ESFERA CULTURAL
León de la Torre Kreis,
director general de Casa América
“Cada día se reconoce más el valor del español: ese instrumento que une a 500 millones de personas”
JUAN ANTONIO LLORENTE
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Ha visto un sueño cumplido. ¿Encontró lo que pensaba?
Como varios compañeros que han estado aquí, he asistido a numerosas actividades desde hace muchos años, y sabía que es esta casa.
¿Qué es?
El sistema de casas de América es un lujo de la diplomacia española. Y un instrumento fantástico que nos permite reforzar los lazos con América. No sólo con la comunidad iberoamericana de América Latina y El Caribe; también con Estados Unidos y Canadá. En todos los ámbitos -político, económico, cultural, social- con debates, encuentros, exposiciones…
¿Llegó con idea de imponer un sello personal?
Creo que fui propuesto y aceptado por el Consorcio, el Gobierno Central a través del Ministerio de Asuntos Exteriores; la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid, por mi trayectoria, tras prácticamente 18 años como diplomático en distintos países de América Central y Sudamérica, cubriendo todos los pasos que hay en la carrera diplomática. Y con distintos sombreros -por la Unión Europea y por España-, ejerciendo funciones tan diversas como cónsul, consejero general, consejero cultural y embajador.
“EL SISTEMA DE CASAS DE AMÉRICA ES UN LUJO DE LA DIPLOMACIA ESPAÑOLA. Y UN INSTRUMENTO FANTÁSTICO QUE NOS PERMITE REFORZAR LOS LAZOS”
También ha conocido otros destinos.
Además de alguno fuera de la carrera, como el Tribunal Constitucional, y en dos ocasiones previas en Madrid, he estado en China, Bélgica y, brevemente, en Cabo Verde.
¿Existe colisión con instituciones como el Instituto Cervantes o el Ateneo, sustentados por pilares que comparte Casa América?
Intentamos que sean colaboraciones. Trabajamos con el Instituto Cervantes en muchas de sus actividades y él participa en otras nuestras. Con el Círculo de Bellas Artes, otro socio habitual, compartimos agenda de grandes exposiciones en Madrid, ahora mismo en ebullición cultural, en buena parte por ese vínculo con América Latina y el Caribe, que no existía hace treinta años. Hoy, una emigración muy fuerte de esos países, plenamente integrada, le han dado una nota digamos iberoamericana a la ciudad. Por ello, en infinidad de actividades se nos pide que participemos. Trabajamos por ello con muchas instituciones, porque tanta oferta, en la que estamos totalmente integrados, obedece a mucha demanda. El problema es que a veces tenemos que decir no a proyectos muy buenos, por imposibilidad material y de gestión. No podemos hacer veinte exposiciones al tiempo: una cada mes o mes y medio es el ritmo que llevamos. Podemos presentar un determinado número de libros, pero no dejan de llegar peticiones para títulos vinculados a América Latina, por la temática o porque los autores son de allí. Y lo mismo con propuestas teatrales o musicales. Nuestra colaboración es mayor cada vez con el mundo audiovisual: debates académicos con las universidades que quieren hablar de los temas que interesan en América Latina, como crecimiento económico, seguridad, desigualdad, protección al medio ambiente, desarrollo sostenible…
¿Qué público asiste?
Al caracterizar a Casa América una oferta variada, intensa y gratuita, tenemos un público muy diverso, y eso creo que es uno de nuestros puntos fuertes. Según la actividad, puede ser muy joven o mayor. Para las centradas en un país en concreto, como es lógico viene público muy numeroso de ese país, o que tiene vínculos con él. Eso demuestra que nuestra agenda de actividades es vista, leída y analizada por muchísima gente. A veces, lamentablemente, por limitaciones de aforo, aunque alguna de nuestras salas es muy grande -en el anfiteatro caben 400 personas- hay quien se queda fuera. Suele suceder en algunos conciertos, porque si se trata de una exposición, pueden venir otro día.
“TRABAJAMOS CON EL INSTITUTO CERVANTES EN MUCHAS DE SUS ACTIVIDADES Y ÉL PARTICIPA EN OTRAS NUESTRAS”
Para un diplomático, ¿la gestión es labor grata o ingrata?
Es fundamental. Nosotros hacemos análisis político o estratégico, pero, siendo funcionarios públicos de la Administración General del Estado sometidos a la inspección, al Tribunal de Cuentas, también debemos gestionar. La gestión es exigente, pero la veo como parte esencial de mi trabajo. Tenemos unos medios para usar eficientemente, y un equipo humano, fundamental en este caso, al que es preciso motivar. Es parte esencial de mi labor. Esta casa también sufrió recortes importantes en la crisis de 2008 tanto del equipo como del Presupuesto Público. Desde entonces hemos tenido que hacer un esfuerzo los distintos equipos directivos por conseguir financiación complementaria: a través de la concesión del restaurante o, puntualmente, el alquiler de salas. Contamos con un patronato, que es fundamental y que, para diversificar más allá de las grandes empresas que normalmente están en instituciones como Casa América, pretendemos ampliar incorporando nuevas sociedades españolas y latinoamericanas.
¿Cómo afronta el prisma de la cultura?
Haber sido consejero cultural cuatro años y haber dirigido el Centro Cultural de España en Santiago de Chile me ha dado una experiencia precisa de lo que es ser gestor cultural. Casa América es un instrumento de diplomacia pública y, siendo mucho más que un centro cultural, también es un centro cultural. Luego están los matices, porque cada director tiene sus preferencias. Unos son más literarios; otros más de artes dramáticas o de temas musicales. Yo intento tener una visión equilibrada, convencido de que la oferta tiene que ser variada. Abriéndonos además a nuevos espacios, saliéndonos de esa zona habitual de actuación que se llama zona de confort. Intentando realizar actividades con nuevos medios de comunicación. Por ejemplo: para un público más joven, que quizás no tenía en su radar Casa América, llevamos varios años programando un encuentro iberoamericano de podcast.
Su biografía, por pudor tal vez, orilla a quien hace una década se revelaba como escritor con Yo, William Walker.
Cuando estaba para terminar mi misión en Nicaragua, escribí esa novela histórica, que se desarrolla en el siglo XIX sobre un filibustero norteamericano que llegó a ser presidente de Nicaragua. Tuvo una presencia muy difícil en toda Centroamérica por llevar a cabo varias guerras contra los países vecinos, y finalmente fue ejecutado en Honduras. Pero en varias campañas fue un ejemplo de la política y la diplomacia de aquel momento en una parte del mundo, donde coincidía el interés por cruzar el istmo y llegar del Atlántico al Pacífico justo cuando empezó la fiebre del oro en California. Investigué en archivos históricos de Nicaragua, España y, sobre todo, Estados Unidos. Escribirla me produjo muchas satisfacciones: por indagar en la historia del país donde estaba viviendo, y por tener la fortuna de que me escribiera el prólogo Sergio Ramírez, que luego fue Premio Cervantes.
¿Con Walker se esfuma el escritor?
Aquel momento se dio en unas circunstancias muy concretas: una inspiración, una idea. Obviamente, cuando uno empieza a escribir, tiene por ahí el gusanillo, y hay algunos proyectos, pero aun nada concreto.
Siendo presidente honorario del Festival de Poesía de Granada, en Nicaragua, ¿no ha atacado el género lírico?
Me gusta leer poesía y supongo que como muchos la he escrito cuando era joven. Ahora no. Pero desde luego fue un honor apoyar ese certamen que, a lo largo de muchas ediciones, en la actualidad en formato virtual, ha congregado y congrega poetas de todo el mundo. Le dio realce cultural a la ciudad de Granada, y personalmente lo disfruté mucho.
¿Sigue vigente el eco del realismo mágico en la literatura?
Aquel boom cambió la forma de ver de América Latina, donde hay grandes autores, algunos de los cuales viven aquí: Jorge Volpi, Sergio Ramírez, Gioconda Belli… Una lista enorme, y muchos han pasado por Casa América, donde fomentamos y apoyamos las nuevas vocaciones. Ahora estamos viendo el big bang de las escritoras que, siendo importantes en la época del boom, no fueron visibilizadas. Y las mujeres jóvenes de todos los países de habla española avaladas actualmente por un éxito extraordinario en la literatura.
¿La voz de la mujer se vio silenciada por aquella generación, como ocurrió en España con las sinsombrero de la del 27?
Igual. Por la presencia arrolladora de García Márquez, Vargas Llosa, Jorge Edwards, Donoso… La sociedad no había evolucionado como ahora, cuando la igualdad se ha ido conquistando poco a poco. Pensando en ellas, tenemos ciclos y presentaciones de libros, rehabilitando o recuperando escritoras de esa época con voz propia, que hace años no pudieron lucirse lo que debieron. Creo que ahí también estamos cumpliendo un papel, que ha enriquecido nuestra agenda.
“AHORA ESTAMOS VIENDO EL ‘BIG BANG’ DE LAS ESCRITORAS QUE, SIENDO IMPORTANTES EN LA ÉPOCA DEL ‘BOOM’, NO FUERON VISIBILIZADAS”
¿Le queda cuerda para rato?
Nuestro nombramiento es con un contrato de dirección hasta tres años. Llevo poco más de medio y me gustaría estar durante un tiempo, porque estoy encantado. Creo que es un privilegio estar al frente de Casa América, además en un momento de España y de Madrid en que la relación con América es tan importante; con una intensidad increíble. Muchos de los temas de América lo son nuestros. Y de política interior. Incluso los contenciosos que podamos tener.
Nada nos es indiferente. Eso es algo que ha cambiado mucho en la España de los últimos veinte o treinta años por el fenómeno migratorio; porque se viaja y se conoce mucho más; porque hay una conexión económica y comercial fundamental y porque cada día se reconoce más el valor del idioma español: ese instrumento que une a 500 millones de personas, que lo utilizan como lengua materna. Algo extraordinario. Y Casa América está para apoyar todas las expresiones de esa realidad.
¿Dónde encontrarle?
Con una agenda de actividades tan apretada, y de la que pretende responsabilizarse hasta el último detalle, lo aconsejable es buscarlo en la agenda que publica la página web de la Institución que de él depende https://www.casamerica.es/