década. Un mísero 3% del PIB que contrasta con tasas del 10%, 15% o 20% de otros países. Si tenemos en cuenta que el tercer pilar tampoco es que sea muy robusto (85.000 millones de EUR), es obvio que se debe valorar positivamente el anuncio del Ministerio de Seguridad Social. Es un primer paso. El siguiente es materializarlo. Si sirve para avivar el debate de las pensiones y conseguir un aumento de las aportaciones a los fondos de pensiones, bienvenido sea. Sobre todo, a los empresariales, ya que el ahora peor tratamiento fiscal de los individuales respecto al año anterior (se reduce a 2.000 EUR la aportación máxima, desde 8.000 EUR) es un flaco favor a la sostenibilidad del sistema.
La jubilación es un anhelo que anida en la mente de todo trabajador. Un lugar común en el que generaciones de españoles fantasean imaginando su merecido asueto. El dorado retiro para, por fin, ser dueños de tu propio tiempo. Sin embargo, la sostenibilidad del sistema que sustenta este derecho, recogido en el artículo 50 de la Constitución, no está del todo asegurada.
No en vano, desde la puesta en marcha del ‘Pacto de Toledo’, una suerte de sanedrín que a modo de comisión parlamentaria analiza y lanza propuestas de mejora desde 1995, los diferentes partidos políticos han tratado de taponar la hemorragia constante que pone en evidencia la proporción entre cotizantes y pensionistas. Una ratio que no para de descender fruto de la combinación del incremento de la longevidad y de la caída de la natalidad, lo que amenaza, por mor del denominado ‘invierno demográfico’, con hacer saltar por los aires su futuro sostenimiento. Ante este panorama, el Gobierno ha aprobado una nueva reforma de las pensiones, pendiente de tramitación parlamentaria, que supone un desarrollo de las anteriores y que, bajo la atenta mirada de Bruselas, pretende aportar soluciones a largo plazo para tratar de reforzar uno de los pilares fundamentales de nuestro modelo de protección social.
Así lo entendieron en su día los diferentes partidos políticos al abandonar la recurrente procrastinación de un asunto, el del mantenimiento del sistema de pensiones, que no admitía más dilación. Fruto de lo anterior se pusieron manos a la obra y aprobaron sendas reformas allá por 2011 y 2013, dirigidas por los Gobiernos encabezados por José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) y Mariano Rajoy (PP), respectivamente.
A tenor de aquellas decisiones se aprobó, entre otras cuestiones, extender el período de cómputo para calcular una pensión contributiva, fijado hasta 2011 en los últimos 15 años cotizados, para incrementarla de forma gradual hasta los 25 años en 2022.
Otra vuelta de tuerca
A finales del pasado verano el Gobierno de coalición aprobó en Consejo de Ministros el Proyecto de Ley de garantía del poder adquisitivo de las pensiones y de otras medidas de refuerzo de la sostenibilidad financiera y social del sistema público de pensiones. Un texto que deja claro en su enunciado sus objetivos y que sienta las bases para acometer cambios en el andamiaje del ecosistema que regula la jubilación que, junto con la aún pendiente reforma laboral, conforman el armazón del edifico que transformará las reglas del juego en que se asentarán las relaciones del entramado económico y del modelo de protección y bienestar social en nuestro país en las próximas décadas.
EL GOBIERNO HA APROBADO UNA NUEVA REFORMA DE LAS PENSIONES, PENDIENTE DE TRAMITACIÓN PARLAMENTARIA
Un sinuoso sendero en el que se antoja fundamental apostar por el diálogo entre las partes, de cara a culminar su entrada en vigor en 2022. No en vano, la Unión Europea ‘vigilará’ que los cambios comprometidos se acometen a tiempo, antes de proceder a liberar nuevos fondos para estimular la recuperación económica, y que, además, cuenten con el consenso de los agentes sociales. Es decir, la triada integrada por Gobierno, sindicatos y asociaciones empresariales. Y todo ello antes del próximo 31 de diciembre. El reto es importante, dado que la CEOE se ha descolgado a última hora de dar el sí quiero a la reforma de las pensiones, tras su desacuerdo con el Factor de Equidad Intergeneracional, que sustituye al nonato de sostenibilidad. Asimismo, también alberga serias dudas para apoyar la reforma laboral, otra piedra angular del puzle de transformaciones, junto a la fiscal, por las que clama Bruselas.
CADA AÑO TRABAJADO DE MÁS TENDRÁ UNA BONIFICACIÓN DEL 4%
Novedades normativas
La principal implicación de los cambios que se van a aplicar a la regulación de las pensiones, que recupera además el IPC anual como índice de revalorización, supone el alargamiento del cómputo de años a la hora de calcular la cuantía de una pensión contributiva. Así, se llegará en 2022 a la valoración de las bases de cotización de los últimos 25 años. Sin embargo, se lleva tiempo barajando la idea de continuar con esta extensión hasta alcanzar, supuestamente, los 35 años en total, y cumplir con el compromiso exigido por Bruselas de seguir aumentando esta ratio. A día de hoy, no hay nada confirmado y las constantes filtraciones en prensa son desmentidas por fuentes oficiales, al menos hasta que el próximo año se pacte un nuevo calendario de cómputo que honre los compromisos adquiridos con la Comisión Europea.
Otra novedad es la ampliación de la edad legal de jubilación, que se ha fijado en los 66 años y dos meses, a partir del próximo 1 de enero, para quienes hayan cotizado menos de 37 años y medio. Mientras que para los que superen esa barrera se mantiene en los 65 años. En este sentido, la edad mínima para acceder al retiro ha subido progresivamente desde 2013 desde esos tradicionales 65 años hasta alcanzar los 67 años a partir de 2027, fecha en que podrán jubilarse con 65 años quienes hayan cotizado al menos 38 años y medio.
Por lo que respecta a la jubilación anticipada, también se endurece su acceso al pasar la edad mínima de retiro ordinario a los 64 años y dos meses, cuando antes de la reforma de 2011 se podía acceder a la misma al cumplir 61 años, siempre que se tuviesen 35 años cotizados.
En cualquier caso, todo ello lleva aparejado un sistema de penalizaciones en caso de incumplimientos. En concreto, por cada trimestre cotizado de menos respeto a la nueva edad oficial de jubilación se aplicará un recorte progresivo del 2% de la base reguladora, con menos de 38 años y medio cotizados, o del 1,625%, en caso de superar los 44 años y medio trabajados. Mientras que, a las clases pasivas, los jubilados de las administraciones públicas, se les aplicarán estos mismos parámetros.
Asimismo, es posible adelantar hasta en cuatro años la edad de jubilación en caso de encontrarse en paro, haber sido afectado por una reestructuración laboral, por ERE o por otras causas como despidió objetivo o colectivo, entre otras, lo que conllevará penalizaciones de entre el 6% y el 7,5% por año adelantado. En líneas generales, está previsto que se eleven las penalizaciones por adelantar la jubilación con una horquilla que oscilará, en función de las circunstancias, entre un 2,81% y un 21% del cálculo de la pensión.
Por el contrario, se incentiva el retraso de la edad de jubilación al incrementar la prestación a obtener en un 4% por cada año completo de cotización, frente al supuesto anterior en que esta bonificación variaba entre el 2% y el 4%, según el historial de años cotizados.
OTRA NOVEDAD ES LA AMPLIACIÓN DE LA EDAD LEGAL DE JUBILACIÓN, QUE SE HA FIJADO EN LOS 66I AÑOS Y DOS MESES PARA QUIENES HAYAN COTIZADO MENOS DE 37 AÑOS
Ganadores y perdedores
La prolongación del período para calcular la pensión contributiva tiene consecuencias negativas para la mayoría de los empleados con carreras profesionales prolongadas y completas, dado que los primeros años de vida laboral suelen tener salarios más bajos. De hecho, la propia Seguridad Social calculó en su día que esto supondría una rebaja de entre el 4,5% y el 3,9%, mientras que si se llega a los 35 años de cómputo la reducción sería del 6,3%. Sin embargo, los últimos años también se puede sufrir un despido, por lo que la incorporación de factores amortiguadores, como la opción de elegir los años de cotización más beneficiosos para el trabajador o la posibilidad de rellenar las lagunas de cotización, puede, finalmente, suponer un efecto neutro.
Pero el período de años a incluir en el cálculo no es la única variante sobre la que actuar para cuadrar el sudoku de las pensiones, máxime si tenemos en cuenta la inminente llegada al retiro de una generación superpoblada como son los llamados ‘baby boomers’, nacidos entre 1950 y 1970 del siglo pasado.
El aumento de las bases máximas de cotización, el referente para calcular la pensión, es la otra variable añadida en la ecuación de un sistema de pensiones que demandaba a gritos una actualización para asegurar su sostenibilidad y, de paso, apuntalar su contributividad.
Nueva reforma de las pensiones
El proyecto de ley, a debate en el Senado, persigue:
La financiación de las pensiones se reforzará con una transferencia anual del Estado a la Seguridad Social, aún por determinar, que complementará los ingresos obtenidos por las cuotas de empresarios y trabajadores y servirá para manejar el déficit de la Seguridad Social, cifrado en el 1,8% del PIB.
La actual reforma elimina el factor de sostenibilidad, aprobado por la anterior y que iba a entrar en vigor en 2022, mediante el ajuste de la pensión a la esperanza de vida y lo sustituye por el mecanismo de equidad intergeneracional (MEI), previsto en el actual anteproyecto de ley, que se comenzaría a aplicar en 2027 y que todavía no dispone de consenso para su aprobación entre partidos políticos ni agentes sociales.
Entre los temas destacados que quedan por abordar quedarían el nuevo sistema de cotización de los autónomos, el período de cómputo de las pensiones y la concreción del aumento de las bases máximas de cotización.
Un vistazo a los vecinos
Portugal: Calculan la pensión en función de los ingresos durante la vida laboral y los años cotizados, al tiempo que cuentan con un mecanismo que traslada el aumento de la esperanza de vida tanto al cálculo de la misma como a la edad legal de jubilación.
Italia: Tienen en cuenta también la esperanza de vida, así como la mortalidad de la población para calcular la edad de jubilación, al tiempo que calculan el importe de la pensión por las aportaciones de toda la vida laboral actualizadas por la variación nominal quinquenal media del PIB.
Alemania: Disponen de un sistema flexible que actualiza la revalorización de las pensiones, así como el importe de las nuevas mediante un ajuste automático en función de los factores demográficos. En esta misma línea, el importe de la pensión tiene en cuenta, mediante un sistema de puntos, no sólo las aportaciones realizadas por el trabajador sino la media del conjunto de los ocupados.
Francia: No dispone de un mecanismo automático de ajuste, aunque sí de un sistema que se activa en función de la evolución de una serie de parámetros que afectan a la sostenibilidad del sistema de pensiones.
Ojo al dato
Proyecto de Ley de garantía del poder adquisitivo de las pensiones y de otras medidas de refuerzo de la sostenibilidad financiera y social del sistema público de pensiones.
El confinamiento ha acelerado
la digitalización y en unos
meses ha avanzado más que
en muchos años
The lockdown has sped up the digital transformation, with greater progress in a few months than in many years
NO HAY VUELTA ATRÁS
Tengo un amigo que dice que va camino de convertirse en un viejo hippie. En realidad, mi amigo – que es de derechas, aunque bastante heterodoxo – no es nada contestatario, más bien lo contrario. Yo diría, incluso, que es el prototipo del burgués: atildado, urbanita, consumista, con estudios superiores y una situación económica privilegiada; o sea, lo más parecido a un yuppie que a un hippie. Si algo lo conecta con los jóvenes libertarios de los años 60 es su devoción por Janis Joplin, Grateful Dead o Jefferson Airplane y, sobre todo, su preocupación por el medio ambiente.
Lo que le pasa a mi amigo es que aborrece las nuevas tecnologías porque, asegura, no les saca rendimiento y considera que el peaje que paga por utilizarlas no le arrienda la ganancia debido a los riesgos. Escribe en ordenadores sin conexión a internet, utiliza móviles vintage y no está en ninguna red social ni en grupos de mensajería instantánea. Lo que quiere, cuando sea mayor que ahora, es volver al campo – a “lo esencial”, dice -, a vivir rodeado de gallinas y donde no lo controlen el Gobierno ni las multinacionales.
Yo, que soy bastante tecnófilo, entendí lo que quiere decir cuando a la salida de un restaurante en Huelva, hace un par de años, la aplicación de Google Maps del teléfono me pidió que evaluase el establecimiento. Comprobé entonces que, además de registrar aquella visita y otras similares en días anteriores, la aplicación de marras había seguido mi rastro por media España e incluso había anotado las paradas y su duración. Sin saberlo, hemos perdido privacidad, aparte de la que sacrificamos voluntariamente, y la cuestión a dilucidar, creo, es si compensa.
En dos décadas hemos dado un salto tecnológico de tal magnitud que no se explica linealmente, ni siquiera mediante una curva exponencial. Basándose en cálculos matemáticos, Ray Kurzweil, director de ingeniería de Google, pronostica que los cambios en los próximos años serán tan rápidos y profundos que habrá una evolución semejante a la de veinte mil años. Es más, predice que hacia 2045 nuestros cerebros podrán conectarse inalámbricamente con dispositivos externos (exocórtex) que multiplicarán su capacidad por mil millones.
La posibilidad de que dentro de veinte años estemos en el inicio de una especie de seres omniscientes escapa a nuestro entendimiento, aún bastante analógico, y es comprensible que, con fundamento o sin él, suscite recelos. Al fin y al cabo, es como jugar a ser Dios. En todo caso, como Abraracúrcix, el jefe galo que teme que el cielo le caiga sobre la cabeza, yo me consuelo pensando que “eso no pasará mañana”. Entretanto, lo que está claro es que ya vivimos entre dos mundos, uno que va camino de desaparecer y otro que está a la vuelta de la esquina.
De lo poco positivo que hemos sacado de la pandemia de COVID19 es que, siquiera por necesidad, nos hemos acercado a esa esquina. El confinamiento ha acelerado la digitalización y en unos meses ha avanzado más que en muchos años. En efecto, las empresas han tenido que ponerse las pilas, se ha extendido el teletrabajo, la educación se ha adaptado al entorno virtual, han crecido las compras online, utilizamos más la banca digital y ha aumentado el uso de las redes sociales.
Pero también han quedado patentes muchas carencias que sitúan a España en un puesto intermedio entre los países europeos. Especialmente preocupante es la situación de las pymes, que son el 99 % del tejido empresarial. Según la Radiografía de la PYME 2018, antes de la pandemia sólo el 19 % de ellas tenían un plan digital y únicamente el 3 % consideraban la digitalización una prioridad. La situación ha cambiado algo, pero los avances son aún insuficientes y no prosperan al mismo ritmo que crecen los desafíos.
Consciente de esas carencias en toda Europa y de que es un peligro depender de tecnologías y soluciones de países terceros o almacenar en sus “nubes” datos sensibles, la Unión Europea ha diseñado el programa Europa Digital, cuyo objetivo es, precisamente, remediar las insuficiencias y fortalecer las capacidades digitales de Europa. Paralelamente, nuestro Gobierno ha creado un plan para digitalizar las administraciones públicas, uno de los ejes de la Agenda España Digital 2025, que la patronal del sector considera muy positivo.
El apoyo de los empresarios no es inopinado: además de automatizar procesos, aprovechar las potencialidades de la inteligencia artificial para desarrollar productos o responder mejor a las necesidades de los clientes, saben que la digitalización de sus empresas no tiene sentido si no progresa la implantación de la Administración electrónica. Parece obvio, también, que esa transformación sólo tendrá éxito si es el remate a una profunda reforma de las anquilosadas estructuras de la Administración. Pero ese es otro cantar.
La cuestión sustancial, pienso, es persuadir a mi amigo de que el asunto no se nos va a ir de las manos y, por ejemplo, la inteligencia artificial no se usará para espiarlo o predecir su comportamiento con fines espurios; ni que la concesión de un crédito o, ya puestos, la obtención de beneficios penitenciarios dependerá de un algoritmo, como ocurre en Cataluña. Y convencerme a mí de que tampoco ahondará la brecha digital o que una tormenta de ciberataques nos devolverá al planeta de los simios. Esto es, que los beneficios son mayores que los perjuicios y las amenazas.
I have a friend who says he’s on the way to becoming an old hippie. In fact my friend – who is right-wing, though quite unorthodox – is not at all rebellious, quite the opposite. I would even go so far as to describe him as the archetypal bourgeois: a well-groomed, cosmopolitan consumerist, university-educated and well-off. More like a yuppie, then, than a hippie. If there is one thing that links him to the free-living youth of the 60s, it is his devotion to Janis Joplin, the Grateful Dead and Jefferson Airplane, and above all his concern for the environment.
The thing about my friend is that he abhors new technology because, he says, he doesn’t get enough out of it, and does not believe the benefits justify the toll that he pays for using it, given the risks. He writes on computers without an Internet connection, uses vintage mobiles, and is not involved in any social media or instant messaging groups. What he wants, when he is older than he is now, is to return to the countryside – «back to basics», he says – to live surrounded by hens, outside the control of the government and multinationals.
And despite being quite a technophile, I understood what he means when, on leaving a restaurant in Huelva a couple of years ago, the Google Maps application on my phone asked me to rate the eatery. It was then that I discovered that as well as registering that and other similar visits on previous days, the omnipresent application had tracked me halfway across Spain, and even made a note of my stops and how long they lasted. Without even realising it, we have lost our privacy, aside from what we give up voluntarily, and I believe it all comes down to working out if it is worthwhile.
In two decades we have taken such a huge technological leap forward that it can no longer be explained in linear terms, or even as an exponential curve. Drawing on mathematical calculations, Google’s director of engineering, Ray Kurzweil, foretells changes in the coming years that will be so fast and far-reaching as to bring about an evolution similar to the past twenty thousand years. What is more, he predicts that by 2045 our brains will be able to connect wirelessly to external devices (the exocortex), multiplying their capability a billion times over.
The possibility that within twenty years we might witness the dawn of a race of omniscient beings goes beyond our still relatively analogue comprehension, and it is understandable that, with or without justification, this arouses misgivings. It is, ultimately, like playing God. In any event, like Vitalstatistix, the Gaulish chief who fears that the sky will fall on his head, I console myself with the thought that «it won’t happen tomorrow». In the meantime, what is clear is that we are already living between two worlds, one which is on its way out, and another which lies just around the corner.
One of the few positives to be taken from the Covid-19 pandemic is that, albeit out of necessity, we have drawn closer to that corner. The lockdown has sped up the digital transformation, with greater progress in a few months than had been seen in many years. The fact is that companies have been forced to raise their game, homeworking has become more widespread, education has adapted to the virtual environment, online shopping has expanded, and we are making more use of digital banking and social media.
This has also, though, highlighted many of the shortcomings that place Spain halfway down the European league table. The situation of SMEs, which account for 99% of businesses, is particularly concerning. According to the 2018 SME Survey, prior to the pandemic just 19% of such enterprises had a digital plan, and only 3% saw digital transformation as a priority. The situation has changed somewhat, but the progress remains insufficient, and is not keeping pace with the challenges faced.
Aware of these shortcomings throughout Europe, and the danger of depending on technologies and solutions from third countries, or of storing sensitive data in their «clouds», the European Union has devised the Digital Europe programme, with the specific aim of remedying these failings and strengthening Europe’s digital capabilities. In parallel, the Spanish Government has set up a plan for the digital transformation of public authorities, one of the cornerstones of the 2025 Digital Spain Agenda, of which business organisations in the sector take a very positive view.
The support of business figures is to be expected: aside from automating processes, taking advantage of the potential of artificial intelligence to develop products or better respond to customer needs, they know that there is no sense in digitally transforming their businesses unless progress is also made in implementing electronic public administration. It would likewise seem clear that such a transformation will prove successful only if it is the finishing touch to a far-reaching reform of hidebound administrative structures. That, though, is another story altogether.
The nub of the matter is, I believe, to persuade my friend that we are not losing a grip of the issue, and, for example, that artificial intelligence will not be used to punish him or predict his behaviour on spurious grounds, nor that being granted a loan or, while we are at it, prison benefits, will depend on an algorithm, as happens in Catalonia. And to convince myself that the digital gap will also grow no deeper, and that a deluge of cyberattacks won’t send us back to the planet of the apes. In other words, that the benefits are greater than the drawbacks and threats.
La digitalización era una prioridad de la Unión Europea antes de la pandemia, pero el impacto del virus en la sociedad europea ha servido como revulsivo.
Digitization was a EU priority before the pandemic, but the impact of the virus on European society has served as a catalyst .
Hemos entrado en una carrera global dónde el dominio de las tecnologías es central. Es principalmente gracias a las tecnologías disruptivas que Europa podrá embarcarse plenamente en su doble transición verde y digital, garantizando al mismo tiempo su resiliencia y autonomía». Son declaraciones del comisario de Interior, Thierry Breton, que tiene claro desde que asumió el cargo que Europa debe reforzar su soberanía tecnológica.
We have entered a global race in which the mastery of technologies is central. It is largely thanks to disruptive technologies that Europe will be able to embark fully on its twin green and digital transition, while guaranteeing its resilience and autonomy”, said the Interior Commissioner, Thierry Breton, who is fully committed to reinforce its technological sovereignty. To do this, Brussels has put forward an arsenal of initiatives, programs and regulations.
Para ello, Bruselas ha puesto en marcha un arsenal de iniciativas, programas y regulaciones. Una de éstas es el programa Europa Digital, dotado con más de 7.500 millones de euros de presupuesto que se destinarán hasta 2027 a cinco áreas estratégicas: supercomuptación, inteligencia artificial, ciberseguridad, la promoción de capacidades digitales avanzadas y la transformación digital de los servicios públicos y su interoperabilidad a nivel europeo.
La pandemia como revulsivo
El presupuesto comunitario es una de las herramientas básicas que tiene la Unión Europea para llegar a sus ciudadanos y empresas de manera directa y el previsto para el período 2021-2027 está diseñado con dos pilares fundamentales: la transición verde y la digital. El programa Europa Digital está vinculado a este presupuesto y aunque fue recortado durante la negociación, el responsable de la misma en la Eurocámara, el eurodiputado Valter Flego, admitió que “es la principal herramienta para cumplir el objetivo de una Europa más asertiva en su soberanía digital”.
EL PROGRAMA EUROPA DIGITAL PREVÉ INVERTIR CASI 7.600 MILLONES DE EUROS HASTA 2027 EN ÁREAS CONSIDERADAS ESTRATÉGICAS
La verde y la digital ya eran las dos las líneas maestras del proyecto político del ejecutivo liderado por Ursula Von der Leyen antes que el coronavirus digitalizara a la fuerza la vida de muchos ciudadanos europeos y pusiera en evidencia algunas de las debilidades estructurales de la Unión en este ámbito. El covid ha servido pues como revulsivo para impulsar un cambio que las autoridades comunitarias ya sabían que es indispensable si Europa no quiere quedar atrás en esa carrera global a la cual se refería el comisario Breton en las declaraciones citadas anteriormente, de uno de sus discursos en la Menéndez Pelayo International University.
Por eso es especialmente oportuno que el programa Europa Digital empiece a desplegarse justamente ahora que las instituciones europeas han tomado esta conciencia. De los cerca de 7.600 millones a repartir, la supercomputación se lleva la mayor parte, concretamente 2.220 millones para desarrollar y fortalecer las capacidades de procesamiento de datos de la Unión comprando superordenadores capaces de hacer al menos mil millones de billones de cálculos por segundo.
La geopolítica tecnológica
Europa está lejos de potencias como Estados Unido o Japón en supercomputación y ahora que la tecnología se ha convertido en un elemento indispensable de la estrategia geopolítica la UE tiene claro que tiene que acelerar. Después de la computación, la segunda prioridad del presupuesto de Europa Digital también tiene mucho con esta consciencia, es la inteligencia artificial, que recibirá hasta 2.100 millones de euros, para promocionar que empresas y administraciones públicas puedan aprovechar sus ventajas. Sin embargo, para ello es necesario crear un verdadero espacio de datos europeo, que facilite el acceso seguro y el almacenamiento de grandes cantidades. La construcción de una infraestructura en la nube segura, energéticamente eficiente y independiente de las tecnologías de las otras grandes potencias internacionales es otra de las prioridades. Bruselas considera la inteligencia artificial como clave para el futuro de áreas como la salud o la movilidad.
DE LOS CERCA DE 7.600 MILLONES A REPARTIR, LA SUPERCOMPUTACIÓN SE LLEVA LA MAYOR PARTE, CONCRETAMENTE 2.220 MILLONES
Y hablando de la necesidad de una infraestructura segura, Europa Digital prevé destinar también 1.600 millones de euros en ciberseguridad, otro aspecto inseparable de la soberanía tecnológica y la geopolítica que tiene otra dimensión en el ámbito de la política exterior y de la defensa. El resto de la financiación prevista en este gran programa que irá desplegándose con el presupuesto europeo a lo largo de los próximos siete años, está prevista para llevar la digitalización a todos los ámbitos de la vida europea. Otros 1.000 millones de euros servirán para apoyar proyectos digitales en el ámbito de la salud o del Green Deal, vinculados a otros grandes programas comunitarios como EU4Health. El objetivo de la Comisión Europea es fortalecer el ecosistema digital europeo y para ello se fija, por ejemplo, como meta tener un centro de innovación digital en cada región. De esta manera, tanto empresas como administraciones públicas de todos los rincones de la Unión deberían poder tener acceso a tecnologías digitales de vanguardia, como el blockchain.
DESPUÉS DE LA COMPUTACIÓN, LA SEGUNDA PRIORIDAD DEL PRESUPUESTO DE EUROPA DIGITAL ES LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Sin embargo, todo esto no puede conseguirse si los receptores de estos fondos no tienen las capacidades necesarias para sacarles el mayor rendimiento. Por ello, 580 millones de euros del programa Europa Digital están pensados para formar y ‘entrenar’ los futuros expertos en todas estas áreas estratégicas: inteligencia artificial, tecnología cuántica o ciberseguridad. La Comisión irá abriendo convocatorias para que expertos, pero también empresas y administraciones públicas puedan tener acceso a toda esta financiación
The Digital Europe program is one of those, with a budget of nearly 7.6 billion euros that will be allocated until 2027 to five strategic areas: super computing, Artificial Intelligence, Cybersecurity, the promotion of advanced digital capabilities and the digital transformation of public services and their interoperability at EU level.
The pandemic push
The EU budget is one of the basic tools that the Union has to reach its citizens and companies directly. The budget for 2021-2027 is designed with two fundamental pillars: the green and digital transition. Digital Europe is part of this budget and “although the programme was not topped up in the final MFF agreement, it remains the most important tool to reach our goal of asserting Europe’s digital sovereignty,” said MEP Valter Flego, rapporteur for the file in the European Parliament.
THE DIGITAL EUROPE PROGRAM PLANS TO INVEST ALMOST 7,6 BILLION EUROS UNTIL 2027 IN STRATEGIC AREAS
Green and digital were both the pillars of Von der Leyen Commission strategy before covid forced many Europeans lives into digitalization and exposed some of the Union’s structural weaknesses. Covid has thus served as a catalyst to promote a change that authorities already knew it is essential if Europe does not want to be left behind in that global race to which Commissioner Breton referred. That is why it feels especially timely that the Digital Europe program begins to unfold just now that EU is fully aware of the need. Of the nearly 7.6 billion to be distributed by this program, supercomputing takes the largest share, 2.22 billion to develop and strengthen the Union’s data processing and supercomputing capabilities by buying supercomputers capable of making at least one billion trillion calculations per second.
The geopolitics of technology
Europe is far from supercomputing powers like the United States or Japan, and while technology has become key to any geopolitical strategy, the EU has acknowledged that it has to accelerate. After computing, the second priority of the Digital Europe budget has also a lot to do with it. Artificial Intelligence will receive up to 2.1 billion euros to promote its use among companies and public administrations. However, this requires a true European data space, that facilitates secure access and storage of large amounts of data. Building a secure cloud infrastructure, energy efficient and independent of the technologies of the other international powers is another priority. Brussels considers Artificial Intelligence key to the future of Health and Mobility.
OF THE NEARLY 7,600 MILLION TO BE DISTRIBUTED, SUPERCOMPUTING TAKES MOST OF IT, SPECIFICALLY 2,220 MILLION
Speaking of the need for a secure infrastructure, Digital Europe also plans to allocate 1.6 billion euros on cybersecurity, also intertwined with technological sovereignty and geopolitics with a whole other dimension in the field of Foreign and Defence policy. The rest of the financing foreseen in this program is planned to bring digitalization to all areas of European life. Another 1 billion euros will be used to support digital projects in the field of Health or the Green Deal, linked to other large community projects such as EU4Health. The European Commission aims to strengthen the European digital ecosystem so it also wants to have a digital innovation centre in each region so both companies and public administrations from all corners of the Union would have access to cutting-edge digital technologies, such as blockchain.
AFTER COMPUTING, THE SECOND PRIORITY OF THE DIGITAL EUROPE BUDGET IS ARTIFICIAL INTELLIGENCE
However, any of this can be achieved if the recipients of these funds do not count with the required skills to get the most out of them. For this reason, 580 million euros of the Digital Europe program are designed to ‘train’ future experts in all these strategic areas: Artificial Intelligence, quantum technology or Cybersecurity. The Commission will open calls for experts, but also companies and public administrations to have access to all this funding.
La carrera de la supercomputación
Europa tiene camino todavía por recorrer para alcanzar las capacidades de China, Estados Unidos o Japón, potencias que tienen superordenadores de última generación con capacidades mayores que, por ejemplo, Marenostrum, el superordenador que alberga el Barcelona Computing Center (BSC) , en España. Por eso, este centro, que ya cuenta con una importante financiación europea, albergará el primer ordenador cuántico de Europa, un proyecto con el que los científicos del BSC esperan poder dejar de depender de los ordenadores cuánticos norteamericanos, que las compañías estadounidenses prestan, pero difícilmente venden en Europa.
The supercomputing race
Europe still has a long way to go to reach the capabilities of China, the United States or Japan, international super powers that have cutting-edge supercomputers with greater capacities than, for example, Marenostrum, the supercomputer hosted by Barcelona Computing Center (BSC), in Spain. To catch up, this centre, which already has significant European funding, will host the first quantum computer in Europe, a project with which BSC scientists hope to be able to stop depending on North American quantum computers, which American companies provide but hardly sell in Europe.
La ciberdefensa
“Si todo está conectado, todo puede ser hackeado”, dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, en su discurso sobre el estado de la Unión de este mismo año. La lógica, pues, es que si Europa consigue con éxito construir una gran y poderosa infraestructura digital también necesita las herramientas adecuadas para protegerla y, por eso, el ejecutivo comunitario defiende la necesidad de una Política Europea de la Ciber Defensa. La Comisión estima que tanto gobiernos como el sector privado invertirán hasta 4.500 millones de euros en desarrollo de tecnologías de ciberseguridad hasta 2027, unas inversiones que, según Bruselas, deberían venir también de los ministerios de Defensa y Seguridad. La importancia que le da el ejecutivo comunitario a esta dimensión de la tecnología es tal que Rumanía albergará un nuevo centro europeo de ciberseguridad en su capital, Bucarest.
Cyber Defensive
«If everything is connected, everything can be hacked,» said European Commission President Ursula Von der Leyen in her State of the Union speech earlier this year. The logic is that if Europe succeeds in building a large and powerful digital infrastructure, it also needs the proper tools to protect it and, therefore, the executive defends the need for a European Cyber Defence Policy. The Commission estimates that both governments and the private sector will invest up to 4.5 billion euros in developing Cybersecurity technologies by 2027, investments that, according to Brussels, should also come from the ministries of Defence and Security. The importance that Brussels is giving to this dimension of technology is such that Romania’s capital will host a new European Cybersecurity center.
La brecha digital
La pandemia de coronavirus hizo más evidente todavía la llamada brecha digital. Mientras hablamos de superordenadores y complejos sistemas anti-hackeo, en algunos países hasta el 32% de los alumnos no recibieron clase durante varios meses al principio de la pandemia por falta de recursos digitales en el sistema educativo, un factor que el Parlamento Europeo considera que puede conllevar menores ingresos futuros de esa generación, así como menor incremento de la productividad laboral y la competitividad del conjunto de la Unión. Por eso, también gran parte del fondo de recuperación está vinculado a la transición digital.
The digital gap
The coronavirus pandemic also made the so-called digital gap even more evident. While we are writing about supercomputers and complex anti-hacking systems, in some countries up to 32% of students did not receive a class for several months at the beginning of the pandemic due to lack of digital resources in the education system, a factor that the European Parliament believes it may lead to lower future incomes of that generation, as well as a lower increase in labour productivity and competitiveness for the Union as a whole. For this reason, a large part of the recovery fund is also linked to the digital transition.
EUROPA OPINA
EUROPE THINKS
Comisión Europea. Artículo en el blog del comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, sobre la geopolítica de la tecnología.
Article on the blog of the Internal Market Commissioner, Thierry Breton, on the geopolitics of technology.